domingo, 27 de enero de 2019

DOS PUEBLOS... DOS VILLAS

Los montañistas en ascenso, subían por el Gran Nevado que era una montaña difícil de escalar.  
De pronto unos metros más arriba encontrarían  una gigantesca grieta que hacia más peligroso y difícil el camino.
Todo el grupo estaba atento a lo que sus guías indicaban. 
Desde esa altura se podía ver la fuerza y belleza de las grandes montañas de la cordillera. Nadie debía distraerse, un mal paso podía convertirse en una tragedia. 
Con una señal Ángel Ripay avisó al grupo que iban a detenerse, era necesario descansar un momento para orientarse y seguir el camino. Cada montañista desde su lugar observaba la nieve y las montañas a su alrededor, el paisaje los dejaba sin aliento nunca antes habían venido a la cordillera de la Andes. 
Ángel Ripay también observaba el paisaje que él tanto conocía. Un viento helado soplaba con fuerza, ésto complicaba el camino, pero había que seguir. 
Los holandeses estaban cada vez más seguros que llegarían a la cumbre, su entusiasmo no había decaído, y sus fuerzas tampoco.
El descanso terminó, Ángel Ripay daba la orden de continuar. El grupo tenía más de medio día escalando la montaña, era importante aprovechar la luz del día, para avanzar y llegar a una pequeña meseta donde podían pasar la noche. Escalar de noche sería un suicidio. Ángel conocía muy bien lo que podía suceder.   
Roberto, el hermano de Ángel también indicaba a su grupo que tenían que seguir. 
La montaña, el frío helado y la peligrosa grieta los rodeaban, ahora la naturaleza ponía aprueba a los montañistas holandeses. 
En Santa Emilia las expectativas por la hazaña de los montañistas, seguían en pie, algunos hasta hacían apuestas de si lo lograrían. Muchos comentarios eran positivos, otros no tanto, pero todos en general estaban de acuerdo en que ellos eran deportistas profesionales y tendrían éxito, pero algunos escépticos sabían que la naturaleza y el Gran Nevado les darían una batalla que no olvidarían jamás. 
Hipólito Mancilla en medio de todas estas especulaciones  seguía con sus planes de un aeropuerto para Santa Emilia, ya había recibido al ingeniero especialista que se encargaría de estudiar la posibilidad de su proyecto. 
El ingeniero Andrés Seminario se hospedó en casa de Hipólito Mancilla, éste quería tenerlo cerca para conversar con él y explicarle lo que deseaba hacer. El ingeniero Seminario lo escuchaba atentamente, ambos hombres reunidos en la sala principal de la casa conversaban.  
Después de las explicaciones Hipólito Mancilla preguntó si era factible tal proyecto.
-Señor Mancilla, antes de contestar esa pregunta tengo que estudiar el pueblo, los terrenos de los alrededores, en resumen, tengo que estudiar la región para sacar mis conclusiones, lo que si le puedo asegurar que yo no he venido hacer milagros, si existe la posibilidad de hacer un aeropuerto se lo diré y si no se puede construir, usted también lo sabrá.  Permitame recorrer la zona estudiar bien  la región y después de unos días hablaré con seguridad cuál es la verdad del proyecto. Pero le aseguro que por el momento no puedo decir nada.
Hipólito Mancilla se quedó desconcertado, él quería los resultados ¡ya! se supone que había contratado al mejor especialista y entendido en el tema, por el momento sólo le quedaba tener paciencia y esperar. 
Mientras, como era común en Santa Emilia, corrían por el pueblo los comentarios de que ya había llegado el ingeniero que iba a estudiar la construcción de un aeropuerto.
La mayoría de los pobladores aceptaban la idea del aeropuerto y el alcalde Cerillo prestaba oídos a todos los comentarios, él ya pensaba que no sería mala idea apoyar el proyecto, con ello ganaba más votos para las próximas elecciones  
En su oficina, Teodoro Cerillo hacia planes de cómo sería su campaña y se sobaba las manos con entusiasmo.         
Que maravilla pensaba, ahora si podía tener  la campaña asegurada.    
-Señor alcalde, el señor Mancilla       
ha venido a buscarlo- interrumpiendo su alegría, Teresa la secretaria.
Sin esperar el permiso Mancilla entró en la oficina del alcalde.
-Mi estimado alcalde Teodoro Cerillo- decía con demasiado entusiasmo  -estoy aquí primero para saludarlo y luego para decirle que ya está en Santa Emilia el ingeniero que va hacer el estudio de nuestro proyecto.
-Un momento- dijo el alcalde levantando la voz. 
-Nuestro proyecto... no Mancilla, de las arcas del municipio no saldrá un centavo para pagar a ese ingeniero que usted ha contratado.
-Calma Teodoro, el ingeniero que va estudiar el terreno de Santa Emilia yo le voy a pagar, en eso habíamos quedado. 
- De nuevo, Mancilla, usted está equivocado no he comprometido mi palabra en nada todavía, hay que ver la posibilidad y luego se verá. Construir un aeropuerto por muy pequeño que éste sea cuesta, como usted comprende no se trata de construir un jardín de niños que también cuesta- dijo algo molesto el alcalde.
Mancilla sonreía con las palabras del alcalde y agregó -no se preocupe Teodoro vamos a esperar al ingeniero que nos de su opinión y después hablaremos del proyecto. Imagine lo bueno que sería un aeropuerto en Santa Emilia tendríamos tantos visitantes y muchas facilidades pero sobretodo seria un paso al futuro para el pueblo. 
-Si, todo lo que usted dice Mancilla esta bien, pero no es lo más urgente, el proyecto puede esperar, además ahora el entusiasmo de los pobladores está con los montañistas que han venido a Santa Emilia, toda la prensa internacional y nacional da cuenta del hecho, estamos en los noticieros- el alcalde dijo esto para distraer las palabras de Mancilla que daba por hecho el aeropuerto. 
Mancilla no quería discutir con el alcalde, un conflicto entre los dos no era bueno para sus planes, entonces contestó:
-¡Si!... ¡es verdad! ¡los montañistas! ahora Santa Emilia es más conocida y la prensa no tardará en venir para estar cerca de la noticia- dijo esto sonriendo para calmar los ánimos del alcalde. 
Era verdad, la prensa ya estaba enterada de los hechos y no tardarían en llegar al pueblo. Los montañistas eran un suceso en su país y se debía informar. La pregunta que todos se hacían ¿lo lograrían? ¿llegarían a la cumbre?.
Los hermanos Ripay seguían el camino que conocían, Ángel señalaba que ya estaban cerca de la grieta peligrosa, todos debían estar atentos. Lana una de las mujeres montañistas iba en el grupo de Roberto, ella estaba al último pero avanzaba a igual paso que los demás, en un sobresaliente de una roca  puso un pie, quería estar segura que no era peligroso, después apoyó los dos pies, todo iba bien pero al colocar sus manos en otra roca está se aflojó y Lana cayó suspendida de la cuerda. 
Stuard que iba adelante de ella, se aferró con fuerza a la roca para sostener el peso de Lana y no caer también. Ella suspendida en el aire se mecía como si fuera un péndulo y no podía evitarlo, no tenía de donde agarrarse, conservó la calma y la serenidad. 
Roberto Ripay se dio cuenta del peligro que corría Lana, mientras Stuard hacía grandes esfuerzos para sostenerla. 
Hay una ley no escrita que conoce todo montañista, si uno del grupo pone en peligro a los demás, él que está cerca tiene la potestad de cortar la soga y dejar caer al compañero. Por supuesto que Stuard no tenía la intención de hacer aquello y se sostenía para ayudarla. 
Roberto Ripay giró lentamente y con la soga que llevaba al hombre arrojó uno de los extremos a Lana, el primer intento falló, el segundo intento también falló, el movimiento en péndulo hacia más difícil que ella pueda sostener la soga, todo el grupo contenía el aliento, no querían pensar que podía tomarse la terrible decisión con Lana. 
Roberto conservaba la calma y lanzó por tercera vez la cuerda que Lana pudo sujetar por fin entre sus manos, con ella y suspendida en el aire, Roberto comenzó a tirar de la cuerda para acercarla a la roca, una vez segura, ella escaló algunos metros para ponerse al mismo nivel de sus compañeros y   

