domingo, 28 de octubre de 2018

DOS PUEBLOS...DOS VILLAS

En su oficina del municipio de San Pablo, Lázaro Ventura planeaba como iban hacer los festejos por la inauguración del puente, quería planificar cada detalle para que no quede ningún  hilo suelto, faltaban solo dos semanas para las fiestas.
De pronto irrumpe  en la oficina la secretaria Manuelita con un sobre en la mano, el alcalde Ventura la mira y enseguida piensa que se trata de otro panfleto pero Manuelita comenta:
-Señor alcalde el mensajero ha traído esta carta del municipio de Santa Emilia, creo que es la respuesta que usted estaba esperando.
-Manuelita deme usted pronto esa carta- dijo con energía el alcalde Ventura.
Tomó la carta en sus manos y entonces abrió el sobre, era la respuesta del alcalde Teodoro Cerillo. La carta era breve, en ella estaban escritos los saludos de protocolo y fijaba la fecha para solucionar los límites de las tierras en conflicto. La fecha estipulada era dentro de un mes. 
Lázaro Ventura se frotaba las manos, todo salía conforme lo había planeado porque sería primero la inauguración del puente y luego la solución de los límites,  el pueblo de San Pablo tenía motivos para festejar.
-Manuelita traiga usted su libreta de notas porque en este momento vamos hacer la lista de los invitados a la inauguración- dijo el alcalde Ventura señalando la carta del alcalde Cerillo. 
Manuelita regresó a la oficina con la libreta de notas en la mano para apuntar los nombres de los  invitados, nadie importante en San Pablo quedaría sin su invitación. 
En primer lugar estarían los directivos de la mina, Mariano Arias, dueño de medio pueblo, autoridades del municipio, comerciantes y público en general. Lázaro Ventura no quería dejar de invitar a Hipólito Mancilla hombre importante de Santa Emilia y sobre todo al alcalde Teodoro Cerillo y autoridades del municipio de Santa Emilia. 
-Tenemos que preparar estas invitaciones Manuelita y mandarlas lo antes posible, todos los invitados deben estar presentes, vamos a celebrar por todo lo alto esta inauguración- Lázaro Ventura desbordaba de entusiasmo.
Cuando se terminó de preparar la lista, Manuelita se retiró de la oficina para mandar hacer las invitaciones, no había tiempo que perder.
Lázaro Ventura no había olvidado el problema de los panfletos, pero ahora su entusiasmo por la inauguración del puente era mayor, por el momento mantenía al secretario del partido que era el principal sospechoso, ocupado en otros menesteres, quería estar seguro que era el autor de los panfletos.
El alcalde Ventura pensaba,¡no¡ - nada podía ensombrecer su alegría, las cosas iban bien, él planificaba  a futuro, quería ser reelegido como alcalde en la próximas elecciones.
Tres días más tarde llega a Santa Emilia la invitación del alcalde Ventura para Teodoro Cerillo y autoridades.
Teresa la secretaria le entregó al alcalde Cerillo un sobre -Señor este sobre ha llegado es del municipio de San Pablo, está dirigido a usted. 
El alcalde Cerillo comentó fastidiado -y ahora que desea Ventura con que tema va salir- abrió el sobre y leyó la invitación: 
 -Hum...nos invita a la inauguración del puente que se realizará dentro de pocos días, si cree que voy asistir está muy equivocado.     
La secretaria escuchó el comentario del alcalde, entonces agregó:
-Señor alcalde permitame hacer una sugerencia, creo que es buena idea que usted acepte la invitación,  así se crea un clima de amistad.
Teodoro Cerillo no estaba muy convencido, aún recordaba la actuación bochornosa del alcalde Ventura y la acusación a su persona. 
-Teresa tengo que reconocer que usted tiene razón, no sería bien visto que yo haga ese desaire, todo sea por la paz y la buena vecindad- terminó por decir fastidiado, Teodoro Cerillo 
Las nubes de la discordia parecían haberse disipado, entre los dos alcaldes, todos esperaban que cuando llegue el día de la inauguración la cordialidad y la amistad prime entre los invitados.
Teodoro Cerillo tampoco quería quedarse atrás respecto a celebraciones y bombardas, él también estaba planificando la inauguración de la carretera, ésta iba directo a la ciudadela pre-inca, las obras estaban muy avanzadas y esa sería una gran fiesta en el pueblo.  
La primavera llenaba de flores la plaza principal de Santa Emilia, el clima estaba en su mejor temporada.
En la Tienda de doña Elvira, Barzan Torre-Alba traía el reparto de los productos lácteos, él tenía la esperanza de encontrar a Rafaela e invitarla a salir, pero ella no estaba en la tienda, había salido a visitar a Celina al hostal  "Bienvenidos" propiedad de su familia y a dejar las mermeladas de cada mes.
Siempre era agradable conversar con Celina, ella era una persona alegre y vivaz. 
Rafaela comentaba que pronto tendría que viajar unos días a la capital porque la boda de su amiga Marguitte estaba cerca y ella no podía faltar. 
-Lamento, ir a la boda de mi amiga sin un acompañante, pero no puedo faltar, soy una de las damas de honor- comentaba Rafaela un poco triste.
-Porque no invitas a Barzan para que te acompañe, no creo que él se niegue- decía Celina a su amiga.
-No, no puedo pedirle que me acompañe, yo muero de vergüenza decirle algo así, además no tenemos la suficiente confianza y él está todavía de luto. 
Con estás palabras, Rafaela terminó su visita y se despidió de Celina,  iba caminando por la calle principal cuando una camioneta paro a su costado, era Barzan que la había visto venir.
-Rafaela ¿cómo estás?- preguntó y se bajo de la camioneta- vengo de la tienda de doña Elvira y no te encontré- Barzan buscaba palabras para invitarla a salir pero no sabía cómo iniciar la conversación, hasta que se animó y dijo: Rafaela quería invitarte a salir esta noche.... tal vez, podemos pasear e ir a comer algo. 
A Rafaela la idea le agradó y aceptó de buen talante su invitación. Era poco tiempo que conocía a Barzan pero él le inspiraba confianza, ella, no sabía explicar el porqué.
Al llegar a la tienda, no comentó nada con su madre con respecto a la invitación de Barzan. 
En la noche se alistaba Rafaela para salir, no quería considerar la invitación cómo una cita, solo era una reunión de amigos. Doña Elvira la observaba sorprendida y preguntó -¿dónde vas Rafaela? te veo tan arreglada.
-Madre voy a pasear con Barzan, él me ha invitado a salir... ¿te parece que estoy muy arreglada? solo es un paseo y nada más.
-No, Rafaela, estás bien, solo llamó mi atención porque tú nunca sales a esta hora. 


