La gran cosecha de manzana había llenado de felicidad a Alma y Vera ambas no sabían que hacer con tantas manzanas.
Alida había prometido a Gervacio que las primeras manzanas serían para él.
Ella entró en la cocina al escuchar el alboroto y las risas de felicidad de su madre y de su tía.
Ella entró en la cocina al escuchar el alboroto y las risas de felicidad de su madre y de su tía.
-Cuanta felicidad hay en este lugar- comentó Alida y dijo -madre no te olvides que prometí a Gervacio regalarle manzanas-.
-No te preocupes ya hemos separado las manzanas para Gervacio. Están ahí, sobre la mesa- y señaló un pequeño canasto lleno del delicioso fruto.
Alida... dijo Vera tomando una manzana -están deliciosas prueba ésta- y extendió la mano que le ofrecía el fruto, Alida tomó la manzana y dio un mordisco, era verdad, estaba dulce y jugosa cosechada justo en su tiempo.
-Madre- preguntó Alida- ¿qué vamos hacer con tantas manzanas? no podemos comernos todas-.
-No te preocupes vamos a regalar a los vecinos son demasiadas manzanas para nosotras. Voy a separar una cantidad para la casa y el resto serán regaladas-.
Alma y Vera separaban las manzanas que serían para ellas y las demás iban en bolsas para regalar a los vecinos. Las hermanas no querían que se malogren, era mejor compartir.
Vera, le daba ideas a Alma de lo que podía hacer con las manzanas.
-Que te parece si preparamos pie de manzana, compotas, refrescos y además deshidratar algunas para comerlas después como un refrigerio.
Alida salió de la cocina sonriendo al escuchar todos los dulces que podían preparar con la manzanas. Su madre y su tía no dejaban de hablar de las recetas para hacer los dulces. Ella ya imaginaba la casa envuelta en el aroma dulce de los postres.
Alma y Vera después de llenar las bolsas con las manzanas salieron a repartir a los vecinos, todos en el vecindario agradecían su delicadeza y las manzanas eran bienvenidas.
En la noche, cuando llegó de visita Gervacio, lo primero que recibió como regalo fue una pequeña canasta llena de manzanas. Alida comento:
-Son las manzanas que te prometí, recuerdas, ahora puedes llevarlas a tu casa, están muy jugosas-.
Más tarde de regreso a su casa, Gervacio llevó la canasta de manzanas como regalo para Celeste, ella sorprendida no sabía de donde había traído las manzanas, hasta que su hijo le explicó que eran del jardín de Alma y las envía como regalo.
-Hijo, agradece Alma el regalo de mi parte cuando vayas a su casa, no lo olvides. Mañana mismo voy a preparar un pie de manzana, refresco y una sabrosas compotas, vamos a tener diferentes dulces- comentaba Celeste mientras llevaba la canasta a la cocina.
-Hijo, agradece Alma el regalo de mi parte cuando vayas a su casa, no lo olvides. Mañana mismo voy a preparar un pie de manzana, refresco y una sabrosas compotas, vamos a tener diferentes dulces- comentaba Celeste mientras llevaba la canasta a la cocina.
Gervacio escuchaba a su madre todo lo que pensaba preparar con las manzanas que Alma le había enviado.
En el vecindario estarían también ocupados preparando los dulces, refrescos y demás. El manzano de la casa de Alida se había vuelto famoso por sus frutos que circulaban en el barrio.
Por suerte el jardín en la casa de Alida seguía floreciendo, el clima tenía una temperatura agradable que invitaba a pasear o simplemente sentarse a descansar mientras se tomaba el sol de la tarde.
La cosecha de manzanas se había convertido en un alboroto y ahora en la cocina no tenían un espacio libre donde no hubiera un dulce de manzana.
La cosecha de manzanas se había convertido en un alboroto y ahora en la cocina no tenían un espacio libre donde no hubiera un dulce de manzana.
El tiempo pasaba, era inevitable, los días daban paso a las semanas y Alida se sentía lista para regresar a la universidad, terminar la carrera y planificar lo que iba a hacer en los meses siguientes.
Volver a las aulas de nuevo fue un poco complicado, después de tanto tiempo de descanso, acostumbrarse al horario y a la rutina de estudio era al comienzo agotador.
En la universidad se encontró con los compañeros de clase que le hacían todo tipo de preguntas sobre su ausencia. Ella les contó de su viaje, pero no de su enfermedad entrar en detalles sobre aquello no era necesario. Ahora sus días transcurrían entre el salón de clases, las visitas a la biblioteca y los exámenes.
