domingo, 19 de noviembre de 2017

EL VIAJE DE REGRESO

Liang se dio cuenta que por la actitud agresiva del patriarca, no debía insistir. Se retiró del comedor para ir a su habitación. Las lágrimas caían por su rostro, ella no quería darse por vencida, se trataba de sus hijos y por ellos haría todo. 
Mas temprano esa mañana los pequeños Tian Y Zhao se habían ido al colegio.
Liang espero una hora pacientemente hasta que Guo y el patriarca Huan Yue, partieron para abrir la tienda.   
En la casa quedaron solo las dos mujeres la abuela Xia He y Liang entonces ésta salio de su habitación para buscar a Xia He, abuela de sus hijos. la encontró en la cocina preparándose un té, Liang fue directa y sin rodeos le dijo:
-Madre, usted siempre ha sido buena y comprensiva conmigo y sé que quiere profundamente a mis hijos, sus nietos Tian Y Zhao, porque ahora me da la espalda y no me apoya para impedir que el patriarca mande a los niños de regreso a China...le suplicó, ayúdeme por favor.
La abuela Xia He no se alteró y con voz pausada contestó:
-Mi esposo el patriarca, sabe siempre lo que es mejor para la familia y en este caso lo apoyo completamente. Los niños no se irán para siempre, ellos van a regresar. El tiempo pasa rápidamente. Tú tienes que aceptar las palabras de mi esposo. No quiero hablar más del tema.
La abuela Xian He fue cortante y fría, no estaba dispuesta a contradecir a su esposo. 
Liang sentía que su mundo se desmoronaba, sus palabras no eran escuchadas, su opinión no importaba y para su horror, Tian y Zhao partirían pronto a China.
Volvió a insistir pero Xian He le dio la espalda y salio de la cocina. Las lágrimas de Liang no se detenían, se desespero¿como haría para impedir ese viaje?
Los días pasaban en el calendario y Liang insistía  con su esposo para que hable con su padre Huan Yue y detenga el viaje de los niños, pero ella ignoraba que a sus espalda todo estaba arreglado, los niños partirían, los pasajes en barco estaban comprados...no había nada que hacer.
La fecha del viaje llegó, la noche anterior los niños fueron separados de su madre por el patriarca Huan Yue y llevados a otra lugar para hablar con ellos y prepararlos para su travesía en barco. 
Liang, madre de los niños no podía comprender esta decisión, ella rogó, lloró  y suplicó pero no fue escuchada. Sus hijos la mañana del viaje partieron al puerto con su abuelo Huan Yue y su padre Guo. Todo estaba listo, la madre quedó   
encerrada en su habitación hasta que se calme.
Tian y Zhao los niños fueron embarcados y encomendados a las autoridades del barco. el abuelo pagó una fuerte suma de dinero para que sus nietos fueran bien cuidados en la larga travesía.
El barco llegaría al puerto de Dalian en las costas de China, ahí los estaría esperando Jian, hermano del patriarca y tío abuelo de los niños para llevarlos a su provincia que se encontraba en el norte de China.  Todo fue cuidadosamente arreglado y ejecutado. 
En la casa, la madre Liang, estaba en shock, pensaba que a sus hijos no los volvería a ver en mucho tiempo.
Ella quería morir, pero solo su hija la pequeña Bao de seis meses de nacida que dormía tranquila en su cuna  la mantenía en pie. 
Su hija  era lo único que le quedaba para sostenerse con vida. 
Cuando regresaron del puerto el abuelo Huan Yue y su hijo Guo, no se acercaron a la habitación donde estaba Liang, era mejor dejarla sola hasta que comprenda que esa había sido la mejor decisión, los niños crecerían dentro de las costumbres y enseñanzas chinas. 
Liang entró en un estado de mutismo, no hablaba, era una forma de aplacar el dolor que sentía por el viaje de sus hijos, ahora solo se dedicaba a cuidar a su hija y no salia de la habitación.
Guo intentaba  hablar con su esposa para hacerla entrar en razón pero ella no respondía, era en vano tratar de decirle algo, sus palabras se perdían dentro de la habitación, además Liang no quería estar cerca de su esposo. Guo, dormía en otra habitación.
