domingo, 26 de julio de 2020

ALIDA Y GERVACIO

El almuerzo en la casa de Alida se prolongó hasta media tarde, todos estaban felices de ver que Alida y Gervacio junto con Sebastian habían logrado salir de la zona de emergencia más aún si ellos ya no tenían casa donde regresar.
Celeste cargaba al bebé y lo abrazaba con amor: -Alida está tan lindo Sebastian, dentro de poco va a dar sus primeros pasos y luego lo veremos correr por toda la casa-.
-Si es verdad él va caminar y nos volverá locos a todos-. contestaba Alida sonriendo. La amistad entre las dos mujeres era real y eso le agradaba demasiado a Gervacio que agradecía a su esposa querer llevarse bien con su madre. 
Toda la familia por varios días había tenido el alma en vilo por no saber que había pasado con ellos, por ese motivo celebraban con alegría el reencuentro familiar. La más feliz de todo aquello era Alma, que podía disfrutar de la compañía de Sebastian, aunque Celeste también quería tener cerca a su nieto y verlo crecer.
Gervacio decía que debían turnarse para tenerlo y no entrar en ningún conflicto. 
-No, no, mi querido hijo, nosotras no vamos a discutir por tener al bebé, somos muy razonables- comentó Celeste. 
Todos los presentes estaban felices con la ocurrencia y empezaban a despedirse después de disfrutar de un delicioso almuerzo, era hora de dejar a la familia descansar y organizarse para su nueva vida. 
La tía Vera antes de salir se acercó Alida -querida no sabes cómo tu madre y yo estuvimos de preocupadas al no tener noticias de ustedes, no dormíamos tan solo de imaginar lo peor, pero gracias al cielo están con nosotros y están bien. 
Cuando todos se habían ido, Alida comentó con Gervacio -tú encárgate de Sebastian yo voy ayudar a mi madre a ordenar todo en la cocina-. Gervacio levantó al bebé en sus brazos y lo llevó a su habitación para cambiarlo y jugar con él. 
En la noche todo en la casa estaba en silencio, Alida conversaba con Gervacio:  -recuerdo a nuestros amigos y me preguntó ¿cómo estarán en el norte? no hemos podido despedirnos de ninguno de ellos y por las noticias en la televisión, todavía sigue la emergencia en la región-. 
-Si es verdad, solo espero que el clima cambie pronto que el Fenómeno del Niño se aleje para que puedan reconstruir lo destruido-. terminó de decir Gervacio antes de quedarse profundamente dormido. 
Cuando se inició la nueva semana, Gervacio se incorporó a su trabajo en el laboratorio, tuvo que hacer un informe detallado de lo ocurrido con su investigación y poner en orden las cuentas para que su jefe esté enterado de todo lo que sucedió.  
Ni bien Alida logró comunicarse con Albertina unos días más tarde, preguntó ¿cómo estaba  ella y su familia? además preguntó también por Doña Constanza, que por todas las gracias del cielo se encontraba bien.  La zona donde ella vivía no fue invadida por el agua pero su casa, si quedó aislada. 
Por el lado de la familia Noble Arredondo no había forma de comunicarse con ellos, toda comunicación fue destruida por la lluvias por lo tanto no se sabía cual era su situación.  
Pero la vida debía continuar y con el transcurrir de las semanas Alida se organizó y presentó una solicitud para comenzar a trabajar de nuevo. Con la ayuda de su madre  para cuidar a Sebastian mientras ella trabajaba, sería más fácil.
El clima en el norte se estabilizó y las lluvias se calmaron después de varias semanas, dejando a su paso destrucción y carreteras interrumpidas. Reconstruir todo de nuevo iba a tomar su tiempo.
Albertina por fin pudo salir de Tumbes y viajar a la capital para reunirse con sus hermanas y estudiar como era su propósito. Se contacto con Alida que feliz la invitó a ella y sus hermanas a que la visiten en su casa, la amistad entre ellas se estrechó y se reunían bastante seguido.
Serena seguía su carrera de ingeniería en              
petróleo y Amada seguía la carrera  de administración, Albertina por fin  decidió seguir la carrera de agronomía.
La hermanas cuando visitaban Alida le comentaba sobre Doña Constanza y su hija Elmira.
-Alida los hijos de Doña Constanza siempre la visitan como le  habían prometieron cuando ella se enfermó. Ellos ahora viajan a Tumbes más seguido y están al tanto de su madre y de lo que puede necesitar. Su hija mayor Azucena después de las lluvias quiso llevársela a vivir con ella, pero su madre rechazó la oferta con delicadeza, le dijo que ella no quería vivir en otro sitio que no sea su casa, te agradezco pero es mejor así- comentó Albertina.
