domingo, 28 de febrero de 2021

PRIMAVERA DE 1900

Guillermo Frederick Genscher, saludó a su amigo cuando le abrió la puerta, estaba sorprendido de lo bien que se veía y de la casa donde vivia. Ésta era pequeña pero contaba con todas las comodidades, en realidad era un departamento de los nuevos que se construían en la ciudad. 
-Guillermo porque no me avisaste que venías hubiera ido a recogerte al puerto- decía Ralph con gran entusiasmo al ver a su amigo.
-La verdad es que quería darte una sorpresa pero soy yo el que está sorprendido. Vives muy cómodo, espero no interrumpir nada importante en tu vida, ¿cierto?-- contestó Guillermo al recorrer la sala. 
-No hay nada que puedas interrumpir querido amigo, en este momento vivo solo y tengo una habitación extra donde puedes quedarte el tiempo que gustes, no tengo problema en recibirte-. 
Guillermo agradeció a su amigo, estaba muy cansado por el largo viaje para salir a buscar donde hospedarse. 
Ralph le mostró a Guillermo su habitación y comentó: -aquí puedes descansar luego de cenar, debes estar sintiendo mucho hambre  luego conversamos  sobre tu viaje-. 
Su amigo había adivinado como se sentía y le agradeció tanta atención y amabilidad.
-Puedes guardar tu ropa en este mueble  y después  vienes al comedor, yo voy a preparar algo en la cocina  para la cena-. contestó Ralph y dejó solo a su amigo en la habitación.
Guillermo siempre pensó que él era una excelente persona y que además le permitía quedarse en su casa, era un gesto delicado de su parte. La habitación era amplia y tenía al lado de la ventana un escritorio donde pensaba escribir a su madre la carta que le había prometido. Dio unos pasos  hacía la cama y se sentó en ella, del bolsillo de su chaleco sacó un pequeño reloj que su padre le había regalado cuando cumplió la mayoría de edad. Era una pieza fina de joyería, un reloj de bolsillo, se abría la tapa y tenía una inscripción que decía -Para Guillermo de su padre Joseph Genscher- así era él, directo y de pocas palabras. 
Guillermo lamentaba no haberse despedido de su padre, pero como estaban las cosas en su casa no hubiera sido posible. Puso el reloj sobre la mesita de noche y de su maletín  sacó la ropa que había traído, la guardó en el ropero, después salió de la habitación y fue a buscar a Ralph que estaba en la cocina preparando algo sencillo para la cena.
Guillermo y Ralph cenaban mientras conversaban de todo lo que les había ocurrido en los dos últimos años que no se habian visto. 
Su vida en el nuevo pais y en la nueva ciudad le agradaba a Ralph y le hablaba a Guillermo de todas las cosas que podía conocer -le gente es amable y estoy trabajando en una gran empresa, te voy a llevar al lugar para que conozcas al dueño es un compatriota nuestro y puede darte trabajo, si es que lo necesitas  ¿Qué te parece?-. preguntó Ralph.
-Por supuesto que estoy de acuerdo, yo no he venido a pasar vacaciones, me gustaría aprender pronto el idioma y trabajar- contestó Guillermo a su amigo que le ofrecía una oportunidad.
-Si deseas  puedes quedarte en mi casa todo el tiempo que necesites, yo no tengo prisa que vayas a otro lugar, hay una habitación extra y es un alivio para mí tener a un buen amigo de Alemania cerca-  se levantó de la mesa y fue a un pequeño aparador de donde sacó una botella de vino: 
-Guillermo, yo estaba guardando esta botella para brindar en una ocasión especial y ahora es el momento de abrirla y celebrar nuestra amistad desde que éramos unos párvulos e íbamos al la escuela ¿te acuerdas?, que tiempos y que vida tan feliz.   
De esta manera comenzaba para Guillermo una nueva vida en el nuevo país. Todo para él era  novedad, las calles de la ciudad le parecían tranquilas, le gustaba todo lo que veía a su alrededor. 
Al día siguiente junto a Ralph conoció al dueño de la empresa para la que trabajaba. Otto Fischer era el propietario  de una de las importadoras más grandes de la capital, tenía muchos clientes, entre ellos a los dueños del Gran Almacén. 
Con mucho esfuerzo y trabajo había logrado construir su empresa; después de conocer a Guillermo y conversar con él sobre su vida en Alemania y a lo que se dedicaba, le ofreció un empleo en el almacén, él seria el encargado de  hacer el inventario de toda la mercadería que entraba, cada cosa debía estar registrada y bien clasificada.
Ralph en la empresa llevaba los libros de contabilidad, tenia su oficina en el segundo piso, al lado de la oficina de su jefe, más tarde éste comentaba: -que te pareció Guillermo, yo estaba seguro que te iba a dar un trabajo, el señor Otto es una persona muy seria, pero le gusta apoyar a un compatriota que recién llega. De ti va a depender hacer bien el trabajo, porque el jefe es exigente-.
Esa misma noche en la tranquilidad de su habitación, Guillermo se sentó al  escritorio para escribirle a su madre como le había prometido. En la carta le contaba sobre su viaje, el encuentro con su amigo y el trabajo que tenía, líneas más abajo antes de despedirse le decía: -Madre no te preocupes, estoy bien y espero que en algún momento nos volvamos a encontrar. Tu hijo Guillermo-. 
El verano en la ciudad era de sol pleno, el calor había aumentado, las calles del centro lucían brillantes, limpias y ordenadas. Las obras de construcción de nuevas avenidas seguían adelante.
Octavia en su casa había recibido los zapatos nuevos que mandó hacer para ella y Emiliana, se los había puesto para probar como le quedaban, en su habitación dio unos pasos para estar segura que no apretaban sus pies. Los pequeños botines eran cómodos, los pasadores lucían finos, en pocas palabras los sentía bien  pero ella extrañaba el toque artístico de buen diseño de Teófilo Ponce. Con tristeza dijo en voz alta: -Octavia tienes que acostumbrarte, el artista del calzado no está en la ciudad-.
Aníbal y Manuel llegaron de su viaje, Octavia los recibió con alegría por fin veía a su hijo pero no sabía como darles la noticia de lo que había ocurrido con la prima Blanca. Dio algunos rodeos, le preguntó a Manuel como había sido su estadía en el fundo. El joven le comentaba que estuvo entretenido ayudando a su padre y conociendo mejor el trabajo de éste.
