La mañana de ese domingo había sido diferente, la familia presidencial no había salido junta para ir almorzar a la casa familiar como era la costumbre. La espera de la prensa en las afueras de la casa de gobierno se hacía, larga y a cada instante crecía la incertidumbre, se preguntaban ¿donde está el presidente? ¿que está sucediendo? ¿ por qué no ha salido con su esposa e hijas?.
En la calle había inquietud y esperaban respuestas, ¡qué alguien salga para hablar con la prensa!
Felipe Durero uno de los periodistas observaba la situación, camino hacia una esquina, sabía que la casa tenía dos puertas laterales que daban a diferentes calles y por alguna de ellas podía haber salido Ignacio Buendia y Romero, el presidente. Pero ¿por qué haría algo así? no tenía sentido. Él siempre había proclamado "los domingos eran días familiares y de descanso".
En el interior de la casa de gobierno se vivía otra realidad. Eran las doce del medio día cuando sonó el teléfono, era María Inés que quería hablar con el presidente. El secretario contestó el teléfono y de inmediato pasó la llamada, al ver que éste no contestaba se dirigió a la oficina y la encontró vacía, para no dejar esperando a la señora del presidente en el teléfono volvió contestar y le dijo.
Felipe Durero uno de los periodistas observaba la situación, camino hacia una esquina, sabía que la casa tenía dos puertas laterales que daban a diferentes calles y por alguna de ellas podía haber salido Ignacio Buendia y Romero, el presidente. Pero ¿por qué haría algo así? no tenía sentido. Él siempre había proclamado "los domingos eran días familiares y de descanso".
En el interior de la casa de gobierno se vivía otra realidad. Eran las doce del medio día cuando sonó el teléfono, era María Inés que quería hablar con el presidente. El secretario contestó el teléfono y de inmediato pasó la llamada, al ver que éste no contestaba se dirigió a la oficina y la encontró vacía, para no dejar esperando a la señora del presidente en el teléfono volvió contestar y le dijo.
-Señora el presidente le va devolver la llamada, no sé preocupe.
María Inés contestó - Dígale por favor que lo estamos esperando para almorzar- y colgó.
El secretario Agustín se quedó sorprendido porque el sabía que el presidente estaba en su oficina y no lo había visto salir. Se preocupó aun más y comenzó a buscarlo. Sobre el escritorio había visto su teléfono celular no había forma de comunicarse con él.
La casa de gobierno era una propiedad de dos pisos de mil metros cuadrados, rodeada de jardines, era grande y tenía una hermosa fachada. Delante de esta habían unas rejas que servían de protección a la casa.
En el primer piso tenía los diferentes salones hermosamente amoblados y decorados para recibir a Presidentes de otros países y personajes importantes. El elegante comedor de recepciones, la cocina era amplia y funcional donde se preparaban los banquetes, la oficina presidencial, el salón de las juntas de gobierno y otras estancias más. Aparte habian los ambientes para el personal de servicio.
El segundo piso era privado, era el lugar donde vivía la familia presidencial. Tenía los diversos salones que eran cómodos y amoblados con todo lo que necesitaba una familia.
El secretario al ver que no estaba el presidente en su oficina subió al segundo piso a buscarlo y comunicarle que su esposa lo había llamado. Tocó la puerta del salón principal y nadie contestaba, empujó la puerta, entró, no había nadie. Fue a los dormitorios y nada el presidente no estaba. Se sorprendió porque él como su secretario tenía que estar informado sobre su paradero.
Buscó en todos las estancias del segundo piso y nada, no pudo encontrarlo. Bajó para ir a su oficina y llamó al jefe de seguridad, cuando
éste se presentó, el secretario preguntó si habían visto salir al presidente y él contestó que nadie del personal había reportado ver salir al presidente por alguna de la puertas laterales de la casa.
Ahora ya no era desconcierto, ahora era preocupación la que sentía el secretario, nadie puede desaparecer de esa forma, era imposible.
Es cierto que la casa era grande y el presidente podía estar en cualquier lugar por eso mandó a buscarlo con el personal de seguridad.
Los efectivos buscaron en toda la casa, en cada salón, en cada ambiente, en todos los rincones del jardín, subieron al techo, bajaron al sótano donde se guardaban cosas y muebles en desuso y nada el presidente no se hallaba en ningún lugar de la casa.
El secretario de inmediato dio la orden que esta situación se mantenga en secreto, nadie por el momento debía saber que estaba sucediendo en la casa de gobierno, mandó al personal de seguridad a sus lugares y que mantengan el silencio.
Él se dirigió a su oficina eran la una de la tarde cuando volvió a sonar el teléfono, de nuevo era su esposa María Inés que quería hablar con el presidente. El secretario esta vez le dijo que él se encontraba ocupado y que iba a demorar que en la casa la familia podía adelantarse y almorzar.
Él se dirigió a su oficina eran la una de la tarde cuando volvió a sonar el teléfono, de nuevo era su esposa María Inés que quería hablar con el presidente. El secretario esta vez le dijo que él se encontraba ocupado y que iba a demorar que en la casa la familia podía adelantarse y almorzar.
María Inés no insistió pensó que algo urgente había salido en último instante que demoraba a su esposo -dígale que vamos almorzar pero de todas maneras lo estamos esperando- contestó y colgó.
El secretario estaba en suspenso, dio unos pasos por su oficina, había dicho esto para ganar tiempo, no sabía que hacer. El presidente no había salido con su esposa pero tampoco estaba en la casa y nadie lo había visto salir.
La prensa seguía esperando en la calle, quería respuestas y se inquietaban por el silencio en el interior de la casa.
Agustín el secretario por fin decidió llamar al vicepresidente para comunicarle lo sucedido, llamó también al primer ministro los dos le contestaron lo mismo que en el acto salían para la casa de gobierno.
La situación que se estaba viviendo era increíble, no podía estar sucediendo, Agustín esperaba nervioso la llegada del vicepresidente y del primer ministro para saber que hacer.
Cuando llegó primero el vicepresidente toda a prensa lo rodeo, los periodistas hacían preguntas pero él no habló y entró a la casa, diez minutos mas tarde llegó el primer ministro y lo mismo sucedió la prensa preguntaba pero el ministro no habló y entró en la casa.
Los periodistas comentaban algo tiene que estar sucediendo por qué habían llegado un domingo en la tarde el vicepresidente y el primer ministro ¿qué pasaba en el interior?
En la oficina de la presidencia estaban reunidos cuando el secretario les comunicó que el presidente había desaparecido y no sabía cuál era su paradero. Agustín les contó con detalle lo sucedido esa mañana. El desconcierto de los dos hombres fue general, los dejó sin palabras ¿que estaba diciendo Agustín el secretario? qué el presidente había desaparecido de una forma misteriosa ¡era imposible!...eso no podía ser, ¡Ignacio Buendía y Romero era el presidente!
CONTINUARÁ.