-Bueno ella nunca se va acostumbrar a vivir en otro lugar que no sea su casa, todas aquí lo sabemos que ella siempre ha sido una mujer independiente y no le gusta molestar a nadie aunque sean sus hijos- contestó Alida sobre el tema. 
En sus conversaciones con Doña Constanza siempre se dio cuenta que solo la sacarían de su casa con los pies por delante como alguna vez le comentó y esta manera de pensar no la cambiaría por nadie.
Gervacio recibió una carta de Máximo semanas después que el temporal y las lluvias habían amainado, en ella  le contaba como todo habían cambiado en el pueblo, el Fenómeno del Niño se llevó muchas casas.  Su padre después de las lluvias había fallecido y eso fue una gran tristeza para la familia. También le comentaba sobre la familia Noble Arredondo que por suerte todos estaban bien, pero el agua había causado destrozos en su propiedad y en el fundo tenían grandes pérdidas económicas. Con respecto a las investigaciones del caso de Mauricio se habían detenido por las lluvias y no había hasta ahora algún resultado.  Terminaba su carta preguntando -¿señor Gervacio qué hago con sus cosas que logré salvar? en la casa usted dejó todo su ropa y enseres del hogar-.
Gervacio comentó con Alida sobre la situación -¿qué hacemos Alida si ya hemos comprado todo de nuevo?-. 
Ella se quedó unos segundos pensando y contestó: -dile que él disponga que hacer con todo, con la lluvia que entró en la casa y la mitad que se hundió,  seguro se malograron muchas cosas, que él disponga, que no se preocupe-. 
Gervacio así le contestó en una carta a Máximo que él disponga lo que se puede utilizar que lo utilice y lo otro que lo deseche. 
Alida y Gervacio se sentían aliviados al saber que sus amigos de Zarumilla estaban bien aunque con pérdidas económicas ellos se recuperarían con el tiempo. Ambos sentían gran pesar que el caso de lo sucedido a Mauricio no tenga hasta ese momento solución, pero se podía comprender la demora por lo sucedido con las lluvias pero ellos no perdían la esperanza de que la policía encuentre a los culpables y les caiga todo el peso de la ley. 
Alida comenzó a trabajar y se iba tranquila al Instituto de Investigación Biológica sabiendo que su madre la ayudaba con Sebastian, tenía su ama para que lo atienda y Alma estaba atenta a su cuidado. 
Con respecto a las hermanas, el amor volvió a tocar las puertas de Serena, era un compañero de universidad con el cual se llevaba muy bien, ellos comenzaron como amigos y terminaron enamorados, Amada estaba comprometida en matrimonio y pronto sería su boda, Albertina fue la única de las hermanas que regresó a Tumbes, ella quería aplicar en el fundo de su padre los nuevos conocimientos y las nuevas técnicas en agricultura para hacerlo más productivo. Thelma como había prometido, no intervino en nada con respecto a las decisiones de sus hijas, ella guardó silencio aunque todos sabían que le costó mucho hacerlo, debido a su temperamento.                
En un momento dado Alida comentó con su madre que querían mudarse a su casa propia, Alma se puso muy triste y le pidió que no lo haga:
-Hija, la casa es muy grande para mi sola, ustedes tienen todo el espacio que deseen, además en vez de mudarse podemos dividir la casa que tiene dos pisos y hacer el segundo piso un departamento para ti, Gervacio y Sebastian, piénsenlo.- terminó de comentar Alma y se retiró al jardín para que su hija piense en la propuesta.  
Alida en la noche mientras se iban a dormir conversó con Gervacio sobre la última propuesta de su madre y él contestó: -Alida la decisión la dejo en tus manos, es la casa de tu madre y algún día será tuya, lo que decidas estará bien-. 
Alida decidió dejar las cosas como estaban, ella no quería que su madre se sienta triste y además era una gran ayuda con Sebastian. 
El camino  ahora era más sencillo, los dos confiaban que el amor y el sentimiento se mantengan en el tiempo. Todo lo vivido y lo aprendido quedaría por siempre en su memoria. El pasado era ayer, el futuro se convertía en una promesa, lo importante era el presente el aquí y el ahora. Vivir el día a día con Sebastian y el amor que existía entre los dos.  


