domingo, 6 de junio de 2021

PRIMAVERA DE 1900

Todavía se podía sentir la algarabía en la ciudad por la inauguración de la nueva avenida. La gente iba hasta el lugar para pasear y comentar, era un especio amplio y bien diseñado. El Nuevo Paseo Colón se uniría en el futuro con otras importantes avenidas para formar un círculo de expansión  en la capital. Todos comentaban sobre esta avenida y su espacio abierto. La pequeña ciudad colonial comenzaba hacer solo un recuerdo. 
Octavia y Aníbal también habían visitado el nuevo paseo e imaginaban como sería en el futuro.
Aníbal dos días después viajó al fundo para supervisar los trabajos de siembra, antes de partir comentó a su familia: -debo viajar al fundo para estar presente en los trabajos de campo, me ausentare unos días. Ustedes saben que debo ir- se despidió de su esposa e hijos y partió muy temprano como siempre para llegar a Ica en la noche. Por esos días los viajes a otras ciudades eran bastante largos debido a la falta de buenos caminos. 
Esa mañana del viaje de Aníbal, Octavia en el pequeño salón sobre una hoja, escribía una carta con destino a Vevey-Suiza para Beatriz de la Torre y Valle.  El olvido de contestar pronto era imperdonable. En la misiva de respuesta,  se disculpaba por la demora -Estimada Beatriz perdone que recién conteste su carta- y luego escribía el porque de la demora debida a los últimos acontecimientos en su vida familiar y la novedad de la creación de la nueva avenida. 
-La ciudad luce más grande y se avizoran mejores tiempos, ojalá sea así. Debo agradecer mil veces que no olvide a mi querida prima y visite el Campo Santo para dejarle flores, ella no está sola y eso me crea una paz interior. Después hablaba sobre la boda de su hija Emiliana y lo ocupada que había estado en su trabajo con las Damas del Patronato -es una tarea de nunca acabar mi querida amiga- y líneas más abajo se despedía de ella deseando parabienes a su familia y en su hogar.
Cerró el sobre, escribió la dirección y luego llamó -Ondina-.
La joven de inmediato se presentó ante Octavia -diga usted señora-.
-Lleva esta carta al correo, debe salir lo más pronto posible, ya lleva varios días de retraso-.
Ondina salió para el correo tan rápido como podía y cumplir así la tarea encomendada. 
Cuando se quedó sola en el salón Octavia en un pequeño block comenzó a escribir una lista con todo lo que tenía que hacer para preparar la boda de su hija, cada paso sería consultado con ella y juntas harían las compras de lo que se podía necesitar, aunque Emiliana seguro dejaría todo en manos de su madre. 
La lista de invitados era otro dilema, hasta ese momento pasaba de 60 personas, le parecía una exageración pero habían tantos amigos y familiares que no podía dejar a nadie fuera de la lista. El lugar donde realizar el almuerzo después de la ceremonia religiosa era un verdadero problema, no sabía aún si se haría en su casa o en el nuevo salón de recepciones que habían abierto hace pocos meses en una de las calles del centro muy cerca al Jr. de La Unión. Este era un salón elegante y muy cerca a la iglesia de San Francisco donde sería la ceremonia religiosa  pero no debía demorar en separar el salón, porque si tardaba demasiado podía estar ocupado para ese día. Dudó un instante, pensó que sería mejor hacer el almuerzo en la casa, se unirían las dos salas y el comedor, así  el espacio quedaba bastante grande para recibir a los invitados. No, mejor sería contratar el salón en el centro para atender a los familiares y amigos como se debe  -que voy hacer con tantas decisiones- se decía asimisma. 
Escribía una lista para no olvidar o dejar en el aire algún detalle :-¿Por qué no está Hortensia para consultar todos los arreglos de la boda?, ella organizó la boda de Rosalina y fue una celebración tan bonita- leía la lista en voz alta para repasar los detalles.   
El vestido de novia era una decisión que debía tomar con Emiliana, esperaría que su hija regrese del hospital para hablar sobre ese tema.
