domingo, 28 de marzo de 2021

PRIMAVERA DE 1900

¡Qué gran alegría! y que novedad, Octavia había recibido una carta de Paris, era de su querida amiga Petra, en ella le contaba todas las novedades de su viaje y de su nueva vida, además le pedía que por favor lea la carta en la siguiente reunion de todas las Damas del Patronato para que  todas se enteren de como le iba.
Octavia obedeció a su amiga y en la siguiente reunion del día jueves pidió guardar silencio para que pueda leer en voz alta la carta que Petra había enviado.
Todas en silencio escuchaban a Octavia mientras leía e imaginaban a su amiga caminando con su esposo por las calles de Paris. 
Queridas amigas, como pueden comprender he escrito esta única carta con el fin de que todas se enteren de mi nueva vida, sería muy complicado para mí dirigir una carta para cada una de ustedes, nunca podría terminar.
Les cuento que ahora mi vida esta llena de novedades, la familia de Pier que vive a las afueras de Paris me ha recibido con mucho cariño, sus hermanas son muy amables y su madre ni que decir. Tengo que aprender lo más pronto el idioma para poder conversar mejor con ella. Pier ya esta tomando contacto con sus amistades para ver como podemos iniciar nuestro trabajo. La próxima semana viajamos a la Provenza, a un pueblito no me acuerdo el nombre en este momento pero Pier tiene un amigo en ese lugar que nos puede ayudar. Estoy emocionada con todo aquello y las nuevas ciudades que voy a conocer. No saben como las extraño y como hecho de menos nuestras reuniones y amistad, también extraño nuestra ciudad. Paris es una ciudad muy bella y recién me estoy acostumbrando a la vida y a la familia de Pier.
Líneas más abajo detallaba pormenores de su viaje y se despedía con un abrazo para todas las Damas.
Cuando Octavia terminó la lectura Reyna dijo: -Petra parece sentirse feliz  con su nueva vida y ha cumplido en escribirnos como prometió, es bueno tener noticias de nuestra amiga-.
Si, repetían las demás, no se ha olvidado de nosotras, que lugares bellos debe estar conociendo, decían algunas. 
-Las que deseen escribirle a nuestra amiga pueden apuntar su dirección- señaló Octavia para que  puedan contestar la carta Petra.
Todas hablaban y conversaban a la vez, Hortensia se acercó a Octavia para copiar la dirección: 
-Me gustaría escribir a Petra mañana mismo, ella siempre fue muy amable conmigo y le deseo lo mejor-.  
-Claro Hortensia aquí tienes la dirección- le alcanzó el sobre para que pueda escribir 
Luego que su amiga terminó de copiar la dirección, Octavia preguntó: -¿cómo te sientes Hortensia después de tu viaje de regreso del norte?-.
-Estoy bien Octavia, ya acepté que Rosalina quiere vivir a su manera y que sus padres no entran en sus planes, es lamentable, pero es así y no va a cambiar. Ella ha elegido a su esposo y nosotros no estamos con ellos. Insistir en lo contrario es enfermarme de los nervios,  mi hermana fue muy clara conmigo cuando estuve en su casa, ella me habló -tienes que aceptar la realidad y seguir adelante, tus dos hijos menores te necesitan para estar a su lado y tiene razón no tengo excusa-  concluyó con voz de tristeza.
La reunión como siempre estuvo llena de novedades y conversación amena que Octavia disfrutaba tanto con la visita de sus amigas, cuando todas se despidieron Ana Luisa se quedó al final para contarle a Octavia que tenía una nueva amiga que deseaba traer al grupo: -Ella quiere ser parte de las Damas, le gusta ayudar y colaborar con el trabajo que hacemos, es una persona muy activa, su nombre es Angelina-.
-Bueno Ana Luisa si tu das la garantía por ella, no hay problema, no olvides que uno de nuestros acuerdos es que cada nueva amiga debe estar respaldada por una de las Damas para evitar conflictos-. 
-No te preocupes, Angelina es muy buena amiga y de trato agradable- contestó Ana Luisa segura de lo que decía. 
Todos los días después del trabajo, Guillermo visitaba a Emiliana y esa tarde no fue diferente, traía en las manos un hermoso ramo de rosas amarillas, el color que significaba amistad por el momento no deseaba asustar a su amiga si iba muy rápido, aunque ya tenían varias semanas de conocerse. Guillermo no quería apresurarse.
Emiliana estaba feliz con el regalo y le agradecio la delicadeza, llamó a Ondina para que las ponga en un jarrón y las lleve a la sala de nuevo donde estaban ellos conversando amenamente. 
-Guillermo, son bellas las rosas, el amarillo es un color tan vivo y brillante- decía emocionada.
-Que bueno que te gusten las rosas, son las flores más bellas para mí por eso quise regalarte este ramo-.
-Guillermo porque siempre dices que tu nombre es Guillermo y no William-. preguntó Emiliana a su amigo, ella sentía curiosidad.
-Bueno te voy a decir la verdad- dijo sonriendo -mi madre siempre me llamó Guillermo a ella le gustaba así y yo me costumbre a eso porque suena distinto, eso es todo, no hay más misterio-. 
Octavia se presentó en la sala para saludar a Guillermo, él como siempre se puso de pie, se sentía intimidado por la madre de Emiliana a pesar que reconocía que era una persona fina y delicada.
Ella quería conocer mejor al joven que su hija llamaba su amigo, le agradaba su trato y su conversación, además cada vez hablaba mejor el español.
Guillermo siempre se despedía de Emiliana antes de la hora de la cena, pensaba que era de muy mala educación quedarse hasta muy tarde. 
Llegó al departamento donde vivía con Ralph,  él siempre estaba ocupado haciendo algo o escribiendo en los libros de contabilidad del trabajo, últimamente había ingresado gran cantidad de  mercadería al almacén y había que poner al día los libros, todo debía cuadrar con los ingresos y egresos. 
-Guillermo ¡qué tal! en seguida acabo este trabajo, solo estoy poniendo todo en orden. El señor Fischer es muy estricto en ello-.
-Ten cuidado Ralph al señor Fischer le puede disgustar que traigas los libros de contabilidad a la casa, eso deberías terminarlo en la oficina, así te evitas problemas-. 
-Si lo sé pero no me gusta quedarme el la empresa hasta tarde, no me distraigas que casi termino-. contestó 
-De acuerdo no te preocupes, hoy día me toca a mí preparar la cena-.
Se sentaron a cenar, el mejor plato que preparaba Guillermo era carne aderezada, un  plato sencillo y de fácil preparación. Ralph comentaba con Guillermo que la próxima semana tiene que estar en el puerto para recibir una carga casi gigante de mercadería, el señor Fischer quiere diversificarse y traer fierros de construcción para las nuevas obras a realizarse en la ciudad, eso va ser una locura-.
