domingo, 26 de noviembre de 2017

EL VIAJE DE REGRESO

El tiempo había transcurrido la navidad estaba cerca. En casa de la familia Tan Choi todo era silencio, ellos no tenían motivos para celebrar.
Guo había asumido la dirección del negocio familiar desde antes que su padre, el patriarca Huan Yue falleciera. Los últimos días de vida de  su padre fueron difíciles.
Eran las cinco de la mañana todo estaba en silencio y en  el comedor se encontraba Guo planificando cómo tenía que realizar la campaña de navidad en la tienda. Varios meses antes mando hacer pedidos de mercancías nuevas a sus proveedores comerciales para surtir la tienda con novedades, esperaba la llegada del barco con un gran cargamento desde Panamá. 
Sus pedidos provenían de Europa y de Taiwan, perfumes, colonias, finos jabones perfumados, delicadas blusas bordadas a mano para las damas y novedades para los caballeros. Adornos de fina porcelana, juguetes para los niños y cientos de objetos útiles para el hogar. 
Todos sus pedidos eran fantasía fina y delicada según sea el caso. Guo sabía que mantener la tienda con novedades siempre atraía al publico para comprar, además de surtir la tienda, tenía que supervisar la decoración navideña en las vitrinas para hacerlas más atractivas. Todo esto era un gran  trabajo pero no se quejaba él seguía adelante.  
Ese mismo día, Guo tenía que resolver un problema administrativo sobre el negocio  y para ello tenía que buscar entre los documentos que guardaba su padre en una caja fuerte de la habitación. Esta se encontraba con la puerta cerrada, nadie entraba en la habitación.  
Era mejor terminar su desayuno para buscar los documentos que necesitaba, apuro el último sorbo de café que quedaba en la taza y se dispuso a entrar a la habitación, caminó hasta el corredor y se paró frente a la puerta, él hacia mucho tiempo que no entraba, era un lugar donde no deseaba estar. Respiró hondo y abrió la puerta. Sabía que era inevitable, los recuerdos se juntaron en su mente, veía la figura de su padre sentado en un sillón frente a la ventana, se sentía  lleno de culpa y en su rostro había una expresión de dolor. El abuelo podía pasar horas en ese lugar sin moverse.
Guo y su padre habían hecho lo imposible para averiguar el paradero de los niños  Tian y Zhao.  Fueron muchas veces a las oficinas de la naviera, en la administración no sabían nada, su barco había sido confiscado por el nuevo gobierno y no tenían noticias del paradero de los niños. 
Visitaron varias veces la embajada de China y era la misma situación, no podían darles ninguna información, la orden era el silencio.        
A su familia en China le enviaban muchas cartas y siempre igual, no recibían respuesta. 
Después de dos años de búsqueda infructuosa, el abuelo enfermo gravemente, la piel de su cuerpo se había tornado de color amarillo intenso y pedía a cada instante hablar con su nuera Liang, madre de los niños, pero ella nunca se acercó a su lecho, no deseaba verlo ni hablar con él, era demasiado el dolor que sentía. 
Guo se movió en la habitación de sus padres ya no quería recordar pero de pronto escuchó la voz de su madre que le pedía perdón por lo ocurrido a sus nietos. Ella también había muerto, fue un años después que su esposo el patriarca se había ido. La madre Xia He se lamentaba profundamente y le decía  -Hijo, tu padre y yo no sabíamos que iban a ocurrir estos  acontecimientos en China, todo fue una lamentable coincidencia, una terrible tragedia. 
Los recuerdos de Guo eran dolorosos y mortales, por eso no le gustaba entrar a esa habitación, no podía perdonar a sus padres por lo ocurrido, pero sobretodo no podía perdonarse el mismo de no haber detenido a su padre, en su trágica decisión. 
Guo seguía buscando a sus hijos no perdía la esperanza de encontrarlos. Al otro lado del océano el país seguía cerrado y era difícil tener noticias, habían pasado algunos inviernos desde la partida de sus amados hijos.        
Buscó la caja fuerte de su padre, era mejor detener los recuerdos que llenaban su mente de dolor y culpa, encontró el documento que necesitaba y salio de la habitación, cerró la puerta con llave. Siempre estaba así y solo una vez por semana entraba la señora de la limpieza para arreglar y asear, nada se había movido en mucho tiempo cada mueble ocupaba el mismo lugar.
La situación de la familia Tan Choi era comentada en voz baja por la comunidad china de la ciudad, todos murmuraban su trágica situación pero nadie decía nada. En su momento todos asistieron al entierro del patriarca Huan Yue para dar el pésame, después de todo, él había sido un miembro sobresaliente de su comunidad y lo mismo fue en el caso de la abuela Xia He, todos  lamentaban su muerte.   
Liang ya se había levantado cuando encontró a su esposo saliendo de la habitación de sus padres, ella debía  preparar el desayuno de su pequeña hija Bao que ya tenía cinco años y pedía su desayuno, la niña tenía hambre.                
 Bao al ver a su padre Guo, corrió a sus brazos, él amaba profundamente a su hija, era su estrella y lo único que le quedaba. Con su esposa Liang hablaba lo indispensable, ella solo se dirigía a él para 
tratar temas puntuales con respecto a su hija, a la casa o las compras que eran necesarias, después de esto no habían más palabras entre ellos, era como si el amor se hubiera congelado para los dos. 
Liang no podía perdonar a su esposo por no actuar y defender a sus hijos,  Guo no podía culparla de tener estos sentimientos hacia él.
Liang había defendido a sus hijos hasta el final pero no pudo vencer el muro y la decisión del abuelo.
Abrazado a su hija le preguntaba como había dormido y ella le contestaba que bien. 
Bao compartía la habitación de su madre y su padre dormía en otra habitación, de esta manera transcurría la vida dentro de la casa de la familia Tan Choi.
Mientras esperaba el desayuno para su hija, Guo comentó a Liang los planes que tenía para la tienda y algunos trámites que iba a realizar. 
La idea que tenía desde hace un buen tiempo era poner a nombre de Bao todas las propiedades y la tienda en caso de que a ellos les ocurra algo, Liang estuvo unos segundos y luego contestó:
-Haz lo que tengas que hacer pero consulta primero con un abogado, recuerda que ella no puede firmar ningún documento en caso se necesite hacer algún trámite, ella es menor de edad.
Guo le comentó que iría a su abogado para buscar su consejo legal.
Bao asistía al ultimo año de jardín en una  escuela cerca a su casa. Al año siguiente comenzaría la enseñanza primaria en un colegio regular de la ciudad pero Liang como parte de su educación, desde unos meses antes con mucha paciencia y dedicación le estaba enseñando a su hija a escribir y leer en chino. La pequeña hablaba con su padres el idioma de sus ancestros, por eso la escritura y lectura no eran extrañas para ella.
Liang en su provincia natal, de China había sido profesora rural en una escuela en el campo, ella sabía como enseñar a los niños la escritura y lectura. La pequeña Bao aprendía de su madre las historias, lecciones y escritura, era una niña despierta e inteligente que aprendía rápido los signos de la escritura china... 
CONTINUARÁ   
    

