domingo, 27 de junio de 2021

PRIMAVERA DE 1900

La ciudad era una fiesta, la gente no dejaba de celebrar y comentar sobre el tranvía, para muchos era algo increíble y sofisticado. Una máquina de metal rodando por la ciudad impulsada por la fuerza de la luz eléctrica. Sorprendente decían muchos. 
Aníbal comentaba con entusiasmo mientras viajaban en el tranvía: -Octavia estamos a la par de las grandes ciudades en el mundo, te imaginas. Ahora podemos viajar en el tranvía hasta el otro lado de la ciudad-. luego reía por la emoción de ver que estaban viajando en la máquina de hierro.
Cuando se terminó el viaje y regresaron a la estación inicial. Las autoridades y el público no tenían palabras, había sido un viaje lleno de emoción y buenos augurios al respecto.
Aníbal, su esposa e hijos caminaban por las calles céntricas, cada uno hacía un comentario diferente sobre el tranvía.
-Por fin se inauguró la línea del tranvía, ha sido un viaje al futuro ¿no les parece?- preguntó Manuel a su familia, también contagiado por la emoción de su padre.
Todos le dieron la razón era un viaje al futuro ¿qué más se podía esperar de ahora en adelante? fue la gran pregunta. Cada día habían nuevos inventos en diversos campos de la ciencia e ingeniería, todo parecía ser posible.
En su casa de regreso la familia comentaba reunidos en el comedor sobre la gran inauguración, por fin era una realidad con una ciudad que crecía, no podía faltar un transporte masivo para la gente. Todo ese día no dejaron de hablar del tranvía y de las mil posibilidades con los inventos que cada día se anunciaban. 
En la noche en su habitación Octavia comentaba: -ha sido una gran fiesta para la ciudad y presiento que va a durar muchos días más, hasta que la gente se acostumbre a ver el tranvía pasar lleno de pasajeros-. 
-Es verdad querida- agregó Aníbal -de aquí en adelante la gran máquina será parte del paisaje de la ciudad- contestó antes de decir buenas noches y dormir. 
Con la alegría de la gente y la gran fiesta en la capital por el tranvía, Octavia se encontraba en esos días concentrada en los últimos detalles de la boda de Emiliana. Las pruebas de los vestidos iban muy bien, los zapatos pronto serían enviados a su domicilio y el salón para la fiesta estaba contratado, ella solo debía visitar el lugar un día antes para supervisar el decorado y que todo sea de su agrado. En este caso Octavia le daría una sorpresa a su hija cuando entre al salón de recepciones después de la ceremonia religiosa.
Cada día que pasaba Emiliana sentía los nervios de la boda, le decía a su madre que no podía más con tanta tensión. Octavia contestó: -hija no te preocupes, todo va estar bien y ese día será perfecto, solo espero que el tiempo nos acompañe, el invierno casi se termina y la primavera pronto llegará-.
Guillermo estaba más tranquilo, en la oficina tenía en sus manos la invitación a su boda para su jefe, el señor Otto Fischer, solo esperaba el momento adecuado para dársela, antes ya había entregado invitaciones para algunos amigos de la empresa.
En un momento de descanso, Guillermo pidió permiso para entrar a la oficina de su jefe: -señor Fischer aquí esta la invitación a mi boda para usted y su familia- agregó.
Otto Fischer tomó el sobre y lo puso sobre su escritorio sin abrirlo, le dio las gracias muy serio y comentó algunos detalles del trabajo y pidió el avance del libro contable. Guillermo dio media vuelta y mandó con su asistente el libro que pedía el jefe. Su actitud no había cambiado, era distante y fría pero Otto Fischer no podía tener queja alguna del trabajo de Guillermo, esto a él le daba tranquilidad y deseaba con el tiempo las cosas cambien. 
La idea de Otto Fischer había sido casar a su hija con Guillermo, para él era la boda ideal ya que Guillermo era un compatriota y un joven de confiar. Según Otto Fischer así cerraba el circulo, al menos era lo que pensaba. 
Para Guillermo hubiera sido una boda ventajosa, su posición en la empresa sería excelente, pero él no quería aprovechar ninguna ventaja o beneficio a costa de Martha Fischer, la joven merecía un buen matrimonio. Guillermo estaba enamorado de Emiliana y eso era lo importante. 
Los días pasaban sin detenerse en el calendario, faltaba muy poco para la boda. En el pequeño salón Octavia repasaba su lista para verificar si algún detalle quedaba por resolver. Ondina entró y feliz anunció que habían llegado los calzados: -señora un mensajero trajo estás cajas de zapatos-. Octavia se puso de pie, una maravilla eran los zapatos para la boda. Abrió las cajas, el calzado se veía bonito y bien diseñado, ella se probó los suyos, calzaban bien en sus pequeños pies. 
-Ondina lleva las cajas al dormitorio de Emiliana y los míos a mi habitación- ordenó Octavia y en su lista escribió -zapatos listos-.
Emiliana y Lorena terminaron su turno salían del hospital y comentaban: -no sabes el trabajo que cuesta organizar una boda, mi madre esta atenta a cada detalle, cuando yo puedo la acompaño y elijo lo que me gusta. ella jamás me impone algo. Estoy tan nerviosa con la boda que no sé como voy a llegar a ese día-.
-Emiliana ese día vas a estar bella y radiante, solo sentirás felicidad y yo estaré presente para desearte lo mejor, querida amiga. Debo agradecer la molestia de hacer mi vestido para ser tu dama-.
-No hablemos más sobre ese tema, yo quería que tú estés presente y eso es todo-. 
Emiliana se despidió de Lorena y avanzó por la avenida directo a su casa, se tocó la frente,  que pesar se dijo -No puede ser es la señora Soledad nuestra vecina tan entrometida y viene hacia mí-.
-Querida Emiliana, no sabes la alegría que tengo de saber la noticia que vas a casarte con ese joven tan atractivo. Tu madre ya me envió la invitación. Querida te deseo lo mejor- terminó de decir y sonreía. 
Emiliana agradecio sus palabras parecían sinceras y ella quería creer que así eran. Al llegar a su casa se dio con la gran sorpresa que los zapatos para la boda habian llegado: -madre son hermosos y me quedan perfectos, debo usarlos para acostumbrarme a ellos y no caer el día de la boda-. 
-Úsalos aquí en tu habitación para que no se maltraten- contestó Octavia feliz, todo comenzaba a tener un orden. Faltaban los vestidos y solo una semana para el matrimonio.
Guillermo no se había quedado de brazos cruzados, él se había mandado a confeccionar un terno y comprado zapatos  para el gran día en que uniría su vida a Emiliana, ya los tenía en su departamento y se veía muy bien con ellos. Con respecto a la situación con su jefe, no quiso comentar nada a Emiliana, en vez de ello le habló que el jefe ya tenía su invitación al matrimonio, no deseaba ponerla triste o nerviosa con el asunto.
