lunes, 18 de marzo de 2024

TRES HISTORIAS... ¡5,500 MSNM!

Nora estaba realmente preocupada su timbre de voz sonaba desesperado y agitaba las manos nerviosa.
-Disculpa hermana que interrumpa tu tranquilidad pero es importante este tema. Antes de empezar cuéntame ¿cómo está tu esposo ya tiene fecha para su operación?-
-No, aún no tiene fecha de operación,  supongo que en estos días deben darle una fecha. Su estado es el mismo de hace unos días- contestó Amanda a su hermana.
-Todo va salir bien para Gerardo, él siempre ha sido un hombre saludable- luego agregó- Ven vamos a la sala para sentarnos y conversar sobre el caso que ha llegado a mi consulta hoy día en la mañana. Yo terminé de atender a una paciente, pasaron cinco minutos y entró una joven para pedir consulta. Le dije que tome asiento y después de acomodarse en la silla, comenzó a llorar, hasta ese momento no sabía que pasaba, experimenté desconcierto pero deje que se desahogue y ya más calmada comenzó a explicarme su situación. El caso es que tiene cinco meses de embarazo y ella no puede quedarse con la criatura.
-Nora- dijo Amanda -recuerda, nosotras traemos vida, no lo contrario-.
-No, no es lo que te imaginas, ella no desea interrumpir su embarazo, ella quiere dar la criatura en adopción. Su caso es más complicado de lo que parece porque el resultado de este embarazo no deseado es que fue tomada por la fuerza. Cuando ella le explicó a su madre, está no creyó en sus palabras y la despidio de su casa, una tía hermana de su padre la recibió y está viviendo con ella. La joven está realmente desesperada y no sabe a donde ir-.
Amanda estaba pensativa y en silencio escuchaba a su hermana sobre este caso que es más común de lo que dicen las estadísticas -Nora- dijo Amanda -es cierto que existen muchas parejas que no pueden tener hijos y deciden adoptar. Todo lo que hagas, debes hacerlo por la vía legal para que no tengas problemas en el futuro  ¿La joven ha dicho quién es el padre?-.
-No, no dice quien es el padre pero yo sospecho que es un pariente por la gravedad de sus palabras y  peor aun, ella no tiene padre. Él dejó la casa cuando era pequeña, está sola y no tiene quien vea por ella. Yo recuerdo que tú hace unos años tuviste un caso parecido y también el niño fue adoptado-
-Si, tuve un caso parecido, pero está joven fue tomada a la fuerza por un adulto que era su vecino, te imaginas el terror que sentía. El niño que dio en adopción actualmente vive feliz con sus padres que lo aman y lo tienen bien cuidado. El único detalle con este caso, es que el niño no sabe que es adoptado, sus padres no le han dicho pero bueno ese es otro tema. Lo que te puedo aconsejar es que dejes que continúe su embarazo hasta el final y luego la conectes con la fundación que se dedica en forma legal a las adopciones para que puedas estar tranquila tú y la joven, que la criatura va estar bien en un hogar que lo ama-.
-Si eso voy hacer, ya he hablado con ella para que se tranquilice y tú debes darme la dirección de la fundación para ponernos en contacto y saber que pasos legales vamos a seguir-.
-Si, no te preocupes, voy a traer mi agenda para darte la dirección y el teléfono, ellos son personas comprensivas y responsables que van a tomar el caso con la seriedad necesaria-.
Amanda le proporcionó la dirección a su hermana, ésta la guardó en su bolsillo y se despidio -sé que debes estar cansada pero te agradezco que me hayas escuchado y ayudado con tus palabras, yo estaba desconcertada con este caso, me pongo en el lugar de la joven-. termino de decir Nora. 