dijo en voz alta -¡estoy bien, estoy bien! gracias Roberto, gracias Stuard- ambos hombre levantaron la mano en señal de aceptación.
Lana en silencio se aferró a la roca y unas lágrimas rodaron por sus mejillas, ella había estado en un terrible peligro de caer al vacío. Los montañistas holandeses y los hermanos Ripay podían respirar tranquilos y seguir el camino. 
Pasaron sobre la grieta peligrosa y de lo profunda que era, el fondo no se podía ver.  Era el primer obstáculo que pasaban, más adelante encontrarían otros. El Gran Nevado todavía tenía otras sorpresas. 
En Santa Emilia la gente seguía su rutina, Rafaela y Doña Elvira planificaban cómo iba hacer la ampliación de la cocina para aumentar la producción del negocio. 
Rafaela tenía algunos planes, Doña Elvira por fin había aceptado las ideas de su hija. 
Celina en el hostal "Bienvenidos" revisaba algunas cuentas, cuando su teléfono sonó, era señal de un mensaje, este decía -Celina nos vemos en unos días ya casi se va la señal- era James el que había escrito el mensaje. 
Celina pidió al cielo que todo el grupo esté bien, ella confiaba en los hermanos Ripay, todo el pueblo confiaba en que los hermanos lleven con bien a los montañistas pero todos ignoraban que el clima estaba cambiado, las heladas se habían adelantado y la gran montaña era cada vez más difícil de escalar. 
El día ya casi había terminado y la noche estaba cerca, era necesario llegar pronto a la pequeña meseta para descansar. 

