En su oficina del municipio de San Pablo el alcalde Lázaro Ventura estaba preocupado por los nuevos incidentes y el problema de los panfletos. Él no quería perder la confianza de los pobladores ahora que pensaba lanzarse de nuevo a las elecciones municipales del próximo año. Era mejor no estar involucrado en ningún hecho doloso.
Él no podía perder sus votos, era necesario pensar rápido que hacer y reaccionar ante estas acusaciones. ¿Tenía enemigos entre la gente de su entorno? si era así ¿quien podía ser?. En el fondo no quería admitir culpa alguna sobre el problema de las tierras en conflicto porque no se habían vendido y ahora era imposible venta alguna. Por lo tanto, para él no existía culpa.
Era urgente hacer el primer movimiento a su favor, éste era enviar una carta de disculpas al alcalde de Santa Emilia y pedirle que sea él que señale el día y la hora para realizar definitivamente la demarcación de los límites entre los dos pueblos, esto creía Lázaro Ventura calmaría los ánimos y regresaría la confianza y tranquilidad de los pobladores hacía su persona.
Abrió la puerta de su oficina y llamó a la secretaria la señora Manuelita, con voz grave comentó:
-Manuelita vamos a mandar una carta al municipio de Santa Emilia dirigida al alcalde Teodoro Cerillo... tome nota de lo que voy a dictar.
Manuelita trabajaba desde hace muchos años en la alcaldía, había sido secretaria de otros alcaldes y conocía bien como era todo el protocolo de los trámites de alcaldía a alcaldía.
Ella era una persona discreta y eficiente, con rapidez tomó su libreta de notas y presta se puso a escribir lo que el alcalde Ventura le dictaba.
Una vez terminado el texto de la carta, con las debidas disculpas y el protocolo a seguir, el alcalde Ventura finalizó diciendo:
-Manuelita envié usted esta carta lo antes posible al alcalde Cerillo, necesito saber su respuesta y calmar todo este alboroto que sea formado y por último le pido discreción con respecto a esta carta.
-No se preocupe señor alcalde usted me conoce y sabe que soy muy seria en mi trabajo, permítame decir que usted hace bien al enviar esta carta para arreglar todo el problema.
Manuelita guardó silencio unos instantes, no sabía como decirle lo que había escuchado entre los rumores que corrían en los pasillos del municipio de San Pablo- al final comentó:
-Señor alcalde tengo que decirle algo que escuché a unos empleados sobre el problema de los panfletos.
-¡Hable Manuelita!... que sabe sobre ellos y quienes son los culpables- dijo sobresaltado el alcalde Ventura.
Manuelita con cierto temor dudó, ella tenía miedo de la reacción del alcalde, conocía lo impulsivo que podía ser, además no tenía pruebas para señalar a nadie, pero a la insistencia del alcalde agregó:
-Señor lo que escuché fue que el secretario de su partido estaba involucrado en los incidentes de los panfletos, no hay pruebas sobre ésto, solo lo escuché, puede ser un chisme como los que corren hoy por las calles del pueblo.
Lázaro Ventura sentía en la espalda, la espada de la traición, si aquello era verdad, cómo se atrevía el secretario Monteagudo al que él había apoyado tanto, cometer ese acto de traición.
-Dígame Manuelita a quién ha escuchado hablar de ésto.
-Señor le pido actué con cautela, es mejor investigar a fondo antes de señalar y hacer más grande el problema, yo lo escuché en los corredores del municipio, pero no puedo decir si ello es verdad, no tengo pruebas- terminó por decir Manuelita.
El alcalde Ventura respiró profundamente estaba tratando de calmarse y pensar con serenidad.
-Esta bien Manuelita... vaya usted a redactar la carta y envié hoy mismo esta correspondencia. Quiero que el alcalde Cerillo la tengas en sus manos lo más pronto.
Manuelita se retiró de la oficina del alcalde, estaba incomoda no sabía si había hecho bien en hacer estos comentarios a Lázaro Ventura, él podía reaccionar de forma precipitada.
Cuando el alcalde Ventura se quedó a solas en su oficina, tomó un libro del escritorio y lo lanzó al piso con violencia, estaba furioso y se sentía decepcionado, pero la política podía tener sorpresas y no siempre eran agradables.
Con estas primeras sospechas iniciaría su investigación hasta llegar al autor o autores del escándalo, además, en unas cuantas semanas estaría terminado el puente que había mandado construir para tener más acceso con otros pueblos cercanos y por lo tanto más comercio para San Pablo. Con la inauguración del puente la gente olvidaría el escándalo de los panfletos.
Pensar en esto lo tranquilizó, él no iba a permitir que sus enemigos lo saquen de la alcaldía.
Teodoro Cerillo se encontraba en su oficina cuando un mensajero de la alcaldía de San Pablo llegaba al municipio de Santa Emilia con la carta del alcalde Ventura.
