domingo, 26 de abril de 2020

ALIDA Y GERVACIO

La casa de Thelma se sentía vacía después de la partida de sus hijas Serena y Amada, con el correr de los días nada parecía conformar a la madre, por momentos estaba triste pero en su soledad pensaba que no había actuado de manera equivocada.
Ella quería tener a sus hijas en la casa familiar, acaso no era obligación de una madre proteger a sus hijos de cualquier peligro, pero siempre se enfrentaba a la autoridad de su esposo que se oponía  a que Thelma mande sobre la vida de sus hijas sin tomar en cuenta su deseos y opiniones de lo que querían hacer para su futuro y en ocasiones cuando surgía alguna discusión, Thelma se repetía: 
-Santo, Santo, porque tienes que intervenir, yo soy su madre y tengo plena autoridad sobre ellas-  esto es lo que pensaba Thelma mientras se encontraba a solas en el salón principal de la casa.   
Albertina observaba a su madre y se llenaba de tristeza, ella también extrañaba a sus hermanas. en la casa ya no habían las conversaciones en la mesa familiar mientras desayunaban o almorzaban, ya no habían  risas, ni  bromas, la casa estaba en silencio y en las horas de reunirse en el comedor casi no se hablaba, Albertina buscaba más seguido la compañía de Alida para conversar  con ella y así no sentirse tan sola.
Alida, decía una mañana mientras subía a buscarla  al departamento y se sentaba en la pequeña sala junto Alida y le mostraba los dos álbumes de fotos que había traído, le señalaba cada foto explicando donde estaban: 
-Alida mira esta foto, aquí estamos mis hermanas y yo muy pequeñas en el cumpleaños de Serena, ella cumplia 5 años y yo soy la bebé que mi mamá carga en brazos, señalaba en la foto  a la bebé de meses que era gordita y sonreía a la cámara, aquí hay otra foto, estamos en la playa con mis papás- de pronto muy seria preguntó -¿Alida ya conocistes las playas de Tumbes?-.
-No Albertina, todavía no he conocido las playas y sé que aquí hay playas muy hermosas pero Sebastian está muy pequeño para exponerlo al Sol, tú sabes que no es bueno para un bebé, más adelante tengo la esperanza de conocerlas-. contestó Alida y señalaba una foto que llamó su atención.
-Esa foto- decía Albertina -es de Amada cuando salió de reina de la primavera en la escuela primaria, mi mamá cosió el vestido y la capa, se veía tan feliz-.
-Si, es una bonita foto y un bonito recuerdo-. comentaba Alida y las dos seguían viendo las fotos, Albertina le contaba la historia de cada persona que aparecía en ellas-.
Las amigas pasaban la tarde recordando a sus respectivas familias. Albertina cargaba a Sebastian, lo abrazaba suavemente y le cantaba canciones de cuna: -Alida este bebé está cada día más grande y más lindo, yo me lo voy a robar-  y luego reía por  su ocurrencia.   
En una de las visitas que también solía hacer doña Constanza conversaba con Alida respecto a la partida de las hijas de Thelma: 
-Yo te dije Alida que se iba a desatar una tormenta, conociendo a Thelma como la conozco era imposible que no suceda, es una madre controladora, es buena pero tiene sus complicaciones, yo no voy a visitarla desde que hablé con ella la última vez respecto al novio de Serena y fue muy descortés conmigo, preferí no intervenir, total son sus hijas. Al final tú conoces en que acabó, Serena y Amada se fueron lejos a estudiar-. decía Doña Constanza muy seria. 
Un día en la mañana que Alida salía con Sebastian vio pasar a Thelma llevaba prisa y apenas la saludo, la tomó por sorpresa porque siempre que se encontraban, Thelma se detenía un momento  para conversar, pero esta vez no fue así. Alida se preguntaba a donde iba Thelma con tanta prisa, más tarde se enteró por Albertina que Doña Constanza estaba grave en el hospital.
-Con razón tenía varios días que no venía a visitarme, Albertina estás segura de lo que dices, Doña Constanza esta muy delicada-. preguntaba Alida.
-Si, ella está muy mal, mi máma la fue a visitar al hospital en la mañana pero no pudo hablar con ella, solo conversó con su hija Elmira que es la última de todos sus hijos y es la única que vive con ella-. 
-Pero ¿qué es lo que tiene ?no te has enterado de ello-. 
--No Alida pero si deseas mañana podemos ir a visitarla y nos enteramos que es lo que ha sucedido-.
-Claro, vamos mañana cuando Gervacio venga al medio día le pido que se quede un momento con       Sebastian y nos vamos a ver a Doña Constanza, ella ha sido siempre muy buena conmigo y sus consejos me han ayudado demasiado-. contestó Alida 
decidida a visitar a su amiga al día siguiente.
En la noche después de cenar conversaba con Gervacio y le contaba sobre Doña Constanza: 
-Espero que pueda superar esta enfermedad, tengo miedo Gervacio que suceda lo peor-. 