Barzan llegó puntual a recoger a Rafaela, saludo a doña Elvira y luego los dos salieron. Al comienzo la conversación se torno un poco lenta, no sabían que decir, pero luego de unos instantes de romperse el hielo, ambos conversaban y recordaban sus vida de adolescentes en Santa Emilia. Cenaron  en el comedor del hostal de Celina. 
Todos sabían en el pueblo que tenía una excelente cocina.
La noche y la conversación con Barzan fue amena, Celina se acercó a saludarlos, ella se sentía feliz con la visita de sus amigos.
Barzan comentaba a Rafaela que cada día le gustaba más la idea de quedarse a vivir en Santa Emilia, él casi había olvidado el pueblo y la vida tranquila. Rafaela a su vez contaban a Barzan las dudas sobre su futuro y porque regresó al pueblo. La noche se había convertido en una reunión entretenida, ambos hablaban sobre algunos pasajes de sus vidas y que nunca antes se habían encontrado mientras vivían en la ciudad. 
La reunión terminó, con un brindis, Barzan acompaño  a Rafaela hasta su casa y luego partió al fundo. En el camino  pensaba que se sentía bien en compañía de Rafaela y quería repetir otra salida.  
Dos semanas habían pasado desde la entrega de las invitaciones a la inauguración del puente. San Pablo se había vestido de fiesta y la gente caminaba  por doquier. Era un éxito la celebración, los invitados sentados en el estrado, escuchaban las palabras de agradecimiento del alcalde Lázaro Ventura. Todos celebraban la alegría de la fiesta.
Doña Elvira, Rafaela, Tadeo, su esposa, Barzan también fueron invitados. La población en general esperaba la noche porque en la plaza principal habrían  fuegos artificiales, bandas de música y una gran feria de deliciosos platos típicos de  la región.

CONTINUARÁ.           
      
                 


     

           
               