-Señora- entró Felicitas al salón -la señora Ana Luisa está en la sala esperando por usted-.
-Gracias Felicitas- contestó Octavia, guardó su block en uno de los cajones del escritorio para ir a reunirse con su amiga.
En la sala las dos amigas se saludaron con efusión  -Octavia no sabes como extrañamos tu presencia en el grupo, todas queremos consultarte algo y tú no estás-.
-Lamento tanto aquello pero no puedo dejar los arreglos de la boda de Emiliana, son dos meses para organizar todo y no sé aun por donde empezar- decía Octavia mientras se tocaba la frente como señal de preocupación. 
-La lista de invitados está casi llena y todavía me faltan algunos amigos-.
-Octavia vas a invitar a Quinto y Rosalina, después del desaire a sus padres-. comentó su amiga.
-No sé que hacer con ellos, pero sería de mala educación no invitarlos, además te puedo decir que ella está esperando un bebé y tal vez no pueda asistir a la boda. Tú sabes que una mujer en estado avanzado ya no puede salir a la calle, te imaginas-. decía Octavia a su amiga para que comprenda cuál era lo situación.
Era cierto Quinto y Rosalina esperaban un bebé, paseaban su felicidad por calles y avenidas, en unos meses serían padres y se sentían tan dichosos por la espera. En sus rostros se podía ver la alegría. Rosalina compraba las cosas necesarias para su bebé, desde pequeños y primorosos baberos hasta la ropita, la tela para los pañales, la cuna se mandó a hacer y todo lo que un bebé podía necesitar. 
En su casa no se hablaba de otra cosa que no fuera el nacimiento del hijo esperado y que nombre le pondrían en caso de ser hombre o mujer. El futuro padre prefería un varón pero guardaba silencio y no decía palabra. 
Quinto consentía a su esposa con regalos y atenciones para que ella se sienta bien y no tenga problemas con su embarazo. Había mandado un telegrama y una carta a sus hermanos comunicándoles la buena nueva, en el telegrama decía -Un bebé viene en camino, estamos felices-  en la carta se extendía en explicaciones y detalles sobre la felicidad que sentían por ser padres. Ahora nada podía enturbiar su alegría pensaba Quinto, un hijo era lo mejor que podía pasar. Sus negocios cada día iban mejor y ahora esta maravillosa noticia era un regalo del cielo.
Al otro lado de la ciudad del lugar donde vivía Quinto, se encontraba situada la empresa de Otto Fischer, en algunas oportunidades Quinto había solicitado los servicios de esa empresa para algunos de sus negocios, ambos se conocían pero solo del saludo.  
Otto Fischer se sentía orgulloso de su empresa y lo bien que iba, estaba satisfecho del trabajo que Guillermo hacia, en los últimos meses habían crecido como empresa y eso se tenía que celebrar.
Llamó a Guillermo a su oficina, él estaba dictando una carta a su asistente e interrumpió su trabajo para atender el llamado de su jefe.
-Guillermo- dijo Otto Fischer -¿el libro de entregas lo tienes al día?, quiero saber si ya llegó el último embarque-.
-Si señor todo esta en orden, con mi asistente se lo envió para que usted lo revise-. contestó Guillermo.
-Si, está bien, luego me lo envías-.  De lo siguiente que se habló fue de la contabilidad y de la posibilidad de traer maquinaria de Europa, los dos se enfrascaron en una conversación de negocios, después el señor Fischer agregó: -Guillermo estoy muy satisfecho del trabajo que realizas, hemos crecido como empresa y eso lo tenemos que celebrar, mañana en la tarde estas invitado a un almuerzo en mi casa deseo que conozcas a mi hija Martha, me complacería sobre manera un compromiso entre ustedes dos. En todo este tiempo he visto que eres un joven serio, responsable y educado pienso que serías un buen partido para mi hija-. 
Guillermo se quedó unos segundos sin aliento, pensó con cuidado las palabras para decirle a su jefe, que no podía, que él ya estaba comprometido con una joven de una familia de esta ciudad, sabía que debía decir las palabras correctas para que su jefe no se sienta desairado.
