Ondina caminaba tan rápido como sus pies la podían llevar, regresaba de hacer las compras en el mercado, lugar donde había escuchado la terrible noticia. Por la calle del Naranjo ella repetía una y otra vez:
-¡oh Dios mío! ¡oh Dios mío!- la canasta de sus compras la incomodaba, pero no se inquietaba, se detuvo un instante a comprar el diario y continuó su camino.
Llegó a la casa, entró en la cocina puso la canasta sobre la mesa y dijo:
-Madre tengo que hablar con la señora, es urgente- y salió a buscarla tan rápido como había llegado.
-Ondina no vayas, la señora está en el salón con el señor Aníbal, no debes interrumpir- alcanzó a decir Felicitas pero ya era tarde, Ondina no la escuchaba.
Entró precipitadamente al pequeño salón y habló en voz alta: -señor Aníbal, señora Octavia tengo algo urgente que decir-.
-Ondina, por favor, te he repetido cientos de veces, no debes entrar así-.
-Perdón señora, perdón pero debe decir algo-.
Aníbal perdió la paciencia y exclamó: -habla de una vez muchacha que tienes que decir-.
-En el mercado la gente hablaba de la terrible noticia, la imprenta El Buen Trabajo de la señora Petra se había incendiado, el local ardió toda la noche, no ha quedado nada en pie. Los vecinos y bomberos lucharon contra el fuego y éste no se apagaba, dicen que fue horrible. Todos tenían miedo que el fuego se propague a las casas vecinas-. comentó la joven.
Octavia se puso de pie y agregó con voz nerviosa: -¿estas segura Ondina que era la imprenta de mi amiga?-.
-Si señora estoy segura, aquí tengo el diario, tal vez dice algo sobre el incendio- y se lo entregó al señor Aníbal.
-Puedes retirarte- mandó Aníbal y abrió el diario en la segunda página estaba la noticia: -Octavia escucha, imprenta El Buen Trabajo fue consumida por el fuego- Aníbal leyó toda la noticia a su esposa y comentó -no dice que hubieron heridos o muertos pero el local quedó destruido-.
Octavia lloraba por su amiga -no puede ser- decía y exclamó -Aníbal, Petra seguro se siente devastada tengo que ir a su casa, debe está con sus padres, es mejor que hable con ella para saber que pasó-.
-Vamos a ir a ver a los esposos, pero debemos esperar por lo menos una hora, son las ocho de la mañana Octavia, ellos deben estar durmiendo todavía si es que han pasado todo la noche en vela. Trata de calmarte por favor-.
Octavia escuchaba a su esposo cómo si fuera una voz lejana que le hablaba, quería ver a su amiga y ofrecerle su ayuda.
-Octavia no me estas escuchando-.
-Sí, si te escuchó pero me siento tan mal por Petra y su esposo, ellos estaban felices con la imprenta y su trabajo- contestó Octavia y se sentó cerca del escritorio.
-Comprendo que es difícil para ti, pero debemos esperar para no ir a importunar en vez de ayudar- señaló Aníbal a su esposa.
Octavia y Aníbal esperaron una hora prudente para ir a visitar a sus amigos, a las diez de la mañana se presentaron en la casa de los padres de Petra, fueron recibidos por una de sus hermanas que los hizo pasar a la sala.
Diez minutos después, Petra se presentó para saludar a sus amigos.
-Octavia querida amiga, Aníbal ¿Cómo están?-.
-Petra dime tú ¿Cómo estás? con lo que ha ocurrido- contestó Octavia y se acercó para abrazar a su amiga que con voz entrecortada les contaba lo ocurrido.
-Fue Pier el que se despertó primero y se dio cuenta, el fuego había avanzado rápidamente y consumía todo el primer piso, ustedes saben que nosotros vivimos en el segundo piso de la imprenta. Pier me despertó, la habitación se llenaba de humo, no podíamos respirar y no sabíamos por donde escapar, la escalera estaba consumida por las llama. Pier me señaló el techo y subimos con la ayuda de una silla. Una vez ahí saltamos al techo de la casa vecina y comenzamos a gritar para pedir ayuda. Los vecinos nos ayudaron a bajar hasta la calle y todos tratamos de apagar el fuego, era una lucha contra las llamas. No pueden imaginar lo triste que fue todo, casi nos queman vivos.
