domingo, 21 de julio de 2019

ALIDA Y GERVACIO

El invierno había llegado, el frío era cada vez más fuerte, la lluvia y una ligera neblina envolvían la ciudad.   
En el café "Cedric" Alida esperaba a Gervacio, a esa hora de la tarde el lugar estaba tranquilo, algunas personas ocupaban las mesas cercanas y Alida se encontraba sentada en su mesa favorita junto a un gran ventanal, desde ahí se podía ver la calle y a la gente  caminar con prisa bajo la lluvia.   
La cafetería Cedric en su interior estaba decorada con buen  gusto.  En las  paredes del salón se lucían grandes espejos con marcos dorados y bellas pinturas que eran réplicas de pinturas famosas. Las mesas vestidas con manteles bordados hacían recordar tiempos pasados. Las luces eran tenues y daban al salón  una atmósfera romántica. Todo en el lugar era impecable y la gente solía visitar el café por sus deliciosas tortas, dulces, empanadas y sándwich  pero sobretodo el café que servían, era exquisito. 
Cuando la gente le preguntaba al dueño de donde era el café, éste solía contestar que era cultivado en un lugar oculto de la selva amazónica que solo él conocía. Las personas que lo escuchaban sonreían con su comentario y por supuesto, le creían. 
Alida miraba el reloj que colgaba en una de las paredes, todavía era temprano. En la mañana habló con Gervacio y quedaron en encontrarse en el café Cedric su lugar favorito,  en la tarde. 
Alida se dio cuenta que su novio tenía una actitud misteriosa cuando habló con ella. ¿De que quería hablar Gervacio? se preguntaba ¿porqué tanto misterio?.
Alida y Gervacio se conocían desde siempre, sus familias vivían en la misma avenida,  Río de Janeiro con una distancia de tres cuadras. Gervacio en las mañanas, veía muchas veces pasar Alida al colegio cuando él iba a la universidad.
El amor en ese tiempo no los había tocado, pero cuando Alida comenzó la universidad, Gervacio que ya trabajaba la invitó a salir. La amistad dio paso al romance entre los dos, ninguno imaginó que sus sentimientos podían ser tan fuertes. 
De pronto en la cafetería, las puertas de vidrio se abren y entra Gervacio, preocupado pensando que Alida lo esperaba desde hace tiempo, ella como siempre estaba en su mesa al lado de la ventana y lo saludaba sonriente. 
-Perdona, si demore un poco, el tráfico me detuvo a unas calles de aquí, tuve que bajar del taxi y venir caminando- decía Gervacio preocupado, mientras pedía al mozo un café. 
-No te preocupes, algo de eso pensé - mientras disfrutaba de un capuchino y de la tranquilidad a esta hora en el café- decía Alida con un tono pausado. 
Mientras Gervacio, le contaba cómo había sido su día, Alida se daba cuenta que él quería decirle algo, ella conocía a Gervacio, sabía que para él no era fácil hablar de sus sentimientos, unos segundos en silencio y entonces:
-Alida la compañía para la que trabajo me cambia por unos meses a la selva, ellos quieren que me     encargue de unos estudios sobre las plantas que tienen efectos curativos. 
Gervacio era de profesión botánico y no era la primera vez que viajaba a la selva del amazonas pero este viaje era por varios meses, por este                   
motivo,  no dudo más y dijo:              -quiero que me acompañes en este viaje, sería una buena experiencia para los dos, qué te parece mi propuesta ¿aceptas?- y la miró para adivinar su respuesta.  
Alida estaba sorprendida, ella no esperaba una propuesta así. Le agradaba  la idea porque no conocía la selva y esa sería una buena oportunidad para viajar. 
Estaba en vacaciones de verano de la universidad donde estudiaba biología marina, no tenía ningún impedimento para su viaje, salvo su querida madre... ¿Ella estaría de acuerdo con un viaje...solos los dos?. Era una pregunta que por el momento no tenia respuesta hasta que hable con su madre. 
Alida era hija  única, su madre siempre estaba pendiente y preocupada por ella, quería para su hija lo mejor.  
A doña Alma le agradaba Gervacio, le tenía aprecio y confiaba en él, además veía con mucha alegría que su hija era feliz.    
-Gervacio,  tu propuesta es tan inesperada que no sé si mi madre aceptará que viaje contigo, tú sabes que ella tiene una manera muy especial de ser. No puedo darte una respuesta ahora, pero  que me gustaría hacer el viaje, ¡claro que si!- comentó con entusiasmo Alida mientras pensaba en su madre y en cómo le hablaría del viaje. 
Gervacio le contaba Alida cuál era el itinerario y cómo sería el viaje, los pueblos que visitarían y los lugares donde se internarían en la selva, todo parecía perfecto. 
El viaje debía ser planeado con cuidado, paso a paso para que nada quede sin ser estudiado o investigado. Gervacio le aseguro que tendrían tiempo para conocer muchos lugares y el tiempo que tomaría sería de varios meses.
Alida tenía que pensarlo bien, la oportunidad que se presentaba era única pero estaban sus estudios, cómo resolvería si el viaje duraba más de tres meses. 
No pasaba nada si ella se ausentaba un ciclo en la universidad, tenía varios cursos adelantados y a su regreso tomaría los que le hacían falta para completar los estudios. 
Todo parecía perfecto desde la perspectiva de los jóvenes enamorados, era una oportunidad de avanzar en sus carreras y de aprender cosas nuevas. Tenía que tomar una decisión pronto, no podía demorar demasiado, el viaje sería en tres semanas. 
En la noche después de despedirse, Alida fue a buscar a su madre que revisaba unas cuentas del presupuesto del hogar. La casa donde ellas vivían era grande, tenía tres pisos y su mantenimiento era costoso, el padre de Alida antes de enfermar les había dejado a su esposa y a su hija una renta que les permitía vivir sin apuros y con tranquilidad. Estaban rodeadas de ciertas comodidades y Alma cuidaba el presupuesto para que el dinero nunca les falte. 
Alida se acercó a saludar a su madre, conversaron de cómo había sido su día y de cómo estaba Gervacio. No espero más y comentó  sobre su viaje: 
-Madre, voy a viajar con Gervacio a la selva dentro de tres semanas, quiero que me ayudes con mi bolsa de viaje porque como sabes no tengo el dinero- fue directa no quería entrar en demasiados detalles. 
-Vas a viajar con Gervacio dentro de tres semanas, ¿quienes más van con ustedes?- contestó Alma con voz grave y dejó de hacer las cuentas.
          
