domingo, 10 de noviembre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

Alida y Gervacio ya instalados dentro del avión se preparaban para el vuelo, ella tranquila y serena trataba de descansar para no preocupar más a Gervacio, él estaba en todo momento pendiente de ella. 
El avión se elevó e inicio el viaje, muy pronto estarían en la capital. Alida debía ser atendida de inmediato, la fiebre continuaba y  su cuerpo casi hervía. Ella estaba apoyada sobre el hombro de Gervacio y se quedó dormida. 
El tiempo de vuelo para él, duraba una eternidad, quería llegar pronto a Lima. El viaje solo era hora y veinte minutos que pasaban lentamente. 
El cielo de la noche parecía más oscuro desde  el avión,  el tiempo de vuelo se había cumplido cuando escuchó que el piloto desde la cabina anunciaba a los pasajeros que en breves instantes estarían aterrizando en la capital -por favor abrocharse el cinturón de seguridad- terminó de decir.
Gervacio se sintió aliviado al escuchar al piloto, despertó con cuidado a Alida diciendo  -ya estamos en Lima ahora debemos hacer lo mismo para salir del aeropuerto. Tú apóyate en mi brazo y trata de ser fuerte porque directo nos vamos al centro médico para que te atiendan pronto, es una emergencia. 
Alida se apoyó en el brazo de Gervacio y caminó a su lado, él cargaba las mochilas y trató de salir pronto del aeropuerto, luego tomó un taxi y dijo al chófer  -vamos al Centro medico  del Pilar-  para ese momento ya eran las 11 de la noche. El taxi cruzó la ciudad, no había tráfico y llegó veloz al centro de salud, estacionó frente a la puerta de emergencia, bajaron Alida y Gervacio, él pidió una silla de ruedas para ir  a las camillas de emergencia y ser atendida. 
Alida antes de sentarse se desmayó en los brazos de Gervacio, éste la alzó para llevarla a una camilla. Las enfermeras al ver la situación se acercaron para auxiliarla.
El médico de turno en emergencia fue llamado para examinar a la paciente. El doctor se aproximó a la camilla y se dio cuenta que la temperatura en el cuerpo de la paciente era muy alta, ordenó una inyección para bajar la fiebre, de no funcionar esto, tendrían que sumergirla en una tina con hielo. Alida casi no reaccionaba, su respiración era lenta pero el ritmo cardíaco era  normal, al menos por ese lado había cierta tranquilidad, aunque esto podía cambiar en cualquier momento dependiendo de su estado de salud.
El doctor después de examinarla tomó nota y abrió una historia clínica. Dejó Alida con una enfermera y salió  para hablar con Gervacio, necesitaba más información ya que Alida no podía hablar. La fiebre alta que la dejaba inconsciente. 
Preguntó a Gervacio que había pasado y éste le contó al detalle todo lo sucedido y donde estuvieron el último mes. 
-En la selva-  comentó el doctor y preguntó -¿están vacunados contra la fiebre amarilla?.
-Si doctor estamos vacunados, lo hicimos antes de viajar.
-Entonces vamos a internarla, pero debe estar aislada hasta no saber que es lo que tiene, por lo que me dices puedo deducir que es un virus tropical pero estaremos seguros después de los exámenes de sangre. También puede ser una reacción tardía a la vacuna de la fiebre amarilla, esto es raro pero algunas veces puede suceder.  
Ordenó que Alida sea internada en aislamiento en el centro médico, ella debía estar en cuarentena. 
 Una última pregunta dijo el doctor  -en algún momento a convulsionado por la fiebre.    
-No doctor, no ha convulsionado pero si se quedaba dormida a cada instante y algunos momentos perdía el conocimiento- contestó Gervacio.
-Ella esta muy deshidratada, ahora que se interne vamos a estabilizarla.
Desde este momento tiene que ser atendida por otro doctor que es especialista en enfermedades tropicales, él sabe como debe ser su tratamiento- contestó el doctor y a la vez tomaba nota en la historia clínica   
Luego Alida fue conducida a una habitación tenia que estar en aislamiento, solo se le podía ver a través de un vidrio, Gervacio se quedó tranquilo cuando la vio en su cama con un batín del centro médico, con suero y atendida por el doctor y las enfermeras. 
Su ropa fue entregada a Gervacio dentro de una bolsa sellada era mejor tomar todas las precauciones. El doctor y las enfermeras la atenderían con guantes mascarilla y bata desechable, no sabían si podía ser contagioso.     
A través del vidrio de la habitación, Gervacio observaba preocupado y tenso, Alida seguía en peligro pero estaba seguro que iba a superar su cuadro de gravedad.   