FIN     

domingo, 19 de julio de 2020

ALIDA Y GERVACIO

El caos que se había formado en el aeropuerto de Tumbes era total. 
La mayoría de personas que querían  viajar  habían venido a la ciudad para hacer negocios en la frontera y vender todo tipo de mercadería, ellos eran personas de paso.   
El caso de Alida y Gervacio era diferente, necesitaban salir de la ciudad porque ya no tenían un lugar a donde regresar, con un bebé en brazos su situación se complicaba. 
Ellos no se habían dado cuenta pero en ese momento en todo el aeropuerto eran los únicos que tenían un bebé, por este motivo nadie protestó y permitieron que se les de prioridad para comprar sus pasajes.  
Los vuelos comerciales ya no llegaban al aeropuerto de Tumbes, ahora era un avión del ejército, un Antonov el que estaba prestando ayuda a los civiles. Los vuelos de apoyo civil llegarían solo hasta Piura, lugar donde la gente podía tomar un vuelo comercial a Lima. Como era de esperar la situación se tornaba difícil, todo el mundo quería comprar un pasaje y se abalanzaban sobre el mostrador donde dos empleadas del ejército trataban de mantener el orden sin lograrlo. 
Gervacio en su desesperación logró llegar hasta el mostrador y como una súplica, le explicaba a una de las señoritas que tenía un bebé de meses y  a su esposa. La empleada lo escuchó y se dio cuenta que su caso era delicado, después de forcejear y empujar no había otra manera, logró  comprar dos pasajes, Sebastian no pagaba pasaje, el viajaba en los brazos de Alida. 
Con los boletos en la mano se alejó del mostrador, despeinado y con la camisa jalonada por la lucha que había sostenido para adquirir los pasajes. Se acercó Alida y le dijo: 
-Dentro de una hora salimos, en el primer vuelo de un avión del ejército. Los vuelos son solo hasta Piura,  ahí podemos que tomar un vuelo comercial-.
Alida estuvo de acuerdo no había otra forma de salir de Tumbes, ahora lo más preocupante era el bebé y llegar pronto a Piura.
El avión del ejército era de carga, servia para transportar tropa o armamento según el caso, pero en esta situación  sería un vuelo de civiles para ayudarlos a salir de la zona de desastre, hasta ese momento todavía se podía usar la pista de aterrizaje del aeropuerto.
Cuando anunciaron por el parlante que el vuelo estaba listo para partir, las personas que tenían sus pasajes en la mano debían formar una sola fila para subir en orden al avión, de otra manera no se les permitiría abordar. Alida y Gervacio se prepararon con sus mochilas en la espalda y Sebastian en los brazos, se formaron con el primer grupo de personas para subir a la nave.
El avión era enorme, Alida nunca antes había visto uno así, al subir se encontró con que no tenía los asientos como los aviones comerciales, si no estos eran largas bancas pegadas a las paredes, todos debían tomar asiento en ellas y poner sus cosas en el espacio que quedaba en el medio. Era una extraña sensación, no  muy cómoda pero para un vuelo corto,  suficiente. 
El avión se preparó a partir, al prender los motores hacia un fuerte ruido, lo cual asustó algunos pasajeros que trataron de mantener la calma y no ponerse nerviosos. La nave levantó vuelo y por ser de gran tamaño, el viaje se hizo más lento, pero lo bueno es que estaban volando y eso era lo único importante para llegar a Piura. 
Gervacio respiraba más tranquilo al saber que habían salido del caos y Alida se sentía un poco triste porque no se había podido despedir de sus amistades por las circunstancias, Doña Constanza, Thelma, Santo, Albertina, Nidia, la familia Noble Arredondo y algunos más quedaban en la ciudad y ella rogaba para que pudieran pasar lo mejor posible la terrible situación que se presentaba en la zona.   
En el trayecto, el vuelo presentó algunas turbulencias que hacía que la enorme nave se sacuda pero fue solo un momento y nada más.  
Al llegar a Piura el aterrizaje fue suave a pesar del gran tamaño de la nave. En ese instante había terminado la primera fase de su viaje, Lima les parecía tan lejana como en el polo norte.
Gervacio no dudó y fue directo al mostrador para comprar los otros pasajes de avión a la capital, en esas circunstancias asegurar el viaje era necesario. 
La señorita que atendía les dijo que había sitio en el último vuelo de la noche que salia a las 9 p.m. Gervacio aceptó y compró los pasajes, aquí no se podía dudar porque no se sabía que podía pasar después.           
Alida vio el reloj, era el medio día, como faltaban varias horas para partir de nuevo, ambos salieron del aeropuerto para tomar una habitación de hotel, tenían que atender a Sebastian que empezaba a fastidiarse con tanto ajetreo. 
En un hotel del centro de la ciudad pidieron una habitación. Alida atendió al bebé para que se tranquilice, luego tomó un baño y se cambio de ropa la que traía estaba llena de barro seco por la caminata que habían realizado para salir a la carretera en Zarumilla.  
Gervacio hizo lo mismo, su ropa no estaba en mejores condiciones. 
Almorzaron algo ligero en el comedor del hotel, ahí se enteraron por las noticias  que Piura también estaba sufriendo los embates del Fenómeno del Niño y que las lluvias destruían todo a su paso. Los dos rogaban que el clima se mantenga estable y no llueva para que no suspendan el vuelo. 
Regresaron a su habitación para descansar unas horas y más tarde partir al aeropuerto. Al menos tendrían unas horas de tranquilidad y descanso.
