miércoles, 6 de agosto de 2025

TRES HISTORIAS... ¡TRABAJO, SOLO TRABAJO!

En la tranquilidad de la noche el doctor Martel conversaba con su esposa en la habitación, ya había pasado la hora de la cena y la familia descansaba, solo faltaba la presencia de Liza, ella había salido con Américo al cine, éste la había invitado para conversar y ver una pelicula. 
Felicia mientras cepillaba su cabello frente al espejo comentó: -Liza sigue saliendo con Américo, creo que uno de estos días debemos invitarlo a cenar, ya es tiempo que entre a la casa, ¿no te parece Oscar?-.
-Mi querida Felicia de ese tema no deseo hablar, aún no es tiempo, además nuestra hija y Américo están saliendo como amigos, ella misma me lo ha confesado el otro día que le pregunté. Esperemos que las cosas tengan más claridad y entonces veremos. Lo que si es importante que te diga,  debes hablar con Merry, ya van cinco días que está cumpliendo su castigo y tú hasta hora no le has dirigido la palabra, ¿Qué sucede? ¿Porqué no hablas con ella? con esa actitud la haces sufrir-.
Felicia volteó a mirar a su esposo, ¿Qué  estaba diciendo? ¡qué ella debía hablar con Merry! un tanto ofuscada contestó:- Oscar me sorprenden tus palabras, quieres que hable con Merry después de lo que me hizo pasar, el sufrimiento que vivimos todos al pensar que no la íbamos a volver a ver o qué algo malo le había sucedido. Sentí que me arrancaban el corazón del pecho, mi hija, mi querida hija no estaba en ninguna parte, lloré demasiado para que ahora la perdone como si no hubiera pasado nada, lo siento no puedo hablar con ella-.
-No voy a insistir sobre el tema, pero ella quiere hablar contigo, pedir perdón por lo que hizo, nuestra hija está sufriendo, por lo menos escúchala es tu deber de madre-. 
Las luces de la habitación de los padres se apagaron cuando sintieron que Liza había llegado a la casa y entraba a su habitación, la familia estaba completa y eso era una tranquilidad para Oscar y Felicia. La conversación también se había terminado.
La mañana había amanecido llena de sol, era verano y la vacaciones para algunos eran sinónimo de playa, mar y sol. Fanny y Liza por iniciativa propia trabajaban con la tía Gema, mujer empresaria y dueña de su farmacéutica, sus sobrinas la querían demasiado y ella correspondía de igual manera. Gema hermana de Felicia siempre estaba presente en la vida de la familia y era muy unida a su hermana.
Alrededor de las diez de la mañana Felicia se encontraba arreglando algunas piezas de su guardarropa cuando vio parada en la puerta de su habitación a Merry, su cara tenía una expresión triste y la madre comentó: -debes estar en tu cuarto recuerda que estás castigada- dijo con severidad.
-Madre- contestó Merry -quería conversar contigo pero tú no me das una oportunidad, con tu actitud me estas haciendo sufrir-.
Felicia levantó el rostro y respondió en voz alta: -¡te estoy haciendo sufrir! escuchas lo que estas diciendo, quién con su comportamiento ha hecho sufrir a toda la familia, no tienes derecho hablar así, tú sabemos muy bien lo que sucedió y porque no deseo hablar contigo-.
Merry contestó llorando: -hasta cuando me vas a castigar, haciéndome sentir que soy una mala hija y que no merezco tu perdón- dio media vuelta y se fue a su habitación.
Gema ya conocía lo sucedido y había hablado con su hermana  Felicia el día anterior, le hizo notar que estaba siendo muy dura con Merry y que debía hablar con su hija: -estás actuando con dureza, piensa, es solo una adolescente y todos nos podemos equivocar-. fueron las palabras de Gema a su hermana. 
Felicia terminó de acomodar la ropa y algunas blusas y luego fue al cuarto de Merry, su esposo y su hermana tenían razón, era el momento de hablar con su hija, su castigo estaba siendo doble y debía detenerse, no era justo para ella ni para Merry.
Felicia entró al cuarto Merry, ella estaba sentada frente a su escritorio, estudiando su libro de historia, volteó a mirar a su madre y ésta comentó: -quieres hablar conmigo, vamos hacerlo con serenidad primero yo quiero escuchar todo lo que tengas que decir y luego tú me vas a escuchar a mí ¿De acuerdo?-.
La más joven de las hijas contestó con voz temblorosa: -madre sé que me equivoqué, quiero pedir perdón, nunca debí actuar de esa manera, no pensé que tanto dolor podía ocasionar, reconozco que actúe con rabia, la ira nubló mi razón, solo pensaba en viajar y ustedes me lo impedían para nada imagine que podía pasarme algo grave y mi familia no estaba cerca para ayudarme. Cuando te vi llorar en el carro comprendí tu dolor. Quiero pedirte perdón por mi proceder, te prometo no va volver a ocurrir-. Merry terminó de hablar y se secaba las lágrimas, estaba realmente arrepentida de su actuación.
