En la mañana muy temprano Gervacio se sentía desanimado con respecto a su trabajo, después de la tormenta de la noche anterior no quería ni imaginar como había amanecido el terreno donde realizaba su investigación.
A la hora del desayuno no comentó nada al respecto con Alida, su intención era no preocuparla más de lo debido.
Desayuno en silencio mientras escuchaba los comentarios de su esposa y los planes que tenía para cambiar algunas plantas que había sembrado en el jardín.
-Alida todo lo que decidas estará bien y estoy seguro que el jardín se verá mejor- contestó Gervacio, luego cargó a Sebastian, lo abrazó, beso a su esposa y se fue en la camioneta camino al terreno de cultivo donde seguro ya lo esperaba Máximo.
-Buenos días señor Gervacio- saludaba su ayudante ni bien vio la camioneta que se estacionaba.
Gervacio levantó la mano en señal de saludo y los dos observaban con desánimo todos los daños que había causado la lluvia. Parados frente al terreno no sabían por donde comenzar, la lluvia estaba malogrando el trabajo, ahora lo único que les quedaba era limpiar todo y volver a planificar el estudio.
-Máximo llévame donde tu padre, quiero hablar con él- comentó Gervacio.
- Está seguro que desea hablar con mi padre, el otro día no quería escuchar nada de lo que él decía-. contestó Máximo esperando una respuesta.
-Mi estimado, llévame con tu padre, no te preocupes-. sonrió Gervacio para asegurar a su ayudante que eso era lo que deseaba.
Máximo llevó a Gervacio hasta su casa, los dos entraron juntos y entonces se escuchó la voz de la madre que decía -¡Máximo eres tu!-.
-Si madre estoy buscando a papá, mi jefe quiere hablar con él- contestó Máximo y entró a la habitación de sus padres para buscarlo y presentarlo ante Gervacio.
La madre, salió a saludar, Gervacio se puso de pie y saludó a la señora que amablemente le decía que no se preocupe, que siga sentado, en un instante viene su esposo.
Gervacio obedeció a la señora. La casa de la familia era sencilla pero acogedora, tenía un pequeño huerto con algunos animales y una carreta donde cargaban las herramientas para un día de faena en el campo.
La madre de Máximo invitó a Gervacio un té, a esa hora de la mañana era lo apropiado, mientras se escuchaba la voz de Máximo que ayudaba a su padre a sentarse.
-Señor Gervacio mi nombre es Obdulio, soy padre de Máximo, para servirle- el padre se presentó solo.
-Papá mi jefe quiere hablar contigo, desea hacerte algunas preguntas sobre el campo-. esto decía Máximo y señalaba a Gervacio.
-Dígame usted que es lo que desea saber y si puedo, yo le contestaré- habló el padre.
-Señor Obdulio es para mi un gusto conocerlo, su hijo me ha comentado sobre las advertencias que usted le ha hecho y lo que puede suceder en el campo, todo aquello a despertado mi curiosidad- contestó Gervacio, él quería comprobar si era verdad lo que decía el hijo.
El anciano Obdulio guardó silencio unos segundos, era como si quisiera recordar cada detalle y no olvidar nada, luego comenzó a contar su historia.
-Mire usted señor Gervacio, todo lo que está ocurriendo en este momento, como antes le dije a Máximo, me hace recordar cuando yo era un niño tenia seis años y acompañaba a mi padre al campo para trabajar. En aquella época el pueblo era muy pequeño y no había la cantidad de gente que existe ahora. Mi padre, en el campo señalaba los árboles y comentaba -Obdulio esto es un mal augurio, los árboles muy temprano están comenzando a florecer, extrañas lagartijas han inundado las tierras. No, no, esto no es bueno- una semana más tarde se desataron las lluvias torrenciales, lo grave de esto no era solo la lluvia con tormentas que estallaban en el cielo, rayos y truenos caían sobre la tierra como si fuera el fin del mundo. Los pobladores estábamos asustados, pero en ese entonces lo peor estaba por venir, la cantidad de agua que caía del cielo parecía un diluvio. Día tras día llovía y no se podía sembrar, ni trabajar en el campo. Ríos y quebradas cobraron vida, crecieron e inundaban todo el valle, el río Zarumilla se desertó a la vida inesperada y con furia se salió de su cauce. En Tumbes, el río castigaba sin piedad la ciudad, sus aguas invadieron las casas, todo era desastre y tragedia, como dije antes no era solo la lluvia, lo complicado es que no tenía cuando dejar de llover los días pasaban y todo se llenaba de agua. La población pensaba que no se podía vivir. Después de aquel diluvio se sucedieron otras lluvias, pero no con la misma fuerza de aquella. Ahora observo el mismo fenómeno, con consecuencias que pueden ser terribles-.
