lunes, 13 de febrero de 2023

AL CALOR DE LOS RECUERDOS

En el puerto Eugenia se despedía de sus amigos y de su vida en la capital. Ahora tenía que continuar el viaje.
Sentía una gran tristeza de haber dejado la pastelería, pero no quería exponer a su hija a situaciones complicadas y de peligro. Como tener que dejarla en la capital para viajar al fundo y supervisar la cosecha que ya estaba cerca. Ella no deseaba separarse de Azucena después de la terrible experiencia vivida. 
Unos días antes había conversado con Jean Luca y éste le prometió que iría a visitarla al fundo. 
Eugenia contestó: -mi estimado amigo, ese es un viaje complicado y tedioso, no se lo aconsejo-.
-Mi querida amiga- dijo sonriendo -usted olvida que yo he cruzado un océano para llegar América y esto me hace sentir que puedo viajar a cualquier parte del mundo-. 
Jean Luca y Eugenia se despidieron con la promesa de volverse a encontrar. En el transcurso del viaje en el  barco, Azucena se enfermó con mareos y naúseas y lo mismo sucedió con Eugenia, el vaivén del barco les causaba esos malestares. Filomena las cuidaba y asistía. 
Si había algo que tranquilizaba a Eugenia, era que Fermín y Martín la esperaban en  Puerto Azul. Unos días antes ella había mandado un telegrama a su administrador, avisando sobre el viaje y pidió que preparen la casa para instalarse. Cuando el viaje llegó a su fin, el barco entró al puerto, Eugenia junto a su hija y a Filomena se preparaban para desembarcar. Entre la gente que esperaba a sus familiares divisó a Fermín y Martin que la esperaban, sintió en su interior que habían transcurrido muchos años desde que se despidió de ellos en el mismo lugar. Que alegría volverlos a ver y saber que estaban bien. 
Fermín se acercó primero para saludarla y luego hizo lo mismo Martín: -Señorita Eugenia, que alegría volverla a tener entre nosotros- dijo Fermín y tomó en sus manos el maletín que traía, mientras tanto Martín se encargaba de los baúles.
Eugenia saludo a los dos asistentes y comentó: -vamos al fundo, estoy cansada, el viaje me ha caído mal y todavía puedo sentir el vaivén del barco bajo mis pies-.
Fermín y Martin se apresuraron a cargar la carreta con los baúles y todos juntos partieron con dirección al fundo. Al pasar las vallas de entrada al terreno, Eugenia se emocionó de estar de nuevo en su amada casa. No pudo evitar recordar los gratos momentos vividos en su hogar. 
Al entrar, la casa lucía impecable, Martín se había encargado de prepararla para el regreso de Eugenia. Cada rincón tenía recuerdos de su niñez, juventud y los primeros meses de matrimonio. 
Fermín y Martín guardaron los baúles y se retiraron para que Eugenia y su hija puedan descansar. Al día siguiente Filomena se encargaría de abrir los baúles para poner todo en orden  y en su lugar. 
Con el correr de los días la vida y el trabajo tomaban su propio ritmo. Eugenia se ponía al tanto de los asuntos del fundo y la administración con los informes de Fermín.  
Odilo comentaba como iban las cosas en el campo y la felicidad que sentía de volverla a tenerla de vuelta en el fundo. Azucena, conocía su nuevo hogar y hacía algunas travesuras propias de su edad, por ello se debía estar pendiente de la pequeña para que no vaya ha hacerse daño. 
A los pocos días de haber llegado al fundo, fue a visitar a los padres de Eduardo, ellos la recibieron con mucha felicidad porque venía con  Azucena, su nieta querida. 
Eugenia tampoco se olvidó de visitar al Dr. Godofredo Murillo, su estimado amigo y asesor legal y así poco a poco se volvía acostumbrar a la vida en campo y al trabajo del fundo. Los recuerdos de los días vividos en la capital, se iban disipando y ahora el  fundo era su vida. Aunque debía reconocer que extrañaba a los amigos y a la familia que dejó en la ciudad. Extrañaba la pastelería y al personal que trabajaba en ella.
Un mes había pasado de su regreso al fundo cuando una tarde mientras Eugenia jugaba con su hija en la biblioteca, Merina la nueva muchacha que había contratado para cuidar Azucena, entró al salón para decir a Eugenia que un caballero la buscaba, deseaba conversar con ella.  