Tres días antes de la boda llegaron los vestidos, fue una alegría  en casa de Octavia, todas las mujeres hablaban al mismo tiempo. El vestido de novia era un sueño, lucía perfecto en el cuerpo de Emiliana, el vestido de Octavia también lucia bien y ni hablar del pequeño vestido de Rubí, ese día iban a estar hermosas las tres, cada una con sus vestidos.
Aníbal y Manuel tenían ya sus ternos y zapatos nuevos, con los que iban a ir a la boda. El padre luciría orgulloso al entrar a la iglesia con su hija. No cabe duda que a los caballeros se les ve  tan bien cuando visten sus ternos.
Los hermanos de Aníbal, Leonora y Sixto llegaron para la boda, fueron recibidos en la casa y se hospedaron en las habitaciones de huéspedes. La tía Esperanza envió una carta pidiendo disculpas por no poder asistir pero le era un poco difícil debido a  su salud, en cambio mando su regalo de bodas y muchos deseos de felicidad para Emiliana y Guillermo.   
Octavia un día antes visitó el salón donde sería la recepción, tenía que dar el visto bueno al decorado, sugirió algunos cambios, nada grave y quedó conforme. 
Domingo muy temprano el día de la boda, todos corrían en casa de la familia. La florista cumplió  su palabra y envió el bello bouquet de flores frescas para la novia, Ondina se lo entregó a su señora. 
Octavia lo recibió y dijo -Ondina, tú y tu madre vayan a cambiarse, todos debemos estar listo en unas horas- señaló y no debía contradecir a su señora.
Emiliana tomaba un baño de tina con suave fragancia de flores, Octavia hacia lo propio y Rubí también. Aníbal ayudaba a Manuel y los dos hombres de la casa se arreglaban para estar a la altura de la ceremonia. 
Los hermanos de Aníbal estaban casi listos, Leonora vestía un elegante traje y Sixto un terno recién cortado. Eran un orgullo para su hermano mayor. 
Una hora antes de salir para la iglesia Octavia salió  de su habitación, cuando su esposo la vio comentó:
-Querida luces tan hermosa con ese vestido-
-Gracias Aníbal por tus palabras pero ahora espera que veas a tu hija, no tendrás que decir- contestó Octavia.
Era verdad, Emiliana lucia bella y dulce en su vestido de novia, Aníbal le faltaban palabras para halagar a su hija. Rubí salió después, lucía graciosa y parecía una pequeña hada con una canasta de pétalos de rosas para arrojar en la iglesia. Manuel lucía un terno nuevo y estaba serio, en el fondo no sabía como halagar a su hermana que estaba hermosa, a su madre y a Rubí.
-Bueno ya estamos listos es hora de partir para la iglesia, el novio nos espera y debe estar nervioso, si no lo sabré yo. Mis hermanos ya han partido, ellos están en la iglesia.-. exclamó Aníbal emocionado y feliz por su hija.
En la puerta de la casa esperaban dos coches de alquiler, en uno irían la novia y su padre en el otro Octavia Rubí y Manuel. Felicitas y Ondina fueron encargadas de cerrar la casa y se reunirían con la familia en la iglesia, ellas lucían impecables con sus trajes de domingo.
En la puerta de la iglesia esperaban la damas de honor, cada una hermosa en sus vestidos. Lorena estaba feliz de saber que su amiga contraía matrimonio con Guillermo. La sorpresa fue que estaba presente entre los invitados Ralph amigo de Guillermo que había dejado por unos días la plantación de café en la selva para venir a la capital y estar en la boda de su amigo que lo invitó unas semanas antes.
Emiliana y su padre llegaron a la iglesia, entraron después de Rubí y las damas de honor. El sequito avanzo por la nave de la iglesia. La novia  lucía bella y feliz. Un Guillermo emocionado la esperaba en el altar, al tomarla de la mano le habló feliz. El padre Benito oficio la ceremonia, sus palabras se referían a la unión y el amor de la pareja. él les deseaba lo mejor en su nueva vida. Al terminar la ceremonia les dio su bendición.
Todos los invitados después de la ceremonia se dirigieron al salón de recepciones que se encontraba cerca. La felicidad de los recién casados  era evidente, antes del almuerzo habló Aníbal a los novios le deseaba a la pareja mucha prosperidad y unión. Guillermo se refirió a su esposa con palabras de amor. Al terminar los discurso los invitados degustaban los diferentes platos del almuerzo, todo salió  perfecto. Una nota de disgusto para Guillermo fue ver que su jefe no asistió a la boda pero el resto de sus invitados sí.
Se bailó y se disfrutó de la recepción, los invitados saludaban a los padres y a los novios.  Guillermo y Emiliana abrieron el baile, formaban una bonita pareja. Cuando Aníbal  bailó con su hija, se llenó de emoción, en su rostro se podía ver. La fiesta duró hasta bien entrada la noche. Los novios se despidieron para disfrutar de su luna de miel.
Aníbal, Octavia y su familia regresaban a la casa,  la recepción de la boda  resultó perfecta, los invitados disfrutaron de la alegría con los novios.
La familia estaba exhausta, todos se retiraron a dormir para comentar sobre la ceremonia y la fiesta al día siguiente.
A la hora del desayuno Los hermanos de Aníbal comentaban lo bonita que se veía la novia y el almuerzo fue exquisito: -Octavia te luciste al organizar la boda- decía Leonora. Sixto también halagó a Octavia y su organización del matrimonio:  -Emiliana era una linda novia. Aníbal no puedes estar más orgulloso-señaló.
Al día siguiente los hermanos de Aníbal partían de regreso al fundo, se disculparon por no poder quedarse más tiempo: -Octavia tu comprendes el trabajo nos tiene tan ocupados en el fundo- decía Leonora y Sixto le daba la razón. Aníbal comentó con ellos que en unos días más estaría en Ica.
La tranquilidad retornaba lentamente a la familia, Octavia ponía orden en la habitación de Emiliana que estaba un poco desordenada. 
-Ondina ayúdame a ordenar estas muñecas- tomó de la cama,  la muñeca favorita de su hija. Ahora la iba a extrañar, la casa sin su presencia se iba a sentir más grande de lo que era. 
No quería estar triste, debía sentir felicidad, Emiliana comenzaba una nueva etapa en su vida y ella estaría cerca para acompañarla. Colocó la muñeca en el estante junto a las demás, Ondina terminó de arreglar la cama. Octavia se quedó sola en la habitación un instante, cuantos recuerdos y cuantos juegos con Emiliana, ella había sido una compañía. El tiempo pasó muy rápido, pensó. Salió de la habitación cerró la puerta con cuidado y caminó muy despacio por el corredor.  


