domingo, 11 de noviembre de 2018

DOS PUEBLOS...DOS VILLAS

Al día siguiente de haber llegado a Santa Emilia, Rafaela conversaba con su madre en el sala de la casa. Ella comentaba los pormenores de la boda de Marguitte y lo bonita que había sido la fiesta. Por el momento no habló de la conversación que tuvo con su jefe y la renuncia definitiva a la empresa, era mejor así, después hablaría con su madre.  
En medio de la conversación   llamaron a la puerta, ¿quién podía ser a las nueve de la mañana de un día domingo?.
Rafaela abrió la puerta y su sorpresa fue mayor cuando vio que se trataba de la tía Mercedes, hermana menor de doña Elvira y su esposo el tío Roberto que venían a visitarlos desde la capital. 
Los saludos y los abrazos de felicidad por ver a su hermana y a su cuñado, doña Elvira estaba  feliz.  Su hermana y su esposo solían venir de vez en cuando de visita a Santa Emilia, una era para ver a doña Elvira y a sus sobrinos y otro motivo era porque su esposo, el tío Roberto que era un geólogo reconocido que  aparte de desarrollar su carrera, él se dedicaba a buscar fósiles en todo el valle de Santa Emilia y San Pablo, como una prueba de que hace millones de años toda la región había estado sumergida en el fondo del mar. 
Un día que visitaba el valle, en uno de sus recorridos encontró un fósil de  caracol marino extinto hace miles de años, el hallazgo causó gran sorpresa entre la comunidad científica internacional y fue adquirido por una universidad del extranjero que mostró gran interés. 
El era un profesional meticuloso y apuntaba en una libreta todas las observaciones de cada uno de los fósiles. Tenía una página Web que era muy visitada, donde mostraba sus hallazgos de los fósiles de algas o pequeños animales marinos que podían ser adquiridos por personas interesadas en estos temas o instituciones. Era serio en su trabajo y nunca tuvo la intención de falsificar algún fósil,  como en el caso de otros colegas. 
El tío Roberto estaba escribiendo un libro sobre la antigüedad de la región, sus investigaciones estaban muy  avanzadas. Estudiaba las diferentes capas geológicas de las rocas y comentaba  -las piedras hablan y cuenta una historia.  
Le gustaba la tranquilidad del valle y acampar en algún lugar de la zona y en las noches contemplar el cielo estrellado lo dejaba sin palabras. Sus viajes podían demorar varios días.    
La bienvenida a su hermana ocupó toda la atención de doña Elvira, ella les sirvió el desayuno y  los lleno de atenciones. Doña Elvira quería que su hermana le cuente las últimas novedades de la familia en la capital. 
Rafaela se apartó del grupo un momento para atender el teléfono, la llamada era de la madre Clementina que le pedía que vaya al convento porque deseaba  hablar con ella. Se disculpó con sus tíos y su madre, se alistó lo más rápido posible y salio para ir al convento, estaba intrigada no sabía que podía querer la madre superiora. 
Rafaela se presentó en el convento y pidió hablar con la madre Clementina que la esperaba en su oficina. Cuando estuvo frente a ella la saludo y dijo:
-Madre Clementina he venido lo más pronto que podía, su llamada me ha preocupado, no sé en que puedo ser útil.
-Rafaela te llamé porque quería comunicarte sobre la conversación que tuvimos hace un tiempo, se trata de la hermana Soledad, tú me pediste que te mantenga al tanto de los resultados finales  de su caso.  Bueno, tengo noticias que darte, su madre me llamó el día de ayer para comunicarme que ya habían encontrado a la persona que dio los nombres de los agentes y por ende el de la hermana Soledad; para que luego ocurran los terribles hechos que ya conocemos. Como siempre te repito, esta conversación debe quedar entre nosotras. 
El culpable es uno de los agentes dentro del mismo cuerpo policial, él delato a sus compañeros porque estaba bajo amenaza, en esos días habían secuestrado a su familia y según sus palabras los iban a matar. 
El comisario no ha querido decir nada más a la madre de la hermana porque ya no puede hacerse nada. Ahora el juicio a esta persona va ser a puerta cerrada, nadie  puede enterarse.  Con esto queda cerrado el caso de los agentes, supongo que lo van a juzgar y sentenciar.
Rafaela estaba triste el caso de la hermana Soledad la había conmovido y nada se podía hacer ya,    los hechos ocurrieron hace más de un año.  