-Señorita Eugenia, no me dijo su nombre por eso no le hice pasar a la sala- comentó Merina. 
Eugenia salió a ver de quien se trataba y grande fue su sorpresa cuando se encontró con Jean Luca que había venido a visitarla. 
-Jean Luca no puede ser, porque no me avisó que venía, así hubiera mandado a un muchacho para recogerlo en el puerto- agregó Eugenia.
-Eugenia, si avisaba sobre mi visita, ya no hubiera sido una sorpresa y yo deseaba que así fuera, no se preocupe que el fundo es bien conocido y el cochero que me trajo sabía muy bien como llegar.
En el salón de la casa conversaban y disfrutaban de una limonada refrescante. Jean Luca conversaba sobre las novedades de la ciudad, de la familia y de lo bien que le iba a Teodoro con la pastelería, también comentó de su amigo Vittorino y su negocio de ferretería. Cuando los temas de la ciudad se agotaron, hubo un silencio incómodo que fue roto por Jean Luca:
-Eugenia no tome a mal mis palabras y disculpe que sea tan directo pero quisiera proponerle una sociedad, poseo un capital y estas manos para trabajar. Si usted y yo nos damos una oportunidad podemos ser felices-. terminó de decir y esperaba las palabras de Eugenia, se sentía nervioso y temía su rechazo. 
Eugenia no esperaba que Jean Luca hable sobre tener una sociedad y menos de sus sentimientos, muy serena contestó: -estimado amigo me sorprenden sus palabras y debo confesar que no las esperaba. Lo que yo puedo pedir es tiempo para conocernos mejor y darle una respuesta, en pocas palabras necesito esperar para tomar una decisión-.
Jean Luca aceptó las palabras de Eugenia y pensó que de esa forma era mejor, no deseaba presionarla. 
Eugenia  hospedo a su amigo en un cómodo ambiente al lado de la oficina de contaduría. Esta habitación estaba cerca a la casa y sus comidas las tomaba junto a Eugenia y Azucena en el comedor de la casa principal. En ese ambiente tendría privacidad.
Semanas atrás y antes de la visita de Jean Luca, Eugenia había escrito una carta a su amiga Virginia sobre la salud de su padre y lo delicado que se encontraba y ahora ella le enviaba una respuesta a Eugenia.
Querida amiga, mi viaje a la hacienda fue muy corto, disculpa si no fui a visitarte  pero tuve que recoger a mi padre, que como tú me explicabas en tu carta estaba muy enfermo. En este momento tengo a mis padres conmigo, cada uno está muy delicado de salud y no sé cuál será el desenlace, solo Dios dirá. Por otro lado deseo comunicarte que voy a vender la hacienda, mis padres me han otorgado un poder para ejecutar la venta. No tengo intenciones de regresar a ese lugar, no me trae buenos recuerdos. Cuando pienso en la hacienda recuerdo la tragedia de mi hermana Lucrecia y no puedo dejar de llorar, vivir ahí sería un suplicio para mí. A ti es la primera persona que le ofrezco la propiedad en venta, piénsalo por favor, me gustaría que la hacienda de mis padres quede en tus manos. Reglones mas abajo le comentaba sobre su vida familiar y el cuidado que debía tener con la salud de sus padres. Antes la despedirse escribía -que bueno que hayas regresado al fundo que amas tanto, espero que seas feliz en tu nueva vida, después de los terribles momentos que viviste con Azucena. Querida Eugenia, mereces descanso y tranquilidad-.  Para cerrar su carta se despedía con saludos y muchos abrazos. 
Eugenia todavía tenía la carta de Virginia  en sus manos, suspiró y lamentaba mucho el delicado estado de salud de sus padres y también le causó sorpresa el ofrecimiento de su amiga, nunca  hubiera imaginado, tener la oportunidad de comprar las tierras de sus vecinos. Sobre este ofrecimiento no estaba segura de poder aceptar, tenía algunas dudas y no era fácil dar una respuesta.
