Eugenia no podía conciliar el sueño, la noche le parecía muy larga y las emociones encontradas atormentaban su mente y su corazón. Tan solo pensar que pudo perder a su hija para siempre la llenaba de angustia y dolor.
Abrazó Azucena y dio gracias al cielo por tenerla de nuevo junto a ella.
Se levantó muy temprano al día siguiente, tenía varias cosas que hacer. La decisión que había tomado debía llevarla ha cabo, no tenía dudas y para ella, era lo mejor.
Firmar algunos documentos para poner en orden los papeles de su negocio y después hablar con los empleados para explicarles la nueva situación
Desde lo sucedido a Eduardo tenía la idea de regresar al fundo, necesitaba la tranquilidad y la libertad que le ofrecía el campo. Ahora era el momento de actuar, no debía dudar. Eugenia había llegado a la capital a insistencias de Eduardo, él ya no estaba, entonces era tiempo de partir. Deseaba tener cerca a su hija y el fundo le ofrecía la paz necesaria.
La pastelería había sido una gran experiencia y alegría, sentía que había logrado sus objetivos. Ahora debía dejarla, lo mejor era traspasarla alguna persona que tuviera interés en hacerse cargo del negocio y que realmente quisiera tener la pastelería. De no encontrar a esa persona, tendría que cerrarla, esa acción sería dolorosa porque ella puso todo su trabajo y empeño, además el trabajo de los empleados dependían del negocio. Hasta el último trataría de encontrar a la persona adecuada para hacerse cargo.
Felicia, Jean Luca y los muchachos de la pastelería se presentaron temprano en casa de Eugenia para seguir con la búsqueda de la niña, ellos ignoraban que Azucena estaba en casa. Cuando Eugenia les dio la noticia que su hija había sido encontrada, todos se sintieron felices y aliviados, la niña estaba junto a su madre y esa era la mejor noticia.
Eugenia en la sala conversaba con ellos y les contaba como fue el encuentro, luego comentó: -Hoy no se abrirá la pastelería, es necesario limpiar y dejar todo en orden para empezar de nuevo al día siguiente. Felicia tú y los muchachos se van a encargar de todo, yo iré en la tarde, esta mañana quiero estar junto Azucena, la experiencia vivida ha sido demasiado fuerte y dolorosa para mí.
-No te preocupes Eugenia, con Polonio y los muchachos vamos a dejar todo limpio y en orden para empezar el trabajo de nuevo- contestó Felicia con entusiasmo. Su alegría era real porque Azucena había aparecido.
Cuando se retiraron Felicia y los muchachos para hacer su trabajo, Jean Luca se quedó acompañando a Eugenia. Ella le contó que nunca más le gustaría volver a vivir una experiencia tan dolorosa. Jean Luca la escuchaba y se sentía feliz por Eugenia que había encontrado a su hija. Él sentía por la niña un verdadero afecto.
La tía Rosalía llegó a las 9 a.m después de saludar a Eugenia y a Jean Luca, ella repetía una y otra vez que era un milagro que Azucena esté de nuevo en su hogar: -querida Eugenia, debemos agradecer a Dios por este milagro- comentó.
Jean Luca se despidió de Eugenia y de la tía Rosalía, ellas tenían mucho de que hablar y era mejor dejarlas a solas.
Hasta ese momento Eugenia no había comentado con nadie sobre su decisión de regresar al fundo, era algo que debía planificar con calma y cada paso tenía que ser bien pensado. Después de la visita de la tía Rosalía se ocupó de sacar un aviso en los diarios "Se traspasa negocio bien montado y con clientela".
Su amiga Marcela al enterarse del aviso, lamentó su decisión y dijo: -estás segura Eugenia de lo que vas hacer, la pastelería fue un buen trabajo y una ilusión para ti-.
-Marcela, debo hacerlo, es importante para mi y para mí hija, ella está primero que todo lo demás- contestó Eugenia.
