domingo, 15 de diciembre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

El doctor Benites examinaba a la paciente con cuidado, él estaba atento a cada síntoma.  
La temperatura de su cuerpo era normal, aunque ella estaba todavía en un estado delicado. 
Después de un largo silencio, el doctor escribió en la historia clínica de la paciente y  dijo a la enfermera.
-No debes decir nada a la familia, no quiero que abriguen esperanzas antes de tiempo, la paciente puede estar bien hoy día y mañana vuelve la fiebre más elevada y retrocedemos todo lo avanzado. He visto muchos casos así. Si en  los próximos días,  ella  continúa mejorando y no hay fiebre entonces podemos decir que el virus se ha debilitado y que hay buenos signos de recuperación. Por el momento no digamos nada. 
El doctor Benites salió de la habitación y se encontró con Alma, ella preguntó ¿cómo había amanecido su hija?. 
El doctor la vio tan angustiada que decidió hablar con ella y contarle cómo había encontrado Alida. Le explicó al detalle sobre su salud y fue enfático: 
-No debemos cantar victoria todavía y decir que ella está libre del virus. Es mejor esperar unos días más para saber como sigue evolucionando su enfermedad. Mientras tanto va seguir con las medicinas y en aislamiento-.
Una luz de esperanza se abrió para Alma, que no dejaba de llorar, el cielo la había escuchado.   
-Calma, no debe ponerse así- decía el doctor - tenemos que seguir siendo fuertes para apoyar Alida, ella ahora necesita que nosotros seamos fuertes-. 
El doctor dijo estas palabras y se despidió de Alma que agradeció haberle dicho la verdad, luego  se acercó a la ventana de vidrio que la separaba de su hija y vio que Alida dormía, sabía que estaba sin fiebre, eso dijo el doctor y ese era un paso adelante para su recuperación, solo tenía que seguir con la medicina aunque está tuviera efectos secundarios. 
La tía Vera llegó unos minutos más tarde y Alma le contó a su hermana lo que había hablado con el doctor 
-Ahora me siento con más tranquilidad, al saber que Alida a dado un paso en su recuperación, eso me hace feliz-. decía la madre de Alida. 
-Alma no quiero ser pesimista, tu sabes que yo quiero mucho Alida pero debemos esperar para decir que está fuera de peligro, el doctor ha sido claro en ello.
-Si... si, es verdad, debemos esperar unos días para estar seguros que Alida va a estar bien- comentó Alma con una leve sonrisa. La felicidad se veía reflejaba en su rostro, su hija estaba reaccionando y ella rogaba al cielo que continúe así. 
Gervacio llegó al Centro Médico en la noche, Alma y Vera ya se habían retirado. Él por su trabajo no podía salir temprano. Habló con la enfermera de turno para saber cómo estaba  Alida y ella le comentó las buenas noticias, pero le hizo la advertencia: -no debía pensar que estaba fuera de peligro. La enfermedad puede recrudecer y esa era una posibilidad muy grande-.    
El tiempo pasaba y cuatro días más tarde, Alida seguía sin fiebre ya no deliraba por la temperatura y se mantenía despierta más horas. Al quinto día Alma pidió al doctor  entrar a la habitación unos minutos para hablar con Alida. El doctor dudo unos segundos y contestó: 
-Solo va entrar diez minutos, no se debe exponer Alida a ninguna contaminación, ella está con las defensas bajas, hasta una simple gripe puede ser mortal. Es importante protegerla-. dijo el doctor muy serio.
La enfermera trajo para Alma guantes, un mandil, mascarilla y botas desechables para cubrirse los pies, nada debía contaminar la habitación. Alma se quitó los zapatos y entró a la habitación, estaba bien cubierta para proteger Alida. Vera la esperaba en el pasillo, ella no debía entrar, por el momento las visitas estaban restringidas, solo la madre estaba permitida.  El doctor fue claro en esto y dio la orden a la enfermera para que sea estricta. 
Alma se acercó a la cama de su hija, Alida abrió los ojos y vio que su madre estaba a un lado. Ella disimulaba su tristeza, no quería que su hija la viera llorar. 