CONTINUARÁ   
  
    
          
     
  

         
      
  
 


 

domingo, 20 de junio de 2021

PRIMAVERA DE 1900

La ciudad amaneció con sol, la mañana estaba cálida, era como si el invierno le concediera unas horas de calor para luego tornarse frío, oscuro y gris. 
Octavia y Emiliana  habían asistido al taller para elegir los zapatos de la boda y mandarlos  hacer, el modelo seleccionado fue del gusto de Emiliana, entonces no hubo más dudas y se mandó a confeccionar el calzado.  
El vestido de Lorena fue resuelto, el día acordado se encontró con Emiliana y su madre en el taller de la modista. A Lorena se le notaba un poco avergonzada al conocer a la madre de su amiga pero Octavia en todo momento la trató con familiaridad y su vergüenza se esfumo al darse cuenta que era una persona  amable y en todo momento confidente. 
Lorena no sabía como agradecerle el gesto hacia ella. Octavia le aseguró que no debía preocuparse, ella y Emiliana estaban felices de tenerla en la boda como una de las damas de honor.
En el taller la modista Concepción, tomó las medidas de la joven para confeccionar el vestido, el modelo que lucirían las damas, era juvenil y perfecto para las jóvenes, la tela una gasa bordada con flores era hermosa. El día de la boda, ver entrar en la iglesia  a Emiliana y su séquito será espléndido.
Unos días antes, Emiliana comentó con su madre el temor que sintió cuando su padre quizo hablar  con Guillermo a solas: -madre tuve miedo que mi padre le diga a Guillermo que se vaya de la casa y que no regrese más o que use la fuerza para sacarlo de la casa-.
-Emiliana tu padre jamás haría algo violento, él es una persona educada-. contestó Octavia.
-Ahora lo sé madre, pero ese día tuve tanto miedo. Recuerda que nosotras estábamos en el pequeño salón y no logramos escuchar nada, eso me puso aun más nerviosa. También sentí temor porque sé que a Nora, una de mis amigas del colegio, el padre sacó de su casa a empellones al joven que la pretendía, él solo quería  pedir permiso para visitarla. Dicen que fue horrible y ella de vergüenza no sale de su casa y aun peor, no quiere salir de su habitación, ni desea hablar con su padre. Su hermana me contó todo esto cuando la encontré en la avenida de regreso a nuestra casa. Nora gritó a su padre que lo odiaba y que nunca volvería hablar con él, te das cuenta de la terrible situación-.
Octavia escuchaba incrédula lo que decía su hija, era algo inconcebible e innecesario para una joven que recién comenzaba a vivir. Actuar de esa manera se convirtió en un problema más grande.
-Emiliana lo que cuentas no tiene nombre, ese padre solo hizo sufrir a su hija-. comentó Octavia y movió la cabeza con pesar por la joven Nora. 
Domingo en la tarde, Emiliana y Guillermo conversaban en la sala sobre sus planes después de la boda y el futuro inmediato, Manuel y su amigo Marcelo en el comedor terminaban de hacer el trabajo que debían presentar al día siguiente en el colegio. Octavia con Rubí estaban en el huerto y comían deliciosas frutas de una pequeña bandeja. La tarde era propicia para descansar, conversar y disfrutar del canto alegre de los pájaros  que volaban de un árbol a otro. 
Rubí solo entraba al huerto si su madrina estaba con ella, tenia miedo jugar sola después de la terrible experiencia con el hombre que vio parado al pie de uno de los pinos.
Octavia en las últimas noches había escuchado los pasos del antiguo dueño que se aparecía de vez en cuando, estos comenzaban  en la puerta de entrada, cruzaban toda la casa y se perdían en el huerto, era un ritual que él cumplía siempre. No habló del tema con la familia y menos con Rubí, no era necesario asustar a la niña o a Emiliana. Manuel sabía algo de todo aquello pero no le daba importancia, él no escuchaba nada y dormía tranquilo en su cuarto. La última noche que Octavia escuchó los pasos era  más de la media noche, se asomó al corredor y sintió un viento helado que estremeció su cuerpo, se abrigó con la bata de dormir y cerró la puerta de su habitación, era lo mejor para no sentir miedo como siempre le advertía su padre cuando era pequeña. 
Ahora la preocupación inmediata era organizar el té para Emiliana y sus amigas, las invitaciones  fueron enviadas, el sábado a las cinco de la tarde las amigas  debían llegar para pasar una tarde alegre y despedir a  su amiga de la soltería. 
La reunión debía ser perfecta y no olvidar ningún detalle. A mitad de la semana llegó una esquela, Rosalina la enviaba en ella escribía una disculpa por no poder asistir a la invitación del té: 
-Estimada  Octavia lamento no poder asistir a la invitación del té en su casa pero mi avanzado estado de gestación no lo permite, usted conoces cual es el protocolo al respecto-.
En aquellos días una señora con un vientre visible por la gestación no debía salir a la calle, no estaba bien visto, según las abuelas era para evitar las preguntas de los niños.
Octavia leyó la esquela y la guardó en su escritorio, algo de ello sospechaba, Rosalina tampoco iba a poder asistir a la boda.
El día sábado a las cinco de la tarde todo estaba dispuesto para la reunión. Un bonito decorado en la sala recibía a las invitadas, té, pastelillos, galletitas y diversos bocaditos estaban servidos en varias mesas. Fuentes con deliciosos bombones de chocolate no podían faltar. Mantelería bordada y finos juegos de loza adornaban las mesas.
Las invitadas eran veinte amigas de Emiliana que venían a saludarla y darle las felicitaciones por su próximo enlace. 
Lorena fue presentada al resto de las invitadas y todas la saludaron con amistad. Las amigas, conversaban reían y comentaban algunas anécdotas sobre el matrimonio, que hacían sonrojar a Emiliana, tres de las invitadas ya estaban casadas y ellas fueron interrogadas por las demás sobre la vida de matrimonio. 