domingo, 21 de octubre de 2018

DOS PUEBLOS... DOS VILLAS

Todas las personas que conocían a Fausto Torre-Alba estaban presentes para darle el último adiós. 
Los padres de Barzan llegaron a Santa Emilia ni bien se enteraron  de lo que había sucedido al abuelo.  
Un día antes de la ceremonia de despedida, en la casa del fundo Torre-Alba padre e hijo conversaban de cómo proceder para cumplir la última voluntad del abuelo. 
Emilio el capataz del fundo, hablaba con el hijo de Fausto que llevaba el mismo nombre de su padre. Éste le decía:
-Señor Fausto, su padre me pidió unos días antes de morir que le diga que es importante que usted cumpla su última voluntad, aquí en el cajón de su escritorio esta una carta dirigida a su persona.
Emilio se acercó al escritorio y de uno de los  cajones sacó un sobre cerrado y se lo entregó a Fausto hijo. Barzan observaba a su padre cuando abría el sobre para leer la última voluntad del abuelo.
La carta contenía una serie de recomendaciones para que sean cumplidas, entre ellas el deseo expreso de ser enterrado en el fundo en una condición poco común, es decir directamente en la tierra sin cajón. 
A Fausto hijo esto, le parecía una situación  extrema y no comprendía cómo su padre le pedía algo así. La sola idea de imaginarlo era imposible de cumplir. 
-Emilio, mi padre estaba en su sano juicio cuando escribió esta carta, notó usted algo raro en su comportamiento en los últimos días-  decía Fausto hijo preocupado y a la vez sorprendido.
-No señor, su padre estaba en perfecta salud mental, no había nada extraño en su comportamiento, es más, él me pidió ser envuelto en varias capas de lienzo de lino blanco y así ser depositado en la tierra. Esas fueron sus palabras, por eso escribió esta carta para usted.
El padre de Barzan no contestó, solo siguió leyendo la carta donde el abuelo agregaba que todo lo que había en el fundo pasaba a ser propiedad de su único  hijo y heredero, además de las cuentas que tenía en el banco, la carta decía:  
-Hijo en tus manos deposito toda mi confianza, sé que sabrás cumplir mi voluntad y sabrás dirigir el fundo al que tanto le he dedicado mi vida y trabajo. Tú sabes que he amado esta tierra y deseo descansar en ella para siempre. 
Todas mis posesiones son tuyas y en su momento serán de Barzan. Recibe todo mi amor y mis recuerdos-  de esta manera acaba la carta el abuelo Fausto antes de despedirse de su hijo -A Barzan le dejo mi colección de sellos postales que tanto le gustaban y que valen una pequeña fortuna, para él también va mi amor de abuelo. Luego firmaba con su nombre.
Fausto hijo se debatía en la duda, él no podía concebir la idea de que el cuerpo su padre descanse sobre la tierra, eso era pedir demasiado. 
Después de leer la carta del abuelo, Barzan comentó:
-Padre tienes que cumplir  la voluntad del abuelo, aquí en su carta, él te lo pide.
-Barzan siempre he sido un hijo que a obedecido la voluntad de su padre, pero esto no puedo hacerlo, voy a cumplir con su  deseo de ser enterrado en el fundo pero no puedo verlo envuelto en lienzos de lino y puesto sobre la tierra, ¡no!... eso, es demasiado, él va a descansar como debe ser, en un cajón de fina madera, es mi padre y no puedo cumplir con este deseo de ser puesto sobre la tierra.  Para mí sería mejor que descanse en el campo santo del pueblo pero cumpliré con el deseo de quedarse en el fundo y nada más.
-Señor... su padre me pidió varias veces que le insista, cómo quería que sea su descanso- comentó Emilio el capataz. 
-No se preocupe Emilio usted a cumplido con darme el encargo de mi padre, pero yo soy su hijo y él sabrá comprender-  terminó por decir Fausto hijo para que no quede duda. 
Barzan no insistió, se dio cuenta que su padre estaba sufriendo por el dolor de la partida de ¡su padre!,  el hombre que había sido una  figura principal en sus vidas.    
Por eso, en la mañana en el fundo                           
en un lugar cercano a la casa se celebraba la ceremonia de despedida del abuelo Fausto Torre-Alba. Mientras el sacerdote decía las últimas palabras... -venimos a este mundo sin nada y nos vamos sin nada porque polvo somos y en polvo nos convertiremos.
Luego de terminada la ceremonia fueron depositadas las flores que los amigos y la familia habían traído.
Uno a uno los asistentes se fueron despidiendo de Fausto hijo, de su esposa y de Barzan, todos sentían pesar por la partida del abuelo Fausto.  
Cuando cayó la noche y la familia se quedó sola en el fundo, Barzan comentaba con su padre cómo sería de ahora en adelante el manejo del negocio del abuelo.
-Hijo, quiero pedirte que tú te quedes a dirigir un tiempo el fundo hasta ver cómo organizamos  todo.  Tú sabes que yo no puedo hacerme cargo por el momento de esto, el trabajo urgente me espera en la capital, sólo serán  unas semanas hasta organizar con Emilio el trabajo y luego sea él, quien se quede al mando.
Barzan no estaba muy de acuerdo pero no quiso contradecir a su padre, no era el momento para ello, además estaba de por medio la voluntad de su abuelo. 
Dos días más tarde los padres de Barzan partían a la capital, su hijo los despidió y tomó la administración del fundo. 
Lo primero que hizo Barzan fue llamar a Emilio para que éste lo ponga al tanto del trabajo, su padre le había dejado un poder pleno para dirigir el negocio del abuelo y todo lo que correspondía al fundo. 
El capataz lo puso al día del movimiento y manejo del fundo, de la gente que trabajaba y cómo era el reparto de los quesos y mantequilla elaborados en el lugar. 
-Tenemos que seguir manteniendo la calidad de los productos, no podemos descuidar esto- decía Barzan al capataz -la calidad y el sabor es lo que ha hecho famoso al fundo del abuelo.
Emilio estuvo d acuerdo y se comprometió a seguir trabajando del mismo modo como si el abuelo estuviera presente.             
La gente y amigos durante los primeros días sentía con pesar la ausencia de Fausto Torre-Alba, pero la vida tenía que continuar y Barzan estaba demostrando que podía hacerse cargo de la dirección del fundo.  
Era domingo en la mañana y como siempre en la casa de Rafaela se celebraba el almuerzo familiar, con  la asistencia de su hermano Tadeo su esposa y sus pequeños hijos. Esta vez  doña Elvira había querido invitar a Celina, a su novio Adriano y a Barzan, quería conocerlo y conversar con él. 
Cuando todos estaban reunidos en la casa se inició el almuerzo, éste se desarrollo en un clima de alegre conversación, recuerdos y anécdotas, Barzan comentaba las cosas que había hecho todos estos años de su ausencia en Santa Emilia, comentó también que se haría cargo del fundo y que su padre le había dado pleno poder para ello.  
Doña Elvira preguntó a Barzan:
-Van a seguir con el negocio como siempre o tengo que buscar otro proveedor de los productos lácteos.
-No, doña Elvira, vamos a seguir como siempre con el negocio y con la misma calidad como si mi abuelo estuviera presente, sé que algunos dudaran, pero estoy poniendo todo mi empeño para que el negocio continué hasta que mi padre disponga otra cosa. No creo que yo me quede por mucho tiempo pero Emilio, el capataz del abuelo conoce bien como es el negocio del fundo y en el futuro, será él quien se encargue de todo. 
Doña Elvira lamentó la partida del abuelo de Barzan  y así se lo hizo saber a éste. Ella durante mucho tiempo había comprado los productos lácteos del fundo Torre-Alba por su calidad y cuidado el la elaboración.
Casi era de noche cuando los invitados al almuerzo se retiraban, Celina y su novio se despedían de la familia y también Barzan se despedía, él había causado una buena impresión a todos los presentes. Tenía facilidad de palabra y su conversación era entretenida.           
   
