Rezos, ruegos al cielo pidiendo clemencia por el alma de los dos jóvenes que durante tantos años habían estado desaparecidos. Ninguno de los sobrevivientes que estaban presente podía creerlo. Eran los hijos de la familia Mancilla y de la familia Arias quienes tomaron la fatal decisión de acabar con sus vidas.
Doña Elvira y Rafaela que se encontraban cerca no salían de su asombro, ahora se tenía que pensar en encontrar a sus padres para remover los cuerpos.
Los sobrevivientes tenían motivos para llorar, el pueblo estaba bajo los escombros y lo habían perdido todo, solo les pertenecía lo que llevaban puesto.
Cientos de personas desaparecidas, vidas perdidas por un trágico accidente que enlutaba al país.
Tadeo al otro extremo del pueblo trataba de encontrar a su madre y hermana, no quería rendirse, ni pensar que podían estar enterradas en los escombros de lodo y rocas. Era inevitable pero las lágrimas bañaban su rostro, él seguía buscando y preguntando a las pocas personas con las que se encontraba, nadie le daba razón, nadie sabia el paradero de su familia.
La poca gente que deambulaba, buscaba a sus seres queridos, a sus casas. Nada quedó en pie.
Barzan por su parte hacia lo mismo, buscar a Rafaela y a doña Elvira, pero su búsqueda era infructuosa, sus intentos por encontrarlas eran en vano, ellas no aparecían por ningún lado.
Rafaela mientras tanto abrazaba a su madre y la calmaba, ellas igual que todos habían perdido su casa, su tienda y fue un milagro que no perdieran la vida. Correr en dirección al camino de la ciudadela Pre-Inca fue un acierto, ésta se encontraba intacta por su lejanía del pueblo.
Los antiguos habitantes tomaron todas las precauciones para ubicar y construir su ciudad que continuaba en pie a pesar del paso del tiempo.
Los antiguos habitantes tomaron todas las precauciones para ubicar y construir su ciudad que continuaba en pie a pesar del paso del tiempo.
En su búsqueda de Rafaela y su madre, en un tramo del camino Barzan se encontró con un conocido vecino de la casa de Rafaela y preguntó si sabía algo de doña Elvira y su hija, el hombre parecía sonámbulo y fuera de este mundo, el dolor de perderlo todo se veía en su rostro. El vecino miró a Barzan y solo movió la cabeza en señal de negación, continuo su camino, desorientado y entre labios murmuraba algo que Barzan no supo descifrar, el hombre se encontraba en estado de perturbación.
Entre el grupo de personas que estaban cerca del camino, Doña Elvira entre sollozos decía a su hija:
-Que vamos hacer ahora que lo hemos perdido todo, los demás pobladores están en la misma situación. No sería mejor ahora, buscar el camino e irnos a pie hasta el fundo, seguro ahí vamos a estar bien.
-Madre- contestó Rafaela tratando de calmarla -mejor es esperar, si Tadeo sabe lo que ha sucedido va a venir a buscarnos, si nos movemos de este lugar sería difícil que nos encuentre, va pensar que estamos desaparecidas.
Rafaela terminó de decir esto y como si fuera una aparición de otro mundo, Hipolito Mancilla se abría paso entre los escombros, él estaba vivo y se había enterado de la noticia de los jóvenes enamorados por algunos pobladores con los que se había encontrado. Cubierto de lodo y con las ropas hechas girones se presentó en el lugar para comprobar la verdad.
La escena que todos presenciaban era desgarradora, el dolor de un padre que encontraba a su hija donde jamás hubiera imaginado. Hipólito Mancilla se acercó a los cuerpos congelados y sin vida, se arrodilló y lloró desconsoladamente, nadie esperaba verlo así pero era el sufrimiento de encontrar a su hija después de tanto tiempo.
La escena que todos presenciaban era desgarradora, el dolor de un padre que encontraba a su hija donde jamás hubiera imaginado. Hipólito Mancilla se acercó a los cuerpos congelados y sin vida, se arrodilló y lloró desconsoladamente, nadie esperaba verlo así pero era el sufrimiento de encontrar a su hija después de tanto tiempo.
Para esas horas ya se sabía que Mariano Arias y su familia estaban sepultados entre los escombros de San Pablo. Hipólito Mancilla tomó las manos de ambos jóvenes y prometió hacerse cargo de su hija y de Mariano Arias Jr. como su fuera su hijo.
El dolor y la culpa lo consumían, si él no se hubiera opuesto al amor de sus hijos, ahora ellos estarían vivos.
La gente estaba inmóvil, todos en silencio pidieron una oración por los jóvenes que estaban abrazados, jurándose amor eterno.
Hipólito Mancilla pidió ayuda para mover los cuerpos, él ahora tenía que hablar con su esposa y sabía cual iba hacer su reacción. Él tenía que consolarla para aceptar la pérdida de su hija.
Lamentaba tanto la desaparición de su amigo Mariano y su esposa, recién ahora perdonaba y olvidaba los rencores y pleitos que los llevó a una absurda competencia y guerra por tantos años, los dos se alejaron de la amistad que un día tuvieron.
Lamentaba tanto la desaparición de su amigo Mariano y su esposa, recién ahora perdonaba y olvidaba los rencores y pleitos que los llevó a una absurda competencia y guerra por tantos años, los dos se alejaron de la amistad que un día tuvieron.
Con cuidado fueron movidos los cuerpos y llevados a un lugar más seguro para preparar el sitio donde descansarían en paz.
Rafaela se enteró por un vecino que recién llegaba al lugar que su querida amiga Celina y sus padres estaba desaparecidos entre los escombros, su hostal ya existía.
