La casa de Thelma se sentía vacía después de la partida de sus hijas Serena y Amada, con el correr de los días nada parecía conformar a la madre, por momentos estaba triste pero en su soledad pensaba que no había actuado de manera equivocada.
Ella quería tener a sus hijas en la casa familiar, acaso no era obligación de una madre proteger a sus hijos de cualquier peligro, pero siempre se enfrentaba a la autoridad de su esposo que se oponía a que Thelma mande sobre la vida de sus hijas sin tomar en cuenta su deseos y opiniones de lo que querían hacer para su futuro y en ocasiones cuando surgía alguna discusión, Thelma se repetía:
-Santo, Santo, porque tienes que intervenir, yo soy su madre y tengo plena autoridad sobre ellas- esto es lo que pensaba Thelma mientras se encontraba a solas en el salón principal de la casa.
Albertina observaba a su madre y se llenaba de tristeza, ella también extrañaba a sus hermanas. en la casa ya no habían las conversaciones en la mesa familiar mientras desayunaban o almorzaban, ya no habían risas, ni bromas, la casa estaba en silencio y en las horas de reunirse en el comedor casi no se hablaba, Albertina buscaba más seguido la compañía de Alida para conversar con ella y así no sentirse tan sola.
Alida, decía una mañana mientras subía a buscarla al departamento y se sentaba en la pequeña sala junto Alida y le mostraba los dos álbumes de fotos que había traído, le señalaba cada foto explicando donde estaban:
-Alida mira esta foto, aquí estamos mis hermanas y yo muy pequeñas en el cumpleaños de Serena, ella cumplia 5 años y yo soy la bebé que mi mamá carga en brazos, señalaba en la foto a la bebé de meses que era gordita y sonreía a la cámara, aquí hay otra foto, estamos en la playa con mis papás- de pronto muy seria preguntó -¿Alida ya conocistes las playas de Tumbes?-.
-No Albertina, todavía no he conocido las playas y sé que aquí hay playas muy hermosas pero Sebastian está muy pequeño para exponerlo al Sol, tú sabes que no es bueno para un bebé, más adelante tengo la esperanza de conocerlas-. contestó Alida y señalaba una foto que llamó su atención.
-Esa foto- decía Albertina -es de Amada cuando salió de reina de la primavera en la escuela primaria, mi mamá cosió el vestido y la capa, se veía tan feliz-.
-Si, es una bonita foto y un bonito recuerdo-. comentaba Alida y las dos seguían viendo las fotos, Albertina le contaba la historia de cada persona que aparecía en ellas-.
Las amigas pasaban la tarde recordando a sus respectivas familias. Albertina cargaba a Sebastian, lo abrazaba suavemente y le cantaba canciones de cuna: -Alida este bebé está cada día más grande y más lindo, yo me lo voy a robar- y luego reía por su ocurrencia.
En una de las visitas que también solía hacer doña Constanza conversaba con Alida respecto a la partida de las hijas de Thelma:
-Yo te dije Alida que se iba a desatar una tormenta, conociendo a Thelma como la conozco era imposible que no suceda, es una madre controladora, es buena pero tiene sus complicaciones, yo no voy a visitarla desde que hablé con ella la última vez respecto al novio de Serena y fue muy descortés conmigo, preferí no intervenir, total son sus hijas. Al final tú conoces en que acabó, Serena y Amada se fueron lejos a estudiar-. decía Doña Constanza muy seria.
Un día en la mañana que Alida salía con Sebastian vio pasar a Thelma llevaba prisa y apenas la saludo, la tomó por sorpresa porque siempre que se encontraban, Thelma se detenía un momento para conversar, pero esta vez no fue así. Alida se preguntaba a donde iba Thelma con tanta prisa, más tarde se enteró por Albertina que Doña Constanza estaba grave en el hospital.
-Con razón tenía varios días que no venía a visitarme, Albertina estás segura de lo que dices, Doña Constanza esta muy delicada-. preguntaba Alida.
-Si, ella está muy mal, mi máma la fue a visitar al hospital en la mañana pero no pudo hablar con ella, solo conversó con su hija Elmira que es la última de todos sus hijos y es la única que vive con ella-.
-Pero ¿qué es lo que tiene ?no te has enterado de ello-.
--No Alida pero si deseas mañana podemos ir a visitarla y nos enteramos que es lo que ha sucedido-.