Tadeo con su esposa e hijos también se despedían de su madre y hermana, la reunión fue agradable y divertida. Todos pasaron un momento entretenido. 
Volver a encontrarse con Barzan fue toda una sorpresa, al menos así pensaba Rafaela.  
Al día siguiente era lunes y en la alcaldía de Santa Emilia, Teodoro Cerillo comentaba con sus concejales cómo iban avanzando las obras de la nueva carretera, faltaba muy poco para que se terminen. El alcalde deseaba que este lista para el día de las fiestas de fundación del pueblo, él tenía la intención de inaugurar la carretera para esa festividad y  ya tenía en mente como se iba a desarrollar el evento. 
Teodoro Cerillo se sentía satisfecho con los logros de su gestión y con las obras a favor de Santa Emilia. 
En un momento aparte Adriano preguntó al alcalde, si ya era el día para enviar la respuesta al alcalde de San Pablo, Lázaro Ventura:
-No puedes ser más inoportuno para hacerme esta pregunta, ahora me encuentro planificado las actividades de las fiesta del pueblo- contestó molesto el alcalde Cerillo.
Adriano se disculpó de inmediato -no he querido interrumpirlo señor alcalde, solo pensé que lo había olvidado.
Teodoro Cerillo no se había olvidado de enviar la respuesta para señalar  la fecha y resolver el conflicto de tierras, solo deseaba tomarse su tiempo para decidir cual sería la fecha mas apropiada y además fastidiar  al alcalde Ventura que bien merecido se lo tenía.
El alcalde Cerillo ignoraba que en el municipio de  San Pablo esperaban impacientes la respuesta,  Lázaro Ventura quería demostrar a los pobladores que no haba ningún manejo turbio en su gestión y se daba cuenta que Teodoro Cerillo demoraba su respuesta a propósito para mortificarlo. No podía hacer nada al respecto, solo esperar que llegue pronto la respuesta.  
Lo que tranquilizaba un poco sus ánimos, era que pronto estaría terminado el puente de San Pablo y su inauguración tenía que ser celebrada con grandes festejos, con esto pretendía tranquilizar a los pobladores de San Pablo para que olviden el incidente y vuelvan a confiar en él.

