domingo, 2 de diciembre de 2018

DOS PUEBLOS... DOS VILLAS

Por fin había llegado el día que tanto esperaba la gente de Santa Emilia y San Pablo, era el día señalado por los alcaldes para solucionar los problemas del conflicto de tierras que por tantos años había complicado la vida de ambos pueblo.
Rafaela y su madre esperaban en la casa a Tadeo que pase a recogerlas, para ir juntos al lugar donde los habían citado, mientras tanto madre e hija conversaban  sobre  los acontecimientos que podían suceder, aunque rogaban que no se presenten inconvenientes.  
Ya no se debía  esperar más, la fecha histórica en la vida de ambos pueblos estaba marcada en el calendario como el Jueves 5 de Mayo.
Los garantes por San Pablo eran los mismos que la vez anterior, los directivos de la mina y por Santa Emilia, el padre de la iglesia principal.  
También se encontraban entre los presentes Hipólito Mancilla y Mariano Arias con sus respectivos asistentes,  ellos no se dirigían la palabra y apenas se saludaron. La gran asistencia de los pobladores llenaba el lugar, todos querían que se llegue a un buen acuerdo.    
En  el ambiente se podía sentir la tensión, nadie hablaba la gente estaba atenta a las palabras de los alcaldes. Doña Elvira, Rafaela, Tadeo y Barzan se encontraban presentes en primera fila, ellos habían sido invitados expresamente por el alcalde Teodoro Cerillo porque sus tierras podía estar comprometidas a la hora de marcar los límites. 
Hipólito Mancilla era otro de los principales invitados por la misma razón que doña Elvira, sus tierras serían las más comprometidas a la hora de trazar los límites.
Un día antes a la reunión, Hipólito Mancilla había visitado a doña Elvira para recordarle a ella, el trato de hacer entre los dos un frente común y ayudar a resolver lo más rápido posible el conflicto. Él quería que se solucione el problema sobre los límites para la tranquilidad y la paz entre las dos villas y para que sigan prosperando a futuro.  
Además de querer la solución del conflicto,  Hipolito Mancilla, tenía en mente un ambicioso proyecto que no podía llevarse a cabo si los problemas continuaban, para él todos se beneficiaban si Santa Emilia y San Pablo vivan en un clima de paz. 
El proyecto que quería ejecutar y del cual no había hablado con nadie, era la construcción de un pequeño aeropuerto con una pista de aterrizaje, la gran afluencia de turistas podía justificar el proyecto, no tenía duda que sería un éxito pero por mucha plata que él tuviera solo no podía construir la pista de aterrizaje para avionetas y aviones pequeños de veinte pasajeros.
Era una gran idea, pero necesitaba el apoyo y el permiso del municipio. 
En eso estaba Hipólito Mancilla, cuando visitaba al alcalde Cerillo y comentaba  todo lo bueno que traería para el pueblo la construcción del aeropuerto.           
-Teodoro, sería algo muy bueno para Santa Emilia, no solo porque vendrían más turistas, sino que los mismo pobladores de Santa Emilia y demás localidades cercanas se verían beneficiados porque ellos  podrían viajar al instante a la capital por una emergencia o negocios. Piensa en lo bueno de todo aquello, además tú pasarías a la historia del pueblo como el alcalde que trajo más progreso para la población-  decía Hipólito Mancilla con gran entusiasmo para convencer al alcalde, sin su apoyo no podía realizarse el proyecto.
De toda esa gran idea, había otro gran inconveniente que podía traer abajo los planes de Mancilla, esto era la posición geográfica de Santa Emilia y San Pablo, los dos pueblos se encontraban ubicados muy cerca a la cordillera y aquello podía ser un impedimento para el proyecto. Solo los profesionales y especialistas en el tema podían decir si era factible la construcción de una pista de aterrizaje cerca a Santa Emilia.  
De nuevo Hipolito Mancilla insistió en su proyecto y agregó  -yo voy a pagar a un ingeniero especializado en el tema  un profesional de primera línea para que haga un estudio completo del proyecto y nos diga si es factible la construcción del aeropuerto.        
Teodoro Cerillo no estaba en contra      
de la construcción de un pequeño aeropuerto, al contrario le parecía un gran paso al futuro, solo quería tomar las cosas con calma pensar los pro y los contras y sobretodo estar seguro si era posible su construcción.
Hipólito no dejaba de insistir y volvía a la carga -piensa Teodoro si quieres le ponemos tu nombre al aeropuerto para que siempre seas recordado. 
-No, no esto sería exagerar y no quiero que a gente piense que soy soberbio o lo que es peor que me estoy llevando plata al bolsillo- dijo Teodoro Cerillo con énfasis 
