domingo, 7 de octubre de 2018

DOS PUEBLOS... DOS VILLAS

Al día siguiente los pueblos de Santa Emilia y de San Pablo amanecieron llenos de panfletos, las calles estaban inundadas de ellos, lo mismo las casas, esto era un extraño incidente. 
Los pobladores escandalizados leían  lo que los panfletos decían. 
En estos se explicaba la intención de vender las tierras en disputa por los limites entre ambos pueblos.  
Ahora que el caso salía a la luz era casi imposible querer negociar estas tierras. En los panfletos no se mencionaban nombres pero todos sospechaban del alcalde de San Pablo como el principal interesado en lucrar con las tierras que no eran de su propiedad. 
Los comentarios corrían por todo el pueblo, la gente se preguntaba ¿quien o quienes eran  los autores y cual era su interés en todo aquello?. Se barajaban varios nombres, los más seguros, Hipólito Mancilla o Mariano Arias y también Teodoro Cerillo, ellos eran los principales sospechosos.  
Mientras se hacían toda clase de conjeturas, una camioneta blanca a toda velocidad cruzaba los límites de San Pablo y entraba rauda al pueblo de Santa Emilia, se dirigía a la municipalidad, se detuvo frente al edificio y el alcalde Lázaro Ventura se bajaba de la camioneta y entraba al municipio directo a la oficina del alcalde Cerillo. 
Su ingreso fue violento y no se detuvo ante nadie, cuando estuvo frente a su colega, arrojó sobre éste un puñado de panfletos y en voz alta dijo, para que todos lo escuchen:
-Que te has creído para hacer tamaña infamia y repartir estos papeles por todas las calles,  en ellos se habla de vender las tierras en disputa por los límites.  
Teodoro Cerillo recién se había enterado de lo sucedido y al igual que el resto estaba sorprendido,  por supuesto él no era el autor de estos panfletos, ser acusado injustamente no le hizo ninguna gracia y respondió con el mismo tono e igual violencia que alcalde Ventura:
-Sin pruebas, no te atrevas acusarme de algo en lo que no tengo nada que ver. Entras a mi oficina dando de gritos y haces este escándalo- se paro frente a su adversario -retírate de mi vista, porque aquí se acabaron mis buenos modales, retírate te repito si no quieres que te saque a puntapiés. 
-No tengo miedo a tus palabras, esta infamia tiene un autor y voy averiguar quién es y cuando llegue a la verdad se va arrepentir- gritaba al alcalde Ventura. 
Teodoro Cerillo perdió la paciencia y mando a los vigilantes que lo saquen de su oficina, estos obedecieron las ordenes y acto seguido lo sacaron a empujones, tuvieron que usar toda la fuerza posible, por que el alcalde Ventura no quería salir por su voluntad y continuaba  gritando y profiriendo palabras gruesas a su colega. Fue una escena bochornosa, vergonzosa, que no era digna de una autoridad del pueblo. Él había acusado a su colega directamente sin tener pruebas sin tener la certeza de que fuera el culpable. 
Era cierto que Teodoro Cerillo no tenía nada que ver con los panfletos, ni con el tremendo lío que se había armado después de esto.   
Los empleados de la alcaldía estaban anonadados e indignados, nadie sabía que decir, era un episodio que nunca antes se había dado en Santa Emilia.  
El alcalde Cerillo cuando estuvo más calmado, leía uno de los panfleto después que su colega irrumpiera  en su oficina de forma violenta.  Estaba indignado como se atrevía Lázaro Ventura a acusarlo de aquel acto sin las pruebas que lo acusen.  
El panfleto explicaba todo el caso de los terrenos en disputa,  pero en ninguna de sus líneas  se mencionaban nombres. Los autores habían sido cuidadosos al escribir para no incriminarse.  
Lo raro era la reacción del alcalde de San Pablo, si él era inocente ¿por qué esa reacción? no era suficiente con sacar otro mensaje diciendo que no había  tierras en venta, ni  se pensaba vender en el futuro ningún  terreno, de esta forma  quedaba aclarado el incidente.                   
De regreso a San Pablo, Lázaro Ventura no conseguía calmarse, este asunto de las tierras le podía costar el puesto de alcalde, estaba temeroso que aquello suceda porque él ya estaba pensando en la reelección a la alcaldía del próximo año.            
Tenía que investigar el asunto hasta las últimas consecuencias y aun más las tierras no se venderían, ahora era importante proteger su reputación de alcalde, era mejor no estar involucrado en ningún asunto turbio. 
En su oficina Hipolito Mancilla, leía uno de los panfletos. Pensaba que todo este problema sólo iba a retrasar la solución al conflicto de  límites. 
Él casi estaba seguro que era Mariano Arias el autor del escándalo, no tenía pruebas para acusarlo pero si así fuera ¿cuál era su intención al repartir estos panfletos?. 
Los dos hombres seguían enemistados, con una distancia que les impedía reunirse a tratar ningún asunto relacionado con el escándalo. Eran disputas  demasiado grandes entre los dos y aún más, los dos seguían recordando a sus hijos y seguían buscándolos sin tener resultados que les indiquen donde estaban y si estaban vivos. Era una cruz que ambos llevaban en el corazón.   
Cada poblador de cada pueblo se enteraba de los incidentes ocurridos en la alcaldía de Santa Emilia entre los dos alcaldes, esto solo acrecentaba la posibilidad de conflictos a futuro. 
En la tienda de doña Elvira, se iniciaba un nuevo día de trabajo. Rafaela comentaban los incidentes del escándalo en el pueblo y con uno de los panfletos en la mano decía:
-Madre, esto es lamentable, cómo vamos a vivir en paz si a cada instante surge algo que alimenta más  el conflicto entre los dos pueblos.  Este es un problema que no tiene fin...ahora, ¿quién es el autor de estos panfletos y por qué lo hace? ¿será Hipolito Mancilla o Mariano Arias? el primero no creo porque él desea que se arregle el tema de los límites y el segundo para mí es una incógnita, casi no lo conocemos, además... ¿cual sería su interés en todo aquello?-  decía Rafaela  preocupada por el incidente y su consecuencias. 
Su madre la escuchaba y compartía la misma preocupación y las mismas dudas ¿qué se escondía detrás de todo aquello?  se preguntaba.  
El día transcurría aparentemente tranquilo, en la tienda las ventas de las mermeladas y quesos se daban con igual entusiasmo, ni que decir de la miel y el polen. La gente que entraba a la tienda  comentaba el incidente, era casi imposible ignorar tamaño escándalo de los panfletos y el pleito de los alcaldes. 
Después de un día de trabajo Rafaela y su madre  terminaban de cenar, cuando llamaron a la puerta, era Celina que venía a saludarlas y presentar a su novio Adriano  a su amiga y a doña Elvira. 
Adriano trabajaba en el municipio, era supervisor de obras y hombre de confianza del alcalde Teodoro Cerillo, era un joven agradable y jovial. La conversación   sobre  el escándalo en el pueblo  era el tema del momento, los comentarios eran inevitables. Adriano contaba sobre el incidente entre las dos alcalde en el municipio, los empleados no salían de  su estupor y estaban molestos con el actuar del alcalde Ventura. Cómo se atrevía acusar a Teodoro Cerillo de tales hechos.  
En el municipio los empleados comentaban que era inaudito que un alcalde pierda la conducta y los papeles de esa forma.  
La conversación en casa de Rafaela duró hasta tarde, Adriano comentó sobre el pleito de los alcaldes y algunos detalles  Él tuvo cuidado de no hablar de la conversación sostenida con su jefe Teodoro Cerillo, después de todo era su hombre de confianza, él solo se limitó a decir lo que todos en el municipio habían sido testigos y estaban de acuerdo en que era un incidente vergonzoso.   
              