Las hermanas se despidieron, Amanda se quedó sola en su hogar, no podía dejar de pensar en la difícil situación de la joven y no podía comprender la reacción de la madre que la arrojó a la calle de manera tan cruel.
Dos de la madrugada en el hospital, Gerardo no podía dormir pensaba en su enfermedad y trataba de no sentir temor, él sabía que la noche no era buena consejera si no todo lo contrario. Cerró los ojos y se obligó a dormir, recién lo consiguió a las cuatro de la mañana, una hora más y comenzaría el amanecer. Desayuno unas tostadas y fruta, no tenía mucho hambre, una enfermera le dijo -señor Sánchez debe comer más para no debilitarse a la hora de la operación -. Movió la cabeza en señal de aceptación y sonrió a la enfermara dando la gracias. Las horas de la mañana pasaron lentamente. Después del medio día apareció la asistente Elia quería que el Sargento Gerardo Sánchez continúe con su historia la que le había interesado en demasía. 
-Sargento Sánchez, ¡buenas tardes! usted dirá que vengo a importunarlo pero me interesa saber como su historia se resuelve hasta el final-.
-Señorita Ruiz, no se preocupe yo le agradezco que quiera escuchar mi historia, que es real. Recuerdo que me quedé cuando estaba frente al cuartel, yo toqué el portón y al soldado de guardia le pedí que me deje entrar porque quería hablar con el jefe del cuartel. El soldado me contestó 
-¿Quien eres tú para querer hablar con el general? él no te va recibir, es mejor que te vayas-. Yo le dije que deseaba hacer el servicio militar y él se rió en mi cara  -el servicio militar, las inscripciones se cerraron hace una semana ¡vete de una vez!, ya te dije, el general no te va a recibir-. cerró con fuerza la pequeña ventana del portón y no me dejó explicar nada. Acto seguido me senté en el suelo pegado al portón, de ahí no me movería nadie, estaba decidido hablar con el general de cualquier manera. Tenía unos pocos soles en el bolsillo y dos panes en una bolsa, ese era todo mi capital. Pasaron dos horas, el soldado de guardia abrió la ventanita y al verme volvió a decir  -¡vete ya! ¡te he dicho que el general no va a recibirte!- Yo me puse de pie y casi le rogué que me lleve donde le general, pero él por toda respuesta me cerró la ventanita en la cara. Estaba desolado pero decidido, me senté de nuevo en el suelo y espere y espere hasta que casi era de noche. Hubo cambio de guardia y tuve algo de esperanza de que me dejen hablar con el general, pero estuve equivocado este soldado era igual que el anterior, no me dejaba pasar para hablar con su superior. Pase la noche apoyado en el portón casi me congelaba, el abrigo del poncho que traía no era suficiente, la temperatura había bajado a cero grados y yo estaba congelado, pensé que iba a morir. Al día siguiente el sol de la mañana comenzó a calentar mis huesos y sentí que la vida regresaba a mí, después de temblar de frío toda la noche, tuve algo de alivio. Para mi buena suerte paso un panadero vendiendo pan en su triciclo, compre algunos panes, ese era mi único alimento, no estaba dispuesto a moverme del lugar. De nuevo un soldado abrió la ventana del portón -¡vete ya! ¡no puedes hablar con el general! grito y cerró la ventana. Pase tres días con sus respectivas noches sentado en el piso y apoyado en el portón, al cuarto día pensé que estaba muerto cuando de pronto se abrió el gran portón. Un soldado renegando me dijo -pasa, el general te va atender- escuché esas palabras y pensé, ¡Por fin!  ¡gracias al cielo!. Respire aliviado.


