domingo, 25 de octubre de 2020

PRIMAVERA DE 1900

La preocupación de Octavia era hacía Rubí y lo mismo sucedía con Aníbal. Él no estaba muy de acuerdo que la niña estudie en un internado si ellos podían tenerla en su casa, pero había una verdad, la familia de Aurora no los dejaría vivir en paz hasta tenerla en su poder.
-Es lo mejor Aníbal- decía Octavia -nuestra amiga quiere que su hija viva y esté tranquila estudiando, ella no desea que su hija sea motivo de pleitos y desacuerdos-.
Al atardecer del día siguiente, Octavia se dirigía a casa de Aurora, un viento fresco recorría la calle, pronto el cielo se vería inundado de cometas, era el mes de noviembre y era la época en que niños y jóvenes volaban sus cometas. En unos días más Manuelito comenzaría a construir una de ellas para hacerla volar en el cielo. Este recuerdo hizo sonreír a Octavia y en segundos su ánimo cambió al recordar que su amiga estaba postrada en cama con una grave enfermedad.
Octavia tocó la campanilla de entrada y Margarita la recibió, las noticias que tenía no eran buenas. Aurora se había debilitado y ya casi no podía hablar, por momentos perdía la conciencia: 
-Señora ya he llamado al doctor y él mando avisar que venía lo más pronto posible, además los hermanos de la señora Aurora vinieron en la mañana, tenía que avisarles. Los señores se molestaron conmigo porque no había hablado antes, pero yo les dije que eran ordenes de la señora Aurora y les entregue una carta que ella escribió unas semanas antes. Al leerla se quedaron más tranquilos y entraron a ver a su hermana, estuvieron con ella un par de horas y luego se fueron, al menos guardaron las formas-. 
Octavia escuchó a Margarita y estuvo de acuerdo con ella, después se acercó a la habitación de Aurora, ella dormía pero cuando escuchó  la voz de Octavia despertó, le pidió que se acerque y apenas con una tenue voz dijo: -por favor Octavia no olvides tu promesa, mi niña no debe quedar sola-. suplicó.
Octavia contestó rápidamente : -Aurora, Rubí nunca va estar sola, siempre estaré a su lado, es mi promesa, no te preocupes-. mientras decía estas palabras lloraba al ver a su amiga tan débil y sin aliento. 
Algo más quiso decir Aurora pero fue interrumpida por la llegada de su prima Renata que ya se había enterado de su estado de salud, su sorpresa fue mayor al encontrar a Octavia, con voz que simulaba amabilidad comentó:-Octavia tu aquí, que sorpresa, quien te ha permitido venir si no eres de la  familia-.
La voz de Aurora se escuchó -yo la he llamado- hizo un gran esfuerzo para hablar.
Renata disimuló su molestia: -querida prima como es posible que yo no sepa nada sobre tu salud ¿porqué no me has avisado¿- decía con una preocupación que no se sentía, ni se escuchaba sincera. Tomó su mano para seguir hablando de lo triste que estaba. Aurora no contestaba, ella ya no tenía fuerza.
Renata se puso de pie y se alejó de la cama, se acercó a la cómoda, parecía buscar algo y en un impulso impertinente abrió el primer cajón, rebuscó entre sus cosas, luego cerró con fuerza el cajón, Octavia era testigo de su comportamiento desagradable. Aurora no reaccionaba y ella hurgaba en los cajones de los muebles de la habitación y como si no fuera suficiente fue al ropero, lo abrió e igualmente buscaba con vehemencia algo que no encontraba.
Con el rostro lleno de ira preguntó a Margarita ¿dónde está el cofre con las joyas de mi prima? Margarita iba a contestar pero de nuevo sonó la campanilla de la puerta y fue abrir. 
Aurora ya no reaccionaba y Renata daba un espectáculo vergonzoso, no podía guardar respeto hacía su prima que estaba en los últimos minutos de su vida. En su rostro no había tristeza ni lágrimas. 
El doctor entró en la habitación e interrumpió a Renata y su desagradable comportamiento. Él se dirigió a su paciente y la examinó, movió la cabeza en señal de pesar, Aurora había dado su último aliento, ya no se podía hacer nada más.
Renata ordenó a Margarita traer a la Rubí, ella se la llevaría a su casa. Hasta ese momento Octavia había estado en silencio viendo la actuación de Renata, se dio cuenta porque Aurora desconfiaba tanto de ella. pero ahora era el momento de intervenir. 