domingo, 19 de noviembre de 2017

EL VIAJE DE REGRESO

Liang se dio cuenta que por la actitud agresiva del patriarca, no debía insistir. Se retiró del comedor para ir a su habitación. Las lágrimas caían por su rostro, ella no quería darse por vencida, se trataba de sus hijos y por ellos haría todo. 
Mas temprano esa mañana los pequeños Tian Y Zhao se habían ido al colegio.
Liang espero una hora pacientemente hasta que Guo y el patriarca Huan Yue, partieron para abrir la tienda.   
En la casa quedaron solo las dos mujeres la abuela Xia He y Liang entonces ésta salio de su habitación para buscar a Xia He, abuela de sus hijos. la encontró en la cocina preparándose un té, Liang fue directa y sin rodeos le dijo:
-Madre, usted siempre ha sido buena y comprensiva conmigo y sé que quiere profundamente a mis hijos, sus nietos Tian Y Zhao, porque ahora me da la espalda y no me apoya para impedir que el patriarca mande a los niños de regreso a China...le suplicó, ayúdeme por favor.
La abuela Xia He no se alteró y con voz pausada contestó:
-Mi esposo el patriarca, sabe siempre lo que es mejor para la familia y en este caso lo apoyo completamente. Los niños no se irán para siempre, ellos van a regresar. El tiempo pasa rápidamente. Tú tienes que aceptar las palabras de mi esposo. No quiero hablar más del tema.
La abuela Xian He fue cortante y fría, no estaba dispuesta a contradecir a su esposo. 
Liang sentía que su mundo se desmoronaba, sus palabras no eran escuchadas, su opinión no importaba y para su horror, Tian y Zhao partirían pronto a China.
Volvió a insistir pero Xian He le dio la espalda y salio de la cocina. Las lágrimas de Liang no se detenían, se desespero¿como haría para impedir ese viaje?
Los días pasaban en el calendario y Liang insistía  con su esposo para que hable con su padre Huan Yue y detenga el viaje de los niños, pero ella ignoraba que a sus espalda todo estaba arreglado, los niños partirían, los pasajes en barco estaban comprados...no había nada que hacer.
La fecha del viaje llegó, la noche anterior los niños fueron separados de su madre por el patriarca Huan Yue y llevados a otra lugar para hablar con ellos y prepararlos para su travesía en barco. 
Liang, madre de los niños no podía comprender esta decisión, ella rogó, lloró  y suplicó pero no fue escuchada. Sus hijos la mañana del viaje partieron al puerto con su abuelo Huan Yue y su padre Guo. Todo estaba listo, la madre quedó   
encerrada en su habitación hasta que se calme.
Tian y Zhao los niños fueron embarcados y encomendados a las autoridades del barco. el abuelo pagó una fuerte suma de dinero para que sus nietos fueran bien cuidados en la larga travesía.
El barco llegaría al puerto de Dalian en las costas de China, ahí los estaría esperando Jian, hermano del patriarca y tío abuelo de los niños para llevarlos a su provincia que se encontraba en el norte de China.  Todo fue cuidadosamente arreglado y ejecutado. 
En la casa, la madre Liang, estaba en shock, pensaba que a sus hijos no los volvería a ver en mucho tiempo.
Ella quería morir, pero solo su hija la pequeña Bao de seis meses de nacida que dormía tranquila en su cuna  la mantenía en pie. 
Su hija  era lo único que le quedaba para sostenerse con vida. 
Cuando regresaron del puerto el abuelo Huan Yue y su hijo Guo, no se acercaron a la habitación donde estaba Liang, era mejor dejarla sola hasta que comprenda que esa había sido la mejor decisión, los niños crecerían dentro de las costumbres y enseñanzas chinas. 
Liang entró en un estado de mutismo, no hablaba, era una forma de aplacar el dolor que sentía por el viaje de sus hijos, ahora solo se dedicaba a cuidar a su hija y no salia de la habitación.
Guo intentaba  hablar con su esposa para hacerla entrar en razón pero ella no respondía, era en vano tratar de decirle algo, sus palabras se perdían dentro de la habitación, además Liang no quería estar cerca de su esposo. Guo, dormía en otra habitación.