Pier en ese instante entró a sala disculpándose porque llevaba sobre la pijama una bata: -nos hemos quedado sin ropa, sin nada- agregó.
Se sentó cerca de Aníbal para conversar con él, mientras Petra hablaba con Octavia sobre lo sucedido.
-Querida amiga nos hemos quedado solo en pijama, todo se quemó. Este incendio no fue un accidente ha sido provocado, esto dijo el comisario que hallaba presente. Las lunas de la imprenta fueron rotas y por ahí arrojaron trapos con querosene para iniciar el incendio. No puedo decir quienes fueron es solo una sospecha. Pier hace unas semanas atrás, hizo unos volantes para apoyar a los obreros él quería ayudar con la propaganda, luego a pedido de ellos volvió hacer más volantes, esto parece que ha molestado algún grupo, no puedo decir más-.
-Petra si deseas te puedo prestar dinero para que vuelvan abrir su imprenta, no vayas a tomarlo a mal- le ofreció Octavia a su amiga.
-Gracias, yo sé que tu intención es buena Octavia pero no podemos aceptar es mucho dinero y quedaríamos endeudados contigo por años, además mi madre siempre me dice -si quieres perder una amistad préstale plata-. Con Pier hemos conversado y decidimos viajar a Paris, él quiere regresar de nuevo a Francia. Lo que más me duele es que el trabajo estaba yendo bien, el tiraje de la revista familiar había aumentado y los pedidos de trabajos de impresión también. La imprenta comenzaba a dar sus frutos. Ahora en cambio debemos cambiar de planes y no sabemos por donde empezar.
-Petra por lo menos permíteme darte un vestido, las dos somos delgadas y de la misma talla, Pier y Aníbal también son casi de la misma talla-.
-Gracias Octavia, eso si puedo recibir. No tengo hermanos y la ropa de mi padre no la queda a Pier, el vestido que llevo puesto es de mi hermana- contestó Petra con tristeza.
Aníbal y Octavia se despidieron de sus amigos después de comprobar que no habian sufrido heridas ni daño alguno. En el camino de regreso no hablaron se sentían consternados con lo sucedido a ellos.
En casa Octavia le pidió a Aníbal dar a su amigo Pier un pantalón y camisa: -por supuesto Octavia, tengo un terno que esta nuevo, le puede quedar bien y dos camisas para que se cambie- fue a su ropero para sacar la ropa ofrecida.
Octavia hizo lo mismo, sacó de su ropero un vestido que usó solo dos veces, le quedaría muy bien a su amiga Petra. Dobló con cuidado la ropa y envolvió las prendas en papeles de encomienda.
-Ondina- llamó Octavia -lleva estos dos paquetes a casa de los padres de mi amiga Petra, ellos viven en la calle del Chirimoyo # 122 tú conoces bien la dirección-.
-Si señora lo que usted mande- contestó la joven y salió con los dos paquetes para cumplir la orden de su señora.
En la tarde cuando el reloj marcaba las 3 p.m, Ana Luisa visitó a Octavia necesitaba conversar con ella.
-Ana Luisa querida amiga ¿qué tal?- saludó Octavia a su amiga que la esperaba en la segunda sala que era más pequeña.
-Octavia estoy angustiada y triste por nuestra amiga Petra, vengo de su casa y está mal con lo sucedido a su imprenta ¿cómo es posible tamaña tragedia? Ella y Pier habían puesto todo su esfuerzo en el negocio-
-Si es verdad, ellos estaban tan involucrados en su trabajo del día a día- contestó Octavia que aun no se reponía de la tristeza de ver a su amiga en terrible situación.
-Octavia mi visita tiene un fin el de hablar contigo para proponer hacer una colecta entre todas las Damas del Patronato y demás amigas para reunir dinero y entregarlo a Petra que lo necesita ¿qué te parece la idea?- preguntó Ana Luisa.
-La idea es excelente querida amiga, yo estoy de acuerdo y creo que las demás también. Debemos llamar a todas para una reunión y acordar el tema. Tú comunícate con algunas yo haré lo propio y todas nos pasaremos la voz. Mañana mismo será la reunion- contestó Octavia segura de que todo iba a salir bien.