Manuel pidió permiso para retirarse quería ir a su cuarto, Octavia le pidió que espere y le dijo que tome asiento junto a su padre: 
-Lamento darles esta triste noticia pero la prima Blanca ha partido a un viaje sin retorno- luego pasó a contarles lo sucedido. Su hijo como era de esperar se puso mal, el quería mucho a su tía y siempre la extrañó desde el primer día que se fue. 
-Madre no puede ser, ella siempre fue una persona tan buena y ahora no está más-. 
-Hijo debemos aceptar lo que sucedió y pedir al cielo por ella siempre- contestó Octavia al ver a la profunda pena que sentía su hijo. 
Manuel quería estar solo y sus padres le permitieron ir a su habitación. Aníbal estaba consternado y pidió a su esposa le cuente todo lo ocurrido con detalle, al igual que Octavia él nunca estuvo de acuerdo que se fuera a un viaje tan distante y lejos de la familia. 
-Octavia, siento un gran dolor por la prima, ella quería mucho a nuestros hijos y Manuel era su engreído, hasta hora no puedo comprender lo ocurrido-. comentaba el esposo con tristeza.
Manuel en la habitación se puso a llorar por su tía, ella siempre lo apoyó en sus proyectos y le traía pequeños regalos, era su forma de consentirlo.
Emiliana regresó del hospital y con mucha felicidad saludo a su padre, ya se había dado cuenta que él sabía todo sobre la tía Blanca y el pesar que sentía, era real.
Octavia los primeros días después de enterarse de la triste noticia, se torturaba pensando que su prima estaba sola en un pais lejano y que ella no podía visitarla, ni dejarle flores. En las noches tuvo pesadillas donde  buscaba el lugar en el que ella descansaba y no lo encontraba, lloraba con desesperación y se despertaba asustada.
Poco a poco con el paso de los días, fue aceptando la realidad de que Blanca nunca más volvería y rezaba con devoción al cielo por su alma.
En sus reunión con las Damas del Patronato algunas recordaban a Blanca y pedían a Octavia tenga serenidad para aceptar la realidad.
En la última reunión de las Damas, la novedad había sido el regreso de Hortensia después de pasar varias semanas con sus hijos en el norte en casa de su hermana. Se veía de mejor semblante y renovada. Todas conversaban con ella pero ninguna le preguntó por su hija Rosalina, si ella no quería hablar del tema era mejor así. Al principio las amigas temieron por la salud de Hortensia pero ahora que la veían recuperada no querían molestarla con temas del pasado. 
Otra felicidad para Octavia era la novedad de que Rubí había regresado de sus vacaciones en el campo con la religiosas. La niña comentaba con su madrina cuando ésta la fue a recoger, de todo lo que había hecho en esos días y lo feliz que había sido jugando con los conejos que parecían pompones de peluche que corrían de un lado a otro. 
La madre superiora llamó a Octavia para conversar con ella sobre un familiar que venía a visitar a la niña una vez por semana, era la infaltable tía de Rubí, la prima Renata -¿Octavia tú conoces a esta señora?- preguntó la religiosa.
-Si madre la conozco y en el pasado he tenido algunos problemas con ella, es una persona complicada-. exclamó.
-El tutor legal de Rubí, el abogado Panduro me advirtió sobre ella, por eso siempre hay una hermana cerca cuando esta señora viene a visitar a la niña- comentó la madre para que Octavia esté enterada de lo que ocurre, ella era su apoderada y tenía que estar al tanto.    
La vida continuaba su rumbo y la familia de Octavia se dedicaba a sus tareas del día a día. Emiliana se iba al hospital cuando era su día de ser voluntaria, sus zapatos nuevos también le quedaban bien y se sentía feliz de tenerlos pero lo mismo que Octavia extrañaba el arte de Teófilo Ponce. 
Aníbal había salido temprano y regresó a la casa al medio día con una novedad: -Octavia, no puedes imaginar con quién me encontré el las calles del centro, con Quinto López del Águila esposo de Rosalina. Me saludó con mucha ceremonia y me dijo que quería entrar al negocio de la compra de algodón. Yo le comenté que no es fácil competir con los grandes acopiadores que compran algodón hay que tener buen capital, pero él me aseguró que podía comenzar en la próxima cosecha-.
-Bueno esperemos que le vaya bien, no sabe donde se esta metiendo- contestó Octavia sin mucho interés, ella no quería hablar de Quinto y su familia. 
Ondina traía en sus manos una carta que venía de Arequipa: -señora acaba de llegar esta carta- comentó y se acercó a entregarla a Octavia en le pequeño salón. El remitente era su amiga Norma Valer. 
Aníbal se sentó en uno de los sillones y comenzó a leer el diario, mientras Octavia abría la carta. 
En ella Norma le contaba sobre su viaje y su estadía en la ciudad, para su amiga todo era nuevo y le gustaban los bellos paisajes y la hermosa catedral. Líneas después le comentaba sobre el compromiso de su hijo Héctitor con Emiliana:
-Octavia podemos planear el compromiso y la boda después, estoy esperando tu respuesta, nuestros hijos van a estar de acuerdo-.
Octavia terminó de leer la carta y sintió fastidio con la insistencia de su amiga sobre un compromiso en el que no estaba de acuerdo y menos lo iba estar Aníbal cuando lea la carta.
-Querido quieres leer esta carta es de Norma Valer nuestra amiga, la recuerdas- señaló.
Aníbal leyó la carta y luego comentó: -que sucede con esta mujer, en que momento hubo un compromiso de nuestra hija con su hijo, ha perdido la cordura- contestó el padre muy molesto.
Octavia tomó del cajón de su escritorio un papel de carta y comenzó a escribir a su amiga con la respuesta definitiva de que no aceptaba ningún compromiso de Emiliana con su hijo: 
-Estimada Norma- escribía -Ni Aníbal ni yo estamos de acuerdo con matrimonios arreglados para nuestra hija, estoy segura que Héctor es un joven de mucha valía y no tendrá problema en escoger una esposa. Debemos dejar que cada uno elija su camino, te pido por nuestra amistad y el bien de ellos no insistir en el tema. No estamos de acuerdo con elegir esposo para Emiliana- luego se despedía de su amiga esperando que comprenda su petición. 
Norma Valer nunca contestó la carta de Octavia y cortó su amistad con ella. Octavia sintió tristeza por la decisión de su amiga y dio por terminado el asunto.