-Gracias madre por decirme todo esto, supongo que ahora debemos dejar que estas personas descansen en paz. 
Si, ahora usted  me pregunta que es lo que pienso, le digo que me hubiera gustado ver a la hermana Soledad viva,  feliz y comprometida con su misión. 
-Aquí en el convento siempre la recordamos con alegría y oramos por ella y todos los agentes. Debemos cerrar este lamentable capítulo y dejar  que la justicia cumpla su labor- dijo la madre Clementina lamentando todo lo ocurrido en el caso de los agentes policiales.  
Después de conversar de algunos temas de la vida cotidiana en el pueblo, Rafaela se despidió de la madre Clementina y volvió a agradecerle el haberle contado el final de este caso. Ella se retiró del convento y caminaba hacía el parque cercano, no deseaba regresar todavía  a su casa, tenía que procesar la tragedia ocurrida, no era fácil de aceptar  nadie merece acabar su vida de esa forma y menos la hermana Soledad.  
Se sentó en un banco del parque, las flores de vistosos colores adornaban el camino, todo se veía tan bien cuidado. 
Mientras reflexionaba sobre la conversación con la madre Clementina, escuchó a su lado una voz que la saludaba con demasiada ceremonia, se trataba  del alcalde Teodoro Cerillo que como siempre  se acercaba a cuanto parroquiano encontraba, en este caso había reconocido a Rafaela, que era la hija de doña Elvira, la señora de la tienda de las deliciosas mermeladas y demás. 
-Rafaela buenos días ¿cómo está usted?- decía el alcalde con una gran sonrisa.      
 -Señor alcalde, que sorpresa encontrarlo en un día domingo paseando por el parque, que debo reconocer que su gestión lo tiene bien cuidado. Es tan grato sentarse en una de estos bancos y contemplar lo bonito que se ve todo-  comentó Rafaela al alcalde.
-Yo siempre trabajo para el pueblo de Santa Emilia, para que los pobladores se sientan contentos y tranquilos porque tienen un buen alcalde- comentaba Teodoro Cerillo, que no perdía la oportunidad para hacer campaña política y publicidad  para las elecciones del próximo año.
El alcalde Cerillo contaba con entusiasmo sus planes futuros a Rafaela, todo parecía ir sobre ruedas, nada estaba hecho al azar. Al ver al alcalde en el parque otros ciudadanos se acercaron, querían conversar con él  y decirle algunas inquietudes que tenían al respecto de la carretera que estaba en construcción.
Rafaela se despidió y dejó al alcalde conversando con las demás personas que se habían reunido alrededor. 
En el camino se acordó que faltaban solo dos semanas para reunirse de nuevo y solucionar de una vez los límites entre los dos pueblos, ese día ella esperaba que todo transcurra con serenidad y que la buena voluntad gobierne. 
De regreso a su casa encontró a Barzan que había venido a visitarla.  Se retiraron del comedor donde estaba la familia  para ir a la sala, allí comentaba con Barzan sobre su viaje a la ciudad para celebrar la boda de Marguitte que de tanto hablar de ella parecía que Barzan la conocía de siempre. 
-Porqué no me dijiste que ibas a la boda, te hubiera acompañado, de paso conocía de verdad a tu amiga de la que tanto hemos comentado. 
-No te te dije nada porque pensé que no podías acompañarme, además estás aún de duelo- comentó Rafaela para cambiar de conversación.                   

Barzan invitó a Rafaela para salir a  recorrer el valle, llegar hasta el gran nevado, escalar algunos metros tomarse fotos con la nieve como hacían muchos turistas cuando llegaban al lugar.
A Rafaela le parecía  una buena idea, Barzan hace mucho tiempo no paseaba por el valle que ella conocía muy bien.
Se despidieron de la familia y salieron de paseo, llegaron hasta un lugar donde dejaron la camioneta y la cambiaron por caballos. El día era perfecto para salir a cabalgar. 
Rafaela mostraba a Barzan los lugares más bonitos de la zona, se tomaron muchas fotos y los infaltables selfies. Los dos se sentían a gusto en compañía del otro, en su recorrido llegaron al gran nevado, escalaron la parte que era más fácil de subir, su intención no era avanzar una gran altura sino disfrutar del lugar y de la nieve. La gran montaña era bella y espectacular,  el paisaje que la rodeaba era hermoso. 
Rafaela tuvo una idea más antes de acabar el día, preguntó a Barzan si quería ir a pasear a la ciudadela Pre-Inca, todavía los acompañaba la luz del día, él aceptó, se daba cuenta que en compañía de  Rafaela iría hasta el fin del mundo.
Enfilaron sus caballos hacia el camino y cuando llegaron a la ciudadela, desmotaron, Rafaela comentaba con Barzan las historias que su padre les había contado a ella y a su hermano Tadeo cuando los llevaba a conocer el lugar.  
Juntos caminaban por los alrededores, la ciudadela construida en piedra, se mantenía en pie y desafiaba al tiempo, su antigüedad era de por lo menos 3,000 años.   

CONTINUARÁ             












             




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