El día no podía ser más claro ni brillante para Aníbal. El fundo había quedado liberado de toda deuda y ya les había dicho adiós a Factor y Lucrecia Navarro, la felicidad desbordaba su corazón. Con la venta de la cosecha de algodón se acabó el compromiso de pago. Él y sus hermanos tenían que volver a empezar desde cero pero daba gracias al cielo porque Octavia prestó el dinero para sembrar de nuevo las noventa hectáreas en el fundo y que éste vuelva a producir el precioso y fino algodón.
Aníbal caminaba tranquilo por la calle del Naranjo, en las manos llevaba un hermoso ramo de rosas cuando se cruzó en su camino la vecina Soledad.
-Mi estimada amiga, ¡buenos días!- saludó.
-Aníbal, ¡buenos días!-contestó Soledad -hoy amaneció muy feliz, se puede ver en su rostro-.
-Si... es verdad, tengo muchos motivos y muy buenos para estar feliz- y del ramo que llevaba en la mano sacó una rosa y agregó -para mi estimada vecina Soledad-.
-¡Oh, no Aníbal! las rosas son para Octavia y ella se puede molestar si falta una- contestó preocupada.
-No Soledad, Octavia no se va a molestar, de ello estoy seguro- contestó Aníbal e hizo una venia de despedida y continuó su camino.
Cuando Aníbal entró a la casa, sus pasos lo llevaron hasta el pequeño salón, Octavia estaba ocupada ordenando los documentos y recibos de sus alquileres. Aníbal la distrajo un instante para decir: -mi querida Octavia aquí traigo rosas para la flor más hermosa de este hogar-.
-Querido, gracias por el halago y la rosas son preciosas- habló Octavia y llamó Antonia para que las ponga en agua en un fino jarrón de cristal y que adornen la mesita de café del pequeño salón.
-Octavia, debo confesar que de tu ramo saqué una rosa para regalar a nuestra vecina Soledad, espero no te molestes- comentó Aníbal.
-No te preocupes no me molesto, hace tiempo que no sabemos nada de Soledad, ella se ha mantenido distante y se lo agradezco, a veces era tan impertinente- señaló Octavia recordando la última vez que tuvo una discusión con ella.
-Es verdad, Soledad puede llegar hacer una verdadera molestia si uno no le pone límite- contestó Aníbal con la serenidad que le daba el saber que los problemas tenían solución y las deudas también.
-Octavia, estoy algo preocupado por la decisión de Manuel de viajar a la selva amazónica ahora que ha terminado sus estudios, no sé si deba viajar a esa región que aún está poco explorada, puede haber algunos riesgos ¿no te parece qué es peligroso?- preguntó.
-Sí Aníbal, eso mismo pensaba yo, ordenando mi escritorio en el último cajón encontré la cartilla con las notas escolares de Ondina y recordé ese viaje con el que nunca estuvimos de acuerdo ¿qué será de Felicitas y Ondina? ¿Cuál habrá sido su destino?. Siento tristeza cuando las recuerdo y con el viaje de Manuel no estoy de acuerdo- dijo Octavia preocupada por su hijo.
-No podemos impedirle que viaje, es un joven adulto y puede tomar sus decisiones. Pensar que algo malo le puede pasar, es limitarlo- contestó Aníbal al pensar en el viaje.
Manuel desde hace varios días había anunciado a sus padres que se iba de viaje a la selva, que no se preocupen por él porque iba con un grupo de gente entre los que habían científicos y amigos, además tendría todos los cuidados del caso. Otro problema era Rosita, su novia, que lloró cuando le anuncio que iba a viajar: -Manuel yo tengo miedo que te ocurra algo, no te das cuenta que es una región peligrosa- decia la joven.
-Rosita nada me va a ocurrir, no voy solo, lo sabes muy bien- contestó.
-Si vas a esa viaje es mejor que te olvides de mí- señaló categórica la joven.
Manuel se puso serio, no podía creer la que escuchaba, con mucha paciencia contestó: -no puedes hablar así, este es un sueño que tengo desde antes de comenzar a estudiar en al escuela de ingeniería. El viaje durara alrededor de un mes y medio, después regreso a Lima y podemos volver a estar juntos, si así lo deseas-.