Jean Luca regresó del campo al medio día, todas las mañanas salía muy temprano con Odilo para trabajar y analizar como se desarrollaba el cultivo. Entró en la biblioteca buscando a Eugenia quería comentar con ella lo bien que crecían las plantas de algodón en el campo: -Eugenia, según Odilo, este año también vamos a tener una buena cosecha, las plantas están repletas  de motas de algodón. Mañana tienes que venir con nosotros al campo para que compruebes lo que digo- terminó de decir Jean Luca lleno de satisfacción por el trabajo realizado. 
Jean Luca se había acostumbrado muy pronto a la vida del campo y ha vivir en el fundo, le gustaba estar al lado de Eugenia y ayudarla en todo lo que necesitaba. Los dos lucían cada día más enamorados y se llevaban bien. Solían pasear por el pueblo y llevar Azucena a la playa disfrutaban mucho de su mutua compañía. 
Eugenia le prometió que así lo haría, saldría al campo con ellos al día siguiente muy temprano. Luego conversó con él sobre el ofrecimiento de Virginia de la venta de su hacienda.
Jean Luca la animó: -Eugenia no dudes en comprar, es una buena tierra y una excelente propiedad, estoy seguro que tu amiga te hará una buena oferta-. 
Eugenia contestó:-Jean Luca no sé si debo aceptar, la hacienda no tiene una, ni dos hectáreas, son ochocientas hectáreas de terreno, es un tremendo trabajo y mantener esas tierras cuesta un dineral. No sabes lo que estás diciendo- señaló.
-Si, tienes razón al decir eso pero no significa que tienes que cultivar de un solo tirón las ochocientas hectáreas, podemos hacerlo poco a poco cada año para que alcance el dinero y en cuanto al trabajo nos vamos a organizar para hacerlo bien- comentó Jean Luca para comprometerse con la tarea en el  campo. 
Eugenia se puso de pie, dio unos pasos en la biblioteca, ella no estaba segura si debía aceptar a pesar que reconocía que era una buena oportunidad, comprar tierras de primera para el cultivo. 
-Jean Luca necesito pensar, no puedo decidir así ha primeras. Es una tarea gigante y además no conozco aún el precio del terreno-. completó Eugenia para cambiar el tema de conversación.
-Solo, déjame decirte unas palabras para terminar la conversación.  Yo estoy a tu lado para apoyarte y hacer el trabajo.  Eugenia no lo pienses demasiado, esta oportunidad no se va a volver a presentar- dijo Jean Luca seguro de sus palabras. 
Pasaron algunas semanas para que Eugenia tome la decisión y escriba a Virginia aceptando comprar la hacienda con todo lo que había en la propiedad incluyendo la casa. Era un tremendo compromiso y trabajo a futuro pero estaba segura que iba a salir adelante con la ayuda de Jean Luca, Fermín y Odilo, también se sumó al equipo Anselmo el caporal de Rodrigo de las Casas padre de Virginia. El fundo ahora se había convertido en una gran propiedad y se necesitaba gente para trabajar. 
Al tomar esta decisión Eugenia nunca imaginó que iba ha asegurar para el futuro a cinco generaciones de su descendencia que por siempre la recordarían como el pilar y columna vertebral de la familia. 
En una de sus visitas a los padres de Eduardo, Eugenia comentó con ellos la decisión de comprar la hacienda de sus vecinos. A los suegros no les causó sorpresa que Virginia quisiera vender su propiedad, sabían que no tenía muy buenos recuerdos del lugar. Anella felicitó a Eugenia y le daba gusto que hubiera formalizado un compromiso con Jean Luca. La familia  había llegado a tomar aprecio de su persona. 
Al año de haberse conocido Jean Luca y Eugenia se casaron en una boda íntima y familiar, invitaron a los amigos más cercanos. Azucena fue la damita de honor. 
Eugenia siempre conservó una buena relación con los padres de Eduardo, los visitaba muy seguido con Jean Luca con el que tuvo cinco hijos, además de Azucena que era la mayor.
Anella estaba feliz porque consideraba a todos los hijos de Eugenia como sus nietos y Azucena era el vivo retrato del padre que ya no estaba.
Con la adquisición de la hacienda, el trabajo se volvió más duro y exigente  a la hora de la siembra, pero como habían planificado avanzar despacio, era más llevadero.  