Al otro lado del océano después de varias semanas, el viaje había terminado, el barco llegó al puerto de Dalian, pero en esos días China vivía profundos tiempos de cambio, la revolución de Mao Tse-Tung había avanzado del campo a la ciudad y tomado todos los poderes del estado. Un nuevo régimen gobernaba y desde ese momento China, se cerró para el mundo. 
Los niños Tian y Zhao quedaron perdidos dentro de la inmensidad de ese país, no se sabía nada de ellos.
En Lima la familia se desespero al no tener noticias de los pequeños ni del tío abuelo Jian que los recibiría en el puerto. Sabían que el barco llegó a su destino pero no sabían nada más.
Cuando Liang se enteró de lo ocurrido nadie pudo detenerla, ella le increpó al patriarca en voz alta su desesperación, su dolor y le preguntaba ¿donde están  mis hijos?  Guo su esposo la sostuvo en sus brazos     
para que no cayera al piso, Liang no se detuvo y le dijo al patriarca todo lo que pensaba desde que sus hijos habían partido.
-Tu vanidad y tu orgullo solo han traído desgracia a esta familia y mis hijos han sido víctimas inocentes de tu soberbia- 
Sus palabras fueron aún más duras: -nunca voy a perdonar lo ocurrido con mis hijos, desde hoy para mí no existes y tendrás mi odio eterno.   
La abuela Xia He  juntaba las manos, ¿qué estaba diciendo Liang?, era un horror escuchar hablarle así al patriarca. 
El abuelo no contestó, no tenia palabras que decir, su nuera decía una verdad.  
En los días siguientes, Huan Yue y su hijo regresaron a las oficinas de la naviera para saber si tenían noticias pero nada había cambiado, más tarde se dirigieron a la embajada de China pero ahí tampoco podían informarles nada de lo que sucedía en el país. El embajador fue llamado por sus superiores y no sabían cuando estaría de regreso. 
Huan Yue y su hijo Guo movieron cielo y tierra para tener noticias de los niños y del tío abuelo Jian, el tiempo pasaba y una verdad se abría paso,  Tian y Zhao se encontraban perdidos. 
La familia nunca más volvió a ser la misma, ya no habían risas, ni las voces de los niños, ya no habían fiestas que celebrar. El dolor y la tristeza se adueño de cada rincón de la casa. 
Todos los días y momentos Liang pensaba en sus hijos, el no saber donde estaban la consumía y lo mismo pasaba con el padre y los abuelos.
Huan Yue con el correr de los meses enfermó, se sentía culpable de lo ocurrido con sus nietos, ya no era el mismo, ya casi no iba a la tienda y se quedaba solo en la habitación, sentado en un sillón frente a la ventana por horas. Él sabia que no podían viajar a China, sería en vano, eran tiempos de cambio y tal vez de tragedias en su país. 
La abuela Xia He también pensaba en sus nietos en sus sonrisas y extrañaba la alegría de los niños.  
La familia en Lima no cesaba de escribir cartas y más cartas a su familia en China pero no recibían respuestas. Dos años después de lo ocurrido, el abuelo enfermó y murió pidiendo perdón por sus nietos, Liang nunca estuvo cerca a él y no asistió a su entierro. Ella no quería escucharlo ni darle su perdón. 
La abuela un año más tarde de la desaparición de su esposo también murió y lo mismo, Liang no asistió a su entierro. 
Ella no perdonaba a sus suegros el dolor que sentía por lo ocurrido con sus hijos, era demasiado,  no había día que no pensara en ellos y se preguntaba ¿donde podían estar?   
Su vida se tornó silenciosa, solo conversaba con su pequeña hija Bao que crecía escuchando a su madre hablar de sus hermanos y del fatídico viaje. Veía las fotos de ellos sobre el velador en la habitación de su madre. 
El padre de los niños Guo también sufría, él se culpaba de no haber enfrentado a su padre para impedir el viaje de sus hijos. Se arrepentía pero el tiempo no podía volverlo atrás, era una tragedia que no tenía final. 

