El frío en la gran montaña era otro factor de peligro, los montañistas habían pasado una noche completa en la nieve y casi se congelan.
El grupo que dirigía Ángel Ripay seguía el camino del descenso, todos hacían sus movimientos con cuidado, el malestar de la altura y la falta de oxígeno ponían al límite la resistencia de sus cuerpos.
Los montañistas holandeses habían celebrado su triunfo y su extraordinaria aventura, ahora cada uno sabía que hacer y hasta donde podía el cuerpo soportar la altura.
Exhaustos, con el cuerpo algo adolorido, seguían el camino estrecho de la montaña, ahora lo más importante era sobrevivir a lo que venía.
El viento helado les recordaba que todavía tenían un largo camino hacia el descenso.
El viento helado les recordaba que todavía tenían un largo camino hacia el descenso.
El grupo de Roberto esperaba a sus compañeros y a la ayuda que habían solicitado. Ellos también habían pasado la noche en medio de la nieve y el frío, el malestar y el dolor de los músculos era un indicador de cansancio. Estaban semi congelados y los heridos no se encontraban bien.
El S.O.S había sido escuchado en el pueblo y el helicóptero se preparaba para subir hasta la cumbre del Gran Nevado. Este partió y cuando subía el piloto se dio cuenta de una gran dificultad, la fuerza del viento entorpecía el ascenso y empujaba la maquina lejos de la montaña, era como si una fuerza impidiera el rescate de los montañistas.
Roberto rogaba ver llegar pronto al grupo de su hermano para todos juntos esperar la ayuda, pero todo parecía indicar que la realidad era otra. Ángel y los montañistas no aparecían porque caminaban despacio, el cansancio los vencía y no podían hacerlo muy rápido.
Cada uno de los montañistas sentían un fuerte malestar y mareos, las ganas de devolver el estómago eran inevitables, era la altura que estaba cobrando su cuota.
El frío y la nieve podían quebrar un espíritu agotado después de vivir una gran hazaña.
El frío y la nieve podían quebrar un espíritu agotado después de vivir una gran hazaña.
El Gran Nevado no dejaría ir fácilmente a los montañistas, ellos tenían que pagar su deuda de sacrificio al haber roto el silencio y la paz de la cumbre.
De pronto, Roberto que se encontraba varios metros mas abajo en la montaña, desde su posición giró y escuchó el sonido del helicóptero que subía para salvarlos pero vio con horror que este luchaba por querer aterrizar sobre la montaña, el viento impedía hacerlo. El piloto buscaba un lugar sólido para aterrizar, hacerlo en una mala posición podía causar que la máquina caiga al vació con resultados desastrosos.
El piloto hizo una maniobra temeraria y logró encontrar suelo firme, él tenía gran entrenamiento en emergencias para estos casos, con suerte y su habilidad logró aterrizar sobre la gran montaña.
De inmediato Paul y Roberto subieron a los dos heridos y a los otros dos montañistas que no se encontraban muy bien, Paul fue el siguiente en subir. Roberto decidió quedarse a esperar al otro grupo que no tardaba en llegar, el piloto comentó que no estaba seguro de poder regresar porque el clima se estaba poniendo más difícil, él insistió en quedarse. Entonces, la máquina partió con el grupo de montañistas.
Roberto veía como se alejaba el helicóptero para poner a salvo a los montañistas, él no quería dejar a su hermano sin saber que había pasado con su grupo e informarle a su vez que regresaría la ayuda para rescatarlos.
El tiempo pasaba el frío se intensificaba y el grupo de Ángel seguía adelante, Roberto intentó comunicarse por radio, tal vez ya había señal pero fue en vano la radio no contestaba.
Levantó la cabeza y vio a lo lejos una pequeña bandera roja que se agitaba, era la señal de Ángel y su grupo, ellos estaban bien y bajaban lentamente desde el camino. Roberto también hizo una señal con la bandera roja y uno a uno los fue contando, estaban todos completos y vivos.
Los hermanos Ripay se dieron un gran abrazo cuando se encontraron, todos estaban felices. Roberto explicó a su hermano lo que había sucedido y porque había pedido ayuda.
Ángel le dio la razón, ahora esperaban que vuelva el helicóptero por ellos. Pasar otra noche en la montaña sería mortal porque no tenían el equipo completo y el cansancio los vencía.
El tiempo pasaba el frío se intensificaba y el grupo de Ángel seguía adelante, Roberto intentó comunicarse por radio, tal vez ya había señal pero fue en vano la radio no contestaba.
Levantó la cabeza y vio a lo lejos una pequeña bandera roja que se agitaba, era la señal de Ángel y su grupo, ellos estaban bien y bajaban lentamente desde el camino. Roberto también hizo una señal con la bandera roja y uno a uno los fue contando, estaban todos completos y vivos.
Los hermanos Ripay se dieron un gran abrazo cuando se encontraron, todos estaban felices. Roberto explicó a su hermano lo que había sucedido y porque había pedido ayuda.