En su habitación conversaban sobre los últimos acontecimientos vividos hasta ese momento, Alida le contaba a Gervacio el miedo que sintió viajar en el Antonov, tuvo que hacer un gran esfuerzo para controlarse y no perder la calma. 
-Ya todo paso Alida, hemos salido de lo peor, ahora solo faltan unas horas para estar en Lima-. contestó Gervacio para tranquilizar a su esposa. 
El reloj marcaba las 7 de la noche cuando Alida y Gervacio partían al aeropuerto para tomar su vuelo, como era de esperarse el avión salió tarde, pasadas las diez de la noche por condiciones climáticas. En sus asientos ambos respiraban tranquilos pero no estarían seguros hasta llegar a Lima. 
Era un alivio pensar que en algo más de una hora estarían junto a sus familias. Alida ya imaginaba a su madre como estaría, sin saber nada de ella desde hace varios días. Alma se preocupaba demasiado por su hija y en este caso tenía que darle razón, las noticias que venían del norte no eran nada buenas.
Gervacio también pensaba en sus padres, Celeste su madre seguro no dormía pensando en cómo se encontraba  su hijo, Alida y el bebé 
Por fin el vuelo aterrizó en el aeropuerto Jorge Chavez, Alida estaba agotada, Sebastian dormía en sus brazos y Gervacio también sentía cansancio, un esfuerzo más y estarían en casa de Alma, lugar donde se quedarían.
Las doce de la noche Alida tocaba la puerta de la casa de su madre, la odisea para ellos había terminado, tenían hambre y sueño, felizmente el bebé dormía.
Alma abrió la puerta y dio un grito de felicidad al ver a su hija, su amada hija estaba frente a ella sana y salva junto a su nieto y a Gervacio. Los hizo pasar, no dejaba de abrazar a Alida mientras Gervacio cargaba al bebé y lo llevaba a su habitación, luego regresó  para saludar Alma que lo abrazó con alegría al ver que los tres estaban bien.
-Mamá por favor, hay en tu cocina algo que podamos comer, que no sea nada complicado puede ser un vaso de leche, con Gervacio no hemos comido nada desde el almuerzo- decía Alida a su madre.
-Si hija, tengo leche, pan jamón y si quieres puedo freír algunos huevos, Gervacio se animó para freír los huevos, pero Alma lo mandó a sentarse con el pretexto de que estaba cansado, ella fue quien los preparó.
Al día siguiente después de una noche de sueño completo y reparador Gervacio comentó con Alida:
-Tengo que ir a ver a mis padres, voy a tomar el desayuno con ellos, mi mamá también debe estar muy preocupada-.
-Si Gervacio, ve con tus padre, dale de mi parte saludos- se interrumpió un momento y preguntó a su madre -¿podemos invitar a los padres de Gervacio almorzar?, sería bueno para poder saludarlos-.
-Está bien hija me parece perfecto, también voy a invitar a tu tía Vera y a su esposo, ellos han estado muy preocupados por ustedes-.
Gervacio llegó a su casa que estaba a solo unas cuadras de la casa de Alida, tocó la puerta y su padre abrió, la sorpresa y  felicidad de ver a su hijo iluminaron su rostro, Celeste su madre salió a su encuentro y dijo -hijo que bueno verte no sabes como hemos estado de preocupados por ustedes-.   
Con sus padres Gervacio se sentía feliz, era el momento de ser solo hijo, a ellos les contó todas las situaciones que habían vivido para llegar a Lima, su madre le preparó el desayuno con todo lo que le gustaba, él ya lo sabía. Se quedó parte de la mañana con ellos y antes de despedirse les dijo que Alma los invitaba almorzar y lo esperaba en su casa.                    
Al almuerzo llegaron los padres de Gervacio, la tía Vera y su esposo, cuando vio a Alida  su tía la abrazó:
-No puedes imaginar lo preocupados que estábamos, no sabíamos nada de ustedes pero ahora es una felicidad verlos y estar  todos juntos-. 
Alma sirvió el almuerzo, todos sentados a la mesa reían con las ocurrencias de Sebastian que comía su papilla. y sonreía. 
La conversación fue al rededor de la experiencia vivida en el norte, Alida contaba los pormenores de cada situación y además comentó:
-Cuando viajábamos en el avión del ejército, estaba aterrada  y entonces recordé una anécdota de estudiante. Recién había terminado el colegio y con unas amigas decidimos tomar el curso de paracaidismo. Fuimos al cuartel del ejército donde daban las clases para inscribirnos, hasta ahí todo era normal. En la fecha que nos dieron para empezar el curso, mis amigas y yo nos presentamos en el cuartel, que emoción sentíamos, íbamos aprender algo nuevo. Con la indumentaria y el paracaídas puesto, era nuestra primera lección. Nos llevaron  a la zona donde se daban las primeras clases, teníamos que subir a una torre de mas o menos cinco metros de altura, en lo alto amarradas a una soga por un arnés debíamos  lanzarnos hasta llegar al piso. Ese día eramos quince chicas, subimos en orden a la torre, yo veía con que facilidad las otra chicas se lanzaban, cuando llegó mi turno, subí a la torre y me quedé parada en la plataforma estaba petrificada por el terror, no podía lanzarme. El sargento que nos entrenaba me repitió tres veces en voz alta: -tienes que lanzarte- pero yo temblaba de pánico y no lo escuchaba. Ahí me di cuenta que  jamás podría ser paracaidista y si viajaba en un Antonov nunca podría lanzarme al vacío. El sargento me hizo bajar de inmediato y de esta forma se acabó mi carrera en el ejército-. todos reían con la anécdota y Alida agregó -mis amigas si lograron completar el curso y se recibieron como paracaidistas, ellas algunas veces recuerda la experiencia y ríen de ello-. así terminó su relato Alida.