CONTINUARÁ           
   
      


 

domingo, 21 de febrero de 2021

PRIMAVERA DE 1900

Berlín Alemania, Guillermo Frederick Genscher sostenía una acalorada discucion con su padre:
-Por favor padre, no me obligues hacerme cargo de la farmacia, yo puedo apoyarte algunos días pero hacerme cargo, no quisiera. Tengo otros planes para mi vida, tú puedes contratar a un ayudante- señaló Guillermo.
Su padre levantó la voz: -no quieres hacerte cargo de la farmacia, pero que bien vives en mi casa y te sientas a mi mesa, no te falta nada tienes una vida regalada-. habló el padre con dureza.
-Joseph, como puedes hablar así a nuestro hijo- exclamó la madre.
-Nuestro hijo tiene que tener consciencia, él es ahora el mayor, su hermano está en el ejercito y Guillermo debe asumir su puesto-.
Guillermo no deseaba seguir discutiendo con su padre, se puso de pie y salió del comedor, fue a su habitación, cerró la puerta y del cajón de su mesa de noche, sacó un boleto, era un pasaje de barco que había comprado una semana antes; como él dijo a su padre, tenía otros planes para su vida. Este viaje lo había planificado desde hace un tiempo. 
Su hermano mayor estaba en el ejército y no quería saber nada de hacerse cargo de la farmacia.
Joseph Genscher padre de Guillermo, era farmacéutico y dueño de su farmacia, la cual le permitía a la familia vivir con mucha comodidad, tenían una buena casa y todo lo que podían desear. Guillermo conocía a su padre, no iba a cambiar de idea. Él era el segundo hijo de la familia, tenía una hermana menor que era muy pequeña para ayudar a su padre.
Una semana después de la discucion con su padre, Guillermo fue a buscar a su madre que estaba en su habitación:  -madre tengo hablar contigo ahora que mi padre no está presente, es importante lo que voy a decir, toma asiento por favor-  con la mano le señaló un sillón que estaba cerca.
La madre se alarmó, ¿Qué pasaba con su hijo?, tenía una voz muy grave -Guillermo ¿Qué sucede?,¿te encuentras mal de salud?-.
-No madre, estoy bien de salud, solo escucha lo que voy a decir. He comprado un pasaje en el barco que sale para América, estoy con el tiempo justo para partir, dentro de dos días estaré en altamar. Perdona si recién te hablo de este viaje, pero es necesario que me despida de ti si quiero tomar ese barco, de mi padre no puedo despedirme, tú sabes como es él-.
La madre se alarmó, no quería que su hijo parta a ese viaje, ella le habló y hasta le suplicó que lo piense bien, pero Guillermo estaba decidido, no tenía la intención de hacer sufrir a su madre.
-Madre, te pido me comprendas, es tiempo de partir, ya tengo 24 años, mi padre tiene razón cuando dice que tengo que tomar consciencia-.
Anja lloraba por su hijo, ella no deseaba que se vaya de la casa: -Guillermo tu padre ha dicho palabras que no siente, no puedes irte así-.
-Es necesario que me vaya,  está decidido, tengo mi pasaje, comprende-. rogó Guillermo.
Anja se secó las lágrimas, su hijo era como su padre no iba a cambiar de idea: -con que dinero vas a viajar-. preguntó.
-Tengo unos ahorros que espero sean suficientes-. contestó.
La madre de Guillermo se puso de pie, fue a su cómoda y de uno de los cajones sacó un pañuelo que envolvía un fajo de billetes -toma este dinero lo vas a necesitar-. 
-¡Madre no! ese es tu dinero, no puedo aceptarlo-. 
-Yo no lo necesito, aquí tengo todo, pero tú vas hacer un viaje muy largo y tienes que llevar dinero, por lo menos recibe esto para que yo me sienta tranquila de que no vas a pasar hambre- suplicó Anja y le entregó el dinero. 
Guillermo besó a su madre en la frente, la abrazó y le dio las gracias con todo el corazón, era un dinero que le daba tranquilidad para realizar su viaje. Antes de salir de su casa  prometió que iba a escribir para que ella sepa como había llegado a su destino.
Con un pequeño maletín en la mano con lo suficiente para embarcarse Guillermo partió, no quería demorar más la despedida, era el tiempo que necesitaba para llegar hasta el puerto de Frankfurt. Lamentó no poder despedirse de su padre, pensó que si lo hacía iba a tener otra gran discusión con él. En el fondo le daba las gracias, después de todo era su padre. 
Los sueños y el destino llevaban a Guillermo en un barco hacía altamar. Él tenía un amigo que le había escrito muchas veces sobre América, más preciso aún, Sudamérica. Ralph le decía en sus cartas -es una tierra nueva de oportunidades, aquí todo es distinto tienes que venir Guillermo-. 
El viaje en barco, no le sentó bien sentía el vaivén de la nave y unas ganas terribles de devolver el estómago, todavía tenía varios días para llegar a su destino Panamá, luego seguir viaje en otro barco hasta Sudamérica, el destino final el puerto del Callao-Perú y de ahí Lima su capital. 
Todo sonaba tan extraño y lejano, solo esperaba que su amigo lo pueda orientar en la nueva tierra que según él, estaba llena de oportunidades.
El viaje fue largo y cansado, llegó a Panamá, se quedó un día en la ciudad para despejarse y luego embarcarse a su próximo destino, no deseaba que pasen más días. No podía hablar demasiado solo conocía algunas palabras en español y comunicarse con otras personas era difícil.
Agotado por el viaje de Panamá al puerto del Callao, llegó al medio día. Se hospedó un pequeño hotel, le sorprendió el movimiento de la ciudad cuando caminaba por sus calles, pensó en quedarse una noche y partir al día siguiente, se sentía mal. Su viaje desde Alemania había durado muchos días, no quería escuchar que  le hablen  del mar.
Cuando llegó a la capital era de noche, no sabía como encontrar la dirección que tenía en las manos, estaba en el centro de la ciudad. Preguntó alguien por la calle Espaderos y éste lo llevó al lugar que decía  la nota. Frente a la puerta de la casa donde se supone vivía su amigo, tocó la campanilla y por fin la agradable sorpresa, era Ralph quien abrió y exclamó: 
-Guillermo, no puede ser, porque no me avisaste que venías- y lo hizo pasar.  
