domingo, 28 de abril de 2019

DOS PUEBLOS...DOS VILLAS

Rezos, ruegos al cielo pidiendo clemencia por el alma de los dos jóvenes que durante tantos años habían estado desaparecidos.  Ninguno de los sobrevivientes que estaban presente  podía creerlo. Eran los hijos de la familia Mancilla y de la familia Arias quienes tomaron la fatal decisión de acabar con sus vidas. 
Doña Elvira y Rafaela que se encontraban cerca no salían de su asombro, ahora se tenía que pensar en encontrar a sus padres para remover los cuerpos. 
Los sobrevivientes tenían motivos para llorar, el pueblo estaba bajo los escombros y lo habían perdido todo, solo les pertenecía  lo que llevaban puesto.  
Cientos de personas desaparecidas, vidas perdidas por un trágico accidente que enlutaba al país.  
Tadeo al otro extremo del pueblo trataba de encontrar a su madre y hermana, no quería rendirse, ni pensar que podían estar enterradas en los escombros de lodo y rocas. Era inevitable pero las lágrimas bañaban su rostro, él seguía buscando y preguntando a las pocas personas con las que se encontraba, nadie le daba razón, nadie sabia el paradero de su familia. 
La poca gente que deambulaba, buscaba a sus seres queridos, a sus casas. Nada quedó en pie. 
Barzan por su parte hacia lo mismo, buscar a Rafaela y a doña Elvira, pero su búsqueda era infructuosa, sus intentos por encontrarlas eran en vano, ellas no aparecían por ningún lado.    
Rafaela mientras tanto abrazaba a su madre y la calmaba, ellas igual que todos habían perdido su casa, su tienda y fue un milagro que no perdieran la vida. Correr en dirección al camino de la ciudadela Pre-Inca fue un acierto, ésta se encontraba intacta por su lejanía del pueblo. 
Los antiguos habitantes tomaron todas las precauciones para ubicar y construir su ciudad que continuaba en pie a pesar del paso del tiempo.  
En su búsqueda de Rafaela y su madre,  en un tramo del camino Barzan se encontró con un conocido vecino de la casa de Rafaela y preguntó si sabía algo de doña Elvira y su hija, el hombre parecía sonámbulo y fuera de este mundo, el dolor de perderlo todo se veía en su rostro. El vecino  miró a Barzan y solo movió la cabeza en señal de negación, continuo su camino, desorientado y entre labios murmuraba algo que Barzan no supo descifrar, el hombre se encontraba en estado de perturbación. 
Entre el grupo de personas que estaban  cerca del camino, Doña Elvira entre sollozos decía a su hija:
-Que vamos hacer ahora que lo hemos perdido todo, los demás pobladores están en la misma situación. No sería mejor ahora, buscar el camino e irnos a pie hasta el fundo, seguro ahí vamos a estar bien.
-Madre- contestó Rafaela tratando de calmarla -mejor es esperar, si Tadeo sabe lo que ha sucedido va a venir a buscarnos, si nos movemos de este lugar sería difícil que nos encuentre, va pensar que estamos desaparecidas.    
Rafaela terminó de decir esto y como si fuera una aparición de otro mundo, Hipolito Mancilla se abría paso entre los escombros, él estaba vivo y se había enterado de la noticia de los jóvenes enamorados por algunos pobladores con los que se había encontrado. Cubierto de lodo y con las ropas hechas girones se presentó en el lugar para comprobar la  verdad.  
La escena que todos presenciaban era desgarradora, el dolor de un padre que encontraba a su hija donde jamás hubiera imaginado. Hipólito Mancilla  se acercó a los cuerpos congelados y sin vida, se arrodilló y lloró desconsoladamente, nadie esperaba verlo así  pero era el sufrimiento de encontrar a su hija después de tanto tiempo.  
Para esas horas ya se sabía que Mariano Arias y su familia estaban sepultados entre los escombros de San Pablo.  Hipólito Mancilla tomó las manos de ambos jóvenes y prometió hacerse cargo de su hija y de Mariano Arias Jr. como su fuera su hijo.                
El dolor y la culpa lo consumían, si él no se hubiera opuesto al amor de sus hijos, ahora ellos estarían vivos.
La gente estaba inmóvil, todos en silencio pidieron una oración por los jóvenes que estaban abrazados, jurándose amor eterno. 