CONTINUARÁ               

domingo, 12 de julio de 2020

ALIDA Y GERVACIO

En la mañana muy temprano Gervacio se sentía desanimado con respecto a su trabajo, después de la tormenta de la noche anterior no quería ni imaginar como había amanecido el terreno donde realizaba su investigación. 
A la hora del desayuno no comentó nada al respecto con Alida, su intención era no preocuparla más de lo debido.
Desayuno en silencio mientras escuchaba los comentarios de su esposa y los planes que tenía  para cambiar algunas plantas que había sembrado en el jardín.
-Alida todo lo que decidas estará bien y estoy seguro que el jardín se verá mejor- contestó Gervacio, luego cargó a Sebastian, lo abrazó, beso a su esposa y se fue en la camioneta camino al terreno de cultivo donde seguro ya lo esperaba Máximo.
-Buenos días señor Gervacio- saludaba su ayudante ni bien vio la camioneta que se estacionaba.
Gervacio levantó la mano en señal de saludo y los dos observaban con desánimo todos los daños que había causado la lluvia. Parados frente al terreno no sabían por donde comenzar, la lluvia estaba malogrando  el trabajo, ahora lo único que les quedaba era limpiar todo y volver a planificar el estudio.
-Máximo llévame donde tu padre, quiero hablar con él- comentó Gervacio.
- Está seguro que desea hablar con mi padre, el otro día no quería escuchar nada de lo que él decía-. contestó Máximo esperando una respuesta.
-Mi estimado, llévame con tu padre, no te preocupes-. sonrió Gervacio para asegurar a su ayudante que eso era lo que deseaba.
Máximo llevó a Gervacio hasta su casa, los dos entraron juntos y entonces se escuchó la voz de la madre que decía -¡Máximo eres tu!-.
-Si madre estoy buscando a papá, mi jefe quiere hablar con él- contestó Máximo y entró a la habitación de sus padres para buscarlo y presentarlo ante Gervacio. 
La madre, salió a saludar, Gervacio se puso de pie y saludó a la señora que amablemente le decía que no se preocupe, que  siga sentado,  en un instante viene su esposo.
Gervacio obedeció a la señora. La casa de la familia era sencilla pero acogedora, tenía un pequeño huerto con algunos animales y una carreta donde cargaban las herramientas para un día de faena en el campo.
La madre de Máximo invitó a Gervacio un té, a esa hora de la mañana era lo apropiado, mientras se escuchaba la voz de Máximo que ayudaba a su padre a sentarse.
-Señor Gervacio mi nombre es Obdulio, soy padre de Máximo, para servirle-  el padre se presentó solo.
-Papá mi jefe quiere hablar contigo, desea hacerte algunas preguntas sobre el campo-. esto decía Máximo y señalaba a Gervacio.
-Dígame usted que es lo que desea saber y si puedo, yo le contestaré- habló el padre.
-Señor Obdulio  es para mi un gusto conocerlo, su hijo me ha comentado sobre las advertencias que usted le ha hecho y lo que puede suceder en el campo, todo aquello a despertado mi curiosidad- contestó Gervacio, él quería comprobar si era verdad lo que decía el hijo.
El anciano Obdulio guardó silencio unos segundos, era como si quisiera recordar cada detalle y no olvidar nada, luego comenzó a contar su historia. 
-Mire usted señor Gervacio, todo lo que está ocurriendo en este momento, como antes le dije a Máximo, me hace recordar cuando yo era un niño tenia seis años y acompañaba a mi padre al campo para trabajar. En aquella época el pueblo era muy pequeño y no había la cantidad de gente que existe ahora. Mi padre, en el campo señalaba los árboles y comentaba -Obdulio esto es un mal augurio, los árboles muy temprano están comenzando a florecer, extrañas lagartijas han inundado las tierras. No, no, esto no es bueno- una semana más tarde se desataron las lluvias torrenciales, lo grave de esto no era solo la lluvia con tormentas que estallaban en el cielo, rayos y truenos caían sobre la tierra como si fuera el fin del mundo. Los pobladores estábamos asustados, pero en ese entonces lo peor estaba por venir, la cantidad de agua que caía del cielo parecía un diluvio. Día tras día llovía y no se podía sembrar, ni trabajar en el campo. Ríos y quebradas cobraron vida, crecieron e inundaban todo el valle, el río Zarumilla se desertó a la vida inesperada y con furia se salió de su cauce. En Tumbes, el río castigaba sin piedad la ciudad, sus aguas invadieron las casas, todo era desastre y tragedia, como  dije antes no era solo la lluvia, lo complicado es que no tenía cuando dejar de llover los días pasaban y todo se llenaba de agua. La población pensaba que no se podía vivir. Después de aquel diluvio se sucedieron otras lluvias, pero no con la misma fuerza de aquella.  Ahora observo el mismo fenómeno, con consecuencias que pueden ser terribles-.
-Entonces usted piensa que ahora va a suceder lo mismo.- preguntó Gervacio.
-Con la naturaleza nunca se puede saber con seguridad lo que va pasar, pero si le puedo decir que observo lo mismo acontecimientos que mi padre me explicaba y eso es lo preocupante-.