-Señor Fischer me siento muy honrado con sus palabras y la invitación a su casa, estoy seguro que su hija es una bella persona pero yo me encuentro comprometido en matrimonio con una joven de familia-.  Guillermo noto que la sonrisa de su jefe se quedó congelada en el rostro y su voz sonó fría y distante.
-Bueno es de suponer, eres un hombre soltero, pero debes tener cuidado a quien escoges puede ser por interés al notar tu solvencia económica-.
-Le aseguro que no es así señor, ella es hija de una buena familia con recursos económicos solventes -. Guillermo se sintió molesto con las palabras de Otto Fischer, dudar de Emiliana... jamás. 
-Entonces no se hable más y olvidemos la invitación para almorzar, puedes retirarte Guillermo-. contestó su jefe, con frialdad.
Al retirarse y cerrar la puerta de la oficina, Guillermo sintió cierto alivio, él no podía comprometerse con nadie, amaba a Emiliana y eso era importante para él. Algunas veces había visto a la hija de su jefe cuando iba a buscar a su padre, era una joven seria y callada, Guillermo estaba seguro que no le iban a faltar pretendientes que quisieran comprometerse con ella en una boda. Solo esperaba que este impase se olvide en unos días y el trato vuelva a ser normal. De su trabajo no podía quejarse el señor Fischer. 
Los preparativos para la boda con Guillermo continuaban en casa de Emiliana. Octavia conversaba con su hija sobre el vestido de novia.
-Emiliana vamos a mi habitación quiero enseñarte algo-. 
Madre e hija entraron en la habitación, Octavia, de un baúl que estaba cerca a su ropero sacó su vestido de novia -Este es el vestido con el que me casé, tú podrías casarte con él solo le cambiaríamos las mangas y el escote podría ser más bajo, así lo modernizamos  ¿qué te parece? ¿estás de acuerdo?-. preguntó Octavia.
Emiliana dudo un segundo y luego habló -madre tu vestido es muy lindo, no quiero que te molestes pero yo quiero mi propio vestido que cuente mi historia, además yo soy un poco más alta que tú, la basta sería un problema-.
-Esta bien Emiliana ya entendí quieres tu propio vestido entonces debemos ir lo más pronto al taller de la modista y luego a comprar la tela que se necesita, debe ser un encaje fino y que tenga una bonita caída- contestó Octavia y luego guardó en el baúl su vestido de novia con tristeza.  Le hubiera gustado  que su hija se case con ese vestido para conservar la tradición familiar.
Emiliana y su madre visitaron el taller de la modista Concepción quien era bien conocida en la ciudad por su fino acabado a la hora de hacer las prendas y tenía varios catálogos con lo último en la moda de vestidos de novia. 
Emiliana conversó con la modista, hija y madre vieron diferentes modelos de vestidos en los catálogos y eligieron uno. La señora Concepción les mostró la variedad de telas que tenía en su taller, eran un sueño de calidad y belleza. -Son las últimas telas que me han llegado de Europa- comentó la modista.
-Madre todas las telas son tan bonitas no sé cual elegir- decía Emiliana confundida 
-Yo te ayudo Emiliana- contestó la modista -Esta tela es la mejor y su calidad y caída son superiores.  
-Tiene razón Doña Concepción Emiliana, esa tela es la mejor- opinó Octavia para ayudar a su hija. 
-El vestido va ser un sueño estoy segura de ello, el modelo que has escogido es muy bonito, vamos a tomar las medidas para empezar cuanto antes a coser el vestido. Se necesitan hacer varias pruebas para que el acabado sea perfecto- contestó la señora Concepción.
Al salir del taller Octavia y su hija estaban más que felices, comentaban en el camino sobre la tela y el modelo. El futuro solo anunciaba para la joven felicidad, no había sombras ni dudas en su camino al altar. 

CONTINUARÁ
             
     
  

 

   
  
      
    
      
    


 

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