Hipólito Mancilla pidió ayuda para mover los cuerpos, él ahora tenía que hablar con su esposa y sabía cual iba hacer su reacción. Él tenía que consolarla para aceptar la pérdida de su hija.  
Lamentaba tanto la desaparición de su amigo Mariano y su esposa, recién ahora perdonaba y olvidaba los rencores y pleitos que los llevó a una absurda competencia y guerra por tantos años, los dos se alejaron de la amistad que un día tuvieron.
Con cuidado fueron movidos los cuerpos y llevados a un lugar más seguro para preparar el sitio donde descansarían en paz.   
Rafaela se enteró por un vecino que recién llegaba al lugar que su querida amiga Celina y sus padres estaba desaparecidos entre  los escombros, su hostal ya existía. 
El dolor que sentían ella y su madre, era profundo. Ambas estaban seguras que Celina no pudo salvarse por ayudar a sus padres a salir a la calle, ellos eran muy ancianos. 
Madre e hija abrazadas lloraban y rezaban por la amiga que se había ido. 
Otra desaparición que había que lamentar fue la de Teodoro Cerillo el alcalde de Santa Emilia, él y su familia ya no estaban y los pobladores lamentaban su partida, después de todo fue el mejor alcalde que hasta ese momento había tenido Santa Emilia.
El convento de las hermanas también fue alcanzado  por el derrumbe, algunas de ellas lograron salvarse pero la madre superiora, la madre Clementina por ayudar a las demás, quedó atrapada en el lodo. 
Rafaela y doña Elvira se enteraron de ello, ya no tenían lagrimas para lamentar tanta muerte y desolación    
Desde Holanda, James, amigo de Celina cuando se enteró  de la tragedia sucedida en Santa Emilia, llamaba y mandaba mensajes al celular de su amiga pero nadie contestaba, su teléfono estaba en silencio, esto podía ser anuncio de lo peor sucedido a ella. 
James lamentaba la tragedia, ellos en los últimos tiempos habían estrechado su amistad y él pensaba visitarla en la siguiente primavera para pasear  y conocer mejor el pueblo.   
En San Pablo la situación era igual de trágica, el dolor, el llanto y pérdidas de vidas humanas. 
Nada quedó en pie, los pobladores buscaban entre el lodo para ver si habían sobrevivientes o si podían rescatar algo de sus pertenencias.
El alcalde Lázaro Ventura y su familia estaban no habidos, la realidad era que al igual que muchos pobladores se encontraban entre los escombros. Los demás candidatos corrieron la misma suerte todos ellos estaban bajo el derrumbe. Al parecer no tuvieron tiempo de salir o corrieron en la dirección equivocada por la confusión y terror que se vivió. La oscuridad de la noche complicó más la tragedia.
La luz del día mostraba hasta donde el derrumbe lo cubrió todo, ni el puente que era nuevo se salvo de quedar en escombros. 
Con todo lo sucedido, la naturaleza había desatado su poder y su fuerza sobre los castigados pueblos de San Pablo y Santa Emilia.         
En la capital las noticias llegaban a cada segundo y se preparaba la ayuda para los damnificados. Adriano escuchaba con estupor lo sucedido y se levantó de la cama, él tenía que ir a Santa Emilia tan pronto como fuera posible, tenía que asegurarse que su madre estaba bien, aunque tuviera que llegar caminando, iría. Todavía no se sabia lo ocurrido a Celina y su familia. 
La hermana de Celina que vivía en Europa preparaba su viaje a Santa Emilia, ella no recibía respuesta a sus llamadas y temía lo peor.
Tadeo por fin supo que su madre y hermana estaban bien y se encontraban en el camino a la ciudadela. Subió por encima de los escombros, era la única manera de llegar a ellas, tenía que encontrarlas para llevarlas a la casa del fundo. Secó sus lágrimas y el dolor dio paso a la esperanza de volver abrazarlas y saber que estaban bien. 
Barzan todavía no se enteraba de la buena noticia pero en su camino vio una escena espeluznante, un hombre trataba de arrancar el dedo de una mano que sobresalía del lodo, el dedo tenia un grueso anillo de oro y él quería robarlo. Barzan increpó al hombre que logró su cometido y se fue corriendo. Mientras seguía su camino pensó...ya comienza la rapiña de seres que no respetan lo ajeno, ni el dolor de lo ocurrido.  