Después fue inevitable hablar sobre la situación de Nora, la amiga que todas conocían. Su caso era triste y ninguna de ellas la podía visitarla para consolarla. 
-Fue terrible lo que pasó con nuestra amiga Nora, su padre nunca debió actuar así- comentó Esther.
-Es verdad, si algo así me sucede no podría hablar nunca más a mi padre- contestó Lucinda.
Hubieron varios comentarios al respecto y todas opinaban y sentía gran tristeza por su amiga.
Lucinda intervino de nuevo para decir: -amigas cambiemos de tema, esta es una celebración de felicidad por la próxima boda de nuestra amiga, no debemos hablar de temas tristes. Nora va estar bien, de ello, estoy segura-.
Sí, si dijeron todas para abrazar a Emiliana y disfrutar de la reunión. Cerca de las ocho de la noche, las amigas se despedían con buenos deseos de felicidad para los novios.
Emiliana se sentía feliz, el té había sido un éxito, sus amigas fueron amables y llevaron regalos para la novia.
-Madre, ha sido una bella reunión, mis amigas se portaron tan bien conmigo, hicieron algunas bromas que me hicieron sonrojar, pero todo fue perfecto. Trataron a Lorena como si la conocieran desde siempre-. 
-Que bueno que todo estuvo perfecto y que pasaron un momento agradable. Desde mañana debemos ocuparnos de la boda y los detalles que faltan, eso es ahora lo más  importante-. contestó Octavia mientras pensaba visitar a la hermanas del convento de clausura para mandar hacer un encargo.
Octavia no podía olvidar el detalle de mandar a bordar con las religiosas del convento, el ajuar de novia. Las hermanas bordaban camisones, batas, sabanas, toallas y todo lo que una novia necesitaba, era una forma de ganar algo de dinero para sostener el convento y sus necesidades. 
Acompañada por Ondina y de varios paquetes con lo necesario para ser bordado, Octavia llegó al convento. Por un tornamesa al costado de la puerta principal, fueron entregados los paquetes y la hermana encargada dio un pagaré por las prendas. El trabajo fue aceptado y en tres semanas sería devuelto. 
De regreso a su casa Octavia encontró sobre su escritorio una carta, era de Hortensia, que alegría por fin tenía noticias de su amiga, Las Damas del Patronato no sabían nada de ella hace varios meses. Como estaba con el nombre de Octavia, ella abrió la carta y pudo leer porque Hortensia no escribía,  su esposo Hipólito había estado muy enfermo -temimos por su vida, el doctor me dijo que me prepare para lo peor. Fueron días de mucha tristeza pero por obra del cielo se recuperó. Recién ha podido levantarse de la cama. Todavía está débil y debo cuidarlo-. Líneas más abajo le comentaba sobre su nueva vida en Paita y la tranquilidad con la que se vivia -es un lugar tan pacífico, alguna vez debes venir Octavia- Después se despedía de ella y de todas las amigas.
Que situación tan complicada para Hortensia, por lo menos sabía que su amiga estaba bien y que su esposo se recuperaba de la enfermedad. Ana Luisa venía a visitarla seguido a ella la entregaría la carta para que lea en voz alta para las amigas.
Se cumplieron las dos semanas de su ausencia y Aníbal estaba de regreso. En el fundo se terminó de realizar el trabajo de la siembra y se debía supervisar y cuidar el cultivo hasta el tiempo de la cosecha. Tenía una preocupación, el precio del algodón en ese momento era bajo pero guardaba la esperanza que cerca a la cosecha en el valle de Ica, los precios suban y el algodón se venda a buen precio. A su hermano Sixto le encargó el trabajo de supervisión -debes apoyar a nuestra hermana- le dijo, -yo regreso en unas semanas-.
En buena hora había regresado a Lima, Aníbal no podía estar más feliz con las noticias, su familia estaba bien, los arreglos de la boda de su hija casi se habían terminado y pronto se cumpliría  la gran fecha.
Conversaba con Octavia sobre las novedades de su viaje y los saludos de sus hermanos para ella. Ondina pidió disculpas por interrumpir y entregó el diario.  
La gran noticia estaba en primera plana, la inauguración de la línea del tranvía se llevaría a cabo en tres días. Lleno de entusiasmo leía la noticia en voz alta -Octavia esto es lo que yo esperaba pronto tendremos el tranvía con esto entramos al futuro. Te imaginas una máquina transportando gente, parece  de otro mundo. 
-Es bueno que estés de regreso, así no te pierdes la inauguración-. comentó su esposa.
-No me pierdo, no nos perdemos la inauguración, los dos con nuestros hijos debemos estar ese día, va hacer histórico en la vida de la ciudad- señaló Aníbal.
La ciudad amaneció como una fiesta, en las calles se comentaba la inauguración del tranvía. la gente se acercaba al paradero inicial en las calles del centro. 
 Se escuchaban vivas, la gente no podía comprender o imaginar como una máquina de fierro iba a  movilizar y llevar gente de un paradero a otro. Tenían que estar presentes cuando la máquina arranque.
Era el futuro como decía Aníbal -debemos ir adelante, el progreso nos espera Octavia- comentaba en plena avenida. Octavia sonreía y le daba el crédito, Manuel y Emiliana también se contagiaban con el entusiasmo general, la gente deseaba ver partir  la máquina de hierro.
El Presidente dio su discurso para el público -estamos en un nuevo comienzo, el progreso nos espera, el futuro es nuestro- también el alcalde dio un breve discurso y agradeció al Presidente el apoyo de su gobierno.  Terminadas las palabras de los discursos llegó el momento de subir al tranvía, las autoridades presentes, algunas personas del publico como Aníbal, Octavia y sus hijos subieron,  otros se quedaron sentía temor y muchos deseaban estar en el primer viaje de inauguración. 
La gente aplaudía mientras veía avanzar lentamente al tranvía sobre sus rieles y conectado a la fuerza eléctrica, los presentes nunca olvidarían este viaje que para muchos era el desarrollo y el nuevo futuro para la ciudad.