-Alida como te sientes, todos estamos preocupados por tu salud-. comentó Alma cuidando sus palabras para no preocuparla. 
-Me siento mejor madre, ya no tengo fiebre y creo que voy a sanar- contestó Alida haciendo un esfuerzo.          
Madre e hija conversaron por unos minutos más, Alma le daba ánimos a su hija para su pronta recuperación.
-No puedo quedarme mucho tiempo conversando contigo, el doctor a dado la orden de no permitir visitas, es por tu salud.   
La enfermera entró a la habitación se habían cumplido los diez minutos y le advirtió Alma que debía salir para seguir las ordenes del doctor.
-Si la paciente sigue así, pronto se ira a su casa- dijo la enfermera.
Alma no protestó, se despidió de su hija, tenía que hacer caso al doctor, no quería que Alida retroceda en el tratamiento. 
Ese mismo día en la noche Gervacio llegó para ver Alida, la enfermera  vio que miraba a Alida por el vidrio, en su rostro había tristeza, entonces ella se acercó y le permitió entrar a la habitación solo después de cubrir su ropa  como lo había hecho Alma en la mañana.  
Gervacio entró a la habitación muy despacio, Alida dormía pero al sentir un pequeño ruido despertó,  él entonces comentó -¿cómo estas? no hables si te sientes cansada- Alida movió la cabeza en señal de negación y contestó:
-Me siento mejor aunque me duele todo el cuerpo, no se porque, seguro  debe ser por la fiebre que he tenido-  contestó muy despacio. 
-No te preocupes, todo va estar bien y pronto te iras a casa, estoy seguro de ellos- comentó Gervacio. Conversaron unos minutos, él tenia cuidado de no agotar Alida, ella todavía estaba débil.
La enfermera  entró a la habitación  para decir que la visita había terminado, Gervacio sintió que el tiempo había volado, se despidió de Alida. 
La visita fue breve pero se sintió tranquilo y feliz, era mejor seguir al pie las indicaciones del doctor para evitar cualquier complicación.  
Cuando Gervacio se marchó Alida se quedó sola en la habitación, por momentos recordaba cuando estaba con fiebre y su cerebro no coordinaba con la realidad, ella deliraba y sus pensamientos eran confusos. Recordaba ver una luz brillante hacia donde ella caminaba y de pronto todo se volvía oscuridad, a lo lejos escuchaba voces pero no comprendía lo que hablaban. No podía moverse porque sentía que su cuerpo pesaba una tonelada y su respiración era lenta. 
Alida se estremecía de miedo al recordar esos momentos de confusión y fiebre alta que la dejaban inconsciente. Ahora se sentía un poco mejor pero sin fuerzas para moverse con libertad.  
Al día siguiente después de examinar a la paciente, el doctor ordenó un nuevo examen de sangre, se sentía más optimista sobre la salud de Alida, él pensaba que habían superado lo peor de la enfermedad, pero se debía seguir teniendo el mismo cuidado.
Nada era suficiente para seguir el camino a la recuperación. El doctor Benites quería ver los resultados del nuevo examen de sangre.
Al salir al pasillo el doctor vio que Alma lo esperaba, entonces comentó -si Alida sigue este camino en su recuperación, en unos días más le podemos dar de alta, pero primero quiero esperar los  resultados del nuevo examen de sangre-.
Alma no cabía en su cuerpo de tanta felicidad, por fin su hija iría a la casa y ella ayudaría para que se recupere completamente. 
-Doctor que bueno escuchar sus palabras, por fin mi hija está mejor-. contestó Alma más tranquila. 
-Sí, pero hay que esperar que dicen los exámenes, ya le he comentado que debemos tener cuidado y no adelantarnos a los hechos- terminó de decir el doctor y se retiró. 
Alma se preparó para entrar al cuarto de su hija, Alida descansaba pero estaba despierta, al ver entrar a su madre habló con ella,  algunas palabras no podía tener una larga conversación, la enfermedad la había debilitado, pero de todas maneras se sentía mejor que semanas atrás.
Cuando la visitaba Gervacio era lo mismo, ella hablaba poco y solo por diez minutos, la enfermara era igual de estricta con Alma y Gervacio.           