CONTINUARÁ         
    

          

domingo, 14 de octubre de 2018

DOS PUEBLOS...DOS VILLAS

En su oficina del municipio de San Pablo el alcalde Lázaro Ventura estaba preocupado por los nuevos incidentes y el problema de los panfletos. Él no quería perder la confianza de los pobladores ahora que pensaba lanzarse de nuevo a las elecciones municipales del próximo año. Era mejor no estar involucrado en ningún hecho doloso.  
Él no podía perder sus votos, era necesario pensar rápido que hacer y reaccionar ante estas acusaciones. ¿Tenía enemigos entre la gente de su entorno? si era así ¿quien podía ser?. En el fondo no quería admitir culpa alguna sobre el problema de las tierras en conflicto porque no se habían vendido y ahora era imposible venta alguna. Por lo tanto, para él no existía culpa.   
Era urgente hacer el primer movimiento a su favor, éste era enviar una carta de disculpas al alcalde de Santa Emilia y pedirle que sea él que señale el día y la hora para  realizar definitivamente la demarcación de los límites entre los dos pueblos, esto creía Lázaro Ventura calmaría los ánimos y regresaría la confianza y tranquilidad de los pobladores hacía su persona.
Abrió la puerta de su oficina y llamó a la secretaria la señora Manuelita, con voz grave comentó:
-Manuelita vamos a mandar una carta al municipio de Santa Emilia dirigida al alcalde Teodoro Cerillo... tome nota de lo que voy a dictar. 
Manuelita trabajaba desde hace muchos años en la alcaldía, había sido secretaria de otros alcaldes y conocía bien como era todo el protocolo de los trámites de alcaldía a alcaldía. 
Ella era una persona discreta y eficiente, con rapidez tomó su libreta de notas y presta se puso a escribir lo que el alcalde Ventura le dictaba. 
Una vez terminado el texto de la carta, con las debidas disculpas y el protocolo a seguir, el alcalde Ventura finalizó diciendo:
-Manuelita envié usted esta carta lo antes posible al alcalde Cerillo, necesito saber su respuesta y calmar todo este alboroto que sea formado y por último le pido discreción con respecto a esta carta.
-No se preocupe señor alcalde usted me conoce y sabe que soy muy seria en mi trabajo, permítame decir que usted hace bien al enviar esta carta para arreglar todo el problema. 
Manuelita guardó silencio unos instantes, no sabía como decirle lo que había escuchado entre los rumores que corrían en los pasillos del municipio de San Pablo-  al final comentó:         
 -Señor alcalde tengo que decirle algo que escuché a unos empleados sobre el problema de los panfletos.
-¡Hable Manuelita!... que sabe sobre ellos y quienes son los culpables- dijo sobresaltado el alcalde Ventura.
Manuelita con cierto temor dudó, ella tenía miedo de la reacción del alcalde, conocía lo impulsivo que podía ser,  además no tenía pruebas para señalar a nadie, pero a la insistencia del alcalde agregó: 
-Señor lo que escuché fue que el secretario de su partido estaba involucrado en los incidentes de los panfletos, no hay pruebas sobre ésto, solo lo escuché,  puede ser un chisme como los que corren hoy por las calles del pueblo. 
Lázaro Ventura sentía en la espalda, la espada de la traición,  si aquello era verdad, cómo se atrevía el secretario Monteagudo al que él había apoyado tanto, cometer ese acto de traición. 
-Dígame Manuelita a quién ha escuchado hablar de ésto. 
-Señor le pido actué con cautela, es mejor investigar a fondo antes de señalar y hacer más grande el problema, yo lo escuché en los corredores del municipio, pero no puedo decir si ello es verdad, no tengo pruebas- terminó por decir Manuelita.              
El alcalde Ventura respiró profundamente estaba tratando de calmarse y pensar con serenidad.
-Esta bien Manuelita... vaya usted a redactar la carta y envié  hoy mismo esta correspondencia. Quiero que el alcalde Cerillo la tengas en sus manos lo más pronto. 
Manuelita se retiró de la oficina del alcalde, estaba incomoda no sabía si había hecho bien en hacer estos comentarios a Lázaro Ventura, él podía reaccionar de forma precipitada.
Cuando el alcalde Ventura se quedó a solas en su oficina, tomó un libro del escritorio y lo lanzó al piso con violencia, estaba furioso y se sentía decepcionado, pero la política podía tener sorpresas y no siempre eran agradables. 
Con estas primeras sospechas iniciaría su investigación hasta llegar al autor o autores del escándalo, además, en unas cuantas semanas estaría terminado el puente que había mandado construir para tener más acceso con otros pueblos cercanos y por lo tanto más comercio para San Pablo. Con la inauguración del puente la gente olvidaría el escándalo de los panfletos.  
Pensar en esto lo tranquilizó, él no iba a permitir que sus enemigos lo saquen de la alcaldía. 
Teodoro Cerillo se encontraba en su oficina cuando un mensajero de la alcaldía de San Pablo llegaba al municipio de Santa Emilia con la carta del alcalde Ventura. 
La secretaria entró en su oficina para comunicarle: -señor acaban de traer esta carta para usted, es del alcalde Ventura.
Teodoro Cerillo intrigado recibió la carta ¿que podía decir ahora Lázaro Ventura? después de su actuación tan bochornosa. Tomó la carta en sus manos la abrió y comenzó a leer. 
En el primer párrafo se leían las disculpas del alcalde Ventura por su comportamiento, poco apropiado para una autoridad. Lamentaba los hechos y le hablaba de firmar la paz entre los dos. Luego le proponía que sea el alcalde Cerillo el que ponga la fecha para señalar de una vez por todas los límites y acabar con un conflicto de tierras que duraba mucho tiempo ya. 
Finalizaba la carta con las palabras de... quedo a la espera de su respuestas y mil disculpas de mi parte, después firmaba con su nombre. 
La secretaria Teresa  le preguntó al alcalde Cerillo si iba a contestar de inmediato, Teodoro Cerillo terminó de leer la carta y con algo de indiferencia contestó -¡ahora quiere señalar los límites...ja ja ja!. Vamos a contestar esta carta dentro de una semana, mientras que él vea que hace.
Guardó la carta en uno de los cajones de su escritorio, mandó llamar a Adriano y le dijo que lo acompañe para ver las obras de la carretera, cómo se estaba avanzando. 
Los ánimos en el pueblo de Santa Emilia se habían calmado por el momento, pero en los parques y calles todavía la gente comentaba. 
Rafaela venia de visitar a la madre Clementina y dejar las frascos de mermeladas que cada mes compraban las religiosas, también quería saber si ya tenía alguna noticia sobre el caso de la hermana Soledad. 
la madre Clementina contestó:  -aún no hay  información con respecto al caso de la hermana Soledad, su madre, ni bien se entere de algo me va a llamar, tenemos que tener paciencia Rafaela.  Aquí en el convento las hermanas y yo seguimos orando para que se llegue a un final y se resuelva el caso.       
Al salir del convento se despidió de la madre Clementina y caminaba por la calle principal, cuando Rafaela vio pasar en una camioneta a Barzan Torre-Alba, ella se sorprendió ¿qué podía hacer Barzan en Santa Emilia?  él desde hace muchos años  no vivía en el pueblo. Avanzó unas cuadras con dirección a la tienda, al entrar vio a su hermano Tadeo y a su madre que conversaban, tenían en el rostro una expresión de tristeza, se desesperó: 
-¿Que sucede?- preguntó alterada  -¡qué ha pasado!- su madre fue la que contestó:               
     