La casa de la hacienda donde vivió la familia de Virginia, se conservó intacta, Eugenia así lo decidió  hasta saber que hacer con ella.  La tristeza invadía su corazón al recordar a su amiga Lucrecia y por eso dejó la casa en pie. La construcción era de material noble y en esa casa se habían celebrado grandes fiestas y aniversarios, por aquellos días todo era alegría y no se presagiaban tragedias. 
Con la tía Rosalía y sus primas siempre se escribía, con su madrina a la que le tenía un especial afecto también le enviaba cartas y con Marcela su amiga que tanto la ayudó, sostenía una fluida correspondencia. 
Eugenia, Jean Luca y todos sus hijos viajaban una vez al año a la capital para visitar a la familia y los amigos con los que siempre era grato volverse a encontrar. A ninguno de ellos les sorprendió que Jean Luca y Eugenia se hubieran casado, porque todos sabían que él fue a buscarla hasta el fundo.
El recuerdo de Eduardo, Eugenia siempre lo guardó en su corazón como el hombre que le enseñó la vida y el amor. Además del regalo más hermoso, su hija Azucena.
En cuanto a lo político y social, el país todavía viviría momentos difíciles, pero sus hijos seguirían luchando para mantenerse en pie y lograr una nacían fuerte y estable para el futuro.
En el fundo una tarde de verano sentados bajo la sombra del limonero, Eugenia y Jean Luca renovaban su amor tomados de las manos, mientras contemplaban los grandes campos repletos de algodón.  


FIN  
 
 

              
         
  
         



 

lunes, 6 de febrero de 2023

AL CALOR DE LOS RECUERDOS

Eugenia no podía conciliar el sueño, la noche le parecía muy larga y las emociones encontradas atormentaban su mente y su corazón. Tan solo pensar que pudo perder a su hija para siempre la llenaba de angustia y dolor. 
Abrazó  Azucena y dio gracias al cielo por tenerla de nuevo junto a ella. 
Se levantó muy temprano al día siguiente, tenía varias cosas que hacer. La decisión que había tomado debía llevarla ha cabo, no tenía dudas y para ella, era lo mejor.
Firmar algunos documentos para poner en orden los papeles de su negocio y después hablar con los empleados para explicarles la nueva situación  
Desde lo sucedido a Eduardo tenía la idea de regresar al fundo, necesitaba la tranquilidad y la libertad que le ofrecía el campo. Ahora era el momento de actuar, no debía dudar. Eugenia había llegado a la capital a insistencias de Eduardo, él ya no estaba, entonces era tiempo de partir. Deseaba tener cerca a su hija y el fundo le ofrecía la paz necesaria. 
La pastelería había sido una gran experiencia y alegría, sentía que había logrado sus objetivos. Ahora debía dejarla, lo mejor era traspasarla alguna persona que tuviera interés en hacerse cargo del negocio y que realmente quisiera tener la pastelería. De no encontrar a esa persona, tendría que cerrarla, esa acción sería dolorosa porque ella puso todo su trabajo y empeño, además  el trabajo de los empleados dependían del negocio. Hasta el último trataría de encontrar a la persona adecuada para hacerse cargo.
Felicia, Jean Luca y los muchachos de la pastelería se presentaron temprano en casa de Eugenia para seguir con la búsqueda de la niña, ellos ignoraban que Azucena estaba en casa. Cuando Eugenia les dio la noticia que su hija había sido encontrada, todos se sintieron felices y aliviados, la niña estaba junto a su madre y esa era la mejor noticia. 
Eugenia en la sala conversaba con ellos y les contaba como fue el encuentro, luego comentó: -Hoy no se abrirá la pastelería, es necesario limpiar y dejar todo en orden para empezar de nuevo al día siguiente. Felicia tú y los muchachos se van a encargar de todo, yo iré en la tarde, esta mañana quiero estar junto Azucena, la experiencia vivida ha sido demasiado fuerte y dolorosa para mí. 
-No te preocupes Eugenia, con Polonio y los muchachos vamos a dejar todo limpio y en orden para empezar el trabajo de nuevo- contestó Felicia con entusiasmo. Su alegría era real porque Azucena había aparecido.     
Cuando se retiraron Felicia y los muchachos para hacer su trabajo, Jean Luca se quedó acompañando a Eugenia. Ella le contó que nunca más le gustaría volver a vivir una experiencia tan dolorosa. Jean Luca la escuchaba y se sentía feliz por Eugenia que había encontrado a su hija. Él  sentía por la niña un verdadero afecto.  