-Claro, vamos mañana cuando Gervacio venga al medio día le pido que se quede un momento con Sebastian y nos vamos a ver a Doña Constanza, ella ha sido siempre muy buena conmigo y sus consejos me han ayudado demasiado-. contestó Alida
decidida a visitar a su amiga al día siguiente.
En la noche después de cenar conversaba con Gervacio y le contaba sobre Doña Constanza:
-Espero que pueda superar esta enfermedad, tengo miedo Gervacio que suceda lo peor-.
-Alida ni lo pienses, ella es una mujer fuerte va a salir adelante-. decía esto para consolarla pero los dos sabían que podía ser muy grave por su edad.
En la noche después de cenar conversaba con Gervacio y le contaba sobre Doña Constanza:
-Espero que pueda superar esta enfermedad, tengo miedo Gervacio que suceda lo peor-.
-Alida ni lo pienses, ella es una mujer fuerte va a salir adelante-. decía esto para consolarla pero los dos sabían que podía ser muy grave por su edad.
Como había quedado con Albertina, al día siguiente ella la fue a buscar para ir al hospital. Alida le pidió a Gervacio que se quede un momento con Sebastian y con Albertina fueron a visitar a Doña Constanza.
Al llegar al hospital se enteraron que ella estaba en cuidados intensivos. Albertina presentó Alida con Elmira y comentó: -ella en muy amiga de tu madre-. Elmira les dijo que si lo sabía porque Doña Constanza le habló de Alida y luego les contó que es la que había pasado con su madre y porque se encontraba en ese estado tan delicado, siendo ella una persona muy sana.
-Mi mamá es una persona muy independiente y le gusta hacer las cosas a su manera, tú sabes Albertina que yo trabajo en el municipio y no puedo estar al tanto de todo en la casa. Como en esta última semana, hemos vivido una ola de un calor intenso, mi querida mamá cuando regresaba a la casa luego de hacer alguna compra o visita, ni bien entraba se quitaba los zapatos, caminaba descalza sobre la mayólica fría, sentía que así se refrescaba. Yo en varias ocasiones le dije que no hiciera eso, tiene 85 años y a su edad cualquier cosa es peligrosa, no hizo caso y estuvo haciendo lo mismo varios días, hasta que una noche se sentía tan mal que no podía respirar y volaba en fiebre, la traje de emergencia al hospital donde el doctor después de examinarla me dijo que tenía neumonía y que debía ser hospitalizada de inmediato. Hace una hora volví hablar con el doctor y el me contestó que mi mamá sigue igual que no ha mejorado:
-Elmira, en este momento hemos hecho todo lo que se debe hacer, tu madre es una mujer fuerte, tenemos que esperar, pero no quiero ser pesimista, si ella no supera este cuadro hay que prepararse para lo peor- el doctor fue claro porque Elmira le pidió que le diga la verdad al respecto.
Alida y Albertina estaban preocupadas con lo que les decía no podían creer, Doña Constanza era una mujer bastante querida por todos los vecinos y Alida en poco tiempo le había tomado afecto. Elmira con la salud de su madre se sentía devastada, Alida la consolaba y decía que no debía ser pesimista.
-Alida yo sé que debo ser optimista, pero si mi mamá sigue igual o empeora, voy a tener que llamar a mis hermanos para que se enteren y vengan a visitarla-.
Los hijos de Doña Constanza vivian repartidos en varias ciudades del país donde trabajaban y tenían sus familias, de enterarse del estado de salud de su madre vendrían a verla, esto era seguro.
Alida y Albertina se despidieron de Elmira, en el camino de regreso casi no hablaron ninguna de las dos pensaban que Doña Constanza estuviera tan grave.
Y como Elmira temía, su mamá empeoró en la noche y ella tuvo que comunicarse con sus hermanos para decirles cómo se encontraba la mamá.
Casi de inmediato, uno a uno fueron llegando los hijo de doña Constanza, la primera en atender el llamado fue Azucena y su esposo, ellos vivian en Piura. Las dos hermanas se abrazaron y lloraban juntas, luego llegaron los demás hermanos, Elmira les explicaba cómo se había enfermado su madre.
Los hijos de Doña Constanza en silencio rodeaban a su madre, cada uno en su fuero interno se culpaba por no venir más seguido a visitarla, había mil pretextos pero en el fondo todos sabían que descuidaron las visitas y rogaban a Dios la oportunidad de remediar aquello y le devuelva la salud a su madre.