CONTINUARÁ 

          
          
  

  
   
  
  
    


    
                  


 

domingo, 13 de junio de 2021

PRIMAVERA DE 1900

Octavia revisaba la lista de las cosas que todavía faltaban hacer para la boda, ya estaba resuelto el vestido de novia de Emiliana pero aún quedaba por mandar hacer el vestido de Rubí. Debía pasar a recoger a la niña al internado para ir después al taller de la modista. Solo rogaba que la madre superiora consienta el permiso.   
El siguiente paso, mandar hacer las invitaciones para el Té de Emiliana y sus amigas, además de hacer las invitaciones para la boda, esto último era lo más importante, en el calendario el tiempo parecía volar y casi  estaba cerca la fecha de boda.
-¡Qué dolor de cabeza era todo aquello!- exclamó pero lo hacía con dedicación y amor por su hija. 
Antes de ir a recoger a Rubí, Octavia decidió pasar primero por la imprenta y mandar hacer las tarjetas de invitación, luego  iría al salón de recepciones y separar el local con un contrato para  el almuerzo de celebración, se había decidido por esta opción por ser la mejor manera de celebrar una boda.  Emiliana había dejado todo aquello en sus manos para que su madre lo resuelva.
-Madre, encárgate de las invitaciones estoy segura que el modelo de tarjeta que elijas estará bien-.
Antes de salir para hacer todos los encargos, Octavia se puso sobre su blusa blanca un bonito saco  de invierno y una fina bufanda de colores que hacían juego, el frío en esos días era  fuerte y obligaba a la gente abrigarse. Salió de su casa para cumplir sus encargos, Felicitas y Ondina se quedaban a cargo de hacer las tareas en el hogar y seguir las indicaciones de su señora. 
Apenas había dado unos pasos por la avenida cuando a pocos metros vio a su inefable vecina Soledad que se acercaba presurosa. Esta señora siempre estaba atenta a cualquier movimiento en el vecindario  y enterada de la vida de todos sus vecinos. ¿Cómo lo hacía? se preguntaba Octavia. 
-Querida Octavia, felicitaciones- dijo zalamera -Me he enterado que tu hijita Emiliana se casa, no sabes la felicidad que me da esta noticia, supongo que voy a ser invitada- guardó silencio y espero con curiosidad la respuesta de Octavia. 
-Soledad me perdona, estoy muy apurada, en este momento no puedo conversar con usted y sí, le aseguro que va ser invitada, con su permiso... hasta luego- antes que pueda su vecina contestar, Octavia caminó de prisa para alejarse de Soledad, era inevitable enviarle una invitación a ella y algunos de los vecinos. No deseaba que el matrimonio de su hija se convierta en una manifestación en vez de una boda, por eso debía tener cuidado la cantidad de personas que podía invitar.
En su camino  se acordó de Petra, su querida amiga y el terrible incendio que sufrió su imprenta, ella y su esposo quedaron solo vestidos en pijama pero salvaron sus vidas que era lo más importante. La alegría que sentía con todo aquello era que Petra y Pier estaban establecidos en Paris y les iba bien en el negocio que habían iniciado. En sus cartas Petra contaba lo bien que estaba y lo mucho que extrañaba a las amigas. Suspiró al recordar todo aquello, porque las Damas del Patronato y ella, también la extrañaban. 
Llegó temprano a la imprenta para hablar con el dueño y mandar hacer la invitaciones, Benito Rodríguez le mostró diferentes modelos de tarjetas de invitación para ambas ocasiones, ella escogió un modelo sobrio y elegante para la boda y el otro más pequeño y juvenil para el té con las amigas de Emiliana.  
La imprenta de Benito tenía servicio de mensajería y contrato también este servicio, después de ver y aprobar las invitaciones cuando estén listas, el muchacho de mensajería se encargaría de entregar las tarjetas previa lista de direcciones. Cerraron el acuerdo Benito Rodríguez y Octavia: -no se preocupe señora la invitaciones estarán listas para el día pactado en el contrato, usted debe venir ese día para aprobar el trabajo y así comenzar a repartir las invitaciones-. 
Octavia se despidió de Benito y salió para dirigirse al salón de recepción, la calle donde se encontraba no estaba lejos y pudo llegar a tiempo para conversar con el director del local. Hablaron sobre la recepción de la boda y un encargado le mostró el salón, éste era elegante, bien decorado y amplio para recibir a los invitados, Tres opciones de menú le fueron presentadas y ella pidió alguna sugerencia y cambios en algunos platos. El servicio de atención y mozos estaba incluido. El costo del salón era elevado pero Octavia quería algo especial para la boda de su hija, ese sería el regalo de sus padres. Cerró el contrato con el salón y el director le pidió regresar para aprobar la decoración que se haría el día de la boda. 
Para esos instantes Octavia se encontraba cansada de tanto trajín, el ir y venir por las avenidas fue agotador. Era cerca del medio día, era mejor en la tarde después del almuerzo pasar por Rubí al internado  para mandar hacer cuanto antes el vestido. 
En su casa mientras almorzaba llegó Manuel del colegio y acompañó a su madre en el comedor, muy serio dijo:
-Madre Emiliana se casa, ¿crees que sea buena idea?  ¿ella está preparada para eso?- agregó
Octavia estaba sorprendida de las palabras de su hijo y de la preocupación por la felicidad de su hermana: -Emiliana es una joven madura- contestó su madre -está tomando todo esto con la seriedad del caso, no creo que debas preocuparte, además Guillermo ama a tu hermana-. contestó Octavia.
-Bueno madre, sé que es normal en estos días las bodas de mujeres jóvenes pero me hubiera gustado que se casará más adelante. Sé que esto no es posible y lo digo en serio, quiero lo mejor para ella, creo que hubiera estado más segura en un convento y esto no va a ser realidad-. 
-Manuel te pido que olvides lo del convento y ayudes a tu hermana a ser feliz, es lo mejor, ¿no te parece?- señaló Octavia a su hijo.
-Claro madre, te prometo, olvidar lo del convento- Manuel cambio el tema de conversación y dijo: 
-Después de almuerzo debo ir a la casa de mi amigo Marcelo tenemos que hacer un trabajo para el colegio, estaré de regreso a las seis de la tarde-.
-Manuel, es mejor que sea a las cinco- le advirtió su madre. 
-No, no es posible, será a las seis, el trabajo es largo y debemos planificar bien el proyecto- contestó Manuel, se puso de pie para ir a su habitación y alistarse para regresar al colegio, de ahí, ir a la casa de Marcelo.   
Octavia se daba cuenta que cada día Manuel era más independiente en sus decisiones pero aun debía tener la vigilancia de sus padres.
Emiliana estaba en el hospital y su madre no podía esperarla para recoger a Rubí, ella tendría que pedir un permiso especial de salida, era día de semana y la madre superiora era estricta con las salidas.
Cuando llegó al colegio pidió hablar con la madre, una hermana la llevó al salón rosado donde se recibían las visitas. Octavia espero diez minutos y la madre superiora se presentó, después del saludo de rigor preguntó -¿a qué debo está visita Octavia?-.
-Madre vengo a solicitar un permiso de salida para Rubí, mi hija Emiliana se casa y ella va ser las niña de las flores, debo llevarla al taller de la modista Concepción-.