-No me hables de locura, porque el almacén está tan lleno que no entra nada más, no se donde va ir todo eso, salvo que se alquile otro local- contestó Guillermo preocupado por el trabajo que iba aumentar.
Lima se preparaba para una nueva era de construcciones, se habían trazado las nuevas avenidas que harían crecer el aérea habitable de la ciudad.  Ser considerada una pequeña villa, eso, quedaría en el olvido.
Octavia con una libreta en la mano y un lápiz  recorría la casa para apuntar donde era necesario arreglar o dar mantenimiento, desde las dos salas de ingreso, el comedor, la cocina, las diferentes habitaciones hasta el patio interior donde se estremeció al recordar el accidente que sufrió Manuel, llegó hasta al huerto, se detuvo junto al pino donde Rubí llena miedo le contaba que había visto al hombre del sombrero.  En el huerto existían siete pinos que según el padre de Octavia ya estaban ahí cuando ellos llegaron, fueron sembrados por el primer dueño, si estos pinos pudieran hablar contarían la historia de la casa, eso era seguro.
Al final del huerto quedaba el cobertizo, sitio donde iban a parar los muebles y cosas en desuso. Octavia abrió la puerta y entró, había desorden y todo estaba lleno de polvo, era necesario ordenar y hacer una limpieza, mucho tiempo estaba abandonado. Revisó varios muebles que se podían pintar y tapizar para volverlos a la vida, todos eran de madera sólida, sería una lástima que estén olvidados malográndose por el paso del tiempo.
-Octavia aquí estas, te he buscado por toda la casa-  decía Aníbal -¿que estas haciendo en este lugar?-
preguntó.
-Reviso todos los muebles que se pueden salvar del olvido, además de ordenar este lugar. Aníbal estoy haciendo un inventario de toda la casa para saber donde tenemos que empezar arreglar o pintar, aquí en mi libreta tengo los apuntes. Vamos a comenzar a pintar las dos salas y el comedor, además de mandar a tapizar los muebles de la sala grande ya necesitan un cambio-. decía Octavia a su esposo.
-Me parece muy bien querida, una casa siempre necesita mantenimiento, si no se destruye pero salgamos de aquí, esto está lleno de polvo, vamos a nuestro salón-.
Octavia cerró la puerta del cobertizo y caminó al lado de su esposo mientras este comentaba las nuevas noticias -En dos semanas se comienza a construir el nuevo Paseo Colon, te das cuenta eso va ser toda una novedad, dicen que será elegante y considerado como un boulevard, no sé como va ser eso, pero seguro será de buen gustó- llegaron al salón y se sentaron en los cómodos sofás -Octavia, eso no es todo, estos días comienza la construcción de la nueva línea del tranvía, ya no son palabras es una realidad van a tender los fierros para sus rieles, además en un mes llegan los primeros vagones cuando sea la inauguración de la obra vamos a viajar en él, te prometo será toda una  experiencia y te digo que hay más obras que se van a comenzar ¿Qué te parece Octavia?- decía Aníbal lleno de entusiasmo.
-Todo lo que sea para bien de nuestra ciudad bienvenido sea aunque va causar malestar en la gente que vive cerca de las obras-.
-No hay problema Octavia primero se debe pensar en el desarrollo de la ciudad. También te quiero comentar algo que me enterado recién y no puede ser y no estoy de acuerdo ¡Querida!-. Aníbal se puso de pie para demostrar su sorpresa, caminaba por el salón mientras continuo hablando 
-se trata de Quinto, a él le esta yendo bien en los negocios, que bueno por Rosalina y por él, pero lo que no puede hacer es andar haciendo alarde del dinero que gana, lleva en los bolsillos fuertes sumas de dinero, eso es llamar la atención y al peligro  que lo asalten, es verdad que ha contratado un guarda espaldas, peor aún, todo aquello me parece de mal gusto y peligroso, es como decir, miren todo el dinero que tengo, te imaginas Octavia-. 
-Si querido, pero tú sabes como es Quinto, parece que él cree que nada le puede suceder-. contestó Octavia de acuerdo con su esposo.
Fausto, el hermano mayor de Quinto y Teo el cuarto hermano del mismo, habían llegado a la capital. Fausto quería conversar con su hermano y revisar los libros de contabilidad para ver como iba el negocio familiar que según Quinto iba todo bien y cada día mejoraba.
Los hermanos se instalaron en la casa después de saludar a Rosalina, Fausto recién la conocía,  preguntó por Quinto, ella le comentó que ya no tardaba en llegar y si desean puede descansar un momento en el zaguán porque su viaje seguro ha sido muy largo y cansado. Los dos hermanos estuvieron de acuerdo y se acomodaron en el zaguán.
Cuando Quinto llegó a la casa, su sorpresa fue mayor al ver a Fausto en persona -querido hermano que felicidad, tú en la capital, Teo tú también estás aquí - comentó como un saludo.
Al día siguiente mientras los Fausto y Quito conversaban sobre los negocios, Teo decidió hacer una visita, preguntó a Rosalina por la dirección de Emiliana y salió directo a su casa para saludarla. Llegó con un cochero que muy rápido lo condujo a la dirección que indicaba. Ondina abrió la puerta y lo hizo pasar a la sala. Octavia salió a recibirlo, no podía imaginar a Teo López del Águila preguntando por Emiliana.
Octavia  explicó que no se encontraba, ella estaba en el hospital haciendo su trabajo de voluntaria.
Teo conversó con Octavia sobre su viaje y al cabo de un momento llegó Emiliana -madre ya llegué- se anunció y entró en la sala, quedó sorprendida de ver a Teo en su casa, éste se puso de pie para saludarla. Ella sonrió y correspondió el saludo. Cinco minutos más tarde llegó Aníbal y su sorpresa fue igual, Teo de visita en su casa: -Aníbal es el hermano de Quinto que viene a saludar a Emiliana y a la familia- dijo Octavia  
Las sorpresas de la tarde no acabarían ahí, Ondina anuncio en la sala al señor Guillermo que entraba en ese instante. Ambos jóvenes se miraron, ninguno se conocía y se preguntaban quien era el otro. La situación era un poco incómoda y hubo un silencio general. Manuel pensó que había una reunion familiar y entró diciendo -porque están todos reunidos en la sala- cuando se dio cuenta de las nuevas visitas, se acercó, saludo a Guillermo y Teo. Aníbal pensaba que aquellos dos muchachos venían a visitar a su niña, ella por supuesto no sabía nada sobre estas visitas y estaba tan sorprendida como todos en la familia.