-no Renata, Rubí se ira conmigo, soy su apoderada, tengo  ordenes de Aurora y voy a cumplirlas-. dijo con firmeza.
La prima Renata contestó que ella era su  familia y no iba a permitir algo así, volvió a ordenar a Margarita que traiga a la niña. Ésta no se movía, no sabía que hacer, fue el doctor quien habló en ese instante:
 -Señora Renata si usted no puede guardar  respeto por su prima, le exijo que salga de la habitación, la señora Octavia tiene razón, yo soy testigo de ello porque mi paciente muchas veces me  comentó al respecto- de esta manera  el doctor la invitó a salir. 
Renata ofendida y furiosa salió de la habitación, en ningún momento mostro tristeza por su prima y menos por la pequeña Rubí. 
-Margarita hay que proteger a la niña ve a traerla, este es un momento muy difícil para ella, tenemos que apoyarla- ordenó Octavia y Margarita fue a buscar a Rubí. 
Los instantes que siguieron fueron de dolor y tristeza, la niña cuando entró en la habitación y vio a su madre sin vida, se hecho a llorar, Aurora era en centro de su existencia. Ahora Octavia estaba junto a ella y el mundo parecía que se había detenido en ese momento de dolor, la vida parecía no tener sentido. 
El doctor y Margarita sentían gran pesar por lo sucedido y Octavia abrazaba a Rubí para consolarla. La noche quedó en penumbras, Octavia y Rubí salieron juntas para preparar la despedida final.  
Muy temprano en la mañana, en su casa, Octavia comentaba con Aníbal lo ocurrido, ella había traído a Rubí que aun dormía en la habitación de Emiliana. 
Todavía no había desayunado cuando recibió la visita de Renata que la esperaba en la sala. Octavia fue a ver que deseaba y ella  sin medir sus palabras la acusó de convencer a Aurora para que le deje todas sus bienes  y la custodia de su sobrina. -No sé como has convencido a mi prima pero no voy a permitir que te adueñes de sus cosas-.
Octavia no podía escuchar más, se puso de pie y contestó molesta -sal de mi casa, no voy a permitir que tú me acuses y asegures cosas sin fundamento-. llamó a Ondina y le dijo -acompaña a esta señora y nunca más le abras la puerta, ella no puede entrar a mi casa-. terminó de decir. 
Aníbal fue a la sala y encontró a su esposa molesta por la visita desagradable de Renata:
-Calma querida, esa señora es un verdadero problema, Aurora tenía tanta razón con respecto a ella-.
Octavia, su familia y la pequeña Rubí se prepararon para los funerales donde asistieron las Damas del Patronato que sentían un gran dolor por perder a su amiga, además estaban las religiosas y todas las amistades que apreciaban Aurora. Sus hermanos en silencio acompañaban a su hermana Aurora y la infaltable prima Renata estaba también presente.  
Fueron dos días interminables. Octavia, Aníbal, Emiliana y Manuelito acompañaban a Rubí que se sentía protegida al lado de su madrina.
Al final del entierro la madre superiora se acercó a Octavia para decirle que se llevaría a Rubí y ella le pidió que la deje unas horas más, la niña se encontraba desolada nunca más volvería  a ver a su madre.  
-Madre quiero preparar a Rubí y hablar con ella sobre su nueva vida, le prometo que en la tarde antes de la hora del Ángelus la estaré llevando al colegio-
La madre superiora aceptó y contestó: -recuerda que ahora somos responsables de la pequeña Rubí, confió en tus palabras.  
-Si madre, no se preocupe, estaré puntual en el colegio-. contestó Octavia.
Cuando ya se retiraban del cementerio el Doctor Panduro se acercó para decirle a Octavia que en dos días más se daría lectura al testamento -Octavia debe estar presente para acompañar a mi protegida Rubí, la niña tiene que estar en la lectura de los últimos deseos de su madre para que sepa cuales son sus derechos-.
-Doctor Panduro yo no quisiera, he tenido el otro día un fuerte altercado con Renata y ella va estar presente-.
-No sé preocupe Octavia, yo conozco a la señora y he tomado la precaución de tener a dos asistentes en caso de que surja algún problema-.
