domingo, 18 de octubre de 2020

PRIMAVERA DE 1900

Las Damas del Patronato se habían reunido en casa de Ana Luisa,  la tesorera, para tomar decisiones.
En primer lugar irían al orfelinato de  niños para entregar los víveres y ropa  que habían comprado con el dinero recaudado de la rifa y en segundo lugar irían al asilo de ancianos desamparados para entregar víveres y frazadas que eran por esos días lo que más necesitaban en esa  casa. 
La señoras se organizaron y se formaron  dos grupos. Un grupo llevaría la ayuda  a la casa de los niños y el otro grupo al asilo de ancianos. Aurora que era la presidenta del comité no estaba presente, tomaría su lugar Octavia y Petra sería la secretaria, la tesorera siempre era Ana Luisa. Ninguna de las señoras preguntó por Aurora, todas estaban preocupadas por su amiga, pero tenían que seguir adelante con su trabajo.
Octavia como había prometido no comentó nada sobre la salud de Aurora, ella sabía que es lo que pasaba con su amiga. 
En triciclos repletos de sus compras, cada grupo se dirigía a su destino, Octavia iba con el grupo de señoras a la casa de los niños sin hogar. Petra, Ana Luisa y otras señoras al asilo de ancianos. Era un momento grato poder ayudar a estos hogares, en uno, donde la vida comenzaba y el otro donde el invierno de la vida terminaba, parecía una ironía pero era así y para este grupo de damas se convertía en  una felicidad poder ayudar con su trabajo a los que más necesitaban. 
Las damas habían guardado una cantidad de dinero para comprar más tarde juguetes, la navidad no estaba muy lejos  y se tenía que pensar en la compra de juguetes para el hogar de los niños, ellos esperaban con alegría sus regalos de navidad. 
Cada grupo de señoras llegó a su respectiva casa con los triciclos llenos de sus compras, la directora de la casa de los niños y el personal recibieron a las damas con aplausos, ellas eran bien venidas con la ayuda para el hogar. De igual manera sucedió en el asilo de ancianos, las damas fueron recibidas con alboroto y aplausos. En ambas casas la ayuda era una bendición que llegaba en el momento que más se necesitaba. 
Las gracias a las damas por todo el trabajo que hacían fue la respuesta. La directora de la casa de los niños no tenía palabras para agradecer por los presentes. 
Las Damas del Patronato se retiraron del hogar de los niños muy contentas, no podían expresar con palabras lo que sentían al ayudar.  El otro grupo también se retiró del asilo de ancianos, satisfechas y felices de entregar la ayuda para esta casa que tanto necesitaba. 
Después de esta jornada de trabajo se volvieron a reunir en casa de Ana Luisa para comentar sus experiencias, ellas no tenían descanso porque ya planeaban  el trabajo de navidad. 
Cuando Octavia llegó a su casa, sus hijos salieron a recibirla estaban contentos de almorzar con su madre y conversar con ella sobre su trabajo a la casa de los niños.
Por unos instantes Felicitas pidió hablar con Octavia y ella la recibió en el pequeño salón. 
-Señora mi hermano Eriberto ya salió del hospital, quiero pedir su permiso para ir a verlo en la tarde, él todavía no puede valerse por si mismo, tiene la pierna enyesada. Ondina se encargaría de terminar mi trabajo-.
-Que bueno Felicitas que tu hermano ya esté en su casa, en una vianda llévale almuerzo es importante que se recupere y para ello tiene que alimentarse bien- contestó Octavia para sorpresa de Felicitas. 
-Gracias señora por darme su permiso y llevar comida a mi hermano. La señora Eda antes de salir del hospital le hizó serias advertencias a Eriberto para que se cuide y no esté corriendo de la policía por las calles, Ella fue muy estricta al decirle que su pierna tenía que ser cuidada si la quiere conservar. Eriberto le prometió que así lo haría.
Emiliana y su madre conversaban en el huerto sobre algunas flores que querían sembrar antes que se  termine la estación. 
Ondina fue al huerto y se acercó a ellas para decirle: -señora este telegrama ha llegado y también está aquí mi cartilla con las notas del colegio-. 
-Bien Ondina déjame ver esa cartilla, tienes excelentes notas te felicito, sigue así para que el próximo año termines la primaria- y en sus manos le entregó la cartilla de notas.
Emiliana también felicitó a Ondina y las dos salieron conversando juntas del huerto. Cuando Octavia se quedó sola, abrió el telegrama que era de Aníbal, éste decía: Mi querida Octavia llegó a la casa el jueves.
El huerto lucía bien cuidado, Cesáreo el jardinero venía una vez al mes a podar las plantas y limpiar la maleza era tan grato estar cerca de la naturaleza con las flores y los árboles que la rodeaban 
De tarde en tarde Octavia iba a visitar a su amiga Aurora, veía con gran pesar como la enfermedad la debilitaba. Su doctor la visitaba un día si y un día no, los cambios que notaba eran alarmantes pero Aurora ya sabía lo que pasaba con ella y se resignaba, aunque su dolor crecía al pensar en su hija Rubí. Ella sufría porque no quería dejarla sola y Octavia le aseguraba que estaría siempre a su lado para velar por su seguridad.
-Aurora- decía Octavia una tarde que fue de visita -es necesario preparar a Rubí con respecto a tu enfermedad, ella no sabe toda la verdad, tenemos que hablarle de una forma delicada para que comprenda  y  después no sea peor para Rubí 
-Si, tienes razón, creo que es el momento de hablar con mi hija, ella piensa que pronto me voy a curar. Margarita trae a Rubí a mi habitación-. ordenó Aurora. 
Iba hacer un momento doloroso para la niña, pero  debía saber la verdad.
Unos minutos más tarde, Rubí entró a la habitación de la mano de Margarita, saludó a su madrina con un abrazo y un beso, ella le devolvía el cariño, después se acercó a la cama donde su madre descansaba.
Aurora inició la conversación con su hija explicando en forma serena cual era su enfermedad y que pasaría con ella  al final, Rubí abrazó a su madre y comenzó a llorar. Entre Octavia y Aurora calmaban a la niña para que pueda comprender que su madre siempre estaría a su lado cuidándola desde el cielo. Para todas fue un momento difícil ver el sufrimiento y desesperación de la pequeña que a tan corta edad se quedaba sin padre y sin su madre que era todo su mundo. 
-Tu madrina va estar cerca, ella  va  cuidar de ti pero tienes que estudiar interna por tu tranquilidad querida mía, yo te he explicado alguna vez sobre nuestra familia-. 
Octavia le aseguró que así sería, que siempre estaría cerca de ella. La pequeña Rubí un poco más serena hablaba con su madre y su madrina, envuelta en su tristeza trataba de entender lo que pasaría con  su madre después. 
Una hora más tarde Octavia se despedía de Aurora y Rubí, la niña estaba más tranquila, abrazada a su madre conversaba con ella cuando Octavia salía de la habitación. 
Fue un momento difícil y triste hablar con Rubí pero fue necesario preparla, porque si no  el sufrimiento para la niña sería más grande llegado el momento.
Los días pasaban y aún no se habían apagado los ecos de las protestas de los trabajadores en el puerto con las consecuencias que todos conocían cuando los trabajadores de la industria textil iniciaban su huelga y protestas. Las calles volvían a ser un polvorín, pero el gobierno aún no escuchaba a la población que clamaba su reconocimiento y aceptación.
Jueves al medio día llegó Aníbal lleno de entusiasmo, ¡Octavia! llamaba a su esposa en voz alta: 
-Aníbal que bueno tenerte en casa- saludó Octavia a su esposo. Él la tomó en sus brazos y le dijo feliz 
-Vamos a bailar, hoy día es un día especial-  dio unos pasos de baile junto a ella.
Octavia preguntó: -querido porque tanta felicidad, no comprendo-.
Aníbal se detuvo en ese instante y contestó -mi querida esposa, si bien es cierto que problemas graves existen en el fundo, solo hemos podido salvar la tercera parte del cultivo de algodón y hay un desastre económico. Las pruebas de investigación del señor Fermín Tangüis, están dando buenos resultados entonces nuestro precioso algodón va ser salvado de la extinción y puede seguir teniendo el país uno de los algodones más finos del mundo. Octavia dime si no es para estar felices y bailar- reía Aníbal por las buenas noticias. 
-No quiero acabar con tu alegría querido pero tengo que decir algo que es muy serio- contestó Octavia con una expresión de tristeza en el rostro.
Aníbal se alarmó -¿que sucede? ¿pasó algo con los niños?- contestó de inmediato.
-No, no, no es nada con nuestra familia pero si con alguien a quien queremos y estimamos-. dijo Octavia -ven vamos al salón para conversar-.
En el pequeño salón Octavia puso a su esposo al tanto de la salud de Aurora y lo que sucedía con ella, su enfermedad era grave y no tenía mucho tiempo de vida.                                              