Gervacio agradeció al padre de Máximo sus comentarios y se despidió, regresó al campo de trabajo para comenzar junto con su ayudante a limpiar todo.                
-¿Qué le pareció lo que ha dicho mi          
padre señor Gervacio?-
-Estoy preocupado Máximo, si las cosas suceden de esa manera nuestro trabajo no va avanzar y todo será en vano- contestó Gervacio. 
Él todavía guardaba la esperanza de que iba a llover unos días y luego volvería todo a la normalidad. El clima tenía que cambiar para bien esa era su idea.
Gervacio y Máximo limpiaron el terreno para dejarlo preparado por el momento, nada más se podía hacer, las lluvias iban a malograr cualquier trabajo. 
-Máximo vamos a esperar que el clima se estabilice y las lluvias calmen, por ahora dejemos el trabajo así- comentó Gervacio y lo mandó a descansar a su casa.  
Alida también estaba preocupada, veía con tristeza cómo se ahogaba su jardín en medio de tanta lluvia, era mejor esperar que pase la temporada para hacer los arreglos y de nuevo volver a sembrar las plantas.
Con los paso de los días contrario a lo que pensaban Alida y Gervacio, las lluvias empeoraron y aumentaba el volumen de agua que caía del cielo, ahora podía llover de día o de noche. 
Las noticias que traía Máximo cuando visitaba a Gervacio no eran buenas, por todos lados se escuchaban tragedias. Las quebradas que se creían secas por siempre, volvieron a la vida y traían grandes cantidades de agua que arrastraban todo a su paso. El canal internacional donde la gente vivía en construcciones precarias con techo y paredes de cartón, una noche mientras dormían la inundación de agua se llevó todo lo que había en su camino. Padres que no encontraban a sus hijos, esposos que no encontraban a sus esposas y viceversa, el agua arrastraba los cuerpos varios kilómetros más arriba, la noche oscura lo empeoraba todo. Al día siguiente  la tragedia y desolación era terrible. 
Tumbes también sufría el embate de las lluvias, toda la parte baja de la ciudad fue inundada por el río, en las casa se filtraba el agua y los alimentos comenzaban a escasear, la carretera a la capital estaba dañada en diferentes tramos, era imposible viajar por tierra.   
Alida ya no podía viajar a Tumbes para comunicarse con su madre y tranquilizarla, ella imaginaba que Alma estaba viviendo la peor de las tragedia al no tener noticias de su hija. 
En Lima, Alida estaba en lo cierto, por las noticias Alma se enteraba lo que las lluvias hacían en el norte, preocupada comentaba a su hermana: 
-Vera, mi hija, no se nada de ella ¿cómo estarán?, ¿qué estarán comiendo?- Alma lloraba y no podía dejar de pensar en los peligros que se encontraba Alida.
-Alma debes tener calma, ellos no se van a exponer, si ven que hay peligro entonces van a salir de la zona- Vera hablaba con su hermana para tranquilizarla pero con las noticias que se escuchaban ella también estaba preocupada,no quería imaginar lo peor.
-Señor Gervacio los víveres comienzan a escasear, los caminos están interrumpidos en algunos tramos, no hay manera de salir al campo-.decía Máximo con bastante frustración. 
-Lo sé Máximo, ahora definitivamente le doy crédito a las palabras de tu padre, esta situación cada día empeora, nada podemos hacer y no sabemos cuanto va a durar-.
Con todas las lluvias y tormentas el mar también se veía inestable, fuerte maretazos golpeaban la costa, era imposible hacerse a la mar. 
Alida ya no podía salir a pasear, por doquier había acumulación de agua. Ella  una tarde comentaba con Gervacio: -este clima no va a cambiar, es mejor pensar en salir ¿no te parece?-.
Gervacio se daba cuenta, el clima empeoraba cada día,  ellos comenzaban a quedar aislados en su casa,  prepararse para partir era el siguiente paso, pensar en la seguridad de Sebastian es lo primero. 
Después de la última tormenta, ya no habían dudas, no eran lluvias de la estación, esto era lo que todos conocían como El Fenómeno del Niño, pero no era cualquier niño, este tenía un poder destructivo y una fuerza letal. El norte en general estaba sufriendo las terribles consecuencias.
Gervacio entregó a Máximo una nota urgente para la familia Noble Arredondo, en ella se disculpaba por no despedirse, pero era imposible hacerlo, el camino estaba lleno de agua, además se iban del pueblo. La casa quedaría cerrada y sus cosas después la recogerían.
-Máximo entrega esta nota Agustín o a Mariví, confió en que cumplirás este último encargo. Nosotros nos vamos en cualquier momento, ya no estamos seguros de vivir en este lugar. Aquí nos despedimos, fue muy bueno trabajar contigo y te deseo mucha suerte para ti y tu familia- terminó de decir Gervacio.
-Hasta luego señor Gervacio- fue lo único que pudo contestar Máximo, a él no le gustaban las despedidas.            
    