-Quiero hacer ese viaje y pido que me apoyes con algo de dinero. 
-Alida tu sabes que no estoy de acuerdo con el viaje, tienes que comprender que no puedes ir sola con Gervacio, dime anticuada o lo que desees pero no puedo darte el permiso. 
Alida no quería discutir con su madre siempre tuvieron una buena relación:
-Madre. ya soy mayor, tienes que confiar en mí, no me des una negativa tan pronto piensa hasta mañana y luego vamos a conversar- se puso de pie, le dio un beso en la frente a su madre y se retiró a su habitación con la esperanza de que al día siguiente las cosas vayan mejor.
Doña Alma vio a su hija alejarse. Si,  tenía razón había crecido ya no era la niñita que buscaba sus brazos cuando tenía miedo por las noches o la que le pedía que le lea un cuento antes de dormir. 
Pensó que era mejor esperar al día siguiente para conversar, Alida tenía que escuchar sus argumentos para que sepa porque se oponía a ese  viaje.
Al día siguiente después del desayuno madre e hija se sentaron en la sala de estar, en ese lugar conversaban, veían televisión y pasaban momentos familiares. 
Alida volvió a tocar el tema del viaje para que su madre la apoye, Alma respiró profundamente, mientras pensaba que decir para que su hija comprenda sus razones.
-Voy hacer sincera contigo Alida, me preocupa que en ese viaje te pase algo, no sé si vamos a estar en comunicación todo el tiempo y me llena de angustia saber que puedes correr peligro y yo no estoy cerca para ayudarte. Quiero que te pongas en mis zapatos y comprendas que no es fácil para mí, tal vez sueno egoísta pero así lo siento, eres mi única hija- con estas palabras la madre quería dar sus razones.
-Madre no puedes tenerme dentro de una burbuja, en alguna momento tengo que tomar mis propias decisiones y vivir mi vida-  Alida comprendió que no seria fácil convencerla para hacer el viaje, su madre tenia demasiados temores. 

CONTINUARÁ             
        
     

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