La preocupación de Octavia era hacía Rubí y lo mismo sucedía con Aníbal. Él no estaba muy de acuerdo que la niña estudie en un internado si ellos podían tenerla en su casa, pero había una verdad, la familia de Aurora no los dejaría vivir en paz hasta tenerla en su poder.
-Es lo mejor Aníbal- decía Octavia -nuestra amiga quiere que su hija viva y esté tranquila estudiando, ella no desea que su hija sea motivo de pleitos y desacuerdos-.
Al atardecer del día siguiente, Octavia se dirigía a casa de Aurora, un viento fresco recorría la calle, pronto el cielo se vería inundado de cometas, era el mes de noviembre y era la época en que niños y jóvenes volaban sus cometas. En unos días más Manuelito comenzaría a construir una de ellas para hacerla volar en el cielo. Este recuerdo hizo sonreír a Octavia y en segundos su ánimo cambió al recordar que su amiga estaba postrada en cama con una grave enfermedad.
Octavia tocó la campanilla de entrada y Margarita la recibió, las noticias que tenía no eran buenas. Aurora se había debilitado y ya casi no podía hablar, por momentos perdía la conciencia:
-Señora ya he llamado al doctor y él mando avisar que venía lo más pronto posible, además los hermanos de la señora Aurora vinieron en la mañana, tenía que avisarles. Los señores se molestaron conmigo porque no había hablado antes, pero yo les dije que eran ordenes de la señora Aurora y les entregue una carta que ella escribió unas semanas antes. Al leerla se quedaron más tranquilos y entraron a ver a su hermana, estuvieron con ella un par de horas y luego se fueron, al menos guardaron las formas-.
Octavia escuchó a Margarita y estuvo de acuerdo con ella, después se acercó a la habitación de Aurora, ella dormía pero cuando escuchó la voz de Octavia despertó, le pidió que se acerque y apenas con una tenue voz dijo: -por favor Octavia no olvides tu promesa, mi niña no debe quedar sola-. suplicó.
Octavia contestó rápidamente : -Aurora, Rubí nunca va estar sola, siempre estaré a su lado, es mi promesa, no te preocupes-. mientras decía estas palabras lloraba al ver a su amiga tan débil y sin aliento.
Algo más quiso decir Aurora pero fue interrumpida por la llegada de su prima Renata que ya se había enterado de su estado de salud, su sorpresa fue mayor al encontrar a Octavia, con voz que simulaba amabilidad comentó:-Octavia tu aquí, que sorpresa, quien te ha permitido venir si no eres de la familia-.
La voz de Aurora se escuchó -yo la he llamado- hizo un gran esfuerzo para hablar.
Renata disimuló su molestia: -querida prima como es posible que yo no sepa nada sobre tu salud ¿porqué no me has avisado¿- decía con una preocupación que no se sentía, ni se escuchaba sincera. Tomó su mano para seguir hablando de lo triste que estaba. Aurora no contestaba, ella ya no tenía fuerza.
Renata se puso de pie y se alejó de la cama, se acercó a la cómoda, parecía buscar algo y en un impulso impertinente abrió el primer cajón, rebuscó entre sus cosas, luego cerró con fuerza el cajón, Octavia era testigo de su comportamiento desagradable. Aurora no reaccionaba y ella hurgaba en los cajones de los muebles de la habitación y como si no fuera suficiente fue al ropero, lo abrió e igualmente buscaba con vehemencia algo que no encontraba.
Con el rostro lleno de ira preguntó a Margarita ¿dónde está el cofre con las joyas de mi prima? Margarita iba a contestar pero de nuevo sonó la campanilla de la puerta y fue abrir.
Aurora ya no reaccionaba y Renata daba un espectáculo vergonzoso, no podía guardar respeto hacía su prima que estaba en los últimos minutos de su vida. En su rostro no había tristeza ni lágrimas.
El doctor entró en la habitación e interrumpió a Renata y su desagradable comportamiento. Él se dirigió a su paciente y la examinó, movió la cabeza en señal de pesar, Aurora había dado su último aliento, ya no se podía hacer nada más.
Renata ordenó a Margarita traer a la Rubí, ella se la llevaría a su casa. Hasta ese momento Octavia había estado en silencio viendo la actuación de Renata, se dio cuenta porque Aurora desconfiaba tanto de ella. pero ahora era el momento de intervenir.
-no Renata, Rubí se ira conmigo, soy su apoderada, tengo ordenes de Aurora y voy a cumplirlas-. dijo con firmeza.
