Las semanas pasaban rápidamente la fecha del nacimiento del bebé estaba cerca, solo unos días faltaban para que se cumpla el tiempo.
Alma estaba al pendiente de todos los detalles para preparar a su hija. Vera y Alma repasaban juntas todas las compras que habían hecho cuando acompañaban a Alida, la cuna estaba lista, la ropa estaba completa con todo lo necesario y los pañales también. Todo era hermoso y con colores suaves para un recién nacido.
Los primeros días dormiría en el cuarto con sus padres.
Los primeros días dormiría en el cuarto con sus padres.
Alida también tenía mucha ilusión con el nacimiento de su hijo, solo esperaba que todo vaya bien como hasta ahora.
Gervacio había llegado como fue su promesa, él quería estar presente en el momento del nacimiento.
La familia no tuvo que esperar mucho porque el momento se anunciaba, Alida, Gervacio y Alma, a las tres de la mañana partieron al Centro Médico donde ya los esperaban. El bebe tenía prisa por nacer y no había que hacerlo esperar.
La familia no tuvo que esperar mucho porque el momento se anunciaba, Alida, Gervacio y Alma, a las tres de la mañana partieron al Centro Médico donde ya los esperaban. El bebe tenía prisa por nacer y no había que hacerlo esperar.
Un Gervacio nervioso se paseaba por el corredor del Centro Médico a la espera de noticias, Alma en silencio trataba de controlarse, ella esperaba que todo salga bien y que su hija no sufra demasiado y que el recién nacido llegue a este mundo feliz. Era un bebé esperado con amor.
Cerca de las seis de la mañana, una enfermera salió de la sala de parto para anunciar que todo estaba bien y que tenían un hermoso bebé, por el momento no podían ver ni a la madre ni al niño, mas tarde se les comunicaría.
Alma se impaciento, ella no quería esperar, pero sabía que era el procedimiento y se acordaba cuando nació Alida, fue recibida con tanta alegría y amor por su padre, no podía creer que el tiempo había pasado tan rápido y esa pequeña ahora una mujer, tenia un bebé.
Una hora después del nacimiento se presentó la tía Vera para felicitar al padre y a su hermana que rebosaban de orgullo y felicidad, ya sabían que era un varón aunque si hubiera sido mujer la felicidad sería la misma.
Cuando por fin pasaron para ver a Alida, ella estaba cansada pero tranquila, su parto no tuvo complicaciones y el bebé estaba bien, solo se lo llevaron a la incubadora que era un procedimiento normal. Alma besó en la frente a su hija, Gervacio se acercó para estar junto a la nueva mamá, muy cerca le susurro que la amaba y que era el hombre más feliz de la tierra.
Una enfermera entró en la habitación y dijo que podía ver al recién nacido pero solo a través de una ventana, Alma y Vera corrieron a ver al bebé, Gervacio iría después, él no quería que Alida se quede sola.
-Gervacio me siento tan cansada- decía Alida -parece que hubiera corrido kilómetros, por un momento pensé que iba a morir, los dolores no me dejaban, el doctor y las enfermeras fueron muy buenos conmigo- terminó de decir mientras se dormía.
-No te preocupes ya todo paso y vas a estar bien, ahora no hables es mejor que descanses- agregó Gervacio para tranquilizar a su esposa.
Alma y Vera se dieron cuenta que Alida quería dormir, por eso fueron al corredor para sentarse y esperar, ellas querían decirle que habían visto al bebé y que dormía plácidamente.
Gervacio al ver que Alida se había quedado dormida salió de la habitación para ver al bebé.
El lugar donde estaba los recién nacidos era en un segundo piso, desde la ventana Gervacio podía ver a su hijo, la enfermera que los cuidaba acercó la cuna a la ventana para que su padre lo pueda ver.
La emoción y el orgullo embargaban a Gervacio, casi no podía creerlo, ahora todo en su vida cambiaba, era responsable por un ser tan pequeño y frágil, movería montañas para cuidar de él.
