domingo, 4 de noviembre de 2018

DOS PUEBLOS...DOS VILLAS

San Pablo festejaba con gran algarabía la inauguración del puente, aquello significaba más comercio y más trabajo para los pobladores. 
Por doquier había fiestas, cantos y deliciosa comida.
En la noche los fuegos artificiales animaron aun más la fiesta que duró hasta altas horas de la madrugada. El alcalde Lázaro Ventura estaba más que satisfecho con el éxito de la inauguración del puente, él sentía que era su triunfo. 
Rafaela y su familia se retiraron de los festejos antes de la media noche, era suficiente, era el momento de regresar a Santa Emilia; en el camino todos comentaban el éxito de la fiesta y todo lo que habían disfrutado. 
Rafaela se despidió de Barzan y se retiró a descansar; al día siguiente le esperaba su viaje a la capital, faltaban solo dos días para la boda de sus amigos Samuel y Marguitte, ella tenía que estar presente. 
Su equipaje estaba listo, su vestido de dama fue guardado con cuidado en la maleta para que no se maltrate. Ya estaba reservada la habitación de hotel donde se iba a hospedar los días de su permanencia en la capital. Era el mismo hotel donde se realizaría la fiesta de la boda.
Al día siguiente muy temprano Rafaela se despidió de su madre y partió rumbo a la ciudad, estaba feliz de acompañar a sus amigos en una fecha tan especial.
Las horas que duraba el viaje Rafaela no podía dejar de pensar en Barzan, recordaba sus palabras, su alegría y cuando la tomó de la mano para caminar entre la gente de San Pablo, ellos se habían contagiado de la alegría de la fiesta. Era mejor pensar así y no ir más allá.
Muy tarde en la noche llegó a la ciudad, fue directo al hotel, las horas de viaje la habían agotado, pensó que era mejor llamar a Marguitte en la mañana, en ese momento solo deseaba dormir y descansar. 
Rafaela al día siguiente no llamó a Marguitte quería darle la sorpresa, ella sabía que su amiga se hospedaría en el mismo hotel para prepararse y salir a la iglesia, esto lo hacia por la cercanía del hotel y luego por la recepción. 
Rafaela pensó que era mejor presentarse de improviso y ver a su amiga en la habitación del hotel para luego acompañarla a la iglesia.
Marguitte llegó al hotel en el día de la boda, estaba nerviosa ¿como podría estar la novia que iba a dar el "si" definitivo?, su madre y su hermana la acompañaban, ella sabía que sus damas estaban presente, solo faltaba Rafaela, de ella no sabia nada desde hacía tres días. 
Tal vez Rafaela se había olvidado de la boda, pensó Marguitte con tristeza, sus damas serían solo cuatro. 
Su madre le sugirió no preocuparse más y era mejor concentrarse en su arreglo, la novia debía verse perfecta y radiante  para lucir bella en ese día.   
Faltaba solo una hora para las seis de la tarde, una hora más y la novia partiría con su padre a la iglesia. Marguitte se miraba al espejo, se veía hermosa, su vestido era de encaje y seda, un largo velo adornaba su cabello. 
Mientras tanto Rafaela un piso más arriba terminaba con su arreglo, ella llevaba puesto un vestido de seda, de suave caída y ajustado en la cintura, el color era un lila muy claro, todas las damas habían escogido el mismo color. 
Rafaela dio el ultimo toque a su cabello, se miró al espejo, le gustó la imagen que éste le devolvía camino unos pasos y salio de su habitación para darle la sorpresa a su amiga Marguitte, seguro estaba molesta porque ella creía que Rafaela no vendría a su boda.    
Bajo a la habitación de su amiga y tocó          
la puerta, abrió Rosana hermana de Marguitte y dijo en voz alta: 
-Rafaela, por fin, pensamos que ya no venias. 
Marguitte dio media vuelta  para ver a Rafaela, ella se acercó para saludarla. 
-Madre y Rosana por favor salgan un momento deseo hablar con Rafaela- comentó Marguitte, estaba nerviosa, se acomodaba el velo con impaciencia. 
Cuando las dos amigas quedaron solas en la habitación, Marguitte se derrumbó sobre uno de los muebles, Rafaela la miró sorprendida 
-¿Qué sucede Marguitte? ¿por qué actúas de ese modo? no se te ocurra por nada de este mundo ponerte a llorar, vas arruinar tu maquillaje.
Marguitte respiraba hondo para no llorar -Rafaela no sé que sucede, no estoy segura del paso que voy a dar-  se apretaba las manos nerviosa  -No sé si Samuel quiere casarse realmente conmigo, si el sentimiento y deseo brotan de su corazón.