-Alida ni lo pienses, ella es una mujer fuerte va a salir adelante-. decía esto para consolarla pero los dos sabían que podía ser muy grave por su edad.   
Como había quedado con Albertina, al día siguiente ella la fue a buscar para ir al hospital. Alida le pidió a Gervacio que se quede un momento con Sebastian y con Albertina fueron a visitar a Doña Constanza. 
Al llegar al hospital se enteraron que ella estaba en cuidados intensivos. Albertina presentó Alida con Elmira y comentó: -ella en muy amiga de tu madre-. Elmira les dijo  que si lo sabía porque Doña Constanza le habló de Alida y luego les contó que es la que había pasado con su madre y porque se encontraba en ese estado tan delicado, siendo ella una persona muy sana.
-Mi mamá es una persona muy independiente y le gusta hacer las cosas a su manera, tú sabes Albertina que yo trabajo en el municipio y no puedo estar al tanto de todo en la casa. Como en esta última semana, hemos vivido una ola de un calor intenso, mi querida mamá cuando regresaba a la casa luego de hacer alguna compra o visita, ni bien entraba se quitaba los zapatos, caminaba descalza sobre la mayólica fría, sentía que así se refrescaba. Yo en varias ocasiones le dije que no hiciera eso, tiene 85 años y a su edad cualquier cosa es peligrosa, no hizo caso y estuvo haciendo lo mismo varios días, hasta que una noche se sentía tan mal que no podía respirar y volaba en fiebre, la traje de emergencia al hospital donde el doctor después de examinarla me dijo que tenía neumonía y que debía ser hospitalizada de inmediato. Hace una hora volví hablar con el doctor y el me contestó que mi mamá sigue igual que no ha mejorado: 
-Elmira, en este momento hemos hecho todo lo que se debe hacer, tu madre es una mujer fuerte, tenemos que esperar, pero no quiero ser pesimista, si ella no supera este cuadro hay  que prepararse para lo peor- el doctor fue claro porque Elmira le pidió que le diga la verdad al respecto.
Alida y Albertina estaban preocupadas con lo que les decía no podían creer, Doña Constanza era una mujer bastante querida por todos los vecinos y Alida en poco tiempo le había tomado afecto. Elmira con la salud de su madre se sentía devastada, Alida la consolaba y decía que no debía  ser pesimista.
-Alida yo sé que debo ser optimista, pero si mi mamá sigue igual o empeora, voy a tener que llamar a mis hermanos para que se enteren y vengan a visitarla-.  
Los hijos de Doña Constanza vivian repartidos en varias ciudades del país donde trabajaban y tenían sus familias, de enterarse del estado de salud de su madre vendrían a verla,  esto era seguro. 
Alida y Albertina se despidieron de Elmira, en el camino de regreso casi no hablaron ninguna de las dos pensaban que Doña Constanza estuviera tan grave. 
Y como Elmira temía, su mamá empeoró en la noche y ella  tuvo que comunicarse con sus hermanos para decirles cómo se encontraba la mamá.
Casi de inmediato, uno a uno fueron llegando los hijo de doña Constanza, la primera en atender el llamado fue Azucena y su esposo, ellos vivian en Piura. Las dos hermanas se abrazaron y lloraban juntas, luego llegaron los demás hermanos, Elmira les explicaba cómo se había enfermado su madre.
Los hijos de Doña Constanza en silencio rodeaban a su madre, cada uno en su fuero interno se culpaba por no venir más seguido a visitarla, había mil pretextos pero en el fondo todos sabían que descuidaron  las visitas y rogaban a Dios la oportunidad de remediar aquello y  le devuelva la salud a su madre.  
Las horas de espera parecían una eternidad, la familia se juntaba después de varios años de no verse, todos juntos como cuando vivian en la casa familiar. Su padre había partido  un año antes y ahora no podían soportar la idea de quedarse sin mamá.
Pero los milagros existen y lentamente Doña Constanza reaccionaba, su gravedad fue cediendo y decía algunas palabras. El doctor pedía a todos no agotar a su madre, ella debe descansar tranquila y aislada porque todavía el peligro no ha pasado.
Cuando Alida se enteró que Doña Constanza se recuperaba pero aun estaba débil, pensó que lo mejor era no visitarla hasta que estuviera en su casa, ahora era un momento en familia y ya tenía bastante compañía, estaba feliz por ella y porque todos sus hijos la rodeaban, de pronto sintió la necesidad imperiosa de hablar con su madre y se comunicó con ella para conversar y saber como se encontraba, Alma siempre estaba feliz de hablar con su hija. 
En la noche sentados junto a la ventana admirando la hermosa luna, Alida comentaba:
-Gervacio es una noche mágica la luna y la estrellas son tan bellas- Gervacio le daba la razón, era una noche especial. Era tal vez una noche para el romance porque le amor  flotaba en el aire.    
                       