En ese preciso instante llegaron sus padres a darle el encuentro después que Alma les dieran la noticia. Celeste abrazó a su hijo, fue un momento muy especial, la madre sabía que Gervacio no tenía palabras para describir la emoción, su padre también estaba presente y lo felicitó.
Luego todos juntos fueron donde Alida, nadie se podía olvidar de la madre, ella había hecho posible ese milagro de vida con la intervención de Dios.
Los saludos y felicitaciones no se hicieron esperar, el resto de la familia visitó a Alida y le llevaban presentes, un nuevo miembro en la familia, era un encanto.
Al tercer día como la madre y el hijo estaban en perfectas condiciones, fueron dados de alta, Alida y Gervacio regresaban a la casa con el bebé en brazos, era un sueño. Alma los esperaba con todo preparado, era su hija y su nieto los que venían.
Se instalaron en la habitación Alida se sentía muy bien y solo estaba pendiente de su bebé al que con la emoción y el trajín no le habían puesto aún nombre. Cómo llamarlo, no había una decisión unánime, ni Alida ni Gervacio estaban de acuerdo con el nombre, ninguno quería ponerle el nombre de los abuelos, ni del padre, ellos querían que tenga su propio nombre, su propia identidad, entonces fue Vera la que dijo -porque no lo llamamos Sebastian-.
Si, era un nombre único en la familia y además les gustaba a los padres, el nuevo bebé se llamaría Sebastian, no había más que agregar.
Fue bautizado a los pocos días de nacido, sin mucha pompa ni celebración, lo importante era recibir la bendición y a Dios en su corazón. Asi lo habían decidido Alida y Gervacio, para ellos lo primero era la consagración del bautizo.
Los días del permiso en el trabajo de Gervacio habían terminado, él ahora tenía que regresa al norte del país donde estaba viviendo y pronto esperaba que Alida vaya a su encuentro. Esta vez la despedida fue muy emotiva, no solo se despedía de Alida si no del pequeño Sebastian que dormia profundamente ajeno a todo el movimiento familiar, el bebé ignoraba que su padre se iba de viaje y que pronto él estaría haciendo lo mismo.
Alida y Gervacio de nuevo se despedían ahora ella era la que prometía reunirse muy pronto. Alida tenía que solucionar varios contratiempos, entre ellos su trabajo para estar preparada y dejar todo en orden para viajar al encuentro de Gervacio, esa había sido su promesa.
Alma disfrutaba con el bebé, en casa era tan tierno y tan tranquilo, no lloraba y se alimentaba de la leche materna todo el día.
Alma decía -es un ángel y está creciendo muy rápido-. cuando podía, lo cargaba en brazos y no había nadie quien pudiera quitárselo.
Vera también visitaba la casa más seguido, el bebé había traído esperanza y amor. Mientras su madre y su tía cuidaban del bebé, Alida salía para ordenar y solicitar su retiro del trabajo, sus colegas la felicitaban y se sorprendían por su decisión pero algo ya sabían, ella en alguna ocasión les había comentado.
En los momentos de tranquilidad en la casa con el bebé y su madre, Alida pensaba que no iba a ser fácil separarse de ella y separar al bebé de su abuela. Su madre estaba feliz y no paraba de comentar sobre Sebastian, que se parece a tal o cual miembro de la familia y al último se acordaba de decir -pero también se parece a Gervacio si...si-. Alida se reía con las ocurrencias de su madre.
Habia pasado justo un mes desde el nacimiento del bebé cuando Alida preparaba sus maletas para partir, hablar con su madre un día antes no había sido fácil, ella estaba muy triste, Alma se quedaba sola.
-Madre por favor, tú puedes venir a visitarme cuando quieras, las puertas de mi casa están abiertas para ti y puedes quedarte el tiempo que desees- decía Alida.
-No te preocupes hija, yo soy la primera en decirte que vayas con tu esposo, sabía que algún día tenías que casarte y hacer tú vida, tu camino- contestó Alma con emoción y la voz casi se le cortaba.
