Habían pasado casi seis meses desde la última vez que Alida y Gervacio hablaron. Entre ellos no hubo más comunicación, los dos continuaron con su vida.
Alida en dos ocasiones fue a buscar a Gervacio pero él, siempre se encontraba de viaje.
Celeste, su madre cada vez que Alida venía, la recibía en casa, juntas tomaban el té y disfrutaban de algunos pastelillos, conversaban de temas variados pero ninguna tocaba el por qué se habían separado.
Celeste no se atrevió a preguntar, pensaba que era invadir su privacidad, si Gervacio no había comentado nada con ella, era mejor dejar que ellos solucionen su vida.
Alida agradecía que la madre de Gervacio no pregunte nada al respecto, ella siempre pensó que Celeste era una mujer fina y de mucho tacto.
Los días transcurrían entre el trabajo y su casa, una mañana Alida sin proponérselo caminó hasta el café donde ella y Gervacio solían reunirse en el pasado, no tenía ninguna intención especial, solo ir al lugar que tantos recuerdos tenía y tomar un café.
Sentada en su mesa favorita junto a la ventana donde se podía ver la calle, disfrutaba una taza de exquisito café, cuando de pronto como una sorpresa de la vida entró Gervacio y ambos se encontraron sin darse cuenta en el mismo lugar y a la misma hora. Los dos estaban paralizados no sabían que decir.
Gervacio se acercó Alida para saludarla y se sentó frente a ella, por unos segundos se quedaron en silencio, se miraban y entonces Gervacio preguntó:
-¿Alida cómo estás?- dijo sorprendido al encontrarla en el café.
-Estoy bien, gracias por preguntar, vine a este café sin querer, no pensé que te iba a encontrar. Fui a tu casa a buscarte dos veces ¿te dijo Celeste?-. comentó Alida de pronto
-Si me contó que fuiste a buscarme pero yo estaba de viaje, ahora estoy viajando más seguido-. contestó Gervacio y preguntó con curiosidad -¿por qué fuiste a buscarme?-.
-Quería conversar contigo, nosotros no nos despedimos bien la última vez que nos vimos-. agregó Alida con dudas por la respuesta de Gervacio.
-No te preocupes, no hay problema ya todo está claro, no tenemos nada de que hablar, además estoy en este momento saliendo con otra persona- dijo Gervacio con serenidad, luego se puso de pie para despedirse -Alida, fue un gusto verte, nosotros siempre seremos amigos- dio media vuelta y salió del café en silencio.
Alida se quedó con su taza de café en la mano, sentía que una ráfaga de viento había pasado sobre ella, no esperaba una reacción así, era el fin para los dos y de ahí para adelante no había nada que agregar.
El trabajo que había conseguido Alida por suerte ocupaba todo su tiempo, ella como bióloga marina esta trabajando en el Instituto de Vida Marina, donde con un grupo de colegas investigaban sobre la enfermedad que estaba atacando la crianza de langostinos en las empresas langostineras, estas habían pedido ayuda al Instituto para que realice una investigación sobre el problema y saber que sucedía con los langostinos. Las empresas estaban sufriendo grandes pérdidas económicas.
La investigación es lo que había querido hacer Alida y ahora era su oportunidad de trabajar en ello, se sentía feliz en esta nueva de su vida.
La investigación es lo que había querido hacer Alida y ahora era su oportunidad de trabajar en ello, se sentía feliz en esta nueva de su vida.
Después de su encuentro con Gervacio, Alida estaba un poco triste, a ella le hubiera gustado hablar y aclarar el tema, pero si él había sido tan cortante nada se podía hacer.
Pero ninguno de los dos sabía que el destino les tenía preparado un nuevo encuentro, cuatro meses más tarde, esta vez en una reunión en casa de amigos comunes, donde ninguno de los dos sabía que el otro iba a ir.
La sorpresa fue grande cuando Gervacio llegó a la reunión y Alida lo vio entrar, los dos se quedaron parados en medio de la gente que hablaba y no sabía que sucedía entre ellos.
Esta vez Alida se acercó a él, se saludaron como dos buenos amigos, luego cada uno fue a conversar con un grupo diferente de amigos, sin preocuparse del otro.
Alida buscó a los dueños de casa para despedirse, quería salir de la reunion, no se sentía cómoda estar en el mismo lugar con Gervacio.
Se despidió rápido y salió a la calle para respirar aire fresco porque en la reunión sentía que se asfixiaba.
La noche estrellada y la luna llena eran su compañía, se distrajo unos segundos para disfrutar de la noche, no se dio cuenta en que momento Gervacio salió de tras de ella para darle alcance y con el pretexto de que era peligroso caminar sola en la noche, la acompañó.
Al principio, uno al lado del otro caminaban en silencio y sin rumbo por las calles de la ciudad, ninguno hacía comentarios.
Gervacio tomó la mano Alida y caminaron alumbrados por la luz de la luna, era tal vez un nuevo comienzo para ellos, no lo sabían, fue Alida la que rompió el silencio para preguntar:
-¿Estás saliendo con otra persona?
