domingo, 17 de noviembre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

Con la partida de Gervacio, Alma se quedó sola en la clínica, ella estaba sentada en uno de los sillones del corredor, las lágrimas bañaban su rostro. 
Se preguntaba ¿qué iba a pasar ahora con su hija? ella no quería imaginar por ninguna circunstancia alguna tragedia.
Se puso de pie y a través de la ventana de vidrio que la separaba de Alida la miraba y no podía dejar de llorar  -mi hija, mi hija- repetía varias veces. 
La enfermera que estaba de turno se acercó a ella para decirle:
 -Señora es mejor que vaya a descansar un rato, el cuadro de su hija no va a cambiar por el momento y usted no puede entrar a la habitación, es mejor que regrese a su casa y más tarde podrá hablar con el doctor que se hará cargo de la paciente, él viene al centro médico a las 7 a.m. 
Alma de primera intención no quería escuchar ni hacer caso a la enfermera pero segundos después se dio cuenta que era razonable lo que ella decía.  
Se despidió de Alida en voz baja a través del vidrio diciendo -ya regreso mi querida hija- y se fue caminando lentamente por el corredor, dio un giro y dijo a la enfermera  -voy a regresar muy rápido, necesito hablar con el doctor ¿cuál es su nombre?.
-Su nombre es Roberto Benites es el especialista que se va encargar del caso de su hija, confié en él, es un excelente doctor- contestó la enfermera y acompaño a Alma hasta el ascensor. 
Alma bajo en el ascensor hasta el sótano donde estaba su carro, abrió la puerta, se sentó  frente al volante y lloró desconsoladamente rogando al cielo por Alida, ella era toda su vida. 
Segundos después encendió el motor y se marchó. En el camino no quería pensar en fatalidades, Alida saldría adelante se dijo en voz alta para darse valor. 
Gervacio había salido antes que Alma del centro médico,  llegó a su casa en media hora, la noche para él era más oscura, solo encontraba tinieblas.   
Su madre Celeste escuchó que la puerta de calle se abría, salió al corredor y vio a su hijo. 
-Gervacio recién llegas te veo tan cansado, el viaje debió de ser complicado- terminó de decir.
-Madre el viaje ha sido terrible, Alida en este momento está en el centro médico, ella se encuentra  grave, al punto que la han puesto en cuarentena. Ahora no te puede explicar con detalle,  quiero bañarme, cambiarme y regresar al centro médico. Alma está desesperada y me culpa a mí de todo y yo realmente me siento culpable de haberla llevado. 
-Hijo si quieres, yo puedo hablar con Alma, tu sabes que nos conocemos de toda la vida, somos vecinos de siempre, Alida para mí es una linda joven. Además no te puede culpar de algo de lo que no tienes culpa.  
-¡No! madre no intervengas, una sola chispa y se enciende la pradera, Alma en estas circunstancias no escucharía tus palabras y sería peor- luego guardó silencio unos segundos y   preguntó a su madre si podía prepararle un emparedado de lo que sea, recién se acordaba que no había comido nada,  en todo el día.
Con las mochilas en la mano salió al patio, las puso en una esquina y con un insecticida casero las roció por completo, quería tomar sus precauciones para asegurarse que no transporta ningún bicho extraño.  
Celeste observó a su hijo desde la ventana y luego fue a la cocina para preparar algo de comer, ella estaba triste de verlo en esas penosas circunstancias.  
Gervacio, fue a su habitación para alistarse, quería regresar pronto a la centro médico. 
A solas en su dormitorio  se sentó en la cama y recién pudo llorar por Alida, él se hacia el fuerte pero en su interior estaba devastado, amaba a Alida y ese era su único pensamiento. Se cubrió el rostro con las manos y lloró en silencio, después de unos minutos se puso de pie para bañarse y alistarse, debía regresar pronto a su lado. 
Ya en la cocina sentado en la mesa con su madre, ésta le preguntó porque había rociado las mochilas con insecticida. 
-Es para asegurarme de que estén libres de algún insecto no las toques hasta que yo regrese... por favor- contestó y comía con rapidez para saciar su hambre. El emparedado con el vaso de leche tibia lleno su estómago vacío por el momento.
-Gracias madre por todo, cuando sepa más sobre el estado de salud de Alida yo te voy a informar, ahora es mejor que me vaya, dentro de poco va amanecer.     
Se despidió y salió para el centro médico,   
quería hablar con el doctor aunque sabía que Alma estaría ahí, ella no podía dar los detalles que el médico necesitaba.    
Siete de la mañana, la luz de un nuevo día alumbraba. Gervacio y Alma esperaban al doctor Benites para conversar con él. 
Ella no estaba tranquila, sentía que la presencia de Gervacio la incomodaba, no quería ni verlo ni escucharlo.  