CONTINUARÁ          
              

 

domingo, 10 de marzo de 2024

TRES HISTORIAS... ¡5,5OO MSNM!

Mientras bajaba por el camino de la montaña pensaba en la tristeza de no despedirme de mis hermanos. Siempre habíamos estado unidos y ahora era yo el primero que se iba. Todavía tenía el rostro de mi madre llorando ante mi. Mi padre en todo momento guardó la calma pero al salir de la casa me dio un beso en la frente y dijo: 
-cuídate, no voy a estar cerca para apoyarte. Siempre se un hombre recto-.
El camino que me esperaba era largo, entonces abrí el pequeño atado de comida que me dio mi madre y tomé una papa, la mordí con avidez, tenía hambre. De cada uno de mis hermanos guardo muchos recuerdos, en ese momento todavía habían tres hermanos pequeños y un bebé que era el engreído de todos. Yo solía cargarlo y abrazarlo para que no tenga frio. En el camino me encontré con algunos vecinos pero nadie sabía que me iba de casa, todos imaginaban que salía por algún encargo de mi padre. Cuando me cansaba de andar me sentaba sobre alguna roca, tenía que ser cuidadoso con la comida porque debía durarme hasta llegar a la ciudad. Pasar la noche era lo más duro, el frio bajaba hasta cero grados y yo a la intemperie temblaba, me dolía la cara y las manos. Temía congelarme, pero gracias a Dios no sucedió. A esas alturas el frio es brutal. Me demoré dos días y medio en bajar de la montaña y llegar a la ciudad del Cuzco, me parecía que estaba en otro mundo, por suerte el día estaba lleno de sol y me calentaba. La  verdad, no era la primera vez que bajaba a la ciudad. En dos oportunidades acompañé a mi padre  para vender la lana. Él confiaba en mí, yo era el mayor de sus hijos hombres. La mayor de todos era mi hermana Rosita. Al comienzo caminé sin rumbo y un poco desorientado, no sabía que iba ha hacer ni donde trabajar. Me acerqué a una panadería y compré algunos panes, ya no tenía comida pero aproveché la oportunidad para preguntar si necesitaban un muchacho para trabajar Un hombre robusto me atendió y dijo que necesitaban un joven para la limpieza, de inmediato me ofrecí y me aceptaron, al menos ese día tendría donde comer. Trabajaba en la limpieza y en las noches hacía guardianía. Tenía un techo y una paga asegurada, los lunes descansaba y salía a pasear por la ciudad, dentro de mí había algo que me llevaba a necesitar algo más. Estaba contento con el trabajo, no podía quejarme pero sabía que no sería para siempre. Una tarde del día de mi descanso, paseando por la ciudad me paré frente a un cuartel, no lo pensé dos veces, ese sería mi siguiente paso y también sería mi último día de trabajo en la panadería, al día siguiente estaba parado frente a la puerta del cuartel pidiendo al soldado de guardia hablar con el jefe del cuartel. No sabía lo que me esperaba, mis amigos de la panadería cuando se enteraron que me iba me decían que era un loco, como quería presentarme en el cuartel. Yo mismo no sabía lo que me esperaba solo actúe y nada más. 
Elia Ruiz interrumpió al Sargento -disculpe señor Sánchez mi hora de descanso ha terminado pero como siempre, le prometo que regreso mañana a la misma hora, su historia me tiene atrapada-.
Gerardo Sanchez sonrió - estaba bien señorita, me alegra que mi historia le interese-.
Ya solo en su habitación se preguntaba porque su esposa no llegaba a la hora de visita, seguro su hermana Nora la tiene ocupada. El Sargento conocía a su cuñada, sabía que a veces podía ser una pequeña plaga pero la estimaba y pasaba todo por alto.
El esposo de Amanda no se equivocaba Nora estaba con su hermana preguntando sobre la salud de su cuñado y que opinaban los doctores al respecto.
-Nora, Gerardo tiene que ser operado, van a separar la sala de operaciones, pero hay varios pacientes antes, tenemos que esperar un poco. Tiene un cáncer en primera fase, de eso no sé más- contestó Amanda a su hermana.