La prima Renata contestó que ella era su familia y no iba a permitir algo así, volvió a ordenar a Margarita que traiga a la niña. Ésta no se movía, no sabía que hacer, fue el doctor quien habló en ese instante:
-Señora Renata si usted no puede guardar respeto por su prima, le exijo que salga de la habitación, la señora Octavia tiene razón, yo soy testigo de ello porque mi paciente muchas veces me comentó al respecto- de esta manera el doctor la invitó a salir.
Renata ofendida y furiosa salió de la habitación, en ningún momento mostro tristeza por su prima y menos por la pequeña Rubí.
-Margarita hay que proteger a la niña ve a traerla, este es un momento muy difícil para ella, tenemos que apoyarla- ordenó Octavia y Margarita fue a buscar a Rubí.
Los instantes que siguieron fueron de dolor y tristeza, la niña cuando entró en la habitación y vio a su madre sin vida, se hecho a llorar, Aurora era en centro de su existencia. Ahora Octavia estaba junto a ella y el mundo parecía que se había detenido en ese momento de dolor, la vida parecía no tener sentido.
El doctor y Margarita sentían gran pesar por lo sucedido y Octavia abrazaba a Rubí para consolarla. La noche quedó en penumbras, Octavia y Rubí salieron juntas para preparar la despedida final.
Muy temprano en la mañana, en su casa, Octavia comentaba con Aníbal lo ocurrido, ella había traído a Rubí que aun dormía en la habitación de Emiliana.
Todavía no había desayunado cuando recibió la visita de Renata que la esperaba en la sala. Octavia fue a ver que deseaba y ella sin medir sus palabras la acusó de convencer a Aurora para que le deje todas sus bienes y la custodia de su sobrina. -No sé como has convencido a mi prima pero no voy a permitir que te adueñes de sus cosas-.
Octavia no podía escuchar más, se puso de pie y contestó molesta -sal de mi casa, no voy a permitir que tú me acuses y asegures cosas sin fundamento-. llamó a Ondina y le dijo -acompaña a esta señora y nunca más le abras la puerta, ella no puede entrar a mi casa-. terminó de decir.
Aníbal fue a la sala y encontró a su esposa molesta por la visita desagradable de Renata:
-Calma querida, esa señora es un verdadero problema, Aurora tenía tanta razón con respecto a ella-.
Octavia, su familia y la pequeña Rubí se prepararon para los funerales donde asistieron las Damas del Patronato que sentían un gran dolor por perder a su amiga, además estaban las religiosas y todas las amistades que apreciaban Aurora. Sus hermanos en silencio acompañaban a su hermana Aurora y la infaltable prima Renata estaba también presente.
Fueron dos días interminables. Octavia, Aníbal, Emiliana y Manuelito acompañaban a Rubí que se sentía protegida al lado de su madrina.
Al final del entierro la madre superiora se acercó a Octavia para decirle que se llevaría a Rubí y ella le pidió que la deje unas horas más, la niña se encontraba desolada nunca más volvería a ver a su madre.
-Madre quiero preparar a Rubí y hablar con ella sobre su nueva vida, le prometo que en la tarde antes de la hora del Ángelus la estaré llevando al colegio-
La madre superiora aceptó y contestó: -recuerda que ahora somos responsables de la pequeña Rubí, confió en tus palabras.
-Si madre, no se preocupe, estaré puntual en el colegio-. contestó Octavia.
Cuando ya se retiraban del cementerio el Doctor Panduro se acercó para decirle a Octavia que en dos días más se daría lectura al testamento -Octavia debe estar presente para acompañar a mi protegida Rubí, la niña tiene que estar en la lectura de los últimos deseos de su madre para que sepa cuales son sus derechos-.
-Doctor Panduro yo no quisiera, he tenido el otro día un fuerte altercado con Renata y ella va estar presente-.
-No sé preocupe Octavia, yo conozco a la señora y he tomado la precaución de tener a dos asistentes en caso de que surja algún problema-.
No muy convencida Octavia aceptó tenía que estar al lado de Rubí. El doctor Panduro se despidió de ella y de Aníbal. Éste comentó -Octavia si deseas yo te acompaño a la lectura del testamento, soy el padrino de Rubí-.
-Anibal es mejor que no, tu presencia puede levantar suspicacias que no tienen fundamento, no te preocupes Rubí y yo vamos a estar bien-.
Todos partieron a sus respectivas casas, los amigos que apreciaban Aurora sentían pesar por Rubí, su vida había cambiado en forma drástica.