CONTINUARÁ             

domingo, 20 de enero de 2019

DOS PUEBLOS...DOS VILLAS

Cinco de la mañana, los turistas holandeses se preparaban para partir a su gran expedición, escalar el Gran Nevado. 
Todos estaban descansados y aclimatados a la zona, ahora sí, no había tiempo que perder, el desafío los esperaba. 
Con el equipo de escalar preparado y la ropa especial para montañismos  uno a uno iban subiendo al mini-bus que los llevaría al lugar cercano en la montaña para iniciar la expedición. 
Roberto y Ángel Ripay los hermanos y guías iban con ellos en el bus, todos en silencio y en sus asientos partieron a la montaña, minutos antes James hablaba con Celina para comentar que se iban unos días y que sus habitaciones quedaban reservadas, ella no debía preocuparse porque las cuentas se pagarían en orden.
Celina agradeció las aclaraciones de James les deseo a todo el grupo buena suerte en su travesía y se despidió de sus amigos, los hermanos Ripay.
Para ella era una aventura de cuidado la que iban a realizar todos ellos, pero confiaban en los guías y en que todo salga bien. 
El bus partió a hacia la montaña mientras Celina desde la puerta del hostal "Bienvenidos" los observaba, les hacia adiós con la mano a todos ellos especialmente a James con el que más había conversado, se habían hecho amigos. 
El bus tomó la carretera entre San Pablo y Santa Emilia rumbo al Gran Nevado, relajados y tranquilos viajaban los montañistas, algunos conversaban y otros simplemente miraban el paisaje de los alrededores del camino, después de un poco menos de una hora de viaje llegaron al punto de partida. La gran montaña estaba frente a ellos, se alzaba orgullosa al cielo, su belleza era asombrosa nadie podía negarlo, ella sola imponía respeto. 
Mientras todos bajaban del bus la montaña parecía observarlos. Los holandeses miraban al gigante que tenían al frente, era imponente y un peligroso desafío.
Una vez todos reunidos al pie del Gran Nevado, Ángel Ripay hizo las últimas recomendaciones:
-Por favor todos deben llevar lo necesario para escalar, ustedes como profesionales montañistas saben que el equipo debe ser liviano para no estorbar los movimiento a la hora de escalar. También es importante conservar la calma en caso de algún peligro, no deben dejarse llevar por la desesperación, por último, todos somos un equipo y nos vamos apoyar mutuamente- entonces a manera de unión, todos se tomaron de las manos y dieron un grito para animarse. 
Ángel Ripay comandaría el grupo, él iría adelante después de cinco de los montañistas iría su hermano Roberto seguido por los otros cinco montañistas.  Cada uno dejaba  un espacio al otro. El grupo iría unido por una cuerda amarrados en cintura.   
Preparados los equipos, listos con lo necesario, se acercó el grupo al Gran Nevado e iniciaron el ascenso. Con los nervios templados, la fuerza y la concentración daban sus primeros pasos sobre esta gran mole de gigantesca belleza. 
Los hermanos Ripay siempre tenían un ritual a la hora de ascender por la montaña, ellos comían un poco de nieve para asegurarse de estar unidos al gigante.  
El bus partió dejando a los montañistas iniciar su nueva aventura. 
En el pueblo de Santa Emilia y San Pablo la gente estaba a la expectativa, los pobladores confiaban en que el grupo iba a lograr su hazaña, los hermanos Ripay conocían el camino, era expertos y llevarían a los holandeses a la cumbre. 
La gente del pueblo comentaba sobre la expedición, les deseaba el éxito y pronto regreso.  
En los primeros cien metros de altura la situación estaba controlada, el grupo se sentía seguro y confiado, todavía el terreno era fácil.             
Ángel Ripay daba las indicaciones y                 
señales al grupo. 
Los montañistas  se aseguraban de pisar bien el terreno para no dar un traspiés. Eran deportistas profesionales y sabían como  actuar en caso de algún peligro.  
La ropa que llevaban era liviana especial para escalar, con ella se protegían del frío. Los guantes protegían las manos pero no estorbaban a la hora de escalar. 
Nadie tenía idea cuanto duraría la travesía pero si no había algún inconveniente y se aprovechaban bien los días podía ser entre cuatro o cinco días o tal vez más. Todo iba a depender del grupo, su resistencia y el clima. 
Ángel y Roberto estaban comunicados entre ellos por radio y también se podían comunicar con la estación central de radio en Santa  Emilia. 
Los dos hermanos confiaban que no hubieran percances que lamentar,  todos seguían el camino del ascenso a hacía la sima.
En Santa Emilia la vida continuaba, doña Elvira comentaba con su hija Rafaela sobre la expedición:
-En todos estos años que he vivido en el pueblo nunca tuve la intención de escalar la montaña, soy muy temerosa de las alturas y siento muchos mareos y nervios. Los 6000 metros del Gran Nevado son de respeto y eso sin contar lo difícil del terreno. 
Rafaela era de la misma opinión de su madre, ella con Barzan solo habían subido unos pocos metros y eso era todo, para ella lo mejor era estar con la pies en la tierra. 
Comentarios parecidos o diferentes recorrían todo el pueblo, algunos de los pobladores habían escalado la montaña pero nunca demasiado alto. 
En Santa Emilia la gente estaba acostumbrada a ver exploradores de diferentes países que venían a vivir el reto de escalar el Gran Nevado, algunos habían logrado subir hasta la cumbre pero esos no eran pocos y todo estaba documentado en las páginas de la WEB.
Celina en su hostal, organizaba a sus empleados con el trabajo del día, la vida continuaba mientras los montañistas subían por las faldas de la montaña.
El sonido de su celular la distrajo de sus pensamientos, cuando vio la pantalla era una llamada de Adriano, ella decidió no contestar, era mejor así, los dos debían quedar en paz. 
En la noche en casa de Rafaela, conversaba la familia reunida, no era domingo pero Tadeo, sus esposa y sus pequeños estaban en la sala comentando los últimos acontecimientos con respecto a los montañistas. Barzan también se encontraba presente, él se había vuelto uno más de la familia y todos lo sentían así.
Aparte de los comentarios sobre la expedición, otro comentario del que hablaba la gente era que Hipólito Mancilla había contratado un profesional para que estudie la posibilidad de construir un aeropuerto en Santa Emilia. Esto ya no era un secreto todo el pueblo lo sabía y comentaban, algunos estaban de acuerdo, era una posibilidad de dar un paso al futuro y la facilidad de viajar para ahorrarse tantas horas de viaje por tierra. Otros no se sentían muy seguros de que Santa Emilia tuviera un aeropuerto, pero en general era una buena noticia.
Mancilla ya había hablado con el ingeniero que contrato, él llegaría al pueblo en dos días. 
Barzan y Rafaela se veían viajando en avión, la posibilidad los hacia reír y comentar lo fácil que seria viajar a la capital.            
      
