5,500 MSNM: En la cama número 28 del hospital Central el sargento Gerardo Sánchez se debatía entre la vida y la muerte. Su esposa Amanda se encontraba junto a él a la espera del doctor Santiago Montes que como todas las mañanas pasaba revisión a todos sus pacientes. Al llegar a la cama 28 el sargento Sánchez lo saludo con voz quejumbrosa -Buenos días doctor-.
El doctor correspondió el saludo y después de leer su historia medica, comenzó a examinarlo en silencio.
Amanda la esposa del sargento miraba atenta cada movimiento del doctor, cuando éste terminó el examen preguntó -¿doctor, por favor dígame como se encuentra mi esposo, cual es su diagnóstico?-.
El doctor le pidió que espere un momento, tenía que escribir algunas notas en la historia clínica del sargento, después muy serio se dirigió al paciente y a su esposa.
-En este momento no puede dar un diagnóstico claro sobre el estado del paciente, debemos esperar el resultado de los examines médicos para tener mayor seguridad y un diagnostico claro. Con esa información podré dar mi opinión- después de decir estas palabras se despidio y fue atender a otros pacientes.
Por unos segundos hubo desconcierto y silencio entre los esposos. Amanda tomó la mano de su esposo y comentó: -Gerardo, el doctor tiene razón hay que esperar el resultado de los exámenes, es mejor tener paciencia en estos casos-
-Tienes razón Amanda, es mejor esperar, aunque tengo que decir que el doctor podía adelantar algo para estar más tranquilo- habló con impaciencia, el sargento.
-Los doctores no trabajan así, ellos quieren estar seguros para dar su opinión- contestó su esposa para tranquilizarlo.
El Sargento ya no quería hablar más, se sentía cansado, su esposa le alcanzó un vaso con agua para calmar su sed, luego de terminar de beber se quedó dormido. Amanda se sentó en la silla que estaba al lado de la cama, faltaba media hora para que termine el horario de visita. Al retirarse no despertó a su esposo, lo mejor era dejarlo dormir.
En el camino de regreso a su casa Amanda no podía dejar de pensar en la salud de Gerardo, por unos segundos pensó en lo peor, pero luego se calmó, tenía la esperanza de que pronto iba a estar bien y todo aquello sería solo un recuerdo. Su esposo nunca fue un hombre enfermizo, si no todo lo contrario era saludable y fuerte.
El matrimonio tenía tres hijos, todos ellos vivían y trabajaban en el extranjero. De acuerdo con su esposo no llamaría a sus hijos para no preocuparlos. Amanda no estaba de acuerdo con esto, los hijos tenían que estar enterados sobre la salud de su padre, pero el sargento insistió.
-Amanda no vas a llamar a los muchachos, ellos están ocupados, trabajan y cada uno tiene su vida-
-No estoy de acuerdo contigo- contestó fastidiada su esposa - tú eres su padre y ellos deben saber la verdad-.
El esposo fue categórico -no vamos a decir nada a nuestros hijos por el momento-. Su esposa no insistió, era en vano. Gerardo podía ser muy obstinado cuando quería algo.
Cuando llegó a su casa ya era de noche. Abrió la puerta, dejó sus llaves en la mesita auxiliar y a medida que caminaba prendía las luces de cada ambiente. La casa la sintió más grande y pesada pero en realidad no era así, era una casa pequeña con tres habitaciones que había albergado a su familia por muchos años. La compraron ella y su esposo con muchos sacrificios, la casa estaba ubicada dentro de una urbanización que pertenecía a los miembros suboficiales de la policía. ¡Qué recuerdo alegres de familia! no se podía quejar tuvo una buena vida dentro de su ambiente familiar. A cada hijo les dieron una carrera para que puedan tener una mejor vida.
Los años habían pasado rápidamente y de pronto la salud de su esposo se había complicado con una enfermedad que hasta ese momento no sabían con certeza que era.
Distraída en sus pensamientos, escuchó que sonaba el timbre, fue abrir la puerta y era su hermana Nora que vivía muy cerca de ellos.
-¿Cómo estás Amanda y cómo está mi cuñado?- preguntaba esto mientras abrazaba a su hermana -¿Los doctores han dicho algo sobre su enfermedad?-. Nora no dejaba de preguntar, con sus palabras presionaban a su hermana para que le diga algo sobre la salud de su cuñado.
Amanda le señaló que tome asiento en uno de los sillones de la sala y comenzó a contarle lo que sabía sobre la salud de su esposo, el doctor Montes no llegaba todavía a una conclusión.
Nora atenta escuchó a su hermana y movió la cabeza en señal de desconcierto y preocupación, cuanto más se demoraban en llegar a un diagnóstico era más peligroso para su salud de su cuñado.
-Amanda- dijo Nora con cierto temor y duda -Yo quisiera hablarte de otro tema y necesito tu ayuda y opinión-.
Amanda miró a su hermana, qué se traía entre manos y que le iba a pedir ahora, por su tono de voz era algo serio.
-Necesito que me ayudes con un diagnóstico con respecto a una paciente que estoy atendiendo- comentó preocupada a la espera de lo que diría su hermana.
Amanda y Nora eran obstétrices de carrera, ellas atendían pacientes que deseaban dar a luz en sus casas. Amanda había trabajado por años en el hospital y ahora estaba retirada, pero seguía atendiendo pacientes en forma particular. Muchas mujeres querían tener sus hijos en la comodidad de su hogar, pero no en todos los casos era posible tenerlos en la casa. Nora explicó a su hermana de que se trataba el caso. Era una paciente primeriza que tenía 38 años.
-Nora- contestó Amanda en el momento -es un caso delicado, la paciente es una mujer mayor y primeriza. Es muy posible que después de este embarazo no vuelva a tener otro debido a sus años, esto no es una ley absoluta pero el porcentaje de embarazos a esa es edad es mínimo y de cuidado. Ella no es una paciente para tener su hijo en el hogar, debes derivarla al hospital con el doctor Arena especialista en estos casos. Recuerda "Mujer mayor, feto valioso" , si sucediera alguna emergencia en el hospital la atenderían de inmediato. En su casa no hay lo necesario para un caso de emergencia. Tu sabes muy bien todo esto- luego preguntó -¿cuántos meses tiene?-
-Ocho meses y su embarazo ha ido bien hasta el momento, yo deseaba pedirte que la examines para que me des tu opinión. Tú tiene mucha experiencia y yo confió en ti-.
-Nora, tienes todos los exámenes sobre su estado de salud. Puedo examinarla pero insisto, ella debe ir al hospital, su caso es seguro para una cesárea. Debes ser clara con esto y decirle los problemas que se pueden presentar- contestó Amanda para no dejar dudas sobre su opinión.
-Tengo un problema con respecto a eso, mi paciente insiste en alumbrar en su casa junto a su madre y esposo- Nora habló con desanimo.
-Voy a ser directa contigo mi querida hermana, en este caso la paciente no manda, tú eres la profesional y sabes los riesgos que existen. ¡Nora! por favor habla claro con tu paciente sobre los riesgos que corre si quiere tener su hijo en casa. Si no entiende dile que busque otra profesional-
Nora sabía que su hermana Amanda tenía razón en todo lo que decía, la paciente se había cerrado con tener su hijo en casa. Ahora debía decidir si la iba atender en su hogar o derivarla para ser atendida en el hospital.
CONTINUARÁ
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