-Que tremenda situación pero todo va salir bien, Gerardo es un hombre fuerte que ha llevado una vida ordenada por lo tanto va ha curarse, con los nuevos tratamientos los pacientes se curan y pueden llevar una vida normal- decía Nora para tranquilizar a su hermana. 
Amanda suspiró profundamente, tenía fe y esperanza que así sería, ella no pensaba en nada negativo. 
-Nora- agregó Amanda -¿cómo está Gracia tu paciente?, supongo que ya solo le quedan días para que salga de cuenta. ¿El doctor Arena la va operar? preguntó al final.
-Gracia Martínez está bien y solo le falta una semana para cumplir los nueves meses. El doctor Arena la va operar de todas maneras para evitar cualquier percance. Ahora tengo otra paciente que va muy bien y ella está dentro del rango normal de fertilidad así es que decidió tener su bebé en casa, todos sus registros de salud están perfectos y el bebé se encuentra colocado, no creo tener ningún problema a la hora del parto. Pero nunca hay que bajar la guardia, un parto siempre lleva algún riesgo que hay que controlar y evitar-. 
-Hermana me alegra que estés feliz con tu nueva paciente y que Gracia Martínez esté en manos del doctor Arena, él es un especialista en su campo y además muy humano a la hora de tratar a sus pacientes- exclamó Amanda -ahora debes perdonarme pero tengo salir para visitar a mi esposo, debe estar solo y preocupado porque yo no llego-.
Nora se apresuró a despedirse de su hermana y salió de su hogar para que Amanda pueda ir más rápido de visita al hospital.
En su habitación estaba el Sargento Sánchez, solo y pensativo cuando entró su esposa: -querido ¿cómo estas?, saludó.
-Bueno que puedo decir en estás circunstancias, trato de no derrumbarme para no enfermar mis nervios, lo que si puedo asegurar es que no siento dolor ni molestias. Estoy pensando ¿ no se habrá equivocado el laboratorio con mis exámenes?- terminó de hablar.
-No creo- dijo Amanda - estos son exámenes profesionales y serios, además en días anteriores te has sentido realmente mal-.
-Si... es verdad, he sentido malestar y debilidad-.
-Ten paciencia Gerardo, todo va salir bien. Además quiero preguntar si debería avisar a nuestros hijos sobre tu estado de salud- comentó la esposa. 
El Sargento Sánchez no espero un segundo para contestar: -Amanda ya hemos hablado de ese tema, no deseo molestar a nuestros hijos, ellos están bastante ocupados con sus trabajos y su vida. No debes decir nada por favor-
Para no exasperar más a su esposo Amanda no insistió, era mejor no ponerlo nervioso o de mal humor. Gerardo podía ser muy necio muchas veces. Al final pensó que ella tomaría la decisión en su momento si avisaba o no a sus hijos sobre el estado de salud del padre. 
Luego Amanda pasó a otros temas de conversación para distraer a su esposo, era mejor no hablar de la enfermedad y mucho menos de la  operación. Tenían que esperar que le den la fecha para operarlo mientras tanto se debía hablar de otros temas. 
Al final del horario de visita su esposa se despidio de Gerardo. Él más tranquilo le comentó.
-Debes comprender porque no deseo molestar a nuestros hijos, ellos nada podrían hacer viniendo a verme desde tan lejos y con sus trabajos del día a día es peor aun-
-No estoy de acuerdo contigo, ellos deben estar al tanto sobre tu salud pero no te preocupes no voy a decirles nada como tú lo deseas-.
Amanda se despidio de su esposo y en el camino de regreso a su casa pensó en todo lo que habian vivido y pasado  juntos, ahora se encontraban ante una nueva situación de la que saldrían bien, de eso estaba segura.
No había pasado ni media hora de haber llegado a su hogar cuando Nora su hermana llamó a la puerta.
-Amanda se que has llegado hace poco pero necesito hablar contigo sobre un tema que es importante, no quiero molestar pero no puedo esperar hasta mañana, Necesito saber tu opinión sobre este tema-.
Amanda a veces no podía soportar las premuras de su hermana, ¿por qué necesitaba su opinión? si ella era una profesional competente. ¿Qué le iba a decir o de qué se trataba el tema tan importante qué no podía esperar?