La secretaria entró en su oficina para comunicarle: -señor acaban de traer esta carta para usted, es del alcalde Ventura.
Teodoro Cerillo intrigado recibió la carta ¿que podía decir ahora Lázaro Ventura? después de su actuación tan bochornosa. Tomó la carta en sus manos la abrió y comenzó a leer.
En el primer párrafo se leían las disculpas del alcalde Ventura por su comportamiento, poco apropiado para una autoridad. Lamentaba los hechos y le hablaba de firmar la paz entre los dos. Luego le proponía que sea el alcalde Cerillo el que ponga la fecha para señalar de una vez por todas los límites y acabar con un conflicto de tierras que duraba mucho tiempo ya.
Finalizaba la carta con las palabras de... quedo a la espera de su respuestas y mil disculpas de mi parte, después firmaba con su nombre.
La secretaria Teresa le preguntó al alcalde Cerillo si iba a contestar de inmediato, Teodoro Cerillo terminó de leer la carta y con algo de indiferencia contestó -¡ahora quiere señalar los límites...ja ja ja!. Vamos a contestar esta carta dentro de una semana, mientras que él vea que hace.
Guardó la carta en uno de los cajones de su escritorio, mandó llamar a Adriano y le dijo que lo acompañe para ver las obras de la carretera, cómo se estaba avanzando.
Los ánimos en el pueblo de Santa Emilia se habían calmado por el momento, pero en los parques y calles todavía la gente comentaba.
Rafaela venia de visitar a la madre Clementina y dejar las frascos de mermeladas que cada mes compraban las religiosas, también quería saber si ya tenía alguna noticia sobre el caso de la hermana Soledad.
la madre Clementina contestó: -aún no hay información con respecto al caso de la hermana Soledad, su madre, ni bien se entere de algo me va a llamar, tenemos que tener paciencia Rafaela. Aquí en el convento las hermanas y yo seguimos orando para que se llegue a un final y se resuelva el caso.
la madre Clementina contestó: -aún no hay información con respecto al caso de la hermana Soledad, su madre, ni bien se entere de algo me va a llamar, tenemos que tener paciencia Rafaela. Aquí en el convento las hermanas y yo seguimos orando para que se llegue a un final y se resuelva el caso.
Al salir del convento se despidió de la madre Clementina y caminaba por la calle principal, cuando Rafaela vio pasar en una camioneta a Barzan Torre-Alba, ella se sorprendió ¿qué podía hacer Barzan en Santa Emilia? él desde hace muchos años no vivía en el pueblo. Avanzó unas cuadras con dirección a la tienda, al entrar vio a su hermano Tadeo y a su madre que conversaban, tenían en el rostro una expresión de tristeza, se desesperó:
-¿Que sucede?- preguntó alterada -¡qué ha pasado!- su madre fue la que contestó:
-¿Que sucede?- preguntó alterada -¡qué ha pasado!- su madre fue la que contestó:
-Calma Rafaela, hoy en la mañana han encontrado a Fausto Torre-Alba muerto sobre su cama. El capataz al ver que su jefe no salía de la casa se preocupó y fue a tocar la puerta, no había respuesta y cómo sabía que estaba delicado de salud entró a la fuerza y se encontró con el terrible cuadro. Él ya había avisado días antes a su familia en Lima que el señor Fausto estaba enfermo.
Ahora Rafaela comprendía porqué había visto a Barzan, nieto de Fausto regresar a Santa Emilia.
Doña Elvira estaba triste, conocía desde hace mucho tiempo a Fausto Torre-Alba, él era el dueño del fundo lechero donde se elaboraban los más deliciosos quesos y mantequilla de la región.
Rafaela recordaba a Barzan como un muchacho serio y algo solitario, ambos eran de la misma edad. Él tenía catorce años cuando con sus padres se fueron a vivir a la capital.
Fausto Torre-Alba era un hombre responsable y trabajador, siempre cuidaba la calidad de los productos que se elaboraban en el fundo. Él se había ganado la estima de la gente que lo conocía, a pesar de que tenía una historia turbia detrás de él.
Diez años antes Fausto Torre-Alba fue acusado de matar a una persona, fue detenido, se le siguió un juicio, donde él se defendió diciendo que fue en defensa propia.
Tres hombres, una noche habían entrado a robar a su casa del fundo, estaban armados con cuchillos, él, les hizo frente dando disparos al aire para advertirles que debían irse, entonces uno de ellos se abalanzó sobre él y le ocasionó varios cortes con el cuchillo, en el forcejeo se disparó el arma causándole la muerte, los otros dos hombres salieron corriendo.
La gente que conocía a Fausto Torre-Alba sabía que él decía la verdad porque siempre había demostrado ser un hombre bueno y responsable, después de un largo juicio y descubrir todas las pruebas Fausto salió en libertad. Este grave incidente le ocasionó problemas de salud.
CONTINUARÁ
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