-Entonces usted piensa que ahora va a suceder lo mismo.- preguntó Gervacio.
-Con la naturaleza nunca se puede saber con seguridad lo que va pasar, pero si le puedo decir que observo lo mismo acontecimientos que mi padre me explicaba y eso es lo preocupante-.
Gervacio agradeció al padre de Máximo sus comentarios y se despidió, regresó al campo de trabajo para comenzar junto con su ayudante a limpiar todo.
-¿Qué le pareció lo que ha dicho mi
padre señor Gervacio?-
-Estoy preocupado Máximo, si las cosas suceden de esa manera nuestro trabajo no va avanzar y todo será en vano- contestó Gervacio.
Él todavía guardaba la esperanza de que iba a llover unos días y luego volvería todo a la normalidad. El clima tenía que cambiar para bien esa era su idea.
Gervacio y Máximo limpiaron el terreno para dejarlo preparado por el momento, nada más se podía hacer, las lluvias iban a malograr cualquier trabajo.
-Máximo vamos a esperar que el clima se estabilice y las lluvias calmen, por ahora dejemos el trabajo así- comentó Gervacio y lo mandó a descansar a su casa.
Alida también estaba preocupada, veía con tristeza cómo se ahogaba su jardín en medio de tanta lluvia, era mejor esperar que pase la temporada para hacer los arreglos y de nuevo volver a sembrar las plantas.
Con los paso de los días contrario a lo que pensaban Alida y Gervacio, las lluvias empeoraron y aumentaba el volumen de agua que caía del cielo, ahora podía llover de día o de noche.
Las noticias que traía Máximo cuando visitaba a Gervacio no eran buenas, por todos lados se escuchaban tragedias. Las quebradas que se creían secas por siempre, volvieron a la vida y traían grandes cantidades de agua que arrastraban todo a su paso. El canal internacional donde la gente vivía en construcciones precarias con techo y paredes de cartón, una noche mientras dormían la inundación de agua se llevó todo lo que había en su camino. Padres que no encontraban a sus hijos, esposos que no encontraban a sus esposas y viceversa, el agua arrastraba los cuerpos varios kilómetros más arriba, la noche oscura lo empeoraba todo. Al día siguiente la tragedia y desolación era terrible.
Tumbes también sufría el embate de las lluvias, toda la parte baja de la ciudad fue inundada por el río, en las casa se filtraba el agua y los alimentos comenzaban a escasear, la carretera a la capital estaba dañada en diferentes tramos, era imposible viajar por tierra.
Alida ya no podía viajar a Tumbes para comunicarse con su madre y tranquilizarla, ella imaginaba que Alma estaba viviendo la peor de las tragedia al no tener noticias de su hija.
En Lima, Alida estaba en lo cierto, por las noticias Alma se enteraba lo que las lluvias hacían en el norte, preocupada comentaba a su hermana:
-Vera, mi hija, no se nada de ella ¿cómo estarán?, ¿qué estarán comiendo?- Alma lloraba y no podía dejar de pensar en los peligros que se encontraba Alida.
-Alma debes tener calma, ellos no se van a exponer, si ven que hay peligro entonces van a salir de la zona- Vera hablaba con su hermana para tranquilizarla pero con las noticias que se escuchaban ella también estaba preocupada,no quería imaginar lo peor.
-Señor Gervacio los víveres comienzan a escasear, los caminos están interrumpidos en algunos tramos, no hay manera de salir al campo-.decía Máximo con bastante frustración.
-Lo sé Máximo, ahora definitivamente le doy crédito a las palabras de tu padre, esta situación cada día empeora, nada podemos hacer y no sabemos cuanto va a durar-.
Con todas las lluvias y tormentas el mar también se veía inestable, fuerte maretazos golpeaban la costa, era imposible hacerse a la mar.
Alida ya no podía salir a pasear, por doquier había acumulación de agua. Ella una tarde comentaba con Gervacio: -este clima no va a cambiar, es mejor pensar en salir ¿no te parece?-.
Gervacio se daba cuenta, el clima empeoraba cada día, ellos comenzaban a quedar aislados en su casa, prepararse para partir era el siguiente paso, pensar en la seguridad de Sebastian es lo primero.