CONTINUARÁ

domingo, 19 de abril de 2020

ALIDA Y GERVACIO

Después del paso de los días y de los últimos acontecimientos, poco a poco volvió la paz y la tranquilidad a la ciudad. 
La gente se sentía más tranquila y la tensión había bajado. 
El ejército se quedó en la zona varias semanas hasta asegurarse que todo volvía a la normalidad. 
La frontera se  abrió de nuevo para el comercio pero la confianza de la población en general tardaría en regresar, no era fácil asimilar en poco tiempo que el peligro del conflicto había pasado.
Por varias semanas hubo un estatus quo en las tropas del ejército que seguian resguardando la frontera, las relaciones diplomáticas entre Perú y Ecuador todavía no se habían reanudado.  
En la ciudad se hablaba solo de paz, todos querían que los momentos difíciles queden en el olvido. 
El comercio entre ambas ciudades de frontera se reanudó, varios camiones cargados de todo tipo de frutas y objetos de plástico cruzaban la frontera y viceversa pero el pequeño comercio todavía demoraría en reanudarse. 
Muy temprano en la mañana en casa de Albertina, la familia terminaba el desayuno y comentaban los últimos acontecimientos con respecto a la paz que por fin se respiraba, la vida cotidiana se reanudaba día a día. El tanque de guerra todavía seguía en el puente pero la gente estaba más confiada.
Serena después del desayuno le dijo a su padre que no iría con él al fundo, tenía que hacer algunos arreglos y algunas llamadas. Thelma alcanzó a escuchar la conversación de su hija con su padre y se preguntaba a qué se refería Serena. 
Santo al despedirse de su esposa le advirtió -Thelma por favor deja que Serena haga lo que tenga que hacer y no intervengas- esto lo dijo muy serio para evitar discusiones y salió del hogar directo al fundo para trabajar en el campo.
Thelma observó a su hija mayor que cerraba la puerta de su habitación, no comentó nada y no intervino, ella estaba atenta a los pasos de Serena. 
En su habitación Serena fue directo al cajón de su velador y sacó  la carta de Edgardo que tenía guardada, la volvió a leer lentamente, el recuerdo seguía con ella y las lágrimas caían por su rostro al recordar lo que sucedió entre los dos, no había sido su culpa se decía a sí misma, luego la invadía una  furia al recordar la actitud de su madre. Se secó el rostro, guardó la carta dentro de un libro y la devolvió al cajón de su velador, salió decidida a comunicarse con la prima Ester necesitaba hablar con ella.
Thelma seguía  a su hija la escuchó que hablaba por teléfono.
-Querida prima ¿cómo estás?- preguntó Serena cuando escuchó su voz al otro lado de la línea -tanto tiempo ha pasado sin hablar,  después de los acontecimientos ocurridos-.
Por suerte la prima Ester fue cálida al contestar la llamada de Serena, la familia había decidido no romper las relaciones a pesar de los problemas entre los dos países. Las primas no hablaban de problemas políticos ni de límites de frontera para no romper los lazos familiares, se evitaba toda conversación al respecto.
-Prima Serena ¿como estás?- fue su respuesta
-Ester que bueno poder hablar contigo, quiero contarte que estoy preparando mi viaje para volar a Guayaquil y reanudar mis estudios, además de querer saber algo  de Edgardo... ¿dime sabes algo de él?-.
Un corto silencio al otro lado y luego Ester contestó -Serena no se nada de Edgardo, solo te puedo decir que sigue en el campo petrolero donde trabaja, me encontré con uno de sus hermanos hace unos días y eso fue lo que me dijo, en todo este tiempo él no ha regresado a su casa. Con respecto a tu viaje  a Guayaquil para retomar los estudios, te aconsejo demores tu regreso unos meses es mejor para no encontrar un clima adverso, tal vez espera hasta el próximo año para que puedas estudiar tranquila. Yo lo lamento pero las cosas están de esa manera-.
Serena se angustió al escuchar las palabras de su prima y agregó -pero ¿estas segura que no debo viajar?-  insistió con tristeza.
-Si es mejor esperar, tú sabes que aquí en la casa tienes la puertas abiertas, pero de ahí a más no te puedo asegurar- dijo Ester pensando que su prima estaba triste.
Serena se despidió agradeciendo sus palabras y deseando pronto volverse a encontrar.              
En su interior sentía tristeza y furia que         
apenas podía controlar, no deseaba ver a su madre, ella había creado todo el problema que ahora se veía insalvable.
Thelma vio a su hija volverse a encerrar en su cuarto, ella sentía  gran pesar al verla sufrir.  