CONTINUARÁ           

domingo, 21 de abril de 2019

DOS PUEBLOS...DOS VILLAS

Doña Elvira terminó de hacer las cuentas y revisar la lista de pedidos, había que llevar un pedido al convento del Sagrario de las hermanas. 
Como todos los meses seguro que Rafaela quería entregar ese pedido y visitar a la madre superiora, la madre Clementina. 
Al día siguiente había bastante trabajo y esto le daba mucha alegría porque era un aviso de que todo marchaba bien, los cambios habían sido saludables para el negocio.  
El frío había aumentado, esto era tan extraño  para esa época del año  en Santa Emilia. 
Doña Elvira aseguro la puerta principal y las ventanas, era el momento de irse a descansar. Afuera en la calle soplaba un viento helado e inusual, el pueblo estaba en silencio. Todos en sus casas dormían. 
Doña Elvira vio el reloj en el salón, marcaba casi las doce de la noche, dio el último recorrido por la casa, apagó las luces y se aseguro que todo este en orden, luego se fue a dormir. 
No estaba tan cansada como otras noches, en su habitación, ya acostaba en la cama, tomó del velador su biblia para leer algunos pasajes de Mateo, como solía hacerlo. 
En ese instante recordó a su esposo, hace tanto tiempo que había partido que ella no alcanzaba a comprender cómo logró seguir adelante. Pensó que la fuerza para vivir se la dieron sus hijos que en ese momento eran muy jóvenes. 
Leyó dos pasajes de la biblia, se abrigó bien, apagó la luz de su lámpara de noche y se durmió lentamente. 
Afuera en la calle, la noche oscura era la única compañía para algunos parroquianos que deambulaban todavía y no se habían ido a sus casas.
Las horas de la noche avanzaban, el frío lo cubría todo, el viento silbaba al pasar entre las calles. A las  2.30 de la madrugada, un ruido ensordecedor se adueño del pueblo, entre sueños doña Elvira despertó no sabía que pasa,  a cada instante aumentaba más y más el ruido. 
Salió corriendo de su habitación para llamar a Rafaela, ella no se despertaba y doña Elvira la sacudió con fuerza.
-Rafaela vamos despierta no sé que sucede en la calle- decía esto casi a gritos porque el ruido aumentaba aun más.
Rafaela despertó y corrió al lado de su madre hacia la calle, no sabían que pasaba, solo abrieron la puerta y comenzaron a correr por la calle, vieron a mucha gente que salía de sus casa  y corrían también en diferentes direcciones, gritos, llantos y ruegos desesperados  se escuchaban, una gran confusión entre ellos hacia que se atropellen unos a otros por escapar.    
Doña Elvira tomó de la mano a su hija y corría en dirección a la salida del pueblo donde estaba el camino hacia la ciudadela Pre-Inca, ella misma no sabía porque escogió ese camino con la desesperación se encontraba desorientada. 
La gente corría, gritaba, el ruido continuaba y anunciaba una terrible tragedia, era como si el cielo estallara en mil pedazos y cayera sobre Santa Emilia y  San Pablo. Los gritos de la gente  llenaban las calles, se atropellaban y algunos caían.  
Rafaela y su madre corrían sin detenerse, era cuestión de vida o muerte, tenían que salvar sus vidas y su integridad.  
Atrás de ellas escuchaban los gritos y ruegos de la gente al cielo y el ruido cada vez más fuerte les impedía hablar entre ellas, solo seguir  corriendo. 
De pronto, ellas vieron una gran masa que por estar tan oscuro no sabían de que se trataba, por un momento Rafaela pensó ¿qué clase de broma era esa?  pero ¡no!...no era una broma era algo peor y terrible que lo cubría todo. 
Madre e hija llegaron al final del pueblo y se abrazaron, el ruido había cesado y dio paso al horror de la realidad. Las dos miraban aterradas tratando de comprender lo que tenían ante ellas. Algunas personas que estaba cerca también miraban con estupor.  
Una gran masa de lodo, piedras y nieve había caído sobre el pueblo cubriéndolo todo, no sabían de donde había salido toda esa masa.       
El frío era cada vez más intenso pero nadie se movía, todos  tenían miedo y además... a donde irían. Solo se escuchaban los llantos de la desesperación y los ruegos de no comprender lo sucedido.         