Pero había una diferencia, nadie sabía que Gervacio también entraba en la habitación para ver y hablar con Alida unos minutos. 
La enfermera comprendía la preocupación de Gervacio por Alida.
Los resultados del examen de sangre habían llegado y el doctor Benites los examinaba con cuidado. Una sonrisa se dibujo en su rostro, Alida había salido del peligro y podía dar la orden de alta. En su casa los cuidados y con una dieta saludable pronto estaría completamente repuesta.
Subió al quinto piso para examinar a la paciente. Alida se encontraba despierta,  después de examinarla conversó con ella para preguntar como se sentía, ella contestó que se sentía mejor y que coordinaba sus pensamientos y su cuerpo por fin la abedecia.  
El doctor sonrió y dijo -mañana te voy a dar de alta ya puedes ir a tu casa, tus exámenes están muy bien y el virus ha abandonado tu cuerpo, felicitaciones- comentó el doctor satisfecho por Alida y su familia. Ella no podía sentirse más feliz. Le daba las gracias al doctor por no rendirse ante el virus.  
Cuando se encontró con Alma en el pasillo le dijo lo mismo que Alida y además  agregó -hemos luchado muy fuerte y no le dimos oportunidad al virus, que demostró ser muy peligroso, ahora puedo decir que Alida está fuera de peligro. Tenemos que sentirnos aliviados, mañana puede irse a su casa-.  
Alma casi lloraba de felicidad y agradecía una y otra vez al doctor por haber curado a su hija -sin usted no lo hubiéramos logrado, siempre tendrá mi gratitud.- contestó Alma entre lágrimas.
Alida en su habitación también se sentía feliz, era tiempo de agradecer al cielo por escuchar sus ruegos y permitirle salir adelante. En silencio rezo unas oraciones como gratitud infinita a Dios.

CONTINUARÁ    
     
   

domingo, 8 de diciembre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

Alida comenzó a recibir la nueva medicina, ahora quedaba tener paciencia y esperar unos días para ver si salia del cuadro de emergencia.  
Alma, la tía Vera y Gervacio guardaban grandes esperanzas sobre la salud de Alida.
Unos días después de recibir la medicina, Alida por momentos recuperaba la conciencia y pedía una y otra vez lo mismo, recuperarse, su deseo de aferrarse a la vida con todas sus fuerzas podía ayudarla a sanar aunque el doctor comenzó a notar nuevos síntomas que eran para preocuparse.
Las dosis del antivirus  eran altas, tenía que ser así para no dar oportunidad al virus que tome fuerza era necesario debilitarlo, ésto hizo que Alida comience a perder cabello, las uñas se le rompan y la piel se le reseque con el resultado de tener un aspecto escamoso. 
El doctor Benites, todos los días examinaba a la paciente para ver su progreso, pero éste todavía no se manifestaba, él no quería dar falsas esperanzas a la familia.  
Alma en silencio rezaba por su hija y Vera a su lado hacía lo mismo, Gervacio iba y venía nervioso por el corredor, sin tener la buena noticia de que el virus se debilitaba y abandonaba el cuerpo de Alida. Pensaba si el doctor había dicho que la nueva medicina era un gran antídoto  entonces porque no mejoraba.     
Hasta ese momento no habían buenos resultados a pesar que la medicina era una fuerte dosis.   La vida de la paciente corría riesgos y el doctor se sentía con las manos atadas, pero aun así, se debía esperar unos días más para dar oportunidad a la medicina que se le había administrado.  
Si el antivirus no surtía efecto, no se podía subir más la dosis, hacerlo sería envenenar la sangre de la paciente y causar su muerte. Todos veían con gran dolor que la vida de Alida se escapaba lentamente.
Una noche en el silencio de su habitación Alida despertó, no tenía fuerzas para moverse y unas lágrimas caían por su rostro.  Ella quería vivir y repetía: 
 -Por favor, todavía no es el momento, te ruego mi Dios no quiero morir- eran las mismas palabras de unos días atrás, era el mismo ruego.  