CONTINUARÁ     
         
      
      
       



domingo, 12 de noviembre de 2017

EL VIAJE DE REGRESO

El frío invierno se comenzaba a sentir en la ciudad. Lima se preparaba para un invierno muy frío según se escuchaba en las noticias.
Los días grises y oscuros se presentaban cada vez más seguidos. 
En la casa de la familia Tan Choi también se  preparaban para el invierno, aunque ellos estaban acostumbrados a unos inviernos muy fríos, con temperaturas de hasta cero grados.
La familia Tan Choi era una familia de emigrantes que habían llegado a nuestra ciudad desde muy lejos, desde China. Ellos habían cruzado medio mundo en busca de un nuevo horizonte y nuevas oportunidades. Para ellos los inviernos de Lima eran suaves como una primavera, no se comparaban a los terribles inviernos de su provincia en el norte de China. 
La familia estaba conformada por el abuelo y patriarca Huan Yue  por la abuela y esposa del patriarca Xia He, el hijo de ambos Guo, la nuera y esposa de Guo, Liang madre de dos niños y nietos del patriarca con los nombres de Tian y Zhao y por último una niña pequeña de seis meses de nacida llamada  Bao.
La familia con mucho trabajo consiguió realizar su sueño de tener un negocio propio, este era una tienda, un gran bazar donde se vendían todo tipo de artículos para el hogar,  regalos y ropa para damas y caballeros. 
La tienda era un comercio próspero y se había convertido en un negocio muy conocido. Los habitantes de la ciudad la visitaban para comprar regalos y otros objetos.
La familia en su país habían sido agricultores, cultivaban la tierra y conocían todos los secretos milenarios de los cultivo en su provincia natal al norte de china.
En el fondo ellos extrañaban las grandes extensiones de los campos de arroz,  llevaban en su interior el amor por la tierra que habían dejado para viajar a nuestro país.
La familia Tan Choi era muy apegada a sus costumbres y tradiciones y eran los mayores los que mandaban, en este caso el patriarca Huan Yue era el que ordenaba y dirigía el destino de su familia y el negocio. Su palabra no se discutía, sus ordenes se obedecían.  
La familia de puertas hacía adentro, en el hogar, vivían y celebraban sus costumbres y sus fiestas como si estuvieran en China.  
El tiempo había transcurrido, los años habían pasado y los dos pequeños niños y nietos tenían para ese momento diez y doce años de edad respectivamente. 
Huan Yue el patriarca, observaba a sus nietos como habían crecido, los miraba  en silencio, se sentía preocupado porque desde hace algún tiempo               
los niños asistían a una escuela regular en la ciudad y eso no era de su agrado.  
Sin que nadie lo supiera, el patriarca había estado organizando ciertos planes que la familia ignoraba pero que pronto él les comunicaría.
Las celebraciones del año nuevo chino se acercaban, la familia se preparaba a celebrar, habían risas, cantos especiales y costumbres de su tierra. 
La tienda fue adornada con discreción para celebrar la fiesta de año nuevo chino, en su país el calendario en años, era diferente al nuestro. 
En la casa de la familia Tan Choi se celebró con algarabía la fiesta y dos días después de terminadas la celebración,  el patriarca pidió que esa noche se reúna la familia porque tenía algo importante que anunciarles.
Todos se quedaron sorprendidos, ¿de qué quería hablar el patriarca Huan Yue? 
La noche había llegado y el día de trabajo terminó. En el comedor de la casa la familia estaba reunida pero solo eran  los adultos, los niños ya se habían ido a dormir. En la mesa estaban Huan Yue, la abuela Xia He, el hijo Guo y su esposa Liang, estos tres observaban al patriarca y se preguntaban que les iba a comunicar,  cuál era la noticia que con tanta gravedad había convocado para esta reunión.
Todos en silencio esperaban las palabras del abuelo, este con la expresión y el tono grave en la voz dijo: 
-Estamos aquí reunidos porque quiero comunicarles que, viendo a mis nietos Tian y Zhao, ya crecidos y en edad de recibir la educación y costumbres de nuestro pueblo, he decidido mandarlos de regreso a China, a la casa de mi hermano, ahí vivirán y recibirán la educación necesaria para su formación dentro de nuestras tradiciones y cuando sean adultos regresar con nosotros. 
Los demás miembros de la familia en la mesa reunidos, quedaron en silencio los primeros segundos. La madre de los niños Liang no sabía como reaccionar, lo que había escuchado la dejó paralizada, sus hijos se irían a China ¿qué estaba diciendo el patriarca? Ella quiso intervenir pero no podía hacerlo, no estaba permitido contradecir al patriarca Huan Yue. 
La abuela Xia He, dijo unas palabras para apoyar a su esposo, él tenía razón los niños debían crecer y  hacerse adultos en China.
El hijo de ambos, Guo intervino -Padre cómo vas a enviar a mis hijo tan lejos, ellos pueden crecer con nosotros y aquí recibirán la educación que necesitan, ellos crecerán con nuestras tradiciones. 
La madre de los niños Liang comenzó a llorar, sus hijos no podían irse, no podían separarlos de su madre, sin ellos...Liang moriría.
Las palabras del patriarca eran fuertes, él había dado la orden y se tenía que obedecer. No podían contrariarle, ni protestar. 
         