Ángel le dio la razón, ahora esperaban que vuelva el helicóptero por ellos. Pasar otra noche en la montaña sería mortal porque no tenían el equipo completo y el cansancio los vencía.
Cuando el helicóptero aterrizó en Santa Emilia estaban los medios de comunicación presentes para entrevistar a los montañistas pero todos fueron enviados al hospital para que sean examinados, algunos presentaban signos de deshidratación y los heridos no se encontraban muy bien, ellos tenían signos de congelamiento.
El público que estaba reunido a su alrededor, aplaudían a los montañistas, ellos habían regresado después de retar a la montaña.
Ahora se tenía subir de nuevo con el helicóptero y rescatar al grupo que faltaba, ellos no podían pasar otra noche en la altura.
El piloto no lo pensó dos veces y partió al rescate de los que faltaban, en unas horas iba a oscurecer y el rescate sería imposible.
Mientras en la altura, Ángel comentó con Roberto que la avalancha de nieve había borrado casi el camino de regreso y el peligro de caer en una grieta era una realidad.
-Debemos esperar a que regrese el helicóptero, ellos no pueden abandonarnos en medio de la nieve y el frío- decía Ángel preocupado porque pronto iba a oscurecer.
Unas horas de tensión, nadie hablaba, en su fuero interno no perdían la esperanza de ver aparecer el helicóptero en medio de las montañas.
El viento helado arreciaba y el sonido de las hélices del helicóptero los volvió a todos a la realidad, estaban a salvados.
De nuevo el piloto tuvo que hacer uso de toda su habilidad para aterrizar la máquina.
Los montañistas miraban con desesperación sus esfuerzos y el peligro de caer, pero al final logró su acometido y aterrizó; con la poca fuerza que les quedaba, los montañistas subieron al helicóptero para dar las gracias al piloto por sus esfuerzos y a Dios que lo había permitido.
Atrás quedaba el Gran Nevado y sus peligros, los montañistas habían luchado por llegar a la cumbre y la montaña había sido un duro oponente.
El helicóptero aterrizó en el pueblo y gran cantidad de público los esperaba, los aplaudía y los felicitaba, todos fueron llevados al hospital para ser examinados y estabilizados.
La prensa nacional y extranjera los rodeaba, querían entrevistarlos. El enviado de la embajada de Holanda se encargaba que sus compatriotas se encuentren bien y sean auxiliados.
La gran aventura se había terminado, la hazaña se había logrado, todo el grupo jamás olvidarían lo vivido.
El Gran Nevado fue un oponente recio y no les dio tregua, puso a los holandeses al extremo de sus fuerzas y resistencia, ahora él descansaba tranquilo después de dar su dura batalla.
La noticia dio vuelta al mundo, los noticieros informaban sobre los montañistas y su hazaña. Desde el hospital daban algunas entrevistas pero tenían que descansar y recuperar la fuerza, en unos días volverían a su país.
El piloto del helicóptero también fue felicitado y aplaudido, él había logrado un limpio y gran rescate. Teodoro Cerillo agradeció su colaboración y lo declaró hijo predilecto de Santa Emilia.
En Santa Emilia y San Pablo los pobladores no tenían otro tema de conversación que lo vivido por los holandeses y los hermanos Ripay, ellos fueron entrevistados por televisión
Los hermanos contaban su historia de vida, eran reservistas del ejército y habían sido entrenados para casos de sobrevivencia y todo esto les fue útil para cumplir con el trabajo de cuidar a los montañistas.
El alivio de saber que todos estaban a salvo permitió que regrese la tranquilidad a Santa Emilia, los pobladores sentían que habían vivido junto a los montañistas su aventura, además de salir en todos los noticieros el rededor del mundo el pueblo entero.
Tres días más tarde los holandeses recuperados y sanos se preparaban para partir, se despedían de Celina en el hostal "Bienvenidos" y cancelaban sus cuentas.
James le dijo a Celina que quería mantener una comunicación con ella, él en unos meses regresaría pero ahora solo como turista. Ella aceptó, sentía que había ganado un amigo.
Rafaela y su madre también comentaban lo feliz que el pueblo se sentía de ver a los montañistas regresar a su país a salvo, era un gran experiencia vivida y ganada.
Barzan llegaba a buscar a Rafaela con un gran ramo de rosas, él se había perdido toda la hazaña del rescate porque había estado en la capital convenciendo a su padre de no vender el fundo de su abuelo y lo había logrado.
Ahora, él se comprometió a dirigir la empresa para seguir adelante.
Rafaela le contó a Barzan los detalles del rescate y que todo había tenido un final feliz.
-Que bueno Barzan, lograste convencer a tu padre de no vender el fundo.
-Si, él tenía la idea de que yo no quería seguir dirigiendo el fundo pero ahora todo es distinto, quiero quedarme a vivir en Santa Emilia contigo y de uno de sus bolsillos sacó una pequeña caja de terciopelo azul.
Rafaela quedó en suspenso, entonces Barzan se inclinó hacia ella y le hizo la gran pregunta.
-¿Rafaela quieres casarte conmigo?.