No muy convencida Octavia aceptó tenía que estar al lado de Rubí. El doctor Panduro se despidió de ella y de Aníbal. Éste comentó -Octavia si deseas yo te acompaño a la lectura del testamento, soy el padrino de Rubí-.
-Anibal es mejor que no, tu presencia puede levantar suspicacias que no tienen fundamento, no te preocupes Rubí y yo vamos  a estar bien-.
Todos partieron a sus respectivas casas, los amigos que apreciaban Aurora sentían pesar por Rubí, su vida había cambiado en forma drástica.
En la casa todos rodeaban a Rubí conversaban con ella para animarla, Emiliana le regaló su muñeca, que tenía un lindo vestido y era su preferida. Almorzaron todos juntos en familia y mas tarde Octavia le hablaba como iba hacer su vida de aquí en adelante: -no tengas miedo las Hermanas de la Caridad van ha cuidar muy bien de ti y yo estaré a tu lado para lo que desees, todos los domingos iré a recogerte a las diez de la mañana para estar juntas en familia, tu vida va ser diferente pero vas estar rodeada de personas que te quieren de verdad-.
Rubí comprendía las palabras de Octavia y solo contestó -si madrina yo voy a esperar por usted todos los domingos-.
Octavia y Rubí acompañadas por Aníbal partieron hacia el convento de las religiosas, había llegado el momento. Diez minutos antes de la hora del Ángelus, Octavia entregaba a Rubí en las manos de la madre superiora, ella le hizo la salvedad que vendría a recogerla en dos días más para la lectura del testamento, la madre superiora estuvo de acuerdo, luego se despidió de Rubí con un abrazo y un beso, lo mismo hizo Aníbal que sentía tanto la partida de Aurora y ahora la despedida de Rubí.
Dos días más tarde Octavia y Rubí se hacían presentes en casa de Aurora para la lectura del testamento, ellas llegaron temprano, así lo había preferido Octavia, era mejor esperar hasta que llegue el doctor Panduro. Una hora después todos los familiares se encontraban en el salón de recibir, el resto de la casa estaba con las puertas cerradas.
El doctor Panduro inició la lectura del testamento, una vez que se comprobó que todos los interesados estaban reunidos. Dio lectura algunas clausulas y en un de ellas decía que a sus hermanos la señora Aurora les dejaba la casa que ellos actualmente ocupaban  y a mi prima Renata le dejo la colección de relojes finos que tanto le gustaban y dos relicarios de plata.  Estando yo presente le di a ella como adelanto de herencia una cantidad de dinero. El doctor Panduro continuo leyendo las demás clausulas y para terminar a mi hija Rubí la declaro heredera universal de todos mis bienes que le serán entregados a su mayoría de edad cuando cumpla los veintiún años. Esta casa quedará cerrada y nadie podrá entrar en ella, salvo mi hija Rubí y su madrina.
Murmullos en la sala, Renata se puso de pie para decir en voz alta que el cofre con las joyas de Aurora estaba desaparecido.
-No está desaparecido ese cofre señora- contestó el doctor Panduro -se encuentra guardado y a buen recaudo y le será entregado a Rubí cuando cumpla los dieciocho años. Nadie puede oponerse a los deseos de la Señora Aurora de Santa Maria porque de inmediato quedará separado del testamento-. terminó de decir el abogado para dar fin a la lectura.  
Renata dijo algunas palabras pero ya no había nada que hacer, todo estaba dicho. El doctor Panduro pidió a todos desocupar la sala porque la casa iba a ser cerrada. Se despidió de los presentes y de Octavia diciéndole a ella que cualquier problema  que tuviera de inmediato se acerque a su estudio.
Al salir de la casa Octavia dio un paseo con Rubí antes de dejarla de nuevo en el convento, hablaron sobre Aurora y los buenos momentos que vivieron junto a ella, después la dejo con las religiosas, al despedirse le dijo: -nos vemos el domingo no te olvides-. luego la abrazó.
En el camino a su casa se le apretaba el corazón en el pecho, hubiera sido tan bueno para Rubí que viva con la familia pero la realidad era diferente y nada se podía hacer.                                                


Los días pasaban y la vida tomaba su propio curso, Las Damas del Patronato se preparaban para un nuevo trabajo, la navidad de los niños del orfelinato. 
Comprar los juguetes y preparar el desayuno de navidad para los pequeños era prioridad. 
Todas extrañaban a Aurora pero debían continuar trabajando, además pensaban invitar al alcalde para el desayuno de navidad con los niños.
