domingo, 6 de octubre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

Antes de los primeros rayos de sol del nuevo día, Alida, Gervacio y Sergio se alistaban para partir.
La cabeza a Gervacio aún le dolía un poco, era el momento de quitarse las hojas que llevaba amarradas  para cubrir la herida ocasionada por el remo que lo golpeó al caer al  río. 
Sergio le advirtió que era mejor no quitarse las hojas hasta llegar al campamento porque si viajaban por el río su cabeza estaría expuesta a mucho sol y eso no era bueno para la herida. Contra su voluntad Gervacio le hizo caso a Sergio después de todo era razonable lo que decía, no era bueno que la herida se asolee por tantas horas en el viaje de regreso al campamento científico.  
Por su lado, Alida estaba preocupada, su madre no tenía noticias suyas desde hace tres días.
Un viaje que solo iba hacer de tres horas en bote  para ir a una aldea vecina, se había convertido en un viaje de tres días y con el peligro de haber muerto en pleno río. De ese episodio no quería acordarse, fue un terrible el peligro que a duras penas lograron sortear. Pensó que ni bien llegue al campamento mandaría un mensaje a su madre, para que no se preocupe por su hija. 
Alida Gervacio y Sergio se prepararon, cada uno se puso su chaleco salvavidas, los zapatos y en la orilla del río se refrescaron.  
Con el permiso del jefe, que les había prestado un bote y un experto navegante, se presentaron ante él para despedirse y agradecer su hospitalidad. El jefe dio su consentimiento para partir y así fue como los tres viajeros se embarcaron de nuevo en su viaje de regreso. 
Cada uno llevaba como desayuno unos frutos que los nativos llamaban pan de árbol porque eran muy parecidos al sabor de un pan con forma de pequeñas papas. 
Los viajeros no podían ocultar cierto temor al subir al bote después de su experiencia en el río, ellos no querían volver a pasar por lo mismo, temían por sus vidas y pensaban que dos veces esquivar la muerte era imposible. 
El viaje se inició y sintieron gran alivio cuando se dieron cuenta que el navegante nativo, era en realidad un hombre experto porque manejaba el bote con pericia y sorteaba la corriente con cautela. 
En su viaje de regreso, la selva plena, exuberante y llena verdor se mostraba ante ellos, cientos de pájaros parecían despedirlos con una bulla ensordecedora  y en las orillas del río las tortugas se refrescaban para iniciar su viaje en grupo. 
Era una sensación distinta y la tranquilidad pronto se veía reflejada en sus rostros. El nativo sabía navegar y conocía la corriente, pero ellos, después de su experiencia estaban atentos a cualquier peligro o crecida del río.
El Huallaga se mostraba majestuoso e imponente, su torrente de agua era en verdad peligrosa si uno no la conocía bien. 
Los viajeros estaban callados, cada uno comía de los frutos que llevaban en los bolsillos, ese era su desayuno y no importaba en esos momentos, nadie estaba para exquisiteces. Viajaban en silencio y era inevitable recordar su accidente pasado en el bote.
El sol en el cielo se elevaba en el nuevo amanecer y creaba hermosos efectos luminosos, las nubes se alejaban y pronto un calor abrazador estaría sobre ellos. No había una densa capa de nubes, eso significaba que no habría lluvia. Era un alivio para los viajeros porque aún faltaban muchas horas de viaje, sin querer  se habían alejado varios kilómetros del campamento. 
En muchos lugares recónditos de esta selva, existen animales de formas extrañas, aun desconocidos para los científicos que estudian el entorno. Muchos de ellos comentan que estos lugares en la amazonia están iguales desde hace más de 10,000 años, entonces hay tanto que estudiar que pueden pasar varias generaciones y no terminarían de hacerlo.
Las horas pasaban y el bote en media de la corriente del río parecía frágil, a cada instante era sacudido por la fuerza del agua pero el navegante se mostraba seguro y esquivaba con habilidad el peligro. 
Casi comenzaba la tarde cuando por fin llegaron al campamento, se sentían seguros, tranquilos y veían las cabañas sencillas como si fuera un hotel de  cinco estrellas.            
Gervacio ayudó a Alida a bajar del bote y todos juntos caminaron al campamento, Trevor los miraba con asombro como si fueran aparecidos  
que venían de algún lugar desconocido, sus ropas eran un estropicio y estaban cubiertos de barro por todos lados, sus caras quemadas por el ardiente sol, sus cabellos enmarañados y llenos de tierra apenas los podía reconocer ¿qué había pasado con ellos? ¡si se supone que harían un viaje de tres horas a la aldea vecina!. 
Gervacio observó la cara de Trevor y comentó -después te contamos nuestra travesía, primero queremos bañarnos, cambiarnos de ropa y descansar. Hemos tenido... ¡un tremendo viaje!.
Trevor movió la cabeza y solo dijo -¡bien los espero!.