Las horas de espera parecían una eternidad, la familia se juntaba después de varios años de no verse, todos juntos como cuando vivian en la casa familiar. Su padre había partido un año antes y ahora no podían soportar la idea de quedarse sin mamá.
Pero los milagros existen y lentamente Doña Constanza reaccionaba, su gravedad fue cediendo y decía algunas palabras. El doctor pedía a todos no agotar a su madre, ella debe descansar tranquila y aislada porque todavía el peligro no ha pasado.
Cuando Alida se enteró que Doña Constanza se recuperaba pero aun estaba débil, pensó que lo mejor era no visitarla hasta que estuviera en su casa, ahora era un momento en familia y ya tenía bastante compañía, estaba feliz por ella y porque todos sus hijos la rodeaban, de pronto sintió la necesidad imperiosa de hablar con su madre y se comunicó con ella para conversar y saber como se encontraba, Alma siempre estaba feliz de hablar con su hija.
En la noche sentados junto a la ventana admirando la hermosa luna, Alida comentaba:
-Gervacio es una noche mágica la luna y la estrellas son tan bellas- Gervacio le daba la razón, era una noche especial. Era tal vez una noche para el romance porque le amor flotaba en el aire.
CONTINUARÁ-Elmira, en este momento hemos hecho todo lo que se debe hacer, tu madre es una mujer fuerte, tenemos que esperar, pero no quiero ser pesimista, si ella no supera este cuadro hay que prepararse para lo peor- el doctor fue claro porque Elmira le pidió que le diga la verdad al respecto.
Alida y Albertina estaban preocupadas con lo que les decía no podían creer, Doña Constanza era una mujer bastante querida por todos los vecinos y Alida en poco tiempo le había tomado afecto. Elmira con la salud de su madre se sentía devastada, Alida la consolaba y decía que no debía ser pesimista.
-Alida yo sé que debo ser optimista, pero si mi mamá sigue igual o empeora, voy a tener que llamar a mis hermanos para que se enteren y vengan a visitarla-.
Los hijos de Doña Constanza vivian repartidos en varias ciudades del país donde trabajaban y tenían sus familias, de enterarse del estado de salud de su madre vendrían a verla, esto era seguro.
Alida y Albertina se despidieron de Elmira, en el camino de regreso casi no hablaron ninguna de las dos pensaban que Doña Constanza estuviera tan grave.
Y como Elmira temía, su mamá empeoró en la noche y ella tuvo que comunicarse con sus hermanos para decirles cómo se encontraba la mamá.
Casi de inmediato, uno a uno fueron llegando los hijo de doña Constanza, la primera en atender el llamado fue Azucena y su esposo, ellos vivian en Piura. Las dos hermanas se abrazaron y lloraban juntas, luego llegaron los demás hermanos, Elmira les explicaba cómo se había enfermado su madre.
Los hijos de Doña Constanza en silencio rodeaban a su madre, cada uno en su fuero interno se culpaba por no venir más seguido a visitarla, había mil pretextos pero en el fondo todos sabían que descuidaron las visitas y rogaban a Dios la oportunidad de remediar aquello y le devuelva la salud a su madre.
Las horas de espera parecían una eternidad, la familia se juntaba después de varios años de no verse, todos juntos como cuando vivian en la casa familiar. Su padre había partido un año antes y ahora no podían soportar la idea de quedarse sin mamá.
Pero los milagros existen y lentamente Doña Constanza reaccionaba, su gravedad fue cediendo y decía algunas palabras. El doctor pedía a todos no agotar a su madre, ella debe descansar tranquila y aislada porque todavía el peligro no ha pasado.
Cuando Alida se enteró que Doña Constanza se recuperaba pero aun estaba débil, pensó que lo mejor era no visitarla hasta que estuviera en su casa, ahora era un momento en familia y ya tenía bastante compañía, estaba feliz por ella y porque todos sus hijos la rodeaban, de pronto sintió la necesidad imperiosa de hablar con su madre y se comunicó con ella para conversar y saber como se encontraba, Alma siempre estaba feliz de hablar con su hija.
En la noche sentados junto a la ventana admirando la hermosa luna, Alida comentaba:
-Gervacio es una noche mágica la luna y la estrellas son tan bellas- Gervacio le daba la razón, era una noche especial. Era tal vez una noche para el romance porque le amor flotaba en el aire.