CONTINUARÁ   
    

  
  
 
  

     
 


 

domingo, 21 de marzo de 2021

PRIMAVERA DE 1900

Todavía asustada Rubí por el hombre que había visto, se abrazaba a su madrina. Octavia le hablaba con cariño para que se tranquilice: -mi niña no tengas miedo yo te creo, vamos para que tomes un poco de agua de azahares. Emiliana acompáñanos tú también-.
En la cocina Octavia le dio de tomar un vaso con agua de azahares: -bebe querida Rubí para que te calmes-.
Cuando la niña terminó de tomar el agua, Octavia las llevó a ella y Emiliana al pequeño salón para hablar con las dos que  estaban asustadas una de haber visto al hombre y la otra de enterarse recién que en la casa había estado viviendo con un aparecido del otro mundo.
Octavia les pidió que tomen asiento y que escuchen con serenidad lo que ella tenía que contarles.
-Primero que nada- dijo para empezar -no deben tener miedo a este espíritu porque es bueno- así paso a contarles la historia que su padre le había contado a ella cuando era pequeña y escuchaba los pasos del aparecido. 
-No deben temer, él cuida la casa que cree que aún es suya, parece que ha quedado atrapado entre dos dimensiones y no quiere irse. Lo que debemos hacer es pedir al cielo por esta alma para que continúe su viaje-. terminó Octavia de decirles.
-Madre hemos estado viviendo todo este tiempo con él en la casa-. agregó asustada Emiliana.
-Si pero él vive aquí desde mucho antes, recuerda que fue el primer dueño y el que construyó la casa, por eso digo que él cree que aún  es suya. Ahora quiero que me prometan que no van a temer y sobretodo no van a hablar de esto con nadie, la gente suele ser incrédula con todo lo relacionado al otro mundo. Si no fuera porque Rubí lo vio, yo nunca hubiera hablado nada al respecto-.
-Madre estoy atónita con tu relato y ahora pienso que el puede aparecer en cualquier momento, tengo miedo-. dijo Emiliana asustada.
-No, eso es algo que no va a suceder porque él no aparece en cada momento, a veces pasan meses y no hay nada de su presencia. Yo antes nunca lo había visto, solo escuchaba sus pasos pero el día del accidente de Manuel en la noche, lo vi por primera vez aquí en el salón-.
Rubí se puso de pie y abrazó a su madrina, la niña estaba realmente asustada: - yo no quiero volver a verlo madrina por favor, por favor- decía aterrada.
-No lo volverás a ver, estoy segura que no es su voluntad asustar a familia y ahora tranquilas no deben temer, esta casa es nuestra y él es un alma buena no lo olviden-. comentó con firmeza para que no se asusten más.
Octavia observó con pesar que las dos tenían miedo y no querían separarse de ella, que problema, ahora no van a caminar por la casa tranquilas, espero que en los siguientes días esto se les pase y se den cuenta que no hay por que temer. 
Aníbal y Manuel llegaron de la calle a los pocos minutos y se sorprendieron de verlas juntas a las tres mujercitas. 
-¡Hey! que sucede porque esas caras de susto- dijo riendo  -No me digan que han visto un fantasma-.
Octavia le hizo una señal para que se detenga. Aníbal comprendió lo que su esposa trataba de decir.
-Ya van a dar las seis, me acompañas a llevar a Rubí al convento, por favor-.
-Claro querida, es tarde y Rubí debe llegar antes del ángelus-. 
Los esposos llevaron a la niña al colegio y en el camino de regreso Octavia comentó lo que había sucedido con Rubí: -estaba aterrada espero que se le pase y esté en paz cuando venga a la casa el próximo domingo-.
-No puede ser, ya puedo imaginar el miedo que sintió, no es fácil tener una experiencia así, sobre todo cuando se es pequeño, puede ser traumático para cualquiera-. contestó Aníbal preocupado por su ahijada. 
En la noche en su habitación Emiliana pedía al cielo por el hombre que vio Rubí en el huerto y decía:  -Por favor no te aparezcas, yo nunca deseo verte, lo digo de buen corazón-. agregó esto se quedó dormida, al instante.
Aníbal comentaba con su esposa antes de dormir: - por que yo nunca lo he visto Octavia-.
-Supongo que no todos pueden ver a las almas del otro mundo, yo me quedé sorprendida que Rubí pueda verlo, parece que eso no lo olvidará fácilmente-. contestó.
Antes de quedarse dormida Octavia pensaba que todo aquello parecía tan extraño, hablar sobre una persona que había vivido en la casa muchos años antes y que ahora ya no estaba en este mundo. 
El nuevo amanecer traía consigo el comienzo de la semana, Emiliana partía muy temprano a su día de voluntaria en el hospital, se despidió de sus padres y en el camino casi al llegar, se encontró con Lorena que también le tocaba su día de voluntaria: -Emiliana amiga ¿Cómo estás?  ¿Qué tal tu fin de semana?- preguntó para iniciar la conversación.
Emiliana estuvo tentada de contarle sobre el espíritu que vive en su casa pero se detuvo, ella había prometido no decir nada era mejor así, seguro Lorena no le creería.
-Bien, mi fin de semana estuvo muy bien, con mi familia fuimos a pasear-. contestó un poco distraída.
-¿No te encontraste con Guillermo?- preguntó como siempre curiosa sobre el tema. 
-Si me encontré con él y me acompaño a mi casa, es lo que deseas saber-.
-Te lo dije, él quería conversar contigo y conocerte, yo sabía, yo sabía- decía sonriendo a su amiga.
Emiliana no contestó,  Lorena podía tener razón, ella se había dado cuenta mucho antes que Guillermo quería conocerla.
En casa, Octavia conversaba con Felicitas para organizar el menú de la semana y Aníbal llegó de hacer algunos gestiones en el ministerio de agricultura con respecto al fundo.
-Octavia deseo hablar contigo-. señaló.
-Felicitas hablamos más tarde sobre el menú, hoy prepara de almuerzo lo que hemos acordado-.
-Dime Aníbal que es lo que deseas hablar, te escucho con atención-.
-Octavia que es eso de que Emiliana ha estado conversando con un joven en la plazuela, puedes explicarme o no conoces nada del tema- El padre se sentía asombrado de que alguien en la calle lo detenga para decirle aquello.
-Querido era eso, ya te vinieron con el chisme, ¿Quién  te ha contado?- preguntó Octavia.
-La señora Albújar, esposa del dueño de la farmacia, ella me detuvo en la calle y muy sonriente me lo contó-.
-Ya tenemos otra vecina entrometida en la vida ajena-  señaló Octavia -no te preocupes, si conozco la situación y ya hablé con Emiliana. El joven es un amigo que ella recién ha conocido. Es posible que hoy día venga a la casa no estoy segura-. contestó a su esposo y se dio cuenta que no le gustaba mucho aquello del amigo.