Con las primeras horas de luz del nuevo día, la tragedia se comenzó a develar. 
Lo primero que vieron los sobrevivientes  era que toneladas de lodo, piedra y nieve habían caído sobre Santa Emilia y San Pablo, la tragedia era un desastre de proporciones apocalípticas.  
Mucha gente mientras corrían en la noche creían  que era el fin del mundo.  
La gente lo había perdido todo, a sus seres queridos, sus casas, sus negocios, sus vidas.  
Las ambiciones, las ansias de poder estaban enterradas bajo los escombros. quedaron enter
El dolor, la tragedia, el llanto y pedir al cielo misericordia, era lo único que quedaba.
Rafaela abrazaba a su madre y lloraba, ninguna de las dos tenía palabras para comprender lo que en segundos y a gran velocidad, destruyó el pueblo. 
Muchas personas conocidas estaban desaparecidas bajo el derrumbe. Más de la mitad del pueblo de Santa Emilia  desapareció y el pueblo de San Pablo había corrido la misma suerte.  
La noticia de la tragedia se extendió a las localidades y pueblos cercanos, llegó al fundo de la familia de Tadeo y este  se desesperó pensando en su madre y su hermana. 
El fundo por estar en dirección opuesta al derrumbe no le sucedió nada. Tadeo habló con su esposa y en la camioneta salió para buscar a doña Elvira y Rafaela.  Él todavía no sabía la magnitud de la tragedia.
Barzan por otro lado, también se enteró de la terrible noticia y salió al igual que Tadeo para buscar a Rafaela y a su madre. Su fundo tampoco fue afectado pero otros terrenos si se vieron comprometidos.   
Dolor y llanto por las calles de lo que quedaba del pueblo. La iglesia, la plaza principal, el convento de las hermanas, el municipio y cantidades de casas, estaban bajo los escombros al igual que las personas que no habían podido salvarse, algunas sin darse cuenta y presas del pánico,  corrieron en  dirección al derrumbe y quedaron enterradas, otras no tuvieron tiempo de salir de sus casas y quedaron bajo el lodo. 
Llanto y búsqueda de los seres queridos, ¡nada... nada! quedó.  El pueblo estaba cubierto por piedras y lodo. 
Tadeo llegó con su camioneta hasta un lugar donde era posible, de ahí tenía que continuar a pie el dolor comenzaba a invadirlo pensando que su madre y hermana estaban enterradas, él caminaba por un estrecho paso que había quedado, no sabía a donde dirigirse pues el derrumbe cubría todo el camino. Por doquier la escena que se veía era de dolor.    
La noticia de lo sucedido llegó  a la capital y en segundos dio la vuelta al mundo, los noticieros anunciaban la desaparecían de los dos pueblos, era una hecatombe. 
Mientras en Santa Emilia a medida que pasaban las horas se iba comprendiendo lo que sucedió en la madrugada.  
Una roca gigantesca de la cumbre del Gran Nevado, se había desprendido y en su camino había arrastrado todo a su paso, la roca cayó sobre la laguna que proporcionaba agua a los dos pueblos y siguió su camino creciendo más y más  en tamaño y forma hasta caer sobre San Pablo y Santa Emilia. 
Los sobrevivientes se acercaron a los escombros para ver si podían salvar algo, pero no había nada que hacer, algunos subieron sobre los escombros para ver con más claridad, estos  quedaron estupefactos con lo que se veían.   
Santa Emilia había desaparecido y  a sus pies estaban desenterradas cinco momias que eran la prueba que en el pasado los antiguos pobladores del valle, realizaban sacrificios humanos como ofrenda a sus dioses. Pero aún había algo más que dejó a la gente inmóvil, muchos comenzaron a llorar y rezar. 
Como dirían los antiguos habitantes del valle: La montaña había hablado y había dejado al descubierto sus secretos. 
Los jóvenes, hijos de Hipolito Mancilla y Mariano Arias que habían desaparecido 30 años atrás, estaban en medio del derrumbe, sus cuerpos se encontraban intactos conservados por el hielo y la nieve. tenían la misma ropa que vestían la noche en la que había fugado de sus casas.
Al parecer Angela Mancilla y Mariano Arias Jr. tomaron la decisión de quitarse la vida ante la incomprensión de sus padres de que su amor era verdadero. Ellos nunca los hubieran encontrado, porque sus hijos ya se habían ido para siempre. 
Hasta ese momento, nadie sabía si Hipolito Mancilla o Mariano Arias estaban vivos. La gente comenzó a pasar la voz de unos a otros para preguntar si alguien sabía del señor Mancilla o del señor Arias.  
Ninguno se atrevió a mover los cuerpos. Los jóvenes estaban abrazados y así los había sorprendido la muerte por congelamiento.

