domingo, 21 de marzo de 2021

PRIMAVERA DE 1900

Todavía asustada Rubí por el hombre que había visto, se abrazaba a su madrina. Octavia le hablaba con cariño para que se tranquilice: -mi niña no tengas miedo yo te creo, vamos para que tomes un poco de agua de azahares. Emiliana acompáñanos tú también-.
En la cocina Octavia le dio de tomar un vaso con agua de azahares: -bebe querida Rubí para que te calmes-.
Cuando la niña terminó de tomar el agua, Octavia las llevó a ella y Emiliana al pequeño salón para hablar con las dos que  estaban asustadas una de haber visto al hombre y la otra de enterarse recién que en la casa había estado viviendo con un aparecido del otro mundo.
Octavia les pidió que tomen asiento y que escuchen con serenidad lo que ella tenía que contarles.
-Primero que nada- dijo para empezar -no deben tener miedo a este espíritu porque es bueno- así paso a contarles la historia que su padre le había contado a ella cuando era pequeña y escuchaba los pasos del aparecido. 
-No deben temer, él cuida la casa que cree que aún es suya, parece que ha quedado atrapado entre dos dimensiones y no quiere irse. Lo que debemos hacer es pedir al cielo por esta alma para que continúe su viaje-. terminó Octavia de decirles.
-Madre hemos estado viviendo todo este tiempo con él en la casa-. agregó asustada Emiliana.
-Si pero él vive aquí desde mucho antes, recuerda que fue el primer dueño y el que construyó la casa, por eso digo que él cree que aún  es suya. Ahora quiero que me prometan que no van a temer y sobretodo no van a hablar de esto con nadie, la gente suele ser incrédula con todo lo relacionado al otro mundo. Si no fuera porque Rubí lo vio, yo nunca hubiera hablado nada al respecto-.
-Madre estoy atónita con tu relato y ahora pienso que el puede aparecer en cualquier momento, tengo miedo-. dijo Emiliana asustada.
-No, eso es algo que no va a suceder porque él no aparece en cada momento, a veces pasan meses y no hay nada de su presencia. Yo antes nunca lo había visto, solo escuchaba sus pasos pero el día del accidente de Manuel en la noche, lo vi por primera vez aquí en el salón-.
Rubí se puso de pie y abrazó a su madrina, la niña estaba realmente asustada: - yo no quiero volver a verlo madrina por favor, por favor- decía aterrada.
-No lo volverás a ver, estoy segura que no es su voluntad asustar a familia y ahora tranquilas no deben temer, esta casa es nuestra y él es un alma buena no lo olviden-. comentó con firmeza para que no se asusten más.
Octavia observó con pesar que las dos tenían miedo y no querían separarse de ella, que problema, ahora no van a caminar por la casa tranquilas, espero que en los siguientes días esto se les pase y se den cuenta que no hay por que temer. 
Aníbal y Manuel llegaron de la calle a los pocos minutos y se sorprendieron de verlas juntas a las tres mujercitas. 
-¡Hey! que sucede porque esas caras de susto- dijo riendo  -No me digan que han visto un fantasma-.
Octavia le hizo una señal para que se detenga. Aníbal comprendió lo que su esposa trataba de decir.
-Ya van a dar las seis, me acompañas a llevar a Rubí al convento, por favor-.
-Claro querida, es tarde y Rubí debe llegar antes del ángelus-. 
Los esposos llevaron a la niña al colegio y en el camino de regreso Octavia comentó lo que había sucedido con Rubí: -estaba aterrada espero que se le pase y esté en paz cuando venga a la casa el próximo domingo-.
-No puede ser, ya puedo imaginar el miedo que sintió, no es fácil tener una experiencia así, sobre todo cuando se es pequeño, puede ser traumático para cualquiera-. contestó Aníbal preocupado por su ahijada. 
En la noche en su habitación Emiliana pedía al cielo por el hombre que vio Rubí en el huerto y decía:  -Por favor no te aparezcas, yo nunca deseo verte, lo digo de buen corazón-. agregó esto se quedó dormida, al instante.
Aníbal comentaba con su esposa antes de dormir: - por que yo nunca lo he visto Octavia-.
-Supongo que no todos pueden ver a las almas del otro mundo, yo me quedé sorprendida que Rubí pueda verlo, parece que eso no lo olvidará fácilmente-. contestó.
Antes de quedarse dormida Octavia pensaba que todo aquello parecía tan extraño, hablar sobre una persona que había vivido en la casa muchos años antes y que ahora ya no estaba en este mundo. 