Los sueños y proyectos de futuro  habían quedado paralizados, ahora ¿cuál sería la decisión?, Serena no deseaba estar tanto tiempo sin estudiar, se creaba para ella un dilema sobre su futuro inmediato. Al parecer Edgardo había tomado la decisión de no volver a verla. En la soledad de su habitación pensaba que era mejor hablar con su padre y lo haría esa misma noche, cuando él regrese del fundo.
El resto del día Serena lo pasó en su habitación ordenando sus cosas, recuerdo y regalos que Edgardo le había dado, lejos quedaban los momentos felices que habían vivido juntos. 
En la noche cuando su padre estaba de vuelta, Serena  pidió hablar con él, el padre se preocupó al ver la seriedad en las palabras de su hija, pero juntos fueron a la habitación donde estaba su oficina:
-¿Serena qué sucede ¿por qué tanto misterio?- preguntó.
-Papá quiero decirte que deseo ir a Lima para estudiar, no puedo estar tanto tiempo sin hacer nada, por el momento regresar a Guayaquil no es posible- y le contó la conversación que tuvo con la prima Ester: -papá como siempre necesito tu apoyo económico para seguir mis estudios-. 
-Eso, ni lo tienes que dudar, si tú estás segura de querer ir a estudiar a Lima, entonces asi será, además ya es tiempo que Amada vaya también a estudiar, las dos pueden ir juntas y hospedarse en casa de mi hermana Blanca hasta encontrar un departamento donde puedan vivir-. comentó Santo muy seguro de sus palabras. 
-Gracias padre, sé que siempre cuento con tu apoyo- luego Serena lo abrazó casi llorando. santo tranquilizó a su hija, él sabia que ella no iba a cambiar de opinión. 
A la hora de la cena la familia en el comedor comentaba las novedades del día, la única que no hablaba era Serena y cuando terminaron, ella fue la primera en ponerse de pie. 
Antes de ir a dormir Thelma preguntó a su esposo ¿que había conversado con Serena? y éste contestó: 
-Ella desea ir a estudiar a Lima y yo le dije que tiene mi apoyo, va ir con Amada, porque ya es tiempo que ella también vaya a estudiar, no puede estar sin hacer nada, he pensado además que Albertina unos meses después también vaya con sus hermanas. No te vas ha oponer a esto Thelma- dijo enfático Santo antes que su esposa diga algo.
Pero Thelma no podía quedarse callada y contestó: -cómo que se van a estudiar a Lima, la casa va a  quedar abandonada, ellas tienen que estar con nosotros. Tú no me has consultado nada sobre éste asunto-. dijo molesta con la decisión.
-No quiero discutir contigo, pero no puedes ser tan egoista y pensar que tus hijas tienen que pasar el resto de sus vidas con sus padres ¡qué sucede contigo Thelma!-. terminó por contestar y salió de la habitación para no seguir discutiendo. 
Thelma siempre habia pensado que sus hijas estarían a su lado, a cada una les había designado un rol, Serena según ella, se dedicaría al fundo al lado de su padre, Amada se dedicaría administrar los departamentos y sus alquileres, Albertina administraría la casa y todo lo que se refería a ello. En sus pensamientos todo estaba dividido y administrado, así no habrían  discusiones ni diferencias. 
Thelma habló con Serena al día siguiente para preguntarle porque la decisión de irse, ella no estaba de acuerdo.
-Madre ya hablé con mi papá y está decidido, solo hay que afinar algunas cosas y supongo que tomará algunos días para partir, nos vamos  Amada y yo, por favor no deseo tener que discutir mi futuro contigo, creo que es deber de todo padre apoyar a sus hijos, me disculpas, voy a salir- Serena fue distante con Thelma, no deseaba seguir la conversación.
Cuando Amada se enteró que ella también se iba, estuvo de acuerdo, ya era tiempo de hacer sus maletas para viajar y estudiar en Lima, lo que ambas hermanas lamentaban es que Albertina se iba a quedar un tiempo sola, pero luego iría a reunirse con ellas.
Los días pasaron muy pronto, los arreglos para la partida de las hermanas estaban listos, las maletas en la puerta las esperaban para ir al aeropuerto y tomar su avión con destino a Lima. Thelma no quiso acompañar a sus hijas, estaba todavía en desacuerdo con su partida pero no intervino y se despidió de ellas. Albertina y su padre fueron a despedirlas, Serena y Amada lamentaban en el fondo la actitud de su madre y tenían la esperanza que con el tiempo ella cambie de opinión. 
Cuando el avión levantó vuelo, Serena y Amada se despedían de Tumbes la ciudad donde habían vivido siempre, sintieron un poco de tristeza al partir pero adelante les esperaba nuevas oportunidades. Serena en su maleta llevaba guardada la carta de Edgardo, su recuerdo y los momentos vividos a su lado la acompañarían por siempre. 

