domingo, 5 de abril de 2020

ALIDA Y GERVACIO

Mientras las altas temperaturas abrazaban  la ciudad, dos días más tarde de la partida de Edgardo a Guayaquil, Serena y su padre llegaban a la ciudad de Tumbes.  
Thelma, Amada y Albertina los recibieron con alegría: -¿qué tal el viaje?- preguntó Thelma a los recién llegados -seguro todo muy bien y renovados con energía nueva- terminó de comentar.
Serena abrazó a su madre y contestó -todo nos fue muy bien, la tía Blanca te manda muchos saludos, pero ahora quiero preguntar si Edgardo ya ha venido a recogerme o todavía tengo que esperarlo- se hizo un silencio en la sala, Amada temerosa  miró Albertina y Thelma  fue quien contestó:
-Edgardo vino hace unos días, pero se fue porque iban a cerrar la frontera y después tendría problemas para salir, luego quiso cambiar la conversación pero Serena insistió.  
-Cómo que se fue, si él vino a recogerme para regresar juntos a Guayaquil, no puede haberse ido sin mí- y giró hacía su padre para decir  -yo no quería ir a Lima pero tú insististe en quedarte unos días más sabiendo que  tenía que regresar  para encontrarme con Edgardo, no puede ser posible que esto esté ocurriendo-. luego fue a tomar el teléfono para comunicarse con él, era inútil al otro lado no había respuesta Serena se angustió que iba hacer ahora. 
Albertina y Amada estaban en silencio, cuando su hermana regresó a la sala para decir que no podía comunicarse con Edgardo. 
Thelma contestó para tranquilizarla -seguro más tarde, si vuelves a llamar vas a comunicarte con él, ahora no te preocupes guarda tu maleta y descansa- Serena de no muy buen agrado obedeció a su madre, ella volvería a insistir en comunicarse con Edgardo, no podía creer lo que estaba viviendo. 
Cuando Serena no estuvo presente Santo habló con su esposa, se preocupó cuando Thelma le contó todo lo sucedido en su ausencia: -cómo se te ocurre actuar de esa manera, ¿en que pensabas? ¿por qué no lo recibiste?, qué va a pasar cuando tu hija se entere, vas a hacerla sufrir- comentó muy molesto. 
Una hora más tarde Serena volvió a llamar a Edgardo, pero no tenía respuesta, entonces se le ocurrió comunicarse con la prima Ester que vivía en Guayaquil y lo conocía,  al hablar con ella le preguntó si sabía algo de Edgardo porque Ester vivía cerca de su familia. La prima contestó: 
-Serena no sé nada de Edgardo, pero seguro ha viajado al campamento petrolero donde trabaja, eso es lo único que te puedo decir, en estos días no lo he visto, además se supone que tú regresabas por estos días-. Serena conversó con su prima  y le explicó que por el momento se demoraría en viajar unos días, luego se despidió de ella y mandó saludos a toda la familia en Guayaquil. En el silencio de su habitación pensaba  que iba hacer, estaba confundida. 
Albertina comentaba con Amada y las dos estuvieron de acuerdo en no decir nada, ellas esperaban que las cosas se calmen dentro de la familia, no era necesario arrojar más leña al fuego. 
A la hora del almuerzo Serena casi no probó bocado, estaba molesta y quiso salir a la plaza para caminar un poco y tomar algo de aire.  Fue inevitable al salir encontrarse con una de las vecinas que le contó con todo los detalles lo que había ocurrido con Edgardo, esto fue lo que desató la tormenta.
Serena regresó a su casa y llena de furia preguntó a su madre porqué no había recibido a su novio, preguntó varias veces  y ésta no contestó, solo trató de restar importancia a la situación 
Luego  dirigiéndose Amada y Albertina les dijo -ustedes sabían lo que había ocurrido y no decían nada ¡porqué! no quiero pensar que mi viaje a Lima fue un teatro para evitar que me encuentre con Edgardo, no es casualidad que en los exámenes  médicos mi padre esté más saludable que yo- decía todo esto llorando y levantado la voz. 
Thelma trató de calmarla pero fue peor, su hija mayor se molestaba aun más: -no madre no trates de callarme porque sé que el fondo tú haz estado detrás de todo esto- entonces se encendió aun más la discucion, al punto de que Santo el padre tuvo que intervenir para calmar los ánimos: 
-Serena ve a tu habitación- dijo molesto.
Su hija levantando la voz y contestó -si esto se pone peor nunca voy a perdonar que  hicieran algo así  a Edgardo- luego se retiró a su habitación tirando la puerta llena de furia y rencor. 
En la sala Santo le increpaba a su esposa -tú y tu manía de querer controlarlo todo y querer manejar la vida de tus hijas.     
Se había desatado la tormenta en la casa familiar, Thelma no contestó a su esposo- Amada y Albertina nunca estuvieron de acuerdo con su madre. Santo salió de la casa quería respirar y calmarse después de tener tremenda discucion con su esposa y su hija.              
Albertina sin que nadie se de cuenta salió de la casa y subió al departamento a buscar Alida, cuando entró estaba nerviosa, no podía articular palabra. 
Alida al verla en ese estado preguntó -¿qué sucede Albertina porqué estás así?-.
-Alida, Alida- repetía su nombre y no decia nada más.
-Calma por favor y dime qué sucede-  le señaló un sillón para que se siente. 
-Alida no sé que va a pasar ahora en mi casa, mi padre y Serena llegaron de viaje y se a desatado una discucion terrible, mi hermana ya sabe todo con respecto a Edgardo y está molesta con mi mamá, se puso a llorar, oh mi Dios, fue terrible pero ahora viene lo peor- y sacó de su bolsillo la carta que Edgardo le había dado: -está carta es para Serena pero no sé si dársela o destruirla, nadie sabe de su existencia-. se quedó en suspenso sin saber que hacer.