CONTINUARÁ                     
     

domingo, 14 de abril de 2019

DOS PUEBLOS...DOS VILLAS

Abraham Casa Grande seguía en campaña para llegar al sillón municipal, él no descansaba en su afán de convertirse en alcalde.
Esta idea la venía planificando desde un año antes, con este fin se había mudado a San Pablo. 
Su pasado oculto con otra identidad le permitía presentarse como el candidato perfecto para alcalde. 
El dinero que poseía era producto de negocios fuera de la ley que nadie debía saber, para tal efecto él se ocultaba detrás de una honorable fachada y se sentía seguro.  Tenía la plata suficiente para sostener su campaña. Había cuidado sus pasos y cada movimiento era bien estudiado. Solo le inquietaba que uno de sus contendiente en las elecciones: Lázaro Ventura, este averiguando más allá de lo que debe saberse sobre su persona y su vida. 
Llegado el momento si esta persona cruzaba la línea, él tendría que tomar ciertas medidas. 
Todo esto lo pensaba cuidadosamente, nada ni nadie debían impedir sus planes. 
Ganar la alcaldía de San Pablo era solo el primer paso para ganar más adelante la gobernación de la provincia y así con miras al futuro llegar lejos en sus proyectos.
Abraham Casa Grande, no se iba a detener hasta lograr su cometido por eso se presentaba ante los pobladores de San Pablo como el candidato perfecto. 
El otro caso era Edgar Monteagudo, él seguía adelante con su campaña también planeaba un mitin en la plaza céntrica de San Pablo para tratar de convencer a los pobladores que voten por él. Se sentía preocupado porque sus oponentes  estaban ofreciendo hacer varias obras y él no podía quedarse atrás. Su mitin le daría un  acercamiento con la gente para que ellos conozcan sus proyectos y sus planes para el pueblo. 
No nada de pensamientos negativos se repetía en voz alta, él sería el próximo alcalde del pueblo y la  gente con él ganaría. Casi se frotaba las manos imaginándose en el sillón municipal. . 
Ni Lázaro Ventura, ni Abraham Casa Grande serían un impedimento en su camino.
Edgar Monteagudo solía repetirse esto cada mañana y se ponía frente al espejo para ensayar como sería su discurso, comenzaría con algunas palabras pomposas, él era el típico político de pueblo.  
En Santa Emilia, pueblo gemelo de San Pablo, Teodoro Cerillo salía a las calles para hablar con la gente y seguir desarrollando su campaña, no se iba amilanar ante Margarita Estrada que le estaba llevando algo de ventaja en las preferencias entre los pobladores. Él mantenía un ritmo acelerado de trabajo y tenía a la gente de su partido trabajando para ganar las elecciones. Conocía demasiado bien a los pobladores de Santa Emilia, sabía que camino tomar para salir vencedor en las  próximas elecciones. 
Margarita Estrada continuaba con sus reuniones de presentación para las elecciones en diferentes casas y en diferentes puntos del pueblo, quería estar cerca de la gente, hablar con ellos de sus planes y proyectos para Santa Emilia. Ella deseaba el desarrollo y un futuro próspero para la gente del pueblo, su familia la apoyaba y su equipo de trabajo también.               
Rafaela y Barzan reunidos para pasar el día juntos, conversaban sobre  estos acontecimientos cada uno tenía ya su candidato, hablar de política a veces los hacia entrar en una pequeña discucion, pero siempre con buena voluntad. 
Ellos no iban a pelear por ningún candidato y pensaban, que gane el mejor.
Era domingo y ambos habían salido a pasear por los alrededores del pueblo querían estar juntos, ellos después del paseo almorzarían en la casa de Barzan para conversar y planear su futuro.  
