Abraham Casa Grande era el nuevo candidato y nuevo vecino de San Pablo.
Era verdad, nadie lo conocía pero hace algunos meses se había mudado al pueblo. Él cumplió con todos los requisitos para inscribirse como candidato y postular a la alcaldía. Tenía dinero para solventar la campaña y corría con todos los gastos. ¿De dónde venía ese dinero? nadie lo sabía.
Era verdad, nadie lo conocía pero hace algunos meses se había mudado al pueblo. Él cumplió con todos los requisitos para inscribirse como candidato y postular a la alcaldía. Tenía dinero para solventar la campaña y corría con todos los gastos. ¿De dónde venía ese dinero? nadie lo sabía.
Lázaro Ventura estaba preocupado porque ya no era solo un oponente, ahora eran dos. Había surgido otro que pretendía ganar las elecciones.
Abraham Casa Grande era convincente al ofrecer sus propuestas de campaña, repartió por todo el pueblo su propaganda y salia a la calle para hablar con los vecinos, él quería que lo escuchen y lo conozcan.
El alcalde Lázaro Ventura, mandó a su nuevo secretario del partido para averiguar todo con respecto al nuevo postulante. Conocer quién era, de donde venía y sobretodo cuál era su fuente de dinero para sostener la campaña.
Abraham Casa Grande estaba ganando nuevos votantes y esto no era del agrado de Lázaro Ventura.
Abraham Casa Grande estaba ganando nuevos votantes y esto no era del agrado de Lázaro Ventura.
En San Pablo la situación amenazaba con ponerse muy complicada, otro candidato que estaba sumamente preocupado, era Edgar Monteagudo, él presentía que la alcaldía se le iba de las manos. Las elecciones estaban muy reñidas, tres candidatos para un pueblo pequeño, eran demasiados.
Pero... ¿quién era Abraham Casa Grande? hasta ese momento un completo desconocido, él venía de otro pueblo, entonces ¿por qué no se presentaba en su localidad?
Lázaro Ventura mandó a su secretario para averiguar todo sobre el nuevo candidato. Este buscó en la primera fuente, en los registros de identidad. Allí aparecía el nombre completo y su lugar de nacimiento que era en una localidad lejana del sur del país, sus referencias eran normales como las de cualquier otro ciudadano.
El secretario viajó por orden del alcalde a la localidad donde este nuevo personaje había nacido, el viaje demoraría algunos días pero era importante conocer todo lo referente a Abraham Casa Grande.
En Santa Emilia la situación no era diferente, la campaña también se estaba calentando a medida que pasaban los días.
Margarita Estrada seguía con sus visitas en las diferentes casas, donde ella hablaba con la gente para proponer sus ideas. Cuando la reunión se realizó en casa de Rafaela, el lugar se llenó, la gente estaba ansiosa por conocer a la nueva candidata.
Margarita entre otros ofrecimientos proponía apoyar a la escuela municipal de primaria para que los niños estudien en un ambiente limpio, cómodo y con el material necesario para desarrollar los temas escolares. También ofrecía incentivar el turismo, que era un motor de desarrollo para el pueblo.
La nueva candidata estaba avanzando dentro de las preferencia de los pobladores y esto ponía nervioso al alcalde Teodoro Cerillo que salía a la calle para encontrarse con los vecinos y hablar con ellos sobre las propuestas para Santa Emilia. Él todavía no había dejado el cargo por eso no podía hablar abiertamente de sus ideas.
Teodoro Cerillo buscaba la confianza de los pobladores
y buscaba los votos que siempre lo habían acompañado para ganar las elecciones municipales. Pero... ¿quién era Abraham Casa Grande? hasta ese momento un completo desconocido, él venía de otro pueblo, entonces ¿por qué no se presentaba en su localidad?
Lázaro Ventura mandó a su secretario para averiguar todo sobre el nuevo candidato. Este buscó en la primera fuente, en los registros de identidad. Allí aparecía el nombre completo y su lugar de nacimiento que era en una localidad lejana del sur del país, sus referencias eran normales como las de cualquier otro ciudadano.