-No te preocupes Teodoro, todos saben en el pueblo que eres un buen alcalde-  sonreía Mancilla para terminar de convencerlo.
El alcalde Cerillo no era ingenuo, sabía a donde quería llegar Mancilla pero si el deseaba hacer realidad el proyecto tendría que ajustarse a las reglas y a la ley. Teodoro Cerillo siempre deseaba  el desarrollo y lo mejor para Santa Emilia, su gestión se haba caracterizado por ello.   
La mañana estaba despejada, ni una nube en el cielo, todas las personas rodeaba a los alcaldes autoridades y garantes era un clima de buen augurio.
Después de las palabras de protocolo para recibir y saludar a todos los asistentes, Lázaro Ventura Alcalde de San Pablo no quiso extenderse en demasiadas palabras, no deseaba hacer recordar a la gente su actuación en la reunión anterior, por este motivo cedió pronto la palabra a su colega Teodoro Cerillo a pesar que entre los dos se podía ver la distancia y tensión.
El paso siguiente fue dar inicio para marcar los límites en los terrenos del conflicto, cada cierto tramo se colocarían  hitos, así no habrían confusiones en el futuro. 
En algunos tramos la carretera servía de frontera y en otros estarían los hitos, al llegar cerca al fundo de doña Elvira se recorto un poco sus tierras, Tadeo quiso protestar pero su madre le pidió que no lo haga, ella estaba de acuerdo
-Hijo te pido por favor, hagamos esto por el bien y la paz de Santa Emilia- Tadeo algo disgustado guardó silencio.   
Al llegar a las tierras de Hipolito Mancilla el recorte fue más extenso, él no pronunció palabra esto le servía como argumento para convencer al alcalde Cerillo de hacer el canje de sus tierras por la construcción del aeropuerto. 
En un momento la tensión creció y se inició una discusión por el desacuerdo en el hito 44 debido a    que San Pablo no quería ceder parte de su terreno. El alcalde Ventura  quería ceñirse a lo que decida el acta de fundación pero tuvo que entrar en razón y ceder si se quería llegar a un acuerdo final. 
En el lugar más visible se colocaría una placa de conmemoración con la fecha y nombres de las autoridades por el acto celebrado y así se pondría fin a los problemas, de ahí en adelante solo se hablaría de paz.
La mañana había terminado sin muchos contratiempos, solo algunas discusiones que no llegaron a malogran el ambiente.  
Los pobladores estaban sorprendidos por la actuación de sus alcaldes y aunque hubo algunas discusiones se llegó al final para firmar la paz.    
En San Pablo y Santa Emilia se celebraba el acuerdo, la gente festejaba como si se tratara de un acuerdo de límites entre dos países.
El alcalde Lázaro Ventura en el municipio de San Pablo celebraba con sus mas cercanos colaboradores  -por fin se terminó este conflicto- decía en voz alta, momentos después pensaba mientras hacía un brindis que era la hora de solucionar el otro problema con Monteagudo el secretario de su partido, éste no se encontraba presente en la reunión.
En Santa Emilia la celebración era igual, todos esperaban la paz duradera, Teodoro Cerillo con su gente en el municipio hacía un brindis por esta fecha, cuando Hipólito Mancilla se acercó a él para hablar del tema del aeropuerto, el alcalde Cerillo comentó:
-Mi estimado Mancilla, ahora no es el momento de hablar de ese tema, ahora es el momento  de brindar y celebrar porque hemos llegado a un acuerdo provechoso-  entonces levantó su copa brindó con él, se dio media vuelta para dirigirse a otro grupo.
Hipolito Mancilla contuvo su ira por haberse quedado con la palabra en la boca, pero pensó que era mejor celebrar y no entrar en conflicto con el alcalde Teodoro Cerillo. 
De noche en casa de Rafaela la familia estaba reunida para celebrar, Tadeo ya no estaba molesto comprendió lo que le había dicho  su madre en la mañana.  Barzan y Rafaela conversaban felices todos hablaban de la reunión y  de la buena actitud de los alcaldes para llegar al feliz acuerdo.  
La reunión duró hasta bien entrada la noche, después era la hora de despedirse, el día siguiente sería un día normal de trabajo. 
Doña Elvira y Rafaela se habían retirado a dormir, la casa estaba en silencio. 
De pronto se escucharon unos golpes con violencia en la puerta ¿quién podía ser a esas horas de la noche? Rafaela fue a la puerta y al abrir se encontró con Celina que apenas podía hablar y lloraba con desesperación 
-¿Qué pasa Celina qué te sucede? habla por favor-  decía Rafaela al ver a su amiga tan desesperada.
Doña Elvira trajo un vaso con agua de azahar para calmar a Celina que seguía llorando y no podía articular palabra alguna.  

CONTINUARÁ    
                             
          
       
    

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