-No me gusta la idea Manuel, el viaje es peligroso, solo puedo decir ten cuidado, no te separes del grupo. No sé si debo esperarte, tal vez sería mejor terminar ahora mismo- contestó Rosita para tratar de convencerlo de no hacer ese viaje.
Manuel lamentó las palabras de Rosita, estaban saliendo juntos desde hace siete meses y ahora no comprendía su actitud: -Lamento tus palabras y es tu decisión si quieres terminar conmigo, yo no lo deseo pero no puedo dejar de hacer este viaje y pasado mañana voy a partir-.
El viaje de Manuel estaba planificado desde hace varios meses, no podía faltar, el grupo lo esperaba y llegado el día con una maleta ligera se despedía de sus padres con las recomendaciones del caso:
-Manuel ten cuidado, por favor siempre mantente al lado del grupo, no te distraigas por nada-. decia su madre.
-Hijo, debes estar atento a cualquier movimiento del follaje puede haber un animal oculto, es una región de jaguares y de más animales salvajes- comentaba su padre y lo abrazaba para no demorar más su partida.
Manuel un día antes se despidió de Rosita, ella estaba triste pero conocía a Manuel, no iba a dejar su viaje: -Voy a llevar un diario para escribir en él sobre las cosas que vivo día a día en la selva y luego tú puedes leerlo. ¿me vas a esperar?- preguntó Manuel.
Rosita no muy convencida y triste se despidió de su novio, deseando su pronto regreso y le prometió que lo iba a esperar.
Años más tarde, ese diario de viaje que escribiera Manuel, le sirvió de inspiración para escribir un libro sobre la selva amazónica que tuvo un gran éxito de librería.
Aníbal y Octavia estaban preocupados pero Manuel era un joven independiente que realizaba su sueño y ellos no podían negárselo.
Emiliana estaba también preocupada por su hermano pero el viaje sería una experiencia maravillosa para él. A ella le hubiera gustado hacer un viaje igual, para conocer y descubrir nuevos horizontes. Lo que decían los libros nunca podía ser igual a vivir la experiencia en la selva. Emiliana ya había terminado su carrera de enfermera y trabajaba en el hospital del las Hermana Cartujas. Era una joven profesional muy responsable. Tímidamente se había quitado el luto y ahora vestía medio luto. Héctor la visitaba en su casa los fines de semana pero ella no sabía que hacer con su amistad, hasta que un día Héctor le habló:
-Emiliana, no le puedes tener miedo a la vida ni al futuro, comprendo la terrible tragedia que viviste pero es tiempo de seguir adelante. La confianza y la amistad entre nosotros, puede dar paso al amor. No te niegues esa oportunidad- fue la declaración de Héctor.
Emiliana lloraba, no quería olvidar a Guillermo, él estaba en su corazón pero tenía que vivir y no sabía como.
Una tarde habló con su madre al respecto y Octavia le dijo: -mi querida Emiliana, Guillermo siempre vivirá en el corazón de la familia, el jamás será olvidado pero Héctor tiene razón debes dar un paso adelante, tú estas viva. Estoy segura que desde el cielo Guillermo estaría de acuerdo conmigo- comentó su madre.
Emiliana cumplió la promesa que un día le hiciera a Guillermo y matriculó a Lizel en el colegio alemán para que aprenda la cultura y el idioma de su padre, como él lo hubiera deseado. Su retrato sobre el velador de noche y su reloj serían la herencia de su padre para Lizel. Emiliana siempre le hablaba de su padre. Lizel era una pequeña muy amada por su madre y por su familia, tenía la ilusión de escribir en alemán y mandar muchas cartas a su abuela que vivía en Alemania para ella le cuente más sobre su padre.
Mientras Genoveva seguía ayudando a Octavia con las traducciones de las cartas de Anja y seria la profesora oficial de Lizel cuando estudie en el colegio.
La fecha en el calendario se cumplía y para todos fue una bonita sorpresa el anuncio de matrimonio.