La población  en general esperaba que en los días cercanos a la navidad la ciudad se encuentre sin disturbios ni protestas al menos por esos días para celebrar el nacimiento de Jesús en el mundo. Todos apoyaban las protestas de los obreros por ser justas, pero al menos por esos días se necesitaba paz.
Octavia aparte se preparaba para el final del año escolar  de Emiliana, ella terminaba sus estudios y se alistaba  para comenzar una nueva  etapa en su  vida. Tenía excelentes calificaciones y ella podía decidir su futuro. Octavia hasta ese momento no había hablado seriamente con su hija de lo que iba hacer después del colegio. 

CONTINUARÁ    

domingo, 18 de octubre de 2020

PRIMAVERA DE 1900

Las Damas del Patronato se habían reunido en casa de Ana Luisa,  la tesorera, para tomar decisiones.
En primer lugar irían al orfelinato de  niños para entregar los víveres y ropa  que habían comprado con el dinero recaudado de la rifa y en segundo lugar irían al asilo de ancianos desamparados para entregar víveres y frazadas que eran por esos días lo que más necesitaban en esa  casa. 
La señoras se organizaron y se formaron  dos grupos. Un grupo llevaría la ayuda  a la casa de los niños y el otro grupo al asilo de ancianos. Aurora que era la presidenta del comité no estaba presente, tomaría su lugar Octavia y Petra sería la secretaria, la tesorera siempre era Ana Luisa. Ninguna de las señoras preguntó por Aurora, todas estaban preocupadas por su amiga, pero tenían que seguir adelante con su trabajo.
Octavia como había prometido no comentó nada sobre la salud de Aurora, ella sabía que es lo que pasaba con su amiga. 
En triciclos repletos de sus compras, cada grupo se dirigía a su destino, Octavia iba con el grupo de señoras a la casa de los niños sin hogar. Petra, Ana Luisa y otras señoras al asilo de ancianos. Era un momento grato poder ayudar a estos hogares, en uno, donde la vida comenzaba y el otro donde el invierno de la vida terminaba, parecía una ironía pero era así y para este grupo de damas se convertía en  una felicidad poder ayudar con su trabajo a los que más necesitaban. 
Las damas habían guardado una cantidad de dinero para comprar más tarde juguetes, la navidad no estaba muy lejos  y se tenía que pensar en la compra de juguetes para el hogar de los niños, ellos esperaban con alegría sus regalos de navidad. 
Cada grupo de señoras llegó a su respectiva casa con los triciclos llenos de sus compras, la directora de la casa de los niños y el personal recibieron a las damas con aplausos, ellas eran bien venidas con la ayuda para el hogar. De igual manera sucedió en el asilo de ancianos, las damas fueron recibidas con alboroto y aplausos. En ambas casas la ayuda era una bendición que llegaba en el momento que más se necesitaba. 
Las gracias a las damas por todo el trabajo que hacían fue la respuesta. La directora de la casa de los niños no tenía palabras para agradecer por los presentes. 
Las Damas del Patronato se retiraron del hogar de los niños muy contentas, no podían expresar con palabras lo que sentían al ayudar.  El otro grupo también se retiró del asilo de ancianos, satisfechas y felices de entregar la ayuda para esta casa que tanto necesitaba. 
Después de esta jornada de trabajo se volvieron a reunir en casa de Ana Luisa para comentar sus experiencias, ellas no tenían descanso porque ya planeaban  el trabajo de navidad. 
Cuando Octavia llegó a su casa, sus hijos salieron a recibirla estaban contentos de almorzar con su madre y conversar con ella sobre su trabajo a la casa de los niños.
Por unos instantes Felicitas pidió hablar con Octavia y ella la recibió en el pequeño salón. 
-Señora mi hermano Eriberto ya salió del hospital, quiero pedir su permiso para ir a verlo en la tarde, él todavía no puede valerse por si mismo, tiene la pierna enyesada. Ondina se encargaría de terminar mi trabajo-.
-Que bueno Felicitas que tu hermano ya esté en su casa, en una vianda llévale almuerzo es importante que se recupere y para ello tiene que alimentarse bien- contestó Octavia para sorpresa de Felicitas. 