El nuevo día estaba lleno de sorpresas para Octavia, solía algunas tardes llevar una fuente de frutas y descansar a la sombra de un árbol en el huerto. Ella y Emiliana conversaban mientras disfrutaban de unos higos dulces. La temperatura del verano estaba  elevada y en el huerto se podía sentir el aire fresco de la tarde. 
Madre e hija conversaban sobre el taller que habían encontrado para mandar a hacer sus zapatos, solo esperaban no tener problemas con el nuevo calzado , ambas lamentaban la ausencia de Teófilo Ponce.
Ondina buscó a Octavia en el huerto: -señora en la puerta hay una señora que pregunta por usted, me dio esta tarjeta-. 
Octavia leyó la tarjeta: -Ondina hazla pasar de inmediato a la sala. Emiliana es mi querida amiga Norma Valer, ¿te acuerdas de ella?. Ve a la cocina y deja esta fuente, dile a Felicitas que prepare té y  pastelillos, para llevarlos después a la sala-. 
Emiliana obedeció las ordenes de su madre y Octavia, en su habitación se arregló y peinó el cabello, luego fue a saludar a su amiga que la esperaba en la sala.
-Querida Norma ¿cómo estas? es una sorpresa tu visita después de tantos años-.
-Octavia no sabes la alegría que tengo de venir a saludarte y conversar contigo, no nos vemos hace mucho tiempo- contestó la amiga y de su bolso sacó un bello abanico para refrescarse la cara -Octavia el calor esta muy fuerte en estos días, mi familia y yo venimos de Piura, es un horno no puedes imaginarlo-.
Norma Valer era amiga de Octavia desde sus tiempos de estudiantes, ella estaba casada y por el trabajo de su esposo tenía que viajar de una ciudad a otra.
-Tú sabes querida amiga que mi esposo por su trabajo en Hacienda tiene que ver todo con respecto a impuestos, es fiscalizador de tributos. Hemos estado primero en Cajamarca, después de cuatro años fue cambiado a Piura y cuando ya estábamos acostumbrados a la ciudad, lo cambian a Arequipa. Estoy solo de paso en Lima y espero no tener más cambios, mis hijos y yo estamos cansados de viajar-. comentaba Norma a su amiga.
Emiliana interrumpió la conversación y entró a la sala con la fuente de té y pastelillos: -disculpen por la interrupción-.
-Norma, ella es mi hija Emiliana, te acuerdas cuando estaba pequeñita-. comentó Octavia a su amiga.
-Si me acuerdo de ella y ahora es una linda joven, debes estar feliz Octavia.  Porque no arreglamos un matrimonio para nuestros hijos, Héctitor  mi hijo mayor tiene apenas dos años más que tu hija, serían la pareja perfecta ¡no te parece!- exclamó.
Octavia no podía creer la propuesta de su amiga, sonriendo dijo: -Norma debemos dejar que nuestros hijos escojan sus parejas, arreglos de matrimonio no es mi idea, nunca lo he pensado-. 
-Por favor, no me vas a decir que mi hijo no está bien para tu hija-. 
-No, no, jamás diría eso pero debes comprender que los tiempos han cambiado y ahora los jóvenes escogen con quien desean casarse-.
-No, querida amiga para mi es mejor arreglar el matrimonio de los hijos, ellos son jóvenes y no saben escoger-. concluyó Norma con un tono impaciente en la voz.
Octavia escuchaba con incredulidad las palabras de su amiga nunca hubiera imaginado que ella pensaba de esa manera. Cambió de tema para no iniciar una discucion que no iría a ninguna parte. Ella nunca escogería un esposo para Emiliana. 
El resto de la conversación transcurrió con recuerdos y buenos momentos que vivieron juntas. Ya oscurecía cuando Norma se despedía de Octavia e hizo un comentario final: -Octavia he hablado en serio cuando te digo que debemos arreglar el matrimonio de nuestros hijos, estoy segura que cuando Héctitor conozca a Emiliana quedará prendado de ella-.
Octavia sonrió a su amiga, no contestó, solo le deseo buen viaje y una feliz estadía en la ciudad de Arequipa. No deseaba perder la amistad de tantos años, pero si seguía con lo mismo tema tendría que hablar claro,  ella no estaba de acuerdo con matrimonios arreglados.
Norma se despidió de su amiga y de Emiliana: 
-Mamá, por favor tu no estás de acuerdo con lo que dice tu amiga ¿verdad?-. dijo Emiliana a su madre.
-No te preocupes, ella se va para Arequipa y no creo que hable más sobre el tema-. contestó Octavia y esperaba que su amiga comprendiera cual era su posición con respecto al matrimonio. 
El tiempo transcurría tranquilo en la ciudad, muchas obras comenzaban a hacer realidad, se planificaban nuevas avenidas para romper definitivamente el trazo colonial. Las marchas y protestas habían terminado y la ley del horario laboral era una realidad. Se podían iniciar las obras sin retrasos, ni cambios. 
Ondina regresaba de la calle  después de hacer unos mandados y entró a la cocina hablando en voz alta: 
-Madre en la calle hay un gran tumulto, pero esta vez es para ver pasar al presidente y su comitiva, ellos vienen en carros elegantes. La gente dice que van entrar por un costado de la iglesia, luego van pasar por la plazuela y por último tomaran la calle principal con dirección a las calles del centro y a palacio de Gobierno-.
-Ondina que estas diciendo, baja la voz-. contestó Octavia que estaba con Felicitas.
-Señora es cierto ya viene el presidente-.
-Madre, vamos a la plazuela para estar presente cuando pase el presidente-. rogó Emiliana.
Octavia pensó un momento: -seguro que eso va a demorar, no hubo ningún anuncio sobre el paseo del Presidente-.
Emiliana rogó de nuevo y Octavia terminó por aceptar -esta bien, vamos a la plazuela de la Reconciliación, espero sea verdad que  están cerca-. 
Octavia, Emiliana, Felicitas y Ondina salieron de la casa, caminaron solo unas cuadras para llegar a la plazuela. Ondina no había exagerado, el Presidente y su comitiva entraba por la avenida, todos los vecinos estaban al rededor  y lo saludaban, el Presidente sonreía, no era común que suceda este acto muy seguido pero él quería estar cerca de su pueblo después de tantas protestas y desorden. La gente lo  vio pasar en el carro presidencial. Era una nueva etapa de nuevos cambios. 

