domingo, 10 de marzo de 2024

TRES HISTORIAS... ¡5,5OO MSNM!

Mientras bajaba por el camino de la montaña pensaba en la tristeza de no despedirme de mis hermanos. Siempre habíamos estado unidos y ahora era yo el primero que se iba. Todavía tenía el rostro de mi madre llorando ante mi. Mi padre en todo momento guardó la calma pero al salir de la casa me dio un beso en la frente y dijo: 
-cuídate, no voy a estar cerca para apoyarte. Siempre se un hombre recto-.
El camino que me esperaba era largo, entonces abrí el pequeño atado de comida que me dio mi madre y tomé una papa, la mordí con avidez, tenía hambre. De cada uno de mis hermanos guardo muchos recuerdos, en ese momento todavía habían tres hermanos pequeños y un bebé que era el engreído de todos. Yo solía cargarlo y abrazarlo para que no tenga frio. En el camino me encontré con algunos vecinos pero nadie sabía que me iba de casa, todos imaginaban que salía por algún encargo de mi padre. Cuando me cansaba de andar me sentaba sobre alguna roca, tenía que ser cuidadoso con la comida porque debía durarme hasta llegar a la ciudad. Pasar la noche era lo más duro, el frio bajaba hasta cero grados y yo a la intemperie temblaba, me dolía la cara y las manos. Temía congelarme, pero gracias a Dios no sucedió. A esas alturas el frio es brutal. Me demoré dos días y medio en bajar de la montaña y llegar a la ciudad del Cuzco, me parecía que estaba en otro mundo, por suerte el día estaba lleno de sol y me calentaba. La  verdad, no era la primera vez que bajaba a la ciudad. En dos oportunidades acompañé a mi padre  para vender la lana. Él confiaba en mí, yo era el mayor de sus hijos hombres. La mayor de todos era mi hermana Rosita. Al comienzo caminé sin rumbo y un poco desorientado, no sabía que iba ha hacer ni donde trabajar. Me acerqué a una panadería y compré algunos panes, ya no tenía comida pero aproveché la oportunidad para preguntar si necesitaban un muchacho para trabajar Un hombre robusto me atendió y dijo que necesitaban un joven para la limpieza, de inmediato me ofrecí y me aceptaron, al menos ese día tendría donde comer. Trabajaba en la limpieza y en las noches hacía guardianía. Tenía un techo y una paga asegurada, los lunes descansaba y salía a pasear por la ciudad, dentro de mí había algo que me llevaba a necesitar algo más. Estaba contento con el trabajo, no podía quejarme pero sabía que no sería para siempre. Una tarde del día de mi descanso, paseando por la ciudad me paré frente a un cuartel, no lo pensé dos veces, ese sería mi siguiente paso y también sería mi último día de trabajo en la panadería, al día siguiente estaba parado frente a la puerta del cuartel pidiendo al soldado de guardia hablar con el jefe del cuartel. No sabía lo que me esperaba, mis amigos de la panadería cuando se enteraron que me iba me decían que era un loco, como quería presentarme en el cuartel. Yo mismo no sabía lo que me esperaba solo actúe y nada más. 
Elia Ruiz interrumpió al Sargento -disculpe señor Sánchez mi hora de descanso ha terminado pero como siempre, le prometo que regreso mañana a la misma hora, su historia me tiene atrapada-.
Gerardo Sanchez sonrió - estaba bien señorita, me alegra que mi historia le interese-.
Ya solo en su habitación se preguntaba porque su esposa no llegaba a la hora de visita, seguro su hermana Nora la tiene ocupada. El Sargento conocía a su cuñada, sabía que a veces podía ser una pequeña plaga pero la estimaba y pasaba todo por alto.
El esposo de Amanda no se equivocaba Nora estaba con su hermana preguntando sobre la salud de su cuñado y que opinaban los doctores al respecto.
-Nora, Gerardo tiene que ser operado, van a separar la sala de operaciones, pero hay varios pacientes antes, tenemos que esperar un poco. Tiene un cáncer en primera fase, de eso no sé más- contestó Amanda a su hermana.
-Que tremenda situación pero todo va salir bien, Gerardo es un hombre fuerte que ha llevado una vida ordenada por lo tanto va ha curarse, con los nuevos tratamientos los pacientes se curan y pueden llevar una vida normal- decía Nora para tranquilizar a su hermana. 