-Veo que lo tomas con demasiada calma, Emiliana no sabe nada de este joven y lo invita a la casa-. contestó Aníbal.
-Querido, es natural que uno invite a sus amistades a la casa o pretendes que nuestra hija no tengas amigos y lo que es peor, los tenga a escondidas. Es solo un amigo y nada más-.
El padre hasta ese momento nunca se había preocupado de que Emiliana podía tener amigos y menos un novio. No, no, ella era su niña pequeña, no podía ser ¿en que momento había crecido?.
-No pienses más allá Aníbal, no hay que hacer un problema de todo esto. Si Emiliana en la tarde viene con Guillermo, lo tomamos en forma natural, sin nada de aspaviento, por favor. Ellos no se van a casar, comprende, son solo amigos-.
Octavia ignoraba que sus palabras podían ser premonitorias, el futuro solo estaba a la vuelta.
-Bueno, está bien debo admitir que tienes razón, no hay que tomarlo a lo grande- continuó Aníbal con su conversación -hay otra noticia que te quería dar y  esta dando vueltas por toda la ciudad, es un comentario general. Se trata de los trabajos de la primera línea del tranvía, estos van a comenzar en unas semanas, es  extraordinario, te das cuenta, la ciudad ya necesitaba un transporte público. La noticia ha salido en todos los diarios. El tranvía ira desde el centro hasta el balneario de Chorrillos te das cuenta-. exclamó con entusiasmo.
-Es un paso adelante en el progreso y la modernidad, eso es bueno para nuestra ciudad- contestó Octavia a su esposo, pero sabía que en el fondo el padre seguía pensando en su hija.
Aníbal se sentó en el cómodo sillón, frente al escritorio de Octavia, abrió el diario y comenzó a leer como siempre la noticia en voz alta para su esposa. Ella sonreía y lo escuchaba con atención.
Después de cumplir su horario en el hospital, Emiliana se despedía de Lorena en a puerta, se sorprendió porque Guillermo no estaba esperándola, bueno se dijo tal vez sea mejor así, terminó de caminar la cuadra e iba a cruzar la avenida cuando una voz la llamó, era Guillermo que había corrido y agitado la saludo. 
-Emiliana me tarde un poco pero aquí estoy para saludarte- comentó
Ella se sobresaltó, no creía que lo volvería a ver, pero ahí estaba a su lado: -¿cómo estas Guillermo?- contestó y continuó su camino. 
Llegaron juntos a la plazuela y Guillermo creía que se iban a sentar, pero vio a Emiliana que seguía caminando, entonces dijo -no quieres conversar conmigo-.
-Si, vamos a conversar, mi mamá quiere que te lleve a la casa, dice que es el lugar donde se reciben a los amigos, me comprendes-.
-Por supuesto iremos a tu casa, me parece perfecto-. contestó Guillermo un poco preocupado de saber que conocería a su madre y que tal vez no le caería bien él a ella, pensó.
Emiliana y Guillermo entraron a la casa, ella lo llevó a la sala, él se quedó asombrado con la elegancia del lugar. 
-¿Es tu casa? es muy bonita y grande-. señaló.
-Un momento, le voy a decir a mi madre que llegue, no tardo-. salió de la sala para avisar a Octavia que estaba con Guillermo.
Emiliana regresó después de cinco minutos, él no sabía que decir, todo era nuevo y distinto ahora que había entrado en la casa, no imaginó que vivía en un lugar tan bonito y finamente decorado.
Diez minutos más tarde entró Octavia, Guillermo se puso de pie para saludarla: -Madre te presentó a Guillermo-. comentó Emiliana.
-¿Cómo está señora? mi nombre es Guillermo Frederick Genscher para servirla- contestó con timidez era la primera vez que conocía a una dama tan distinguida.
-Tome asiento Guillermo- contestó Octavia para que no se sienta incómodo. Conversó con él algunos temas sobre la ciudad y si ya se sentía mas acostumbrado a ella. Guillermo comentaba que si, que ya conocía mejor las calles y no se perdía como los primeros días: -solo el idioma es el que me falta aprender para dominarlo mejor-
Aníbal entró en ese instante, quería conocer al joven que su hija había traído a la casa, su primera impresión fue positiva, después de hablar con él unas palabras le pareció una persona educada y agradable. Ambos padres de Emiliana pidieron disculpas para retirarse.
-Emiliana, tus padres son personas muy simpáticas-. señaló Guillermo después de recobrar el aliento. la presentación de ambos lo había puesto nervioso pero en segundos se calmó 
-Mis padres son las personas más buenas del planeta, no te preocupes, creo que les has caído bien, ellos saben que eres un amigo. No debes sentirte  intimidado-. comentó 
Ondina entró pidiendo disculpas, traía en las manos  un azafate con refrescos y algunos bocaditos para el recién invitado por orden de Octavia.
Guillermo y Emiliana conversaron parte de la tarde hasta que él se puso de pie para despedirse, ella lo acompaño hasta la puerta y ambos se despidieron con una venia. Era el protocolo de aquellos días, que se debía seguir cuando recién se visitaba una casa.
Emiliana buscó a sus padres en el salón -Padres ¿qué les pareció mi amigo Guillermo?- preguntó, la hija quería saber cual era su opinión.
Ambos estaban de acuerdo en que era un caballero y una persona educada, tienes nuestro permiso para invitarlo a la casa, si así deseas.
-Que bueno madre que estén de acuerdo conmigo, él es bastante formal-. comentó con alegría.
Por esos días se habían puesto de moda unos pequeños sombreros que Octavia compró a Emiliana, ella quería usarlo para salir a pasear y como es lógico a Rubí le gustó tanto el sombrerito que Octavia le regaló uno para que lo use al salir del internado.
Domingo en la tarde Emiliana se preparó para ir a pasear con Guillermo, se puso un hermoso vestido de color crema con volados y cintas, sobre la cabeza llevaba el sombrerito que le quedaba tan bien. Su madre la halago por la elección y le pidió que salga acompañada de Rubí, era mejor de esa manera. Aníbal también estuvo de acuerdo. Después de hacer todas las recomendaciones para el cuidado de Rubí -no la sueltes de la mano, llévala en el centro de la vereda, no lo olvides-. 
-No madre no lo olvido- contestó y a la hora que vino Guillermo a recogerla, se fue feliz con Emiliana y la niña que recién conocía, ella  llevaba un graciosos sombrerito igual al que tenia Emiliana sobre la cabeza.