-No quiero llorar, este tiene que ser un momento feliz no triste, además pienso en irte a visitar muy seguido- terminó de decir Alma mientras cargaba a su nieto.
Al día siguiente Alida estaba casi lista para partir, su equipaje en la sala la esperaba.
-Tía Vera te pido, no dejes sola a mi madre, yo me voy muy preocupada por ella, prométeme que vas a estar pendiente porque yo estaré muy lejos y no voy a poder cuidarla-.
Vera que había venido a despedirse de su sobrina y del pequeño Sebastian, contestó:
-No te preocupes, ni me lo tienes que pedir Alma, es mi hermana y nosotras estamos muy unidas, yo la voy a cuidar y estaré pendiente de ella, cualquier cosa te lo haré saber-. dijo Vera para tranquilizar a su sobrina que estaba triste y se notaba que no era fácil para ella dejar su casa y a su madre.
A la hora acordada partieron para el aeropuerto, era un momento difícil. Alma le hacia mil recomendaciones a Alida con respecto a Sebastian, le decía -cuida bien a mi pequeño- y lo besaba en la frente.
Alida abrazó a su madre, era el momento de despedirse, luego abrazó a la tía Vera recordando sobre su promesa y se fue a tomar el avión. Dejar toda su vida, dejar a su madre que siempre había cuidado de ella, era triste, hubiera querida estar siempre al lado de Alma. Ahora iniciaba una nueva etapa en su vida junto a Gervacio y de su bebé.
Mientras tomaba el avión se le apretaba el corazón en el pecho, su madre se quedaba sola. Alida tenia que ser fuerte, sabía que una hora y diez minutos más tarde estaría al encuentro con Gervacio que la esperaba para iniciar una nueva vida.
CONTINUARÁ
El lugar donde estaba los recién nacidos era en un segundo piso, desde la ventana Gervacio podía ver a su hijo, la enfermera que los cuidaba acercó la cuna a la ventana para que su padre lo pueda ver.
La emoción y el orgullo embargaban a Gervacio, casi no podía creerlo, ahora todo en su vida cambiaba, era responsable por un ser tan pequeño y frágil, movería montañas para cuidar de él.
En ese preciso instante llegaron sus padres a darle el encuentro después que Alma les dieran la noticia. Celeste abrazó a su hijo, fue un momento muy especial, la madre sabía que Gervacio no tenía palabras para describir la emoción, su padre también estaba presente y lo felicitó.
Luego todos juntos fueron donde Alida, nadie se podía olvidar de la madre, ella había hecho posible ese milagro de vida con la intervención de Dios.
Los saludos y felicitaciones no se hicieron esperar, el resto de la familia visitó a Alida y le llevaban presentes, un nuevo miembro en la familia, era un encanto.
Al tercer día como la madre y el hijo estaban en perfectas condiciones, fueron dados de alta, Alida y Gervacio regresaban a la casa con el bebé en brazos, era un sueño. Alma los esperaba con todo preparado, era su hija y su nieto los que venían.
Se instalaron en la habitación Alida se sentía muy bien y solo estaba pendiente de su bebé al que con la emoción y el trajín no le habían puesto aún nombre. Cómo llamarlo, no había una decisión unánime, ni Alida ni Gervacio estaban de acuerdo con el nombre, ninguno quería ponerle el nombre de los abuelos, ni del padre, ellos querían que tenga su propio nombre, su propia identidad, entonces fue Vera la que dijo -porque no lo llamamos Sebastian-.
Si, era un nombre único en la familia y además les gustaba a los padres, el nuevo bebé se llamaría Sebastian, no había más que agregar.
Fue bautizado a los pocos días de nacido, sin mucha pompa ni celebración, lo importante era recibir la bendición y a Dios en su corazón. Asi lo habían decidido Alida y Gervacio, para ellos lo primero era la consagración del bautizo.