Las Damas del Patronato acudieron al llamado de Octavia y Ana luisa se habló de lo sucedido a su amiga Petra y estuvieron de acuerdo en hacer una donación de dinero y además buscar a otras amigas que deseen ayudar.
En tres días se había reunido una cantidad de dinero para Petra y su esposo Pier. Octavia se encargó de invitarla y las demás asistieron a la reunión. La entrega del dinero se haría en el té que se había preparado en casa de Octavia. La hora acordada para la reunion las cuatro de la tarde.
Octavia había conversado con Aníbal sobre los planes de ella y sus amigas, él estuvo de acuerdo con la propuesta y también hizo una donación muy aparte de la donación de Octavia, la cantidad de dinero reunido fue generosa.
Petra se presentó puntual a la reunion donde ya estaban todas esperándola, Octavia se sintió feliz de ver a su amiga más repuesta y usando el vestido que ella le había regalado, le quedaba perfecto. Ondina y Felicitas se repartían para atender a las invitadas y Emiliana recibía en la puerta de entrada a las que Damas que llegaban.
La sala estaba llena y Petra se llevó la sorpresa de su vida cuando Octavia a nombre de todas le hacía entrega del dinero que habían reunido.
Petra no tenía palabras para agradecer la ayuda generosa de sus amigas y entre lágrimas de emoción decía lo feliz que se sentía: -no pueden imaginar lo agradecida que estoy y seguro Pier también lo estará, nunca voy a olvidar este gesto de su parte. Gracias, gracias- repetía a sus amigas.
Ana Luisa comentó. -querida amiga sabemos que piensas viajar a Paris con tu esposo, solo te pedimos que nos escribas para saber cómo estás. No nos olvides-.
-Jamás podría olvidarlas, hemos vivido juntas tantas alegría y tristeza, eso no se puede olvidar- decía Petra con la voz que apenas podía pronunciar palabras por la emoción.
La reunión se prolongó hasta las siete de la noche, hora en la que las Damas se despedían y deseaban parabienes a su amiga Petra y a su esposo.
En la cena, en el comedor Aníbal, Octavia, Emiliana y Manuel comentaban sobre la reunión y el éxito de la donación para ayudar a Petra. Las Damas respondieron con creces la ayuda para su amiga.
El día recién comenzaba, en los almacenes de la importadora propiedad del señor Otto Fischer, el trabajo era arduo. Guillermo Genscher había logrado ordenar y clasificar la mercadería que no dejaba de llegar y la que salía también. Todo estaba bien clasificado y en orden, nada se escapaba a su inspección, a sus ayudantes les enseñó el nuevo sistema para clasificar las cajas que llegaban y las que salían.
Ralph unos días antes le había comentado: -Guillermo, el señor Fischer está muy satisfecho con tu trabajo, seguro él, en algún momento hablará contigo-.
Guillermo se acercó para mover unas cajas y no se dio cuenta que una de ellas tenía un clavo que sobresalía con el que se cortó en la palma de la mano, la sangre no paraba de salir. Guillermo sacó de su bolsillo un pañuelo y presionó la herida para que se detenga la sangre, uno de los asistentes le dijo: -Señor es mejor que vaya al hospital, ese corte no es bueno. Yo me encargo de las demás cajas-.
Guillermo se dio cuenta que su asistente tenía razón, presionando el pañuelo contra su mano, salió del almacén al hospital que no estaba muy lejos.
Cuando llegó al nosocomio de las hermanas Cartujas, entró por la puerta de emergencia donde fue atendido rápidamente. El corte en la mano necesito tres puntos y algunas inyecciones para el tétano e infección.
Una enfermera habló: -Emiliana venda la mano del señor Genscher y dile que debe regresar el viernes para una revisión.
Emiliana, con una pequeña bandeja con vendas entró a la sala donde se encontraba el paciente. Guillermo no dejaba de mirar a la linda joven que le vendaba la mano.
La vida los había encontrado el mismo día, en el mismo lugar. Emiliana y Guillermo se habían conocido y su historia recién comenzaba a escribirse.
CONTINUARÁ
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