Nada en el pueblo podía quedar en secreto por mucho tiempo, de todas maneras la gente siempre terminaba enterándose.
A San Pablo también había llegado la noticia sobre el aeropuerto en Santa Emilia.
Por el momento todos estaban distraídos comentando sobre los montañistas pero a su alcalde ya se le ocurría algo para competir con el pueblo vecino.
Los montañistas holandeses y sus guías seguían en su  ascenso por la montaña, Ángel Ripay que iba adelante notaba que el clima estaba cambiando,en el lugar corría un viento helado que complicaba el camino, no era el tiempo de estas heladas, pero con el clima nunca se podía estar seguro. 
En el grupo nadie hablaba, todos estaban unidos por una cuerda resistente y  concentrados para no dar un paso en falso, Roberto que iba en medio del grupo era responsable de que nadie quede rezagado. 
A mediada que subían, el viento helado soplaba con más fuerza, por momentos empujaba a los montañistas. Ángel sabía que unos metros más arriba se acercaban a una de las grietas que él había comentado al grupo, en ese lugar se tenía que extremar el cuidado para no tener percances una distracción, un mal movimiento, podía ser fatal. 
Ángel advirtió a su hermano para que avise al resto que se acercaban a un lugar peligroso, Roberto hizo una señal de advertencia al grupo que lo seguía. La fuerza de voluntad y el espíritu estaban en alto, los montañistas querían llegar a la cima.

