Cuando llegaron a la calle del Naranjo, Octavia y Héctor entraron a la casa y pasaron a la sala: -Señora Octavia siempre me gustó su casa, es una bella propiedad. Recuerdo cuando mi madre la visitaba y yo venía con ella, era solo un niño pero corría al huerto para jugar y subir a todos los árboles, fue tan divertido ese tiempo. Emiliana se asustaba con la bulla que armaba y con lo alto que trepaba a los árboles- comentó Héctor recordando sus travesuras.
-Si, recuerdo todo aquello y el susto que pasábamos cuando estabas en lo alto del árbol del chirimoyo y tu madre te ordenaba bajar con el miedo a que caigas de la rama donde estabas subido. En aquel tiempo no medías el peligro de caer y hacerte daño- contestó Octavia y agregó -voy a ver si Emiliana se encuentra en casa-.
Octavia se retiró para buscar a Emiliana que estaba en el huerto jugando con Lizel y en compañía de Ítala.
-Mi querida hija ha venido Héctor a visitarte, ¿te acuerdas de él?-.
-Si madre, me acuerdo de él, el otro día lo encontré cuando salía del hospital donde hago mis prácticas-.
-No me comentaste nada al respecto. Héctor ahora está en la sala y quiere conversar contigo-. dijo Octavia y señalaba la puerta de salida del huerto.
Emiliana contestó con voz grave: -no madre, por favor, te suplico no me obligues a salir, tú sabes que yo estoy de luto y no puedo recibir visitas ni invitaciones, dale alguna disculpa o inventa una excusa, te lo ruego- terminó de decir Emiliana.
-Hija, no puedes pedirme que mienta, ve a recibir al amigo de la niñez-. contestó Octavia muy seria para que reaccione.
-Te ruego madre, comprende cuál es mi situación-. volvió a rogar Emiliana.
Octavia dio media vuelta para salir del huerto, de nada valía insistir, estaba molesta con su hija pero no era el momento para una discusión.
Cuando regresó de nuevo a la sala dijo: -Héctor disculpa pero Emiliana no está en casa, la muchacha del servicio me lo acaba de decir- Octavia se sentía un poco incómoda por la mentira que había inventado.
-No se preocupe señora Octavia, yo voy a regresar otro día y tal vez la encuentre- Se despidió Héctor con toda cortesía.
-¡Que muchacha!- exclamó Octavia. Obligar a su madre a decir una mentira, era el colmo.
Manuel recién llegaba de su escuela de ingeniería, encontró a su madre molesta, comentó que se había encontrado con Héctor en el camino -¿vino de visita a la casa madre?-
-Si hijo, vino para visitar a Emiliana pero ella no lo recibió y yo no la puedo obligar- contestó
-Tienes que comprender que Emiliana está todavía de luto y no desea hablar con nadie- dijo Manuel para que su madre no se altere.
-Sí, sí, lo sé pero eso no significa que no haya sido un momento desagradable para mí- señaló Octavia
-También quería decirte madre que fui a buscar a mi padre a la casa pensión y no estaba, él ha viajado al fundo-. dijo Manuel para ver la reacción de su madre.
-Si estaba enterada, Emil mi abogado me lo dijo. Tu padre fue para arreglar algunos asuntos con respecto al fundo-.
Manuel estaba triste porque se acordaba de su padre y quería verlo. En ese momento Emiliana con Lizel de la mano entró al pequeño salón: -madre Lizel te trajo una chirimoya que sacamos del árbol, está madura-.
-Emiliana, no me hables por favor, estoy tan fastidiada por tu conducta, no puedes pasar como una persona sin educación. Héctor va a regresar, te pido por favor lo recibas y le expliques cuál es tu situación y porque no puedes recibir visitas, eso es de gente educada- comentó Octavia reprochando la conducta de su hija. Abrazó a Lizel y la tomó en sus brazos, la pequeña era un ángel y traía un regalo para su abuela.
-Madre perdona- fue lo único que contestó Emiliana y se fue del salón para ir a su habitación. Octavia se quedó jugando con Lizel y Manuel sonreía a su sobrina que era su adoración.
En la tarde del día siguiente Héctor sorprendió a la familia con su visita, Octavia no pensó que tan pronto regresaría. Esta vez Emiliana se presentó en el salón para saludarlo, él se sorprendió cuando la vio entrar vestida de negro.
Octavia se retiró un instante para pedir a Lida que prepare té y pastelitos. Héctor y Emiliana conversaban:
-Héctor sé que te ha sorprendido verme vestida de negro pero debo explicarte que estoy de luto y que no puedo recibir visitas o invitaciones. Tal vez no lo sepas pero yo me casé y tengo una niña de tres años, perdí a mi esposo en un terrible accidente y desde ese momento he quedado con el corazón hecho pedazos. Espero comprendas cual es mi situación actual- explicó Emiliana.
-Lo siento, no sabía que te habías casado y lo terrible que es quedar viuda. Mi familia perdió contacto con la tuya y es por eso que no sabía nada de lo sucedido. ¿Cuándo fue el accidente?- preguntó Héctor al final.