CONTINUARÁ  
     
     
     
        



   
             
   
   

     


 

domingo, 14 de febrero de 2021

PRIMAVERA DE 1900

No, ya no eran rumores, ni comentarios que la gente hacía en las calles y avenidas, esto era una realidad, así publicaban los diarios de mañana. 
El gobierno por fin promulgaría la   ley para la jornada laboral de ocho horas. 
Era un gran avance en el desarrollo del pais los cambios no podían detenerse, pensaba Octavia mientras leía en su pequeño salón la noticia que traían los diarios.
La ciudad volvería a tener paz y tranquilidad para seguir realizando las obras que se necesitaban y los obreros volverían a sus trabajos en las fábricas y en el puerto. La capital había paralizado sus obras a raíz de tantas protestas y desorden. 
Era un triunfo, la jornada laboral de ocho horas  ya existía en otros paises y en ciudades importantes, se debía estar al compás de los nuevos tiempos y con el nuevo siglo 
Octavia detuvo su lectura un instante, extrañaba Aníbal y a Manuel, ellos estaban bien según el telegrama que recibió días antes, el cual decía: -Octavia no te preocupes, estamos bien. Manuel ya no quiere regresar-  y ella sabía que Aníbal estaba bromeando. También extrañaba demasiado a Rubí que se  fue de vacaciones hace varias semanas a la casa de campo que tenían las religiosas. Seguro que la niña disfrutaba jugando con los conejos que criaban y las caminatas por la campiña. Era hermoso el lugar, en Santa Clara no muy lejos de Lima. 
La casa se sentía más grande y vacía, solo estaban Octavia, Emiliana, Ondina y Felicitas. Ella sentía triste al no haber ido a pasar unos días de playa en el balneario junto a la tía Esperanza, pero fue imposible por el accidente de Manuel y ahora con  Emiliana de voluntaria en el hospital los tiempos habían cambiado y la vida también. 
Hubiera sido tan bueno para Rubí pasar unos días con la familia en la playa, ella no conocía el mar. Pero era seguro que estaba feliz en la casa de campo de las religiosas. No hubiera sido bueno para la niña ser testigo de la  tristeza de su madrina por lo ocurrido con Blanca, ella hace poco tiempo había perdido a su madre. 
Rubí algunas veces comentó a Octavia: -madrina, yo sueño casi todos los días con mi mamá, la veo que  está feliz y sonriente-.
-Claro pequeña, ella siempre va estar contigo-. contestaba Octavia.
Cuando recordaba a su prima, Octavia la extrañaba, aun sentía mucho dolor por su partida, ella nunca debió viajar tan lejos:   -mi querida Blanca- se lamentaba y sobre la cómoda en su dormitorio tenía su foto para saludarla todos los días. 
En la última reunion con las Damas del Patronato, Octavia les contó sobre el deceso de su prima, todas ellas conocían a Blanca y lamentaban lo ocurrido además de darle el pésame a Octavia. Ella no vio la necesidad de entrar en detalles sobre su muerte, solo comentó que enfermó de fiebres malignas que no se podían curar. 
-Octavia- dijo Ana Luisa: -es terrible lo ocurrido a Blanca, era tan buena y amable que parece que fue ayer que estaba con nosotras en las reuniones y disfrutaba de buena salud-. 
-Si es verdad- decían todas a coro, hubo unos minutos de silencio en nombre de Blanca para honrar su memoria.
Otro de los grandes proyectos que comentaban Octavia y sus amigas era la construcción de la primera línea del tranvía: -es fantástico y una realidad, solo faltan algunos detalles en el acuerdo del Municipio con el Gobierno para que se comiencen las obras. Vamos a ser una ciudad del nuevo siglo- decía con entusiasmo Petra. Ella se había enterado por su esposo Pier, que siempre estaba al día con los acontecimientos en la ciudad  para luego publicarlos en su revista familiar e informar al público.
La ciudad capital con cuatrocientos mil habitantes crecía a un ritmo vertiginoso, seguro en los próximos años crecería aun más. El tranvía era una necesidad para transportar a la gente a sus trabajos.
La reunión entre amigas como siempre fue amena y la mañana pasaba sin sentirse, era la hora de terminar la visita y las Damas de regresar a su vida diaria.
Octavia unos días después de la reunión con sus amigas compraba en el Gran Almacén, cintas y blondas que necesitaba para Emiliana, en ese lugar se podía encontrar de todo y muchas de las cosas eran importadas, la tienda era el lugar donde compraba media ciudad, mientras hacía su pedido a una de las empleadas, se acercó a ella Rosalina: 
-Señora Octavia, ¡buenos días¡ ¿cómo está?- la saludo cortés.
Por unos segundos hubo silencio entre las dos, Octavia se sorprendió al encontrarse  con Rosalina, ella lucía elegante y bien arreglada, venía en compañía de su ama de llaves. 
-¿Cómo estás Rosalina? te veo muy bien- contestó después de reaccionar de la sorpresa.
Ambas hicieron comentarios sobre la tienda y lo maravilloso que era encontrar cosas tan bellas. Octavia quiso preguntarle por Hortensia pero guardó silencio. Rosalina en ningún momento mencionó a su madre, en cambio seguía conversando sobre la tienda y sus maravillas.
Octavia se despidió de la joven y en el camino de regreso sintió tristeza que una hija olvide así a sus padres que hicieron lo indecible por ella. 
Hortensia continuaba en el norte de vacaciones en la casa de su hermana. Rosalina seguro pensaba que Octavia ignoraba todo con respecto a su vida y el rechazo a sus padres. Estaba equivocada, no solo lo sabía ella, si no toda la ciudad y la condenaban por ello.
En la casa, Octavia le mostraba a Emiliana las blondas y cintas que había comprado para su vestido -Son hermosas madre, con ellas mi vestido lucirá perfecto-. 
Luego comentó con su hija el encuentro con Rosalina:
-Emiliana, Ella lucía bien elegante y arreglada, lo triste es que no mencionó a sus padres. Rosalina es una hija muy ingrata-.
-Madre, no me sorprende, en el colegio también se comportaba distante con las demás compañeras de su salón-. Rosalina era mayor que Emiliana pero estudiaron en el mismo colegio.
