domingo, 14 de junio de 2020

ALIDA Y GERVACIO


La playa, de un paisaje hermoso y paradisíaco, era tranquila y solaz. Alida después de mojarse los pies en el mar fue al lado de Gervacio. 
Los invitados y la familia caminaron hacia la casa que estaba solo a unos metros del mar, ésta en su tiempo fue construida con cañas de Guayaquil que le daban al exterior un aspecto de cabaña. La casa en medio de la playa, era la única en varios kilómetros a la redonda. En su interior había  una sala decorada con muebles de playa, un comedor amplio y cómodo, además de  varios dormitorios para huéspedes. La cocina lucía un gran ventanal desde donde se podía ver el mar, aparte estaba equipada con muebles y artefactos que permitían preparar los más deliciosos platos gourmet. En resumen la casa contaba con todas las comodidades para pasar un día o varios días de magnificas vacaciones. 
Un día de playa y descanso, le venía bien a todos los presentes para alejarse de la rutina y a los niños para jugar y divertirse en el mar.
Alida estaba encantada con la casa y el entorno, acomodó al pequeño Sebastian en su corralito portátil y le dio varios juguetes para entretenerse, los demás se acomodaron a conversar y a refrescarse. La casa tenía techos altos y grandes ventanas en cada estancia, esto permitía tener un ambiente bien ventilado y fresco en su interior. 
Magdalena y Miguelito con su madre, Mariví y Alida fueron a bañarse, el día de calor y sol brillante invitaba a sumergirse en el mar. Gervacio, Mauricio y Agustín se quedaron en la casa a la sombra mientras cuidaban a Sebastian que jugaba tranquilo. Alida no quería todavía exponerlo al sol, era muy pequeño. 
Doña Amanda disfrutaban ver a sus nietos  jugando en el mar, la alegría de sus risas era contagiosa, Nidia atenta a ellos los cuidaba mientras se bañaban. Mariví mostraba su destreza en el mar y Alida hacia lo propio. 
La mañana era propicia para disfrutar de la diversión,  Alida después de bañarse un buen rato fue a la casa para estar con Sebastian; mientras Gervacio, si así lo deseaba podía ir a bañarse en el mar, era mejor turnarse para estar atentos de cuidar a su hijo, pero los caballeros estaban tan entretenidos con su conversación sobre política y arreglando los problemas del país que desistieron ir al mar.
Cuando regresaron a la casa Nidia, sus hijos, Mariví y doña Amanda, el almuerzo estaba casi listo, preparado por Carmela,  la señora que ayudaba en la casa de la familia Noble Arredondo.
Sentados en la mesa, la familia e invitados disfrutaban de deliciosos pescados recién traídos del mar y preparados como ceviche o fritos, frescas ensaladas, salsas y demás platos preparados por una excelente cocinera, todo esto estaba servidos en la mesa. Se brindó con vino blanco traído por los invitados y se disfrutó de la agradable compañía y del mar. 
El resto del día las mujeres sentadas en el porche de la casa conversaban y admiraban el paisaje, mientras los caballeros disfrutaban de un refrescante baño de mar con los hijos de Mauricio. Sebastian dormía la siesta de la tarde en una de las habitaciones y Alida estaba pendiente de él.
La hora de partir se acercaba y nadie quería irse, todos deseaban quedarse por siempre en la playa pero la realidad de la vida y el trabajo los esperaba. Se quedaron hasta esperar la hora del ocaso del Sol, que parecía sacado de un cuadro de un experto pintor. 
El cielo se encendió en un rojo casi naranja, mientras el Sol lentamente se ocultaba en el horizonte. La naturaleza les brindaba un espectáculo de esplendor que los dejaba sin palabras. 
Ya era de noche cuando Alida y Gervacio se despedían de sus amigos y agradecían todas las atenciones y su compañía. La casa de la playa volvía a cerrarse hasta una nueva visita y quedaba al cuidado de un guardián. 
Al llegar a su casa Gervacio y Alida estaban cansados, el único despierto, descansado y feliz era Sebastian después de haber hecho su siesta de la tarde. 
-Gervacio- comentó Alida -no podía ser un día más perfecto el que hemos pasado hoy, la playa era una pintura y el ocaso de sol, nunca vi algo parecido, hemos disfrutado demasiado-.  dijo Alida feliz al referirse al paseo.  
-Si...la verdad yo también lo he disfrutado, la playa perfecta y la casa una maravilla de construcción y comodidad. Mauricio me contó que fue su padre el que la mandó a construir y que él cuando era pequeño venía muy seguido con sus hermanos y sus padres a pasar varios días de vacaciones, la casa siempre  solía recibir a muchos amigos-.             
Para Alida había sido un día de relax,            
ella no quería recordar su terrible experiencia pasada. 
Los esposos se fueron a descansar, al día siguiente tenían un día de trabajo. 
Gervacio se levantó muy temprano y fue al huerto para ver como avanzaba su cultivo de melón, al verlo pensó que en unos días más se podía comenzar la primera cosecha. 
Entró en la casa, se sentía feliz, llamó a su esposa:
-Alida vamos a tener una gran producción de melón, las semillas han sido excelentes y ha rendido bastante en el huerto-. Se sobaba las manos mientras imaginaba la cantidad de melones que tendrían para el desayuno y el regalo que pensaba hacerle a su amigo Mauricio y a su familia por tantas atenciones que recibían de ellos. 
Gervacio llamó a Máximo su ayudante unos días después para que lo ayude con la primera cosecha  y con el mismo le envió un cargamento de melones de regalo a la familia de Mauricio. Ellos agradecieron el presente que era bien venido.
Los días transcurrían sin grandes novedades, Alida en su hogar atendía a Sebastian cuando escuchó una voz conocida que la llamaba desde la puerta de entrada, la que estaba siempre abierta para los amigos, era Albertina que la daba la sorpresa con su visita.
-Albertina-  exclamó Alida al ver a su amiga en la puerta -pasa por favor, estás en tu casa que agradable que estés aquí-  comentaba mientras la saludaba. 
-Alida quería venir hace tiempo, pero siempre surgía algo o algún recado de mi mamá que no me permitía venir pero ahora, aquí estoy. ¡Qué bonita está la casa! no puedo creer lo cuidado que luce el jardín de la entrada-.
-Gracias, trató de cuidarlo lo mejor que puedo, es mi gran pasatiempo-. 
Las dos amigas conversaban de las últimas novedades, Alida había dejado de ir unos días a Tumbes pero ya era tiempo de viajar a la ciudad, porque desde ahí además de visitar a sus conocidas podía llamar a su madre y saber como estaba, era un rito del que no podía olvidarse.
Albertina le comentaba sobre doña Constanza y de su salud -ella no ha vuelto a ser la misma después de su enfermedad, ahora sale muy poco. Con mi mamá siempre la vamos a visitar, Alida  no dejes de ir a su casa para verla, ella pregunta por ti.-
Albertina se quedó almorzar, ella como siempre jugaba y le cantaba a Sebastian mientras Alida daba los últimos toques al almuerzo. Cuando llegó Gervacio sintió gran satisfacción de encontrar Albertina, él sabía que ella era muy amiga de Alida.
En el almuerzo Albertina comentaba sobre Serena y Amada y lo bien que les iba en la capital  -en unos meses más, yo también voy a viajar para ir a estudiar, mi único problema es que  todavía no me decido que voy a estudiar-. Gervacio le presentó varias alternativas de carreras que a ella le podían interesar. 
Albertina se quedó hasta después de media tarde, era tiempo de despedirse y regresar, ella sabía que a Thelma su madre, no le gustaba que viaje por la carretera de noche. 
Gervacio se despidió, tenía que continuar con su trabajo. En el campo la naturaleza se toma tiempo para crecer y desarrollar, era necesario tener paciencia. Por eso mientras planificaba con Máximo de como iban a dividir el terreno para iniciar su investigación de campo, llegó Mauricio, pero esta vez se veía diferente  ¿qué sucedía con él?  se preguntaba.
-Amigo Gervacio- él nunca lo llamaba así -no puede ser lo que me esta sucediendo, en menos de diez días se han llevado dos vacas, se las han robado esa es la palabra. Mis vecinos del fundo me han contado que ellos han visto un camión donde  las suben, primero fue una y después de unos días regresaron por otra. Tengo que detener esta situación y enfrentar a los delincuentes-. hablaba Mauricio lleno de ira e indignación.
-Calma Mauricio, primero presenta tu denuncia para que la policía se encargue, tú no sabes que clase de gente es, tienes que tener cuidado-. comentó Gervacio para tranquilizarlo.
-Nunca antes ha sucedido esto, jamás nos hemos visto en esta situación.  Ya hice mi denuncia a la policía pero seamos realistas, el fundo queda muy lejos y ellos no se van a dar tiempo para detenerlos, si yo no los enfrento van a regresar otra vez y otra vez como si nada sucediera-.
                       