Ella no sabía qué hacer, todo fue tan rápido, tan inesperado, ella quería a Barzan y la idea de casarse con él era muy romántica pero qué decir, qué palabras escoger para un momento así...
CONTINUARÁ.
El público que estaba reunido a su alrededor, aplaudían a los montañistas, ellos habían regresado después de retar a la montaña.
Ahora se tenía subir de nuevo con el helicóptero y rescatar al grupo que faltaba, ellos no podían pasar otra noche en la altura.
El piloto no lo pensó dos veces y partió al rescate de los que faltaban, en unas horas iba a oscurecer y el rescate sería imposible.
Mientras en la altura, Ángel comentó con Roberto que la avalancha de nieve había borrado casi el camino de regreso y el peligro de caer en una grieta era una realidad.
-Debemos esperar a que regrese el helicóptero, ellos no pueden abandonarnos en medio de la nieve y el frío- decía Ángel preocupado porque pronto iba a oscurecer.
Unas horas de tensión, nadie hablaba, en su fuero interno no perdían la esperanza de ver aparecer el helicóptero en medio de las montañas.
El viento helado arreciaba y el sonido de las hélices del helicóptero los volvió a todos a la realidad, estaban a salvados.
De nuevo el piloto tuvo que hacer uso de toda su habilidad para aterrizar la máquina.
Los montañistas miraban con desesperación sus esfuerzos y el peligro de caer, pero al final logró su acometido y aterrizó; con la poca fuerza que les quedaba, los montañistas subieron al helicóptero para dar las gracias al piloto por sus esfuerzos y a Dios que lo había permitido.
Atrás quedaba el Gran Nevado y sus peligros, los montañistas habían luchado por llegar a la cumbre y la montaña había sido un duro oponente.
El helicóptero aterrizó en el pueblo y gran cantidad de público los esperaba, los aplaudía y los felicitaba, todos fueron llevados al hospital para ser examinados y estabilizados.
La prensa nacional y extranjera los rodeaba, querían entrevistarlos. El enviado de la embajada de Holanda se encargaba que sus compatriotas se encuentren bien y sean auxiliados.
La gran aventura se había terminado, la hazaña se había logrado, todo el grupo jamás olvidarían lo vivido.
El Gran Nevado fue un oponente recio y no les dio tregua, puso a los holandeses al extremo de sus fuerzas y resistencia, ahora él descansaba tranquilo después de dar su dura batalla.
La noticia dio vuelta al mundo, los noticieros informaban sobre los montañistas y su hazaña. Desde el hospital daban algunas entrevistas pero tenían que descansar y recuperar la fuerza, en unos días volverían a su país.
El piloto del helicóptero también fue felicitado y aplaudido, él había logrado un limpio y gran rescate. Teodoro Cerillo agradeció su colaboración y lo declaró hijo predilecto de Santa Emilia.
En Santa Emilia y San Pablo los pobladores no tenían otro tema de conversación que lo vivido por los holandeses y los hermanos Ripay, ellos fueron entrevistados por televisión
Los hermanos contaban su historia de vida, eran reservistas del ejército y habían sido entrenados para casos de sobrevivencia y todo esto les fue útil para cumplir con el trabajo de cuidar a los montañistas.
El alivio de saber que todos estaban a salvo permitió que regrese la tranquilidad a Santa Emilia, los pobladores sentían que habían vivido junto a los montañistas su aventura, además de salir en todos los noticieros el rededor del mundo el pueblo entero.
Tres días más tarde los holandeses recuperados y sanos se preparaban para partir, se despedían de Celina en el hostal "Bienvenidos" y cancelaban sus cuentas.
James le dijo a Celina que quería mantener una comunicación con ella, él en unos meses regresaría pero ahora solo como turista. Ella aceptó, sentía que había ganado un amigo.
Rafaela y su madre también comentaban lo feliz que el pueblo se sentía de ver a los montañistas regresar a su país a salvo, era un gran experiencia vivida y ganada.
Barzan llegaba a buscar a Rafaela con un gran ramo de rosas, él se había perdido toda la hazaña del rescate porque había estado en la capital convenciendo a su padre de no vender el fundo de su abuelo y lo había logrado.
Ahora, él se comprometió a dirigir la empresa para seguir adelante.
Rafaela le contó a Barzan los detalles del rescate y que todo había tenido un final feliz.
-Que bueno Barzan, lograste convencer a tu padre de no vender el fundo.
-Si, él tenía la idea de que yo no quería seguir dirigiendo el fundo pero ahora todo es distinto, quiero quedarme a vivir en Santa Emilia contigo y de uno de sus bolsillos sacó una pequeña caja de terciopelo azul.
Rafaela quedó en suspenso, entonces Barzan se inclinó hacia ella y le hizo la gran pregunta.
-¿Rafaela quieres casarte conmigo?.
Ella no sabía qué hacer, todo fue tan rápido, tan inesperado, ella quería a Barzan y la idea de casarse con él era muy romántica pero qué decir, qué palabras escoger para un momento así...
CONTINUARÁ.
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