Aunque parezca algo trivial, Octavia mientras caminaba hacia su habitación sintió molestias en uno de sus zapatos, era ya necesario mandarse a hacer  zapatos nuevos. En esos días aun no existía el calzado hecho en serie, si la gente deseaba zapatos nuevos, debía mandarlos a hacer. Octavia iría a visitar el taller  de Teófilo Ponce para mandar hacer zapatos para ella y Emiliana de una vez. 
En la tarde después del almuerzo, Octavia y Emiliana salían para visitar el taller de calzado, pero encontraron que la puerta estaba cerrada, tocaron varias veces, nadie salía atender:
-Emiliana tenemos que regresar mañana, en el taller parece que no hay nadie- comentó con desilusión Octavia, quería ordenar de una vez la confección de sus zapatos, no deseaba sufrir un inconveniente con ellos por la calle, además se demoraba algunas semanas confeccionar un calzado.
Al día siguiente regresaron de nuevo al taller a una hora diferente y seguía cerrado: -que fastidio comentó Octavia, ella buscaba especialmente a Teófilo Ponce porque el tenía las hormas con las medidas de los pies de su familia y también porque era un artista en la confección del calzado hecho a mano. 
Una de las vecinas que las vio venir desde el día anterior conversó con Octavia: -señora, Teófilo no abre hace dos semanas su taller, nadie sabe donde está, es raro que él no atienda a sus clientes ya  han venido varios a buscarlo, dicen que alguien lo vio salir del taller a la media noche pero no sabemos donde está-. puntualizó la vecina.
Octavia agradeció la información, el inconveniente le creaba un problema, necesitaba zapatos, tendría que mandarlos hacer a otro taller y eso no le agradaba mucho.
De los rumores que corrían sobre la vida de Teófilo, algunos eran ciertos, siendo muy joven entró a trabajar al taller de los hermanos Venegas, estos eran maestros en la confección de calzado. 
Teófilo aprendió con ellos todas las artes y secretos para hacer buenos zapatos, con el tiempo y la práctica superó a sus maestros y estos se dieron cuenta de ello, lo felicitaron y lo ascendieron a jefe maestro del taller. Teófilo controlaba y corregía alguna mala confección de los demás artesanos. Comenzó a ganar buen dinero y a vestir buena ropa, tenía un sastre que le cocía los ternos y camisas cuando entraba al taller, vestía siempre elegante, los fines de semana era típico verlo pasear por las calles del centro con ropa y zapatos finos. 
Una mañana mientras trabajaba en el taller, vio que una hermosa joven entró a buscar a uno de los dueños, era la hija de Máximo Venegas, Teófilo no pudo evitar quedar prendado de ella, otro de los artesanos que observó a su amigo comentó: -maestro, tiene que mantener su lugar, la joven es la hija del dueño y está muy lejos de nosotros-. 
Teófilo aparentemente no escuchó las palabras del compañero y confió en que los dueños lo iban aceptar, al ser él un maestro y jefe del taller. Se empeño en conocer a la joven, averiguó donde vivía y se acercó a ella con palabras amables y atenciones, le contó que trabajaba en el taller de su padre y al parecer la joven aceptó su amistad. En los días que sigueron Teófilo y Marcela, así se llamaba  paseaban sin que el padre supiera sobre ellos. Él llevó a Marcela al estudio de fotografía más famoso de la ciudad por esos días, el Estudio Courret, quería tener una foto de los dos juntos, era su sueño.  
Solía hacerle regalos y compraba cajas de finos chocolates para ella, Marcela se sentía alagada siempre decía: -Teófilo no es necesario que gastes dinero en regalos para mí-.
-No te preocupes, yo quiero hacerlo, me gusta halagarte-. contestaba prendado de Marcela.
Pero la felicidad no podía durar mucho al menos no para la pareja, alguien había ido con chismes al padre sobre ellos. Una tarde mientras trabajaba en el taller, Máximo Venegas lo mandó llamar y en su oficina, daba de gritos cuando vio a Teófilo: 
-¡Qué te has creído tú un simple trabajador! acercarte a mi hija y pretender su mano, no puedes jamás volver a salir con ella y estás despedido desde este momento, toma tus cosas, no quiero volver a verte- gritaba enojado.
Teófilo quiso explicar la seriedad de sus sentimientos pero Máximo casi lo golpea, si no fue por el otro hermano que lo detuvo.
En el taller todos los artesanos escuchaban los gritos y vieron salir al maestro jefe. Teófilo fue a buscar a Marcela pero no podía tocar la puerta eso era demasiado, paso varios días haciendo guardia a la casa para ver si ella salía en algún momento pero el padre mando a su hija lejos, como castigo. Teófilo espero y espero varios días y nada, uno de los compañeros del taller le contó a su amigo: 
-Maestro, el padre ha mandado a su hija lejos, nadie sabe donde-. 
Teófilo sintió que su corazón sufría,  él quería a Marcela. Las semanas pasaron y el maestro contrató un pequeño local para comenzar a confeccionar zapatos a sus clientes, en uno de los estantes puso la foto de él con Marcela. Al comienzo todo parecía marchar bien, los clientes lo buscaban y él cumplía con los pedidos pero poco a poco fue decayendo, dejaba de ser cumplido y sus clientes se quejaban y a pesar de ello lo seguían buscando porque sabían que  él podía confeccionar el mejor calzado. 
Una noche algunos vecinos lo vieron salir del taller y perderse en las calles, nadie sabía donde se fue.
Por el dolor, Teófilo había olvidado que tenía arte en las manos,  nadie como él sabia trabajar el cuero hasta convertirlo en un material suave y flexible con el que confeccionaba los zapatos más cómodos, elegantes y de bello diseño en la ciudad, su acabado era de un artista.
Octavia lamentaba lo ocurrido con Teófilo, ella con gran pesar tenia que buscar otro taller para mandar hacer los zapatos que necesitaba no podía esperar más. 
Sabia que el maestro era un artista del calzado y solo deseaba que pueda regresar pronto para seguir confeccionando los zapatos más bellos y cómodos de la ciudad.