CONTINUARÁ

    
   

  

  

                    
         
   



 

domingo, 14 de marzo de 2021

PRIMAVERA DE 1900

Emiliana terminó de vendar la mano del paciente Guillermo Frederick Genscher, entonces comentó: 
-Señor Genscher, ahora usted debe cuidar esta mano, evite que se moje la venda. El día viernes tiene que regresar para revisar la herida y cambiar a  una venda nueva, eso es todo, puede retirarse-.
-Gracias señorita, yo voy a regresar el viernes como usted me indica-.
Guillermo no sabía como continuar la conversación. Emiliana tomó la  bandeja de vendas y se retiró de la sala en el instante en que una enfermera la llamaba para que la ayude.
Guillermo salió del hospital con muchas buenas impresiones sobre la joven que vendó su mano, le agradó su trato amable y paciente, además de ser  muy linda.
Regresó al trabajo dispuesto a concentrarse en las tareas del almacén, sonreía cuando recordaba a Emiliana, era un primer paso, sabía su nombre y le parecía  que sonaba a una hermosa canción. 
-Hey, Guillermo que pasa contigo- habló en voz alta -seguro tiene novio- luego pensó que podía ser posible volver a encontrarla el viernes en el hospital.
Emiliana terminó de hacer sus labores y como siempre salió del hospital a las tres de la tarde. Había sido un día lleno de trabajo pero se sentía feliz. 
-Madre ya llegue- entró al pequeño salón donde Octavia revisaba las cuentas del mes de los gastos de la casa además de los pagos del alquiler de sus propiedades, todo iba bien y conforme: -Emiliana, ve a la cocina y dile a Felicitas que te sirva el almuerzo, debes estar con mucho hambre-. 
-Si madre voy en seguida-. contestó después de besar a su madre en la frente.
En el trabajo Guillermo, trató de concentrarse y en la noche en su habitación después de cenar y conversar con Ralph se fue a dormir. Miraba su mano vendada y recordaba a la joven, era tan agradable estar cerca de ella. Como no tenía sueño, se levantó de la cama fue al escritorio que estaba cerca de la ventana y comenzó a escribir a su madre la segunda carta, de la primera que le envió no había recibido aun respuesta, pero no importaba él quería contarle como le iba en el nuevo país y lo bueno del  trabajo que tenía.
De nuevo era el día que le tocaba ir al hospital, Emiliana terminaba de doblar unas sábanas para guardarlas en el estante de la ropa de cama, dobló la última funda cuando su amiga Lorena, una de las voluntarias entró corriendo y llamaba: -Emiliana, Emiliana-.
-Y ahora de que te has olvidado querida amiga-. contestó porque sabía que ella era un poco distraída y olvidadiza.
-No, Emiliana, afuera del hospital está el paciente al que le vendaste la mano el otro día, parece que está esperando a alguien, creo que es a ti a quien espera- señaló Lorena.
-No puede ser, él no debe venir hasta el viernes y hoy es miércoles, seguro no me ha entendido, me di cuenta que no hablaba bien el español-. 
-No Emiliana, te espera, estoy segura de ello, recuerda que te estoy advirtiendo- Lorena se volvió a despedir de su amiga y salió corriendo de la sala donde se guardaba la ropa.
-Por favor, estas equivocada- contestó Emiliana antes que Lorena desaparezca por el corredor.  
Su amiga, era así de ocurrente y tenía demasiada imaginación. Cómo podía pensar de esa forma, ella no conocía al paciente de la mano herida y él no tenía motivo para estar ese día en el hospital.
Terminó con cuidado de hacer sus labores y salió por la puerta principal cuando atrás de ella  escuchó que alguien la llamaba por su nombre, giró y se dio con la sorpresa que era Guillermo Genscher quien la llamaba.
-Hoy día no es la revisión de su mano, es el viernes-. contestó.
-Si, lo sé, pero yo pensé que tal vez podía acompañarla y conversar hasta llegar a su casa-. agregó Guillermo esperando que ella acepte su compañía.
Emiliana nunca había permitido que un desconocido se le acerque y exclamó muy seria: -no es necesario señor Genscher, yo no lo conozco y no se quien es-.
-Permitame presentarme soy Guillermo Genscher para servirla- estiró la mano para presentarse.
Emiliana dudó un instante, no sabía que hacer, parecía una persona correcta, le dio la mano con cuidado y se apresuró a caminar.
-Ahora ya no somos desconocidos, yo soy una persona seria, jamás podría faltarle-.
Caminaban por la avenida que los llevaba a la plazuela de la Reconciliación, muy cerca de la casa de Emiliana, se sentaron en uno de los bancos y conversaban animadamente.
-¿Cómo está su mano? parece que se encuentra bien-. preguntó Emiliana.
-Si, está muy bien, no tengo dolor y he cuidado de no mojar la venda, como me recomendó-.
Conversaron por algo más de media hora, luego Emiliana se puso de pie dijo que tenía que irse porque  era demasiado tarde -por favor, no es necesario que me acompañe hasta mi casa, vivo bastante cerca, hasta luego señor Genscher- caminó rápido y no le dio tiempo a Guillermo de contestar. Él no insistió, pensó que era mejor así, el viernes seguro la volvería a encontrar.
Guillermo en la noche conversaba con Ralph sobre temas de trabajo, no comentó con él de su nueva amiga. Ralph era una excelente persona y buen amigo pero no sabía guardar secretos, eso lo sabía muy bien Guillermo y prefirió no hacer comentarios sobre aquello, pero si insistió en pagar una renta por la habitación que ocupaba. Su amigo al comienzo no quería  aceptar la renta que le ofrecía  Guillermo, pero éste insistió: -eres un gran amigo Ralph pero no deseo abusar de nuestra amistad, estoy ganando un salario y deseo colaborar contigo, te pido por favor aceptes mi propuesta-.
A Ralph no le quedó más remedio que aceptar la propuesta de su amigo por tanta insistencia. La conversación entre ellos terminó cerca de la media noche y ambos se fueron a dormir. 
En su casa Emiliana prefirió no comentar con su madre sobre el paciente Genscher, ella pensó que no lo volvería a ver y era mejor no hacer comentarios. 
Viernes, en el hospital como siempre había demasiado que hacer, Emiliana se encontraba ordenando el nuevo envío de medicinas para el hospital. Cerca del medio día Lorena entró muy seria y comentó a Emiliana: -en la sala hay un paciente que necesita una venda nueva, debes de ir a atenderlo, yo termino de guardar las medicinas-.
Emiliana no puso reparo y fue llevando las vendas donde se necesitaban, al entrar a la sala se encontró con Guillermo que venía para su atención. Qué se proponía Lorena con esta acción, ella no le comentó de su encuentro con el paciente a la salida del hospital, el otro día.
-Buenos días señor Genscher, primero su mano tiene que ser revisada por una enfermera para luego ser vendada voy a llamar a alguien, vengo enseguida-. La mano de Guillermo fue examinada,  la herida estaba muy bien pero necesitaba algunos días más para retirar los puntos, después de limpiar y poner un antiséptico, la enfermera mandó:
-Emiliana venda la mano del paciente- y salió de la sala.
La joven vendó la mano y agregó  -ahora si, está usted bastante bien, su herida no tiene ningún problema-.
-Gracias por todo, la verdad es que uno nunca se puede confiar de una herida que va a sanar sola, siempre es bueno atenderse a tiempo para evitar problemas mayores-. 
-Es verdad una infección a algo más grave puede traernos gravísimos problemas-. 
Emiliana se despidió del paciente y éste dijo: -puedo esperarla hoy a la salida, me gustaría volver a conversar. Esta nueva situación la había puesto en un compromiso, no sabía como actuar.
Al final contestó: -Esta bien yo salgo a las tres- con las mejillas rojas de vergüenza se retiró. 
Buscó a Lorena y le dijo que su actuación era equivocada:   -Me has puesto en un compromiso, no puedes hacer eso otra vez-. 
Emiliana yo estaba segura que él quería hablar contigo-. contestó Lorena.
-No lo vuelvas hacer, no es bueno actuar de ese modo-. contestó Emiliana muy molesta con su amiga.
Guillermo y Emiliana de nuevo se volvieron a encontrar cuando ella salió del hospital. Mientras caminaban conversaban sobre lo que hacía cada uno en su día. Se sentaron en el mismo banco de la plaza y ella al cumplirse la media hora  se despidió de Guillermo y antes de irse éste le dijo: -me gustaría  el lunes volvernos a encontrar, puedo esperarte en la puerta del hospital-.
