En medio del dolor y la resignación, los pobladores aceptaban que tenían que seguir adelante. La vida continuaba, ahora los sobrevivientes iban a reunirse en una asamblea para solucionar todos los problemas que como pueblo se presentaban.
Rafaela, doña Elvira, Tadeo y Barzan también estaban presentes para rendir un sentido homenaje a los que se fueron.
Rafaela recordaba a su querida amiga Celina y a su familia, a la siempre recordada madre Clementina y las hermanas del convento, a los vecinos que ya no estaban. Ella sabía que iba a extrañar a su amiga con la que solía conversar de tantos temas y a la cual la unía una gran amistad.
La hermana de Celina había llegado al pueblo solo para enterarse que su familia completa había desaparecido bajo la avalancha, Rafaela comentaba con ella como fue la noche de la tragedia en el pueblo. Rosalba lloraba la terrible pérdida... ¿qué haría ahora sin sus padres y hermana?.
El horror de ver desaparecer dos pueblos con las terribles consecuencias del dolor y el sufrimiento de los que quedaban vivos.
Nadie levantaba la voz para culpar al Gran Nevado de lo sucedido, para ellos la montaña también era sagrada, era parte de la vida del valle. Algunos llegaban a comentar que sin ella la región no sería la misma y no tendría vida.
Al día siguiente de la última despedida, en el campamento que habían formado los sobrevivientes, se realizó una reunión. Todos querían hablar, decir algo fue necesario pedir orden para ponerse de acuerdo.
El primer acuerdo en el que todos pensaban era el mismo: Todos ellos se quedarían en la región para buscar un lugar donde fundar el nuevo pueblo, ya no serían dos, solo sería uno y todos trabajarían para mantenerse unidos.
Otro de los acuerdos era y esto fue un voto unánime: la nueva alcaldesa del pueblo sería Margarita Estrada, con ella se asentarían en el lugar escogido para la fundación del pueblo que se llamaría Nueva Esperanza porque todos sentían que después de la tragedia se abría paso la esperanza de estar vivos y de comenzar de nuevo.
Otro de los acuerdos era y esto fue un voto unánime: la nueva alcaldesa del pueblo sería Margarita Estrada, con ella se asentarían en el lugar escogido para la fundación del pueblo que se llamaría Nueva Esperanza porque todos sentían que después de la tragedia se abría paso la esperanza de estar vivos y de comenzar de nuevo.
Margarita Estrada sería la encargada de hacer realidad la fundación de este pueblo y organizar a la gente nadie quería discordias y aceptarían lo que diga la alcaldesa. Para todos era una segunda oportunidad que la vida les ofrecía.
La nueva alcaldesa agradeció la confianza depositada en su persona y prometió estar a la altura de lo que esperaban los pobladores. Con sus palabras de agradecimiento se recordó también al alcalde Teodoro Cerillo, sus palabras fueron sentidas para rendir honor al alcalde que dedicó su vida a Santa Emilia.
-Ahora ya no había pobladores de Santa Emilia ni de San Pablo, ahora somos pobladores de Nueva Esperanza pero no debemos olvidar a nuestros alcaldes ni a nuestros seres queridos que se fueron- con estas palabras Margarita Estrada daba por finalizado su discurso de agradecimiento.
Hipólito Mancilla se encontraba entre los pobladores, estaba en silencio, no quería decir palabras que creen discordia entre la gente, estaba fatigado de tanto enfrentamiento. Mientras los pobladores se organizaban, él dio media vuelta y se fue a su casa del fundo, esta era su nueva vivienda para él y su esposa, ahí quería pasar sus últimos días. De ese lugar nadie lo movería porque ahí había enterrado a sus hijos y quería estar cerca de ellos.
Él ya se había despedido de su amigo Mariano Arias, con el que estuvo enfrentado tanto tiempo en pleitos absurdos que ahora recién reconocía.
Él ya se había despedido de su amigo Mariano Arias, con el que estuvo enfrentado tanto tiempo en pleitos absurdos que ahora recién reconocía.
En el campamento Margarita Estrada pensaba que era una gran responsabilidad la que tenía, todos querían que ella estuviera a la altura de las circunstancias.
Todos querían paz y para ello se necesitaba trabajar muy duro para crear el nuevo pueblo.
Alguien en el campamento había comentado... -la ciudadela Pre-Inca está intacta, ella no ha sufrido ningún desastre y esto se debe a que se encuentra en un lugar estratégico, los antiguos pobladores la habían construido en ese lugar para protegerla. Ellos vivían ahí y se alimentaban de los frutos que les proporcionaba la tierra.
Comenzar de nuevo era trabajar todos unidos y esto deseaban hacer los pobladores, además querían estar cerca a sus familiares que se habían ido.
En San Pablo ya no había nadie, los que quedaron estaban en el campamento junto a la gente de Santa Emilia.
Los escuadrones de rescate que se habían formado, recorrían lo que había quedado del pueblo para ver si alguien aún estaba vivo, pero no, en el lugar solo se veía desolación y desastre.
Algunos pobladores pensaban en la mina para volver activarla después de todo era un lugar que proporcionaba trabajo a la gente, pero esto sería difícil, porque se tendría que invertir demasiado dinero para rescatarla de los escombros.
Ahora San Pablo y Santa Emilia eran solo un recuerdo en la memoria de los pobladores y el lugar de descanso de sus familiares.
Un mes más tarde de lo ocurrido en el valle y de tanto sufrimiento de la gente; en el fundo de Barzan, Rafaela y él conversaban sobre su futuro y lo que deseaban hacer. Ambos llegaron a la conclusión de que querían vivir juntos lo que les quedaba de vida, era su deseo libre de cualquier obligación.