-Gracias señora por darme su permiso y llevar comida a mi hermano. La señora Eda antes de salir del hospital le hizó serias advertencias a Eriberto para que se cuide y no esté corriendo de la policía por las calles, Ella fue muy estricta al decirle que su pierna tenía que ser cuidada si la quiere conservar. Eriberto le prometió que así lo haría.
Emiliana y su madre conversaban en el huerto sobre algunas flores que querían sembrar antes que se  termine la estación. 
Ondina fue al huerto y se acercó a ellas para decirle: -señora este telegrama ha llegado y también está aquí mi cartilla con las notas del colegio-. 
-Bien Ondina déjame ver esa cartilla, tienes excelentes notas te felicito, sigue así para que el próximo año termines la primaria- y en sus manos le entregó la cartilla de notas.
Emiliana también felicitó a Ondina y las dos salieron conversando juntas del huerto. Cuando Octavia se quedó sola, abrió el telegrama que era de Aníbal, éste decía: Mi querida Octavia llegó a la casa el jueves.
El huerto lucía bien cuidado, Cesáreo el jardinero venía una vez al mes a podar las plantas y limpiar la maleza era tan grato estar cerca de la naturaleza con las flores y los árboles que la rodeaban 
De tarde en tarde Octavia iba a visitar a su amiga Aurora, veía con gran pesar como la enfermedad la debilitaba. Su doctor la visitaba un día si y un día no, los cambios que notaba eran alarmantes pero Aurora ya sabía lo que pasaba con ella y se resignaba, aunque su dolor crecía al pensar en su hija Rubí. Ella sufría porque no quería dejarla sola y Octavia le aseguraba que estaría siempre a su lado para velar por su seguridad.
-Aurora- decía Octavia una tarde que fue de visita -es necesario preparar a Rubí con respecto a tu enfermedad, ella no sabe toda la verdad, tenemos que hablarle de una forma delicada para que comprenda  y  después no sea peor para Rubí 
-Si, tienes razón, creo que es el momento de hablar con mi hija, ella piensa que pronto me voy a curar. Margarita trae a Rubí a mi habitación-. ordenó Aurora. 
Iba hacer un momento doloroso para la niña, pero  debía saber la verdad.
Unos minutos más tarde, Rubí entró a la habitación de la mano de Margarita, saludó a su madrina con un abrazo y un beso, ella le devolvía el cariño, después se acercó a la cama donde su madre descansaba.
Aurora inició la conversación con su hija explicando en forma serena cual era su enfermedad y que pasaría con ella  al final, Rubí abrazó a su madre y comenzó a llorar. Entre Octavia y Aurora calmaban a la niña para que pueda comprender que su madre siempre estaría a su lado cuidándola desde el cielo. Para todas fue un momento difícil ver el sufrimiento y desesperación de la pequeña que a tan corta edad se quedaba sin padre y sin su madre que era todo su mundo. 
-Tu madrina va estar cerca, ella  va  cuidar de ti pero tienes que estudiar interna por tu tranquilidad querida mía, yo te he explicado alguna vez sobre nuestra familia-. 
Octavia le aseguró que así sería, que siempre estaría cerca de ella. La pequeña Rubí un poco más serena hablaba con su madre y su madrina, envuelta en su tristeza trataba de entender lo que pasaría con  su madre después. 
Una hora más tarde Octavia se despedía de Aurora y Rubí, la niña estaba más tranquila, abrazada a su madre conversaba con ella cuando Octavia salía de la habitación. 
Fue un momento difícil y triste hablar con Rubí pero fue necesario preparla, porque si no  el sufrimiento para la niña sería más grande llegado el momento.
Los días pasaban y aún no se habían apagado los ecos de las protestas de los trabajadores en el puerto con las consecuencias que todos conocían cuando los trabajadores de la industria textil iniciaban su huelga y protestas. Las calles volvían a ser un polvorín, pero el gobierno aún no escuchaba a la población que clamaba su reconocimiento y aceptación.
Jueves al medio día llegó Aníbal lleno de entusiasmo, ¡Octavia! llamaba a su esposa en voz alta: 
-Aníbal que bueno tenerte en casa- saludó Octavia a su esposo. Él la tomó en sus brazos y le dijo feliz 
-Vamos a bailar, hoy día es un día especial-  dio unos pasos de baile junto a ella.
Octavia preguntó: -querido porque tanta felicidad, no comprendo-.
