Salvatore y Rosanella llegaron a la ciudad de San Juan del Sur, se instalaron en uno de los departamentos que se alquilaban para turistas. Ellos eran tres con Tonino que era uno más de la familia.
El departamento era cómodo, amoblado con todo lo se podía necesitar para llevar una vida confortable, estaba ubicado a una cuadra de la playa y desde una de las ventanas se veía el mar.
La pareja hizo un contrato de alquiler por todo un mes, así tendrían tiempo de organizar su nueva vida.
La primera semana de estar en la ciudad, le sirvió a Rosanella para presentar sus papeles de profesora en el colegio municipal.
Salvatore por su parte se acercó al municipio para presentar un proyecto acerca de como manejar los materiales de desechos orgánicos e inorgánicos y así mantener las playas y la ciudad limpias de contaminación.
Él hablaba con solvencia y conocimiento del tema, era ingeniero ambiental y sabía de lo que estaba tratando. Las autoridades del municipio se llevaron una buena impresión de su persona y del proyecto, quedaron en estudiarlo y luego se comunicarían con él.
Salvatore abrió por Internet una pagina Web para su nueva empresa, ahí ofrecía sus servicios a las compañías y a otros municipios que estuvieran interesados en como manejar sus propios desechos y cuidar el medioambiente, este era un tema cada vez más importante.
Él se ofrecía como asesor.
Las semanas fueron pasando y sus esfuerzos dieron frutos, Rosanella fue contratada en la escuela de educación inicial y Salvatore vio con gran sorpresa que su pagina Web se consolidaba e iba creciendo, las consultas de las empresas eran cada vez más seguidas, pronto estaba asesorando a más de una.
El municipio también se mostró interesado con su proyecto y le ofreció un contrato como asesor.
Todas las mañanas muy temprano Salvatore y Tonino caminaban hacia el mar para su encuentro con las olas, era la rutina que más disfrutaba. Se había comprado el equipo necesario para surfear. La vida para ellos poco a poco se iba resolviendo por lo menos en lo más necesario e indispensable, pero hubo un tema que creó tensión y conflicto en la pareja.
Rosanella quería tener un hijo con Salvatore y éste no deseaba tener familia, la sola idea de pensar que su hijo iba a crecer sin padre lo atormentaba.
-Salvatore, no puedes negarte a este deseo, tú siempre me dices que no pensemos en tu enfermedad y me has prometido que nunca vas a rendirte- decía Rosanella para convencerlo
-El que no pensemos en mi enfermedad, no significa que no exista, no he pensado en tener un hijo, me basta con tenerte a mi lado, eso es para mí lo importante- contestó Salvatore para cerrar el tema.
Pero Rosanella insistió con la fuerza de su corazón una y otra vez -no puedes pensar de esa forma, no te das cuenta que tú seguirías vivo a través de tu hijo, él sería tu continuidad.
Salvatore no quería escuchar más razones, pero tanta fue la insistencia de ella que terminó por acceder a sus deseos y aceptar tener un hijo, en pocas semanas Rosanella quedó embarazada, la felicidad se podía ver en su rostro.
Con la nueva noticia Salvatore y Rosanella alistaron sus papeles para casarse, ahora más que nunca se sentían unidos.
Una mañana de sol pleno, en los registros civiles de la ciudad Rasanella con un vestido corto de encaje color marfil, se casaba con Salvatore que llevaba un saco de lino color crema y pantalón que hacia juego.
Sus testigos, los señores que eran dueños de los departamentos donde vivían. La ceremonia fue sencilla y rápida, ellos estaban felices, sentían que sus planes se concretaban.
Para celebrar el enlace almorzaron en un restaurante elegante y brindaron con champán por su nueva vida, los dos hablaban de sus planes y de cómo harían con el nacimiento del bebé.
El tiempo había pasado rápidamente pensaba Salvatore sentado frente al mar, eran las cinco de la mañana y se preparaba para su rutina diaria.
El nacimiento de su hijo Luiggi unió a las familias, los padres de Rosanella llegaron a la ciudad, querían conocer a su nieto y ver a la hija que tanto extrañaban.
Atrás quedaron los conflictos, las palabras fuertes, solo importaba la felicidad de Rosanella y de su nieto.
Los padres de Salvatore viajaron desde Roma a conocer al bebé, ese niño era el único heredero de las dos familias y era un motivo de alegría y amor.
El tiempo no se detenía en el calendario, seis años habían transcurrido desde que el doctor Francesco le diera por primera vez en Roma, la noticia de su estado de salud.
Ahora Salvatore tenía a su esposa Rosanella y a su pequeño hijo Luiggi como la felicidad de su mundo y su razón de vivir. El seguía con la rutina diaria de ejercicios en el mar, una dieta estricta y saludable.
Los padres de Salvatore viajaban a visitarlos todos los años y los padres de Rosanella también llegaban hasta la ciudad, ellos querían ver crecer a su nieto.
La empresa que inició Salvatore en la Web había crecido y le proporcionaba la tranquilidad económica para sostener a su familia y mudarse a un departamento mas amplio, eran cuatro con Tonino que tenía su lugar de descanso y la paciencia de jugar con el pequeño Luiggi.
Salvatore ya no quería recordar todo lo que vivió para llegar a conocer a Rosanella, él creía que el destino los había unido.
Sentado en esa playa frente al mar, miraba al cielo y rogaba que le permita vivir unos años más para ver crecer a su hijo y que éste luego lo pueda recordar. Sabía que su enfermedad era una realidad pero él le había prometido a Rosanella que no se iba a rendir.
Salvatore se puso de pie, sentía la esperanza de vida correr por sus venas, estiró los brazos para tomar su tabla y a la voz de...¡Tonino al mar! corrían los dos a su encuentro con las olas. Salvatore pensaba que el mar era suyo y el cielo también.
FIN