CONTINUARÁ 

          
    

domingo, 13 de enero de 2019

DOS PUEBLOS...DOS VILLAS

Celina salio de su oficina al encuentro de los turistas holandeses, éstos eran un total de diez personas, seis hombres y cuatro mujeres, ella no pensó que fueran tantos pero su hermana que vivía en Europa ya le había advertido sobre el viaje. 
La hermana de Celina siempre promocionaba el turismo del pueblo de Santa Emilia y describía todos los atractivos de la región y del hostal de sus padres, así llegaban hasta el lugar turistas que querían conocer los atractivos del pueblo. 
Pero este grupo de personas no solo eran turistas que venían de paseo, ellos eran deportistas profesionales en montañismo que venían para escalar el Gran Nevado y conquistar la cumbre. Esto formaba parte de su entrenamiento que estaban haciendo desde hace dos años, hasta ese momento habían escalado montañas de 4,000 msnm ahora ellos quería subir hasta los 6,000 metros. Todo esto era parte de su preparación, porque el objetivo final era escalar el monte Everest y llegar a la cumbre. 
Para los turistas holandeses era la primera vez que iban escalar una montaña de esa altura, por eso era importante prepararse bien, entre el grupo había un doctor que los acompañaba que también era deportista. Ellos venían con  equipos especiales para escalar y pequeños tanques de oxígeno para la altura, aunque sabían que el reto era llegar a la cumbre  sin el uso de los tanques de oxigeno, esa era parte de la condición para declararse campeones de montañismo. 
Con este entrenamiento querían saber como reaccionaban sus cuerpos y  fuerzas a más de 4,000 metros.  
Celina de inmediato saludos a los turistas, ella sabía un poco de ingles y no le fue difícil comunicarse con ellos. A cada uno le señalo su habitación que eran de camas dobles.
Los holandeses llegaban agotados después de un largo viaje de varias horas en bus. Todos se acomodaron en sus respectivas habitaciones para relajarse y descansar. 
Celina habló con James que era el vocero del grupo, con él hizo los arreglos del hospedaje y le indicó los horarios del comedor para el desayuno y otros alimentos, le comentó además que las personas que eran sus guías vendrían más tarde para hablar con ellos; por el momento lo mejor era descansar y aclimatarse al lugar. 
Luego que los turistas se retiraron a descansar, Celina con uno de sus empleados hizo llamar a los guías que llevarían al grupo a las alturas del Gran Nevado. 
Los guías eran los hermanos Ángel y Roberto Ripay, dos expertos escaladores de montaña y conocedores del camino en el Gran Nevado. Ellos mejor que nadie sabían que hacer para llegar a la cumbre, todos los pobladores de la región los conocían, los hermanos habían nacido en medio de esas montañas y las conocían muy bien.  
Cuando Ángel Ripay el hermano mayor llegó al hostal "Bienvenidos" para hablar con Celina, ésta le comentó sobre la llegada de los turistas, pidiendo que más tarde hable con ellos y  les explique como sería el viaje de expedición. 
-Ángel por ahora los turistas están descansando del viaje, en la noche regresa para que te presentes y puedas hablar con ellos, es importante que les expliques como va hacer el viaje, ellos piensan quedarse una semana. 
-Celina- dijo Ángel -¡si!... es muy importante hablar con ellos, es necesario explicarles los detalle de como va ser el viaje para que se preparen, por el momento deben quedarse un par de días descansando para aclimatarse a la zona. Yo más tarde regreso para presentarme.  
Ángel se despidió de Celina, ellos eran amigos de siempre, no era la primera vez que se hospedaban en el hostal turistas que querían escalar la montaña y que Ángel y su hermano fueran sus guías.        
Ahora Celina y su personal tenían mucho trabajo, el hostal  estaba lleno con otros turistas, era necesario organizarse para atender bien a los residentes.             
Cómo habían quedado, Ángel y su hermano, se presentaron en el hostal a las 8 p.m, a esa hora las celebraciones en el pueblo habían terminado y todo quedaba limpio para iniciar la vida cotidiana al día siguiente, a esa ahora la gente guardaba sus mesas y sillas y  desocupar las calles principales. 
En el hostal "Bienvenidos" Ángel y Roberto se presentaban ante los turistas para conversar, la reunión tenía lugar en el comedor del hostal: 
Ángel tomó la palabra, James el vocero del grupo traducía todo lo que éste decía:
Comenzó primero diciendo su nombre:
-Buenas tarde mi nombre es Ángel, mi hermano Roberto y yo vamos hacer los guías para escalar la gran montaña.  Ante todo quiero explicarles que la montaña que vamos a escalar no es una montaña fácil,  no solo por la altura que todos ya conocen y sé que para ustedes es la primera vez que van a subir a este nivel. Bien, quiero decirles que el Gran Nevado es una montaña rebelde, que no es fácil de escalar porque el camino hacía la cumbre esta lleno de grietas que pueden tener de trecientos a cuatrocientos metros de profundidad, caer en una de ellas es desaparecer para siempre, por ello debemos mantenernos juntos para seguir el camino correcto y no equivocarnos o llegar hasta un gran abismo que rodea toda la montaña y que no nos conduce a la cumbre. 
Otro punto importante son las consecuencias del mal de altura, la falta de oxigeno y el frío por suerte hay un doctor en el grupo, pero si las consecuencias de la altura comienzan hacer mella en el grupo, detendremos la expedición de inmediato. 
Se escucharon algunos murmullos entre los holandeses cuando se enteraron de los detalles, pero la decisión era unánime, ellos habían venido con el propósito de escalar la montaña, por lo tanto estaban ahí... para hacerlo.
Ángel prosiguió con su explicación sobre los detalle de como sería la escalada. -el equipo no debía ser pesado, todos debían tener lo necesario y nada más, los pequeños tanques de oxigeno solo serían usados en caso de emergencia, la escalada tenía que ser sin ayuda de los tanques para que tenga validez como deporte.  
Para finalizar Ángel dijo -sugiero que descansen en el pueblo un par de días para acostumbrarse  al clima y a la altura, su estado físico y psicológico debe ser óptimo, escalar el Gran Nevado requiere de fuerza, destreza y concentración. No les digo todo esto para asustarlos porque ustedes como profesionales saben que este es un deporte de fortaleza y un gran desafío. Les comento estos detalles para estar  preparados y subir a 6,000 msnm en una montaña difícil de escalar. 
Silencio en el comedor, los turistas estaban asombrados pero ya habían leído en algunas páginas de Internet sobre el Gran nevado y esto no los tomaba por sorpresa.
Finalizada la reunión los hermanos Ripay se despidieron y retiraron. Mientras los turistas comentaban entre ellos la nueva información que tenían y se disponían a cenar.
Celina preparó el comedor para la cena. El grupo de montañistas conversaba animadamente sobre su próximo desafió, mientras degustaba los ricos platos de la región. 
Más tarde todos se retiraron a descansar, al día siguiente querían ir de visita a la ciudadela Pre-Inca que también aparecía el las páginas de Internet. 
Para esta excursión el hostal contaba con un mini bus que los llevaría por la nueva pista a la edificación Pre-Inca.
Celina se encontraba en los últimos arreglo en el hostal cuando llegaron de visita Rafaela y Barzan, querían visitar a su amiga y saber como se encontraba después de la despedida de Adriano. 
Ella agradeció a sus amigos por la preocupación pero había decidido por el momento cerrar ese capítulo, entonces comentó -ahora estoy más tranquila y con las manos llenas de trabajo, como saben tengo el hostal lleno de turistas y deportistas de montaña, casi no tengo tiempo de pensar en nada más. El trabajo es una gran terapia para los dolores del corazón-  Celina dijo esto con una leve sonrisa.
Sus padres le habían dejado toda la responsabilidad de la administración, ella era la principal encargada.      
Rafaela y Barzan se quedaron un tiempo más conversando con su amiga, ella les contaba sobre los turistas holandeses y su desafío de escalar el Gran Nevado. Todos los pobladores en la región conocían que era una montaña difícil, el respeto que sentían por ella era real. La montaña era el vigía y el celoso guardián del valle.  El paisaje no seria el mismo sin ella.   
                