Suspiró profundamente, miró su reloj era más de media noche, tenía duda si llamar a esa hora a la madre de Alida pero era mejor hacerlo porque si algo más  grave pasaba, Alma no se lo perdonaría. 
Buscó un teléfono en la clínica y marcó el número de Alma. Ella dormía y el sonido del teléfono la despertó, sintió un breve escalofrío -¿quién podía ser a estas horas de la noche?- se preguntó, levantó el teléfono y contestó  -buenas noches- cuando escuchó la voz de Gervacio presintió que algo andaba mal, ¡algo había pasado con Alida!.
-Gervacio ¿qué pasa, donde está Alida? dime la verdad- decía estas palabras tan rápido que no dejaba hablar a Gervacio, éste la interrumpió para poder hablar.
-Alida está internada en el Centro Médico del Pilar, ella se encuentra mal pero el doctor la está atendiendo y seguro que luego se pondrá bien- dijo esto con la voz tranquila para no alterar más Alma.
Pero ella no se quedó tranquila y contesto -yo lo sabía...¡si!... algo iba a pasar y tú poniendo ideas en su cabeza. Voy en este momento al centro médico-  terminó de decir estas palabras y colgó el teléfono. 
Desesperada por su hija se cambio de ropa y salió con lo que tenía puesto, en su mente volaban mil ideas, mil tragedias... ¡su hija!... invocaba a Dios por ella una y  se estrujaba las manos por los nervios.  
Gervacio volvió al corredor donde estaba la habitación de Alida, nada más le preocupaba en ese instante, él iba a dejar que Alma le diga lo que quiera, no se molestaría, es más comprendía su dolor como madre porque al final nadie sabía que podía pasar con Alida. 
No tuvo que esperar mucho tiempo cuando vio aparecer en el corredor del centro medico Alma, en su rostro se dibujaba el dolor y la angustia, había salido tan rápido de su casa que traía puestas sus pantuflas.    -Gervacio ¿donde esta mi hija?- fue lo primero que preguntó, él se puso de pie y señaló la ventana de vidrio de la habitación donde estaba Alida, Alma la vio por la ventana  y trató de entrar pero una enfermera se lo impidió, ella desde adentro puso seguro a la puerta para evitar su ingreso. 
La enfermera estaba terminando de preparar Alida para que descanse, luego de unos minutos salió después de asegurarse que todo estaba conectado al cuerpo de Alida, el suero, la máquina del control cardíaco y demás.
Al salir muy seria comentó -está prohibido el ingreso a está habitación el doctor le explicará más tarde- luego se fue caminando por el corredor.
Alma miró a Gervacio y le increpó -explícame que ha pasado con Alida por que está en ese estado.            
Gervacio le pidió que se calma para poder hablar.
-¡Qué me calme dices! habla de una vez que sucede con Alida- dijo esto a punto de perder el control por la desesperación   
Gervacio no le quedó más remedio que contar a Alma paso a paso lo que había sucedido, no le quería mentir, es más no debía mentirle para salvar su responsabilidad. 
Si bien era cierto él no tenía la culpa de aquello pero se sentía culpable de haberla llevado a la selva. 
Nada de esto se imaginó cuando estaban felices descubriendo las maravillas del lugar, los paisajes y los animales que tanto gustaron Alida.
Alma por la angustia de ver a su hija en ese estado,  levantó la mano para golpear a Gervacio pero se contuvo no era propio de ella actuar así. 
Retrocedió lentamente, se sentó en una de las sillas del corredor  y su rostro estaba bañado en lágrimas, ella repetía -mi hija, mi hija- la tristeza y el dolor la embargaban qué podía hacer ahora y lo grave era pensar  qué podía  suceder después.
Una de las enfermeras que venia a la habitación de Alida vio las mochilas de viaje y dijo a Gervacio -Si esas mochilas son del viaje, debe llevárselas en este momento junto con la ropa que hemos cambiado a la paciente, es necesario hacerlo ya. 
Gervacio tenia que obedecer y antes de retirarse comentó -Alma voy a llevar las mochilas a mi casa, me baño, me cambio de ropa y regreso en menos de una hora- Alma no quiso escucharlo y no contestó.
Luego dijo a la enfermera si podía traer flores para Alida, ella contestó muy seria -está prohibido traer flores a la paciente, señor Gervacio,  ella esta en cuarentena, sabe lo que es eso ¡verdad!. 
Gervacio cargó las mochilas y bajó desde el quinto piso donde estaba la habitación. -Alida, Dios mio en cuarentena que no suceda nada malo por favor- decía estas palabras con tristeza mientras caminaba a la puerta de salida,  él no quería perder Alida.

CONTINUARÁ    
   
             
  


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