Con algo de timidez Emiliana aceptó la propuesta de Guillermo y se despidió.
Llegó a su casa azorada e incómoda, no por que le desagrade la compañía de Guillermo, si no porque era una situación nueva que no sabía como manejar, era la primera vez que le sucedía algo así, de ahí su desconcierto.
Octavia estaba en la sala conversando con su amiga Petra, Emiliana entró a saludarla a ella y a su amiga y se disculpó para retirarse. La madre  conocía a su hija y presintió que algo le pasaba, pensó más tarde hablar con ella.
-Querida Octavia- comentaba Petra -mañana con Pier nos vamos al puerto para embarcarnos, es el día de nuestro viaje. Yo quería despedirme de ti y agradecer todo el apoyo, sé que todas nuestras amigas han colaborado en ayudarme y les he agradecido en la última reunión que tuvimos, no saben como nos ayudó ese dinero. El otro día fuimos con Pier al lugar donde quedaba la imprenta, no pude evitar llorar, todo nuestro trabajo había quedado destruido, que tristeza, que dolor. Ahora vamos empezar desde cero en Paris, te imaginas-.
Octavia consolaba a su amiga y lamentaba la decisión de irse tan lejos, sin darse cuenta recordó a su prima Blanca, con la diferencia que Petra se iba con su esposo y el conocía muy bien Paris y su gente, él era francés.
Petra abrazó a Octavia al despedirse, le prometió que escribiría para contarle como iba su vida  en Paris, se sentía un poco preocupada pues recién iba a conocer a la familia de Pier que vivian en las afueras de la ciudad: -Octavia me siento nerviosa de conocer a la familia de Pier, ellos no pudieron estar presentes en nuestra boda y ahora vamos nosotros para allá, espero que les agrade mi presencia-.
-Por su puesto que si, quién no puede quererte con lo amable que eres, no te preocupes todo va estar bien-. contestaba Octavia a su amiga para tranquilizarla y además, era cierto lo que ella decía.
Cuando Petra se había ido, Octavia fue a la habitación de Emiliana, quería conversar con ella: 
-¿Cómo ha sido tu día en el hospital? ¿no has tenido algún problema? Emiliana, te vi entrar un poco agitada-.
-No madre todo está bien, ha sido un día laborioso y lleno de pacientes, eso es todo-.
Hija, recuerda que puedes conversar conmigo de cualquier problema o situación-.
-Si madre lo sé, no te preocupes estoy bien-. contestó Emiliana para que su madre se quede tranquila.
Emiliana prefirió por el momento no comentar nada, ella recién conocía a Guillermo y era solo un amigo, no había  que hacer problema con ello. Sabía que podía confiar en Octavia, entre ellas hubo siempre una buena comunicación. 
Sábado en la mañana, el día lucía esplendoroso, el calor había bajado y esto seguro anunciaba pronto la llegada del otoño. Octavia sentío tristeza, a ella le gustaba tanto el verano que el cambio de estación era para ella triste. 
Salió de su casa para ir a comprar a la farmacia que quedaba a unas cuadras de distancia, necesitaba sales y agua de azahares, además de otros medicamentos de primeros auxilios que siempre es bueno tener en el botiquín de casa. Había avanzado solo unos pasos cuando vio que se acercaba la inefable vecina Soledad, ella siempre estaba enterada de la vida de todo el vecindario y nada escapaba a su atención.
-Querida Octavia ¿cómo estás? siempre te veo salir tan apurada- decía a manera de saludo.
-Soledad buenos días, gracias por preguntar, estoy bien y mi familia también-.
-Que bueno que todos estén bien. Me enteré, lo que sucedió a  la imprenta de su amiguita Petra, fue tan triste...lo sé-.
Octavia no quería seguir escuchando a Soledad y trató de despedirse, pero ella la detuvo con otro comentario más: -Querida, el otro día vi a tu hijita Emiliana conversando muy feliz con un joven en uno de los bancos de la plazuela, era muy simpático, seguro son buenos amigos-. hizo este comentario no con muy buena intención.
Octavia no quiso  escuchar sus comentarios desagradables y mal intencionados, con la poca paciencia que le quedaba dijo: -Tengo que ir a comprar Soledad, no puedo escuchar más una palabra de usted-. cortó la conversación en un segundo y siguió su camino. 
Se dio prisa, estaba molesta, que había creído esta vecina, era verdad que tenía fama de ser una persona entrometida con la vida ajena, pero Emiliana porque no había comentado nada sobre este nuevo amigo,¿ que pasaba con su hija?. Se angustio.
Cuando regresó a la casa llamó a Emiliana para conversar con ella, la joven recién había terminado de desayunar y fue al salón donde su madre la esperaba.
-Madre, quieres conversar conmigo-.
-Siéntate querida, deseo preguntar si hay algo nuevo que tengas que decirme-.
Emiliana no comprendía las palabras de su madre y contestó que no había nada que deseaba contar.
-Estas segura hija, no quiero ser indiscreta, pero me he enterado que te han visto en la plazuela conversando con un joven- señaló Octavia con cuidado, no deseaba perder la confianza de su hija.
-¡Ha! se trata de eso, madre seguro que alguien te vino con los chismes desagradables. No te conté porque no lo creí importante, es un amigo que recién conozco y solo conversamos, eso es todo-.
-Emiliana, si es un amigo tráelo a la casa, no necesitas estar conversando en un banco de la plaza-.
-Invitarlo a la casa me pareció algo muy serio, recién conversamos y no creo que tenga necesidad de traerlo, es solo un amigo- agregó Emiliana para que su madre no se preocupe.  
-Querida, si lo invitas a la casa no se trata de nada serio o que se van a casar mañana. No quiero chismes mal intencionados de los vecinos y tú tienes una casa y una familia, el traerlo  no va afectar su amistad- concluyó Octavia.
-Esta bien madre la próxima vez que lo vea voy a invitarlo a la casa, él me acompaña cuando salgo del hospital, conversamos, nada más-.
-Bien espero que me escuches querida, es lo más normal traer las amistades a casa-.
La conversación terminó entre las dos, Octavia sabía que Emiliana era una joven que escuchaba y comprendía ciertos protocolos que eran buenos seguir para evitar comentarios mal intencionados.
Como todos los domingos la familia almorzaba reunida en el comedor. Rubí estaba feliz de compartir con sus padrinos, después del almuerzo la niña comentaba: -madrina ya estoy en el segundo cuaderno de caligrafía, la madre superiora dice que tengo que continuar practicando. ¿usted también hacia caligrafía cuando era niña?-. pregunto Rubí.
-Mi niña, te voy a contar un secreto que no debes decir a nadie, a mí no me gustaba hacer caligrafía, era un curso que me aburría completamente pero con el tiempo comprendí que es importante tener una letra redonda y bien formada. Debes seguir practicando, la madre superiora tiene razón-.
Aníbal y Manuel habían salido, Emiliana le pidió a su madre que la ayude a peinarse y Rubí pidió permiso para ir a jugar al huerto.
En la casa solo estaban las tres, Felicitas y Ondina habían salido a su tarde libre, era cerca de las cuatro de la tarde. Había pasado media hora cuando Rubí regresaba corriendo y llorando del huerto: -Madrina, madrina- gritaba desesperada -¡hay un hombre en el huerto! ¡hay un hombre en el huerto!-.
Octavia y Emiliana salieron de la habitación -¿que sucede Rubí ?,tranquila por favor- exclamó Octavia para que la niña se calme.
-Madrina es verdad, es verdad- decía llorando.
-Vamos Emiliana acompáñame para ver que sucede-.
Rubí en el huerto señaló el lugar donde el hombre estaba parado: -Aquí al lado de este pino madrina, yo lo vi, yo lo vi-. repetía  
-¿Como era ese hombre mi niña? preguntó Octavia.
-Vestía de negro, tenía sobre sus hombros puesta una capa y un sombrero alto en la cabeza-. contestó Rubí y abrazó a su madrina asustada.
Octavia pensó, Rubí  podía ver al hombre que ella conocía, la niña lo había descrito con tanta exactitud, no era invento de su imaginación. Octavia jamás comentó con ella sobre este hombre y nadie más en la casa lo conocía o sabía de él, excepto Aníbal pero él nunca lo vio.
Octavia abrazó a Rubí: -no te preocupes querida, no hay porque asustarse-. Eran palabras para tranquilizarla, no quería que tengan miedo de vivir en la casa Rubí y Emiliana, ésta ultima no sabia nada sobre el aparecido.