CONTINUARÁ.   
         
   
        

domingo, 12 de abril de 2020

ALIDA Y GERVACIO

Las noticias eran alarmantes en el norte del país, Alma había escuchado los noticieros y en su casa conversaba con su hermana  Vera mientras los nervios y el miedo la consumían. 
Vera decía Alma: -¿has escuchado las últimas noticias de lo que está sucediendo en el norte?, yo hablé en la mañana con Alida y ella me ha asegurado  que todo está bien. Le he pedido que viaje de inmediato a Lima, pero ella insiste en decir  que no me preocupe, que todos están bien- y casi sollozando terminó por decir  -no sé porque esta hija mía se empeña en tenerme con los nervios deshechos y el corazón en la mano de la preocupación, porque no quiere entender el daño que me hace- decía esto mientras se secaba las lágrimas.
Como siempre su hermana Vera más tranquila comentaba: -Alma, si Alida te dice que está bien, es porque así es. Ella jamás se va exponer a algún peligro y menos con el bebé, además Gervacio tampoco lo permitiría. Tienes que ver las cosas con calma, no es fácil lo sé, seguro me dirás que Alida no es mi hija, pero no olvides que es mi sobrina muy querida y me preocupa su seguridad, no te crees más tensión, te hace daño-  Vera con estás palabras trató de calmar a su hermana  que sufría por su hija, Alma siempre se asustaba de todo lo que tuviera que ver con ella. 
Alida había conversado con su madre en los últimos días, ella sabía que con las noticias que llegaban a  la capital. Su madre se pondría nerviosa y preocupada, solo esperaba que ahora con la última conversación Alma no se preocupe más, pero Alida ignoraba como estaba su madre al imaginar a su hija en el peor de los escenarios, así de nerviosa era Alma y nadie la podía cambiar.
Los últimos acontecimientos habían puesto a la ciudad en gran tensión, todos se preguntaban qué iba a pasar en los próximos días.  
En la mañana muy temprano Serena se levantaba de la cama decidida a salir de su habitación, en el comedor la familia en pleno estaba en la mesa compartiendo el desayuno, Thelma al ver a su hija comentó: -que bueno que te levantes y tomes el desayuno con nosotros y todos estar juntos- la madre esperaba respuesta pero su hija no contestó.
Serena solo movió la cabeza y dirigiéndose a su padre dijo -padre me gustaría ir contigo al fundo, ahora que sales a trabajar- fue su respuesta, ella por el momento no deseaba conversar con su madre.
-Por supuesto hija, yo feliz de que quieras acompañarme y te involucres en el manejo del fundo, es algo que siempre he deseado que mis hijas me acompañen- dijo Santo con mucha satisfacción. 
La familia era dueña de un fundo de cincuenta hectáreas donde sembraba varios frutos con los se mantenía el hogar.     
Thelma no hizo comentarios,  por el momento era mejor no crear más conflictos de los que habían. A la hora que Serena terminó el desayuno se puso de pie y agregó:  
-Padre en un momento me alisto y nos vamos. Madre una vez que todo esto pase, voy a viajar a Guayaquil de regreso para terminar mis estudios y tener una conversación pendiente con Edgardo, quiero que sepas que nada hará que cambie de opinión, es mejor que ahora tengamos paz y quiero que me hables lo menos posible, es mi deseo en estos días- Serena tuvo un tono desafiante con su madre, pero fue directa no quería faltar el respeto solo deseaba dejar las cosas en claro.
Thelma, conocía a su hija tenía el mismo carácter que ella entonces para qué insistir y crear  discusiones.  
Amada y Albertina estaban en silencio y observaron a su hermana cuando se retiraba a su habitación, Santo también fue a prepararse para salir con su hija. Las dos hermanas en la mesa suspiraron profundamente, ambas se daban cuenta que la tormenta no se había terminado solo había un pequeño descanso.
En cada casa, en cada esquina y en todas las calles, los pobladores comentaban sobre lo que sucedía entre los dos países. Desde Ecuador las noticias eran cada vez peores y el clima  de amistad ya no existía ¿que iba a suceder ahora? los ciudadanos se preguntaban. 
Alida y Gervacio también conversaban sobre el tema, no eran muy alentadoras las últimas noticias.  