-No, estuve saliendo con otra persona pero ahora ya no, en este momento soy libre de ir a donde quiera- comentó Gervacio para ver la reacción de Alida.
-Yo también soy libre y puedo ir a donde quiera, por ejemplo a esa luna que nos está alumbrado- dijo Alida sonriendo como una broma para romper un poco el silencio.
Era muy tarde en la noche, cuando llegaron a la casa de Alida, en la puerta Gervacio se despedía y ella lo detuvo para decir -porque no dejamos el orgullo a un lado y comenzamos de nuevo, los dos queremos lo mismo.
Alida abrazó a Gervacio y un beso selló el nuevo comienzo, tal vez esta separación había ayudado a encontrarse el uno con el otro y a perder el miedo que sintió Alida por el futuro cuando Gervacio iba hacerle la pregunta sobre el compromiso.
- Mañana vengo para ir a desayunar juntos en alguno de nuestros lugares favoritos, ¿te parece?- se volvieron abrazar y besar, luego Gervacio se retiró.
Alida estaba de acuerdo con la propuesta, mañana se volverían a encontrar.
Alma desde su habitación sintió que Alida llegaba, era bastante tarde pero ahora estaba tranquila con su hija en casa. Todavía ignoraba el nuevo comienzo de Gervacio y Alida. En el fondo había lamentado que terminaran, pero también tenía que admitir que sentía un gran temor que su hija se vaya de la casa en algún momento para hacer su vida.
Respiró profundamente, cerró el libro que leía y apagó la luz de su mesa de noche, recién pudo dormir más tranquila, al saber que Alida estaba en su habitación.
Al día siguiente, Alida le dijo a su madre que no prepare el desayuno para ella porque iba a desayunar con Gervacio: -madre hemos vuelto de nuevo- dijo de repente y Alma sonrió al ver a su hija feliz.
El resto del día los enamorados lo pasaron juntos, desayunaron y almorzaron, hablaron y despejaron todas sus dudas, se sintieron afortunados de volver a encontrarse, el amor no los había abandonado solo se había tomado un tiempo para saber si eran el uno para el otro.
Alma al ver de nuevo a Gervacio que visitaba Alida, estaba conforme, ella sentía aprecio por él, había cambiado su manera de pensar y eso era un gran progreso.
La vida cotidiana nos alcanza a todos, Alida y Gervacio no eran la excepción, tenían que trabajar como todo el mundo pero dos meses más tarde, mientras los dos estaban en el jardín de la casa de Alida, ella preguntó:
-¿Gervacio qué opina tu madre de nuestro regreso? ella siempre fue muy amable conmigo cuando me recibió en su casa- sonrió Alida al recordar las conversaciones con Celeste.
-Mi madre está feliz, según ella eso era lo que me faltaba-.
-¿Y tiene razón Gervacio?- preguntó Alida porque quería saber la verdad.
-Si ella tiene razón- contestó y sacó de su bolsillo la pequeña cajita de terciopelo rojo, preguntó -¿quieres casarte conmigo Alida?-.
Gervacio estaba en suspenso, Alida no contestaba y él ya comenzaba a pensar en otra negativa. Ella
guardó silencio unos segundos que parecían horas y entonces, dijo -¡si Gervacio, si quiero casarme contigo!- lo había hecho sufrir con su silencio pero ahora ya no había dudas, todo era diáfano.
Gervacio puso en el dedo de Alida el hermoso anillo que había escogido, la piedra era grande y deslumbraba con su brillo.
Alida estaba feliz, el anillo no era lo más importante sino, el amor de los dos.
Fueron a buscar Alma para contarle la buena nueva, ella los felicitó, por fin las dudas se aclararon y ahora venía lo siguiente, planificar la boda. La madre de Alida ya estaba pensando en ello.
-Madre por favor todavía no hay fecha, déjanos disfrutar la etapa del compromiso- comentó Alida porque ya conocía a su madre como era.
Cuando Gervacio se fue Alida le enseñó el anillo a su madre:
-Es muy lindo, Gervacio ha tenido muy buen gusto- comentó Alma y agregó -Alida, cuando decidan la fecha de la boda debes avisarme para comenzar los preparativos con tiempo. Ya puedo imaginar el vestido de novia, será hermoso- decía Alma mientras soñaba con ese día.
-Madre por favor, yo solo quiero un sencillo vestido blanco, nada ostentoso, tampoco quiero una gran boda, solo la familia y los amigos más íntimos- terminó de decir Alida.
Su madre ya no la escuchaba, ella estaba feliz planificando en su mente, cómo sería la boda y el vestido.
Alida ahora tenía un gran dilema, convencer a su madre sobre los preparativos, ella sabía que Alma no podía con su genio y menos cuando se trataba de Alida.