La tía Rosalía llegó a las 9 a.m después de saludar a Eugenia y a Jean Luca, ella repetía una y otra vez que era un milagro que Azucena esté de nuevo en su hogar: -querida Eugenia, debemos agradecer a Dios por este milagro- comentó.
Jean Luca se despidió de Eugenia y de la tía Rosalía, ellas tenían mucho de que hablar y era mejor dejarlas a solas.
Hasta ese momento Eugenia no había comentado con nadie sobre su decisión de regresar al fundo, era algo que debía planificar con calma y cada paso tenía que ser bien pensado. Después de la visita de la tía Rosalía se ocupó de sacar un aviso en los diarios "Se traspasa negocio bien montado y con clientela". 
Su amiga Marcela al enterarse del aviso, lamentó su decisión y dijo: -estás segura Eugenia de lo que vas hacer, la pastelería fue un buen trabajo y una ilusión para ti-.
-Marcela, debo hacerlo, es importante para mi y para mí hija, ella está primero que todo lo demás-  contestó Eugenia. 
Marcela le dio la razón a su amiga, sabía que nada la iba ha hacer cambiar de opinión. Mas tarde cuando su amiga se había despedido, Eugenia se reunió con Felicia y los muchachos para comunicarles la noticia. 
-No puede ser- dijo Felicia -la pastelería lo era todo para ti-.
-Si, es verdad pero es mi decisión y lo hago por mi hija, no puedo volver a vivir una situación igual, todo aquello fue demasiado para mí. Lo que ahora puedo prometer es tratar de que todos ustedes conserven su trabajo con un nuevo dueño- agregó Eugenia.
Jean Luca se enteró por su amigo Vittorino esposo de Elina, que Eugenia se iba de la ciudad, no demoró en ir a visitarla para convencerla de que cambie de idea. 
Junto a Eugenia y con la voz serena preguntó: -¿Eugenia es necesario qué se vaya de la ciudad? no existe otra manera de arreglar las cosas o tal vez alguna forma de convencerla de lo contrario. Sé que lo ocurrido con Azucena ha precipitado su decisión-.
Eugenia contestó casi al instante: -Jean Luca es importante para mí regresar, mi estadía en la capital ha terminado, debo ocuparme de los asuntos del fundo que son tareas más grandes y delicadas. Deseo estar al lado de mi hija en todo momento, es lo único en que pienso, la tranquilidad del campo es lo que necesito.
Jean Luca no insistió, vio que Eugenia estaba decidida y cambio la conversación a temas menos importantes, después de una hora se retiró.
A los pocos días de haber sacado el anuncio en los diarios sobre el traspaso de la pastelería, se presentó un  interesado, era nada menos que Teodoro amigo de Jean Luca y de Vittorino, todos quedaron sorprendidos, comenzando por sus propios amigos. 
Teodoro explicó a Eugenia que tenia interés y que conocía de panadería y pastelería, él quería saber cuáles eran las condiciones económicas del traspaso. Eugenia conversó con Teodoro y respondió todas sus preguntas e inquietudes con respecto a la pastelería. Luego ella pidió que conserve al personal que trabajaba en el local. 
-Teodoro, los empleados están entrenados y conocen bien como su trabaja, no tendrías ningún problema con ellos.  
Las conversaciones llegaron a un buen acuerdo de ambas partes. Eugenia y Teodoro querían que la pastelería continúe atendiendo y ofreciendo al público sus deliciosos pasteles. Unos días después se dieron cita en la oficina del abogado para preparar los documentos necesarios del traspaso. Ambos interesados estamparon sus firmas y así quedó sellado el acuerdo. 
A la salida de la oficina del abogado, Eugenia comentó: -Teodoro estoy segura que usted llevará la pastelería a otros niveles, es más sus conocimientos de panadería así  lo permiten-.
-Gracias por sus palabras, voy hacer un esfuerzo por superarla- dijo Teodoro con galantería y agregó 
-Siento mucho que se vaya Eugenia pero respeto su decisión y le prometo que voy a conservar el personal que trabaja en el local-.
-Teodoro, yo le aseguro que no va a tener problemas, es gente que conoce su trabajo y sabe hacerlo bien- contestó Eugenia con una sonrisa de satisfacción porque había cumplido su promesa.