Después de la última tormenta, ya no habían dudas, no eran lluvias de la estación, esto era lo que todos conocían como El Fenómeno del Niño, pero no era cualquier niño, este tenía un poder destructivo y una fuerza letal. El norte en general estaba sufriendo las terribles consecuencias.
Gervacio entregó a Máximo una nota urgente para la familia Noble Arredondo, en ella se disculpaba por no despedirse, pero era imposible hacerlo, el camino estaba lleno de agua, además se iban del pueblo. La casa quedaría cerrada y sus cosas después la recogerían.
-Máximo entrega esta nota Agustín o a Mariví, confió en que cumplirás este último encargo. Nosotros nos vamos en cualquier momento, ya no estamos seguros de vivir en este lugar. Aquí nos despedimos, fue muy bueno trabajar contigo y te deseo mucha suerte para ti y tu familia- terminó de decir Gervacio.
-Hasta luego señor Gervacio- fue lo único que pudo contestar Máximo, a él no le gustaban las despedidas.
Gervacio y Máximo limpiaron el terreno para dejarlo preparado por el momento, nada más se podía hacer, las lluvias iban a malograr cualquier trabajo.
-Máximo vamos a esperar que el clima se estabilice y las lluvias calmen, por ahora dejemos el trabajo así- comentó Gervacio y lo mandó a descansar a su casa.
Alida también estaba preocupada, veía con tristeza cómo se ahogaba su jardín en medio de tanta lluvia, era mejor esperar que pase la temporada para hacer los arreglos y de nuevo volver a sembrar las plantas.
Con los paso de los días contrario a lo que pensaban Alida y Gervacio, las lluvias empeoraron y aumentaba el volumen de agua que caía del cielo, ahora podía llover de día o de noche.
Las noticias que traía Máximo cuando visitaba a Gervacio no eran buenas, por todos lados se escuchaban tragedias. Las quebradas que se creían secas por siempre, volvieron a la vida y traían grandes cantidades de agua que arrastraban todo a su paso. El canal internacional donde la gente vivía en construcciones precarias con techo y paredes de cartón, una noche mientras dormían la inundación de agua se llevó todo lo que había en su camino. Padres que no encontraban a sus hijos, esposos que no encontraban a sus esposas y viceversa, el agua arrastraba los cuerpos varios kilómetros más arriba, la noche oscura lo empeoraba todo. Al día siguiente la tragedia y desolación era terrible.
Tumbes también sufría el embate de las lluvias, toda la parte baja de la ciudad fue inundada por el río, en las casa se filtraba el agua y los alimentos comenzaban a escasear, la carretera a la capital estaba dañada en diferentes tramos, era imposible viajar por tierra.
Alida ya no podía viajar a Tumbes para comunicarse con su madre y tranquilizarla, ella imaginaba que Alma estaba viviendo la peor de las tragedia al no tener noticias de su hija.
En Lima, Alida estaba en lo cierto, por las noticias Alma se enteraba lo que las lluvias hacían en el norte, preocupada comentaba a su hermana:
-Vera, mi hija, no se nada de ella ¿cómo estarán?, ¿qué estarán comiendo?- Alma lloraba y no podía dejar de pensar en los peligros que se encontraba Alida.
-Alma debes tener calma, ellos no se van a exponer, si ven que hay peligro entonces van a salir de la zona- Vera hablaba con su hermana para tranquilizarla pero con las noticias que se escuchaban ella también estaba preocupada,no quería imaginar lo peor.
-Señor Gervacio los víveres comienzan a escasear, los caminos están interrumpidos en algunos tramos, no hay manera de salir al campo-.decía Máximo con bastante frustración.
-Lo sé Máximo, ahora definitivamente le doy crédito a las palabras de tu padre, esta situación cada día empeora, nada podemos hacer y no sabemos cuanto va a durar-.
Con todas las lluvias y tormentas el mar también se veía inestable, fuerte maretazos golpeaban la costa, era imposible hacerse a la mar.
Alida ya no podía salir a pasear, por doquier había acumulación de agua. Ella una tarde comentaba con Gervacio: -este clima no va a cambiar, es mejor pensar en salir ¿no te parece?-.
Gervacio se daba cuenta, el clima empeoraba cada día, ellos comenzaban a quedar aislados en su casa, prepararse para partir era el siguiente paso, pensar en la seguridad de Sebastian es lo primero.