Mientras conversaban los dos juntos en la sala, hubo un comentario de Barzan que puso un punto de duda con respecto a uno de los candidatos. Tres días antes Emilio su capataz en el fundo, comentó con él.
-Señor, no se si deba hablar de esto porque no tengo pruebas y además no estoy seguro pero al candidato Abraham Casa Grande me parece haberlo conocido en otro tiempo. Usted sabe que yo antes de llegar a trabajar en el fundo con su abuelo, tuve una vida de trotamundo, fui de un lado a otro y viví en diversos lugares del país, recorrí sitios no muy buenos, conocí gente de toda clase y en ese ir y venir me parece haber conocido a esta persona que se presenta como un buen candidato pero de esto,  no estoy seguro.  
-Si no estas seguro es mejor no decir nada, recuerda que te puedes crear un buen problema, esa persona puede enjuiciarte por difamación. Lo que tengo que decir a tu favor es que a mí no me convence demasiado, hay algo en él que no me da confianza.  
Esta conversación se la contaba a Rafaela de forma confidencial -no debes hablar de esto con nadie, si te cuento es porque Emilio mi capataz, parece haberlo conocido en el pasado. 
-Ahora que hablas de ello a mí también me parece que es un poco extraño que se presente en un lugar donde nadie lo conoce ¿crees que está ocultando algo?- preguntó Rafaela con preocupación. 
Ella dijo esto, sin sospechar que era verdad que el candidato Abraham Casa Grande, ocultaba un pasado peligroso y delictivo. 
Los dos enamorados estaban en la casa de Barzan después de su paseo, éste le había prometido a Rafaela que cocinaría para ella la mejor y única receta que sabía,  Fetuccini al Pomodoro. A ella le entusiasmaba la iniciativa de Barzan quería verlo en la cocina preparando algo delicioso. 
La casa de Barzan había sido preparada para recibir a Rafaela, la señora de la limpieza siguió  las ordenes de su jefe. Flores en los jarrones, todo limpio e impecable y en la cocina, los ingredientes necesarios para preparar la receta con la que pensaba impresionar a Rafaela.    
Ella se sentía feliz de pasar junto a Barzan un domingo tranquilo y familiar, si, así lo querían vivir.  Una botella vino el complemento perfecto para la pasta y una buena conversación con la persona amada.    
Después de una hora de preparar  en la cocina la pasta y con un buen hambre, Rafaela y Barzan se sentaban a la mesa para disfrutar del delicioso fetuccini, el aroma que despedía era espectacular.  
Rafaela tenía que decirlo, Barzan se había lucido en la cocina con su receta y el delicioso vino para acompañar la pasta.
El almuerzo transcurrió en un ambiente romántico y agradable, no querían hablar más de los candidatos, ni de los problemas municipales, este momento era suyo y nada más.
En la noche de regresó a su casa se despidió de Barzan, Rafaela le dio las gracias por pasar un día bonito y deferente además de comer una gran pasta.  
Al entrar en la cocina encontró a su madre que hacia las cuentas de la tienda y se sentía satisfecha, el negocio crecía y las cuentas estaban en azul.
-Si seguimos a este ritmo Rafaela, vamos a estar bien, tenias razón con los cambios que hemos realizado- decía doña Elvira a su hija y le preguntaba como había pasado el día al lado de Barzan. 
Rafaela le contó a su madre los detalles del almuerzo y la pasta que él había cocinado.
-Fue un día especial y romántico  pero ahora madre estoy cansada y deseo irme a dormir, además cuando regresavamos con Barzan, en la calle está haciendo un frío extraño para esta época del año en Santa Emilia y la casa se siente  fría.   
Rafaela tenía razón, pensaba doña Elvira, no solo hacia frío, sino que la noche estaba oscura, en el cielo no había luna. La hija beso a su madre y se retiró a su habitación. 