CONTINTINUARÁ 
      



 
   
      
     
  


   
        
  


 

domingo, 7 de marzo de 2021

PRIMAVERA DE 1900

Ondina caminaba tan rápido como sus pies la podían llevar, regresaba de hacer las compras en el mercado, lugar donde había escuchado la terrible noticia. Por la calle del Naranjo ella repetía una y otra vez: 
-¡oh Dios mío! ¡oh Dios mío!- la canasta de sus compras la incomodaba, pero no se inquietaba, se detuvo un instante a comprar el diario y continuó su camino.
Llegó a la casa, entró en la cocina puso la canasta sobre la mesa y dijo: 
-Madre tengo que hablar con la señora, es urgente- y salió a buscarla tan rápido como había llegado.
-Ondina no vayas, la señora está en el salón con el señor Aníbal, no debes interrumpir- alcanzó a decir Felicitas pero ya era tarde, Ondina no la escuchaba.
Entró precipitadamente al pequeño salón y habló en voz alta: -señor Aníbal, señora Octavia tengo algo urgente que decir-.
-Ondina, por favor, te he repetido cientos de veces, no debes entrar así-.
-Perdón señora, perdón pero debe decir algo-.
Aníbal perdió la paciencia y exclamó: -habla de una vez muchacha que tienes que decir-.
-En el mercado la gente hablaba de la terrible noticia, la imprenta El Buen Trabajo de la señora Petra se había incendiado, el local ardió toda la noche, no ha quedado nada en pie. Los vecinos y bomberos lucharon contra el fuego y éste no se apagaba, dicen que fue horrible. Todos tenían miedo que el fuego se propague a las casas vecinas-. comentó la joven. 
 Octavia se puso de pie y agregó con voz nerviosa: -¿estas segura Ondina que era la imprenta de mi amiga?-.
-Si señora estoy segura, aquí tengo el diario, tal vez dice algo sobre el incendio- y se lo entregó al señor Aníbal.
-Puedes retirarte- mandó Aníbal y abrió el diario en la segunda página estaba la noticia: -Octavia escucha, imprenta El Buen Trabajo fue consumida por el fuego- Aníbal leyó toda la noticia a su esposa y comentó -no dice que hubieron heridos o muertos pero el local quedó destruido-. 
Octavia lloraba por su amiga -no puede ser- decía y exclamó -Aníbal, Petra seguro se siente devastada tengo que ir a su casa, debe está con sus padres, es mejor que hable con ella para saber que pasó-. 
-Vamos a ir a ver a los esposos, pero debemos esperar por lo menos una hora, son las ocho de la mañana Octavia, ellos deben estar durmiendo todavía si es que han pasado todo la noche en vela. Trata de calmarte por favor-.
Octavia escuchaba a su esposo cómo si fuera una voz lejana que le hablaba, quería ver a su amiga y ofrecerle su ayuda. 
-Octavia no me estas escuchando-.
-Sí, si te escuchó pero me siento tan mal por Petra y su esposo, ellos estaban felices con la imprenta y su trabajo- contestó Octavia y se sentó cerca del escritorio.
-Comprendo que es difícil para ti, pero debemos esperar para no ir a importunar en vez de ayudar- señaló Aníbal a su esposa. 
Octavia y Aníbal esperaron una hora prudente para ir a visitar a sus amigos, a las diez de la mañana se presentaron en la casa de los padres de Petra, fueron recibidos por una de sus hermanas que los hizo pasar a la sala. 
Diez minutos después, Petra se presentó para saludar a sus amigos. 
-Octavia querida amiga, Aníbal ¿Cómo están?-. 
-Petra dime tú ¿Cómo estás? con lo que ha ocurrido- contestó Octavia y se acercó para abrazar a su amiga que con voz entrecortada les contaba lo ocurrido.
-Fue Pier el que se despertó primero y se dio cuenta, el fuego había avanzado rápidamente y consumía todo el primer piso, ustedes saben que nosotros vivimos en el segundo piso de la imprenta. Pier me despertó,  la habitación se llenaba de humo, no podíamos respirar y no sabíamos por donde escapar, la escalera estaba consumida por las llama. Pier me señaló el techo y subimos con la ayuda de una silla. Una vez ahí saltamos al techo de la casa vecina y comenzamos a gritar para pedir ayuda. Los vecinos nos ayudaron a bajar hasta la calle y todos tratamos de apagar el fuego, era una lucha contra las llamas. No pueden imaginar lo triste que fue todo, casi nos queman vivos. 
Pier en ese instante entró a sala disculpándose porque llevaba sobre la pijama una bata: -nos hemos quedado sin ropa, sin nada- agregó.
Se sentó cerca de Aníbal para conversar con él, mientras Petra hablaba con Octavia sobre lo sucedido.
-Querida amiga nos hemos quedado solo en pijama, todo se quemó. Este incendio no fue un accidente ha sido provocado, esto dijo el comisario que hallaba presente. Las lunas de la imprenta fueron rotas y por ahí arrojaron trapos con querosene para iniciar el incendio. No puedo decir quienes fueron es solo una sospecha. Pier hace unas semanas atrás, hizo unos volantes para apoyar a los obreros él quería ayudar con la propaganda, luego a pedido de ellos volvió hacer más volantes, esto parece que ha molestado algún grupo, no puedo decir más-.
-Petra si deseas te puedo prestar dinero para que vuelvan abrir su imprenta, no vayas a tomarlo a mal- le ofreció Octavia a su amiga.
-Gracias, yo sé que tu intención es buena Octavia pero no podemos aceptar es mucho dinero y quedaríamos endeudados contigo por años, además  mi madre siempre me dice -si quieres perder una amistad préstale plata-. Con Pier hemos conversado y decidimos viajar a Paris, él quiere regresar de nuevo a Francia. Lo que más me duele es que el trabajo estaba yendo bien, el tiraje de la revista familiar había aumentado y los pedidos de trabajos de impresión también. La imprenta comenzaba a dar sus frutos. Ahora en cambio debemos cambiar de planes y no sabemos por donde empezar.
-Petra por lo menos permíteme darte un vestido, las dos somos delgadas y de la misma talla, Pier y Aníbal también son casi de la misma talla-. 
-Gracias Octavia, eso si puedo recibir. No tengo hermanos y la ropa de mi padre no la queda a Pier, el vestido que llevo puesto es de mi hermana- contestó Petra con tristeza. 
Aníbal y Octavia se despidieron de sus amigos después de comprobar que no habian sufrido heridas ni daño alguno. En el camino de regreso no hablaron se sentían consternados con lo sucedido a ellos. 
En casa Octavia le pidió a Aníbal dar a su amigo Pier un pantalón y camisa: -por supuesto Octavia, tengo un terno que esta nuevo, le puede quedar bien y dos camisas para que se cambie-  fue a su ropero para sacar la ropa ofrecida.
Octavia hizo lo mismo, sacó de su ropero un vestido que usó  solo dos veces, le quedaría muy bien a su amiga Petra. Dobló con cuidado la ropa y envolvió las prendas en papeles de encomienda.
-Ondina- llamó Octavia -lleva estos dos paquetes a casa de los padres de mi amiga Petra, ellos viven en la calle del Chirimoyo # 122 tú conoces bien la dirección-.
-Si señora lo que usted mande- contestó la joven y salió con los dos paquetes para cumplir la orden de su señora.
En la tarde cuando el reloj marcaba las 3 p.m, Ana Luisa visitó a Octavia necesitaba conversar con ella. 
-Ana Luisa querida amiga ¿qué tal?- saludó Octavia a su amiga que la esperaba en la segunda sala que era más pequeña.
-Octavia estoy angustiada y triste por nuestra amiga Petra, vengo de su casa y está mal con lo sucedido a su imprenta ¿cómo es posible tamaña tragedia? Ella y Pier habían puesto todo su esfuerzo en el negocio-
-Si es verdad, ellos estaban tan involucrados en su trabajo del día a día- contestó Octavia que aun no se reponía de la tristeza de ver a su amiga en terrible situación. 
-Octavia mi visita tiene un fin el de hablar contigo para proponer hacer una colecta entre todas las Damas del Patronato y demás amigas para reunir dinero y entregarlo a Petra que lo necesita ¿qué te parece la idea?- preguntó Ana Luisa.
-La idea es excelente querida amiga, yo estoy de acuerdo y creo que las demás también. Debemos llamar a todas para una reunión y acordar el tema. Tú comunícate con algunas yo haré lo propio y todas nos pasaremos la voz. Mañana mismo será la reunion- contestó Octavia segura de que todo iba a salir bien.
Las Damas del Patronato acudieron al llamado de Octavia y Ana luisa se habló de lo sucedido a su amiga Petra y estuvieron de acuerdo en hacer una donación de dinero y además buscar a otras  amigas que deseen ayudar.
En tres días se había reunido una cantidad de dinero para Petra y su esposo Pier. Octavia se encargó de invitarla y  las demás asistieron a la reunión. La entrega del dinero se haría en el té que se había preparado en casa de Octavia. La hora acordada para la reunion las cuatro de la tarde.
Octavia había conversado con Aníbal sobre los planes de ella y sus amigas, él estuvo de acuerdo con la propuesta y también hizo una donación muy aparte de la donación de Octavia, la cantidad de dinero reunido fue generosa. 
Petra se presentó puntual a la reunion donde ya estaban todas esperándola, Octavia se sintió feliz de ver a su amiga más repuesta y usando el vestido que ella le había regalado, le quedaba perfecto. Ondina y Felicitas se repartían para atender a las invitadas y Emiliana recibía en la puerta de entrada a las que Damas que llegaban.
La sala estaba llena y Petra se llevó la sorpresa de su vida cuando Octavia a nombre de todas le hacía entrega del dinero que habían reunido. 
Petra no tenía palabras para agradecer la ayuda generosa de sus amigas y entre lágrimas de emoción decía lo feliz que se sentía: -no pueden imaginar lo agradecida que estoy y seguro Pier también lo estará, nunca voy a olvidar este gesto de su parte. Gracias, gracias- repetía a sus amigas.
Ana Luisa comentó. -querida amiga sabemos que piensas viajar a Paris con tu esposo, solo te pedimos que nos  escribas para saber cómo estás. No nos olvides-.