Después de la última tormenta, ya no habían dudas, no eran lluvias de la estación, esto era lo que todos conocían como El Fenómeno del Niño, pero no era cualquier niño, este tenía un poder destructivo y una fuerza letal. El norte en general estaba sufriendo las terribles consecuencias.
Gervacio entregó a Máximo una nota urgente para la familia Noble Arredondo, en ella se disculpaba por no despedirse, pero era imposible hacerlo, el camino estaba lleno de agua, además se iban del pueblo. La casa quedaría cerrada y sus cosas después la recogerían.
-Máximo entrega esta nota Agustín o a Mariví, confió en que cumplirás este último encargo. Nosotros nos vamos en cualquier momento, ya no estamos seguros de vivir en este lugar. Aquí nos despedimos, fue muy bueno trabajar contigo y te deseo mucha suerte para ti y tu familia- terminó de decir Gervacio.
-Hasta luego señor Gervacio- fue lo único que pudo contestar Máximo, a él no le gustaban las despedidas.
En la noche la fuerza de la tormenta sacudía el pueblo, la lluvia no daba tregua, a esa hora nadie podía salir de su casa.
Alida y Gervacio se acostaron para dormir.
Sebastian descansaba tranquilo sin sospechar lo que ocurría a su alrededor.
Eran las dos de la madrugada, la tormenta no amainaba, derepente un fuerte ruido estremeció la casa, Alida y Gervacio se despertaron y fueron a ver que sucedía, pensaban que era un rayo que había caído sobre el techo, pero estaban equivocados, era la mitad de la casa que se había hundido medio metro en el suelo, el subsuelo tenía tanta agua que era inestable, los dos miraban atónitos lo sucedido y daban gracias al cielo que el techo no les había caído encima, era desastroso el panorama y urgente irse cuanto antes.
Ni bien amaneció, alistaron dos mochilas que cada uno llevaría en la espalda, Gervacio cargaba a Sebastian y Alida llevaba un pequeño maletín con las cosas más urgente para el bebé. Para comer solo tenía una lata de atún y la leche necesaria para su hijo.
Se prepararon y salieron al camino, llegar a la carretera no era fácil, había cúmulos de agua por todas partes, cada uno con su mochila intentaban avanzar. En la carretera tuvieron suerte, una camioneta los recogió en el camino al aeropuerto, la pista hasta ese tramo no estaba interrumpida.
Cuando llegaron, agradecieron a esa buena persona que se compadeció de ellos. El aeropuerto de Tumbes era pequeño y al entrar había un terrible caos, mucha gente quería viajar. Alida y Gervacio no tenían otra alternativa que tomar el avión, ya no tenían casa a donde regresar, ni alimentos para comer. Gervacio dejó a Sebastian en los brazos de Alida y se lanzó sobre la gente, tenía que lograr comprar tres pasajes, no había otra salida.
CONTINUARÁ
Alida y Gervacio se acostaron para dormir.
Sebastian descansaba tranquilo sin sospechar lo que ocurría a su alrededor.
Eran las dos de la madrugada, la tormenta no amainaba, derepente un fuerte ruido estremeció la casa, Alida y Gervacio se despertaron y fueron a ver que sucedía, pensaban que era un rayo que había caído sobre el techo, pero estaban equivocados, era la mitad de la casa que se había hundido medio metro en el suelo, el subsuelo tenía tanta agua que era inestable, los dos miraban atónitos lo sucedido y daban gracias al cielo que el techo no les había caído encima, era desastroso el panorama y urgente irse cuanto antes.
Ni bien amaneció, alistaron dos mochilas que cada uno llevaría en la espalda, Gervacio cargaba a Sebastian y Alida llevaba un pequeño maletín con las cosas más urgente para el bebé. Para comer solo tenía una lata de atún y la leche necesaria para su hijo.
Se prepararon y salieron al camino, llegar a la carretera no era fácil, había cúmulos de agua por todas partes, cada uno con su mochila intentaban avanzar. En la carretera tuvieron suerte, una camioneta los recogió en el camino al aeropuerto, la pista hasta ese tramo no estaba interrumpida.
Cuando llegaron, agradecieron a esa buena persona que se compadeció de ellos. El aeropuerto de Tumbes era pequeño y al entrar había un terrible caos, mucha gente quería viajar. Alida y Gervacio no tenían otra alternativa que tomar el avión, ya no tenían casa a donde regresar, ni alimentos para comer. Gervacio dejó a Sebastian en los brazos de Alida y se lanzó sobre la gente, tenía que lograr comprar tres pasajes, no había otra salida.
CONTINUARÁ
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