Al día siguiente y después del desayuno como estaba programado los turistas holandeses partían en el mini bus del hostal hacía la ciudadela. 
James comentó con Celina que regresarían para el almuerzo, ninguno de ellos debía hacer grandes esfuerzos ni caminatas excesivas porque tenían que estar bien descansados y preparados físicamente para su escalada. 
En la ciudadela los turistas recibieron la información del guía sobre el lugar y  la antigüedad que éste tenía. 
Se creía que era una cultura que tenia algo más de 3,000 años había recibido influencia de la cultura Chavin, otra cultura un poco más antigua, esto era por las cabezas clavas que adornaban las paredes. 
Las personas que un día habitaron el lugar rendían culto a sus dioses, trabajaban la cerámica y sus tejidos con gran arte, esto se podía ver en los vestigios que se habían encontrado en el lugar.   
Ellos también  defendían su ciudad y sus tierras de las invasiones de los pueblos vecinos. Lo que nadie podía explicar hasta el momento era porque la ciudadela aparentemente había sido abandonada y quedó como testigo del tiempo pasado de esta cultura.   
Los holandeses habían quedado sorprendidos por la ciudadela, su historia era muy interesante. Recorrieron el lugar y admiraron el paisaje de los alrededores, estaban más que fascinados por las historia que escuchaban.  El día era perfecto para una caminata, pero nadie quería excederse en esfuerzos físicos, tenían que ser cuidadosos y estar listos para  el desafió que los esperaba. 