El nuevo amanecer traía consigo el comienzo de la semana, Emiliana partía muy temprano a su día de voluntaria en el hospital, se despidió de sus padres y en el camino casi al llegar, se encontró con Lorena que también le tocaba su día de voluntaria: -Emiliana amiga ¿Cómo estás?  ¿Qué tal tu fin de semana?- preguntó para iniciar la conversación.
Emiliana estuvo tentada de contarle sobre el espíritu que vive en su casa pero se detuvo, ella había prometido no decir nada era mejor así, seguro Lorena no le creería.
-Bien, mi fin de semana estuvo muy bien, con mi familia fuimos a pasear-. contestó un poco distraída.
-¿No te encontraste con Guillermo?- preguntó como siempre curiosa sobre el tema. 
-Si me encontré con él y me acompaño a mi casa, es lo que deseas saber-.
-Te lo dije, él quería conversar contigo y conocerte, yo sabía, yo sabía- decía sonriendo a su amiga.
Emiliana no contestó,  Lorena podía tener razón, ella se había dado cuenta mucho antes que Guillermo quería conocerla.
En casa, Octavia conversaba con Felicitas para organizar el menú de la semana y Aníbal llegó de hacer algunos gestiones en el ministerio de agricultura con respecto al fundo.
-Octavia deseo hablar contigo-. señaló.
-Felicitas hablamos más tarde sobre el menú, hoy prepara de almuerzo lo que hemos acordado-.
-Dime Aníbal que es lo que deseas hablar, te escucho con atención-.
-Octavia que es eso de que Emiliana ha estado conversando con un joven en la plazuela, puedes explicarme o no conoces nada del tema- El padre se sentía asombrado de que alguien en la calle lo detenga para decirle aquello.
-Querido era eso, ya te vinieron con el chisme, ¿Quién  te ha contado?- preguntó Octavia.
-La señora Albújar, esposa del dueño de la farmacia, ella me detuvo en la calle y muy sonriente me lo contó-.
-Ya tenemos otra vecina entrometida en la vida ajena-  señaló Octavia -no te preocupes, si conozco la situación y ya hablé con Emiliana. El joven es un amigo que ella recién ha conocido. Es posible que hoy día venga a la casa no estoy segura-. contestó a su esposo y se dio cuenta que no le gustaba mucho aquello del amigo.
-Veo que lo tomas con demasiada calma, Emiliana no sabe nada de este joven y lo invita a la casa-. contestó Aníbal.
-Querido, es natural que uno invite a sus amistades a la casa o pretendes que nuestra hija no tengas amigos y lo que es peor, los tenga a escondidas. Es solo un amigo y nada más-.
El padre hasta ese momento nunca se había preocupado de que Emiliana podía tener amigos y menos un novio. No, no, ella era su niña pequeña, no podía ser ¿en que momento había crecido?.
-No pienses más allá Aníbal, no hay que hacer un problema de todo esto. Si Emiliana en la tarde viene con Guillermo, lo tomamos en forma natural, sin nada de aspaviento, por favor. Ellos no se van a casar, comprende, son solo amigos-.
Octavia ignoraba que sus palabras podían ser premonitorias, el futuro solo estaba a la vuelta.
-Bueno, está bien debo admitir que tienes razón, no hay que tomarlo a lo grande- continuó Aníbal con su conversación -hay otra noticia que te quería dar y  esta dando vueltas por toda la ciudad, es un comentario general. Se trata de los trabajos de la primera línea del tranvía, estos van a comenzar en unas semanas, es  extraordinario, te das cuenta, la ciudad ya necesitaba un transporte público. La noticia ha salido en todos los diarios. El tranvía ira desde el centro hasta el balneario de Chorrillos te das cuenta-. exclamó con entusiasmo.
-Es un paso adelante en el progreso y la modernidad, eso es bueno para nuestra ciudad- contestó Octavia a su esposo, pero sabía que en el fondo el padre seguía pensando en su hija.
Aníbal se sentó en el cómodo sillón, frente al escritorio de Octavia, abrió el diario y comenzó a leer como siempre la noticia en voz alta para su esposa. Ella sonreía y lo escuchaba con atención.
Después de cumplir su horario en el hospital, Emiliana se despedía de Lorena en a puerta, se sorprendió porque Guillermo no estaba esperándola, bueno se dijo tal vez sea mejor así, terminó de caminar la cuadra e iba a cruzar la avenida cuando una voz la llamó, era Guillermo que había corrido y agitado la saludo. 
