domingo, 1 de diciembre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

El doctor Benites ordenó a la enfermera subir la dosis de la medicina que se le estaba aplicando, por el momento era lo único que se podía hacer. 
El cuerpo de Alida se había hinchado, seguro era una reacción del virus dentro de su organismo.  
Con la nueva orden dada por el doctor se tenia que esperar  para saber si causaba alguna mejoría. 
En la habitación el médico y las enfermeras disponían todo para que la paciente se encuentre lo más cómoda posible, las horas siguientes serían decisivas para saber si el tratamiento tenía un efecto positivo. La emergencia continuaba en el quinto piso del Centro Médico. 
Alma, Vera y Gervacio se sentían nerviosos a la espera de noticias o de alguna explicación del doctor con la esperanza de la recuperación de Alida. 
El doctor Benites serio y preocupado salió de la habitación y habló con la madre, Vera y Gervacio estaban cerca:
-No quiero ser pesimista pero en estos momentos no puedo decir que la paciente esta fuera de peligro. Es muy temprano para decir que la medicina está haciendo efecto. El virus que la ha atacado es fuerte y reacciona contra el antivirus, solo me atrevo a decir que tenemos que esperar para estar seguros y ver si hay alguna reacción positiva en la paciente. No puedo agregar más, los días o las semanas siguientes son de espera. La paciente va seguir en aislamiento. 
-¿Doctor es grave el estado de mi hija? preguntaba Alma con apenas un hilo de voz.
-Si, pero no seamos negativos, tenemos que esperar- terminó de hablar y se retiró
Alma abrazó a su hermana Vera y comenzó a llorar - ¿que voy hacer ahora sin mi hija? no quiero ni pensar-.
Vera quería animar a su hermana diciendo -Alida va estar bien, ella tiene que salir adelante, su recuperación será completa-.
Gervacio estaba inmóvil no tenía palabras, no podía decir nada y menos Alma, para él no era el momento de intervenir.  
Una de las enfermeras corrió la cortina de la ventana de vidrio en la habitación de Alida, Gervacio se acercó para verla, ella estaba dormida y su cuerpo se había hinchado, sus manos antes delgadas y delicadas, ahora estaban grandes e hinchadas. Él sintió un gran temor por la vida de Alida.   
En el primer piso del Centro Médico, en su consultorio el doctor Benites examinaba el caso, la hinchazón  del cuerpo de Alida era un síntoma nuevo dentro de su gravedad,  nadie lo esperaba.
Aparentemente el virus, podía reaccionar con más fuerza en el organismo de Alida. El doctor estaba preocupado, este caso era un desafío dentro de su carrera. Si en los días venideros Alida no mostraba mejoría, él pediría una junta de médicos para examinar el caso de su paciente. 
Después de hablar con el doctor nada consolaba a Alma, Vera le sugirió ir a la casa por unas horas para  descansar -si tu te enfermas que va pasar con Alida, tienes que estar tranquila y serena para apoyar a tu hija- le decía Vera a su hermana mientras la llevaba al ascensor para dejar por unas horas el Centro Médico. 
Gervacio en silencio, sentado en una de la sillas del corredor recordaba la alegría de Alida cuando viajaban a la selva, sus palabras llenas de emoción porque iba a conocer lugares nuevos e iba estar cerca de naturaleza en un lugar que siempre había deseado conocer. Jamás imaginó que el viaje iba a convertirse en una tragedia. 
Con el paso de los días Alida no mostraba recuperación, la hinchazón persistía y la fiebre también, el doctor Benites pidió una junta de médicos para ver su caso.
En la sala de juntas, los médicos conversaban sobre el estado de la paciente, se examinó todos los pro y los contras, luego subieron al piso para ver de cerca a Alida y tomar una decisión. 
Alma cuando vio a todos los médicos entrar a la habitación de su hija supo que ella estaba grave y que tal vez no había esperanza.
Vera no estaba, no tenía en quien apoyarse, Gervacio llegó y se acercó Alma para lograr sostenerla y que no se desmaye. La ayudó a sentarse para que se tranquilice.                      
-Mi hija esta grave, todos los médicos han entrado a su habitación- comentó entre lágrimas. 
-Por favor trate de calmarse ahora más que nunca hay que tener fuerza- dijo Gervacio para consolar Alma 
Ella ya no discutía con él, solo lloraba y no se sentía bien. 
Dentro de la habitación los doctores examinaban el estado de la paciente, todos llegaron a la misma conclusión:
-debes subir la dosis de la medicina para no darle tiempo al virus que se fortalezca, tienes que debilitarlo- comentó uno de los doctores.
El doctor Benites contestó -hace unos días ya he subido la dosis hasta donde  ella puede tolerar, si vuelvo a subir la dosis puede ser fatal.