A la hora que se iban a dormir después de un día de trabajo, Alida fue a cambiar a Sebastian para que duerma, entonces Gervacio preguntó: 
- Si deseas mañana mismo compramos un pasaje para que viajes a Lima, no te preocupes por nada,  tu mamá debe estar muy nerviosa pensando en ti-.
-Gervacio estamos juntos y quiero seguir así, con mi madre he hablado y ella está más tranquila.Tú la conoces, siempre es así- ambos se abrazaron se dieron las buenas noches y se disponían a dormir. Al día siguiente los dos pensaban que sería mejor  el panorama que se avecinaba.         
 Cerca de las tres de la mañana Alida se despertó por los ruidos que venían de la calle, se asomó a la cuna de Sebastian, él dormía profundamente 
sin sentir la bulla. Luego Alida se acercó a la ventana que daba a la calle principal que se unía con el puente que estaba sobre el río y ahí, sin aliento casi por los nervios, se dio cuenta que el ruido se debía al  paso de camiones del ejército que transportaban armamento pesado y tropa, Gervacio también se levantó al ver a su esposa en la ventana.
-¿Qué sucede Alida?- preguntó 
-Gervacio mira-  ambos veían con asombro por la ventana la cantidad de camiones que pasaban. 
Alida abrazó a Gervacio y comentó: -Nos estamos preparando para una guerra-.
-No sé Alida, ahora no sabemos que puede suceder, lo que se viene es incierto, solo espero que no sea algo peor-  beso a Alida en la frente la abrazó de nuevo, mientras afuera en la calle seguían pasando los camiones del ejército.             
De regreso a la cama ninguno de los dos podía conciliar el sueño, lo que se venía no era nada bueno, casi lo podían presentir, ninguno hablaba para no perturbar al otro, ambos  pensaban en supuestos y en acciones que ellos imaginaban.
Al amanecer la realidad se mostraba sola, la ciudad había amanecido con un tanque de guerra que protegía el puente, este era el único nexo de la ciudad con el resto del país, en un supuesto conflicto armado la urgencia era defender el puente a cualquier precio, para el caso de tener que transportar más tropa y armamento.  Soldados a su alrededor custodiaban la máquina de guerra que había causado aún más impresión por las circunstancias que se vivían en esos días. 
Albertina conversaba con Alida que ya no podía acercarse al malecón por ser un área restringida en ese momento: -Alida te has dado cuenta de lo que está pasando, hay un tanque en el puente ahora que nos espera en las semanas que vienen-. 
-No lo sé Albertina, debemos esperar que todo se calme y que encontremos el camino a la paz, en estos días una guerra sería una tragedia- dijo Alida con temor por las posibles consecuencias.
Ahora la gente se sentía más alarmada pensando en el futuro. Doña Constanza cuando conversaba con Alida le contaba sobre el conflicto armado del pasado con Ecuador y ahora esos recuerdos volvían de nuevo. No había reunion en la ciudad donde no se hable del tema, se vivía el día día en una tensa espera. 
La consigna del General del ejército que comandaba las fuerzas del norte era la de esperar, la orden venia  de los comandos de Piura y Lima.
En Tumbes corría un sentimiento patriótico, nadie quería una guerra, pero si se iniciaba un conflicto la gente no estaba dispuesta a retroceder. 
La tropas fueron situadas a lo largo de la frontera donde ambos ejércitos de Perú y Ecuador se miraban con desconfianza y bastaba solo un disparo para desatar la guerra con consecuencias nefastas. La advertencia para la población era de que si se desataba la guerra y había un bombardeo todos debían correr a buscar refugio, pero no salir de la ciudad a campo abierto, ni correr por la carretera de salida, lo mejor era protegerse en lugares seguros. Las campanas de la iglesia sonarian para advertir a la población del peligro. 
En el país todas las fuerzas se unieron, no había discusiones y todos estaban de acuerdo con el ejército. Los políticos de las diferentes bancadas y sobre todo el presidente esperaban las noticias que llegaban del norte. 
Alida no perdía el tiempo y se comunicaba más seguido con su madre para tranquilizarla, no quería que se imagine que su hija vivía lo peor.                      