Gervacio, en su casa una noche cuando había regresó de visitar Alida, conversaba con sus padres Celeste y Fabian sobre ella.   No habían buenas noticias, no mostraba signos de recuperación.
-Mañana temprano el doctor va ordenar otro examen de sangre para ver si hay alguna novedad, pero en el estado de Alida no se puede estar extrayendo sangre cada día- decía Gervacio con pesar.
Fabian el padre contestó -todavía hay que esperar un poco más, no pierdas la calma, ella es una joven fuerte-.
-Padre el estado en que se encuentra Alida es terrible, el cabello se le está cayendo, la piel se le ha resecado y tiene una palidez que hace pensar lo peor- contestó Gervacio.
Celeste la madre estaba en silencio, no quizó intervenir para no alterar más a su hijo que estaba preocupado y nervioso. Ella sabía que él se sentía culpable, pero como hacerle entender que en una situación así nadie es culpable de este lamentable accidente.       
Otra semana más transcurrió y Alida una mañana en su habitación, comenzó           
a delirar por la fiebre alta ,la enfermera que la atendía se dio cuenta y le tomó la temperatura, era muy alta. Ella sabía  como actuar en este caso, mandó a traer hielo para ayudarla a bajar la fiebre. 
La enfermera lamentaba el estado en el que se encontraba la paciente. Nadie se atrevía a asegurar que ella saldría adelante. 
Alma en el corredor esperaba a la enfermera para preguntar como había amanecido su hija. 
Al salir de la habitación y después de responder todas las preguntas de Alma, no le dijo que había vuelto la fiebre, era mejor no preocuparla por el momento,  se disculpó y bajo a buscar al doctor para comunicarle que la paciente volvía a tener fiebre. 
El doctor Benites se tocaba la cabeza, ya no sabía que más hacer, solo se podía  esperar que Alida muestre signos de recuperación. 
Una mañana desde el campamento de investigación, Trevor por fin logró comunicarse con Gervacio antes que éste se vaya con dirección al Centro Médico, preguntó por la salud de Alida, todos en el campamento se habían quedado preocupados por ella. 
-Gervacio, al no saber nada de ustedes por fin pude comunicarme contigo, dime ¿cómo está Alida? ¿qué era lo que tenía?-.
-Trevor, disculpa, no te llamé antes porque no hay buenas noticias, Alida no está bien- contestó Gervacio y le contó a Trevor sobre su salud y todo lo que había pasado en el tiempo transcurrido. 
-Es una gran tristeza lo que me dices, aquí los demás ya han regresado a sus respectivos países pero dejaron saludos para ella y los buenos deseos de su pronta recuperación, Claire me dijo que le envíe un saludo especial  y si en algún momento  puede comunicarse que la llame a su teléfono y me dio su número.
Gervacio agradeció a Trevor sus palabras, pero él no estaba seguro de lo que iba a suceder en el futuro. 
Trevor agregó -en unos días más yo también regreso a mi país y el campamento se queda cerrado por que se acerca la estación de las lluvias y tú sabes que es imposible trabajar en esa época. Cuando esté en Lima me gustaría verte para saber más sobre Alida.
Gervacio estuvo de acuerdo y quedaron en encontrarse con Trevor cuando él llegue a la capital. 
Mientras las noticias en el Centro Medico no cambiaban,  al menos Alida no empeoraba y ese era un pequeño signo de esperanza.
Gervacio en su trabajo no podía pedir más permisos, con el riesgo despido, tuvo que incorporarse a su oficina, tenía bastante trabajo acumulado y por unas horas, era un escapada para que su mente se disipe de tanta preocupación.
Ese mismo día en la tarde en el Centro Médico, el doctor había citado Alma en su consultorio, ella y su hermana Vera hablaban con el doctor que les comunicaba el estado actual de la paciente.
-En la mañana, hemos tenido una junta médica para volver a examinar el caso de Alida, es mejor informarle que ella no muestra signos de cambio y ya no se puede administrar una dosis más fuerte. Es difícil decir esto pero si ella no se recupera no hay más que hacer. El virus que la atacado es muy potente y está soportando la medicina. Vamos a esperar un poco para extraer sangre, en el estado que ella se encuentra no quiero debilitar más.                