CONTINUARÁ        
       

  

 

domingo, 3 de marzo de 2024

TRES HISTORIAS... ¡5500 MSNM!

El doctor Montes saludó a los esposos y primero examinó al paciente antes de hablar sobre los resultados del laboratorio. Su seriedad ponía nervioso al Sargento Sánchez. Amanda su esposa guardaba la calma, ella estaba acostumbrada a trabajar con los doctores y sabía que ellos debían estar concentrados en su trabajo para poder diagnosticar con acierto. 
Al terminar el examen físico del paciente el doctor por fin habló.
-Según los resultados del laboratorio y los exámenes, debemos operar para hacer una exploración interna, hemos detectado un cáncer incipiente.
-Doctor- interrumpió el paciente -dígame toda la verdad, yo prefiero estar preparado para lo que venga-.
-Calma déjeme terminar de hablar para poder explicar bien cual es su cuadro clínico y no sé preocupe, usted exige la verdad y yo voy hablar con la verdad sobre su estado. Como decía vamos a operar y ver la realidad de su salud. No se preocupe usted, va estar informado en todo momento, ahora es necesario prepararlo para la operación y empezar un tratamiento para combatir esta enfermedad, todo va estar bien- El doctor se despidio del paciente y su esposa y salió de la habitación.
Gerardo Sánchez estaba inmóvil y mudo con la noticia, había sido demasiado para él, jamás pensó en un cáncer siempre pensó en algo menos fatal. Su esposa lo consolaba,     le decía que iba a estar bien,  
-En nuestro días la medicina está muy avanzada y hay cura para este mal, por favor no pierdas la fe, porque esa actitud es parte de la sanación- finalizó.
-Sí, tienes razón, debo mantener la serenidad- contestó el esposo y a los pocos minutos se quedó dormido.
Amanda aprovechó la oportunidad para salir de la habitación y buscar al doctor, ella necesitaba la verdad sobre el estado de su esposo. Lo encontró en el pasillo y fue directa al preguntar -¿doctor necesito saber la verdad sobre la salud de mi esposo, dígame usted cómo realmente se encuentra-.
-Señora Amanda, tranquila su esposo no esta en una fase terminal ni grave, pero debemos actuar, con la operación vamos a tener un diagnóstico más seguro. No se preocupe, usted debe transmitir a su esposo calma para que él este en todo momento con buen ánimo, eso lo ayuda a prepararse para la operación- el doctor no tenía más que decir y se despidio. 
Amanda regresó junto a su esposo, él dormía y ella se quedó a su lado un tiempo, dentro de poco terminaría la hora de visita y tendría que despedirse, pero no lo quería despertarlo, se marcharía en silencio.
A los minutos que su esposa se fue, Gerardo Sánchez despertó, sobre el velador encontró una nota que decía -querido no te desperté porque es necesario que descanses y trates de no pensar en lo que dijo el doctor, todo va salir bien y pronto vas a dejar el hospital y regresar a la casa de nuevo. Regreso mañana como siempre. Un beso-
No, no iba a pensar en las palabras del doctor, era demasiado para él y no quería angustiarse. Las horas pasaban y en medio de la noche sintió miedo y terror, ¿cómo era posible que sus exámenes dieran con esa enfermedad'. Era humano sentir miedo, él lo sabía, la oscuridad de la habitación no era buena consejera, toda su vida pasaba ante él y no podía remediarlo. Luchó para que vuelva el sueño y recién logró dormir a las tres de la mañana.
Al día siguiente cerca del medio día llegó la asistente Elia Ruiz, estaba de nuevo en su hora de descanso, no sabía si el Sargento quería seguir con su historia, después de todo lo que había dicho el doctor.
-Pase señorita, no se preocupe por mí, el seguir con mi historia despeja mi mente de preocupaciones y miedos.