Felicia en silencio pensaba que iba a decir, no quería darle un sermón, las palabras de su hija eran sinceras, estaba arrepentida y le pedía perdón. La madre suavizó su tono de voz y contestó: -Merry si lloré en el carro es porque no sabía donde estabas, imaginé lo peor, que algo había ocurrido y no podías regresar a casa, la idea de perderte me dolía tanto que ya no sentía mi corazon, jamás vuelvas a repetir algo así, no podría perdonarte. Para una madre cada hijo es importante y el dolor de perder uno es tan grande que apenas se puede soportar. Ya no hablemos más de este tema pero vas a terminar tu castigo como hemos quedado, tienes que cumplir tu promesa-.
Merry estuvo de acuerdo con su castigo y abrazó a su madre: -voy a cumplir mi castigo hasta el último día, no te preocupes-.
En la casa de la familia de nuevo se respiraba tranquilidad, las hermanas mayores de Merry regresaban a su casa al rededor de las tres de la tarde, su madre las esperaba para almorzar y conversar sobre su día, las jóvenes se enteraron que por fin su madre había hablado con Merry y parecía estar más tranquila, se podía ver en su semblante
El doctor Martel habló por teléfono con su esposa para decir que no podía llegar almorzar, tenía un día muy ocupado y debía visitar a un paciente en su casa, además de encontrarse para almorzar con su amigo el congresista  Jorge Redondo, Tesio el amigo y jefe de policía, no podía asistir estaba muy ocupado con su trabajo de investigación del cual no podía hablar. 
En la visita a su paciente Oscar Martel le mandó varios exámenes que debía hacerse, sospechaba que su problema estaba en el hígado pero después de los análisis saldría de dudas. Se despidio muy cortésmente, era conocido y apreciado por la familia, es más, su paciente era hermano de un profesor de su facultad de medicina que ya no estaba, por eso él ahora era su médico de cabecera.
Se encontró con su amigo Jorge Redondo como habian acordado en un restaurante famoso por tener una exquisita comida. Al verse se saludaron con amistad y alegría, se conocían de toda la vida. ¡Oscar! ¡Jorge! decían mientras se abrazaban. El gusto de volverse a encontrar era real y sincero.
Jorge Redondo con voz misteriosa comentó: -Oscar aparte de la alegría de reunirnos por supuesto, somos amigos desde el colegio, tengo la confianza de hacerte un comentario que debe quedar entre nosotros, nadie más debe saber de esto, tienes que prometerlo-.
Oscar Martel se preocupó por las palabras de su amigo y respondió: -si Jorge, te prometo que no hablaré con nadie de lo que me digas en este momento-.
Jorge Redondo agregó: -Sé que tú eres muy amigo de Américo Panduro, es más él es uno de tus pacientes en el congreso y últimamente está saliendo con una de tus hijas por ese motivo me atrevo a decir o a contarte esto-.
Al escuchar esto, el doctor se puso tenso ¿qué pasaba o qué sucedía con el congresista Panduro y qué tenia que ver Liza en todo eso, de inmediato contestó -si, Américo es mi paciente y amigo pero dime porque tanto misterio, ¿qué tiene que ver mi hija en esto? ¿sabes algo de él?- dijo el doctor Martel impaciente.
-Calma amigo, Liza no tiene nada que ver, es un tema político, si la mencioné es para corroborar que lo conoces y es ha llegado a tu familia-. contestó Jorge.
-Por favor habla, ya me estas poniendo nervioso- dijo el doctor.
-Por la confianza que existe entre ustedes, puedes hablar con Américo y decirle que en el partido hay muchas personas que no están de acuerdo con su idea de postular a la presidencia en las próximas elecciones. Tú sabes que soy de su mismo partido y escucho comentarios no siempre buenos. En el partido él es muy considerado pero algunos dicen que es joven y que puede esperar a otras elecciones. Oscar, habla con él para que deseche la idea, hazlo entrar en razón. Nuestro presidente le tiene aprecio pero yo pienso que debe esperar un tiempo más -. terminó de hablar el congresista.
Era ese el motivo de la conversación, el doctor Martel no estaba de acuerdo con su amigo y no le agradaban los temas políticos y menos involucrarse a dar consejos Américo, al cual le tenía un aprecio medido. Desde hace varias semanas no hablaba con él. 


CONTINUARÁ           
        
 
            
     

 

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