Marcela le dio la razón a su amiga, sabía que nada la iba ha hacer cambiar de opinión. Mas tarde cuando su amiga se había despedido, Eugenia se reunió con Felicia y los muchachos para comunicarles la noticia.
-No puede ser- dijo Felicia -la pastelería lo era todo para ti-.
-Si, es verdad pero es mi decisión y lo hago por mi hija, no puedo volver a vivir una situación igual, todo aquello fue demasiado para mí. Lo que ahora puedo prometer es tratar de que todos ustedes conserven su trabajo con un nuevo dueño- agregó Eugenia.
Jean Luca se enteró por su amigo Vittorino esposo de Elina, que Eugenia se iba de la ciudad, no demoró en ir a visitarla para convencerla de que cambie de idea.
Junto a Eugenia y con la voz serena preguntó: -¿Eugenia es necesario qué se vaya de la ciudad? no existe otra manera de arreglar las cosas o tal vez alguna forma de convencerla de lo contrario. Sé que lo ocurrido con Azucena ha precipitado su decisión-.
Eugenia contestó casi al instante: -Jean Luca es importante para mí regresar, mi estadía en la capital ha terminado, debo ocuparme de los asuntos del fundo que son tareas más grandes y delicadas. Deseo estar al lado de mi hija en todo momento, es lo único en que pienso, la tranquilidad del campo es lo que necesito.
Jean Luca no insistió, vio que Eugenia estaba decidida y cambio la conversación a temas menos importantes, después de una hora se retiró.
A los pocos días de haber sacado el anuncio en los diarios sobre el traspaso de la pastelería, se presentó un interesado, era nada menos que Teodoro amigo de Jean Luca y de Vittorino, todos quedaron sorprendidos, comenzando por sus propios amigos.
Teodoro explicó a Eugenia que tenia interés y que conocía de panadería y pastelería, él quería saber cuáles eran las condiciones económicas del traspaso. Eugenia conversó con Teodoro y respondió todas sus preguntas e inquietudes con respecto a la pastelería. Luego ella pidió que conserve al personal que trabajaba en el local.
-Teodoro, los empleados están entrenados y conocen bien como su trabaja, no tendrías ningún problema con ellos.
Las conversaciones llegaron a un buen acuerdo de ambas partes. Eugenia y Teodoro querían que la pastelería continúe atendiendo y ofreciendo al público sus deliciosos pasteles. Unos días después se dieron cita en la oficina del abogado para preparar los documentos necesarios del traspaso. Ambos interesados estamparon sus firmas y así quedó sellado el acuerdo.
A la salida de la oficina del abogado, Eugenia comentó: -Teodoro estoy segura que usted llevará la pastelería a otros niveles, es más sus conocimientos de panadería así lo permiten-.
-Gracias por sus palabras, voy hacer un esfuerzo por superarla- dijo Teodoro con galantería y agregó
-Siento mucho que se vaya Eugenia pero respeto su decisión y le prometo que voy a conservar el personal que trabaja en el local-.
-Teodoro, yo le aseguro que no va a tener problemas, es gente que conoce su trabajo y sabe hacerlo bien- contestó Eugenia con una sonrisa de satisfacción porque había cumplido su promesa.
Ahora que había entregado la pastelería a su nuevo dueño, quedaba libre para iniciar los preparativos de la mudanza.
Guardar todas sus pertenencias en los baúles y entregar la casa, le tomaría algunos días. La ropa de Eduardo que hasta el momento no había tocado, la donó al hospital de Caridad, ahí siempre necesitaban donaciones.
Cuando recordaba con que ilusión comenzó su negocio en la pastelería sentía tristeza, había sido como un segundo hijo pero se dio ánimos para continuar adelante, su hija estaba primero.
Su madrina llegó a visitarla a la casa, conversó con Eugenia ya que antes no había tenido la oportunidad.
