Octavia y su familia habían regresado de celebrar el servicio religioso de la misa de gallo en la iglesia de la Reconciliación, muy cerca de su casa. Ella y Aníbal saludaron a las familias vecinas con las que se encontraron al llegar a su casa, los niños estaban cansados y se fueron a dormir.
La familia, todos juntos cenaron más temprano por los niños que no podían resistir su hambre hasta la media noche.
Aníbal abrazó a sus hijos y a Rubí que ya era parte de la familia. Octavia hizo lo mismo con el abrazo de Navidad para ellos. Al día siguiente se les daría sus regalos.
En la sala más tranquilos brindaban los esposos, Aníbal le dio a su esposa una pequeña caja:
-Querida este es mi regalo- y en sus manos puso la pequeña caja.
Octavia abrió el estuche y sorprendida comentó: -Aníbal estos aretes son preciosos, gracias por el regalo, es un lindo detalle-. comentó
-Quiero que te los pongas en este momento-. contestó feliz Aníbal al saber que a Octavia le había gustado su regalo-.
Octavia dio unos pasos y frente al espejo que había en la sala, se colocó los bellos aretes de oro, la verdad eran una pieza fina y delicada.
-Gracias Aníbal son demasiado hermosos, no debiste hacerlo- contestó Octavia feliz.
-Para mi esposa lo mejor, y este regalo quería dártelo en esta noche de Navidad-. comentó Aníbal mientras abrazaba a su esposa que lucía especialmente bella para la ocasión. Los esposos se abrazaron después de brindar con sus copas de vino, se sentían tranquilos, una hora más tarde se fueron a dormir.
En la habitación mientras se cambiaban Octavia comentaba con Aníbal que se sentía tranquila porque la familia de Aurora estaba en paz. La prima Renata no daba señales de vida y los hermanos en silencio se habían quedado.
-Es un alivio saber que no están merodeando, el Doctor Panduro debió haberles dado una dura advertencia para que se queden en paz-.
-Si, así debió de ser querida, esa familia es de temer, Aurora los conocía bien por eso quiso que su hija vaya al internado y esté lejos de ellos-. contestó Aníbal antes de quedar profundamente dormido bajo los efectos de varias copas de vino.
Las celebración de Navidad para la familia habian terminado, fue una noche buena llena de regocijo y felicidad.
En la casa de Hortensia e Hipólito también se celebró la Navidad con una gran cena y brindis después de asistir a misa, Quinto estaba especialmente amable con la familia, brindaba y deseaba felicidad para todos. "Por mis futuros suegros" repetía a cada instante y alzaba su copa, Hipólito le agradecía los buenos deseos.
Alrededor de las 2 de la mañana se despedía de Rosalina y de sus padres, al mismo tiempo que comentaba: -espero que todavía esté en pie la invitación para almorzar mañana-.
-Por supuesto mi estimado, mañana lo esperamos al medio día-. contestó Hipólito muy cortés.
Quinto salió de la casa y tomó el aire fresco de la noche, era una noche especial y él se sentía feliz pero también pensaba que hacer con la nueva situación que se presentaba. Rosalina sin querer lo había puesto en alerta y él tenía que moverse rápidamente. Lamentó que el día que comenzaba fuera feriado, pero ni bien pasen los festejo, mandaría a sus hermanos un telegrama, todo aquello lo maquinaba con precisión mientras caminaba hacía su casa. Era un asunto delicado y debía resolverlo con premura.
Al día siguiente Octavia y Aníbal entregaban sus regalos a los niños, todos ellos felices comentaban la agradable sorpresa, aun en pijamas abrían sus regalos. Octavia beso a sus hijos y dijo: -Aníbal debo ir al desayuno de los niños en el orfelinato, no se preocupen desayunen ustedes y más tarde nos vemos.
Antes de salir en el pequeño salón reunió a Felicitas y a Ondina para darles sus regalos de Navidad, las dos agradecían la sorpresa.
Envuelta en su chal de seda, Octavia salía de su casa, la mañana estaba fresca y soleada, caminaba con prisa, debía llegar temprano para el desayuno con los niños, ellos no podían esperar demasiado, tenían que desayunar temprano.
Al llegar a la casa hogar estaban presentes Petra, Ana Luisa y otras Damas que habían comenzado a organizar todo para el evento, a los pocos minutos se hizo presente el alcalde, con él se comenzaría a entregar los regalos. Los pequeños no podían esperar, en sus caritas se dibujaba la alegría y la emoción de recibir su regalo.
La ceremonia comenzó sin grandes preámbulos, los niños en fila recibían sus presentes de las manos del alcalde que les daba un abrazo de Navidad.
Luego en el comedor los esperaba el desayuno especial con chocolate y pan dulce. Las Damas del Patronato con esta actividad habían cumplido con cerrar su año de actividades. Ellas se sentían satisfechas de llevar alegría a la casa hogar y las encargadas del lugar se lo agradecían, los niños no podían estar más alegres con la celebración y sus juguetes.
El alcalde se despedía de los niños y del personal de la casa, agradeció a las Damas por la invitación al desayuno.