Aníbal no salía de su sorpresa -no puede ser- decía -nuestra querida amiga Aurora, estas segura Octavia-comentó.
-Si Aníbal, todo lo que te he contado es verdad y el doctor lo ha confirmado-.
Aníbal en el pasado había sido muy amigo de Benicio Santa María esposo de Aurora. Él sintió mucho su muerte y ahora era su esposa Aurora, acaso era cruel el destino con esta familia. No comprendía, aún más si estaba de por medio una niña pequeña que iba a sufrir la ausencia de su madre, como en su momento sufrió la del padre.
-Aníbal solo te pido no comentes con nadie lo que acabo de contarte, ella no quiere que su familia se entere todavía, ya te explicado el porqué-.
-No, no te preocupes Octavia no diré nada, debemos respetar la voluntad de nuestra amiga. No puedo comprender, no, no- decía Aníbal lamentándose de la noticia. 
-No quería acabar con tu alegría pero tenías que saberlo,  nosotros somos los padrinos de Rubí y yo he prometido estar siempre a su lado para protegerla-. decía Octavia a su esposo.
Aníbal contestó -si Octavia estoy de acuerdo contigo, nosotros siempre vamos a proteger a Rubí-. 
En el pequeño salón hubo un largo silencio, Octavia y Aníbal sentían un gran pesar por Aurora y era inevitable la tristeza y el dolor que sentían por su querida amiga. 

CONTINUARÁ   
 

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