-Los niños no pueden seguir estudiando en esta ciudad, ellos están recibiendo demasiada influencia de otras costumbres y la compañía de niños que no son chinos, mis nietos tienen que regresar a China y después de unos años volverán, si es posible con sus esposas, no voy hablar más de este asunto, mi decisión está tomada.  
La reunión se dio por terminada, Liang madre de los niños fue a su  habitación seguida por su esposo y a  puerta cerrada ella lloraba y  pedía a Guo que no permita que se lleven a los niños, sus hijos eran todo para ella.
-Te suplico esposo habla con tu padre, dile que no estás de acuerdo con su decisión, nuestros hijos no pueden crecer lejos de nosotros, tienes que impedirlo-  rogaba su esposa y madre de los niños.
Guo contestó -Liang.... escúchame, ellos no se iran para siempre después de unos años van a regresar, el tiempo pasa muy rápido, cuando menos lo esperes ellos estarán de regreso- dijo esto para consolar a su esposa, en el fondo no quería enfrentar a su padre.
-No. no puedo aceptar tus palabras, tu padre es injusto, son solo unos niños- contestó Liang alzando la voz con desesperación. 
Al día siguiente y contra las costumbres establecidas Liang se acercó al patriarca para hablar con él, tenía la esperanza de hacerle cambiar de opinión  
-Padre- le dijo acercándose a él que se encontraba solo en el comedor -yo vengo a suplicarle que no envié a mis hijos de regreso a China, ellos aquí pueden recibir la misma educación y costumbres de nuestro país  yo me voy a encargar que  así sea.
El patriarca miró a su nuera Liang con seriedad y contestó -como te atreves mujer a contradecir mis palabras, yo he dado una orden y tiene que cumplirse, desde este momento te ordeno que no te acerques a mí y me dirijas la palabra-  terminó de hablar el patriarca con la voz en alto. 
Liang quiso insistir pero el abuelo Huan Yue contestó -retírate de mi presencia, no quiero verte ni escucharte... 
CONTINUARÁ