-Albertina si pides mi opinión, esa carta le pertenece a Serena y debes dársela, solo ella puede decidir que hacer-.
-Alida no sé qué dice la carta, pero si su contenido¿ sirve para crear más conflicto?, tú no imaginas el ambiente horrible que hay en este momento, nunca antes hemos vivido algo así. Tengo miedo entregarla-. dijo más calmada. 
-Espera solo dos días para que todo se calmen y antes de entregársela le dices que tome las cosas con calma, que no se moleste, sea lo que sea que diga la carta. No quiero opinar sobre asuntos familiares pero tu madre no hizo bien al no querer recibir a Edgardo- contestó Alida.
-Mi mamá siempre quiere hacer las cosas a su manera y muchas veces no puedo comprenderla, tienes razón, voy a esperar un par de días  para entregar la carta y que sea lo que Dios mande.
Albertina se despidió de Alida y fue a su casa, en su habitación escondió la carta por el momento era mejor así, nadie debía enterarse todavía  de su existencia. 
En la noche a la hora de la cena, Serena no quiso salir de su habitación y Amada se ofreció a llevarle la cena, era mejor así para evitar más conflictos. Amada entró en la habitación y encontró a su hermana llorando, -Serena aquí traigo la cena, es tu plato favorito y de postre un budín de chocolate, dicen que el chocolate lo cura todo-  Amada decía esto para hacerla sonreír.
-No tengo ganas de probar alimento, es mejor que te lleves la bandeja- contestó Serena de mal humor.
-No te castigues, con no alimentarte, lo único que vas a conseguir es enfermar y después como vas a tomar decisiones para tu futuro- agregó sonriendo Amada y le extendía la bandeja con la cena.
-Serena sé que ahora estás molesta con lo que ha pasado,  con el paso de los días vas a pensar con calma para tomar tus decisiones, además allá afuera están pasando cosas muy graves, se han roto las relaciones diplomáticas entre Perú y Ecuador y no sabemos que va a suceder, no te encierres en tu mundo y ten calma- conversaba Amada con su hermana para hacerla reflexionar.        
La ciudad por esos días vivía un clima de tensión, las noticias que venían del otro lada de la frontera no era buenas, habían fuertes comentarios y ánimos de enfrentamiento, la tensión crecía entre ambos países. 
Cómo Albertina había decidido, pasado los dos días, sacó la carta de su escondite y fue a la habitación de Serena que en todos esos días no había salido para estar junto a la familia, era su forma de protesta por lo ocurrido.
Albertina tocó la puerta y entró, Serena estaba en cama -buenos días querida hermana tengo que hablar contigo- dijo esto para ver qué le contestaba.
-Albertina no tengo ganas de conversar con nadie, retírate por favor, estoy esperando mi desayuno-.
-Si el desayuno ahora lo trae Amada- se dio cuenta que su hermana no estaba de muy buen humor pero continuó -te aseguro que lo que voy a decir te va interesar solo debes prometerme que no vas a reaccionar mal o te vas a molestar, esto es muy serio-.
-Albertina tu siempre con tus exageraciones, pero prometo no molestarme- contestó Serena un poco fastidiada e impaciente.
Albertina se sentó en la cama y de su bolsillo sacó la carta y comentó -recuerda que prometiste no molestarte, esta carta es de Edgardo me la dio para ti antes de partir, hasta ahora no te la di  porque quería que te calmes para que pienses con tranquilidad-. 
El rostro de Serena cambio, ella estaba segura que esa carta tenía la explicación a los acontecimientos sucedidos en su ausencia.  Ella no quería que su novio piense que habia demorado los días de su viaje a propósito.
Albertina la dejó sola en la habitación y fue a buscar Amada para decirle que no lleve la bandeja del desayuno tan rápido.     
Serena abrió la carta y empezó a leer, Edgardo despues de algunas líneas generales le explicaba que mejor era tomarse un tiempo y cada uno seguir adelante  -Serena tal vez en el futuro nos volvamos a encontrar creo que tu familia no está de acuerdo con lo nuestro- en otras líneas decía -la vida nos ha deparado diferentes caminos, por el momento dejemos pasar el tiempo- después comentaba cuanto la quería y se despedía con un beso y terminó diciendo  -adiós mi amada Serena-. Las lágrimas caían por su rostro, mientras leía la carta de Edgardo, él se estaba despidiendo, seguro confundido por la actitud de Thelma.
En las afueras de la casa familiar, en la ciudad se vivían  momentos difíciles. Los acontecimientos internacionales no eran buenos y la tensión había llegado a un punto muy alto. La prensa internacional informaba del problema sobre límites de frontera entre Perú y Ecuador, en todos los hogares, en las calles y lugares públicos la gente comentaba el problema que aumentaba aún más la tensión  con las noticias negativas al otro lado de la frontera.
La preocupación en toda la ciudad causó más tensión al ver que una mañana los soldados del ejército pintaban una cruz roja gigante en el techo del hospital, que según las reglas internacionales de guerra es un lugar que no debe ser bombardeado en caso de un conflicto  por ser éste, un centro hospitalario. 

CONTINUARÁ 

        
        

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