CONTINUARÁ   

      

domingo, 7 de abril de 2019

DOS PUEBLOS...DOS VILLAS

 Abraham Casa Grande era el nuevo candidato y nuevo vecino de San Pablo. 
Era verdad, nadie lo conocía pero hace algunos meses se había mudado al pueblo. Él cumplió con todos los requisitos para inscribirse como candidato y postular a la alcaldía. Tenía dinero para solventar la campaña y corría con todos los gastos. ¿De dónde venía ese dinero? nadie lo sabía. 
Lázaro Ventura estaba preocupado porque ya no era solo un oponente, ahora eran dos. Había surgido otro  que pretendía ganar las elecciones. 
Abraham Casa Grande era convincente al ofrecer sus propuestas de campaña, repartió  por todo el pueblo su propaganda y salia a la calle para hablar con los vecinos, él quería que lo escuchen y lo conozcan. 
El alcalde Lázaro Ventura, mandó a su nuevo secretario del partido para averiguar todo con respecto al nuevo postulante. Conocer quién era, de donde venía y sobretodo cuál era su fuente de dinero para sostener la campaña. 
Abraham Casa Grande estaba ganando nuevos votantes y esto no era del agrado de Lázaro Ventura.  
En San Pablo la situación amenazaba con ponerse muy complicada, otro candidato que estaba sumamente preocupado, era Edgar Monteagudo, él presentía  que la alcaldía se le iba de las manos.  Las elecciones estaban muy reñidas, tres candidatos para un pueblo pequeño, eran demasiados.
Pero... ¿quién era Abraham Casa Grande? hasta ese momento un completo desconocido, él venía de otro pueblo, entonces ¿por qué no se presentaba en su localidad?
Lázaro Ventura mandó a su secretario para averiguar todo sobre el nuevo candidato. Este buscó en la primera fuente, en los registros de identidad. Allí aparecía el nombre completo y su lugar de nacimiento que era en una localidad lejana del sur del país, sus referencias eran normales como las de cualquier otro ciudadano. 
El secretario viajó por orden del alcalde a la localidad donde este nuevo personaje había nacido, el viaje demoraría algunos días pero era importante conocer todo lo referente a Abraham Casa Grande.  
En Santa Emilia la situación no era diferente, la campaña también se estaba calentando a medida que pasaban los días. 
Margarita Estrada seguía con sus visitas en las diferentes casas, donde ella hablaba con la gente para proponer sus ideas. Cuando la reunión se realizó en casa de Rafaela, el lugar se llenó, la gente estaba ansiosa por conocer a la nueva candidata.
Margarita entre otros ofrecimientos proponía apoyar a la escuela municipal de primaria para que los niños estudien en un ambiente limpio, cómodo y con el material necesario para desarrollar los temas escolares. También ofrecía incentivar el turismo, que era un motor de desarrollo para el pueblo. 
La nueva candidata estaba avanzando dentro de las preferencia de los pobladores y esto ponía nervioso al alcalde Teodoro Cerillo que salía a la calle para encontrarse con los vecinos y hablar con ellos sobre las propuestas para Santa Emilia. Él todavía no había dejado el cargo por eso no podía hablar abiertamente de sus ideas.       
Teodoro Cerillo buscaba la confianza de los pobladores         
y buscaba los votos que siempre lo habían acompañado para ganar las elecciones municipales. 
Una semana y algunos días habían pasado entre los vaivenes de los candidatos cuando el secretario de Lázaro Ventura estaba de regreso en San Pablo con noticias no muy buenas. 
No había nada escandaloso en la vida y en el pasado de Abraham Casa Grande. 
Era extraño y el alcalde Ventura preguntó:
-¿No has encontrado nada qué nos pueda servir para eliminar a este candidato? ¿has buscado bien?