-Disculpe señor Sánchez, tal vez venga otro día, no deseo que se esfuerce- contestó Elia.
-No, ahora es mejor seguir con mi historia, después de operado no voy a poder hablar. Como seguía diciendo era mejor esperar que mi padre y mis hermanos comencemos a trasquilar a los animales, mi sueño podía esperar unas semanas más. Trabajé con dedicación para ayudar a terminar rápido el trabajo.
El mercader como siempre llegaba puntual para comprar la fina lana de los camélidos. Cuando se terminó el trabajo  todos podíamos descansar y respirar más tranquilos. Era el momento de hablar, mi padre estaba de buen ánimo por la venta de la lana y el precio que le dieron. Solo yo tenía que buscar un instante a solas para tocar el tema, no sabía cual iba a ser su reacción-.
-Sargento, ¿le tenía miedo usted a su padre?- preguntó Elia.
-No, miedo no, respeto. Mi padre necesitaba a todos sus hijos para las tareas del trabajo. Un hijo que se iba eran menos brazos para las tareas del campo. Una semana después de la venta de la lana se presentó la oportunidad. Me acerqué a mi padre, estábamos solos y ahí fue que hablé con él de frente -Padre deseo irme de la casa-. ¿A donde quieres irte y porque deseas hacerlo?, no me digas que piensas casarte con la vecina con la que conversas en las tardes-. No padre, ella es solo una amistad yo necesito hacer algo diferente con mi vida, quiero encontrar mi camino. Al comienzo se opuso, me negó varias veces el permiso pero yo insistí, estaba decidido y nada me iba a detener. Mi padre notó mi terquedad y agregó -¿sabes donde vas a ir? ¿cómo vas hacer para sobrevivir en la ciudad? no es fácil sino tienes un techo. Voy a estar bien padre, soy joven y puedo trabajar de lo que sea, pero siempre por el buen camino, no te preocupes. Mi padre dijo serio -por el momento no vamos a decir nada, cuando estés listo para partir vamos hablar con toda la familia, tu madre es la que más me preocupa, ella se va entristecer y preocupar, ninguno de sus hijos ha dejado el hogar-  Si, era verdad, a mi madre le gustaba estar rodeada de todos sus hijos y yo era el primero que se iba. Sentí dolor al imaginarla, pero no pensé más en ello, ya había hablado y no iba a retroceder. Pasaron las fiestas de fin de año yo estaba listo para partir una semana más tarde, mi padre muy serio llamó a todos sus hijos. Reunidos alrededor de la mesa mi padre me llamó a su lado y dijo con voz entrecortada -su hermano se va de viaje y no sabemos cuando va a regresar, él ha decidido marcharse mañana muy temprano- no puede ser decían mis hermanos y mi madre sollozaba  ¿por qué... por qué? me preguntaba. Me acerqué a ella y la abracé, -así debe ser madre, cuando pueda yo voy a venir a visitarlos- solo pude decir esto, las palabras se ahogaban en mi garganta y no podía hablar más. Mis hermanos no me interrogaron, todos ellos lloraban en silencio. Al día siguiente justo al amanecer  y antes de salir, mi padre me dio algo de dinero de lo poco que tenia -esto te alcanzará tres días para que comas algo, no tengo más- Yo comprendia mi padre tenia que alimentar a varios hijos-. Mi madre lloraba, me abrazó y me dio un pequeño atado de papas sancochadas y carne seca para el camino. Mis hermanos todavía dormían cuando salí de casa, no sabía que me esperaba más adelante, pero tenia la esperanza de que todo iría bien, de allí en adelante estaba por mi cuenta y debía resolver yo solo. El frio de la madrugada pelaba mis huesos, me abrigue con el poncho de alpaca que mi padre me  regalo un año antes. Me envolví en el poncho de alpaca y partí por el camino que me llevaba montaña abajo. 



CONTINUARÁ