Ahora que  había entregado la pastelería a su nuevo dueño, quedaba libre para iniciar los preparativos de la mudanza. 
Guardar todas sus pertenencias en los baúles y entregar la casa, le tomaría algunos días. La ropa de Eduardo que hasta el momento no había tocado, la donó al hospital de Caridad, ahí siempre necesitaban donaciones.
Cuando recordaba con que ilusión comenzó su negocio en la pastelería sentía tristeza, había sido como un segundo hijo pero se dio ánimos para continuar adelante, su hija estaba primero. 
Su madrina  llegó a visitarla  a la casa, conversó con Eugenia ya que antes no había tenido la oportunidad. 
-Mi querida Eugenia te vas en unos días, siento mucha tristeza, porque no voy a ver crecer Azucena, pero comprendo tus motivos y sé que son poderosos. Necesitas paz para criar a tu hija y el campo te ofrece todo eso. Lo único que puedo desearte es la felicidad completa y comprender tus razones-.
-Madrina, yo también siento tristeza de dejar a la familia y a los amigos que hice en la ciudad pero es necesario. Para mí no ha sido fácil decirle adiós a todos y dejar la pastelería que era como un segundo hijo. Me consuela saber que está en buenas manos-. contestó Eugenia resignada a la nueva situación.
Antes de despedirse su madrina le aconsejó: -Eugenia no te escondas de la vida, Eduardo ya no está entre nosotros, sé que es duro decirlo pero tienes un camino por delante y debes vivir- Abrazó a Eugenia y se despidió de ella, muy a su pesar tenía que aceptar que no la vería en mucho tiempo.
Acomodarse a la nueva situación no era fácil y guardar los objetos y pertenencias en los baúles tomaba su tiempo, Eugenia y Filomena juntaban las pertenencias mientras Celestina cuidaba a Azucena.
Muy tarde en la noche en su estudio Eugenia revisaba las cuentas, los números le indicaban que los gastos estaban controlados. En ese instante entró Celestina: -señorita Eugenia ya se durmió Azucena, ¿Puedo hablar con usted?-
-Adelante Celestina, ¿Qué deseas hablar conmigo?- contestó Eugenia intrigada.
-Señorita, deseo quedarme en Lima, Polonio y yo nos hemos comprometido- comentó.
La noticia fue una sorpresa, Eugenia nunca se había dado cuenta de que existía un romance  entre Celestina y Polonio. Entonces dijo: -Has pensado bien la decisión que has tomado, ¿Dónde vas a vivir? tú no tienes familia en la ciudad ¿Qué va a decir tu madre?
Celestina Contestó rápidamente: -Por el momento voy a vivir con la familia de mi novio, hasta que nos casemos, a mi madre le estoy enviando un mensaje con Filomena para explicarle mi decisión-. 
Eugenia insistió: -Celestina de nuevo te preguntó ¿Has pensado bien el paso que vas a dar? apenas conoces a Polonio, yo me siento responsable de tu persona porque fui yo quien te trajo a la capital-.
-Si señorita Eugenia lo he pensado bien, Polonio ha sido sincero conmigo y me ha prometido que nos vamos a casar. Por estos días quisiera quedarme con usted para ayudarla con la mudanza-. contestó Celestina con una seguridad que no dejaba espacio para una réplica. 
-Bueno... ya que estas segura del paso que vas a dar, solo me queda desearte lo mejor en tu nueva vida y si acaso se presenta un problema busca a mi madrina, ella sabe cómo actuar para ayudarte-.
Celestina agradecio las palabras de Eugenia y se retiró del estudio. La sorpresa había sido demasiado. Mañana pasaría por la pastelería para despedirse de Felicia, los muchachos y además hablar con Polonio sobre su repentino compromiso.
A las diez de la mañana del día siguiente Eugenia salía de su hogar para dirigirse a la pastelería, caminó por las calles que tantas veces había pasado, era su forma de despedirse de la ciudad donde había vivido momentos felices. Al llegar a la pastelería entró al local y sintió los deliciosos aromas de los panes dulces y pasteles recién horneados, eran un deleite, una una delicia para el paladar. 
