domingo, 11 de febrero de 2018

EL VIAJE DE REGRESO

Después de leer varias veces la carta que había recibido. Bao con la tristeza en el rostro, la guardó en el sobre,  su padre tenía que verla y darle su opinión. 
Antes de ir a la oficina, pasó primero por el correo para depositar las cartas que ya estaban escritas, con esto tenía  la esperanza que alguien más se anime a escribir para  darle  información sobre su familia. 
Cuando llegó a la oficina su padre  revisaba algunos documentos y unas cuentas, Bao se acercó a él, lo saludo y comentó, mostrando la carta:
-Padre ha llegado esta carta a la casa, la recibí hace una hora,  quiero que me des tu opinión-  y le entregó el sobre.
Guo miró a su hija, por la expresión de su rostro supo que no era nada bueno. Tomó la carta y la examinó con cuidado. No era una dirección conocida, él no la recordaba y lo más importante no traía buenas noticias.
-¿Qué opinas padre? ¿qué podemos hacer- dijo Bao desanimada.
-No podemos hacer nada, no reconozco esta dirección, el pueblo ahora es diferente de  aquel que dejamos hace años. Hija, lo más importante de esta carta es la información... la familia del tío ya no vive en le pueblo, algo grave debió suceder  para que ellos dejen su casa, terrenos de cultivo y  se marchen sin dejar huella. 
Bao sintió que volvía a estar donde comenzó y que ahora tenía que tomar otra ruta pero ¿cómo y hacía donde?. De pronto se iluminó su rostro y dijo:  
-Padre y si contemplamos la idea de viajar los dos juntos a la provincia de donde es la familia, ahora no es como antes, las cosas han cambiado, podemos ir de visita...¿te parece si preparamos un viaje para los dos?  Así también me enseñas  la tierra donde naciste y a los amigos que dejaste allá. 
Guo, imaginaba volver al pueblo de su niñez donde creció y pasó  su juventud, al lugar donde conoció a Liang, se preguntaba ¿todavía existirá la escuela donde ella daba clases? ese viaje  iba hacer un viaje muy duro y lleno de  recuerdos. 
-Hija no sabemos como será el clima político en mi pueblo, no sé cómo nos van a recibir, han pasado tantos años. 
-Padre, si no lo intentamos nunca lo vamos a saber, además piensa que yo también voy a conocer mis raíces, pasear por los lugares donde la familia vivió. 
- Está bien...comencemos a preparar el viaje, tenemos que dejar todo organizado en los negocios y en la casa. Encárgate de ello, yo voy a visitar a  mi amigo el secretario de comercio de la embajada, es mejor saber si es seguro viajar a la provincia. 
Bao no perdió el tiempo, de inmediato comenzó a organizar todo lo referente al viaje, era hora de enfrentar la realidad y descubrir la verdad.
Ese mismo día por la tarde recibió la visita de Ru Hen en la oficina. Su sorpresa fue mayor cuando él la invitó a cenar. La cita sería a las 8. p.m en un restaurante elegante de la ciudad donde se preparaba una comida excelente. 
Bao llegó puntual a la cita y en el lugar ya la esperaba Ru Hen. La cena transcurrió con una conversación amena y los recuerdos que ambos tenían de Liang. 
Ru Hen comentaba lo que había hecho todos los años que no se vieron y Bao le decía que lo que más sabía sobre  él, es que siempre estaba de viaje. De inmediato  se creó entre ellos un clima cómplice y agradable, se sentían los dos en confianza. 
Cuando Bao regresó a su casa no imaginó que su amigo tenía tan buen sentido del humor y una agradable conversación.  Lo había pasado muy bien en su compañía.
Imaginaba que acaso podía encenderse la chispa del amor entre los dos...¡no! era mejor no imaginar eso, como se podía tener una relación con alguien que nunca estaba en la ciudad... que siempre estaba de viaje. 
Pero Bao se equivocaba en los días siguientes Ru Hen la invitó a salir más seguido o iba a visitarla a su casa por las noches. 
Guo miraba con beneplácito la situación pero no intervenía era mejor así. Si algo iba a suceder entre los dos, tenía que ser espontáneo.
Con Ru Hen, Bao no quiso comentar nada de la carta que había recibido desde China y el viaje que planeaba hacer con su padre. Todavía no sabía que iba a resultar de aquello. Ella seguía  organizandolo todo  para poder viajar con su padre lo antes posible y sin preocupaciones. 
Con la confianza que ya existía entre los dos, una tarde mientras conversaban en el jardín, Bao le preguntaba a Ru Hen cómo logró convencer a su padre que lo deje seguir su arte y no hacerse responsable de la lavandería.