La vida era ahora y el amor estaba junto a ellos, Rafaela aceptó casarse con Barzan no deseaban esperar más.
La boda se realizarían, en una ceremonia sencilla nada de festejos, ni baile, ni música, la tragedia, el dolor y la pérdida de vidas estaba muy cerca, no era justo hacer una fiesta.
Una mañana de un domingo lleno de sol, en la pequeña iglesia de una localidad cercana Barzan y Rafaela unían sus vidas frente al altar de Dios y junto al sacerdote que los casaba, ella vestía un sencillo traje blanco de gasa que su amiga Marguitte había traído desde la capital por encargo de su amiga. Marguitte y su esposo Samuel al enterarse de los terribles acontecimientos quisieron ir al lado de Rafaela cuando se enterraron que ella estaba bien y que se casaba.
Alguien en el campamento había comentado... -la ciudadela Pre-Inca está intacta, ella no ha sufrido ningún desastre y esto se debe a que se encuentra en un lugar estratégico, los antiguos pobladores la habían construido en ese lugar para protegerla. Ellos vivían ahí y se alimentaban de los frutos que les proporcionaba la tierra.
Comenzar de nuevo era trabajar todos unidos y esto deseaban hacer los pobladores, además querían estar cerca a sus familiares que se habían ido.
En San Pablo ya no había nadie, los que quedaron estaban en el campamento junto a la gente de Santa Emilia.
Los escuadrones de rescate que se habían formado, recorrían lo que había quedado del pueblo para ver si alguien aún estaba vivo, pero no, en el lugar solo se veía desolación y desastre.
Algunos pobladores pensaban en la mina para volver activarla después de todo era un lugar que proporcionaba trabajo a la gente, pero esto sería difícil, porque se tendría que invertir demasiado dinero para rescatarla de los escombros.
Ahora San Pablo y Santa Emilia eran solo un recuerdo en la memoria de los pobladores y el lugar de descanso de sus familiares.
Un mes más tarde de lo ocurrido en el valle y de tanto sufrimiento de la gente; en el fundo de Barzan, Rafaela y él conversaban sobre su futuro y lo que deseaban hacer. Ambos llegaron a la conclusión de que querían vivir juntos lo que les quedaba de vida, era su deseo libre de cualquier obligación.
La vida era ahora y el amor estaba junto a ellos, Rafaela aceptó casarse con Barzan no deseaban esperar más.
La boda se realizarían, en una ceremonia sencilla nada de festejos, ni baile, ni música, la tragedia, el dolor y la pérdida de vidas estaba muy cerca, no era justo hacer una fiesta.
Una mañana de un domingo lleno de sol, en la pequeña iglesia de una localidad cercana Barzan y Rafaela unían sus vidas frente al altar de Dios y junto al sacerdote que los casaba, ella vestía un sencillo traje blanco de gasa que su amiga Marguitte había traído desde la capital por encargo de su amiga. Marguitte y su esposo Samuel al enterarse de los terribles acontecimientos quisieron ir al lado de Rafaela cuando se enterraron que ella estaba bien y que se casaba.
Amigos cercanos y familiares venidos de Lima estaban presentes, todos en silencio escuchaban las palabras del sacerdote que los casaba y les deseaba... ¡felicidad!
Al salir de la iglesia los novios eran felicitados por los invitados, ellos les arrojaban pétalos de rosas.
En el fundo de la familia de Rafaela se celebró la boda civil, Margarita Estrada ya alcaldesa oficial los casaba. Rafaela y Barzan eran la primera pareja de esposos en el nuevo pueblo.
Después de la ceremonia civil se realizó un almuerzo donde Los padres de Barzan fueron los primeros en hablar y desear a su hijo y a su esposa lo mejor en su nueva vida.
Doña Elvira también quería hablar y abrazar a su hija querida y ahora a su nuevo hijo Barzan y aunque no había música, si había alegría por la felicidad de los novios.
En un momento Marguitte y Samuel se acercaron a la pareja para felicitarlos, estaban muy felices por sus amigos.
Rafaela y Barzan iniciaban una nueva vida y celebraban su amor. Ellos querían vivir la aventura de estar juntos, agradecer al cielo por estar vivos y fundar su nueva familia, en el pueblo llamado "Nueva Esperanza".
La vida era ahora para que esperar más, el amor estaba con ellos y el cielo les daba sus bendiciones.
Al salir de la iglesia los novios eran felicitados por los invitados, ellos les arrojaban pétalos de rosas.
En el fundo de la familia de Rafaela se celebró la boda civil, Margarita Estrada ya alcaldesa oficial los casaba. Rafaela y Barzan eran la primera pareja de esposos en el nuevo pueblo.
Después de la ceremonia civil se realizó un almuerzo donde Los padres de Barzan fueron los primeros en hablar y desear a su hijo y a su esposa lo mejor en su nueva vida.
Doña Elvira también quería hablar y abrazar a su hija querida y ahora a su nuevo hijo Barzan y aunque no había música, si había alegría por la felicidad de los novios.
En un momento Marguitte y Samuel se acercaron a la pareja para felicitarlos, estaban muy felices por sus amigos.
Rafaela y Barzan iniciaban una nueva vida y celebraban su amor. Ellos querían vivir la aventura de estar juntos, agradecer al cielo por estar vivos y fundar su nueva familia, en el pueblo llamado "Nueva Esperanza".
La vida era ahora para que esperar más, el amor estaba con ellos y el cielo les daba sus bendiciones.
FIN
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