Felicia cuando vio a Eugenia se alegró: -¡Querida prima! ¡qué alegría tu visita!- exclamó -jamás hubiera pensado verte al otro lado del mostrador- 
-Así es la vida Felicia, yo tampoco lo imaginé. He venido a despedirme de todos y ha conversar con Teodoro-. contestó Eugenia.
Éste vino de la trastienda para conversar: -Eugenia que alegría su visita, siempre usted es bien recibida-
-Estimado amigo, pase para despedirme pero debo confesar que extraño al personal y al trajín del trabajo, lo que me alivia es saber que la pastelería está en buenas manos y que seguirá funcionado muy bien- señaló Eugenia para decirle que sentía mucha confianza en sus habilidades. 
Luego de conversar con Teodoro como buenos amigos y antes de retirarse pidió hablar con Polonio, éste se sorprendió al ver a Eugenia, pero más o menos presentía el motivo de su visita. 
Eugenia fue directa para hablar sobre Celestina y el cuidado que debía tener: -Ella es una buena chica y no tiene experiencia de vida, siempre ha vivido bajo mi protección, te pido que veles por ella y la cuides-.
Polonio le prometió que así lo haría y le dijo además que sus intensiones eran serías, Celestina viviría en casa de su madre, hasta el matrimonio. 
Eugenia se sintió más tranquila y se despidió de Polonio con las advertencias del caso y luego pasó a  despedirse de Teodoro y de Felicia. Salió de la tienda, se paró un momento en la vereda del frente, desde allí contemplaba la pastelería con su letrero blanco en la parte superior de la puerta. Los recuerdos venían a su mente, como la primera vez que visitó el local, todo aquello era un poco triste pero sabía que debía seguir adelante. Su pastelería estaba en buenas manos, sintió los latidos de su corazón acelerarse, dio media vuelta y caminó por la calle del Colegio Real por ultima vez con dirección a su hogar. 
Por aquellos días antes de la partida de Eugenia, el ambiente político y social era más o menos el mismo. El presidente Cáceres se mantenía en el poder, a pesar de algunos rumores de insurrección. La forma de hacer política había cambiado, se considero indispensable la existencia de partidos políticos que podían manifestar opiniones con un mayor respaldo popular. El partido del presidente para ese entonces ya existía. La economía de nuestro país todavía era inestable y pasaría algún tiempo para que se sienta la mejoría.
En medio de ese ambiente político y social Eugenia preparaba su partida. Se había despedido de la Tía Rosalía que como siempre le daba mil recomendaciones, se despidio también de sus primas y sus esposos que le deseaban lo mejor en su regreso al fundo, le pedían que venga alguna vez a la capital de visita.
Felicia le prometió escribirle seguido para contarle como iba la pastelería, además le agradecía toda la confianza que depósito en ella para el manejo de la tienda. 
Al despedirse de Marcela su entrañable amiga, le agradeció toda su ayuda y le dijo que le escribiría para saber de ella. 
Teodoro y Jean Luca también se despidieron y le deseaban lo mejor. 
Las despedidas para Eugenia no eran fáciles porque había encontrado un bonito grupo de personas a las que siempre iba a recordar con cariño. 
Todo estaba listo y embalado para su partida, muy temprano en la mañana Eugenia se despedía de la casa donde había vivido y entregó las llaves al mozo que los dueños habían enviado. La acompañaban Filomena, Celestina y Polonio que irían con ella al puerto para ayudarla con el equipaje. Jean Luca también se ofreció acompañarla para despedirse. Todos juntos partieron para llegar  temprano, antes que zarpe el barco donde viajaba Eugenia a su nuevo destino.
El viaje al puerto del Callao fue largo pero llegaron a tiempo para subir al barco. Eugenia sentía la tristeza de la despedida, en su mente tenía los agradables recuerdos de la ciudad, su familia y amigos pero también abrigaba los bonitos recuerdos de su amado fundo que la esperaba para iniciar una nueva vida junto a Azucena que era toda su esperanza e ilusión. 
En el momento de la despedida Jean Luca le prometió que la iría a visitar, Eugenia le agradecio la gentileza. En el momento de abordar junto a su hija y a Filomena dijo adiós a Celestina y Polonio que se quedaban en el puerto. No podía evitar la emoción de la despedida y disimulo algunas lagrimas, ni ella misma sabia cuando volvería a ver a su familia y amigos. 

CONTINUARÁ