Serena salía con su padre todos los días al fundo, en la casa familiar no se hablaba de otra cosa que no sea la tensa situación del día y comentaban con esperanza cuando se iba resolver o que iba a suceder. La frontera estaba cerrada y el comercio que en otros tiempos era normal y fluido de compra y venta de ambos países, se había detenido y esto creaba problemas económicos. 
Como era inevitable los enfrentamientos entre ambos ejércitos se dieron en otro territorio pero no a campo abierto, en Tumbes. Las noticias del conflicto y de falsos territorios fue llamado el Falso Paquisha, hubieron bajas que todos lamentaban pero las consecuencias no fueron tan graves, los ánimos después de este enfrentamiento  comenzaron a calmarse,  el tema de límites de frontera  era un tema latente que quedaba expuesto con este conflicto.
Años más tarde volvería a ver otro enfrentamiento armado con Ecuador y esta vez quedaría sellado el límite de frontera definitivo entre los dos países, para que el futuro de Perú y Ecuador sea en un clima de paz y buena convivencia, con un gran desarrollo para ambos  países.

CONTINUARÁ         
  

domingo, 5 de abril de 2020

ALIDA Y GERVACIO

Mientras las altas temperaturas abrazaban  la ciudad, dos días más tarde de la partida de Edgardo a Guayaquil, Serena y su padre llegaban a la ciudad de Tumbes.  
Thelma, Amada y Albertina los recibieron con alegría: -¿qué tal el viaje?- preguntó Thelma a los recién llegados -seguro todo muy bien y renovados con energía nueva- terminó de comentar.
Serena abrazó a su madre y contestó -todo nos fue muy bien, la tía Blanca te manda muchos saludos, pero ahora quiero preguntar si Edgardo ya ha venido a recogerme o todavía tengo que esperarlo- se hizo un silencio en la sala, Amada temerosa  miró Albertina y Thelma  fue quien contestó:
-Edgardo vino hace unos días, pero se fue porque iban a cerrar la frontera y después tendría problemas para salir, luego quiso cambiar la conversación pero Serena insistió.  
-Cómo que se fue, si él vino a recogerme para regresar juntos a Guayaquil, no puede haberse ido sin mí- y giró hacía su padre para decir  -yo no quería ir a Lima pero tú insististe en quedarte unos días más sabiendo que  tenía que regresar  para encontrarme con Edgardo, no puede ser posible que esto esté ocurriendo-. luego fue a tomar el teléfono para comunicarse con él, era inútil al otro lado no había respuesta Serena se angustió que iba hacer ahora. 
Albertina y Amada estaban en silencio, cuando su hermana regresó a la sala para decir que no podía comunicarse con Edgardo. 
Thelma contestó para tranquilizarla -seguro más tarde, si vuelves a llamar vas a comunicarte con él, ahora no te preocupes guarda tu maleta y descansa- Serena de no muy buen agrado obedeció a su madre, ella volvería a insistir en comunicarse con Edgardo, no podía creer lo que estaba viviendo. 
Cuando Serena no estuvo presente Santo habló con su esposa, se preocupó cuando Thelma le contó todo lo sucedido en su ausencia: -cómo se te ocurre actuar de esa manera, ¿en que pensabas? ¿por qué no lo recibiste?, qué va a pasar cuando tu hija se entere, vas a hacerla sufrir- comentó muy molesto. 
Una hora más tarde Serena volvió a llamar a Edgardo, pero no tenía respuesta, entonces se le ocurrió comunicarse con la prima Ester que vivía en Guayaquil y lo conocía,  al hablar con ella le preguntó si sabía algo de Edgardo porque Ester vivía cerca de su familia. La prima contestó: 
-Serena no sé nada de Edgardo, pero seguro ha viajado al campamento petrolero donde trabaja, eso es lo único que te puedo decir, en estos días no lo he visto, además se supone que tú regresabas por estos días-. Serena conversó con su prima  y le explicó que por el momento se demoraría en viajar unos días, luego se despidió de ella y mandó saludos a toda la familia en Guayaquil. En el silencio de su habitación pensaba  que iba hacer, estaba confundida. 
Albertina comentaba con Amada y las dos estuvieron de acuerdo en no decir nada, ellas esperaban que las cosas se calmen dentro de la familia, no era necesario arrojar más leña al fuego. 
A la hora del almuerzo Serena casi no probó bocado, estaba molesta y quiso salir a la plaza para caminar un poco y tomar algo de aire.  Fue inevitable al salir encontrarse con una de las vecinas que le contó con todo los detalles lo que había ocurrido con Edgardo, esto fue lo que desató la tormenta.
Serena regresó a su casa y llena de furia preguntó a su madre porqué no había recibido a su novio, preguntó varias veces  y ésta no contestó, solo trató de restar importancia a la situación 
Luego  dirigiéndose Amada y Albertina les dijo -ustedes sabían lo que había ocurrido y no decían nada ¡porqué! no quiero pensar que mi viaje a Lima fue un teatro para evitar que me encuentre con Edgardo, no es casualidad que en los exámenes  médicos mi padre esté más saludable que yo- decía todo esto llorando y levantado la voz. 
Thelma trató de calmarla pero fue peor, su hija mayor se molestaba aun más: -no madre no trates de callarme porque sé que el fondo tú haz estado detrás de todo esto- entonces se encendió aun más la discucion, al punto de que Santo el padre tuvo que intervenir para calmar los ánimos: 
-Serena ve a tu habitación- dijo molesto.
Su hija levantando la voz y contestó -si esto se pone peor nunca voy a perdonar que  hicieran algo así  a Edgardo- luego se retiró a su habitación tirando la puerta llena de furia y rencor. 
En la sala Santo le increpaba a su esposa -tú y tu manía de querer controlarlo todo y querer manejar la vida de tus hijas.     
Se había desatado la tormenta en la casa familiar, Thelma no contestó a su esposo- Amada y Albertina nunca estuvieron de acuerdo con su madre. Santo salió de la casa quería respirar y calmarse después de tener tremenda discucion con su esposa y su hija.              