CONTINUARÁ
     
   

domingo, 6 de enero de 2019

DOS PUEBLOS...DOS VILLAS

El día había llegado, el momento especial que tanto esperaba Santa Emilia y el alcalde Cerillo era una realidad, todo estaba listo para la gran  inauguración de la nueva pista.   
La noche se encontraba iluminada por los cientos de antorchas que portaba la gente. La alegría, la emoción, eran latentes en la noche de antorchas, todos los pobladores se habían dado cita para estar presentes en el festejo.  
Teodoro Cerillo invitó a los pobladores y con un pequeño discurso cortó las cintas de la nueva carretera que los llevaría en poco tiempo hasta la ciudadela Pre Inca.  
La gente marchaba con las antorchas y con los cantos, todo era alegría y felicidad. San Pablo y Santa Emilia estaban unidos en los festejos, nada más era importante en esta noche. 
La caminata se prolongó varios kilómetros y al llegar al lugar, la gente en orden y respeto rodeo la ciudadela como señal de cuidado y protección. 
La ciudadela Pre Inca estaba ahora más iluminada y la gente cantaba y festejaba en ella.  
La ciudadela quedaría como un símbolo para el futuro y las generaciones venideras podrían conocerla y estudiarla más a fondo para descifrar todos los misterios que rodeaban la construcción de piedra  Pre- Inca.   Los cantos, los bailes, se prolongaron hasta muy tarde. La gente quería celebrar el pasado del lugar y la esperanza de un futuro.
Rafaela, Barzan, Celina celebraban la alegría de la inauguración, Adriano no se encontraba con ellos, él había viajado a la capital, esto entristeció a Celina pero muy pronto se repuso porque era una ocasión  especial.  
La fiesta de antorchas le daba a la noche algo de magia, algo especial, la alegría rodeaba el lugar, el pasado se hacia presente y la ciudadela construida en piedra, hasta ese momento desafiaba el tiempo y se mantenía en pie.     
Teodoro Cerillo rodeado de la gente no podía ser más feliz, la inauguración era un completo éxito, entre cantos y bailes prometió que la edificación Pre Inca siempre estaría protegida. 
Pasada la medianoche algunos pobladores comenzaron a regresar a Santa Emilia o San Pablo según era el caso, muchos se quedaron celebrando hasta el amanecer. 
Rafaela, Barzan y Celina regresaban al pueblo a las 2 a.m, reían y cantaban en el camino, era un momento único pero tenían que prepararse porque al día siguiente en el pueblo seguían los festejos con la feria gastronómica, se esperaba gran afluencia de público. 
Barzan se sentía cansado por la caminata y los festejos, por esta noche se quedaría en el hostal "Bienvenidos" de Celina para celebrar al día siguiente la feria. Él venía preparado para ello, con un pequeño equipaje.
Al llegar a la casa de Rafaela se quedó un rato más para conversar sobre los festejos y los momentos que pasaron junto, por primera vez hablaron sobre sus planes a futuro juntos. Tal vez la magia de la noche los había contagiado y sentían el calor de sus sentimientos.
Doña Elvira descansaba, no había estado en la inauguración pero seguro hubiera estado contenta con tanto festejo. Se fue temprano a dormir porque al día siguiente le esperaba un día  de trabajo agotador.
Barzan se despidió de Rafaela con la promesa de encontrarse al día siguiente, para seguir los festejos. 
En el hostal de Celina se sentina cómodo, era un lugar limpio y agradable, además le quedaban pocas horas para dormir ya que pronto amanecería. 
Unas horas más tarde el pueblo de Santa Emilia amanecía  lleno de adornos, la gente se preparaba para festejar a lo grande la feria; mesas y sillas habían tomado las calles principales del pueblo y se preparaban diversos platos exquisitos para los paladares más exigentes.
Doña Elvira ya estaba en su tienda atendiendo los pedidos que se habían multiplicado, Juanito apenas se daba abasto para hacer las entregas.                     
Tal vez Rafeada tenía razón, pensaba doña Elvira, tal vez era necesario hacer algunos ajustes para aumentar la producción, ya se quedaba corta              
y los pedidos cada vez eran más abundantes.
Doña Elvira se aferraba a la tradición y Rafaela traía consigo ideas nuevas que harían más productivo el negocio. Eran dos generaciones que pensaban distinto pero que podían convivir si llegaban a un acuerdo. 
Las calles de Santa Emilia estaban llenas de turistas, que paseaban admirando los deliciosos platos y productos de la región, por doquier había festejos.