Los días del permiso en el trabajo de Gervacio habían terminado, él ahora tenía que regresa al norte del país donde estaba viviendo y pronto esperaba que Alida vaya a su encuentro. Esta vez la despedida fue muy emotiva, no solo se despedía de Alida si no del pequeño Sebastian que dormia profundamente ajeno a todo el movimiento familiar, el bebé ignoraba que su padre se iba de viaje y que pronto él estaría haciendo lo mismo.
Alida y Gervacio de nuevo se despedían ahora ella era la que prometía reunirse muy pronto. Alida tenía que solucionar varios contratiempos, entre ellos su trabajo para estar preparada y dejar todo en orden para viajar al encuentro de Gervacio, esa había sido su promesa.
Alma disfrutaba con el bebé, en casa era tan tierno y tan tranquilo, no lloraba y se alimentaba de la leche materna todo el día.
Alma decía -es un ángel y está creciendo muy rápido-. cuando podía, lo cargaba en brazos y no había nadie quien pudiera quitárselo.
Vera también visitaba la casa más seguido, el bebé había traído esperanza y amor. Mientras su madre y su tía cuidaban del bebé, Alida salía para ordenar y solicitar su retiro del trabajo, sus colegas la felicitaban y se sorprendían por su decisión pero algo ya sabían, ella en alguna ocasión les había comentado.
En los momentos de tranquilidad en la casa con el bebé y su madre, Alida pensaba que no iba a ser fácil separarse de ella y separar al bebé de su abuela. Su madre estaba feliz y no paraba de comentar sobre Sebastian, que se parece a tal o cual miembro de la familia y al último se acordaba de decir -pero también se parece a Gervacio si...si-. Alida se reía con las ocurrencias de su madre.
Habia pasado justo un mes desde el nacimiento del bebé cuando Alida preparaba sus maletas para partir, hablar con su madre un día antes no había sido fácil, ella estaba muy triste, Alma se quedaba sola.
-Madre por favor, tú puedes venir a visitarme cuando quieras, las puertas de mi casa están abiertas para ti y puedes quedarte el tiempo que desees- decía Alida.
-No te preocupes hija, yo soy la primera en decirte que vayas con tu esposo, sabía que algún día tenías que casarte y hacer tú vida, tu camino- contestó Alma con emoción y la voz casi se le cortaba.
-No quiero llorar, este tiene que ser un momento feliz no triste, además pienso en irte a visitar muy seguido- terminó de decir Alma mientras cargaba a su nieto.
Al día siguiente Alida estaba casi lista para partir, su equipaje en la sala la esperaba.
-Tía Vera te pido, no dejes sola a mi madre, yo me voy muy preocupada por ella, prométeme que vas a estar pendiente porque yo estaré muy lejos y no voy a poder cuidarla-.
Vera que había venido a despedirse de su sobrina y del pequeño Sebastian, contestó:
-No te preocupes, ni me lo tienes que pedir Alma, es mi hermana y nosotras estamos muy unidas, yo la voy a cuidar y estaré pendiente de ella, cualquier cosa te lo haré saber-. dijo Vera para tranquilizar a su sobrina que estaba triste y se notaba que no era fácil para ella dejar su casa y a su madre.
A la hora acordada partieron para el aeropuerto, era un momento difícil. Alma le hacia mil recomendaciones a Alida con respecto a Sebastian, le decía -cuida bien a mi pequeño- y lo besaba en la frente.
Alida abrazó a su madre, era el momento de despedirse, luego abrazó a la tía Vera recordando sobre su promesa y se fue a tomar el avión. Dejar toda su vida, dejar a su madre que siempre había cuidado de ella, era triste, hubiera querida estar siempre al lado de Alma. Ahora iniciaba una nueva etapa en su vida junto a Gervacio y de su bebé.
Mientras tomaba el avión se le apretaba el corazón en el pecho, su madre se quedaba sola. Alida tenia que ser fuerte, sabía que una hora y diez minutos más tarde estaría al encuentro con Gervacio que la esperaba para iniciar una nueva vida.
CONTINUARÁ