CONTINUARÁ
Gervacio tomó la mano Alida y caminaron alumbrados por la luz de la luna, era tal vez un nuevo comienzo para ellos, no lo sabían, fue Alida la que rompió el silencio para preguntar:
-¿Estás saliendo con otra persona?
-No, estuve saliendo con otra persona pero ahora ya no, en este momento soy libre de ir a donde quiera- comentó Gervacio para ver la reacción de Alida.
-Yo también soy libre y puedo ir a donde quiera, por ejemplo a esa luna que nos está alumbrado- dijo Alida sonriendo como una broma para romper un poco el silencio.
Era muy tarde en la noche, cuando llegaron a la casa de Alida, en la puerta Gervacio se despedía y ella lo detuvo para decir -porque no dejamos el orgullo a un lado y comenzamos de nuevo, los dos queremos lo mismo.
Alida abrazó a Gervacio y un beso selló el nuevo comienzo, tal vez esta separación había ayudado a encontrarse el uno con el otro y a perder el miedo que sintió Alida por el futuro cuando Gervacio iba hacerle la pregunta sobre el compromiso.
- Mañana vengo para ir a desayunar juntos en alguno de nuestros lugares favoritos, ¿te parece?- se volvieron abrazar y besar, luego Gervacio se retiró.
Alida estaba de acuerdo con la propuesta, mañana se volverían a encontrar.
Alma desde su habitación sintió que Alida llegaba, era bastante tarde pero ahora estaba tranquila con su hija en casa. Todavía ignoraba el nuevo comienzo de Gervacio y Alida. En el fondo había lamentado que terminaran, pero también tenía que admitir que sentía un gran temor que su hija se vaya de la casa en algún momento para hacer su vida.
Respiró profundamente, cerró el libro que leía y apagó la luz de su mesa de noche, recién pudo dormir más tranquila, al saber que Alida estaba en su habitación.
Al día siguiente, Alida le dijo a su madre que no prepare el desayuno para ella porque iba a desayunar con Gervacio: -madre hemos vuelto de nuevo- dijo de repente y Alma sonrió al ver a su hija feliz.
El resto del día los enamorados lo pasaron juntos, desayunaron y almorzaron, hablaron y despejaron todas sus dudas, se sintieron afortunados de volver a encontrarse, el amor no los había abandonado solo se había tomado un tiempo para saber si eran el uno para el otro.
Alma al ver de nuevo a Gervacio que visitaba Alida, estaba conforme, ella sentía aprecio por él, había cambiado su manera de pensar y eso era un gran progreso.
La vida cotidiana nos alcanza a todos, Alida y Gervacio no eran la excepción, tenían que trabajar como todo el mundo pero dos meses más tarde, mientras los dos estaban en el jardín de la casa de Alida, ella preguntó:
-¿Gervacio qué opina tu madre de nuestro regreso? ella siempre fue muy amable conmigo cuando me recibió en su casa- sonrió Alida al recordar las conversaciones con Celeste.
-Mi madre está feliz, según ella eso era lo que me faltaba-.
-¿Y tiene razón Gervacio?- preguntó Alida porque quería saber la verdad.
-Si ella tiene razón- contestó y sacó de su bolsillo la pequeña cajita de terciopelo rojo, preguntó -¿quieres casarte conmigo Alida?-.
Gervacio estaba en suspenso, Alida no contestaba y él ya comenzaba a pensar en otra negativa. Ella
guardó silencio unos segundos que parecían horas y entonces, dijo -¡si Gervacio, si quiero casarme contigo!- lo había hecho sufrir con su silencio pero ahora ya no había dudas, todo era diáfano.
Gervacio puso en el dedo de Alida el hermoso anillo que había escogido, la piedra era grande y deslumbraba con su brillo.
Alida estaba feliz, el anillo no era lo más importante sino, el amor de los dos.
Fueron a buscar Alma para contarle la buena nueva, ella los felicitó, por fin las dudas se aclararon y ahora venía lo siguiente, planificar la boda. La madre de Alida ya estaba pensando en ello.
-Madre por favor todavía no hay fecha, déjanos disfrutar la etapa del compromiso- comentó Alida porque ya conocía a su madre como era.
Cuando Gervacio se fue Alida le enseñó el anillo a su madre:
-Es muy lindo, Gervacio ha tenido muy buen gusto- comentó Alma y agregó -Alida, cuando decidan la fecha de la boda debes avisarme para comenzar los preparativos con tiempo. Ya puedo imaginar el vestido de novia, será hermoso- decía Alma mientras soñaba con ese día.
-Madre por favor, yo solo quiero un sencillo vestido blanco, nada ostentoso, tampoco quiero una gran boda, solo la familia y los amigos más íntimos- terminó de decir Alida.
Su madre ya no la escuchaba, ella estaba feliz planificando en su mente, cómo sería la boda y el vestido.
Alida ahora tenía un gran dilema, convencer a su madre sobre los preparativos, ella sabía que Alma no podía con su genio y menos cuando se trataba de Alida.
CONTINUARÁ
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