-Calma Rafaela, hoy en la mañana han encontrado a Fausto Torre-Alba muerto sobre su cama. El capataz al ver que su jefe no salía de la casa se preocupó y fue a tocar la puerta, no había respuesta y cómo sabía que estaba delicado de salud entró a la fuerza y se encontró con el terrible cuadro. Él ya había avisado días antes a su familia en Lima que el señor Fausto estaba enfermo. 
Ahora Rafaela comprendía porqué había visto a Barzan, nieto de Fausto regresar a Santa Emilia.
Doña Elvira estaba triste, conocía desde hace mucho tiempo a Fausto Torre-Alba, él era el dueño del fundo lechero donde se elaboraban los más deliciosos quesos y mantequilla de la región. 
Rafaela recordaba a Barzan como un muchacho serio y algo solitario, ambos eran de la misma edad. Él tenía catorce años cuando con sus padres se fueron a vivir a la capital. 
Fausto Torre-Alba era un hombre responsable y trabajador, siempre cuidaba la calidad de los productos que se elaboraban en el fundo. Él se había ganado la estima de la gente que lo conocía, a pesar de que tenía una historia turbia detrás de él. 
Diez años antes Fausto Torre-Alba fue acusado de matar a una persona, fue detenido, se le siguió un  juicio, donde él se defendió diciendo que fue en defensa propia. 
Tres hombres, una noche habían entrado a robar a su casa del fundo, estaban armados con cuchillos, él, les hizo frente dando disparos al aire para advertirles que debían irse, entonces uno de ellos se abalanzó sobre él y le ocasionó varios cortes con el cuchillo, en el forcejeo se disparó  el arma causándole la  muerte, los otros dos  hombres salieron corriendo.
La gente que conocía a Fausto Torre-Alba sabía que él decía la verdad porque siempre había demostrado ser un hombre bueno y responsable, después de un largo juicio y descubrir todas las pruebas  Fausto salió en libertad. Este grave incidente le ocasionó problemas de salud.  