Todo aquello la hacía feliz después de que unos meses atrás, casi pierde la vida.
Gervacio volvió hacer sus viajes de trabajo, donde Alida ya no lo acompañaba. Él solía ausentarse dos o tres semanas.
Mientras tanto Alida continuaba con sus estudios y ya le faltaba poco para concluir la universidad.
Sus pensamientos seguían fijos en lo que quería hacer cuando termine el estudio. Ella deseaba dedicarse a la investigación.
Era una conversación que muchas veces tenía con Gervacio, los dos se dedicaban a buscar información al respecto. Alida no pensaba para nada vender la casa de su madre y usar el capital para realizar su investigación a pesar de que de ella había salido la propuesta. Esa opción no estaba en su mente.
Una tarde Gervacio le decía -primero tienes que saber a cual tema vas a dedicar tu investigación y luego dirigirte en esa dirección. No puedes ir a tientas debes ordenarte-.
-Si, en eso estoy pensando, pero todavía no tengo muy claro el tema a escoger, estoy buscando la asesoría de uno de mis profesores- contestaba Alida pensativa.
-La investigación es un tema serio, debes informarte bien y su tiempo de duración no es de un mes ni de dos, a veces puede demorar varios meses dependiendo lo que quieras investigar-.
-Gervacio me estás desanimando- dijo Alida un poco molesta.
-¡No! como puedes pensar así, solo trato de que estés al tanto de todos los pormenores- terminó de decir Gervacio sorprendido por la reacción de Alida.
El tiempo se acercaba y el final de los estudios en la universidad también, solo faltaban algunas semanas para la graduación. Alida y sus compañeros se encontraban ocupados al cien por ciento en sus estudios y los exámenes. La ceremonia de graduación era una realidad.
La emoción de Alma se desbordaba, por fin su hija concluiría esta etapa de su vida y después vendrían otras experiencias, por instantes se detenía a pensar en la felicidad que sentiría su padre de ver a su hija en la graduación. Ella quería celebrar el final de la carrera de Alida con un almuerzo e invitar a la familia.
-Madre no te preocupes por el almuerzo- decía Alida -después de la ceremonia, ese mismo día en la noche, tenemos que ir a una cena, ya está todo organizado solo necesito tu presencia. Gervacio será mi pareja de baile-.
Alma no podía quedarse tranquila y contestó -Está bien pero otro día haré el almuerzo solo para nosotros con Vera y algunos invitados más-.
Alida abrazó a su madre, ella sabía que era imposible quitarle las ideas de la cabeza cuando se le ocurría algo, se sorprendió al encontrarse que era ese rasgo de su personalidad, el que ella había heredado.
Todo fue perfecto el día de la graduación, los compañeros, los profesores y los padres de familia, era un momento emotivo finalizar la carrera. Las fotos para el recuerdo, la alegría y después la cena en la noche. Era tiempo de celebrar y nada más debía preocupar. Los días de estudio habían acabado y ahora daban un paso adelante a la vida real y el trabajo.
Después que terminaron los días de fiesta y final académico. En casa de Alida, Gervacio y ella conversaban animados recordando la fiesta y la cena de graduación, reían con algunas anécdotas y situaciones divertidas.
Gervacio de pronto guardó silencio, se puso de pie y sacó de su bolsillo una pequeña caja roja, Alida lo miró sorprendida, se puso de pie y entonces dijo:
-Gervacio, por favor no, ¡no hagas la pregunta! ¡te lo pido!- era casi un ruego. Alida por el momento no pensaba en compromisos.
Gervacio preguntó -¿por qué Alida? ¿qué sucede? ¿no deseas un compromiso?-.
Alida no contestó, Gervacio dio media vuelta y salió de la casa, no quiso insistir.
En la sala ahora había silencio, Alida era un mar de confusiones, no sabía que deseaba hacer en los meses siguientes, tenía tantas expectativas. Estaba triste, herir a Gervacio era lo último que deseaba pero un compromiso tan serio en este momento de su vida, no era lo más indicado.
Alma, sin querer había escuchado las últimas palabras de la conversación de su hija con Gervacio y luego lo vio salir. Intervenir en ese instante no era bueno, Alida no la escucharía y el problema o lo que sea que hubiera ocurrido entre ellos, se haría más grande.
La sala después de escucharse las risas, ahora estaba a oscuras. Alma se preguntaba ¿qué sucedía con Alida? alguien podía adivinar el futuro o tal vez decir cual sería el camino ideal a escoger.