-Cuando Lizel tenía seis meses, ese tiempo fue muy difícil para mí y la sola idea de vivir algo parecido no podría soportarlo-. contestó Emiliana y se quedó unos segundos en silencio.
-No tienes porque pensar así, las cosas no pueden ser iguales con otra persona. Siento mucho, tu dolor y pérdida, seguro eran muy unidos-.
-Si, éramos muy unidos y su recuerdo está siempre conmigo- dijo Emiliana segura de sus palabras.
Héctor reflexionó y luego contestó: -el motivo de mi visita también era para traer este libro sobre Anatomía humana que va ser muy útil en tu carrera-.
-Gracias, es un detalle muy fino de tu parte, yo prometo leerlo y luego te lo regreso-. dijo Emiliana mientras abría el libro.
-No es necesario que me lo devuelvas, es un regalo de mi parte, en la primera página hay una dedicatoria para ti- contestó Héctor.
Emiliana leyó la dedicatoria de su amigo que decia: -Con toda mi amistad para Emiliana, una amiga de la infancia, de su amigo... Héctor-.
-¡Oh! es tan fino tu regalo... muchas gracias- exclamó Emiliana emocionada.
Octavia entró en la sala con la bandeja del té y compartió con ellos la tarde, sabía que Emiliana estaba un poco incómoda por su comportamiento del día anterior.
Cuando Héctor se fue, Emiliana solo comentó con su madre sobre el libro y que Héctor fue muy agradable con su conversación: -le hablé sobre mi luto y lo referente a las visitas que no puedo recibir.
Octavia no comentó al respecto, no quería obligar a su hija en nada, ella debía decidir sobre su vida.
La semana estaba por terminar, cuando Aníbal regresó del fundo con el dinero de la venta de la casa familiar en Ica y fue a visitar a Emil para decirle que todo estaba listo y que por favor prepare el documento donde se realizaba el primer pago de la deuda al matrimonio Navarro y luego el compromiso para el segundo pago después de la cosecha.
Emil preparó el documento de compromiso de pago, el dinero estaba en el banco y no había problema para que sea cobrado mediante un cheque por Lucrecia y Factor. El día fijado en el calendario se realizó la reunión. Se firmó el documento previa lectura por el abogado de la parte contraria, no hubo objeciones y las firmas se estamparon sobre el papel. Todo quedó conforme y se volverían a reunir en unos meses para el segundo pago y cancelación.
Aníbal comentó con Emil después que se despidieron Lucrecia y Factor Navarro: -debo regresar al fundo mañana temprano, hay demasiadas cosas que ordenar. ¿puedes decirle a Octavia qué ya no debe preocuparse por su casa?-.
-Si, Aníbal, no te preocupes yo informaré a Octavia al respecto- contestó Emil y vio que Aníbal se marchaba rápidamente.
En la mañana del día siguiente Emil citó a Octavia para contarle los detalles de la reunión. Juntos en su oficina Emil decía: -Mi estimada amiga, tu casa a quedado libre de todo compromiso, no existe nada que la pueda afectar. Aníbal trajo el dinero para el primer pago y el segundo se hará después de la cosecha de algodón. Como garantía, presentó el fundo-.
Octavia se alarmó, para ella era grave esa situación.
-No, te preocupes Aníbal y sus hermanos no van a perder el fundo porque el algodón está en el campo y después de su venta quedará todo solucionado- dijo Emil para tranquilizarla.
-Por unos segundos me asusté pero estoy preocupada y me siento mal, todo por el problema que creó Sixto. Emil me siento tranquila por la solución sobre mi casa, pero no estoy feliz por la situación de Aníbal y del fundo. Ahora no es momento de hablar con mi esposo es mejor darnos un espacio para reflexionar- comentó Octavia con tristeza.
-Si, es lo mejor Octavia, Aníbal viaja mañana temprano al fundo para arreglar sus asuntos- contestó Emil.
Octavia se despidió de Emil y le agradeció por todas las molestias: -Emil, sé que siempre puedo confiar en ti para estos asuntos con la ley, eres mi mejor amigo-. Puso sobre el escritorio un sobre blanco con el pago de sus honorarios.
-Estoy a tus órdenes para lo que necesites, mi estimada amiga- contestó Emil.
Octavia regresó a su casa, no deseaba hablar sobre el tema, ya no existía un compromiso de venta, había sido una pesadilla que llegaba a su fin. Recorrió los diferentes ambientes de su hogar y recordó todos los eventos vividos en él. No estaba feliz, es verdad, pero se sentía tranquila.
Emiliana y Manuel ya sabían que el problema de su casa se había solucionado, estaban agradecidos por ello, pero les faltaba su padre. Manuel pensaba viajar unos días al fundo para verlo.
-Separa bien tus tiempos, recuerda que todavía estás en clases y los exámenes están cerca- le recordaba a su hijo su responsabilidad.
-Si madre, lo sé, eso es lo que me detiene, si no ya estaría en el fundo-. contestó un Manuel atribulado.