CONTINUARÁ            

domingo, 7 de octubre de 2018

DOS PUEBLOS... DOS VILLAS

Al día siguiente los pueblos de Santa Emilia y de San Pablo amanecieron llenos de panfletos, las calles estaban inundadas de ellos, lo mismo las casas, esto era un extraño incidente. 
Los pobladores escandalizados leían  lo que los panfletos decían. 
En estos se explicaba la intención de vender las tierras en disputa por los limites entre ambos pueblos.  
Ahora que el caso salía a la luz era casi imposible querer negociar estas tierras. En los panfletos no se mencionaban nombres pero todos sospechaban del alcalde de San Pablo como el principal interesado en lucrar con las tierras que no eran de su propiedad. 
Los comentarios corrían por todo el pueblo, la gente se preguntaba ¿quien o quienes eran  los autores y cual era su interés en todo aquello?. Se barajaban varios nombres, los más seguros, Hipólito Mancilla o Mariano Arias y también Teodoro Cerillo, ellos eran los principales sospechosos.  
Mientras se hacían toda clase de conjeturas, una camioneta blanca a toda velocidad cruzaba los límites de San Pablo y entraba rauda al pueblo de Santa Emilia, se dirigía a la municipalidad, se detuvo frente al edificio y el alcalde Lázaro Ventura se bajaba de la camioneta y entraba al municipio directo a la oficina del alcalde Cerillo. 
Su ingreso fue violento y no se detuvo ante nadie, cuando estuvo frente a su colega, arrojó sobre éste un puñado de panfletos y en voz alta dijo, para que todos lo escuchen:
-Que te has creído para hacer tamaña infamia y repartir estos papeles por todas las calles,  en ellos se habla de vender las tierras en disputa por los límites.  
Teodoro Cerillo recién se había enterado de lo sucedido y al igual que el resto estaba sorprendido,  por supuesto él no era el autor de estos panfletos, ser acusado injustamente no le hizo ninguna gracia y respondió con el mismo tono e igual violencia que alcalde Ventura:
-Sin pruebas, no te atrevas acusarme de algo en lo que no tengo nada que ver. Entras a mi oficina dando de gritos y haces este escándalo- se paro frente a su adversario -retírate de mi vista, porque aquí se acabaron mis buenos modales, retírate te repito si no quieres que te saque a puntapiés. 
-No tengo miedo a tus palabras, esta infamia tiene un autor y voy averiguar quién es y cuando llegue a la verdad se va arrepentir- gritaba al alcalde Ventura. 
Teodoro Cerillo perdió la paciencia y mando a los vigilantes que lo saquen de su oficina, estos obedecieron las ordenes y acto seguido lo sacaron a empujones, tuvieron que usar toda la fuerza posible, por que el alcalde Ventura no quería salir por su voluntad y continuaba  gritando y profiriendo palabras gruesas a su colega. Fue una escena bochornosa, vergonzosa, que no era digna de una autoridad del pueblo. Él había acusado a su colega directamente sin tener pruebas sin tener la certeza de que fuera el culpable. 
Era cierto que Teodoro Cerillo no tenía nada que ver con los panfletos, ni con el tremendo lío que se había armado después de esto.   
Los empleados de la alcaldía estaban anonadados e indignados, nadie sabía que decir, era un episodio que nunca antes se había dado en Santa Emilia.  
El alcalde Cerillo cuando estuvo más calmado, leía uno de los panfleto después que su colega irrumpiera  en su oficina de forma violenta.  Estaba indignado como se atrevía Lázaro Ventura a acusarlo de aquel acto sin las pruebas que lo acusen.  
El panfleto explicaba todo el caso de los terrenos en disputa,  pero en ninguna de sus líneas  se mencionaban nombres. Los autores habían sido cuidadosos al escribir para no incriminarse.  
Lo raro era la reacción del alcalde de San Pablo, si él era inocente ¿por qué esa reacción? no era suficiente con sacar otro mensaje diciendo que no había  tierras en venta, ni  se pensaba vender en el futuro ningún  terreno, de esta forma  quedaba aclarado el incidente.                   
De regreso a San Pablo, Lázaro Ventura no conseguía calmarse, este asunto de las tierras le podía costar el puesto de alcalde, estaba temeroso que aquello suceda porque él ya estaba pensando en la reelección a la alcaldía del próximo año.            
Tenía que investigar el asunto hasta las últimas consecuencias y aun más las tierras no se venderían, ahora era importante proteger su reputación de alcalde, era mejor no estar involucrado en ningún asunto turbio. 
En su oficina Hipolito Mancilla, leía uno de los panfletos. Pensaba que todo este problema sólo iba a retrasar la solución al conflicto de  límites. 
Él casi estaba seguro que era Mariano Arias el autor del escándalo, no tenía pruebas para acusarlo pero si así fuera ¿cuál era su intención al repartir estos panfletos?. 
Los dos hombres seguían enemistados, con una distancia que les impedía reunirse a tratar ningún asunto relacionado con el escándalo. Eran disputas  demasiado grandes entre los dos y aún más, los dos seguían recordando a sus hijos y seguían buscándolos sin tener resultados que les indiquen donde estaban y si estaban vivos. Era una cruz que ambos llevaban en el corazón.   
Cada poblador de cada pueblo se enteraba de los incidentes ocurridos en la alcaldía de Santa Emilia entre los dos alcaldes, esto solo acrecentaba la posibilidad de conflictos a futuro. 
En la tienda de doña Elvira, se iniciaba un nuevo día de trabajo. Rafaela comentaban los incidentes del escándalo en el pueblo y con uno de los panfletos en la mano decía:
-Madre, esto es lamentable, cómo vamos a vivir en paz si a cada instante surge algo que alimenta más  el conflicto entre los dos pueblos.  Este es un problema que no tiene fin...ahora, ¿quién es el autor de estos panfletos y por qué lo hace? ¿será Hipolito Mancilla o Mariano Arias? el primero no creo porque él desea que se arregle el tema de los límites y el segundo para mí es una incógnita, casi no lo conocemos, además... ¿cual sería su interés en todo aquello?-  decía Rafaela  preocupada por el incidente y su consecuencias. 
Su madre la escuchaba y compartía la misma preocupación y las mismas dudas ¿qué se escondía detrás de todo aquello?  se preguntaba.  
El día transcurría aparentemente tranquilo, en la tienda las ventas de las mermeladas y quesos se daban con igual entusiasmo, ni que decir de la miel y el polen. La gente que entraba a la tienda  comentaba el incidente, era casi imposible ignorar tamaño escándalo de los panfletos y el pleito de los alcaldes. 
Después de un día de trabajo Rafaela y su madre  terminaban de cenar, cuando llamaron a la puerta, era Celina que venía a saludarlas y presentar a su novio Adriano  a su amiga y a doña Elvira. 
Adriano trabajaba en el municipio, era supervisor de obras y hombre de confianza del alcalde Teodoro Cerillo, era un joven agradable y jovial. La conversación   sobre  el escándalo en el pueblo  era el tema del momento, los comentarios eran inevitables. Adriano contaba sobre el incidente entre las dos alcalde en el municipio, los empleados no salían de  su estupor y estaban molestos con el actuar del alcalde Ventura. Cómo se atrevía acusar a Teodoro Cerillo de tales hechos.  
En el municipio los empleados comentaban que era inaudito que un alcalde pierda la conducta y los papeles de esa forma.  
La conversación en casa de Rafaela duró hasta tarde, Adriano comentó sobre el pleito de los alcaldes y algunos detalles  Él tuvo cuidado de no hablar de la conversación sostenida con su jefe Teodoro Cerillo, después de todo era su hombre de confianza, él solo se limitó a decir lo que todos en el municipio habían sido testigos y estaban de acuerdo en que era un incidente vergonzoso.   
              