Al otro lado del océano después de varias semanas, el viaje había terminado, el barco llegó al puerto de Dalian, pero en esos días China vivía profundos tiempos de cambio, la revolución de Mao Tse-Tung había avanzado del campo a la ciudad y tomado todos los poderes del estado. Un nuevo régimen gobernaba y desde ese momento China, se cerró para el mundo. 
Los niños Tian y Zhao quedaron perdidos dentro de la inmensidad de ese país, no se sabía nada de ellos.
En Lima la familia se desespero al no tener noticias de los pequeños ni del tío abuelo Jian que los recibiría en el puerto. Sabían que el barco llegó a su destino pero no sabían nada más.
Cuando Liang se enteró de lo ocurrido nadie pudo detenerla, ella le increpó al patriarca en voz alta su desesperación, su dolor y le preguntaba ¿donde están  mis hijos?  Guo su esposo la sostuvo en sus brazos     
para que no cayera al piso, Liang no se detuvo y le dijo al patriarca todo lo que pensaba desde que sus hijos habían partido.
-Tu vanidad y tu orgullo solo han traído desgracia a esta familia y mis hijos han sido víctimas inocentes de tu soberbia- 
Sus palabras fueron aún más duras: -nunca voy a perdonar lo ocurrido con mis hijos, desde hoy para mí no existes y tendrás mi odio eterno.   
La abuela Xia He  juntaba las manos, ¿qué estaba diciendo Liang?, era un horror escuchar hablarle así al patriarca. 
El abuelo no contestó, no tenia palabras que decir, su nuera decía una verdad.  
En los días siguientes, Huan Yue y su hijo regresaron a las oficinas de la naviera para saber si tenían noticias pero nada había cambiado, más tarde se dirigieron a la embajada de China pero ahí tampoco podían informarles nada de lo que sucedía en el país. El embajador fue llamado por sus superiores y no sabían cuando estaría de regreso. 
Huan Yue y su hijo Guo movieron cielo y tierra para tener noticias de los niños y del tío abuelo Jian, el tiempo pasaba y una verdad se abría paso,  Tian y Zhao se encontraban perdidos. 
La familia nunca más volvió a ser la misma, ya no habían risas, ni las voces de los niños, ya no habían fiestas que celebrar. El dolor y la tristeza se adueño de cada rincón de la casa. 
Todos los días y momentos Liang pensaba en sus hijos, el no saber donde estaban la consumía y lo mismo pasaba con el padre y los abuelos.
Huan Yue con el correr de los meses enfermó, se sentía culpable de lo ocurrido con sus nietos, ya no era el mismo, ya casi no iba a la tienda y se quedaba solo en la habitación, sentado en un sillón frente a la ventana por horas. Él sabia que no podían viajar a China, sería en vano, eran tiempos de cambio y tal vez de tragedias en su país. 
La abuela Xia He también pensaba en sus nietos en sus sonrisas y extrañaba la alegría de los niños.  
La familia en Lima no cesaba de escribir cartas y más cartas a su familia en China pero no recibían respuestas. Dos años después de lo ocurrido, el abuelo enfermó y murió pidiendo perdón por sus nietos, Liang nunca estuvo cerca a él y no asistió a su entierro. Ella no quería escucharlo ni darle su perdón. 
La abuela un año más tarde de la desaparición de su esposo también murió y lo mismo, Liang no asistió a su entierro. 
Ella no perdonaba a sus suegros el dolor que sentía por lo ocurrido con sus hijos, era demasiado,  no había día que no pensara en ellos y se preguntaba ¿donde podían estar?   
Su vida se tornó silenciosa, solo conversaba con su pequeña hija Bao que crecía escuchando a su madre hablar de sus hermanos y del fatídico viaje. Veía las fotos de ellos sobre el velador en la habitación de su madre. 
El padre de los niños Guo también sufría, él se culpaba de no haber enfrentado a su padre para impedir el viaje de sus hijos. Se arrepentía pero el tiempo no podía volverlo atrás, era una tragedia que no tenía final. 

CONTINUARÁ     
         
      
      
       



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