Amanda suspiró profundamente, tenía fe y esperanza que así sería, ella no pensaba en nada negativo. 
-Nora- agregó Amanda -¿cómo está Gracia tu paciente?, supongo que ya solo le quedan días para que salga de cuenta. ¿El doctor Arena la va operar? preguntó al final.
-Gracia Martínez está bien y solo le falta una semana para cumplir los nueves meses. El doctor Arena la va operar de todas maneras para evitar cualquier percance. Ahora tengo otra paciente que va muy bien y ella está dentro del rango normal de fertilidad así es que decidió tener su bebé en casa, todos sus registros de salud están perfectos y el bebé se encuentra colocado, no creo tener ningún problema a la hora del parto. Pero nunca hay que bajar la guardia, un parto siempre lleva algún riesgo que hay que controlar y evitar-. 
-Hermana me alegra que estés feliz con tu nueva paciente y que Gracia Martínez esté en manos del doctor Arena, él es un especialista en su campo y además muy humano a la hora de tratar a sus pacientes- exclamó Amanda -ahora debes perdonarme pero tengo salir para visitar a mi esposo, debe estar solo y preocupado porque yo no llego-.
Nora se apresuró a despedirse de su hermana y salió de su hogar para que Amanda pueda ir más rápido de visita al hospital.
En su habitación estaba el Sargento Sánchez, solo y pensativo cuando entró su esposa: -querido ¿cómo estas?, saludó.
-Bueno que puedo decir en estás circunstancias, trato de no derrumbarme para no enfermar mis nervios, lo que si puedo asegurar es que no siento dolor ni molestias. Estoy pensando ¿ no se habrá equivocado el laboratorio con mis exámenes?- terminó de hablar.
-No creo- dijo Amanda - estos son exámenes profesionales y serios, además en días anteriores te has sentido realmente mal-.
-Si... es verdad, he sentido malestar y debilidad-.
-Ten paciencia Gerardo, todo va salir bien. Además quiero preguntar si debería avisar a nuestros hijos sobre tu estado de salud- comentó la esposa. 
El Sargento Sánchez no espero un segundo para contestar: -Amanda ya hemos hablado de ese tema, no deseo molestar a nuestros hijos, ellos están bastante ocupados con sus trabajos y su vida. No debes decir nada por favor-
Para no exasperar más a su esposo Amanda no insistió, era mejor no ponerlo nervioso o de mal humor. Gerardo podía ser muy necio muchas veces. Al final pensó que ella tomaría la decisión en su momento si avisaba o no a sus hijos sobre el estado de salud del padre. 
Luego Amanda pasó a otros temas de conversación para distraer a su esposo, era mejor no hablar de la enfermedad y mucho menos de la  operación. Tenían que esperar que le den la fecha para operarlo mientras tanto se debía hablar de otros temas. 
Al final del horario de visita su esposa se despidio de Gerardo. Él más tranquilo le comentó.
-Debes comprender porque no deseo molestar a nuestros hijos, ellos nada podrían hacer viniendo a verme desde tan lejos y con sus trabajos del día a día es peor aun-
-No estoy de acuerdo contigo, ellos deben estar al tanto sobre tu salud pero no te preocupes no voy a decirles nada como tú lo deseas-.
Amanda se despidio de su esposo y en el camino de regreso a su casa pensó en todo lo que habian vivido y pasado  juntos, ahora se encontraban ante una nueva situación de la que saldrían bien, de eso estaba segura.
No había pasado ni media hora de haber llegado a su hogar cuando Nora su hermana llamó a la puerta.
-Amanda se que has llegado hace poco pero necesito hablar contigo sobre un tema que es importante, no quiero molestar pero no puedo esperar hasta mañana, Necesito saber tu opinión sobre este tema-.
Amanda a veces no podía soportar las premuras de su hermana, ¿por qué necesitaba su opinión? si ella era una profesional competente. ¿Qué le iba a decir o de qué se trataba el tema tan importante qué no podía esperar?


CONTINUARÁ        
       

  

 

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