-Octavia, pones a prueba mi paciencia, ya hemos comentado sobre los vestidos para Rubí- contestó la madre superiora no muy convencida de todo aquello.
-Madre, le pido por favor su comprensión, es un día especial y Rubí va estar en la boda-. Octavia le explicó a la madre sobre la celebración de ese día  y la intención de invitar a las religiosas al matrimonio.
-Nosotras no podemos asistir a un celebración, si acaso fuéramos sería solo a la iglesia, pero ese no es el tema ahora. Por tratarse de un día especial voy a dar el permiso y será por está única vez, recuerda que debe regresar antes de la hora del Ángelus, no lo olvides. No deseo ser demasiado estricta pero sabes bien que Rubí es nuestra responsabilidad-. agregó la madre y concedió el permiso.
Octavia le dio las gracias y llamaron a Rubí, la niña estaba tan sorprendida y feliz de ver a su madrina que se olvidó de saludar, luego pidió disculpas por su error. 
-Madre, no se preocupe estaremos de regreso antes de a hora indicada- se despidió de la religiosa y salió del internado con Rubí.
En el camino Octavia explicó a la niña que iban al taller de la modista para mandar a hacer el vestido de la boda, todo debía ser bien coordinado para ese día. Eran los detalles, un trabajo agotador. 
En el taller de la modista Concepción eligieron la tela, una bonita gasa, el color podía ser blanco ella era niña y no había problema el usar el  mismo color de la novia. La modista tomó las medidas de  Rubí mientras Octavia escogía también la tela y el modelo para su vestido, el color sería un fucsia, que era su favorito. 
-¿Ya tienen los zapatos?, la niña debe llevar zapatos de color blanco- recalcó la señora Concepción.
No puede ser pensó Octavia, como había podido olvidar ese detalle tan importante, mandar a hacer los zapatos, ni Emiliana tenía los  zapatos para su vestido de novia, grave error: -Concepción como le agradezco este comentario, yo me había olvidado de ese detalle, en este momento debo salir para el taller de los señores Venegas y mandar hacer los zapatos de Rubí, el tiempo nos gana y a ella no le iban a dar permiso de nuevo para salir - Octavia comentó a la modista sobre los permisos y si podía venir el día domingo en la mañana para la prueba del vestido
-No es mi costumbre atender en domingo pero por tratarse de un caso especial haré la excepción- señaló la modista.
Después de ello la modista tomó las medidas de Octavia para hacer su vestido, ella eligió un modelo elegante con suave caída, escote pronunciado y mangas voladas... ¡era un sueño!.
Salieron del taller de la modista casi corriendo, el reloj marcaba la hora, no podían perder tiempo y los zapatos de la niña debían mandarse a confeccionar ese día.  Octavia y Rubí llegaron al taller de los hermanos Venegas, por ahora solo se ocuparía de los zapatos de la niña, luego con Emiliana verían sus  zapatos.
La decisión fue escoger el mismo modelo para las tres en diferentes tallas, era bonito y quedaban muy bien con cada vestido. Tomaron las medidas de los pies de Rubí. Emiliana y Octavia irían al taller al día siguiente. El trato fue firmado y la fecha de la entrega también, esta debía ser dos o tres días antes de la boda para probarse los zapatos y asegurar que todo estuviera correcto.
Con todo este ir y venir, escoger la tela, el modelo del vestido, Rubí se sentía feliz, para ella no había mejor oportunidad que escoger su vestido: -Madrina-  decía en el camino de regreso al internado -no estoy cansada, estoy contenta de ser la niña de las flores en la boda, ahora no quiero crecer para ser siempre la niña de las flores en todas las bodas-.
Octavia reía con la ocurrencia de Rubí: -mi querida niña eso no es posible, tienes que crecer y ser adulta como todos-. contestó justo en el momento que llegaban al colegio a la hora indicada. Rubí se despidió de su madrina y entró a la capilla para rezar las oraciones de la tarde.
En su hogar Octavia se sentía cansada, Emiliana salió a recibirla -madre, ¿Dónde has estado toda la tarde?, estaba preocupada por ti- preguntó.
-Emiliana estoy tan cansada, ha sido un día agitado con todos los contratos que tuve que hacer para la boda- luego comenzó  a contarle  lo que había hecho durante el día y la tarde. -mañana tenemos que visitar el taller y mandar a hacer los zapatos.
Con cada detalle que su madre le decía, Emiliana estuvo de acuerdo: -Ahora madre yo debo decir algo y promete que vas a estar de acuerdo-  Octavia se alarmó y escuchó a su hija.
-Se trata de Lorena, mi amiga del hospital, yo le pedí que sea una de mis damas de honor, ella me contestó que no podía -Emiliana yo no tengo la posición económica que tú tienes, mi padre no puede costear un vestido para tu boda-.  No puede ser Lorena conteste, tú fuiste la que se dio cuenta que Guillermo quería conocerme y vas a faltar a mi boda, ella me dijo que lo sentía. Entonces yo me comprometí a regalarle el vestido y los zapatos- terminó de decir Emiliana a su madre.
-Emiliana como te comprometes a semejante trato- contestó Octavia.
-Madre por favor dime que si, sé que tú tienes un corazón muy grande y está dentro de tus posibilidades cumplir con este pedido-.
-Déjame pensar al respecto y te contestó en la noche, ahora no puedo hacerlo-. indicó su madre.
Mas tarde llegó Guillermo a visitar a su novia, Emiliana le comentó todos los avances de la boda, el contrato del salón, los vestidos y demás detalles. Guillermo ofreció a Octavia colaborar con los gastos pero ella se negó -no es necesario hacerlo, ese es nuestro regalo de boda, Aníbal está de acuerdo en ello-.
Guillermo insistió y Octavia volvió a decir que no. -Usted debe ocuparse de la casa donde van a vivir, amoblar un hogar con todo lo necesario es costoso además tiene que pensar en los anillos de boda- señaló y dejó a la pareja sola en la sala.
Era verdad el comentario de Octavia, Guillermo tenía por adelantado un gasto muy fuerte pero no se quejaba, él quería la boda con Emiliana y estaba apunto de casarse. 
En su trabajo todo iba bien, no se podía quejar, desde la última conversación con su jefe el trato era distante pero en su función como jefe no tenía problema. Él organizaba la empresa desde el almacén hasta la contabilidad y funcionaba como un reloj. Había implantado un nuevo sistema de control para el buen funcionamiento entre los diferentes departamentos de la empresa  y eso era satisfactorio para el señor Otto Fischer. 
En la noche Emiliana buscó a su madre en la habitación después de despedirse de Guillermo. Volvió hacer la pregunta sobre su amiga Lorena: -¿madre estas de acuerdo con mi pedido?.
Octavia contestó: -nunca vuelvas a comprometerte sin antes consultar conmigo, no quiero que lo olvides, puede que no tenga la posibilidad de hacer realidad lo que pides. Ahora con respecto a Lorena estoy de acuerdo podemos hacer realidad la invitación a la boda como tu dama de honor-.
Emiliana abrazó a su madre y le dio las gracias: -sabía que podía confiar en ti- besó a Octavia feliz porque su amiga estaría presente el día de la boda compartiendo su felicidad. 