Aníbal se detuvo en ese instante y contestó -mi querida esposa, si bien es cierto que problemas graves existen en el fundo, solo hemos podido salvar la tercera parte del cultivo de algodón y hay un desastre económico. Las pruebas de investigación del señor Fermín Tangüis, están dando buenos resultados entonces nuestro precioso algodón va ser salvado de la extinción y puede seguir teniendo el país uno de los algodones más finos del mundo. Octavia dime si no es para estar felices y bailar- reía Aníbal por las buenas noticias. 
-No quiero acabar con tu alegría querido pero tengo que decir algo que es muy serio- contestó Octavia con una expresión de tristeza en el rostro.
Aníbal se alarmó -¿que sucede? ¿pasó algo con los niños?- contestó de inmediato.
-No, no, no es nada con nuestra familia pero si con alguien a quien queremos y estimamos-. dijo Octavia -ven vamos al salón para conversar-.
En el pequeño salón Octavia puso a su esposo al tanto de la salud de Aurora y lo que sucedía con ella, su enfermedad era grave y no tenía mucho tiempo de vida.                                              

Aníbal no salía de su sorpresa -no puede ser- decía -nuestra querida amiga Aurora, estas segura Octavia-comentó.
-Si Aníbal, todo lo que te he contado es verdad y el doctor lo ha confirmado-.
Aníbal en el pasado había sido muy amigo de Benicio Santa María esposo de Aurora. Él sintió mucho su muerte y ahora era su esposa Aurora, acaso era cruel el destino con esta familia. No comprendía, aún más si estaba de por medio una niña pequeña que iba a sufrir la ausencia de su madre, como en su momento sufrió la del padre.
-Aníbal solo te pido no comentes con nadie lo que acabo de contarte, ella no quiere que su familia se entere todavía, ya te explicado el porqué-.
-No, no te preocupes Octavia no diré nada, debemos respetar la voluntad de nuestra amiga. No puedo comprender, no, no- decía Aníbal lamentándose de la noticia. 
-No quería acabar con tu alegría pero tenías que saberlo,  nosotros somos los padrinos de Rubí y yo he prometido estar siempre a su lado para protegerla-. decía Octavia a su esposo.
Aníbal contestó -si Octavia estoy de acuerdo contigo, nosotros siempre vamos a proteger a Rubí-. 
En el pequeño salón hubo un largo silencio, Octavia y Aníbal sentían un gran pesar por Aurora y era inevitable la tristeza y el dolor que sentían por su querida amiga. 

CONTINUARÁ   
 

domingo, 11 de octubre de 2020

PRIMAVERA DE 1900

Octavia lentamente se acercó a su amiga, Aurora le señaló un pequeño sillón que estaba muy cerca de la cama y le dijo: - Por favor toma asiento, cómo te vuelvo a repetir mi enfermedad no es contagiosa-. 
Octavia tomó asiento donde le señalaba su amiga y  preguntó: 
-Aurora ¿Cómo estás? ¿qué es lo que tienes?-.
-Querida amiga, primero quiero que me cuentes como fue el evento de la rifa, salió todo bien como esperábamos. Yo estaba tan preocupada pero no podía hacer nada, mírame aquí estoy, todo el día en cama-.
Octavia contestó a su amiga lo que deseaba saber: -Aurora el evento fue todo un éxito. El público acudió a nuestro llamado, el salón de la Beneficencia que nos prestó el alcalde estaba repleto de gente y la emoción por el premio lo hacía todo más sorprendente, fue una señorita presente en la sala quien ganó el collar, la gente aplaudía cuando ella subió al escenario y mostró a todos el premio, en realidad fue un momento de algarabía, de emoción. Recolectamos la cifra récord de tres mil soles gracias a tu donación del collar. Imagina cuanto vamos a poder  ayudar con esa cantidad de dinero-.
Aurora sonreía mientras escuchaba a su amiga que con entusiasmo contaba los detalles del evento. 
-Que alegría me da escuchar todo aquello, para mí fue una gran tristeza no poder asistir a la celebración de la rifa pero mi situación es delicada- por unos segundos hubo silencio y luego Aurora prosiguió.
-Octavia, la enfermedad que yo tengo es grave, lo que está creciendo dentro de mi se lleva lentamente mi vida. Según el doctor que me está tratando es un tumor y es maligno-. las palabras de Aurora se quebraron por el llanto, Octavia no sabía como consolar a su amiga pero le pidió calma.
