domingo, 12 de agosto de 2018

DOS PUEBLOS...DOS VILLAS

Domingo en la mañana, el sol entraba por la ventana de la habitación, Rafaela terminaba de preparar su equipaje, al día siguiente saldría de viaje muy temprano. Era un viaje de regreso al hogar, al pueblo que la había visto crecer. 
Ella quería retomar un nuevo rumbo en su vida y unos meses o tal vez un año sabático le serviría para pensar y tomar un nuevo camino.
Contra todo pronostico, Rafaela renunció a su trabajo en una gran empresa. El gerente cuando se enteró de su renuncia la  llamó a su oficina para saber el porqué de su decisión. Rafaela le explicó que su madre estaba enferma y tenía que ir a cuidarla, ella mintió porque no deseaba entrar en explicaciones o detalles sobre su renuncia, el jefe jamás comprendería,  los motivos.
-Es lamentable que renuncies al trabajo Rafaela- dijo el gerente con voz grave -eres una buena profesional, sabes trabajar en equipo y además eres eficiente y creativa. Por seis meses tu puesto va estar esperando pero pasado ese tiempo si no te presentas tendré que cancelar tu permiso.
Rafaela agradeció las palabras de su jefe y se retiró de la oficina, luego fue a despedirse de sus compañeros de la empresa donde había laborado por tres años. 
En ese tiempo había hecho buenas amistades con su equipo de trabajo y no podía evitar sentir algo de tristeza al despedirse.   
Cuando sus amigos le preguntaron porque se iba, ella dijo lo mismo que a su jefe. Rafaela no deseaba dar detalles sobre su decisión porque a todos les parecería una locura con los tiempos que corrían.  Ella dejaba su oficina y a sus amistades para seguir su camino.    
Por eso el domingo en la mañana, en su habitación, Rafaela alistaba los últimos detalles de su equipaje cuando tocaron  la puerta del dormitorio y entró Marguitt, su amiga con la que compartía el departamento desde hacía tres años.
-Rafaela ya has terminado de preparar tus maletas- dijo esto mientras se sentaba en la cama. 
-Si, Marguitt recuerda que mañana salgo a la estación del bus muy temprano y prefiero que todo quede  bien dispuesto y en orden para no olvidar nada y en todo caso si algo se me olvida,  tú me lo envías, ya conoces mi dirección.
Marguitt era la única que sabía la verdad sobre su viaje y sentía pesar por la partida de su amiga, las dos habían logrado hacer una gran amistad y se llevaban muy bien. 
Rafaela, dijo de pronto Marguitt -no te olvides que dentro de cuatro meses es mi boda y tienes que venir, tú eres una de las damas de honor y mi mejor amiga,  no puedes faltar. 
-No te preocupes aquí estaré para celebrar el gran día, por nada del mundo faltaré a tu boda. 
Marguitt desde hace algunos meses estaba completamente dedicada a los preparativos de su boda con Samuel, su novio desde hace tres años, los dos habían fijado la fecha y no tenían cabeza para pensar en nada más.                     
Por eso Marguitt antes de salir de la habitación comentó -Rafaela me olvidaba decir que ha llegado esta carta para ti- y sacó la carta del bolsillo de su bata y se la entregó. 
Rafaela sonrió, ella sabía de quién se trataba y al ver el remitente comprobó que era de su madre, sólo ella le envía cartas de vez en cuando por el correo postal, una costumbre que casi se había perdido por la existencia del celular, del email o del WhatsApp entre otras fuentes. 
Rafaela hablaba por teléfono con su madre todas las semanas pero a ella le gustaba escribirle cartas para darle recomendaciones o consejos de una madre preocupada por no tener  a su hija cerca. Rafaela las leía y luego las guardaba, ella y su madre habían logrado una buena relación que no siempre es fácil entre madre e hija. Pero en el caso de Rafaela no había problema con ella y su madre, entre las dos existía una comunicación fluida y de mucho amor. 
Sólo por esta vez, Rafaela no le había comentado a su madre doña Elvira, que estaba viajando de regreso a casa, ella quería darle una sorpresa y guardó en secreto su partida. 