Lorena una semana atrás, se había casado en una pequeña capilla cerca a su casa. La boda fue sencilla y Emiliana y su familia asistieron a la ceremonia, en un momento aparte Lorena le comentó:
-Emiliana me voy a trabajar al norte con mi esposo, es una pena pero no tengo alternativa por el trabajo de él. Hay un pequeño hospital que recién han inaugurado, ahí voy a trabajar. Ya me despedí de Eda mi ángel guardián que me ayudo tanto-.
-Lorena te voy a extrañar pero supongo que vendrás de vez en cuando a la capital- decia Emiliana.
-Por supuesto mi estimada amiga, siempre puedo viajar y además nos vamos a escribir muchas cartas para que me cuentes cómo estas y cómo va tu amistad con Héctor- contestó Lorena y se despedía de su gran amiga que formó parte de una etapa importante en su vida.
Domingo en la mañana era la ceremonia de clausura en el colegio de Rubí y de sus compañeras que terminaban la secundaria, después de la entrega de diplomas la madre superiora habló con ella en la oficina de la dirección.
-Rubí ahora que has terminado esta etapa de tu educación, debes tener cuidado para salir al mundo que es diferente a todo lo que has vivido aquí en el internado-.
-Si madre, usted tiene razón, además debo agradecerle su infinita bondad, paciencia y enseñanzas para conmigo. En el internado viví la mejor época de mi vida, ahora voy a vivir otras experiencias pero siempre recordaré sus palabras- contestó Rubí para agradecer a la madre que había sido su guía y tutora.
Rubí fue a vivir unos meses con su madrina como le había comentado a la madre superiora pero llegó el momento de mudarse a su casa. Ella quería tomar posesión de la propiedad de sus padres. Lo demás sobre su herencia lo recibiría cuando cumpla la mayoría de edad, 21 años.
-Mi querida niña- como le decía Octavia -¿estás segura que deseas mudarte?, en esta mi casa puedes quedarte el tiempo que desees, bien lo sabes. Vas a sentirte sola en tu casa-.
-No madrina, no voy a estar sola, mi tía Renata va a vivir conmigo. Ella y Margarita, el ama de llaves estarán en casa acompañándome. Mi casa no está lejos de su casa, siempre voy a venir a visitarla mi querida madrina- contestó Rubí.
-Estas segura que quieres vivir con tu tía Renata?, ella es una persona complicada- agregó Octavia extrañada por la decisión de la joven.
-No te preocupes madrina, mi tía ha cambiado mucho ya no es la misma persona de antes y está sola en el mundo, apenas tiene dinero para mantenerse. Además tiene mi advertencia que no voy a tolerar chismes de su parte ni habladurías sobre usted.- contestó Rubí.
-Bueno, querida es tu decisión y creo que así debe ser, no esta bien que vivas sola-. dijo Octavia.
Antes que la joven se mude a su casa y en presencia del abogado, el doctor Panduro apoderado legal de Rubí. Octavia hizo entrega del cofre con las joyas de Aurora, madre de la joven. Todas las joyas estaban según la lista que Aurora le había dado.
Luego Octavia y Aníbal acompañaron a Rubí hasta su casa, en ella comprobaron que todo estaba en perfecto orden y bajo el cuidado de Margarita. La tía Renata aun no se mudaba y fue en ese preciso momento que Rubí les pidió a sus padrinos la ayuden con el contenido de la caja fuerte que se había mantenido en la oscuridad hasta ese momento.
Al día siguiente con mucha discreción Aníbal y Octavia acompañaron a Rubí abrir una cuenta en el banco y guardaron el dinero de la caja fuerte. Los lingotes de oro y todas la joyas del cofre fueron guardadas en una caja de seguridad que se contrató en el banco. De esta manera, Rubí se sentía más segura que en su casa no hubiera objetos de mucho valor.
Sus vestidos de niña que Margarita cuidó con esmero, fueron donados a las niñas del orfelinato, Rubí se sintió feliz al dar alegría a otras niñas que no tenían las posibilidades que ella ahora tenía.
Una semana después, Rubí visitaba a su madrina para contarle una última novedad:
-Madrina que felicidad visitarla y poder hablar con usted para contarle lo que pienso hacer. Con mi tía Renata voy a viajar a Europa, es un viaje que siempre he deseado hacer y me parece que es una oportunidad para viajar ahora-.