-Aurora seguro que es algo que se puede curar, tú siempre has sido una persona muy sana muy activa-.
-No Octavia, esto es algo muy malo, yo le rogué al doctor que me diga la verdad  y él me explicó todo sobre la enfermedad,  es realmente grave por unos días pensé que se podía curar sola por eso no decía nada pero esto es imposible-. 
Octavia estaba preocupada por su amiga, no podía creer que ella estuviera tan mal, pero su semblante pálido y demacrado, además de haber perdido peso confirmaba lo que Aurora decía.
-Por favor, quiero pedirte que me escuches Octavia, para mí es muy importante lo que voy a decir-. 
-No te preocupes estoy atenta a tus palabras- contestó Octavia mientras su amiga le entregaba el cofre que tenía en las manos.  
Octavia lo abrió y quedó sorprendida con su contenido. En su interior, el cofre estaba lleno de  joyas que eran propiedad de Aurora, esto fue sorprendente, Octavia estaba desconcertada.
-Aurora que voy hacer con esto, no comprendo que es lo que deseas-. preguntó al ver el valioso contenido.
-Deseo que las guardes y cuando mi pequeña hija Rubí cumpla los dieciocho años le entregues el cofre,  yo confió mucho en ti, tú eres su madrina y sé que la quieres de verdad-.
Rubí era la hija pequeña de Aurora, ella solo tenía diez años y su madre sufría al saber que a tan tierna edad se quedaría sin padre y sin madre.
-Si, es verdad, yo quiero mucho a Rubí  pero esto es demasiada responsabilidad, son tus joyas y yo no se si debo tenerlas, tal vez alguien de tu familia puede guardarlas-. contestó  Octavia para que su amiga cambie de opinión.
-No, yo no confió en nadie de mi familia, me duele decir esto pero es verdad y la más peligrosa es mi prima Renata, ella nunca le daría a mi hija el cofre. Mi familia no sabe nada sobre mi enfermedad, si lo supieran estarían aquí como aves de rapiña esperando mi último aliento y se lanzarían sobre mi dinero, mis propiedades y a mi pequeña Rubí no le dejarían nada. Como dije antes me duele decirlo porque es mi familia, pero tengo que hablar con la verdad-. Octavia estaba sin palabras era real la enfermedad de Aurora y ella le estaba entregando sus joyas. 
-Está bien Aurora acepto guardar el cofre, solo con una condición que hagamos una lista en este momento de las joyas que hay en él y al final firmemos las dos y Margarita tu empleada como testigo para que de fe de lo que me estas entregando a guardar y luego dárselo a Rubí cuando ella cumpla los dieciocho años.                
 Aurora estuvo de acuerdo y de inmediato
se hizo la lista con las joyas que tenía el cofre tales como: cadenas de oro y medallones, collares, pulseras llenas de dijes, sortijas con algunas piedras preciosas todo aquello eran regalos de su esposo cuando éste vivía.  Al terminar la lista, firmaron las dos y Margarita fue testigo. 
Octavia guardó el papel en el cofre que mantendría bajo su custodia  para su ahijada.
-Ahora, Octavia deseo contarte que he escrito un testamento junto con mi abogado el doctor Panduro para que se cumplan mis últimos deseos. Es mi voluntad dejar todos mis bienes a mi hija Rubí, como tu sabes mi esposo Benicio me dejó una considerable fortuna y propiedades que no pueden caer en manos de mi familia, necesito asegurar el futuro de mi pequeña y tu Octavia me tienes que ayudar a que se cumpla todo mi testamento. Escúchame por favor-. 
Octavia iba a interrumpir a su amiga pero no dijo palabra, Aurora le hablaba de algo muy serio que era el futuro de su hija.
-Mi abogado es el tutor legal de Rubí, pero quiero pedirte que tu seas su apoderada que se encargue de hacer cumplir toda mi voluntad para proteger a mi niña. Sé que puedo confiar en ti por eso es que te cuento todo, además de entregarte el duplicado de mi testamento, el original lo tiene mi abogado el doctor Panduro, él sabe que yo cuento contigo-.
Margarita entregó en las manos de Octavia el testamento que indicaba Aurora. Ella le estaba entregando el testamento y el futuro de Rubí. 