En la noche la fuerza de la tormenta sacudía el pueblo, la lluvia no daba tregua, a esa hora nadie podía salir de su casa. 
Alida y Gervacio se acostaron para dormir. 
Sebastian descansaba  tranquilo sin sospechar lo que ocurría a su alrededor.
Eran las dos de la madrugada, la tormenta no amainaba, derepente un fuerte ruido estremeció la casa, Alida y Gervacio se despertaron y fueron a ver que sucedía, pensaban que era un rayo que había caído sobre el techo, pero estaban equivocados, era la mitad de la casa que se había hundido medio metro en el suelo, el subsuelo tenía tanta agua que era inestable, los dos miraban atónitos lo sucedido y daban gracias al cielo que el techo no les había caído encima, era desastroso el panorama y urgente irse cuanto antes.
Ni bien amaneció, alistaron dos mochilas que cada uno llevaría en la espalda, Gervacio cargaba a Sebastian y Alida llevaba un pequeño maletín con las cosas más urgente para el bebé. Para comer solo tenía una lata de atún y la leche necesaria para su hijo.
Se prepararon y salieron al camino, llegar a la carretera no era fácil, había cúmulos de agua por todas partes, cada uno con su mochila intentaban avanzar. En la carretera  tuvieron suerte, una camioneta los recogió en el camino al aeropuerto, la pista hasta ese tramo no estaba interrumpida. 
Cuando llegaron, agradecieron a esa buena persona que se compadeció de ellos. El aeropuerto de Tumbes era pequeño y al entrar había un terrible caos, mucha gente quería viajar. Alida y Gervacio no tenían otra alternativa que tomar el avión, ya no tenían casa a donde regresar, ni alimentos para comer. Gervacio dejó a Sebastian en los brazos de Alida y se lanzó sobre la gente, tenía que lograr comprar tres pasajes, no había otra salida.