Alida fue la primera en bañarse y cambiarse de ropa, estaba hecha un desastre, su larga caballera era un enredo lleno de tierra, disfrutar del agua cristalina del pozo natural era como estar en el cielo. Cuando terminó se fue a su cabaña a tomar un descanso y luego se pondría ropa limpia. Todo lo vivido en esos días sería para nunca olvidar. 
Sergio se había ido a su cabaña donde vivía con su familia ésta quedaba cerca del campamento. Él se encontraba igual de cansado y algo incómodo, no sabía como iba a reaccionar Trevor cuando se entere que puso en peligro sin quererlo, a los visitantes.  
Gervacio hizo lo propio, se baño y ya limpio y cambiado buscó a Trevor para contarle el viaje. Lo encontró en la cabaña principal y lo primero que dijo fue:
-Nunca se te ocurra navegar con Sergio, no es bueno manejando un bote, no sabe cómo esquivar el peligro cuando la corriente está cerca. Es un excelente guía en tierra pero en el río, ni hablar y no digo esto porque quiero hablar mal de él, si no porque es verdad- y comenzó contarle todo lo que habían vivido durante los tres días de su ausencia y el peligro que vivieron en el río, casi mueren ahogados los tres.
Trevor no podía creer lo que escuchaba, arrastrados por el río, en aguas peligrosas y otras situaciones vividas en tierra. 
-Se han podido ahogar y yo no me hubiera enterado, al principio  no me sentí  preocupado porque iban con Sergio y él es un buen guía, pero hasta ahora yo nunca he navegado con él durante los cuatro meses de mi estadía en el campamento. Lo que me dices me sorprende y me deja estupefacto. Hasta el momento no he tenido la necesidad de navegar.  Entonces de la que me he salvado, si iba por el río seguro me ahogaba- agregó Trevor.
Más tarde a la hora de la cena, Alida le contaba a Trevor los detalles de su peligrosa experiencia  en el río y el miedo que sintió al pensar que se ahogaría. -¡No!... Trevor eso no se lo deseo a nadie, es lo más peligroso que he vivido en mi vida- comentaba Alida con la voz que le temblaba al recordar lo vivido. Luego de unos segundos le pidió permiso para mandar un mensaje a su madre, ella no tenía noticias de Alida desde hace tres días, podía estar pensando que algo malo le ha pasado. 
-¡Alida por favor!...sigue, manda el mensaje a tu madre, ella no debe ni dormir pensando en ti- contestó Trevor.          
Gervacio y Trevor siguieron conversando: 
-Con esto que estoy diciendo, no es para despedir e Sergio, él es un buen elemento como guía y conoce muchos caminos e historias, sería una pena perderlo. Solo advierto que mientras él no aprenda a navegar es bueno solo para  ir de guía por tierra- terminó de decir Gervacio con un tono de preocupación en la voz. -no deseo que a nadie le suceda lo que a nosotros porque tal vez no tendrían tanta suerte-  agregó esto al final.   
Terminaron la cena y la conversación temprano, todos estaban cansados. Dejaron limpio y en orden los platos usados.  y se retiraron. 
Antes Trevor quiso examinar la herida en la cabeza de Gervacio y para su sorpresa estaba cicatrizando bien, las hojas fueron efectivas, la herida estaba seca solo para asegurarse dijo a Gervacio -del botiquín del campamento voy a traer un inyección con antibiótico para que no tengas problemas. 
Gervacio aceptó y fue con Trevor hasta la cabaña del botiquín era mejor no arriesgarse.      
Sergio no se había acercado al campamento esa noche estaba seguro que lo iban a despedir y no le perdonarían el grave error de haber puesto en peligro la vida de Gervacio y Alida.
Preocupado no pudo dormir bien  toda la noche, ser guía era su fuente de trabajo. 
Al día siguiente, se presentó en el campamento, Trevor habló con él y  le hizo una seria advertencia: 
-La próxima vez no debes mentir, si no sabes algo solo dilo y estás prohibido de acercarte a un bote para navegar, al menos no para la gente del campamento.
Sergio aseguro que no tocaría los botes y que su trabajo solo seria en tierra. 
El nativo de la aldea que los había traído se fue muy temprano, él no deseaba quedarse más tiempo en el lugar, lo esperaba un largo viaje y quería volver pronto con su gente.  Se despidió de todos, Gervacio le agradeció por su trabajo y quiso pagarle pero él con un gesto de la mano le dijo que no, se subió a su bote y se perdió río abajo navegando con perecía y habilidad entre la corriente del gran río. 
El día recién comenzaba, Alida ya había hablado con su madre y está estaba tranquila de oír su voz y saber que se encontraba bien.  
Ahora con Gervacio querían aprovechar el tiempo examinando en el laboratorio del campamento todas las plantas traídas del viaje, Trevor también se quedaría y les dio una ultima noticia:  
-He recibido un aviso, la próxima semana llegan al campamento un  grupo nuevo de científicos, ellos vienen para estudiar cada uno en su especialidad parte de los trabajos de su investigación, no sé más detalles solo que tendremos compañía y esto es bueno.

CONTINUARÁ     

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