Octavia estaba en silencio, ella no pensó jamás que Rubí quisiera viajar a Europa y menos con su tía: -Rubí vas hacer un viaje tan largo y en barco. No sé que decir, porque no esperas unos años que seas más adulta para viajar, eres muy joven- comentó Octavia.
-Madrina, sé que usted quiere protegerme pero no se preocupe, me siento capaz de hacer este viaje y será para mí algo nuevo, por favor me gustaría que esté de acuerdo conmigo-. contestó.
Octavia sintió que Rubí estaba decidida y no iba a cambiar de idea. Le habló, le hizo mil recomendaciones para su viaje y que por favor le escriba cada vez que llegue a una nueva ciudad. La vida para la joven daba un giro de 180 grados y con el dinero que poseía era una oportunidad que no quería perder.
Octavia se despidió de Rubí que había llegado a su casa siendo una niña y ahora se convertía en una mujer que quería conocer el mundo. La abrazó y le dio sus bendiciones.
Cuando le comentó a su esposo sobre le viaje de Rubí, él se quedó pensativo y luego dijo: -los tiempos cambian muy rápido Octavia, ahora los jóvenes quieren vivir sus vidas, tomar sus decisiones y seguir adelante.
-Aníbal qué te parece la amistad de Héctor y Emiliana, tal vez se logren y puedan casarse- cambió de tema Octavia para conocer la opinión de su esposo.
-No te adelantes demasiado querida, nuestra hija está todavía muy triste con lo sucedido a Guillermo como para comprometerse de nuevo, déjalos que sean amigos y conversen sobre sus carreras, el tiempo dirá si son el uno para el otro.
Aníbal tenía razón, Emiliana por el momento solo pensaba en Lizel y su trabajo, pero aceptaba la amistad de Héctor que era una persona paciente y amable con ella. No deseaba que se pierda la confianza que había entre los dos.
Con las sombras oscuras y despejadas sobre su casa Octavia podía respirar tranquila, algunas veces se acordaba del antiguo dueño de la casa que aparecía de vez en cuando a pesar de las misas y oraciones. Octavia decidió olvidarse de él para siempre y ocuparse de nuevo del trabajo de ayuda social que realizaba con sus amigas las Damas del Patronato, no podía hacerlo a tiempo completo porque supervisaba el cuidado de Lizel con Ítala.
Eda la enfermara que ya estaba retirada, se incorporó al grupo de las Damas, su carácter amable pero enérgico ayudó mucho en la obras de bien social y la amistad creció entre todas las mujeres que se dedicaban a estas tareas.
La tarde de Domingo, Emiliana y Lizel habían salido con Héctor, que adoraba a la niña. Aníbal en el pequeño salón leía el diario. Octavia fue a buscarlo y comentó:
-Aníbal la tarde está hermosa y primaveral porque no salimos a pasear como cuando recién nos conocimos y solo éramos tú y yo-.
El esposo se puso de pie y contestó: -Octavia amada mía, vamos a donde tu quieras, la tarde es nuestra-. la besó y abrazó.
Octavia fue arreglarse a su habitación y al poco tiempo volvió aparecer, con una blusa nueva y al verla Aníbal asombrado agregó: -querida estas hermosa y ese broche y los aretes son del ámbar de nuestro pino, ¡qué joyas!- exclamó.
-Sí querido, son de ámbar-. contestó Octavia.
El juego de broche y aretes eran de ámbar, estaban finamente trabajados en oro de 18 quilates. Jacobo Molldewer había visitado a Octavia unas semanas antes y le ofrecido el juego de ámbar: -para usted señora Octavia un precio especial- comentó el joyero y Octavia quedó prendada del broche y los aretes que no dudo en comprar.
-Querida estamos elegantes, salgamos a pasear y tal vez a saborear unos deliciosos helados en la fuente de soda del centro de la ciudad.
Aníbal y Octavia del brazo de su esposo, salían a caminar por las calles del centro, amigos y vecinos los saludaban a su paso y ellos devolvían el saludo. Desde su ventana Soledad los vio pasar y sentío felicidad por ellos.
Para Aníbal y Octavia el presente era ahora, el futuro era una promesa que no deseaban perder. Ellos querían amar y vivir nuevas experiencias, junto a su familia. El amor los completaba.
FIN