En San Pablo el ambiente no era distinto, la gente se sentía engañada y molesta con su alcalde, los pobladores esperaban algunas palabras de Lázaro Ventura.
En su casa Mariano Arias disfrutaba de una deliciosa taza de café mientras leía el panfleto, su esposa entró al salón para comentar sobre los incidentes.
-Mariano ¿quién crees que es el  autor de estos panfletos? en el pueblo se armado todo un problema  con estos panfletos. 
-Es mejor que este incidente salga a la luz para evitar se lucre con negocios fraudulentos- terminó de decir Mariano Arias con una sonrisa irónica.  
Su esposa lo observó y preguntó -Mariano... ¿eres tu el autor de estos papeles?.
-Querida mía, no desconfíes  de tu esposo, yo no estoy para crear este tipo de problemas, si sonrío es porque imagino ahora al alcalde Ventura metido en un conflicto que él solo  ha creado. Nadie en San Pablo cree que es del todo inocente- terminó de decir esto Mariano Ventura y siguió disfrutando de su aromático y delicioso café. Su esposa no insistió con más preguntas y cambió la conversación.
La incógnita y las preguntas enrarecían el ambiente en ambos pueblos, si no había sido Mariano Arias o Hipólito Mancilla, ni el alcalde Teodoro Cerrillo ¿quien era? existía alguien en las sombras que no se mostraba ante los pobladores y ¿cuál era su interés en todo este conflicto?...     
CONTINUARÁ