-No puedes dudar ahora de Samuel, si tenías esta duda porque no hablaste con él. Has esperado el día de la boda para pensar y dudar sobre el futuro- decía preocupada Rafaela ¿qué pasaba con Marguitte? pensaba.    
-Rafaela es mejor que suspenda la boda si tengo esta inseguridad- comentó Marguitte casi a punto de llorar.
-Son los nervios los que te hacen hablar así, piensa, no cierres tu mente. Si Samuel no quisiera esta boda, ¿habría llegado hasta el final?  tú lo conoces, él es muy directo.   
-Hablo...de esta forma porque en los últimos días lo he notado distante, casi no hablaba ¿qué voy hacer Rafaela no quiero una boda así,  no deseo tener esta duda que me consume.
-Marguitte todo esto es producto de los nervios, a veces reaccionamos de este modo, pero si te consumen las dudas ahora mismo llamó a Samuel para que hables con él, el tiempo apremia y se acerca la hora de ir a la iglesia. Tú sabes que él está en la otra habitación  
-¡No! Rafaela es de mala suerte ver a la novia antes de la boda, no puedo  hablar con él. 
-Si, si pueden hablar, él no tiene que verte porque tú vas estar atrás de la puerta, es necesario que hablen antes de ir a la iglesia, hazlo por ti y por Samuel.
Marguitte aceptó la propuesta de Rafaela, si había que decidir y salir de las dudas era mejor hablar ahora que más tarde. Si Samuel decidía renunciar, ella estaría de acuerdo con él.
Rafaela salio de la habitación y fue a buscar a Samuel, él al ver a su amiga se sorprendió que pasaba. 
-Calma Samuel- dijo Rafaela -Marguitte quiere hablar contigo, es mejor que vengas para saber que  es lo que desea.
Samuel estaba ya con el traje de novio, se veía muy apuesto y atractivo -Rafaela dime la verdad sucede algo con Marguitte.
-Es mejor que tú hables con ella, yo no puedo decir nada más.
Samuel salio al encuentro de Marguitte y Rafaela lo detuvo en la puerta, ella entró a la habitación y le indico a su amiga que podía hablar con Samuel de tras de la puerta que estaba entre abierta.
-Samuel- dijo Marguitte  -quiero preguntar y pido que seas sincero conmigo, ¿es tú deseo casarte conmigo? ¿quieres en verdad hacerlo? si me dices que no, lo acepto y no voy a culparte de nada, solo dime la verdad. 
El novio estaba inquieto ¿qué pasaba con Marguitte?... -jamás he dudado de nuestra boda, quiero vivir contigo, no tengo ninguna duda al respecto. 
-¡No! Samuel, si pregunto,  es porque en estos últimos días casi no hablabas y siempre estabas distante.
-Marguitte ha sido por los problemas de trabajo que ya solucione, has interpretado mal mi actitud, no hablemos más, no debemos perder el tiempo con esta conversación absurda. Recuerda tenemos que celebrar una boda. Te espero en la iglesia, no tardes- dijo Samuel para terminar.                          
Marguitte ya no tenía dudas, ella estaba equivocada, agradeció a Rafaela por hablar con Samuel. Luego terminó de acomodar su  vestido, su velo y fue al encuentro de su padre que la esperaba impaciente en el salón mirando a cada instante su reloj. 
La iglesia lucía llena de flores y de los invitados, la novia entraba radiante del brazo de su padre, ella se vía hermosa. 
La ceremonia transcurrió sin contratiempos, los novios estaban felices y luego que el sacerdote dio por finalizada la boda con las bendiciones,  todos los invitados fueron hasta el hotel donde sería la fiesta. 
Se bailó y brindó por la felicidad de los novios, Marguitte bailaba con Samuel y sonreía segura de sus sentimientos.  
Rafaela celebró al lado de sus amigos la gran boda, esa noche bailó hasta el amanecer. 
La fiesta se acabó cuando los novios se despidieron y la novia lanzó el ramo de flores que fue a caer en las manos de Lizbeth una de las damas de honor los invitados aplaudieron,   ella sería la siguiente novia, esa era la tradición.  
Los recién casados partieron con rumbo desconocido  a su luna de miel.   
La permanencia de Rafaela en la capital duró una semana, tenía que hacer algunos arreglos con respecto a su trabajo en la ciudad. Había tomado la decisión de quedarse en Santa Emilia con su madre y ayudarla en su negocio. 
Habló con su jefe sobre su elección, éste lamentó su partida, luego se despidió de sus amigos y los invitó a visitar Santa Emilia en las vacaciones. 
Cuando Rafaela estaba de regreso en Santa Emilia, se sentía optimista de su nuevo futuro y pensaba cómo podía hacer para ayudar a su madre en la tienda. Para Rafaela esta era una nueva etapa en la que podía trabajar tranquila y sin presiones.

CONTINUARÁ  
              

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