Las noticias eran alarmantes en el norte del país, Alma había escuchado los noticieros y en su casa conversaba con su hermana Vera mientras los nervios y el miedo la consumían.
Vera decía Alma: -¿has escuchado las últimas noticias de lo que está sucediendo en el norte?, yo hablé en la mañana con Alida y ella me ha asegurado que todo está bien. Le he pedido que viaje de inmediato a Lima, pero ella insiste en decir que no me preocupe, que todos están bien- y casi sollozando terminó por decir -no sé porque esta hija mía se empeña en tenerme con los nervios deshechos y el corazón en la mano de la preocupación, porque no quiere entender el daño que me hace- decía esto mientras se secaba las lágrimas.
Como siempre su hermana Vera más tranquila comentaba: -Alma, si Alida te dice que está bien, es porque así es. Ella jamás se va exponer a algún peligro y menos con el bebé, además Gervacio tampoco lo permitiría. Tienes que ver las cosas con calma, no es fácil lo sé, seguro me dirás que Alida no es mi hija, pero no olvides que es mi sobrina muy querida y me preocupa su seguridad, no te crees más tensión, te hace daño- Vera con estás palabras trató de calmar a su hermana que sufría por su hija, Alma siempre se asustaba de todo lo que tuviera que ver con ella.
Alida había conversado con su madre en los últimos días, ella sabía que con las noticias que llegaban a la capital. Su madre se pondría nerviosa y preocupada, solo esperaba que ahora con la última conversación Alma no se preocupe más, pero Alida ignoraba como estaba su madre al imaginar a su hija en el peor de los escenarios, así de nerviosa era Alma y nadie la podía cambiar.
Los últimos acontecimientos habían puesto a la ciudad en gran tensión, todos se preguntaban qué iba a pasar en los próximos días.
En la mañana muy temprano Serena se levantaba de la cama decidida a salir de su habitación, en el comedor la familia en pleno estaba en la mesa compartiendo el desayuno, Thelma al ver a su hija comentó: -que bueno que te levantes y tomes el desayuno con nosotros y todos estar juntos- la madre esperaba respuesta pero su hija no contestó.
Serena solo movió la cabeza y dirigiéndose a su padre dijo -padre me gustaría ir contigo al fundo, ahora que sales a trabajar- fue su respuesta, ella por el momento no deseaba conversar con su madre.
-Por supuesto hija, yo feliz de que quieras acompañarme y te involucres en el manejo del fundo, es algo que siempre he deseado que mis hijas me acompañen- dijo Santo con mucha satisfacción.
La familia era dueña de un fundo de cincuenta hectáreas donde sembraba varios frutos con los se mantenía el hogar.
Thelma no hizo comentarios, por el momento era mejor no crear más conflictos de los que habían. A la hora que Serena terminó el desayuno se puso de pie y agregó:
-Padre en un momento me alisto y nos vamos. Madre una vez que todo esto pase, voy a viajar a Guayaquil de regreso para terminar mis estudios y tener una conversación pendiente con Edgardo, quiero que sepas que nada hará que cambie de opinión, es mejor que ahora tengamos paz y quiero que me hables lo menos posible, es mi deseo en estos días- Serena tuvo un tono desafiante con su madre, pero fue directa no quería faltar el respeto solo deseaba dejar las cosas en claro.
Thelma, conocía a su hija tenía el mismo carácter que ella entonces para qué insistir y crear discusiones.
Amada y Albertina estaban en silencio y observaron a su hermana cuando se retiraba a su habitación, Santo también fue a prepararse para salir con su hija. Las dos hermanas en la mesa suspiraron profundamente, ambas se daban cuenta que la tormenta no se había terminado solo había un pequeño descanso.
En cada casa, en cada esquina y en todas las calles, los pobladores comentaban sobre lo que sucedía entre los dos países. Desde Ecuador las noticias eran cada vez peores y el clima de amistad ya no existía ¿que iba a suceder ahora? los ciudadanos se preguntaban.
Alida y Gervacio también conversaban sobre el tema, no eran muy alentadoras las últimas noticias.
A la hora que se iban a dormir después de un día de trabajo, Alida fue a cambiar a Sebastian para que duerma, entonces Gervacio preguntó:
- Si deseas mañana mismo compramos un pasaje para que viajes a Lima, no te preocupes por nada, tu mamá debe estar muy nerviosa pensando en ti-.
-Gervacio estamos juntos y quiero seguir así, con mi madre he hablado y ella está más tranquila.Tú la conoces, siempre es así- ambos se abrazaron se dieron las buenas noches y se disponían a dormir. Al día siguiente los dos pensaban que sería mejor el panorama que se avecinaba.
Cerca de las tres de la mañana Alida se despertó por los ruidos que venían de la calle, se asomó a la cuna de Sebastian, él dormía profundamente
sin sentir la bulla. Luego Alida se acercó a la ventana que daba a la calle principal que se unía con el puente que estaba sobre el río y ahí, sin aliento casi por los nervios, se dio cuenta que el ruido se debía al paso de camiones del ejército que transportaban armamento pesado y tropa, Gervacio también se levantó al ver a su esposa en la ventana.
-¿Qué sucede Alida?- preguntó
-Gervacio mira- ambos veían con asombro por la ventana la cantidad de camiones que pasaban.
Alida abrazó a Gervacio y comentó: -Nos estamos preparando para una guerra-.
-No sé Alida, ahora no sabemos que puede suceder, lo que se viene es incierto, solo espero que no sea algo peor- beso a Alida en la frente la abrazó de nuevo, mientras afuera en la calle seguían pasando los camiones del ejército.
De regreso a la cama ninguno de los dos podía conciliar el sueño, lo que se venía no era nada bueno, casi lo podían presentir, ninguno hablaba para no perturbar al otro, ambos pensaban en supuestos y en acciones que ellos imaginaban.