CONTINUARÁ 
    

  
    
        
  

   
   

  
       


 

domingo, 6 de junio de 2021

PRIMAVERA DE 1900

Todavía se podía sentir la algarabía en la ciudad por la inauguración de la nueva avenida. La gente iba hasta el lugar para pasear y comentar, era un especio amplio y bien diseñado. El Nuevo Paseo Colón se uniría en el futuro con otras importantes avenidas para formar un círculo de expansión  en la capital. Todos comentaban sobre esta avenida y su espacio abierto. La pequeña ciudad colonial comenzaba hacer solo un recuerdo. 
Octavia y Aníbal también habían visitado el nuevo paseo e imaginaban como sería en el futuro.
Aníbal dos días después viajó al fundo para supervisar los trabajos de siembra, antes de partir comentó a su familia: -debo viajar al fundo para estar presente en los trabajos de campo, me ausentare unos días. Ustedes saben que debo ir- se despidió de su esposa e hijos y partió muy temprano como siempre para llegar a Ica en la noche. Por esos días los viajes a otras ciudades eran bastante largos debido a la falta de buenos caminos. 
Esa mañana del viaje de Aníbal, Octavia en el pequeño salón sobre una hoja, escribía una carta con destino a Vevey-Suiza para Beatriz de la Torre y Valle.  El olvido de contestar pronto era imperdonable. En la misiva de respuesta,  se disculpaba por la demora -Estimada Beatriz perdone que recién conteste su carta- y luego escribía el porque de la demora debida a los últimos acontecimientos en su vida familiar y la novedad de la creación de la nueva avenida. 
-La ciudad luce más grande y se avizoran mejores tiempos, ojalá sea así. Debo agradecer mil veces que no olvide a mi querida prima y visite el Campo Santo para dejarle flores, ella no está sola y eso me crea una paz interior. Después hablaba sobre la boda de su hija Emiliana y lo ocupada que había estado en su trabajo con las Damas del Patronato -es una tarea de nunca acabar mi querida amiga- y líneas más abajo se despedía de ella deseando parabienes a su familia y en su hogar.
Cerró el sobre, escribió la dirección y luego llamó -Ondina-.
La joven de inmediato se presentó ante Octavia -diga usted señora-.
-Lleva esta carta al correo, debe salir lo más pronto posible, ya lleva varios días de retraso-.
Ondina salió para el correo tan rápido como podía y cumplir así la tarea encomendada. 
Cuando se quedó sola en el salón Octavia en un pequeño block comenzó a escribir una lista con todo lo que tenía que hacer para preparar la boda de su hija, cada paso sería consultado con ella y juntas harían las compras de lo que se podía necesitar, aunque Emiliana seguro dejaría todo en manos de su madre. 
La lista de invitados era otro dilema, hasta ese momento pasaba de 60 personas, le parecía una exageración pero habían tantos amigos y familiares que no podía dejar a nadie fuera de la lista. El lugar donde realizar el almuerzo después de la ceremonia religiosa era un verdadero problema, no sabía aún si se haría en su casa o en el nuevo salón de recepciones que habían abierto hace pocos meses en una de las calles del centro muy cerca al Jr. de La Unión. Este era un salón elegante y muy cerca a la iglesia de San Francisco donde sería la ceremonia religiosa  pero no debía demorar en separar el salón, porque si tardaba demasiado podía estar ocupado para ese día. Dudó un instante, pensó que sería mejor hacer el almuerzo en la casa, se unirían las dos salas y el comedor, así  el espacio quedaba bastante grande para recibir a los invitados. No, mejor sería contratar el salón en el centro para atender a los familiares y amigos como se debe  -que voy hacer con tantas decisiones- se decía asimisma. 
Escribía una lista para no olvidar o dejar en el aire algún detalle :-¿Por qué no está Hortensia para consultar todos los arreglos de la boda?, ella organizó la boda de Rosalina y fue una celebración tan bonita- leía la lista en voz alta para repasar los detalles.   
El vestido de novia era una decisión que debía tomar con Emiliana, esperaría que su hija regrese del hospital para hablar sobre ese tema.
-Señora- entró Felicitas al salón -la señora Ana Luisa está en la sala esperando por usted-.
-Gracias Felicitas- contestó Octavia, guardó su block en uno de los cajones del escritorio para ir a reunirse con su amiga.
En la sala las dos amigas se saludaron con efusión  -Octavia no sabes como extrañamos tu presencia en el grupo, todas queremos consultarte algo y tú no estás-.
-Lamento tanto aquello pero no puedo dejar los arreglos de la boda de Emiliana, son dos meses para organizar todo y no sé aun por donde empezar- decía Octavia mientras se tocaba la frente como señal de preocupación. 
-La lista de invitados está casi llena y todavía me faltan algunos amigos-.
-Octavia vas a invitar a Quinto y Rosalina, después del desaire a sus padres-. comentó su amiga.
-No sé que hacer con ellos, pero sería de mala educación no invitarlos, además te puedo decir que ella está esperando un bebé y tal vez no pueda asistir a la boda. Tú sabes que una mujer en estado avanzado ya no puede salir a la calle, te imaginas-. decía Octavia a su amiga para que comprenda cuál era lo situación.
Era cierto Quinto y Rosalina esperaban un bebé, paseaban su felicidad por calles y avenidas, en unos meses serían padres y se sentían tan dichosos por la espera. En sus rostros se podía ver la alegría. Rosalina compraba las cosas necesarias para su bebé, desde pequeños y primorosos baberos hasta la ropita, la tela para los pañales, la cuna se mandó a hacer y todo lo que un bebé podía necesitar. 
En su casa no se hablaba de otra cosa que no fuera el nacimiento del hijo esperado y que nombre le pondrían en caso de ser hombre o mujer. El futuro padre prefería un varón pero guardaba silencio y no decía palabra. 