Hortensia llegó un poco tarde al lugar cuando las Damas se retiraban, ella pidió disculpas pero la celebración de noche buena había durado más de lo conveniente. Petra a su lado comentó en voz baja: -¿Todo está bien en casa querida amiga?-
-Si, todo está bien- contestó algo nerviosa -Hipólito decidió enviar a un mensajero a las tierras de Quinto, él debe estar llegando mañana al pueblo con ello vamos a conocer a la familia y la comarca-.
Petra comentó: -creo que es lo mejor, así pueden salir de dudas y conocer mejor a Quinto, ¿él sabe algo de esto?
-No, ni pensarlo, aunque eso me preocupa, si después se entera. Hipólito me dijo que él mismo le diría después del regreso del mensajero, Quinto tendrá que comprender la preocupación por nuestra hija-.
La conversación entre Petra y Hortensia quedó ahí, las Damas se retiraban de la casa hogar, todas acordaron reunirse antes de la celebración del Año Nuevo. En el verano ellas se tomaban un descanso para salir de viaje o paseo y luego retornar a sus actividades al comenzar el invierno.
Octavia llegó a su casa y la familia comentaba en la sala sobre sus regalos, Rubí leía sus cuentos Emiliana se había puesto su vestido nuevo y Manuelito revisaba una a una las herramientas de su caja, Aníbal al igual que Emiliana tenían puesta su camisa nueva, era un cuadro tan alegre y familiar que Octavia no pudo evitar emocionarse con la felicidad de cada uno.
Se sentó junto a ellos que le agradecían sus regalos y a su padre también.
Manuelito se puso de pie, quería probar algunas herramientas en su taller que quedaba al fondo de la casa, Aníbal le advirtió: -ten mucho cuidado al usar las herramientas hijo, son de principiante pero igual puedes hacerte daño-.
-Si papá no te preocupes tendré cuidado-. salió de la sala para ir al taller.
Emiliana feliz con su vestido nuevo le decía a su madre que había acertado con su talla.
Rubí leía entretenida sus cuentos sentada en el sillón y Octavia conversaba con Aníbal con respecto al desayuno de los niños en la casa hogar -todo salió muy bien y felizmente el alcalde llegó temprano, no hubo inconvenientes, los niños felices con sus presentes tomaban el desayuno-.
La familia en general se preparaba para un día tranquilo de celebración, con un almuerzo. Mas tarde Ondina y Felicitas saldrían de descanso para visitar a Eriberto y saludarlo.
Como se esperaba Quinto llegó puntual al almuerzo en la casa de Rosalina, se encontraba alegre, vivaz y muy conversador, llevó vino y un pastel relleno de manjarblanco como postre.
En la casa nadie imaginaba lo que Quinto planeaba, Hipólito y Hortensia ignoraban que su hija le había hablado sobre el mensajero.
Almorzaron en un ambiente alegre y relajado, Hipólito conversaba sobre los acontecimiento en la ciudad y la tranquilidad que se respiraba. Quinto le daba la razón y le decía que todo debía mantenerse así, las protestas solo traían desorden. Esa era su opinión y nada lo haría cambiar, por un momento sus palabras fueron ásperas pero de inmediato cambio y volvió a sonreír.
Hipólito por un instante quedó en silencio, él sabía que en la ciudad toda la gente apoyaba a los obreros y sus reclamos con respecto al horario de ocho horas. Él no quiso entrar en polémica con su futuro yerno, a veces hablar de política solo llevaba a discusiones alteradas y sin sentido.
Después del almuerzo Quinto en la sala de la casa conversaba con Rosalina:-¿querida, no les dijiste nada a tus padres verdad?-.
-No, Quinto, aunque me siento un poco mal por ello, mis padres solo quieren conocerte un poco más- contestó Rosalina.
-No te preocupes de eso, yo estoy tranquilo y me alegra que quieran saber más sobre mi familia-.
Quinto no dejaba de sonreír, y se retiró de la casa cuando comenzaba a oscurecer. Al día siguiente no tardaría en enviar un telegrama a sus hermanos.
En la mañana, ni bien abrieron las oficinas del correo, Quinto ya estaba esperando para enviar su telegrama, en la misiva pedía a sus hermanos "Detener al mensajero hasta después de mi boda"... Quinto.
Víctor Sifuentes, el mensajero, llegó al pueblo después de tres días de viaje, primero a caballo y luego a lomo de bestia como se viajaba por esos lugares en los caminos de herradura. Se sentía agotado, se hospedó en la única posada que existía.
Santa Rita era un pueblo pequeño pero agradable, al frente tenía la bella Cordillera Blanca, el paisaje en general era hermoso. Por lo que sabía muy cerca se encontraban las tierras y la casa hacienda de la familia de Quinto, Los López del Águila.
Sifuentes decidió descansar ese día, el viaje había sido duro y agotador, mientras descansaba en su habitación pensaba: -mañana saldré para hacer mis primeras pesquisas sobre Quinto y su familia, ahora sería imposible, casi no puedo estar de pie-.
En la comarca la gente solía levantarse al amanecer y Fausto hermano mayor de Quinto no era la excepción, de la casa hacienda salió muy temprano, a caballo para el pueblo, eran dos horas de viaje por eso viajar al alba era mejor. Tenia planeado pasar por el correo como lo hacía en sus visitas quería saber si había alguna carta o telegrama para la familia, Quinto escribía a sus hermanos con regularidad para informar como iban los negocios.
CONTINUARÁ
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