-Emiliana me tarde un poco pero aquí estoy para saludarte- comentó
Ella se sobresaltó, no creía que lo volvería a ver, pero ahí estaba a su lado: -¿cómo estas Guillermo?- contestó y continuó su camino. 
Llegaron juntos a la plazuela y Guillermo creía que se iban a sentar, pero vio a Emiliana que seguía caminando, entonces dijo -no quieres conversar conmigo-.
-Si, vamos a conversar, mi mamá quiere que te lleve a la casa, dice que es el lugar donde se reciben a los amigos, me comprendes-.
-Por supuesto iremos a tu casa, me parece perfecto-. contestó Guillermo un poco preocupado de saber que conocería a su madre y que tal vez no le caería bien él a ella, pensó.
Emiliana y Guillermo entraron a la casa, ella lo llevó a la sala, él se quedó asombrado con la elegancia del lugar. 
-¿Es tu casa? es muy bonita y grande-. señaló.
-Un momento, le voy a decir a mi madre que llegue, no tardo-. salió de la sala para avisar a Octavia que estaba con Guillermo.
Emiliana regresó después de cinco minutos, él no sabía que decir, todo era nuevo y distinto ahora que había entrado en la casa, no imaginó que vivía en un lugar tan bonito y finamente decorado.
Diez minutos más tarde entró Octavia, Guillermo se puso de pie para saludarla: -Madre te presentó a Guillermo-. comentó Emiliana.
-¿Cómo está señora? mi nombre es Guillermo Frederick Genscher para servirla- contestó con timidez era la primera vez que conocía a una dama tan distinguida.
-Tome asiento Guillermo- contestó Octavia para que no se sienta incómodo. Conversó con él algunos temas sobre la ciudad y si ya se sentía mas acostumbrado a ella. Guillermo comentaba que si, que ya conocía mejor las calles y no se perdía como los primeros días: -solo el idioma es el que me falta aprender para dominarlo mejor-
Aníbal entró en ese instante, quería conocer al joven que su hija había traído a la casa, su primera impresión fue positiva, después de hablar con él unas palabras le pareció una persona educada y agradable. Ambos padres de Emiliana pidieron disculpas para retirarse.
-Emiliana, tus padres son personas muy simpáticas-. señaló Guillermo después de recobrar el aliento. la presentación de ambos lo había puesto nervioso pero en segundos se calmó 
-Mis padres son las personas más buenas del planeta, no te preocupes, creo que les has caído bien, ellos saben que eres un amigo. No debes sentirte  intimidado-. comentó 
Ondina entró pidiendo disculpas, traía en las manos  un azafate con refrescos y algunos bocaditos para el recién invitado por orden de Octavia.
Guillermo y Emiliana conversaron parte de la tarde hasta que él se puso de pie para despedirse, ella lo acompaño hasta la puerta y ambos se despidieron con una venia. Era el protocolo de aquellos días, que se debía seguir cuando recién se visitaba una casa.
Emiliana buscó a sus padres en el salón -Padres ¿qué les pareció mi amigo Guillermo?- preguntó, la hija quería saber cual era su opinión.
Ambos estaban de acuerdo en que era un caballero y una persona educada, tienes nuestro permiso para invitarlo a la casa, si así deseas.
-Que bueno madre que estén de acuerdo conmigo, él es bastante formal-. comentó con alegría.
Por esos días se habían puesto de moda unos pequeños sombreros que Octavia compró a Emiliana, ella quería usarlo para salir a pasear y como es lógico a Rubí le gustó tanto el sombrerito que Octavia le regaló uno para que lo use al salir del internado.
Domingo en la tarde Emiliana se preparó para ir a pasear con Guillermo, se puso un hermoso vestido de color crema con volados y cintas, sobre la cabeza llevaba el sombrerito que le quedaba tan bien. Su madre la halago por la elección y le pidió que salga acompañada de Rubí, era mejor de esa manera. Aníbal también estuvo de acuerdo. Después de hacer todas las recomendaciones para el cuidado de Rubí -no la sueltes de la mano, llévala en el centro de la vereda, no lo olvides-. 
-No madre no lo olvido- contestó y a la hora que vino Guillermo a recogerla, se fue feliz con Emiliana y la niña que recién conocía, ella  llevaba un graciosos sombrerito igual al que tenia Emiliana sobre la cabeza.

CONTINUARÁ

    
   

  

  

                    
         
   



 

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