Quinto consentía a su esposa con regalos y atenciones para que ella se sienta bien y no tenga problemas con su embarazo. Había mandado un telegrama y una carta a sus hermanos comunicándoles la buena nueva, en el telegrama decía -Un bebé viene en camino, estamos felices-  en la carta se extendía en explicaciones y detalles sobre la felicidad que sentían por ser padres. Ahora nada podía enturbiar su alegría pensaba Quinto, un hijo era lo mejor que podía pasar. Sus negocios cada día iban mejor y ahora esta maravillosa noticia era un regalo del cielo.
Al otro lado de la ciudad del lugar donde vivía Quinto, se encontraba situada la empresa de Otto Fischer, en algunas oportunidades Quinto había solicitado los servicios de esa empresa para algunos de sus negocios, ambos se conocían pero solo del saludo.  
Otto Fischer se sentía orgulloso de su empresa y lo bien que iba, estaba satisfecho del trabajo que Guillermo hacia, en los últimos meses habían crecido como empresa y eso se tenía que celebrar.
Llamó a Guillermo a su oficina, él estaba dictando una carta a su asistente e interrumpió su trabajo para atender el llamado de su jefe.
-Guillermo- dijo Otto Fischer -¿el libro de entregas lo tienes al día?, quiero saber si ya llegó el último embarque-.
-Si señor todo esta en orden, con mi asistente se lo envió para que usted lo revise-. contestó Guillermo.
-Si, está bien, luego me lo envías-.  De lo siguiente que se habló fue de la contabilidad y de la posibilidad de traer maquinaria de Europa, los dos se enfrascaron en una conversación de negocios, después el señor Fischer agregó: -Guillermo estoy muy satisfecho del trabajo que realizas, hemos crecido como empresa y eso lo tenemos que celebrar, mañana en la tarde estas invitado a un almuerzo en mi casa deseo que conozcas a mi hija Martha, me complacería sobre manera un compromiso entre ustedes dos. En todo este tiempo he visto que eres un joven serio, responsable y educado pienso que serías un buen partido para mi hija-. 
Guillermo se quedó unos segundos sin aliento, pensó con cuidado las palabras para decirle a su jefe, que no podía, que él ya estaba comprometido con una joven de una familia de esta ciudad, sabía que debía decir las palabras correctas para que su jefe no se sienta desairado.
-Señor Fischer me siento muy honrado con sus palabras y la invitación a su casa, estoy seguro que su hija es una bella persona pero yo me encuentro comprometido en matrimonio con una joven de familia-.  Guillermo noto que la sonrisa de su jefe se quedó congelada en el rostro y su voz sonó fría y distante.
-Bueno es de suponer, eres un hombre soltero, pero debes tener cuidado a quien escoges puede ser por interés al notar tu solvencia económica-.
-Le aseguro que no es así señor, ella es hija de una buena familia con recursos económicos solventes -. Guillermo se sintió molesto con las palabras de Otto Fischer, dudar de Emiliana... jamás. 
-Entonces no se hable más y olvidemos la invitación para almorzar, puedes retirarte Guillermo-. contestó su jefe, con frialdad.
Al retirarse y cerrar la puerta de la oficina, Guillermo sintió cierto alivio, él no podía comprometerse con nadie, amaba a Emiliana y eso era importante para él. Algunas veces había visto a la hija de su jefe cuando iba a buscar a su padre, era una joven seria y callada, Guillermo estaba seguro que no le iban a faltar pretendientes que quisieran comprometerse con ella en una boda. Solo esperaba que este impase se olvide en unos días y el trato vuelva a ser normal. De su trabajo no podía quejarse el señor Fischer. 
Los preparativos para la boda con Guillermo continuaban en casa de Emiliana. Octavia conversaba con su hija sobre el vestido de novia.
-Emiliana vamos a mi habitación quiero enseñarte algo-. 
Madre e hija entraron en la habitación, Octavia, de un baúl que estaba cerca a su ropero sacó su vestido de novia -Este es el vestido con el que me casé, tú podrías casarte con él solo le cambiaríamos las mangas y el escote podría ser más bajo, así lo modernizamos  ¿qué te parece? ¿estás de acuerdo?-. preguntó Octavia.
Emiliana dudo un segundo y luego habló -madre tu vestido es muy lindo, no quiero que te molestes pero yo quiero mi propio vestido que cuente mi historia, además yo soy un poco más alta que tú, la basta sería un problema-.
-Esta bien Emiliana ya entendí quieres tu propio vestido entonces debemos ir lo más pronto al taller de la modista y luego a comprar la tela que se necesita, debe ser un encaje fino y que tenga una bonita caída- contestó Octavia y luego guardó en el baúl su vestido de novia con tristeza.  Le hubiera gustado  que su hija se case con ese vestido para conservar la tradición familiar.
Emiliana y su madre visitaron el taller de la modista Concepción quien era bien conocida en la ciudad por su fino acabado a la hora de hacer las prendas y tenía varios catálogos con lo último en la moda de vestidos de novia. 
Emiliana conversó con la modista, hija y madre vieron diferentes modelos de vestidos en los catálogos y eligieron uno. La señora Concepción les mostró la variedad de telas que tenía en su taller, eran un sueño de calidad y belleza. -Son las últimas telas que me han llegado de Europa- comentó la modista.
-Madre todas las telas son tan bonitas no sé cual elegir- decía Emiliana confundida 
-Yo te ayudo Emiliana- contestó la modista -Esta tela es la mejor y su calidad y caída son superiores.  
-Tiene razón Doña Concepción Emiliana, esa tela es la mejor- opinó Octavia para ayudar a su hija. 
-El vestido va ser un sueño estoy segura de ello, el modelo que has escogido es muy bonito, vamos a tomar las medidas para empezar cuanto antes a coser el vestido. Se necesitan hacer varias pruebas para que el acabado sea perfecto- contestó la señora Concepción.
Al salir del taller Octavia y su hija estaban más que felices, comentaban en el camino sobre la tela y el modelo. El futuro solo anunciaba para la joven felicidad, no había sombras ni dudas en su camino al altar. 

CONTINUARÁ