A Mauricio lo consumía la indignación por lo injusto de su caso. Era cierto cuando decía que nunca antes había vivido algo así, ni en tiempos de su abuelo, ni de su padre, pero todo había  cambiado y según decían los agricultores que eran sus vecinos, no eran gente conocida, ni eran de la zona. Ellos habían venido de otro lugar, esto hacia más complicado su caso.  
Gervacio no sabía como ayudar a su amigo, él se ofreció acompañarlo al fundo para resolver el problema, Mauricio agradeció su ofrecimiento y le dijo que él le iba a avisar cuando partía.
Gervacio vio alejarse a su amigo, sintió igual que él, ira por lo sucedido, a Mauricio le costaba criar cada vaca y no podía ser que otros vengan y sin más, se lleven el fruto de su trabajo y de lo que no era suyo. 
Antes del amanecer Mauricio preparaba su viaje al fundo, él quería hacer guardia por varios días hasta que vuelva aparecer el camión y entonces enfrentar a los delincuentes. Nidia le rogaba a su esposo que tenga cuidado -no te expongas, por favor-.
-No te preocupes allá me espera Casimiro nuestro capataz, con él voy a organizar toda la acción-. Mauricio se despidió de su esposa y partió. Él no le avisó a Gervacio un día antes para que l acompañe y le preste  ayuda, pensó que era mejor no molestar a su amigo con el problema.

CONTINUARÁ        

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