En la casa todos rodeaban a Rubí conversaban con ella para animarla, Emiliana le regaló su muñeca, que tenía un lindo vestido y era su preferida. Almorzaron todos juntos en familia y mas tarde Octavia le hablaba como iba hacer su vida de aquí en adelante: -no tengas miedo las Hermanas de la Caridad van ha cuidar muy bien de ti y yo estaré a tu lado para lo que desees, todos los domingos iré a recogerte a las diez de la mañana para estar juntas en familia, tu vida va ser diferente pero vas estar rodeada de personas que te quieren de verdad-.
Rubí comprendía las palabras de Octavia y solo contestó -si madrina yo voy a esperar por usted todos los domingos-.
Octavia y Rubí acompañadas por Aníbal partieron hacia el convento de las religiosas, había llegado el momento. Diez minutos antes de la hora del Ángelus, Octavia entregaba a Rubí en las manos de la madre superiora, ella le hizo la salvedad que vendría a recogerla en dos días más para la lectura del testamento, la madre superiora estuvo de acuerdo, luego se despidió de Rubí con un abrazo y un beso, lo mismo hizo Aníbal que sentía tanto la partida de Aurora y ahora la despedida de Rubí.
Dos días más tarde Octavia y Rubí se hacían presentes en casa de Aurora para la lectura del testamento, ellas llegaron temprano, así lo había preferido Octavia, era mejor esperar hasta que llegue el doctor Panduro. Una hora después todos los familiares se encontraban en el salón de recibir, el resto de la casa estaba con las puertas cerradas.
El doctor Panduro inició la lectura del testamento, una vez que se comprobó que todos los interesados estaban reunidos. Dio lectura algunas clausulas y en un de ellas decía que a sus hermanos la señora Aurora les dejaba la casa que ellos actualmente ocupaban y a mi prima Renata le dejo la colección de relojes finos que tanto le gustaban y dos relicarios de plata. Estando yo presente le di a ella como adelanto de herencia una cantidad de dinero. El doctor Panduro continuo leyendo las demás clausulas y para terminar a mi hija Rubí la declaro heredera universal de todos mis bienes que le serán entregados a su mayoría de edad cuando cumpla los veintiún años. Esta casa quedará cerrada y nadie podrá entrar en ella, salvo mi hija Rubí y su madrina.
Murmullos en la sala, Renata se puso de pie para decir en voz alta que el cofre con las joyas de Aurora estaba desaparecido.
-No está desaparecido ese cofre señora- contestó el doctor Panduro -se encuentra guardado y a buen recaudo y le será entregado a Rubí cuando cumpla los dieciocho años. Nadie puede oponerse a los deseos de la Señora Aurora de Santa Maria porque de inmediato quedará separado del testamento-. terminó de decir el abogado para dar fin a la lectura.
Renata dijo algunas palabras pero ya no había nada que hacer, todo estaba dicho. El doctor Panduro pidió a todos desocupar la sala porque la casa iba a ser cerrada. Se despidió de los presentes y de Octavia diciéndole a ella que cualquier problema que tuviera de inmediato se acerque a su estudio.
Al salir de la casa Octavia dio un paseo con Rubí antes de dejarla de nuevo en el convento, hablaron sobre Aurora y los buenos momentos que vivieron junto a ella, después la dejo con las religiosas, al despedirse le dijo: -nos vemos el domingo no te olvides-. luego la abrazó.
En el camino a su casa se le apretaba el corazón en el pecho, hubiera sido tan bueno para Rubí que viva con la familia pero la realidad era diferente y nada se podía hacer.
Los días pasaban y la vida tomaba su propio curso, Las Damas del Patronato se preparaban para un nuevo trabajo, la navidad de los niños del orfelinato.
Comprar los juguetes y preparar el desayuno de navidad para los pequeños era prioridad.
Todas extrañaban a Aurora pero debían continuar trabajando, además pensaban invitar al alcalde para el desayuno de navidad con los niños.
La población en general esperaba que en los días cercanos a la navidad la ciudad se encuentre sin disturbios ni protestas al menos por esos días para celebrar el nacimiento de Jesús en el mundo. Todos apoyaban las protestas de los obreros por ser justas, pero al menos por esos días se necesitaba paz.
Octavia aparte se preparaba para el final del año escolar de Emiliana, ella terminaba sus estudios y se alistaba para comenzar una nueva etapa en su vida. Tenía excelentes calificaciones y ella podía decidir su futuro. Octavia hasta ese momento no había hablado seriamente con su hija de lo que iba hacer después del colegio.
CONTINUARÁ