CONTINUARÁ                            
         

 
       
  
   
     



 

domingo, 7 de febrero de 2021

PRIMAVERA DE 1900

Octavia respiró profundamente y volvió a leer la dirección y el nombre del remitente, definitivamente no era Blanca la que escribía, las manos le temblaban, por fin logró abrir el sobre, extrajo de su interior  dos cartas varios documentos y su temor más grande un documento que al comienzo no entendía  de qué se trataba. 
Abrió la carta que escribía Beatriz De la Torre y Valle donde decía:
Estimada Octavia, lamento ser portadora de malas noticias pero es mi deber comunicarle que su prima Blanca dejó de existir hace pocos días.
-No, no no puede ser- repetía Octavia mientras las lágrimas bañaban su rostro -¡mi Dios, porqué! no lo puedo comprender- y quería gritar, a duras penas se contenía, por unos segundos soltó la carta para llorar.
-¿Por qué ella?- se preguntó varias veces y a lo lejos  parecía escuchar la voz de Blanca cuando eran niñas y jugaban en el huerto, ella la llamaba ¿Dónde estás Octavia? ¿Dónde estas? - y Octavia se escondía para que Blanca la siga buscando.
El dolor le desgarraba el alma y el corazón no podía seguir leyendo pero hizo un esfuerzo para comprender, cómo había sido su deceso. 
Tomó del escritorio la carta de nuevo y volvió a leer: -Octavia, su prima dio aviso muy tarde sobre su enfermedad, de inmediato fue conducida al hospital donde se le dio todas las atenciones, pero fue muy tarde, las fiebres infecciosas habían avanzado demasiado y a los pocos días ella dejó de existir. Lamento también decir esto pero su prima puso en riesgo la salud de mi familia porque pudo ser una enfermedad contagiosa. Yo deseo olvidar ese episodio y solo recordarla con cariño y amistad, ella era una persona fina y delicada que llegó a ser parte de nuestra familia, mis hijos la extrañan tanto y para mi era una amiga y una compañía. No se preocupe Octavia, Blanca recibió cristiana sepultura y descansa en el cementerio de la ciudad. Yo no tengo palabras para decir como me siento y sé que Usted también debe estar sufriendo al enterarse de la terrible noticia. En el sobre van todos los documentos sobre la enfermedad y una carta que su prima no terminó de escribir. Octavia me despido, cualquier pregunta o duda hágamela saber,  luego firmaba al final de la misiva.    
Octavia lloraba no encontraba consuelo, su querida prima se había ido, ella solo podía pensar que estuvo sola en los últimos momentos de vida y ahora descansa lejos en una ciudad donde ella no puede ir a visitarla y dejarle flores -¡oh mi Dios! ¿ por qué ella?- se lamentaba Octavia.
Blanca era una persona fina y educada, nunca tenia mal concepto de las personas, donde iba siempre tenia una sonrisa. Octavia no estuvo de acuerdo que su prima se fuera tan lejos, ella podía enseñar en cualquier colegio de la capital, estaba capacitada para ello. 
Abrió la carta que Blanca no terminó de escribir en ella comentaba algunos detalles sobre su trabajo, su rutina diaria y además escribía que se sentía mal -Octavia hace unos días me siento enferma y tengo fiebre, seguro debe ser una gripe pasajera. Ahí estaba escrito lo que decía Beatriz, ella no aviso a tiempo, pensaba que era una gripe. Líneas más abajo comentaba -me siento cansada, mañana termino la carta- Blanca, nunca pudo escribir el final.
Ondina escuchó el llanto de su señora y corrió a la cocina: -madre la señora Octavia está llorando sobre su escritorio después de leer el sobre que ha recibido  ¿Qué podemos hacer para ayudarla? la señorita Emiliana está en el hospital y no llega hasta las tres de la tarde-.
-Ondina, nosotras no podemos intervenir, solo debes estar atenta a su llamado por si algo necesita- recomendaba Felicitas a su hija con gran tristeza.
Octavia de nuevo leía la carta de Blanca y llamó a Ondina, esta se presentó de inmediato en el pequeño salón -mande usted señora- dijo con premura. 
-Ondina trae un vaso con agua de azahares- dijo Octavia con el rostro afligido por el dolor.
-Si señora- y salió del salón, en menos de unos segundos estaba de regreso con el pedido.
Ondina preguntó: -¿señora va almorzar en el comedor?-.
-No, trae mi almuerzo aquí a mi escritorio-. 
Ondina volvió a decir -señora disculpe pero Cesáreo ya terminó de trabajar en el huerto y se retira-.
-Bien, que Felicitas, le sirve el almuerzo y luego se puede ir- contestó y sacó de uno de los cajones del escritorio una pequeña talega con el pago a Cesáreo por su trabajo. -Entrega esto a Cesáreo- terminó de decir. 
Octavia almorzó sin mucho apetito, todavía no podía creer lo sucedido a su prima, ella era siempre tan cuidadosa. Vio la hora en el reloj y pensó que si se daba prisa podía encontrar a su abogado Emil del Muro en su oficina, ella quería pedirle un consejo legal, ¡quien mejor que él para decir cómo debe proceder!.
Octavia salió muy rápido de su casa, caminaba y tenía la sensación que flotaba en el aire, eran los nervios pensaba.
Llegó justo a tiempo, Emil estaba todavía  en su despacho y la recibió.
-Mi estimada Octavia, que milagro tu visita ¿cómo estás?- saludó Emil al ver a amiga.
-Emil sé que vengo con el reloj pero necesito tu consejo para proceder en una demanda-.
-Octavia ¿a quien quieres demandar?- preguntó preocupado y observó recién que estaba al borde de las lágrimas, entonces le alcanzó un pañuelo. 
-Deseo demandar a la familia De la Torre y Valle por negligencia en el tratamiento a mi prima- luego pasó a contarle todo con respecto a lo que había sucedido a Blanca, de su bolso sacó el sobre que había enviado la familia para que lo examine. 
Emil conocía a Blanca y sabía que trabajaba con la familia.
-Octavia lo que tú me pides es muy delicado, para hacer una demanda uno tiene que tener pruebas solidas y estar muy seguro que hubo negligencia. En tu caso ellos están lejos, viven en otro país, además es una familia que tiene mucho dinero, pertenecen a la alta sociedad aquí en nuestra ciudad, no tendrían razón para no atender a tu prima si así lo necesitaba. 
-Emil por favor, quiero saber si el documento de la partida de defunción es legal- contestó Octavia impaciente.