El alcalde de San Pablo Lázaro Ventura quería también pasear por el pueblo vecino, quería disfrutar de la feria. Nada escapaba de su atención. Pensaba que su colega Cerillo se había anotado un gran punto con este festejo y estaría listo para la siguientes elecciones municipales, cómo siempre el alcalde Ventura todo lo llevaba a la competencia entre los dos pueblos. 
Desde la ventana en lo alto de las oficinas de su empresa de transporte Hipolito Mancilla observaba los festejos de la feria, para él no era un buen día, para él era un día de profunda tristeza, su hija Ángela cumpliría treinta años y la familia estaría celebrando. 
Con todo su trabajo, con todos sus proyectos, él no se había olvidado de su hija, como padre la seguía buscando con desesperación. Su esposa muy temprano ese día se había ido a la iglesia para pedir por su hija, para pedir que se encuentre bien donde sea que pueda estar. Hipolito Mancilla la veía salir en silencio, en ese día ella no le dirigía la palabra porque tal vez en el fondo le echaba la culpa de lo ocurrido a su hija. Si no la hubiera presionado hasta ponerla al punto de la desesperación. Como padre nunca comprendió que era joven y que la unía a Mariano Arias Jr. un amor juvenil del que no quería separarse. Mancilla no se atrevía a decir nada, ni romper el silencio que su esposa sentía. Él no quería desatar una tormenta de dolor por la ausencia de su hija. 
Hipolito Mancilla podía ser un hombre fuerte en los negocios, pero con respecto a su hija era un padre desesperado por el dolor de su ausencia y el no saber donde y cómo estaba viviendo. Se negaba a pensar que su hija no estaba en este mundo, no quería perder la esperanza de volverla a ver y abrazar sin hacer ningún reproche. 
Los festejos continuaban en Santa Emilia, las calles llenas de turistas y parroquianos  que paseaban y probaban los deliciosos platillos de la comida de la región.  
En el hostal "Bienvenidos" Celina también estaba ocupada preparando el comedor para la gente que desee probar su comida, cuando uno de sus jóvenes empleados se acerca y le entrega una carta, era de Adriano...una carta pensó, en estos tiempos de emails ¿una carta? que extraño.
En el salón de su hostal Celina abrió la carta y comenzó a leer, era una carta de pocas líneas  que decía:
Querida Celina: en estos días de mi estadía en la capital he tomado la decisión de quedarme en la ciudad un tiempo muy largo, necesito pensar y planificar mi futuro. Creo que será mejor para los dos seguir nuestro camino, perdón por despedirme así, pero pensé que sería lo mejor. Luego dos líneas más de despedida y eso fue todo.  
Las lágrimas rodaban por sus mejillas, ella jamás imaginó una despedida así, siempre tuvo fe en Adriano y en su relación, pero parece que él no  tomaba con la misma seriedad lo que pasaba entre los dos.                    
Celina secó sus lágrimas, si era el fin mejor ahora que nunca, se sentía en paz, amaba a Adriano y si esa era su decisión, bien aceptaría sus términos y ya. 
Otra carta era recibida por el alcalde Cerillo, el tema era diferente se trataba de su renuncia a la alcaldía, Adriano le pedía disculpas por su accionar de las últimas semanas y le comentaba que se quedaría en la capital un largo tiempo. 
El alcalde Cerillo fue muy directo y solo comentó -granuja así me pagas, después que te apoye tanto, bien pasemos la hoja y no vuelvas a aparecer ante mí porque puedes desatar mi violencia-  ni siquiera tienes el valor de decírmelo en mi cara, pensaba el alcalde mientras arrojaba por pedazos  de la carta  al tacho. 
Mientras tanto, entre los festejos de música y alegría en el pueblo Rafaela se tomaba un descanso, no había un lugar que ella  le agrade más que sentarse un momento en el parque principal, ahí en su banca favorita y a la sombra de un árbol podía disfrutar de un momento de paz y sosiego. Sus pensamientos eran serenos, tranquilos y admirar el volar de las aves la llenaba de calma. 
Algo muy diferente pasaba con Celina, ella estaba triste desconcertada, la actitud de Adriano le había estremecido el alma. 
En ese momento entró en su oficina uno de los empleados que le decía -señorita Celina, acaban de llegar los turistas holandeses que esperábamos mañana ¿qué hacemos?- decía el joven con desesperación y nerviosismo. 
Celina sacudió su tristeza y contestó - ¡qué vamos hacer! pues, recibirlos seguro han adelantado su viaje- comentó algo nerviosa, ella ante todo era una profesional y tenía que cumplir con su trabajo.  

CONTINUARÁ