Alma no tenía palabras, ahora no sabía que hacer o decir, ella no aceptaba que su hija estaba grave.
Vera intervino -doctor, no se puede cambiar de medicina, tal vez eso haría una diferencia  en la salud de Alida.   
-Señora la medicina que se le está dando, es lo último en el campo médico para combatir este virus, no hay por ahora otra más. Ella está recibiendo fuertes dosis del mismo, subir a más, su cuerpo no lo resistiría. Tenemos que esperar-. contestó el doctor un poco impaciente.  
Alma y Vera terminaron de hablar con él y salieron unos segundos a la cafetería, Alma quería agua para tomar un calmante, se sentía mal.
Una hora antes Trevor y Gervacio se habían encontrado y llegaban al Centro Médico para visitar Alida. 
Gervacio le había advertido a Trevor que solo se le podía ver a través de un vidrio, ambos subieron al quinto piso cuando Alma y Vera estaban ausentes. Trevor pudo ver Alida por el vidrio, éste se sintió alarmado de cómo vio Alida, no era la joven alegre y sonriente que el había conocido.
-Solo espero que ella supere ésta enfermedad, es terrible ver cómo se ha consumido- comentó Trevor. 
Ambos estaban en silencio y miraban Alida cuando llegaban Vera y Alma al quinto piso. Gervacio les presentó a Trevor y les comentó que él era uno de los científicos que habían conocido en  el campamento. Alma lo saludo y Vera hizo lo propio.
Trevor notó que la madre no se sentía bien y comentó -señora espero que pronto Alida supere esta enfermedad, estoy seguro que así será-  se despidió de las dos mujeres y se retiró, Gervacio lo acompaño hasta la salida del Centro Médico para despedir al amigo.
-Gervacio no te olvides de llamar y decirme que Alida está bien de salud, debes pensar de esa manera-  comentó Trevor para animar a Gervacio. 
Los amigos se despidieron y Gervacio subió de nuevo para saber más sobre Alida. Vera fue la que le informó las últimas noticias. Alma estaba en silencio no hablaba, le temblaban las manos. 
Gervacio escuchó a Vera y una profunda tristeza lo atravesaba, él no podía quedarse más tiempo, era muy tarde, se disculpó y salio del Centro Medico.   
Solo unos días habían pasado de los últimos acontecimientos y en la habitación de Alida, mientras la enfermera tomaba el ultimo reporte sobre el estado de la paciente, observó que ella había amanecido sin  fiebre, su cuerpo tenía la temperatura normal y hablaba muy despacio. La enfermera se sorprendió y pensó, acaso había una luz de esperanza para Alida y el virus por fin retrocedía. Tenia que llamar al doctor para que la examine... ¡era urgente! 

CONTINUARÁ           
  

domingo, 1 de diciembre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

El doctor Benites ordenó a la enfermera subir la dosis de la medicina que se le estaba aplicando, por el momento era lo único que se podía hacer. 
El cuerpo de Alida se había hinchado, seguro era una reacción del virus dentro de su organismo.  
Con la nueva orden dada por el doctor se tenia que esperar  para saber si causaba alguna mejoría. 
En la habitación el médico y las enfermeras disponían todo para que la paciente se encuentre lo más cómoda posible, las horas siguientes serían decisivas para saber si el tratamiento tenía un efecto positivo. La emergencia continuaba en el quinto piso del Centro Médico. 
Alma, Vera y Gervacio se sentían nerviosos a la espera de noticias o de alguna explicación del doctor con la esperanza de la recuperación de Alida. 
El doctor Benites serio y preocupado salió de la habitación y habló con la madre, Vera y Gervacio estaban cerca:
-No quiero ser pesimista pero en estos momentos no puedo decir que la paciente esta fuera de peligro. Es muy temprano para decir que la medicina está haciendo efecto. El virus que la ha atacado es fuerte y reacciona contra el antivirus, solo me atrevo a decir que tenemos que esperar para estar seguros y ver si hay alguna reacción positiva en la paciente. No puedo agregar más, los días o las semanas siguientes son de espera. La paciente va seguir en aislamiento. 