El secretario viajó por orden del alcalde a la localidad donde este nuevo personaje había nacido, el viaje demoraría algunos días pero era importante conocer todo lo referente a Abraham Casa Grande.
En Santa Emilia la situación no era diferente, la campaña también se estaba calentando a medida que pasaban los días.
Margarita Estrada seguía con sus visitas en las diferentes casas, donde ella hablaba con la gente para proponer sus ideas. Cuando la reunión se realizó en casa de Rafaela, el lugar se llenó, la gente estaba ansiosa por conocer a la nueva candidata.
Margarita entre otros ofrecimientos proponía apoyar a la escuela municipal de primaria para que los niños estudien en un ambiente limpio, cómodo y con el material necesario para desarrollar los temas escolares. También ofrecía incentivar el turismo, que era un motor de desarrollo para el pueblo.
La nueva candidata estaba avanzando dentro de las preferencia de los pobladores y esto ponía nervioso al alcalde Teodoro Cerillo que salía a la calle para encontrarse con los vecinos y hablar con ellos sobre las propuestas para Santa Emilia. Él todavía no había dejado el cargo por eso no podía hablar abiertamente de sus ideas.
Teodoro Cerillo buscaba la confianza de los pobladores
Una semana y algunos días habían pasado entre los vaivenes de los candidatos cuando el secretario de Lázaro Ventura estaba de regreso en San Pablo con noticias no muy buenas.
No había nada escandaloso en la vida y en el pasado de Abraham Casa Grande.
No había nada escandaloso en la vida y en el pasado de Abraham Casa Grande.
Era extraño y el alcalde Ventura preguntó:
-¿No has encontrado nada qué nos pueda servir para eliminar a este candidato? ¿has buscado bien?
-Si señor, he buscado en el municipio de su localidad y he preguntado a muchas personas y la mayoría me contestaba que él y su familia se fueron del pueblo cuando todavía era un niño. No saben nada más sobre sobre ellos.
Lázaro Ventura guardó silencio, no podía ser posible, nadie aparece de la nada para postular a la alcaldía en un pueblo donde no lo conocen.
Abraham Casa Grande nació en otra localidad, él había cambiado su nombre, antes se llamaba Abraham Santos, todo su pasado había quedado oculto y ninguno conocía el porque de este cambio.
Podía alguien hacer esto, ocultar su vida pasada de los demás. Al menos Abraham Casa Grande lo había logrado y se sentía seguro de ello.
Se presentaba con toda confianza como un candidato. Su hoja de referencia decía que había estudiado en un colegio de su pueblo y que luego había estudiado en una universidad del estado en el centro del país. Sus padres habían muerto unos años antes y aún no se había casado. Todo esto estaba registrado y aparentemente no había nada oscuro.
Lázaro Ventura y su secretario pensaban en las nuevas estrategias de campaña y de todas maneras seguiría averiguando sobre este candidato. Ahora tenía que lanzar sus propuestas para no seguir perdiendo más tiempo.
EdgarMonteagudo subía en las preferencias de los pobladores. Este estaba ofreciendo demasiado para convencer a los votantes de que él era el alcalde que llevaría a San Pablo a una nueva etapa de desarrollo.
El alcalde Ventura no iba a dejar que la alcaldía se le vaya de las manos, no lo iba a permitir. Salió a la calle para proponer sus ideas y nuevas construcciones para el pueblo.
La competencia se hacía más y más difícil para los candidatos, todos querían para San Pablo un progreso a futuro.
Lázaro Ventura fue a pedir apoyo a los directivos de la mina, estos muy correctos le contestaron que no, ellos no podían intervenir en asuntos de política que eso solo le correspondían a la gente del pueblo.
-Lo sentimos alcalde pero nosotros no podemos tomar partido por ningún candidato, nosotros nos mantenemos neutrales, es nuestra política.