CONTINUARÁ
Gervacio volvió hacer sus viajes de trabajo, donde Alida ya no lo acompañaba. Él solía ausentarse dos o tres semanas.
Mientras tanto Alida continuaba con sus estudios y ya le faltaba poco para concluir la universidad.
Sus pensamientos seguían fijos en lo que quería hacer cuando termine el estudio. Ella deseaba dedicarse a la investigación.
Era una conversación que muchas veces tenía con Gervacio, los dos se dedicaban a buscar información al respecto. Alida no pensaba para nada vender la casa de su madre y usar el capital para realizar su investigación a pesar de que de ella había salido la propuesta. Esa opción no estaba en su mente.
Una tarde Gervacio le decía -primero tienes que saber a cual tema vas a dedicar tu investigación y luego dirigirte en esa dirección. No puedes ir a tientas debes ordenarte-.
-Si, en eso estoy pensando, pero todavía no tengo muy claro el tema a escoger, estoy buscando la asesoría de uno de mis profesores- contestaba Alida pensativa.
-La investigación es un tema serio, debes informarte bien y su tiempo de duración no es de un mes ni de dos, a veces puede demorar varios meses dependiendo lo que quieras investigar-.
-Gervacio me estás desanimando- dijo Alida un poco molesta.
-¡No! como puedes pensar así, solo trato de que estés al tanto de todos los pormenores- terminó de decir Gervacio sorprendido por la reacción de Alida.
El tiempo se acercaba y el final de los estudios en la universidad también, solo faltaban algunas semanas para la graduación. Alida y sus compañeros se encontraban ocupados al cien por ciento en sus estudios y los exámenes. La ceremonia de graduación era una realidad.
La emoción de Alma se desbordaba, por fin su hija concluiría esta etapa de su vida y después vendrían otras experiencias, por instantes se detenía a pensar en la felicidad que sentiría su padre de ver a su hija en la graduación. Ella quería celebrar el final de la carrera de Alida con un almuerzo e invitar a la familia.
-Madre no te preocupes por el almuerzo- decía Alida -después de la ceremonia, ese mismo día en la noche, tenemos que ir a una cena, ya está todo organizado solo necesito tu presencia. Gervacio será mi pareja de baile-.
Alma no podía quedarse tranquila y contestó -Está bien pero otro día haré el almuerzo solo para nosotros con Vera y algunos invitados más-.
Alida abrazó a su madre, ella sabía que era imposible quitarle las ideas de la cabeza cuando se le ocurría algo, se sorprendió al encontrarse que era ese rasgo de su personalidad, el que ella había heredado.
Todo fue perfecto el día de la graduación, los compañeros, los profesores y los padres de familia, era un momento emotivo finalizar la carrera. Las fotos para el recuerdo, la alegría y después la cena en la noche. Era tiempo de celebrar y nada más debía preocupar. Los días de estudio habían acabado y ahora daban un paso adelante a la vida real y el trabajo.
Después que terminaron los días de fiesta y final académico. En casa de Alida, Gervacio y ella conversaban animados recordando la fiesta y la cena de graduación, reían con algunas anécdotas y situaciones divertidas.
Gervacio de pronto guardó silencio, se puso de pie y sacó de su bolsillo una pequeña caja roja, Alida lo miró sorprendida, se puso de pie y entonces dijo:
-Gervacio, por favor no, ¡no hagas la pregunta! ¡te lo pido!- era casi un ruego. Alida por el momento no pensaba en compromisos.
Gervacio preguntó -¿por qué Alida? ¿qué sucede? ¿no deseas un compromiso?-.
Alida no contestó, Gervacio dio media vuelta y salió de la casa, no quiso insistir.
En la sala ahora había silencio, Alida era un mar de confusiones, no sabía que deseaba hacer en los meses siguientes, tenía tantas expectativas. Estaba triste, herir a Gervacio era lo último que deseaba pero un compromiso tan serio en este momento de su vida, no era lo más indicado.
Alma, sin querer había escuchado las últimas palabras de la conversación de su hija con Gervacio y luego lo vio salir. Intervenir en ese instante no era bueno, Alida no la escucharía y el problema o lo que sea que hubiera ocurrido entre ellos, se haría más grande.
La sala después de escucharse las risas, ahora estaba a oscuras. Alma se preguntaba ¿qué sucedía con Alida? alguien podía adivinar el futuro o tal vez decir cual sería el camino ideal a escoger.
CONTINUARÁ