-Mi querida Eugenia te vas en unos días, siento mucha tristeza, porque no voy a ver crecer Azucena, pero comprendo tus motivos y sé que son poderosos. Necesitas paz para criar a tu hija y el campo te ofrece todo eso. Lo único que puedo desearte es la felicidad completa y comprender tus razones-.
-Madrina, yo también siento tristeza de dejar a la familia y a los amigos que hice en la ciudad pero es necesario. Para mí no ha sido fácil decirle adiós a todos y dejar la pastelería que era como un segundo hijo. Me consuela saber que está en buenas manos-. contestó Eugenia resignada a la nueva situación.
Antes de despedirse su madrina le aconsejó: -Eugenia no te escondas de la vida, Eduardo ya no está entre nosotros, sé que es duro decirlo pero tienes un camino por delante y debes vivir- Abrazó a Eugenia y se despidió de ella, muy a su pesar tenía que aceptar que no la vería en mucho tiempo.
Acomodarse a la nueva situación no era fácil y guardar los objetos y pertenencias en los baúles tomaba su tiempo, Eugenia y Filomena juntaban las pertenencias mientras Celestina cuidaba a Azucena.
Muy tarde en la noche en su estudio Eugenia revisaba las cuentas, los números le indicaban que los gastos estaban controlados. En ese instante entró Celestina: -señorita Eugenia ya se durmió Azucena, ¿Puedo hablar con usted?-
-Adelante Celestina, ¿Qué deseas hablar conmigo?- contestó Eugenia intrigada.
-Señorita, deseo quedarme en Lima, Polonio y yo nos hemos comprometido- comentó.
La noticia fue una sorpresa, Eugenia nunca se había dado cuenta de que existía un romance entre Celestina y Polonio. Entonces dijo: -Has pensado bien la decisión que has tomado, ¿Dónde vas a vivir? tú no tienes familia en la ciudad ¿Qué va a decir tu madre?
Celestina Contestó rápidamente: -Por el momento voy a vivir con la familia de mi novio, hasta que nos casemos, a mi madre le estoy enviando un mensaje con Filomena para explicarle mi decisión-.
Eugenia insistió: -Celestina de nuevo te preguntó ¿Has pensado bien el paso que vas a dar? apenas conoces a Polonio, yo me siento responsable de tu persona porque fui yo quien te trajo a la capital-.
-Si señorita Eugenia lo he pensado bien, Polonio ha sido sincero conmigo y me ha prometido que nos vamos a casar. Por estos días quisiera quedarme con usted para ayudarla con la mudanza-. contestó Celestina con una seguridad que no dejaba espacio para una réplica.
-Bueno... ya que estas segura del paso que vas a dar, solo me queda desearte lo mejor en tu nueva vida y si acaso se presenta un problema busca a mi madrina, ella sabe cómo actuar para ayudarte-.
Celestina agradecio las palabras de Eugenia y se retiró del estudio. La sorpresa había sido demasiado. Mañana pasaría por la pastelería para despedirse de Felicia, los muchachos y además hablar con Polonio sobre su repentino compromiso.
A las diez de la mañana del día siguiente Eugenia salía de su hogar para dirigirse a la pastelería, caminó por las calles que tantas veces había pasado, era su forma de despedirse de la ciudad donde había vivido momentos felices. Al llegar a la pastelería entró al local y sintió los deliciosos aromas de los panes dulces y pasteles recién horneados, eran un deleite, una una delicia para el paladar.
Felicia cuando vio a Eugenia se alegró: -¡Querida prima! ¡qué alegría tu visita!- exclamó -jamás hubiera pensado verte al otro lado del mostrador-
-Así es la vida Felicia, yo tampoco lo imaginé. He venido a despedirme de todos y ha conversar con Teodoro-. contestó Eugenia.