-Jamás podría olvidarlas, hemos vivido juntas tantas alegría y tristeza, eso no se puede olvidar- decía Petra con la voz que apenas podía pronunciar palabras por la emoción.
La reunión se prolongó hasta las siete de la noche, hora en la que las Damas se despedían y deseaban parabienes a su amiga Petra y a su esposo. 
En la cena, en el comedor Aníbal, Octavia, Emiliana y Manuel comentaban sobre la reunión y el éxito de la donación para ayudar a Petra. Las Damas respondieron con creces  la ayuda para su amiga. 
El día recién comenzaba, en los almacenes de la importadora propiedad del señor Otto Fischer, el trabajo era arduo. Guillermo Genscher había logrado ordenar y clasificar la mercadería que no dejaba de llegar y la que salía también. Todo estaba bien clasificado y en orden, nada se escapaba a su inspección, a sus ayudantes les enseñó el nuevo sistema para clasificar las cajas que llegaban y las que salían. 
Ralph unos días antes le había comentado: -Guillermo, el señor Fischer está muy satisfecho con tu trabajo, seguro él,  en algún momento hablará contigo-.
Guillermo se acercó para mover unas cajas y no se dio cuenta que una de ellas tenía un clavo que sobresalía  con el que se cortó en la palma de la mano, la sangre no paraba de salir. Guillermo sacó de su bolsillo un pañuelo y presionó la herida para que se detenga la sangre, uno de los asistentes le dijo: -Señor es mejor que vaya al hospital, ese corte no es bueno. Yo me encargo de las demás cajas-.
Guillermo se dio cuenta que su asistente tenía razón, presionando el pañuelo contra su mano,  salió del almacén al hospital que no estaba muy lejos. 
Cuando llegó al nosocomio de las hermanas Cartujas, entró por la puerta de emergencia donde fue atendido rápidamente. El corte en la mano necesito tres puntos y algunas inyecciones para el tétano e infección.
Una enfermera habló: -Emiliana venda la mano del señor Genscher y dile que debe regresar el viernes para una revisión.
Emiliana, con una pequeña bandeja con vendas entró a la sala donde se encontraba el paciente. Guillermo no dejaba de mirar a la linda joven que le vendaba la mano. 
La vida los había encontrado el mismo día, en el mismo lugar. Emiliana y Guillermo se habían conocido y su historia recién comenzaba a escribirse. 

CONTINUARÁ