Al amanecer la realidad se mostraba sola, la ciudad había amanecido con un tanque de guerra que protegía el puente, este era el único nexo de la ciudad con el resto del país, en un supuesto conflicto armado la urgencia era defender el puente a cualquier precio, para el caso de tener que transportar más tropa y armamento. Soldados a su alrededor custodiaban la máquina de guerra que había causado aún más impresión por las circunstancias que se vivían en esos días.
Albertina conversaba con Alida que ya no podía acercarse al malecón por ser un área restringida en ese momento: -Alida te has dado cuenta de lo que está pasando, hay un tanque en el puente ahora que nos espera en las semanas que vienen-.
-No lo sé Albertina, debemos esperar que todo se calme y que encontremos el camino a la paz, en estos días una guerra sería una tragedia- dijo Alida con temor por las posibles consecuencias.
Ahora la gente se sentía más alarmada pensando en el futuro. Doña Constanza cuando conversaba con Alida le contaba sobre el conflicto armado del pasado con Ecuador y ahora esos recuerdos volvían de nuevo. No había reunion en la ciudad donde no se hable del tema, se vivía el día día en una tensa espera.
La consigna del General del ejército que comandaba las fuerzas del norte era la de esperar, la orden venia de los comandos de Piura y Lima.
En Tumbes corría un sentimiento patriótico, nadie quería una guerra, pero si se iniciaba un conflicto la gente no estaba dispuesta a retroceder.
La tropas fueron situadas a lo largo de la frontera donde ambos ejércitos de Perú y Ecuador se miraban con desconfianza y bastaba solo un disparo para desatar la guerra con consecuencias nefastas. La advertencia para la población era de que si se desataba la guerra y había un bombardeo todos debían correr a buscar refugio, pero no salir de la ciudad a campo abierto, ni correr por la carretera de salida, lo mejor era protegerse en lugares seguros. Las campanas de la iglesia sonarian para advertir a la población del peligro.
En el país todas las fuerzas se unieron, no había discusiones y todos estaban de acuerdo con el ejército. Los políticos de las diferentes bancadas y sobre todo el presidente esperaban las noticias que llegaban del norte.
Alida no perdía el tiempo y se comunicaba más seguido con su madre para tranquilizarla, no quería que se imagine que su hija vivía lo peor.
Al amanecer la realidad se mostraba sola, la ciudad había amanecido con un tanque de guerra que protegía el puente, este era el único nexo de la ciudad con el resto del país, en un supuesto conflicto armado la urgencia era defender el puente a cualquier precio, para el caso de tener que transportar más tropa y armamento. Soldados a su alrededor custodiaban la máquina de guerra que había causado aún más impresión por las circunstancias que se vivían en esos días.
Albertina conversaba con Alida que ya no podía acercarse al malecón por ser un área restringida en ese momento: -Alida te has dado cuenta de lo que está pasando, hay un tanque en el puente ahora que nos espera en las semanas que vienen-.
-No lo sé Albertina, debemos esperar que todo se calme y que encontremos el camino a la paz, en estos días una guerra sería una tragedia- dijo Alida con temor por las posibles consecuencias.
Ahora la gente se sentía más alarmada pensando en el futuro. Doña Constanza cuando conversaba con Alida le contaba sobre el conflicto armado del pasado con Ecuador y ahora esos recuerdos volvían de nuevo. No había reunion en la ciudad donde no se hable del tema, se vivía el día día en una tensa espera.
La consigna del General del ejército que comandaba las fuerzas del norte era la de esperar, la orden venia de los comandos de Piura y Lima.
En Tumbes corría un sentimiento patriótico, nadie quería una guerra, pero si se iniciaba un conflicto la gente no estaba dispuesta a retroceder.
La tropas fueron situadas a lo largo de la frontera donde ambos ejércitos de Perú y Ecuador se miraban con desconfianza y bastaba solo un disparo para desatar la guerra con consecuencias nefastas. La advertencia para la población era de que si se desataba la guerra y había un bombardeo todos debían correr a buscar refugio, pero no salir de la ciudad a campo abierto, ni correr por la carretera de salida, lo mejor era protegerse en lugares seguros. Las campanas de la iglesia sonarian para advertir a la población del peligro.
En el país todas las fuerzas se unieron, no había discusiones y todos estaban de acuerdo con el ejército. Los políticos de las diferentes bancadas y sobre todo el presidente esperaban las noticias que llegaban del norte.
Alida no perdía el tiempo y se comunicaba más seguido con su madre para tranquilizarla, no quería que se imagine que su hija vivía lo peor.
Serena salía con su padre todos los días al fundo, en la casa familiar no se hablaba de otra cosa que no sea la tensa situación del día y comentaban con esperanza cuando se iba resolver o que iba a suceder. La frontera estaba cerrada y el comercio que en otros tiempos era normal y fluido de compra y venta de ambos países, se había detenido y esto creaba problemas económicos.
Como era inevitable los enfrentamientos entre ambos ejércitos se dieron en otro territorio pero no a campo abierto, en Tumbes. Las noticias del conflicto y de falsos territorios fue llamado el Falso Paquisha, hubieron bajas que todos lamentaban pero las consecuencias no fueron tan graves, los ánimos después de este enfrentamiento comenzaron a calmarse, el tema de límites de frontera era un tema latente que quedaba expuesto con este conflicto.
Años más tarde volvería a ver otro enfrentamiento armado con Ecuador y esta vez quedaría sellado el límite de frontera definitivo entre los dos países, para que el futuro de Perú y Ecuador sea en un clima de paz y buena convivencia, con un gran desarrollo para ambos países.
CONTINUARÁ
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