Éste vino de la trastienda para conversar: -Eugenia que alegría su visita, siempre usted es bien recibida-
-Estimado amigo, pase para despedirme pero debo confesar que extraño al personal y al trajín del trabajo, lo que me alivia es saber que la pastelería está en buenas manos y que seguirá funcionado muy bien- señaló Eugenia para decirle que sentía mucha confianza en sus habilidades.
Luego de conversar con Teodoro como buenos amigos y antes de retirarse pidió hablar con Polonio, éste se sorprendió al ver a Eugenia, pero más o menos presentía el motivo de su visita.
Eugenia fue directa para hablar sobre Celestina y el cuidado que debía tener: -Ella es una buena chica y no tiene experiencia de vida, siempre ha vivido bajo mi protección, te pido que veles por ella y la cuides-.
Polonio le prometió que así lo haría y le dijo además que sus intensiones eran serías, Celestina viviría en casa de su madre, hasta el matrimonio.
Eugenia se sintió más tranquila y se despidió de Polonio con las advertencias del caso y luego pasó a despedirse de Teodoro y de Felicia. Salió de la tienda, se paró un momento en la vereda del frente, desde allí contemplaba la pastelería con su letrero blanco en la parte superior de la puerta. Los recuerdos venían a su mente, como la primera vez que visitó el local, todo aquello era un poco triste pero sabía que debía seguir adelante. Su pastelería estaba en buenas manos, sintió los latidos de su corazón acelerarse, dio media vuelta y caminó por la calle del Colegio Real por ultima vez con dirección a su hogar.
Por aquellos días antes de la partida de Eugenia, el ambiente político y social era más o menos el mismo. El presidente Cáceres se mantenía en el poder, a pesar de algunos rumores de insurrección. La forma de hacer política había cambiado, se considero indispensable la existencia de partidos políticos que podían manifestar opiniones con un mayor respaldo popular. El partido del presidente para ese entonces ya existía. La economía de nuestro país todavía era inestable y pasaría algún tiempo para que se sienta la mejoría.
En medio de ese ambiente político y social Eugenia preparaba su partida. Se había despedido de la Tía Rosalía que como siempre le daba mil recomendaciones, se despidio también de sus primas y sus esposos que le deseaban lo mejor en su regreso al fundo, le pedían que venga alguna vez a la capital de visita.
Felicia le prometió escribirle seguido para contarle como iba la pastelería, además le agradecía toda la confianza que depósito en ella para el manejo de la tienda.
Al despedirse de Marcela su entrañable amiga, le agradeció toda su ayuda y le dijo que le escribiría para saber de ella.
Teodoro y Jean Luca también se despidieron y le deseaban lo mejor.
Las despedidas para Eugenia no eran fáciles porque había encontrado un bonito grupo de personas a las que siempre iba a recordar con cariño.
Todo estaba listo y embalado para su partida, muy temprano en la mañana Eugenia se despedía de la casa donde había vivido y entregó las llaves al mozo que los dueños habían enviado. La acompañaban Filomena, Celestina y Polonio que irían con ella al puerto para ayudarla con el equipaje. Jean Luca también se ofreció acompañarla para despedirse. Todos juntos partieron para llegar temprano, antes que zarpe el barco donde viajaba Eugenia a su nuevo destino.
El viaje al puerto del Callao fue largo pero llegaron a tiempo para subir al barco. Eugenia sentía la tristeza de la despedida, en su mente tenía los agradables recuerdos de la ciudad, su familia y amigos pero también abrigaba los bonitos recuerdos de su amado fundo que la esperaba para iniciar una nueva vida junto a Azucena que era toda su esperanza e ilusión.
En el momento de la despedida Jean Luca le prometió que la iría a visitar, Eugenia le agradecio la gentileza. En el momento de abordar junto a su hija y a Filomena dijo adiós a Celestina y Polonio que se quedaban en el puerto. No podía evitar la emoción de la despedida y disimulo algunas lagrimas, ni ella misma sabia cuando volvería a ver a su familia y amigos.
CONTINUARÁ
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