domingo, 12 de noviembre de 2017

EL VIAJE DE REGRESO

El frío invierno se comenzaba a sentir en la ciudad. Lima se preparaba para un invierno muy frío según se escuchaba en las noticias.
Los días grises y oscuros se presentaban cada vez más seguidos. 
En la casa de la familia Tan Choi también se  preparaban para el invierno, aunque ellos estaban acostumbrados a unos inviernos muy fríos, con temperaturas de hasta cero grados.
La familia Tan Choi era una familia de emigrantes que habían llegado a nuestra ciudad desde muy lejos, desde China. Ellos habían cruzado medio mundo en busca de un nuevo horizonte y nuevas oportunidades. Para ellos los inviernos de Lima eran suaves como una primavera, no se comparaban a los terribles inviernos de su provincia en el norte de China. 
La familia estaba conformada por el abuelo y patriarca Huan Yue  por la abuela y esposa del patriarca Xia He, el hijo de ambos Guo, la nuera y esposa de Guo, Liang madre de dos niños y nietos del patriarca con los nombres de Tian y Zhao y por último una niña pequeña de seis meses de nacida llamada  Bao.
La familia con mucho trabajo consiguió realizar su sueño de tener un negocio propio, este era una tienda, un gran bazar donde se vendían todo tipo de artículos para el hogar,  regalos y ropa para damas y caballeros. 
La tienda era un comercio próspero y se había convertido en un negocio muy conocido. Los habitantes de la ciudad la visitaban para comprar regalos y otros objetos.
La familia en su país habían sido agricultores, cultivaban la tierra y conocían todos los secretos milenarios de los cultivo en su provincia natal al norte de china.
En el fondo ellos extrañaban las grandes extensiones de los campos de arroz,  llevaban en su interior el amor por la tierra que habían dejado para viajar a nuestro país.
La familia Tan Choi era muy apegada a sus costumbres y tradiciones y eran los mayores los que mandaban, en este caso el patriarca Huan Yue era el que ordenaba y dirigía el destino de su familia y el negocio. Su palabra no se discutía, sus ordenes se obedecían.  
La familia de puertas hacía adentro, en el hogar, vivían y celebraban sus costumbres y sus fiestas como si estuvieran en China.  
El tiempo había transcurrido, los años habían pasado y los dos pequeños niños y nietos tenían para ese momento diez y doce años de edad respectivamente. 
Huan Yue el patriarca, observaba a sus nietos como habían crecido, los miraba  en silencio, se sentía preocupado porque desde hace algún tiempo               
los niños asistían a una escuela regular en la ciudad y eso no era de su agrado.  
Sin que nadie lo supiera, el patriarca había estado organizando ciertos planes que la familia ignoraba pero que pronto él les comunicaría.
Las celebraciones del año nuevo chino se acercaban, la familia se preparaba a celebrar, habían risas, cantos especiales y costumbres de su tierra. 
La tienda fue adornada con discreción para celebrar la fiesta de año nuevo chino, en su país el calendario en años, era diferente al nuestro. 
En la casa de la familia Tan Choi se celebró con algarabía la fiesta y dos días después de terminadas la celebración,  el patriarca pidió que esa noche se reúna la familia porque tenía algo importante que anunciarles.
Todos se quedaron sorprendidos, ¿de qué quería hablar el patriarca Huan Yue? 
La noche había llegado y el día de trabajo terminó. En el comedor de la casa la familia estaba reunida pero solo eran  los adultos, los niños ya se habían ido a dormir. En la mesa estaban Huan Yue, la abuela Xia He, el hijo Guo y su esposa Liang, estos tres observaban al patriarca y se preguntaban que les iba a comunicar,  cuál era la noticia que con tanta gravedad había convocado para esta reunión.
Todos en silencio esperaban las palabras del abuelo, este con la expresión y el tono grave en la voz dijo: 
-Estamos aquí reunidos porque quiero comunicarles que, viendo a mis nietos Tian y Zhao, ya crecidos y en edad de recibir la educación y costumbres de nuestro pueblo, he decidido mandarlos de regreso a China, a la casa de mi hermano, ahí vivirán y recibirán la educación necesaria para su formación dentro de nuestras tradiciones y cuando sean adultos regresar con nosotros. 
Los demás miembros de la familia en la mesa reunidos, quedaron en silencio los primeros segundos. La madre de los niños Liang no sabía como reaccionar, lo que había escuchado la dejó paralizada, sus hijos se irían a China ¿qué estaba diciendo el patriarca? Ella quiso intervenir pero no podía hacerlo, no estaba permitido contradecir al patriarca Huan Yue. 
La abuela Xia He, dijo unas palabras para apoyar a su esposo, él tenía razón los niños debían crecer y  hacerse adultos en China.
El hijo de ambos, Guo intervino -Padre cómo vas a enviar a mis hijo tan lejos, ellos pueden crecer con nosotros y aquí recibirán la educación que necesitan, ellos crecerán con nuestras tradiciones. 
La madre de los niños Liang comenzó a llorar, sus hijos no podían irse, no podían separarlos de su madre, sin ellos...Liang moriría.
Las palabras del patriarca eran fuertes, él había dado la orden y se tenía que obedecer. No podían contrariarle, ni protestar. 
         
-Los niños no pueden seguir estudiando en esta ciudad, ellos están recibiendo demasiada influencia de otras costumbres y la compañía de niños que no son chinos, mis nietos tienen que regresar a China y después de unos años volverán, si es posible con sus esposas, no voy hablar más de este asunto, mi decisión está tomada.  
La reunión se dio por terminada, Liang madre de los niños fue a su  habitación seguida por su esposo y a  puerta cerrada ella lloraba y  pedía a Guo que no permita que se lleven a los niños, sus hijos eran todo para ella.
-Te suplico esposo habla con tu padre, dile que no estás de acuerdo con su decisión, nuestros hijos no pueden crecer lejos de nosotros, tienes que impedirlo-  rogaba su esposa y madre de los niños.
Guo contestó -Liang.... escúchame, ellos no se iran para siempre después de unos años van a regresar, el tiempo pasa muy rápido, cuando menos lo esperes ellos estarán de regreso- dijo esto para consolar a su esposa, en el fondo no quería enfrentar a su padre.
-No. no puedo aceptar tus palabras, tu padre es injusto, son solo unos niños- contestó Liang alzando la voz con desesperación. 
Al día siguiente y contra las costumbres establecidas Liang se acercó al patriarca para hablar con él, tenía la esperanza de hacerle cambiar de opinión  
-Padre- le dijo acercándose a él que se encontraba solo en el comedor -yo vengo a suplicarle que no envié a mis hijos de regreso a China, ellos aquí pueden recibir la misma educación y costumbres de nuestro país  yo me voy a encargar que  así sea.
El patriarca miró a su nuera Liang con seriedad y contestó -como te atreves mujer a contradecir mis palabras, yo he dado una orden y tiene que cumplirse, desde este momento te ordeno que no te acerques a mí y me dirijas la palabra-  terminó de hablar el patriarca con la voz en alto. 
Liang quiso insistir pero el abuelo Huan Yue contestó -retírate de mi presencia, no quiero verte ni escucharte... 
CONTINUARÁ         

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