CONTINUARÁ      
      

domingo, 5 de julio de 2020

ALIDA Y GERVACIO

Pasaron solo tres semanas desde que  el pueblo dio el ultimo adiós a Mauricio. La gente lamentaba su partida de una manera tan injusta.
El camión que entró  al fundo había desaparecido era como si se hubiera hecho humo y nadie en el campo podía dar alguna información al respecto. Los días transcurrían y todo seguía igual.
La policía pensaba que  el camión y sus ocupantes habían traspasado los límites de la provincia, se dirigían  hacia las montañas para ocultarse en algún lugar pero tarde o temprano los iban a encontrar. 
Agustín cuando visitaba a Gervacio, comentaba que no había ningún avance sobre el caso de su hermano, él se sentía tan desalentado: -tal vez nunca habrá justicia para mi hermano- decía con voz triste.  
Doña Amanda, su madre, comentaba en la casa: -nada de lo que la policía haga, va a devolverme a mi hijo-  ella no dejaba de extrañarlo y llorar por él.
Eran lamentables los hechos a pesar del esfuerzo que hacía la policía, cuanto tiempo pasaría para encontrar a los culpables, era imposible saberlo.
Una mañana muy temprano mientras organizaban el trabajo Gervacio y Máximo, éste decía: 
-Señor Gervacio, hoy día muy temprano mi padre se ha levantado preocupado, como usted sabe, él es un hombre de 92 años, tiene mucha experiencia en el campo, ha nacido y vivido toda su vida en estos parajes, los conoce como la palma de su mano, cuando él hace una advertencia siempre tiene razón. Antes del desayuno muy serio, me dijo: Máximo algo grave va a suceder, estoy seguro. Yo le pregunte porqué me decía esto y él contestó. Hijo los árboles en el campo han comenzado a florecer antes de tiempo, del suelo brotan como si fueran insectos pequeñas lagartijas que no se veían desde hace mucho tiempo, todo esto es extraño. La temperatura ha subido a niveles alarmantes, esta situación  me trae recuerdos no muy buenos de cuando era niño-. 
Gervacio no prestó mucha atención de lo que decía su ayudante, para él eran exageraciones de un hombre mayor.
Máximo volvió a insistir -tal vez usted piensa que son palabras sin sentido de un hombre anciano  que está delirando, pero yo le digo que mi padre no está equivocado, él sabe leer la naturaleza en el campo, además conversando con nuestro vecino que es pescador, dice que ellos también están preocupados porque en el mar han notado que cuando lanzan sus redes  pescan peces raros que antes no se veían  ¿qué va a pasar señor Gervacio?-. comentaba Máximo alarmado por las advertencias de su padre a las que le daba todo el crédito. 
Gervacio estaba tan absorto en su trabajo que mandó a Máximo a traer el cuaderno para tomar nota sobre los avances de su investigación y ya no escuchaba sus comentarios, solo le daba la razón en cuanto a la temperatura del ambiente. El calor era tan  agobiante cada día que a partir de las diez de la mañana, era imposible concentrarse en el trabajo a campo abierto.  
Alida en la casa también sufría las molestia de las altas temperaturas, se vestía con ropa fresca pero aun así seguía sintiendo las molestias del calor, se preocupaba por Sebastian, que tome mucho líquido para que no se deshidrate y ella hacía lo mismo. 
Salió un instante al jardín con su hijo para tomar aire fresco y como si fuera una aparición, vio que Nidia se acercaba, estaba más delgada, un poco  demacrada y tenía una expresión de tristeza en el rostro.
Nidia se acercó para saludar Alida: -¿cómo estás?- preguntó  -yo recién he llegado de viaje de la casa de mi familia-. 
Alida se sentía feliz de ver a su amiga después de los terribles acontecimientos, ella lamentaba toda la tragedia por la que había pasado Nidia.  La invitó a tomar asiento en el porche, lugar que era mas fresco. Le trajo una limonada fría para que se refresque. 
Alida no se atrevía a preguntar nada con respecto a Mauricio, pensó que eso le haría daño, si solo habían pasado tres semanas,  pero fue Nidia quien sola comenzó contarle lo que sentía con respecto a su tragedia:
-Alida no te imaginas lo que estoy viviendo, en las noches no puedo dormir, tengo pesadillas donde veo a Mauricio y al hijo que perdí, me despierto llorando y nada parece consolarme. El doctor me ha recetado fuertes calmantes para los nervios y aún así no puedo dormir. Sufro de estados depresivos y he guardado las fotos de Mauricio para no llorar sin consuelo cuando las veo. Mi madre me dice lo que yo estoy viviendo, solo el tiempo puede curarlo-.    
Nidia se quedó en silencio y miraba a Sebastian que estaba en su cochecito, se acercó, lo cargo en sus brazos y comentó -este bebe está muy lindo,  a mi hijo le faltaban solo unas semanas para nacer-.
Alida trató de consolar a su amiga pero se dio cuenta que a ella le hacía bien hablar y desahogar lo que estaba sintiendo. 
- Ahora tengo que pensar en mis hijos, ellos preguntan por su padre y ya le hemos explicado lo que ha pasado con él, felizmente Mariví me ayuda mucho a lidiar con eso, aunque ella no tiene  tiempo con el trabajo de la escuela y la administración del grifo. Agustín y Mariví esta haciendo un trabajo excelentes ocupándose de todo. Lo único perturbador es que Agustín va con un arma al fundo y eso le preocupa Amanda, ella esta sufriendo, no te imaginas cómo se siente. Yo la apoyo pero es inconsolable. Después de lo sucedido a Mauricio pensé irme del todo a mi casa en Talara, pero Amanda me suplicó que no me lleve a sus nietos que son lo único que le queda de su hijo- Nidia comentaba esto con Alida y agradecía a su amiga que la escuche.
El resto de la tarde conversaron de todos los acontecimientos y de planes sobre el futuro que Nidia pensaba realizar, no sabía cuando, pero al menos esa esperanza la mantenía viva. 
Mientras las amigas se despedían, Alida comentó: -cuando desees puedes venir a visitarme, las puertas  de mi casa están abiertas y podemos conversar. 
En la noche Alida comentaba con Gervacio sobre la visita de Nidia y lo que estaba viviendo ella y la familia, Sebastian dormía  y el silencio del entorno era acogedor.
-Alida, lo que más me preocupa es que Agustín va armado al fundo, él es un poco impulsivo, tal vez no se controle si ocurre algún episodio grave como el ocurrido a su hermano. Es cierto que debe tener cuidado, pero llegado el momento puede suceder algo grave-. terminó por decir Gervacio.
-Esperemos que no sea así, debemos confiar en nuestro amigo para que tenga calma, sería una tragedia sin nombre  para la familia,la perdida de otro hijo-. 
Los días se sucedían uno a uno sin grandes novedades,  solo se realizaba el trabajo diario pero una noche después de un día agobiante de sol pleno, se desató una tormenta que azotaba el pueblo y el campo sin tregua.
Alida y Gervacio estaban impactados con el espectáculo que les brindaba la naturaleza, nunca habían presenciado algo así. Los rayos y truenos parecían estallar en el cielo y la lluvia torrencial caía con fuerza. Esa noche llovió por varias horas, Gervacio pensaba que era una lluvia de estación y dejó de preocuparse más del asunto.
Al día siguiente después de la noche de tormenta.  Gervacio visitó el terreno donde hacía sus pruebas vio que la lluvia había destruido los avances de su investigación, más de la mitad del terreno estaba estropeado, era necesario comenzar de nuevo el trabajo, todo lo avanzado se perdió.        
Máximo llegó al terreno se quedó sin palabras mientras observaba a su  alrededor el desastre que había ocasionado la lluvia, muy serio dijo:
-Señor Gervacio tenemos que comenzar todo de nuevo, se ha malogrado la investigación de cada cultivo-  luego iba agregar algo más pero Gervacio lo hizo guardar silencio.
-No quiero que me digas nada de lo que tu padre dice, no estoy de humor para escuchar palabras pesimistas-. 
Máximo no habló en toda la mañana, se dio cuenta que su jefe estaba de muy mal humor.  Junto a Gervacio volvió a planificar el trabajo.
Después de un largo día de remover en la tierra todo el trabajo  perdido  y de sufrir las altas temperaturas de calor, esa misma noche se volvió a desatar una tormenta, ésta  parecía más fuerte que la de noche anterior. Gervacio se levantó de la cama, se asomó por la ventana,  comenzó a pensar que el padre de Máximo tenía razón, algo grave estaba por suceder y ese era solo el comienzo.

CONTINUARÁ