Albertina sin que nadie se de cuenta salió de la casa y subió al departamento a buscar Alida, cuando entró estaba nerviosa, no podía articular palabra. 
Alida al verla en ese estado preguntó -¿qué sucede Albertina porqué estás así?-.
-Alida, Alida- repetía su nombre y no decia nada más.
-Calma por favor y dime qué sucede-  le señaló un sillón para que se siente. 
-Alida no sé que va a pasar ahora en mi casa, mi padre y Serena llegaron de viaje y se a desatado una discucion terrible, mi hermana ya sabe todo con respecto a Edgardo y está molesta con mi mamá, se puso a llorar, oh mi Dios, fue terrible pero ahora viene lo peor- y sacó de su bolsillo la carta que Edgardo le había dado: -está carta es para Serena pero no sé si dársela o destruirla, nadie sabe de su existencia-. se quedó en suspenso sin saber que hacer.
-Albertina si pides mi opinión, esa carta le pertenece a Serena y debes dársela, solo ella puede decidir que hacer-.
-Alida no sé qué dice la carta, pero si su contenido¿ sirve para crear más conflicto?, tú no imaginas el ambiente horrible que hay en este momento, nunca antes hemos vivido algo así. Tengo miedo entregarla-. dijo más calmada. 
-Espera solo dos días para que todo se calmen y antes de entregársela le dices que tome las cosas con calma, que no se moleste, sea lo que sea que diga la carta. No quiero opinar sobre asuntos familiares pero tu madre no hizo bien al no querer recibir a Edgardo- contestó Alida.
-Mi mamá siempre quiere hacer las cosas a su manera y muchas veces no puedo comprenderla, tienes razón, voy a esperar un par de días  para entregar la carta y que sea lo que Dios mande.
Albertina se despidió de Alida y fue a su casa, en su habitación escondió la carta por el momento era mejor así, nadie debía enterarse todavía  de su existencia. 
En la noche a la hora de la cena, Serena no quiso salir de su habitación y Amada se ofreció a llevarle la cena, era mejor así para evitar más conflictos. Amada entró en la habitación y encontró a su hermana llorando, -Serena aquí traigo la cena, es tu plato favorito y de postre un budín de chocolate, dicen que el chocolate lo cura todo-  Amada decía esto para hacerla sonreír.
-No tengo ganas de probar alimento, es mejor que te lleves la bandeja- contestó Serena de mal humor.
-No te castigues, con no alimentarte, lo único que vas a conseguir es enfermar y después como vas a tomar decisiones para tu futuro- agregó sonriendo Amada y le extendía la bandeja con la cena.
-Serena sé que ahora estás molesta con lo que ha pasado,  con el paso de los días vas a pensar con calma para tomar tus decisiones, además allá afuera están pasando cosas muy graves, se han roto las relaciones diplomáticas entre Perú y Ecuador y no sabemos que va a suceder, no te encierres en tu mundo y ten calma- conversaba Amada con su hermana para hacerla reflexionar.        
La ciudad por esos días vivía un clima de tensión, las noticias que venían del otro lada de la frontera no era buenas, habían fuertes comentarios y ánimos de enfrentamiento, la tensión crecía entre ambos países. 
Cómo Albertina había decidido, pasado los dos días, sacó la carta de su escondite y fue a la habitación de Serena que en todos esos días no había salido para estar junto a la familia, era su forma de protesta por lo ocurrido.
Albertina tocó la puerta y entró, Serena estaba en cama -buenos días querida hermana tengo que hablar contigo- dijo esto para ver qué le contestaba.
-Albertina no tengo ganas de conversar con nadie, retírate por favor, estoy esperando mi desayuno-.
-Si el desayuno ahora lo trae Amada- se dio cuenta que su hermana no estaba de muy buen humor pero continuó -te aseguro que lo que voy a decir te va interesar solo debes prometerme que no vas a reaccionar mal o te vas a molestar, esto es muy serio-.
-Albertina tu siempre con tus exageraciones, pero prometo no molestarme- contestó Serena un poco fastidiada e impaciente.
Albertina se sentó en la cama y de su bolsillo sacó la carta y comentó -recuerda que prometiste no molestarte, esta carta es de Edgardo me la dio para ti antes de partir, hasta ahora no te la di  porque quería que te calmes para que pienses con tranquilidad-. 
El rostro de Serena cambio, ella estaba segura que esa carta tenía la explicación a los acontecimientos sucedidos en su ausencia.  Ella no quería que su novio piense que habia demorado los días de su viaje a propósito.
Albertina la dejó sola en la habitación y fue a buscar Amada para decirle que no lleve la bandeja del desayuno tan rápido.     
Serena abrió la carta y empezó a leer, Edgardo despues de algunas líneas generales le explicaba que mejor era tomarse un tiempo y cada uno seguir adelante  -Serena tal vez en el futuro nos volvamos a encontrar creo que tu familia no está de acuerdo con lo nuestro- en otras líneas decía -la vida nos ha deparado diferentes caminos, por el momento dejemos pasar el tiempo- después comentaba cuanto la quería y se despedía con un beso y terminó diciendo  -adiós mi amada Serena-. Las lágrimas caían por su rostro, mientras leía la carta de Edgardo, él se estaba despidiendo, seguro confundido por la actitud de Thelma.
En las afueras de la casa familiar, en la ciudad se vivían  momentos difíciles. Los acontecimientos internacionales no eran buenos y la tensión había llegado a un punto muy alto. La prensa internacional informaba del problema sobre límites de frontera entre Perú y Ecuador, en todos los hogares, en las calles y lugares públicos la gente comentaba el problema que aumentaba aún más la tensión  con las noticias negativas al otro lado de la frontera.
La preocupación en toda la ciudad causó más tensión al ver que una mañana los soldados del ejército pintaban una cruz roja gigante en el techo del hospital, que según las reglas internacionales de guerra es un lugar que no debe ser bombardeado en caso de un conflicto  por ser éste, un centro hospitalario. 

CONTINUARÁ