-¿Doctor es grave el estado de mi hija? preguntaba Alma con apenas un hilo de voz.
-Si, pero no seamos negativos, tenemos que esperar- terminó de hablar y se retiró
Alma abrazó a su hermana Vera y comenzó a llorar - ¿que voy hacer ahora sin mi hija? no quiero ni pensar-.
Vera quería animar a su hermana diciendo -Alida va estar bien, ella tiene que salir adelante, su recuperación será completa-.
Gervacio estaba inmóvil no tenía palabras, no podía decir nada y menos Alma, para él no era el momento de intervenir.  
Una de las enfermeras corrió la cortina de la ventana de vidrio en la habitación de Alida, Gervacio se acercó para verla, ella estaba dormida y su cuerpo se había hinchado, sus manos antes delgadas y delicadas, ahora estaban grandes e hinchadas. Él sintió un gran temor por la vida de Alida.   
En el primer piso del Centro Médico, en su consultorio el doctor Benites examinaba el caso, la hinchazón  del cuerpo de Alida era un síntoma nuevo dentro de su gravedad,  nadie lo esperaba.
Aparentemente el virus, podía reaccionar con más fuerza en el organismo de Alida. El doctor estaba preocupado, este caso era un desafío dentro de su carrera. Si en los días venideros Alida no mostraba mejoría, él pediría una junta de médicos para examinar el caso de su paciente. 
Después de hablar con el doctor nada consolaba a Alma, Vera le sugirió ir a la casa por unas horas para  descansar -si tu te enfermas que va pasar con Alida, tienes que estar tranquila y serena para apoyar a tu hija- le decía Vera a su hermana mientras la llevaba al ascensor para dejar por unas horas el Centro Médico. 
Gervacio en silencio, sentado en una de la sillas del corredor recordaba la alegría de Alida cuando viajaban a la selva, sus palabras llenas de emoción porque iba a conocer lugares nuevos e iba estar cerca de naturaleza en un lugar que siempre había deseado conocer. Jamás imaginó que el viaje iba a convertirse en una tragedia. 
Con el paso de los días Alida no mostraba recuperación, la hinchazón persistía y la fiebre también, el doctor Benites pidió una junta de médicos para ver su caso.
En la sala de juntas, los médicos conversaban sobre el estado de la paciente, se examinó todos los pro y los contras, luego subieron al piso para ver de cerca a Alida y tomar una decisión. 
Alma cuando vio a todos los médicos entrar a la habitación de su hija supo que ella estaba grave y que tal vez no había esperanza.
Vera no estaba, no tenía en quien apoyarse, Gervacio llegó y se acercó Alma para lograr sostenerla y que no se desmaye. La ayudó a sentarse para que se tranquilice.                      
-Mi hija esta grave, todos los médicos han entrado a su habitación- comentó entre lágrimas. 
-Por favor trate de calmarse ahora más que nunca hay que tener fuerza- dijo Gervacio para consolar Alma 
Ella ya no discutía con él, solo lloraba y no se sentía bien. 
Dentro de la habitación los doctores examinaban el estado de la paciente, todos llegaron a la misma conclusión:
-debes subir la dosis de la medicina para no darle tiempo al virus que se fortalezca, tienes que debilitarlo- comentó uno de los doctores.
El doctor Benites contestó -hace unos días ya he subido la dosis hasta donde  ella puede tolerar, si vuelvo a subir la dosis puede ser fatal.
-Es un riesgo que debes correr, porque de todas maneras estás en el límite y cualquier decisión, es de vida o muerte.
Los doctores comentaban -no hay otra salida. Además, extrae otra prueba de sangre para mandar a analizarla.
Después todos se retiraron y el doctor Benites habló con la familia. 
-Voy a ordenar se le aplique a la paciente una dosis más alta de antivirus, si esto no da resultado en los días que siguen, entonces tenemos que prepararnos para lo peor, no quiero mentir pero Alida está grave y ustedes lo saben.
Alma se sostuvo en el brazo de Gervacio, tuvo miedo caer, él la ayudó y el médico ordenó le den un calmante. 