-Si señor, he buscado en el municipio de su localidad y he preguntado a muchas personas y la mayoría me contestaba que él y su familia se fueron del pueblo cuando todavía era un niño. No saben nada más sobre sobre ellos.   
Lázaro Ventura guardó silencio, no podía ser posible, nadie aparece de la nada para postular a la alcaldía en un pueblo donde no lo conocen. 
Abraham Casa Grande nació en otra localidad, él había cambiado su nombre, antes se llamaba Abraham Santos, todo su pasado había quedado oculto y ninguno conocía el porque de este cambio.  
Podía alguien hacer esto, ocultar su vida pasada de los demás. Al menos Abraham Casa Grande lo había logrado y se sentía seguro de ello.  
Se presentaba con toda confianza como un candidato. Su hoja de referencia decía que había estudiado en un colegio de su pueblo y que luego había estudiado en una universidad del estado en el centro del país. Sus padres habían muerto unos años antes y aún no se había casado. Todo esto estaba registrado y aparentemente no había nada oscuro. 
Lázaro Ventura y su secretario pensaban en las nuevas estrategias de campaña y de todas maneras seguiría averiguando sobre este candidato. Ahora tenía que lanzar sus propuestas para no seguir perdiendo más tiempo. 
EdgarMonteagudo subía en las preferencias de los pobladores. Este estaba ofreciendo demasiado  para convencer a los votantes de que él era el alcalde que llevaría a San Pablo a una nueva etapa de desarrollo.
El alcalde Ventura no iba a dejar que la alcaldía se le vaya de las manos, no lo iba a permitir. Salió a la calle para proponer sus ideas y nuevas construcciones para el pueblo. 
La competencia se hacía más y más difícil para los candidatos, todos querían para San Pablo un progreso a futuro.
Lázaro Ventura fue a pedir apoyo a los directivos de la mina, estos muy correctos le contestaron que no, ellos no podían intervenir en asuntos de política que eso solo le correspondían a la gente del pueblo.
-Lo sentimos alcalde pero nosotros no podemos tomar partido por ningún candidato, nosotros nos mantenemos neutrales, es nuestra política. 
Lázaro Ventura salió fastidiado de las oficinas de la mina, pensaba que si era reelegido, los directivos de la mina lo iban a conocer.       
Las nubes amenazaban con caer sobre San Pablo y sus candidatos. 
En cambio en Santa Emilia Felicidad seguía con la organización de las reuniones en diferentes  casas del pueblo, la gente la estaba conociendo y estaba de acuerdo con varias de sus ideas. Rafaela se unió  al grupo para apoyar a Margarita, le agradan las ideas de la candidata y la serenidad para exponerlas.
Ayudaba a preparar las viandas y bebidas gaseosas para repartir entre la gente que se reunía a escucharla.
Contra lo que creía Teodoro Cerillo, Margarita había tomado la delantera y a partir de ese momento nadie podía detener su avance. 
El alcalde Cerillo libre de la alcaldía se lanzó a las calles con fuerza para hablar con la gente que parecía haberlo olvidado. Él tenía que volver sobre sus pasos para convencer a los votantes,  aunque había escuchado entre la gente que era bueno un cambio, porque este sería su tercer mandato. 
-¡Si, debemos cambiar, es bueno escuchar a la candidata!- decían las personas en las calles convencidos de que Teodoro Cerillo debía irse a su casa.
Que ingratos son las personas de este pueblo -decía Teodoro Cerillo ya han olvidado todo lo que he trabajado por ellos. 
Rafaela y Felicidad junto a otras señoras seguían realizando las reuniones y al grupo se habían unido varios jóvenes que conocían a Margarita Estrada porque ella había sido su profesora en la secundaria de Santa Emilia. 
Los jóvenes sabían que ella cumplía con su palabra y eso es lo que deseaba la gente joven, que se cumpla con lo ofrecido y se incentive el trabajo y el desarrollo para el pueblo.

CONTINUARÁ