-Eso mi querida Bao- decía Ru Hen  -me costó muchas discusiones con ellos para que comprendan que lo peor que podía sucederme era hacer algo que yo no quería. Mis padres me dieron un plazo y si al cabo de ese tiempo no había un buen resultado sobre mi carrera, yo me haría cargo de su negocio sin discusiones. Acepté sus condiciones y después de unos años aquí me tienes, no me puedo quejar,  ellos ahora no tienen nada que decirme. Al contrario soy yo, él que les dice que ya no trabajen más que cierren la lavandería, pero es mi padre él que contesta.
-Hijo, yo trabajo desde que tenía diez años, siempre ayudé a mis padres cuando vivíamos en China y aquí sigo trabajando y lo haré hasta el día que muera, no se hacer otra cosa. 
-Es cierto, la vida de nuestros padres fue dura en China y trabajar es lo único que saben hacer, creo que si lo dejan de trabajar morirían muy pronto. Ellos no están acostumbrados a viajar o pasar las horas haciendo algo distinto- comentaba Bao a Ru Hen sobre sus familias.
-Yo creó que mis padres en el fondo sentían temor que no pueda mantenerme con mi arte, en estos tiempos que corren, todo es más difícil-  agregó Ru Hen.     
Los días seguían su curso y casi todo estaba listo para el viaje a realizar Bao y su padre, cuando Guo invitó a Ru Hen a un almuerzo en la casa. 
En el almuerzo se sirvieron platos típicos de la comida China y se brindó con un buen vino de cosecha. 
Guo conversaba con Ru Hen sobre sus planes en los negocios y la parcela que tenía a las afueras de la ciudad, donde se sentía tan a gusto, donde podía olvidarse de los problemas de la oficina y enterrar sus manos en la tierra para sentir la energía de la vida cuando sembraba algún cultivo. Ese era el único lugar donde descansaba de verdad. 
Unos días antes del viaje ya estaba todo en orden en los negocios y el hogar, todo estaba listo, solo faltaban pequeños detalles.  
Ru Hen quería conversar con Bao era el momento de ser claros y hablar de sus sentimientos.
Bao, escuchaba a Ru Hen, no sabía que decir,  ella no quería ilusionarse y comentó:
-¿Cómo podemos estar juntos, si tu estás,  todo el tiempo de viaje, nunca nos veríamos. No es así como yo quiero vivir.  
-Si eso, es lo que te impide aceptarme puedes estar tranquila  no pienso viajar tan seguido, solo haré los viajes que sean importantes  y si tu deseas puedes acompañarme.
Nunca hubiera imaginado que ella y Ru Hen podían llegar a tener un romance, era algo imposible hasta ese momento y la respuesta de Bao fue sellada con un beso.
-Ru Hen, tengo que decirte que dentro de unos días voy a viajar a China con mi padre es un viaje familiar-  le contó los detalles con respecto a las cartas y las noticias que habían recibido sobre la familia. 
-No importa yo estaré aquí esperando tu regreso y ojalá sea, con buenas noticias- contestó Ru Hen abrazando a Bao. 
En los tres últimos días todo, no podía ser más perfecto para realizar el viaje y cuando Bao terminaba de revisar su lista, la señora Delia llamaba: 
-¡Señorita Bao!  señorita e interrumpió en su habitación. Ha llegado esta carta- dijo con impaciencia.  
Bao tomó la carta, venía de Canadá, miró el remitente no tenía nombre, solo una dirección  -¡no! -dijo en voz alta, ella nunca había escrito a esa dirección... ¡qué malas noticias traía ahora!
Las manos le temblaban al abrir el sobre que venía de Canadá ¿por qué?...pensaba. 
En el interior la carta tenía un nombre y firma, al leer un grito se ahogaba en su garganta y entonces llamó a su padre a viva voz, mientras lloraba... ¡padre! ¡padre!...éste al escuchar que su hija lo llamaba corrió a su habitación para ver que sucedía. Bao al verlo entrar lloraba y le decía: 
-Padre, tus hijos, mis hermanos ¡están vivos! ¡están bien!... aquí tengo una carta de Zhao, está escrita por él-  y le enseño la carta. 
Guo leía lo que su hijo había escrito, de la emoción las lagrimas también bañaban su rostro. Por fin sabía algo de sus hijos, por fin... después de tantos años, ellos estaban bien. 
Padre e hija se abrazaban de felicidad, está carta lo cambiaba todo y el viaje a China por el momento se iba a suspender. Zhao invitaba a su hermana a visitarlo en Canadá y Bao quería viajar lo más pronto para conocer a su hermano...  

CONTINUARÁ.          
   

   

       


    


No hay comentarios:

Publicar un comentario