Solo pasaron unos minutos de tardanza y el doctor apareció caminando por el corredor. 
Una enfermera a su lado lo ponía al tanto de la historia de la paciente y el tratamiento que se le daba hasta el momento. 
El doctor se presentó ante Alma y Gervacio para decirles -después de examinar a la paciente voy a hablar con ustedes, ahora deben esperar.
Protegido con mascarilla, guantes y bata entró a la habitación de Alida, junto con la enfermera, la paciente se encontraba dormida o el menos eso parecía.
El doctor la examinó  y dio algunas ordenes a la enfermara; mientras en el corredor esperaban Alma y Gervacio, ella se hacia mil preguntas y él estaba sereno para después conversar con el doctor. 
No tenían información  y el doctor demoraba en salir. En ese instante apareció la tía Vera hermana de Alma,  ella la había llamado para que sepa que sucedía  con su sobrina Alida. 
La tía Vera se caracterizaba por ser una persona serena, en los momentos más difíciles ella mostraba un gran temple, ahora necesitaba de todas sus fuerzas para apoyar a su hermana en estos instantes tan difícil, además Vera quería mucho Alida.
Gervacio al verla sintió que iba reclamarle por Alida pero no, Vera saludó a su hermana, la abrazó para apoyarla le dijo -calma, debemos tener calma, ella es fuerte saldrá de esto, ya lo veras.
Después saludó a Gervacio y no quiso preguntarle los detalles de lo sucedido, pensó hablar con él más tarde, ahora no era el mejor momento para entrar en detalles, eso solo pondría a  su hermana más nerviosa.
El tiempo pasaba y el doctor no salia de la habitación, hasta que de pronto se abrió la puerta salió la enfermera y detrás de ella salió el doctor Benites para explicar la situación de la paciente.
-Ustedes son los familiares no es cierto- todos asentaron con la cabeza, luego el doctor agregó.  
-la paciente se encuentra en estado muy delicado, ella en este momento está estable pero su salud es de cuidado.  Por lo que he leído en su historia viajó a la selva y estuvo un mes, ademas está vacunada contra la fiebre amarilla. Hasta el momento no puedo decirles que es lo que tiene exactamente debemos hacer análisis de sangre, ya he ordenado. Vamos a darle un tratamiento para mantenerla estable o al menos lo mejor posible. Después de los resultados del análisis sabremos a que nos estamos enfrentando. 
Alma -preguntó al doctor con voz angustiada -mi hija va estar bien, por favor diga la verdad.
-Calma señora, aquí debemos tener calma para enfrentar la enfermedad, vamos hacer lo imposible para sacarla del cuadro de peligro, ahora no puedo decir más.
El doctor Benites se retiró para conversar con Gervacio aparte, sabía que él había estado al lado de Alida. No quería que la madre escuche la conversación, él se dio cuenta que estaba muy nerviosa por la salud de su hija.
El doctor interrogó a Gervacio al detalle, éste le informó todo lo que pasaron, donde habían estado, lo que comían y lo que bebían, aquí el doctor preguntó -¿el agua de donde la tomaban?.
-Era de un pozo natural, el agua era cristalina, pero igual se filtraba y después se hervía para recién ser consumida. En ello teníamos mucho cuidado- contestó Gervacio preocupado.
-Yo me inclino a pensar que puede ser un virus tropical pero no puedo asegurarlo hasta tener los resultados. Ahora solo tenemos que esperar. Mientras tanto ella ya está recibiendo un tratamiento, no quiero adelantarme a ninguna posibilidad negativa pero lo que más me preocupa es la fiebre alta que la consume, esto es la respuesta de su cuerpo que está luchando contra la enfermedad- contestó el doctor muy serio y se despidió.
La enfermera entró de nuevo a la habitación para extraer del cuerpo de Alida tres pequeños tubos de sangre que viajarían con urgencia al Instituto de Enfermedades Tropicales, donde serían analizadas las muestras de sangre, ellos eran los especialistas. 
Cuando Gervacio regresó, Alma le dijo a su hermana -dile que se vaya, no lo quiero ver  ni escuchar, él es el culpable de todo lo que sucede con mi hija.
Vera contestó -Alma no puedes hablar así, comprendo tu dolor pero él también está esta sufriendo.
-No me interesa, solo quiero que se vaya por favor- contestó Alma desesperada.
Vera se acercó a Gervacio, él había alcanzado  a escuchar lo que dijo Alma y comentó -Vera no me voy a ir porque Alma dice, estaré al final del pasillo, esa es mi respuesta.
La tía Vera sentía que estaba entre dos corrientes, ella debía mantener el equilibrio para evitar que choquen y Alma no diga más de lo necesario aunque comprendía su dolor porque su hija estaba en peligro. 

CONTINUARÁ  
              
            


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