-Señora tiene que ser fuerte en estos momentos- dijo el doctor Benites y aparte mandó a la enfermera para extraer de la paciente unas muestras de sangre y enviarlas analizar. 
En la madrugada, del día siguiente Alida lentamente reaccionó por unos instantes,  ella tomó conciencia donde se encontraba sintió el cuerpo pesado y de repente quiso decir algo pero volvió a perder el conocimiento ¿Era tal vez una mala reacción a la dosis alta de la medicina? no se podía saber. 
La espera en la recuperación de Alida, era lo que más angustiaba a Alma y su familia. 
Gervacio iba y venia al Centro Médico, quería estar al tanto de todo y si había progreso en la salud de Alida. La respuesta que recibía era la misma, no había novedades.  
Una noche cuando todos se habían retirado y solo quedaba la enfermera de turno, Alida en la soledad de su habitación despertó de su estado inconsciente, se sentía adormecida y débil, no podía moverse, su cuerpo no la obedecía, recordaba a lo lejos la fiebre alta que la debilitaba. Estaba sola en la oscura habitación solo sentía un pequeño ruido que hacían las máquinas a las que estaba conectada.
Unas lágrimas rodaban por sus mejillas y en el silencio de la noche rogaba al cielo por su vida:
 -Mi Dios todavía no por favor, todavía no es el tiempo de irme, quiero seguir adelante te lo pido- con estás palabras Alida se aferraba a la vida y al deseo desesperado de seguir al lado de su familia.  
No sentía sus brazos, ni sus piernas y en medio de sus ruegos volvió a quedar inconsciente. 
Dos día más tarde, los nuevos resultados del examen de sangre habían llegado. El doctor Benites los analizaba y movía la cabeza con pesimismo, no eran buenas noticias, además en la mañana muy temprano cuando pasaba revisión a Alida, noto que la piel de su cuerpo se había comenzado a poner de  un color rojo encendido, era otro nuevo síntoma de que el virus estaba ganando terreno. 
No tenía otra salida, iba a aplicar una medicina que era nueva en el campo médico, su poder de acción era fuerte y podía crear reacciones adversas en el cuerpo.  En este caso no encontró otro camino, era la vida o la muerte. Primero quería consultar a la familia y dependiendo de su decisión  procedería.    
El doctor reunió a Alma, Vera y Gervacio en su consultorio y explicó con detalle la situación de la paciente y el último recurso que quedaba -es una nueva medicina y es muy potente, puede crear una reacción pero es lo último, si no aplicamos vamos a ver a Alida como se consume lentamente atacada por este virus. Necesito su permiso para proceder, en cualquier caso ella esta en un límite,  su respuesta debe ser ahora-.
Vera miró Alma -hermana que vas a decir a esto, no podemos esperar- Alma sacó fuerza de donde no tenia, su hija estaba sufriendo. 
-Doctor proceda al tratamiento que usted dice y que Dios nos acompañe- dijo Alma con un tono de angustia y desesperación, pero ella ya no quería ver como sufría y se consumía Alida.          
    
El doctor Benites procedió de inmediato al nuevo tratamiento, este sería la última esperanza para Alida, de ahí en adelante no había más camino. 
Esta nueva medicina era el último recurso para combatir al virus que había demostrado tener una gran resistencia. 
Gervacio no podía tomar ninguna decisión con respecto al tratamiento, eso le correspondía a   Alma, pero en su fuero interno estaba de acuerdo. 
Se tenía que intentar lo que sea para salvarla y no verla morir. 
El doctor dio a la familia las últimas advertencias y se procedió con la aplicación de la nueva medicina.
Los días siguientes serían de una desesperada angustia por ver los resultados y el tiempo sería el único testigo de si Alida se recuperaba o no. 
Alma por unos segundos temió por la vida de su hija pero  después se dijo a si misma -ella  va estar bien-.
En otra ocacion más alegre, Gervacio estaría con Alida admirando la bella noche, con una hermosa luna.  Alida sentía fascinación por una noche así pero ahora para él solo era una noche más no había romance y menos la compañía de Alida. 

CONTINUARÁ