El pueblo de Rafaela se llamaba Santa Emilia quedaba muy cerca a la cordillera y en los últimos tiempos había crecido dejando atrás la imagen de pueblo pequeño. 
Santa Emilia tenía las mejores tierras de cultivo y las mejores pastos para criar ganado, eran grandes extensiones de terreno dentro de un valle rico y próspero, también tenía a unos pocos kilómetros una gran ciudadela arqueológica que se creía podía ser un reducto de la expansión de la cultura Huari, por los ceramios y mantos ahí encontrados y además por el tipo de construcciones  en la ciudadela. Sin embargo, era necesario hacer más investigaciones y estudios para llegar a la verdad sobre el origen de éste lugar.  
El municipio de Santa Emilia había tomado bajo su protección este monumento arqueológico porque era un lugar muy visitado por los turistas nacionales y extranjeros y esto se traducía en ingresos para el pueblo.
Además de todo esto Santa Emilia tenía al frente su pueblo gemelo llamado San Pablo, era también un pueblo próspero, tenía buenas tierras de cultivo y pasturas para el ganado pero no eran en la cantidad y extensión de las tierras de Santa Emilia, esto había sido en el pasado motivo de enfrentamientos entre ambos pueblos. 
Los habitantes de San Pablo habían invadido en varias ocasiones los terrenos de cultivo del pueblo vecino y estos por defender sus tierras se enfrentaban para desalojarlos, la policía tenía que intervenir para evitar muertos o heridos de gravedad. 
El agua había sido otro gran conflicto entre los dos pueblos, esta provenía de una laguna que se encontraba situada en la alturas y proporcionaba el líquido elemento.  
Después de tantos enfrentamientos se llegó a un acuerdo con las instalaciones independientes de agua para cada pueblo,  esa fue la única manera de conseguir la paz en el valle. 
Santa Emilia y San Pablo estaban separados por una carretera que los cruzaba. y seguía de frente hasta llegar a la cordillera. 
Sumado a todo esto existía en el valle la presencia imponente del gran nevado, una montaña que se alzaba al cielo hasta los 6,000 msnm. Este nevado era un importante lugar para el turismo porque llegaban personas de todas partes del mundo para querer escalar y conquistar la cumbre. 
El nevado era el vigía y protector de todo el valle, esto lo decían desde tiempos antiguos los pobladores que habían habitado la región hace unos 3,000 años, era su dios, era el Apu sagrado que los protegía y proporcionaba el agua para sus tierras de cultivo.
Los visitantes que llegaban a la zona podían hacer  turismo ecológico si así lo deseaban, ir a caballo o hacer  largas caminatas  por el valle que tenía hermosos paisajes y los más bellos parajes, era un descanso del estrés de la ciudad.     

Todo este panorama encerraba muchos secretos, historias y conflictos entre los habitantes de ambos pueblos que trabajaban  para el desarrollo y crecimiento de su valle. 
Cuando unos años atrás se descubrió la existencia de una mina en los terrenos de San Pablo hubo algo de paz. 
La mina era para la explotación del cobre y en sus entrañas tenía una rica veta de ese metal que muchos llaman el oro rojo, pues en el mercado internacional se cotizaba  muy bien el precio.   
La mina  proporcionaba trabajo a los habitantes de San Pablo que la cuidaban celosamente para evitar la invasión de sus vecinos.  Estaba situada a las faldas de la montaña más pequeña y hermana menor del gran nevado.
Rafaela al día siguiente muy temprano se despedía de su amiga Marguitt, era el momento de partir, un abrazo muy fuerte entre las dos y la promesa de estar presente en la boda. 
En la estación de transporte, Rafaela tomó el bus, se ubicó en su asiento, la esperaban varias horas de viaje por la carretera que la llevaba de regreso a su hogar. En el camino le decía adiós  a la ciudad y a todo lo que hasta ese momento había vivido.  
CONTINUARÁ    

              

    

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