Aurora le comentó a Octavia las clausulas principales del testamento - Como tu bien sabes, yo tengo una propiedad que está muy cerca al portal de Botoneros, es una casa muy grande que he cedido a las Hermanas de la Caridad con la condición de que le den la educación completa a mi hija en el colegio que ellas dirigen. Rubí estudiará interna con las religiosas. Al principio pensé pedirte que viva contigo pero mi familia te haría la vida imposible con tal de llevarse a la niña poniendo como pretexto que son familia, en cambio con las religiosas no van hacer capaces de enfrentarse. Rubí puede pasar contigo los domingos y las fiestas de fin de año ¿verdad?-
Octavia aceptó encantada de traer a  Rubí a su casa cuantos días sean necesarios, ella tenía por la niña un cariño sincero.
Aurora secó sus lágrimas con un pañuelo y continuó hablando sobre sus últimos deseos: 
-Esta casa va a quedar cerrada y Margarita se encargará de cuidarla para ser entregada a Rubí junto con las demás propiedades y también el dinero que hay en el banco cuando ella cumpla la mayoría de edad y pueda administrar sus bienes. Solo tú  y Rubí pueden visitar la casa para asegurarse que todo esté en orden. Como tú bien sabes yo sufrí mucho para quedar embarazada de mi pequeña y cuando ella nació fue la alegría de nuestro hogar, años más tarde la tragedia volvió cuando Benicio partió de este mundo por causa de un accidente en uno de sus viajes de negocios. Ahora soy yo la que sufre por está enfermedad y pienso todo el tiempo en mi hija, ella va a quedar sola en este mundo.
-No Aurora, ella no va estar sola, yo voy a velar por ella y va estar bien-. Octavia hacía esta promesa a su amiga en el lecho de su enfermedad, era un serio compromiso pero era lo menos que podía hacer por la pequeña que era su ahijada.
-Me prometes Octavia cuidar de ella hasta su mayoría de edad- suplicó Aurora.
-Te prometo querida amiga, así será- contestó Octavia muy seria y comprometida.
Aurora por momentos respiraba con dificultad debido a la enfermedad que la debilitaba, ella tenía que tomar pequeños lapsos de descanso para seguir hablando. 
Sobre su velador tenía un rosario de cuentas de cristal azul que Benicio le trajo de uno de sus viajes. Lo tomó en sus manos y dijo: -Octavia quiero regalarte este rosario, es fino y es muy bonito para mí es especial deseo que tú lo tengas-. 
-Gracias amiga pero no es necesario que me regales nada, creo que debe estar en manos de Rubí- contestó Octavia para que su amiga no se ofenda, no era su intención rechazar el  regalo. 
Aurora insistió y Octavia tuvo que aceptarlo -lo tendré guardado en un lugar especial en mi casa- agregó Octavia y Aurora sonrió. 
La hora había corrido en el reloj, Octavia se despedía de su amiga cuando vio que ella se cansaba al hablar. Era mejor dejarla dormir.           
Lee el testamento Octavia para que te enteres de toda mi voluntad y apoyes a mi pequeña Rubí-.           

Octavia prometió que así lo haría y que estaría siempre cerca de Rubí, Aurora se quedó algo más tranquila al saber que Rubí estaría con su madrina cuidándola. 
Antes de retirarse de la casa por voluntad de Aurora, Octavia tenía que recorrer toda la propiedad para que vea  como queda todo y así debía permanecer.
Junto a Margarita recorría cada habitación, cada ambiente donde todos los objetos y muebles que habían eran fino y de buen gusto. 
Octavia recordaba las fiestas, almuerzos y reuniones a las que había asistido con Aníbal en esa casa. Benicio era un hombre que le gustaba la vida social y agasajar a su esposa e hija. Tuvo tiempo de hacerlo y disfrutar a su familia.
Camino a su casa Octavia llevaba en su bolso el cofre con las joyas de Aurora y el rosario de cristal. Todo aquello sería guardado en un lugar seguro hasta que pueda estar o en manos de Rubí.
Cuando llegaron del colegio Emiliana y Manuelito, Octavia se encontraba en su pequeño salón como era costumbre, sus hijos fueron a saludarla y Octavia los abrazó y besó varias veces, Emiliana preguntó:
-Mamá estas triste que sucede-.
-Nada hija solo quiero abrazarlos y estar cerca de ustedes-. Octavia había prometido no decir nada sobre la enfermedad de Aurora, pero la invadía una tristeza al pensar que su amiga tenía poco tiempo de vida. 

CONTINUARÁ