Emil examinó el documento y agregó: -esto a todas luces es legal, hasta tiene los sellos del consulado de Perú y viene acompañado de una traducción. Octavia necesito que te calmes, el dolor por lo ocurrido a tu prima está haciendo que veas las cosas más terribles. Te pido, déjame el sobre con todos los documentos voy a leerlos y estudiarlos con calma y con mi asistente te envió un mensaje mañana- finalizó Emil para consolar a Octavia. 
-Emil nosotros nos conocemos de toda la vida, tu padre fue abogado de mi padre y ahora tú eres mi abogado, yo confió en ti para todo proceso legal-.
-No te preocupes voy a ocuparme de la partida, tengo amigos en el cuerpo diplomático, ellos me van asegurar si es legal o no este documento-.
Era verdad, Emil y Octavia se conocían desde siempre y eran muy amigos, un tiempo sus familias pensaban que se iban a casar pero Octavia conoció Aníbal y se casó con él,  Emil conoció a Nina y se casó con ella. La amistad y la confianza los unía.  
Cuando Octavia regresó a su casa Emiliana salió a su encuentro, ella conversó con su hija y le contó lo sucedido a su tía, la joven lloraba de tristeza y dolor, Emiliana quería demasiado a Blanca, siempre le tuvo admiración. Octavia consolaba a su hija, ella era tan joven para vivir este dolor por un ser querido que se fue.
En la noche en su habitación, Octavia fue a su cómoda y del primer cajón sacó la ultima  fotografía que Blanca se había tomado en el Estudio Courret antes de viajar se veía tan feliz y sonriente, ella siempre creía en la bondad de la gente. La foto la colocó sobre su cómoda para verla todos los días. 
Aníbal estaba en el fundo trabajando con Manuel, no quería perturbarlo con la noticia, sabía que iba  a estar muy triste cuando sepa lo ocurrido a Blanca y su hijo ni hablar. el joven también quería a su tía, ella festejaba sus ocurrencias y bromas y lo animaba a seguir con sus inventos.
Fueron dos días interminables para Octavia, cuando Emil con un asistente le envió un mensaje para que se presente en su oficina. Ella salió de la casa ni bien terminó de leer la misiva, no quería perder más tiempo, se arregló, se peino muy rápido, se puso un poquito de polvos sobre el rostro que estaban muy de moda por esos días y partió.
Cuando llegó al estudio saludó a  Emil, éste fue muy directo para hablar con Octavia: 
-Mi querida amiga, lamento decir que en este caso una demanda a la familia no procede, he leído con calma todos los documentos con su debida traducción, es muy claro lo que explica Beatriz de la Torre y Valle, la señora ha querido aclarar desde el principio que Blanca dejó que la enfermedad avance, es más, tu prima también lo confirma en la carta que no terminó de escribir. Octavia, se que el dolor nos hace reaccionar de manera precipitada, pero este caso es claro no hay evidencias de negligencia y te puedo asegurar que la partida de defunción es legal lo he consultado con amigos que conocen bien este tipo de documento y aquí está el informe del doctor que la atendió y luego el informe de la autopsia-.
Octavia estaba sin palabras, las lágrimas caían por sus mejillas, Emil le dio su pañuelo: -debes calmarte y aceptar que fue algo terrible, Blanca no aviso o tal vez no pensó que era grave-. Emil trató de consolar a su amiga, sabía que su dolor era real.
-¿Qué me aconsejas que haga Emil?- preguntó.
-Responde la carta a la señora Beatriz, explícale como te sientes y si puede comentarte algo más sobre tu prima, sería bueno-. contestó Emil.
Emil entregó a Octavia el sobre con todos los documentos que envió la familia, el caso era claro y ella tenía que aceptarlo, Blanca había actuado con descuido sobre su enfermedad.
En la noche en su escritorio Octavia escribía a Beatriz, contándole como se sentía y lo difícil que era aceptar la muerte de su prima, líneas más abajo le pedía que por favor si fuera posible le envié los efectos personales de su prima, ella quería tenerlos como recuerdo.
Beatriz De la Torre y Valle fue diligente y de inmediato contestó la carta de Octavia, enviándole los efectos personales de Blanca en una pequeña caja que ella recibió a la vuelta de correo veinte días más tarde. En su interior tenía cartas que Octavia le escribió, cartas de sus amigas con las que había estudiado, el rosario que ella le regaló, una medalla de oro recuerdo de su madre, fotos de la familia y un diario que comenzó a escribir desde el primer día de su viaje. 
Octavia sintió curiosidad quería saber que decía el diario y comenzó a leer, en las primeras paginas hablaba sobre su travesía en el barco, sus primeras impresiones de la ciudad donde iban a vivir,  el trato delicado de la familia para con ella y demás detalles; pero unas hojas adelante habla sobre un caballero y un amor no correspondido. Ella sufría por eso y decidió poner un océano de distancia para no verlo cada día de su vida: -no puedo con este destino, él jamás va corresponder a mis sentimientos- escribía con tristeza. 
Octavia siguió leyendo, ¿Quién era ese caballero misterioso? al parecer un estudiante igual que Blanca pero no podía estar segura. Recién comprendía porque su insistencia de viajar. 
-Blanca ¿Por qué tomar una decisión así?- pensaba Octavia. Su prima siempre fue muy romántica, ella podía morir de amor, cómo le había sucedido. 
-Mi querida prima sé que estás en el cielo- se consolaba  para aceptar su partida. 
No quiso seguir hurgando más en la vida privada de su prima, sentía que estaba descubriendo secretos y sentimientos que sólo pertenecían a Blanca. 
Al día siguiente en la mañana, en el huerto Octavia encendió una pequeña fogata y en ese fuego puso las  cartas que recibió su prima y el diario. 
Emiliana encontró a su madre en el huerto  y preguntó: ¿Qué haces madre con ese fuego? ¡no te vayas a quemar¡-.
-No te preocupes solo quiero guardar para siempre los secretos y sentimientos de Blanca, ella merece descansar en paz y nosotras debemos dejarla partir-. contestó a su hija mientras veía como se convertían en cenizas las cartas y el diario.  


CONTINUARÁ