En San Pablo el ambiente no era distinto, la gente se sentía engañada y molesta con su alcalde, los pobladores esperaban algunas palabras de Lázaro Ventura.
En su casa Mariano Arias disfrutaba de una deliciosa taza de café mientras leía el panfleto, su esposa entró al salón para comentar sobre los incidentes.
-Mariano ¿quién crees que es el  autor de estos panfletos? en el pueblo se armado todo un problema  con estos panfletos. 
-Es mejor que este incidente salga a la luz para evitar se lucre con negocios fraudulentos- terminó de decir Mariano Arias con una sonrisa irónica.  
Su esposa lo observó y preguntó -Mariano... ¿eres tu el autor de estos papeles?.
-Querida mía, no desconfíes  de tu esposo, yo no estoy para crear este tipo de problemas, si sonrío es porque imagino ahora al alcalde Ventura metido en un conflicto que él solo  ha creado. Nadie en San Pablo cree que es del todo inocente- terminó de decir esto Mariano Ventura y siguió disfrutando de su aromático y delicioso café. Su esposa no insistió con más preguntas y cambió la conversación.
La incógnita y las preguntas enrarecían el ambiente en ambos pueblos, si no había sido Mariano Arias o Hipólito Mancilla, ni el alcalde Teodoro Cerrillo ¿quien era? existía alguien en las sombras que no se mostraba ante los pobladores y ¿cuál era su interés en todo este conflicto?...     
CONTINUARÁ    
    

No hay comentarios:

Publicar un comentario