El dolor que sentían ella y su madre, era profundo. Ambas estaban seguras que Celina no pudo salvarse por ayudar a sus padres a salir a la calle, ellos eran muy ancianos.
Madre e hija abrazadas lloraban y rezaban por la amiga que se había ido.
Otra desaparición que había que lamentar fue la de Teodoro Cerillo el alcalde de Santa Emilia, él y su familia ya no estaban y los pobladores lamentaban su partida, después de todo fue el mejor alcalde que hasta ese momento había tenido Santa Emilia.
El convento de las hermanas también fue alcanzado por el derrumbe, algunas de ellas lograron salvarse pero la madre superiora, la madre Clementina por ayudar a las demás, quedó atrapada en el lodo.
Rafaela y doña Elvira se enteraron de ello, ya no tenían lagrimas para lamentar tanta muerte y desolación
El convento de las hermanas también fue alcanzado por el derrumbe, algunas de ellas lograron salvarse pero la madre superiora, la madre Clementina por ayudar a las demás, quedó atrapada en el lodo.
Rafaela y doña Elvira se enteraron de ello, ya no tenían lagrimas para lamentar tanta muerte y desolación
Desde Holanda, James, amigo de Celina cuando se enteró de la tragedia sucedida en Santa Emilia, llamaba y mandaba mensajes al celular de su amiga pero nadie contestaba, su teléfono estaba en silencio, esto podía ser anuncio de lo peor sucedido a ella.
James lamentaba la tragedia, ellos en los últimos tiempos habían estrechado su amistad y él pensaba visitarla en la siguiente primavera para pasear y conocer mejor el pueblo.
James lamentaba la tragedia, ellos en los últimos tiempos habían estrechado su amistad y él pensaba visitarla en la siguiente primavera para pasear y conocer mejor el pueblo.
En San Pablo la situación era igual de trágica, el dolor, el llanto y pérdidas de vidas humanas.
Nada quedó en pie, los pobladores buscaban entre el lodo para ver si habían sobrevivientes o si podían rescatar algo de sus pertenencias.
El alcalde Lázaro Ventura y su familia estaban no habidos, la realidad era que al igual que muchos pobladores se encontraban entre los escombros. Los demás candidatos corrieron la misma suerte todos ellos estaban bajo el derrumbe. Al parecer no tuvieron tiempo de salir o corrieron en la dirección equivocada por la confusión y terror que se vivió. La oscuridad de la noche complicó más la tragedia.
La luz del día mostraba hasta donde el derrumbe lo cubrió todo, ni el puente que era nuevo se salvo de quedar en escombros.
Con todo lo sucedido, la naturaleza había desatado su poder y su fuerza sobre los castigados pueblos de San Pablo y Santa Emilia.
Nada quedó en pie, los pobladores buscaban entre el lodo para ver si habían sobrevivientes o si podían rescatar algo de sus pertenencias.
El alcalde Lázaro Ventura y su familia estaban no habidos, la realidad era que al igual que muchos pobladores se encontraban entre los escombros. Los demás candidatos corrieron la misma suerte todos ellos estaban bajo el derrumbe. Al parecer no tuvieron tiempo de salir o corrieron en la dirección equivocada por la confusión y terror que se vivió. La oscuridad de la noche complicó más la tragedia.
La luz del día mostraba hasta donde el derrumbe lo cubrió todo, ni el puente que era nuevo se salvo de quedar en escombros.
Con todo lo sucedido, la naturaleza había desatado su poder y su fuerza sobre los castigados pueblos de San Pablo y Santa Emilia.
En la capital las noticias llegaban a cada segundo y se preparaba la ayuda para los damnificados. Adriano escuchaba con estupor lo sucedido y se levantó de la cama, él tenía que ir a Santa Emilia tan pronto como fuera posible, tenía que asegurarse que su madre estaba bien, aunque tuviera que llegar caminando, iría. Todavía no se sabia lo ocurrido a Celina y su familia.
La hermana de Celina que vivía en Europa preparaba su viaje a Santa Emilia, ella no recibía respuesta a sus llamadas y temía lo peor.
Tadeo por fin supo que su madre y hermana estaban bien y se encontraban en el camino a la ciudadela. Subió por encima de los escombros, era la única manera de llegar a ellas, tenía que encontrarlas para llevarlas a la casa del fundo. Secó sus lágrimas y el dolor dio paso a la esperanza de volver abrazarlas y saber que estaban bien.
Barzan todavía no se enteraba de la buena noticia pero en su camino vio una escena espeluznante, un hombre trataba de arrancar el dedo de una mano que sobresalía del lodo, el dedo tenia un grueso anillo de oro y él quería robarlo. Barzan increpó al hombre que logró su cometido y se fue corriendo. Mientras seguía su camino pensó...ya comienza la rapiña de seres que no respetan lo ajeno, ni el dolor de lo ocurrido.
CONTINUARÁ
La hermana de Celina que vivía en Europa preparaba su viaje a Santa Emilia, ella no recibía respuesta a sus llamadas y temía lo peor.
Tadeo por fin supo que su madre y hermana estaban bien y se encontraban en el camino a la ciudadela. Subió por encima de los escombros, era la única manera de llegar a ellas, tenía que encontrarlas para llevarlas a la casa del fundo. Secó sus lágrimas y el dolor dio paso a la esperanza de volver abrazarlas y saber que estaban bien.
Barzan todavía no se enteraba de la buena noticia pero en su camino vio una escena espeluznante, un hombre trataba de arrancar el dedo de una mano que sobresalía del lodo, el dedo tenia un grueso anillo de oro y él quería robarlo. Barzan increpó al hombre que logró su cometido y se fue corriendo. Mientras seguía su camino pensó...ya comienza la rapiña de seres que no respetan lo ajeno, ni el dolor de lo ocurrido.
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