-Es un riesgo que debes correr, porque de todas maneras estás en el límite y cualquier decisión, es de vida o muerte.
Los doctores comentaban -no hay otra salida. Además, extrae otra prueba de sangre para mandar a analizarla.
Después todos se retiraron y el doctor Benites habló con la familia. 
-Voy a ordenar se le aplique a la paciente una dosis más alta de antivirus, si esto no da resultado en los días que siguen, entonces tenemos que prepararnos para lo peor, no quiero mentir pero Alida está grave y ustedes lo saben.
Alma se sostuvo en el brazo de Gervacio, tuvo miedo caer, él la ayudó y el médico ordenó le den un calmante. 
-Señora tiene que ser fuerte en estos momentos- dijo el doctor Benites y aparte mandó a la enfermera para extraer de la paciente unas muestras de sangre y enviarlas analizar. 
En la madrugada, del día siguiente Alida lentamente reaccionó por unos instantes,  ella tomó conciencia donde se encontraba sintió el cuerpo pesado y de repente quiso decir algo pero volvió a perder el conocimiento ¿Era tal vez una mala reacción a la dosis alta de la medicina? no se podía saber. 
La espera en la recuperación de Alida, era lo que más angustiaba a Alma y su familia. 
Gervacio iba y venia al Centro Médico, quería estar al tanto de todo y si había progreso en la salud de Alida. La respuesta que recibía era la misma, no había novedades.  
Una noche cuando todos se habían retirado y solo quedaba la enfermera de turno, Alida en la soledad de su habitación despertó de su estado inconsciente, se sentía adormecida y débil, no podía moverse, su cuerpo no la obedecía, recordaba a lo lejos la fiebre alta que la debilitaba. Estaba sola en la oscura habitación solo sentía un pequeño ruido que hacían las máquinas a las que estaba conectada.
Unas lágrimas rodaban por sus mejillas y en el silencio de la noche rogaba al cielo por su vida:
 -Mi Dios todavía no por favor, todavía no es el tiempo de irme, quiero seguir adelante te lo pido- con estás palabras Alida se aferraba a la vida y al deseo desesperado de seguir al lado de su familia.  
No sentía sus brazos, ni sus piernas y en medio de sus ruegos volvió a quedar inconsciente. 
Dos día más tarde, los nuevos resultados del examen de sangre habían llegado. El doctor Benites los analizaba y movía la cabeza con pesimismo, no eran buenas noticias, además en la mañana muy temprano cuando pasaba revisión a Alida, noto que la piel de su cuerpo se había comenzado a poner de  un color rojo encendido, era otro nuevo síntoma de que el virus estaba ganando terreno. 
No tenía otra salida, iba a aplicar una medicina que era nueva en el campo médico, su poder de acción era fuerte y podía crear reacciones adversas en el cuerpo.  En este caso no encontró otro camino, era la vida o la muerte. Primero quería consultar a la familia y dependiendo de su decisión  procedería.    
El doctor reunió a Alma, Vera y Gervacio en su consultorio y explicó con detalle la situación de la paciente y el último recurso que quedaba -es una nueva medicina y es muy potente, puede crear una reacción pero es lo último, si no aplicamos vamos a ver a Alida como se consume lentamente atacada por este virus. Necesito su permiso para proceder, en cualquier caso ella esta en un límite,  su respuesta debe ser ahora-.
Vera miró Alma -hermana que vas a decir a esto, no podemos esperar- Alma sacó fuerza de donde no tenia, su hija estaba sufriendo. 
-Doctor proceda al tratamiento que usted dice y que Dios nos acompañe- dijo Alma con un tono de angustia y desesperación, pero ella ya no quería ver como sufría y se consumía Alida.          
    
El doctor Benites procedió de inmediato al nuevo tratamiento, este sería la última esperanza para Alida, de ahí en adelante no había más camino. 
Esta nueva medicina era el último recurso para combatir al virus que había demostrado tener una gran resistencia. 
Gervacio no podía tomar ninguna decisión con respecto al tratamiento, eso le correspondía a   Alma, pero en su fuero interno estaba de acuerdo. 
Se tenía que intentar lo que sea para salvarla y no verla morir. 
El doctor dio a la familia las últimas advertencias y se procedió con la aplicación de la nueva medicina.
Los días siguientes serían de una desesperada angustia por ver los resultados y el tiempo sería el único testigo de si Alida se recuperaba o no. 
Alma por unos segundos temió por la vida de su hija pero  después se dijo a si misma -ella  va estar bien-.
En otra ocacion más alegre, Gervacio estaría con Alida admirando la bella noche, con una hermosa luna.  Alida sentía fascinación por una noche así pero ahora para él solo era una noche más no había romance y menos la compañía de Alida. 

CONTINUARÁ  
  
  

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