Los días tomaban su propio curso, las amigas de Octavia visitaban la casa para animar a su amiga, ellas estaban siempre atentas a cualquier cosa que necesite.
-Octavia, todas nos sentimos contentas que el problema de tu casa tuviera un final feliz Tu rostro luce sereno y ya no estas triste- comentó Ana Luisa. Reyna y todas las demás estuvieron de acuerdo con sus palabras. Como siempre Octavia les agradecía su amistad y compañía en esos momentos difíciles.
Rubí por fin podía conversar con su madrina, semanas antes ella estaba tan preocupada que casi no hablaba. No hizo comentario alguno sobre el aparecido como prometió a Emiliana. No deseaba darle más dolores de cabeza a su madrina, con el problema de su casa tenía suficiente. La conversación entre las dos fue respecto al colegio y a la famosa caligrafía que por fin había dominado y la madre superiora la había felicitado:
-Rubí debo felicitarte ahora tu caligrafía es excelente y tu letra casi se dibuja con claridad sobre el papel. De tus notas no puedo quejarme, son altas y vas a tener unas buenas vacaciones por ello- dijo la madre para alentar a la joven que ya no era una niña.
Como era de esperar las cartas de sus amigas en el extranjero llegaban a la casa de Octavia, ella se pasaba algunas tarde contestando sus misivas. Petra estaba feliz en París junto a Pier, Beatriz de la Torre y Valle en Vevey-Suiza, le comentaba lo bien que a su esposo le iba en el negocio y Anja desde Berlín le hablaba sobre su vida junto a su hija y de algunos apuros económicos que tenía: -nada grave mi estimada Octavia, las dos estamos bien-. decía en su carta.
Una tarde que Genoveva estaba con Octavia en el pequeño salón haciendo la traducción de la nueva carta que había llegado de Berlín comentaba: -Octavia en esta carta Anja escribe que se va a mudar de Berlín, no sabe aun cuando pero su destino será la ciudad de Stuttgart, según dice, ahí vive su hermana- señaló Genoveva.
-Seguro está pasando apuros económicos y no desea dar problema. Genoveva crees que estaría mal si le envío una encomienda con algunas cosas útiles para ella-. comentó Octavia.
-No creo que sea malo o lo tome a mal Anja. En sus cartas se lee que es una persona fina y comprensiva-.
Sin perder tiempo al día siguiente con ayuda de Antonia y Emiliana preparó un baúl como encomienda para Anja, donde enviaba ropa de abrigo y alimentos no perecibles para que puedan recibirlos en Berlín.
Junto a Manuel, Emiliana y Antonia fueron hasta el puerto del Callao para mandar el baúl por barco.
Había sido una lucha contra el tiempo pero la encomienda ya se hallaba en altamar dentro del barco rumbo a Berlín, con su cargamento y cartas de Octavia, Emiliana y fotos de Lizel.
El destino insistía y algunos días después se encontraban de casualidad Emiliana y Héctor, ambos conversaban por breves minutos y después se dependían. Héctor no hablaba de visitas y Emiliana no tocaba temas familiares. Sus conversaciones eran sobre temas de sus respectivas carreras.
Aníbal en el fundo trabajaba para arreglar las cosas que faltaban completar, conversaba con Leonora sobre asuntos del fundo y como organizarse para el siguiente año:
-Debemos tener cuidado y sembrar solo cuarenta hectáreas, el dinero no da para más- decia Aníbal serio.
-Si, después de vender esta cosecha y pagar la deuda no alcanzará para más. No importa vamos a comenzar de cero pero con el tiempo volveremos a ser el fundo más productor de la región, ¿no te parece?- contestó Leonora que veía Aníbal triste y cabizbajo.
-Tú siempre tan entusiasta Leonora este fundo no hubiera sobrevivido sin ti-.
-No exageres mi querido hermano porque tú haces un trabajo excelente al dirigir y organizar todo en el campo y salvo Sixto, por su tontería de hacer algo malo, también trabaja duro-. completó Leonora y comentó a su hermano mayor de qué se había válido para hacer los documentos falsos de la casa de Octavia. Con la ayuda de un escribano inventó documentos y falsificó firmas de Octavia que encontró en tu escritorio de la biblioteca, se supone que el era el apoderado.
Aníbal se lamentaba de todo lo sucedido con Sixto, pero iban por buen camino para resolver el pago de la deuda y acabar con ello.
-Leonora te confieso que tuve la tentación de llevar a Sixto unos meses a prisión, creo que con eso aprendería su lección- decia Aníbal a su hermana.
-Sé que no hablas en serio, pero debemos estar atentos. Sixto está arrepentido de su accionar y espero que no vuelva con un problema así nunca más y cambiando el tema ¿Cuándo vuelves a tu hogar? nunca te has quedado en el fundo más de tres semanas- preguntó Leonora.
-Todavía no, sé que pasaré un tiempo en el fundo para ver crecer las motas de algodón y esperar algo nuevo-.
Aníbal estaba en el campo o en la casa, trabajaba todo el día pero en el fondo de su corazón extrañaba a su familia y quería estar en su hogar junto a Octavia y a sus hijos.
CONTINUARÁ
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