Lázaro Ventura salió fastidiado de las oficinas de la mina, pensaba que si era reelegido, los directivos de la mina lo iban a conocer.
La competencia se hacía más y más difícil para los candidatos, todos querían para San Pablo un progreso a futuro.
Lázaro Ventura fue a pedir apoyo a los directivos de la mina, estos muy correctos le contestaron que no, ellos no podían intervenir en asuntos de política que eso solo le correspondían a la gente del pueblo.
-Lo sentimos alcalde pero nosotros no podemos tomar partido por ningún candidato, nosotros nos mantenemos neutrales, es nuestra política.
Lázaro Ventura salió fastidiado de las oficinas de la mina, pensaba que si era reelegido, los directivos de la mina lo iban a conocer.
Las nubes amenazaban con caer sobre San Pablo y sus candidatos.
En cambio en Santa Emilia Felicidad seguía con la organización de las reuniones en diferentes casas del pueblo, la gente la estaba conociendo y estaba de acuerdo con varias de sus ideas. Rafaela se unió al grupo para apoyar a Margarita, le agradan las ideas de la candidata y la serenidad para exponerlas.
Ayudaba a preparar las viandas y bebidas gaseosas para repartir entre la gente que se reunía a escucharla.
Contra lo que creía Teodoro Cerillo, Margarita había tomado la delantera y a partir de ese momento nadie podía detener su avance.
El alcalde Cerillo libre de la alcaldía se lanzó a las calles con fuerza para hablar con la gente que parecía haberlo olvidado. Él tenía que volver sobre sus pasos para convencer a los votantes, aunque había escuchado entre la gente que era bueno un cambio, porque este sería su tercer mandato.
-¡Si, debemos cambiar, es bueno escuchar a la candidata!- decían las personas en las calles convencidos de que Teodoro Cerillo debía irse a su casa.
Que ingratos son las personas de este pueblo -decía Teodoro Cerillo ya han olvidado todo lo que he trabajado por ellos.
Rafaela y Felicidad junto a otras señoras seguían realizando las reuniones y al grupo se habían unido varios jóvenes que conocían a Margarita Estrada porque ella había sido su profesora en la secundaria de Santa Emilia.
Los jóvenes sabían que ella cumplía con su palabra y eso es lo que deseaba la gente joven, que se cumpla con lo ofrecido y se incentive el trabajo y el desarrollo para el pueblo.
CONTINUARÁ
En cambio en Santa Emilia Felicidad seguía con la organización de las reuniones en diferentes casas del pueblo, la gente la estaba conociendo y estaba de acuerdo con varias de sus ideas. Rafaela se unió al grupo para apoyar a Margarita, le agradan las ideas de la candidata y la serenidad para exponerlas.
Ayudaba a preparar las viandas y bebidas gaseosas para repartir entre la gente que se reunía a escucharla.
Contra lo que creía Teodoro Cerillo, Margarita había tomado la delantera y a partir de ese momento nadie podía detener su avance.
El alcalde Cerillo libre de la alcaldía se lanzó a las calles con fuerza para hablar con la gente que parecía haberlo olvidado. Él tenía que volver sobre sus pasos para convencer a los votantes, aunque había escuchado entre la gente que era bueno un cambio, porque este sería su tercer mandato.
-¡Si, debemos cambiar, es bueno escuchar a la candidata!- decían las personas en las calles convencidos de que Teodoro Cerillo debía irse a su casa.
Que ingratos son las personas de este pueblo -decía Teodoro Cerillo ya han olvidado todo lo que he trabajado por ellos.
Rafaela y Felicidad junto a otras señoras seguían realizando las reuniones y al grupo se habían unido varios jóvenes que conocían a Margarita Estrada porque ella había sido su profesora en la secundaria de Santa Emilia.
Los jóvenes sabían que ella cumplía con su palabra y eso es lo que deseaba la gente joven, que se cumpla con lo ofrecido y se incentive el trabajo y el desarrollo para el pueblo.
CONTINUARÁ
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